Partida Rol por web

-Vayamos al sótano. Deseo poner en práctica todo, sabiendo que nadie nos vigila. Y el único modo de cerciorarnos de ello es en un lugar cerrado.

Comentó, completamente seguro de sus palabras. Ya habían dado el primer paso: No solo investigarían, sino que tendrían cubiertas todas las posibles vías de investigación y, además, podrían asegurarse de tener una buena sinergia en el combate

No marchó a por la armadura, sino que esperaría para probar aquello. 

No se cuanto tiempo tendrían, pero estaba seguro de que, si ellos habían movido sus piezas, los demás también lo habrían hecho. El primer día era bueno para aquellas cosas, pero en los dias venideros era mejor mantenerse calmados.

-Marcus rahl, a partir de mañana considero que deberemos dejar los entrenamientos y todo a un lado. Es de suponer que otros como tu estarán buscando a presas para comenzar a eliminarlas. Y nosotros estamos muy agradablemente instalados aquí, sin demasiadas preocupaciones. Desde mañana, montaré guardia siempre. Y, espero que al igual que tu, mantendré los ojos bien abiertos. No podemos perder ni un segundo la concentración. De cualquier otro modo, podríamos perecer.

Fui junto al General Tigre al sótano. A medida que avanzábamos escuché sus sabias palabras (no me habían educado como un mago orgulloso así que sabía aceptar consejos y rectificar) y mostré estar de acuerdo con ellas: - Tienes razón. A partir de mañana habrá que estar alerta y deberemos centrarnos en la investigación. Tenemos que pensar también en alguna forma de ir a esa Iglesia sin que nos detecten. Aunque sea más adelante, dentro de 3 ó 4 días. -

Mis palabras se interrumpieron cuando di la luz al acabar de bajar las escaleras del sótano. Era bastante amplio, y sólo nos estorbaban un par de estantes en las paredes y varias cajas apelotonadas en varios grupos y ligeramente esparcidas por la sala...

Nos esperaban unas cuantas horas de duro entrenamiento.

Dejé el móvil con sonido en el primer escalón de las escaleras, quería estar atento por si el detective nos comunicaba novedades.

El guerrero se colocó en el medio de aquel sótano. Observó al muchacho, y le sonrió.

-Ahora, observa el poder de uno de los generales tigre. El lancero de los tres reinos. 

Su diestra se estiró: En su izquierda, aún poseía la lanza.

Entonces, de la nada, apareció su hueste, un caballo de guerra preparado para el combate, y la armadura que le caracterizaba.

Flexionó sus piernas para elevarse en el aire y colocarse sobre la bestia, que relinchando esperaba ya las órdenes de su amo.

Ahora el arma larga pasó a su mano derecha, mientras la criatura comenzaba a trotar.

Su izquierda comenzó a brillar con el brillo celeste de un día sin nubes. Acto seguido, cerca del muchacho aparecieron tres lanzas que mágicamente se sostenían en el aire, mientras el arma principal del muchacho desaparecía, colocada en su espalda. Tomó dos de aquellas armas, proyectándolas contra dos cajas frente al muchacho, atravesándolas con relativa facilidad. La tercera, un obstáculo en el camino se vio destruida por el propio caballo, quien aceleró y no pareció siquiera enterarse de aquel pequeño obstáculo.

Sonrió, y entonces usó encima del caballo con tal lanza y la principal, una técnica especial de defensa. Fuera del propio caballo, parecería un fortín improvisado de armaduras, impenetrable.

Una vez finalizado aquel tramo, obligó al caballo a saltar, mientras con el impulso, conseguía elevarse mas allá de lo humano.

Ahora lejos del caballo, recepcionó con ambos pies y comenzó una carrera hacia otra de aquellas cajas de madera. Volvió a elevarse, obligando al caballo a reaparecer bajo el. Apoyó ambos pies en el lomo de la criatura, para volver a impulsarse,y entonces abrió ambas manos.

Como dos supernovas, el brillo de ambas manos cegó el lugar. 

Una ráfaga de cientos de lanzas impactó de manera brutal contra las cajas, todas y cada una, que quedaron reducidas a astillas.

Tras aquel espectáculo, el muchacho vuelve al suelo, hincando una rodilla en el suelo, y observando lo sucedido. Volvió a ponerse en pié, y por encima del hombro, observa al muchacho.

-Bien...He aquí una demostración de lo que soy capaz de hacer.

Comentó. Su orgullo se lo impedía, pero se podía ver que aquello lo había cansado bastante.

- Hay varias cosas que no puedo mostrarte, puesto que hasta que no nos ataquen no serán muy efectivas. - comencé. - Ante un blanco en movimiento puedo tanto crear un muro impenetrable que nos proteja a ambos, como también puedo inmovilizar a nuestro enemigo para que acabes más fácilmente con él. -

Miré hacia los pocos obstáculos que quedaban en el sótano y señalé al primero de ellos: - Pasemos a otras cosas. - cerré los ojos y una diminuta canica de fuego salió disparada de mi dedo hasta que impactó en el obstáculo. Cuando la diminuta bola impactó todo el obstáculo estalló en llamas. - Por un lado controlo los elementos. - pestañeé y un chorro de agua surgió de la nada y apagó las llamas.

- Por otro puedo crear objetos de energía. - Acto seguido moví a toda velocidad el brazo y unas cadenas invisibles rodearon el resto de objetos y muebles de la habitación... las cadenas se habían movido a tal rapidez que el aire que generaron bastó para mover mi pelo como cuando el viento soplaba a ráfagas en una tormenta...

Con el brazo todavía extendido y la mano abierta miré al General Tigre y cerré el puño. Al instante las cadenas se contrajeron destrozando en milésimas de segundo el resto del mobiliario del lugar. No era tan espectacular como el ataque del caballero pero también era efectivo.

Miré de nuevo al General y le comenté: - Otro de los conjuros que conozco consiste en invertir la gravedad en un sujeto. Éste quedará suspendido en el aire y por tanto será incapaz de moverse o efectuar algún tipo de ataque efectivo, quedando por completo a tu merced. Puedo también ocultarnos a ambos. - mientras decía esta última frase desaparecí ante los ojos de Lancer... Y seguí hablando mientras la invisibilidad hacía efecto y me movía por el sótano: - Y algún que otro truco sorprendente. - volví a hacerme visible cuando regresé junto al caballero.

- Muchos de ellos en lugar de causar daño son más útiles para ganar una ventaja sobre el enemigo. Ah, y antes de que se me olvide. - deposité mis manos en los hombros del General Tigre. Un fulgor dorado apareció en ellos y una oleada de energía se transmitió hacia el cuerpo del general revigorizándole y devolviéndole las fuerzas gastadas en la exhibición anterior.

Sonreí: - Creo que haremos un buen equipo. -

-Comprendo. Solo cuídate de usar la magia de inutilización al enemigo cuando use mi técnica defensiva..

Tras decir eso, hizo desaparecer la armadura, y la lanza. El caballo había desaparecido anteriormente, y ahora volvía a estar vestido de calle.

-Imagino que si consigues encadenar un hechizo defensivo con mi maniobra de defensa, podremos detener casi por completo la técnica final de aquel que nos salga al paso. Y si lo conseguimos, nuestro enemigo estará cansado...Y nosotros tendremos la ventaja para acabar con el. De resto, ya has visto que puedo golpear tanto a distancia como cuerpo a cuerpo..Si tuviera que golpear algo para que saltara por los aires, entonces me ayudaría mi precisión. Y sin embargo las cargas del caballo nos podría ayudar incluso cuando yo no esté montado encima.

Esperó a que aquel muchacho le comentara algo, aunque suponía que estaría de acuerdo.

-No podemos hacer demasiado más, aunque no ha pasado el tiempo suficiente como para que haya sucedido algo en algún lugar..

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Escuché atentamente todos los comentarios del caballero. Era un buen estratega, normal que hubiera acabado siendo general. Asentí a sus afirmaciones, estaba bastante de acuerdo tanto con las defensas como con los ataques.

Realmente creía que con este compañero tendríamos posibilidades de obtener el Grial. Formaríamos una pareja letal. Pero debíamos guardarnos de las intrigas y engaños del resto de magos.

- Tienes razón, de momento podemos hacer poco más. Vayamos a ver si ha salido algo en las noticias. - Volví a dirigirme escaleras arriba. - Podemos comer algo mientras tanto. Tenemos jamón y queso, seguro que no has probado algo tan bueno. - sonreí. - Respecto a nuestros enemigos. Tenemos que tener pensado de antemano qué hacer en diferentes casos. Primero, puede que uno, o ambos (master y servant) se rindan en medio de un combate. ¿Qué haremos? ¿Cómo sabremos que no están fingiendo? Has de saber que si matamos a un mago o a un servant, el otro si sobrevive puede unirse más tarde a otro mago o servant que se quede sólo también. -

Mi mirada de preocupación se posó en los ojos del General Tigre: - Cualquiera que sobreviva a un combate con nosotros es un posible futuro enemigo. No soy partidario de asesinar a sangre fría. Eso lo hacía mi padre. Pero ¿qué haremos con alguien en ese supuesto caso? ¿Tomaremos prisioneros? ¿Dónde les encerramos? - muchísimas dudas venían a mi mente en este momento.

Mientras avanzaba junto a Marcus, escuchó sus comentarios

-¿Comida? Oh, si, por favor. Me muero de hambre.

Comentó, llevándose una mano al estómago. Su armadura ya había desaparecido, y lo mismo con su lanza. Ahora se encontraba siendo "Una persona mas" en aquel lugar.

-Veamos si ha salido algo... Aunque no creo. Tu mismo me has dicho que hoy ha sido el primer día.. En el primer día de una guerra, no destacan las batallas, sino la tensión en el ambiente.

Comentó, de manera solemne. Luego se detuvo cuando dijo aquello de los master y los servant.

-Marcus Rahl... El honor sigue ahí. Yo no voy a matar a nadie de una manera deshonrosa: Jamás haré tal cosa. 

Comentó, mirándolo a los ojos. Suspiró, y siguió avanzando.

-Sin embargo, podríamos preparar algún lugar "Especial" con...quizás...algún "Conjuro" tuyo, para que nos ayude a retener a esos seres. Cualquier habitación nos sirve si la reforzamos bien.

Dijo, completamente convencido. Entonces se dio cuenta de algo.

Miró hacia atrás, el sótano. Entonces se dirigió de nuevo a Marcus.

-Creo que tenemos el lugar perfecto. Después de todo ha aguantado mis golpes... Quizás si lo preparamos, sería una buena "Prisión de guerra". 

Eché un vistazo atrás cuando Lancer hizo el comentario acerca del sótano. La verdad es que podía ser un lugar ideal llegado el caso. No tenía ni idea de qué haría un mago o su servant en caso de que uno de los dos cayera en combate.

En un hipotético caso personal, Marcus estaba convencido de que Lancer seguiría combatiendo hasta la muerte por su honor, y por vengar al compañero caído. Él haría lo mismo si caía Lancer, pero estaba seguro de que algunos de los otros magos o servants podían ser muy sibilinos o estimar su vida mucho.

- Tienes razón, ordenaré que vayan vaciando el sótano y reforzándolo. Puede ser una buena prisión. Luego prepararé algunos conjuros para tenerlos listos si llega el caso de que capturemos a algún enemigo. -

Volví a guiar escaleras arriba a Lancer y nos dirigimos a la cocina. No me apetecía cocinar o indicar a alguno de los asistentes que preparara algo así que saqué una pizza precocinada del congelador y puse a precalentar el horno.

- En media hora tendremos algo de comer. Creo que no lo has probado nunca, puesto que se inventó después de tu época. Te gustará. - Mientras hacía tiempo encendí el televisor de la cocina y me senté dispuesto a escuchar las noticias.

De momento sólo nos quedaba descansar y esperar. Aún no tenía noticias del detective pero ciertamente era demasiado pronto.

Justo tenía pensado apagar el televisor y echarme a dormir. Había pasado la media noche, era casi la 1 cuando noté una gran energía... Estaba seguro, procedía de un servant.

Miré a Lancer... él también lo había notado. Todos los magos y servants de la guerra habrían notado la presencia de esa energía... Procedía del Parco delle Rimembranze.

Mecánicamente cogí mi móvil y tecleé el número del segundo detective privado. Si pillaban a uno no quería que tuviera nada que ver con el otro, que no supiera nada del otro... Pero aún no marqué. Miré a Lancer con una pregunta rondándome la cabeza:

- Es el primer día de la guerra... y sólo notamos la energía de un servant. Es una trampa seguro. Si estuvieran en combate estaríamos notando la energía de al menos dos servants. Uno sólo no tiene sentido. ¿Qué opinas? ¿Aviso a un detective para que vaya a echar un ojo? ¿O esperamos a que lleguen más de nuestros enemigos y se peguen entre ellos? -

Decisiones, decisiones... acababa de llegar el momento de usar la estrategia...

Sintió aquella energía: Marcus Rahl también lo había hecho, y se había girado hacia el. El caballero lo miró con seriedad, escuchando todo lo que dice aquel, y entonces asiente, tratando de razonar.

-Veamos... Marcus Rahl, quizás deberías de enviar a uno de tus detectives. Nosotros nos mantendremos a salvo, el no posee una energía especial, o lo que sea que tenemos nosotros. Solo será un curioso...Y si se ha dado esto, significa que hay algo sobre lo que mantenerse ocupados. Es decir, no van a estar buscando a otras personas.

Entonces, todo sueño que hubiera entrado había terminado. Señaló a aquel pequeño artefacto que ponía en contacto a personas con los que estaban allí, y dijo.

-Creo que deberías avisar al detective. Has pagado a ese hombre para que consiga algo: Esto es lo que puede conseguir. Si consiguiera imágenes....O algo así... Nos sería muy útil.

Llamé inmediatamente al detective y le di la dirección. Le avisé de que tuviera cuidado, y que si alguien le preguntaba sólo estaba dando un paseo por la zona, ya que podía ser muy peligroso. Y como recomendación le di una última directriz: que intentara echar un vistazo desde lejos en la seguridad de su coche. Seguramente con unos prismáticos y una buena cámara con un buen micro podría ver y escuchar todo lo que sucedía...

Contando con que el resto de magos y servants notaran la energía... si alguno se decidía a ir al lugar todavía tardaría un poco... al detective le daría tiempo a pillar a todos los que se pasaran por el lugar.

Cuando colgué volví a mirar a Lancer: 

- Empieza la partida. - sonreí. No porque estuviera contento, sino porque como había pensado al comienzo de todo esto... era una guerra que iba a ganar.