Partida Rol por web

Una vez fuera, lo miró, coqueta, y comentó

-¿En qué sitios piensas, exactamente, nate?

y al escuchar aquello de Nate, Jane enarcó una ceja y se acercó mas a él.

-No te vas a librar de mi.... Te lo dije en la habitación del hotel, y te lo vuelvo a repetir. Y si se me endurecen... Bueno, al menos daremos un buen espectáculo, que disfruten un rato de algo que no suelen ver.

Sonrió, y lo tomó de la mano. No parecía muy dispuesta a simplemente marcharse y dejarlo solo. No se lo había tragado en lo mas absoluto, y de hecho se dió cuenta de que había mirado hacia Artie. Lo señaló con la mirada y preguntó.

-¿Quién es ese? ¿Me vas a presentar a tu jefe real de una vez? Porque no me trago que alguien tan bello solo se dedique a aconsejar sobre obras de arte.

Como suponía la chica no había cedido así que la tendría que llevar con Artie, esperaba que fuera comprensivo y no me tocara después aguantarlo. Intenté ocultar la decepción que me había producido que las cosas no salieran como las había planeado y comencé a caminar hacia Artie con Janne.

-Para mí será un placer que me acompañes.- Mentí.- Él... se podría decir que es mi mentor... Es un poco gruñón, pero es buena gente.

Si por buena gente Jane entendía: alguien que te sonríe pero te matará como le empieces a molestar.

Finalmente llegué junto a Artie con una gran sonrisa, dirigí una breve mirada a sus acompañantes, no sería de extrañar que fueran sus guardaespaldas.

-¡Artie!, permíteme presentarte a mi encantadora acompañante. La periodista Jane Pheyton.- Había querido matizar su profesión para que Artie tuviera cuidado, ya que no se trataba de una fulana cualquiera embobada por tanta riqueza.- Como te dije este es mi mentor Arthur Williams.

Me había asegurado con dicha presentación de que Artie conociera todos los datos que debía conocer, y cualquier cosa que quisiera hablar, lo podríamos hacer más tarde, quizás en el servicio, dudaba que Jane me siguiera allí.

Jane arqueó una ceja cuando le dijo aquello de "Mentor". Sonrió levemente mientras se la veía con una incipiente curiosidad hacia el mentor de Nate.

-Entonces todo está bien. Muero de la curiosidad de conocerlo y ver si es como tú..

Lo acarició con la mano que lo tenía de la cintura, sonriéndole.

Una vez llegaron al lado de Artie y sus compañeros, ella se fijó en todo: Sus posturas, cómo se comportaban, todo. Parecía mas por curiosidad que por análisis, y aun así podía llegar a tener los sentidos tan afilados como el de una persona que estuviese buscando anomalías en el comportamiento.

-Es todo un placer para mi, señor Arthur

Comentó, acercándose con desparpajo y soltura a darle dos besos. No dejaba de ser aquella mujer ni cuando estaba con otros... Aquella mujer que sabía qué decir, cúando hacerlo, y cómo.

Arthur estaba allí, fumando, cuando vió que Nate se acercaba a él. Con cara de fastidio apagó el tubo incandescente y humeante, y le dedicó una sonrisa a la acompañante de su protegido. Correspondió a los dos besos con tranquilidad y calma, y una sonrisa a su vez.

-El placer es mio, señorita. Permítame halagarle, pero es usted muy bella... Creo que Nate ha elegido muy bien acompañante para la ocasión.

Dirigió su mirada hacia Nate, una mirada agradable... que escondía en el mirar una dureza que Nathaniel ya conocía bien. No estaba contento con la elección, pero se había visto obligado a sonreír y tratar de parecer divertido y agradable.

-¿Como ha ido el camino hasta aquí? Espero que sin problemas.

Estaba haciéndole una pregunta cubierta a Nate, de la cual esperaba una respuesta igual de clave. Solo rezaba por que ella, periodista, no se diese cuenta de aquello.

Como suponía Artie no estaba contento, pero menuda novedad, con todo lo rico que era cualquiera diría que se guardaba el dinero en el culo, era la única respuesta lógica a porque alguien con tanto dinero estaba siempre de tan mal humor.

Jane solo parecía estar siendo amable, pero aquella mujer parecía tener el chip de periodista siempre encendido, y hasta la pregunta más inocente parecía ir con segundas. Por un momento dejé de preocuparme por que descubriera algo o porque a Artie le sentara mal, y me preocupé más por su seguridad. ¿Que le haría Artie a aquella chica si metía demasiado las narices?, una cosa era vacilarme a mi, me creía demasiado listo, intocable, pero si me descubría no sabría que hacer, simplemente huiría, pero Artie, Artie no era de los que solucionaban los problemas corriendo y escondiéndose...

Entonces Artie me preguntó por el camino, supongo que le interesaban más los detalles que pudieran perjudicar a la misión que si el trayecto había satisfactorio, más que nada, porque me constaba que esto último le importaba una mierda.

-Perfecto, un camino de lo más divertido, ¿verdad nena?- Dije con una sonrisa pícara y sin la menos muestra de preocupación.- Paramos a comprar algo de ropa y después vinimos del tirón.

Esperaba que más que por mis palabras, Artie notara por mi tono que no había ningún problema.

-Si. De lo mas divertido...

Respondió con aquel tono sensual que no dejaba de poner a sus palabras. Pero ahora estaba mas centrada en la situación que en el propio Nate. Era como si se hubiese dejado llevar por una conversación que decía mas entre líneas, que de manera superficial, sonriendo. Era similar a una especie de depredador esperando que su presa bajara la guardia solo un segundo para hincarle el diente, y devorarla.

Artie miró a los ojos  a Nate y asintió con la cabeza.

-Me alegro de que haya sido así, niño. Escuchame, tengo aquí..

Se marchó a la parte de atrás del coche, y sacó una cajita marrón, y un sobre, que fue a entregar al muchacho, una vez la tenía tomada. Con total seriedad siguió.

-Lo que me pediste comprar. Es una pieza de coleccionista directamente desde alemania, así que mucho cuidado. Es perfecta y no tiene ningún tipo de melladura. En el sobre está su descripción, la definición y el certificado de.. autenticidad, ya sabes.

Dicho lo mismo se alejó un poco, y miró una vez mas a Jane.

-Me temo que tengo un poco de prisa. Quería darle eso a Nathaniel antes de que me olvidase: ¡Es demasiada responsabilidad para mi! Nos vemos, encanto.

Dicho lo mismo y esperando una despedida por parte de los dos chicos, se marchó, de nuevo con su grupo de gente, como si no estuviesen allí.

-Estoy segura de que nos volveremos a ver. Hasta otra

Dijo la muchacha, mas interesada en la entrega que en el hombre ya. Una vez se quedaron solos, miró la caja con curiosidad

-¿Qué es, Nate? no me obliges a tener que quitártelo y descubrirlo por mi misma.

Sonrió una vez mas... No podía saber si realmente era broma, o si estaba diciéndolo en serio.

No me podía creer que me diera el paquete allí, como si me castigara por traer a aquella mujer, ¿es que no podía esperar a otro momento y ser más discreto?, aun así no dije nada, y mi cara no mostró ni el menor signo de molestia o sorpresa, Artie era así.

-¡Cuídate Artie!- Le dije alegremente cuando se marchó.

Aun tenía el sobre y la caja en la mano cuando Jane me empezó a interrogar, la veía muy capaz de intentar quitármelo si no se lo enseñaba, pero si lo lograba quizás se merecería ella este trabajo, y no yo.
Le aguanté la mirada sonriente unos segundos, pero finalmente guarde el sobre y la caja en el bolsillo haciéndole una mueca.

-Aun no nos conocemos tanto como para que le enseñe mis más preciados tesoros señorita Pheyton.- Le dije con cierto tono de burla, para después añadir con un tono alegre.- Hace un poco de frío, propongo ir a arrasar con los carísimos aperitivos.

No podía enseñarle la caja porque no quería que después se enterara por alguna fastidiosa casualidad de que había otro igual en la casa, si es que no sabía ya de su existencia. Y aunque sin duda insistiría tendría que aguantarse. Y al fin y al cabo no temía sus manos largas, pues siempre iba atento cuando tenía algo que me podía apuntar como sospechoso de algo.

Jane lo miró, enarcando una ceja por un segundo, aunque después relajó su gesto y le sonrió. Parecía estar tramando algo.

-Claro, vamos adentro.

Comentó, tomándolo de la cintura una vez mas y avanzando un poco hacia la puerta principal, donde había un hombre recogiendo las invitaciones.

-Te recuerdo que me has prometido divertirnos dentro de este lugar... No me voy a olvidar de ello, si esperabas que lo hiciese.

Sonrió, divertida, esperando su respuesta.

El hombre le pidió la entrada a Nate, que se la dió sin problemas (Desde el sobre), y una vez hecho esto, entraron en un amplio vestíbulo, de muchos metros, bastante alto, en colores blancos, y con el suelo de color caoba. Estaba decorado con cuadros y antigüedades, tenía dos escaleras laterales bastante amplias que llevaban a otros lugares de la mansión, mientras que la puerta mas adelante daba al servicio de la mansión. En una de las veces que se abrieron las puertas pudo ver, mas al fondo, la cocina.

Pero ¿Donde estaba Daniel James? No tardó mucho en localizarlo, pues estaba ahí arriba, hablando con un hombre de unos 40 años, de cabello blanco. A su lado estaba su esposa, Anna. Parecía estar bastante entretenido con la conversación y tratando de hacer sentir bien a los invitados.

El lugar empezaba a llenarse de gente. ¿Cuanto tiempo había pasado? No, no tanto como para que todo comenzara. Pero parecía que todos allí estaban mas bien ansiosos por que comenzara aquella fiesta de las altas esferas. Y es que en este lugar se cerrarían grandes tratos, obviamente. Por eso era un momento tan propicio para robar, porque todos estarián mas ocupados en halagar a otros para sacar beneficio, que en fijarse si alguien subía o bajaba de allí.

Se respiraba lujo en todas partes. Los camareros pasaban con bandejas, con copas y con comida.

Así era como se veía una fiesta de clase alta. Jane parecía encantada con todo aquello, arrimada a Nate y sonriendo.

Jane se dio por vencido, o eso parecía, aunque algo en su mirada me dejó claro que intentaría descubrir más sobre la caja antes o después, solo esperaba que fuera después de robar aquello...

-Lo tengo muy presente.- Respondí con picardía palpándole el trasero a su comentario sobre divertirnos.

Cuando entramos quedé maravillado, no me entusiasmaban aquellas galas, osea era mi ambiente, pero lo que realmente me gustaban eran las mujeres el alcohol y la comida, por lo que pocas veces prestaba demasiada atención a alguna obra de arte que no fuera a robar. Pero la verdad era que la decoración de aquella casa era extraordinaria, James sabía como montarse una fiesta.

-¿Y bien? ¿por donde quiere comenzar milady?- Pregunté con una sonrisa socarrona.- ¿Tal vez saludando a nuestro anfitrión?

Empecé a andar hacia James sin esperar su respuesta, pero cambiaría de dirección si sugería otra cosa.

Jane caminaba con soltura por el lugar, fijándose en los detalles, cuando le llegó la pregunta de Nate. Le sonrió y le dijo, mirándola a los ojos.

-Es una buena idea.

Entonces se acercó un poco mas a él, rodeándolo con su brazo, encantada de estar con él en aquel lugar, al parecer. Era extraño como demostraba cariño y a  la vez cierto halo de peligrosidad.

Subieron las escaleras buscando a Daniel James, y lo encontraron allí, hablando con ciertas personas, con una copa en una mano, y del brazo a su mujer. Sonreía, y estaba empezando a rodearse de personas con las que compartía risas y halagos. Una vez estuvieron lo suficientemente cerca pudieron, incluso, escuchar las palabras de aquellas personas... Sobre todo las del anfitrión.

-¡Por supuesto, Robert! No se me olvidaría jamás lo que has hecho por nosotros. Gracias a tus contribuciones estamos aquí. El proyecto va bien, a decir verdad. Sabes que esto de la investigación tecnológica nunca es fácil, pero creo que estamos dando pasos en el buen camino. Me gustaría que formases parte de una inversión para un nuevo invento... Pero ya te contaré mas adelante en la noche ¿Vale?

Una vez terminó de hablar con un señor de bigote y rasgos refinados, se giró hacia su mujer, le sonrió, y después siguió cruzando palabras de saludo, y estrechar de manos a muchas personas a las que parecía conocer, en un tono amigable.
 

Anna, junto a él, parecía un tanto mas aburrida de tener que estar con tanto protocolo, pero cuando él sonríe, se anima un poco. Realmente no parecía pertenercer tanto a fiestas y actos como aquel, sino a otro tipo de círculos, menos sociales.

De igual modo se puso a hablar con las parejas de los que llegaban, obviamente por cortesía pero del mismo modo, hablaba y contribuía a la labor de Daniel de saludar y hacer sentir cómodos a los invitados.

A Jane le pareció buena idea aquello de empezar por saludar al anfitrión y se me pegó aun más. No sabía porque, pero no podía quitarme la sensación de que la chica jugaba conmigo. Aunque enseguida alejé aquellos pensamientos, era simplemente una chica tan difícil de leer, pero precisamente aquello era lo que más me atraía de ella.

Llegamos hasta Daniel James y su encantadora esposa, estaban increíblemente ocupados, lo cual era bastante lógico. Pacientemente esperamos un pequeño inciso para presentarnos mientras le dirigí un par de sonrisas a la esposa de este, pues parecía más aburrida. La comprendía, imaginarme en su situación todo el día ahí recibiendo a extraños que intentan ganarse su favor, menudo fastidio, no creo que yo lo aguantara.

Cuando por fin vi un inciso para colarme discretamente y sin ser maleducado me presenté.

-Encantadora fiesta señor James, tanto como esta bella dama que debe ser su mujer.- Dije tendiendo la mano al hombre, y besando después la de la mujer.- Soy Nathaniel Evans, y mi hermosa acompañante es la señorita Jane Pheyton.

Debía ganarme la confianza del hombre, pues mi primera idea pasaba porque él mismo acabara por enseñarme el anillo, si aquello no funcionaba pensaría en otros medios, pero fuera como fuese ganarme el favor de los anfitriones solo podía darme ventajas.

Aquel hombre, sorprendido, miró directamente a Nate, casi analizándolo. Sonrió de manera natural, estrechándole la mano.

-Es un placer, Nate. Señorita..

Le dio un beso en la mano, mirándola a los ojos con un soberano respeto. Luego volvió a Nathaniel, y aun con aquella sonrisa comenzó a hablar, manteniendo una compostura impecable.

-Se bienvenido a mi hogar. Estoy seguro de que sacarás provecho de esta reunión. Discúlpame pero, francamente, no recuerdo haberte visto antes. Seguro que estoy equivocado, es mas que frecuente que se me olviden rostros.

¿Qué escondían aquellas amables palabras?
 

Intentaba ser lo más encantador posible, pues levantar cualquier sospecha sería un error fatal en el plan, así que cada palabra iba acompañado de una sonrisa.

-Bueno, ambos somos grandes amantes del arte, aunque viendo su casa me temo que yo solo soy un mero aficionado.- Dije acompañando mis palabras con un movimiento de mi brazo que abarcaba toda la casa.- Y le puedo asegurar que no se lo dice un coleccionista cualquiera, he conseguido grandes maravillas. Me fascinan especialmente las figuras hebreas, así como las bíblicas, siempre me han parecido lo más fascinante. ¿Y a usted?

En todo momento me intento hacer el inocente, pues la jugada me puede salir de dos formas, o me acaba hablando de lo que me interesa, o se huele algo, la situación no es fácil.

Durante un tiempo Daniel lo mira a los ojos, y la tensión se pude mascar... Tras ello sonríe, baja la mirada y comenta, divertido.

-Tienen su encanto, por supuesto, señor Evans. El valor cultural e histórico de cualquier pieza de una época como esa es incalculable. La manera en la que ellos manejaban el misticismo en esos objetos es simplemente, fascinante.  Dese una vuelta por ahi, y fíjese, seguro que encuentra piezas que no le defraudarán.

Una manera hábil de salir del apuro, grácil, impecable. No iba a ser tán fácil convencer a un tipo tan acostumbrado a que lo intenten utilizar como es el señor James, eso está claro.