Partida Rol por web

-No te preocupes, Styr. -comenta Magmard mientras el SeeD llega al camino de entrada al pueblo. -Es una señal de camaradería. - Probablemente fuera cierto que Styr se hubiera ganado el respeto del GF, después de todo, se había molestado en aprenderse su nombre. 

Una vez en el camino principal, Styr reconoció el negocio que se hallaba al paso, a un costado. Luego de eso, había una gran zona residencial y finalmente la gran plaza donde se encontraban las casas más grandes, entre ellas, la suya. 

Yo también te aprecio. Respondo a Magmard mentalmente en tono jocoso. 

La llegada a la ciudad me tensa bastante, me estiro todo lo que puedo y llevo la cabeza bien arriba por si me cruzo con algún antiguo conocido, pero por dentro los nervios se apoderan de mí y me hacen mantenerme alerta, voy moviendo los ojos de lado a lado constantemente. 

Cuando llego a la zona residencial y me planto en la puerta de mi casa respiro aliviado, pues no me apetecía en absoluto tener una mala llegada y parece que me he librado. Respiro profundo un instante y estiro el brazo para llamar al timbre. 

*donding*

Unos segundos que parecen mucho más largos que los segundos comunes después, la puerta se abre y un mayordomo se asoma a la puerta. El hombre era Jonah. mayordomo de la familia desde...bueno, desde siempre. Durante su infancia, Jonah siempre fue amable con Styr, ayudándolo siempre que podía y siendo una ocasional fuente de consejos y sabiduria. El SeeD lo reconoció de inmediato, mas el hombre no parecía haberlo hecho. Parece que su vida en el jardín lo había hecho cambiar. 

-¿Sí? ¿Puedo ayudarle? -inquiere tentativamente el hombre. 

Miro a Jonah con nostalgia a pesar de no torcer ni un ápice mi gesto serio. Me imaginaba que iba a ser él quien abriera la puerta, pero no me esperaba que no me reconociese. ¿Tanto he cambiado? Reflexiono durante un segundo.

- Déjame pasar pingüino estirado. Le respondo en tono cariñoso creyendo que recordaría como le llamaba de pequeño. El mote claramente hace alusión a su uniforme de mayordomo y la forma en la que debe comportarse mientras está trabajando. - ¿Es que no me has reconocido? Pregunto sorprendido relajando un poco el adusto gesto de mi cara.

El ceño del hombre se frunce un poco antes de abrir los ojos en señal de sorpresa. -¡Styr! Oh, muchacho. Estás muy cambiado. -agrega el hombre con una sonrisa. Abriendo del todo la puerta se acerca al SeeD y lo saluda afectuosamente. 

-¿Cómo has estado? Estás hecho un SeeD hecho y derecho. -agrega entusiasmado mientras le abre camino  para que pase dentro. 

Relajo completamente el gesto de mi cara, incluso parece que los labios empiezan a formar una sonrisa que nunca termina de completarse. Devuelvo el saludo a Jonah con la misma dosis de afecto que él a mí, pues es algo recíproco. Él siempre se portó bien conmigo e intentó aconsejarme lo mejor que pudo, sin embargo, fui yo el que no estuvo a la altura y no tuvo en cuenta sus sabios consejos.

- ¡Cuánto tiempo! Le digo mientras cruzo el umbral de la puerta. - Tú en cambio no has cambiado nada. 

No me esperaba que volver a casa me fuera a poner de tan buen humor, sin embargo, ver a las personas que saben que realmente se preocupan por ti después de tanto tiempo parece que va a ser como un soplo de aire fresco.

- La verdad es que muy bien, en el jardín estoy a gusto. No se me ha dado mal esto de ser SeeD. Cuento a Jonah mientras avanzo por la casa, que sorprendentemente está exactamente igual a cómo la recordaba. El retrato de papá y mamá y la alfombra de oso albino en la que tanto me revolqué de niño, seguían en la entrada, parecía que fue ayer cuando me fui.

- Y bien Jonah. ¿Dónde está mi metomentodo padre? Pregunto con una buena dosis de cariño a pesar del retintín con el que formulo la pregunta. - ¿Y mi querida mamá? La dulzura del tono de la pregunta es algo que me sorprende hasta a mí mismo, pero con todo lo que la hice sufrir siento que le debo mucho.

-Pues...en rigor de verdad... como siempre. Tu padre Ferrel está enfrascado en sus negocios, como es costumbre. De hecho ahora se encuentra de viaje, aunque nos comunicamos a diario. Tu madre, Carbia, está haciéndose una persona mucho más pública en el pueblo. Pero puede decírselo ella misma, se encuentra en la casa del Sr. Richford. -explica el hombre. Una luz de recuerdos iluminó la mente de Styr. La casa de Richford era la mansión grande que se encontraba a unas pocas casas de allí. Styr nunca había entrado allí, pero recordaba haber pasado por la puerta varias veces. Al revisar nuevamente la tarjeta de la misión, Styr pudo comprobar que la misión provenía justamente del propio Señor Richford. 

-Si necesitas algo más de mí, no dudes en pedírmelo. -agrega Jonah. 

Que mi padre no estuviera en casa no era algo que me sorprendiera, sin embargo lo de mi madre es toda una novedad. - ¡Vaya con mamá! Exclamo atónito. - Está bien, iré a la mansión. Igualmente debo ir allí por mi misión. Contesto encogiéndome de hombros tras comprobar las señas en la tarjeta de la misión.

Antes de irme doy una vuelta por mi casa, llenándome de viejos recuerdos, algunos buenos, otro algo dolorosos. La decoración adolescente que aún mantiene mi habitación me sonroja. ¿Cómo podía ser tan estúpido? No puedo evitar preguntármelo a pesar de que no tengo ningunas ganas de que Magmard se entrometa.

Tras recargar fuerzas con la visita me despido de Jonah. - Me alegro de haberte visto. No dudaré e hacerlo. Le digo ante su ofrecimiento.

Salgo de mi casa y me encamino a la mansión Richford, la verdad es que que mi madre se encuentre allí me va a hacer matar dos pájaros de un tiro. 

En el camino a la mansión, Styr pasa frente a algunas personas que transitan por las calles. La mayoría de ellos no parece reconocerlo, parece que realmente había cambiado respecto de sus épocas de gamberro. Como si el pensamiento hubiera afectado a su alrededor, Styr ve un hacha pintada en la pared de un callejón. Él conocía esa señal...

Pronto, llega a la mansión Richford. Una mucama lo recibe con cordialidad. Una vez en el hall principal, Styr encuentra al anciano Sr. Richford hablando con una mujer de cabello negro atado y tez oscura. Cualquiera que la viera junto a su hijo reconocería el parecido. La mujer echa un vistazo a un costado cuando escucha la puerta, pero sus ojos se abren en grande cuando ve llegar a Styr. 

A pesar del semblante preocupado del Sr. Richford, la mujer deja salir una sonrisa y va al encuentro de Styr. 

-¡Cariño! -exclama felizmente, a la vez que lo estrecha en un abrazo, lo quiera o no. -¡Has vuelto! ¿Qué haces aquí? 

De camino a la mansión lo único que me perturba es ver pintado en una pared el símbolo de mi antiguo grupo. No me sorprende que aún sigan haciendo de las suyas, pero después de mi paso por el jardín ya no me agrada. Habría que hacer algo con ellos, son una lacra para la ciudad. Medito mientas sigo caminando, debatiéndome si hacer algo antes de volver a Balamb.

La llegada a la mansión es de lo más cordial y cuando por fin entro al hall y veo a mi madre mi semblante se cae de repente, no me gusta que Sr. Richford me vea en esta actitud, pero no puedo evitarlo. Recibo el abrazo de mi madre con una tonta sonrisilla en los labios y se lo devuelvo con todo el cariño que puedo darle. Ya es bastante todo el cariño que no le devolví y es más, todas las lagrimas que le hice derramar, es hora de recompensarla. - Hola mamá. Le contesto con dulzura mientras la abrazo. - Jonah me dijo que estabas aquí y he venido a verte. 

Cuando termina el abrazo la miro unos instantes y acariciándole la cara le digo. - Estás más guapa que nunca. Le dedico una sonrisa sutil antes de volver a mi semblante habitual. La agarro de la mano y la dirijo hacia el Sr. Richford. - También he venido hablar con este señor. Explico lo suficientemente alto para que me oiga mientras saco de mi bolsillo la tarjeta de la misión. Cuando llegamos a su posición se la entrego y me dirijo a él con total seriedad. - Buenos días señor. Soy el enviado de Balamb para la misión, espero que pueda explicarme los detalles. 

Carbia le sonríe con una expresión maternal, casi emocionada de ver a su hijo como un hombre tan responsable. El anciano Sr. Richford recibe la carta y hace un gesto cordial con el rostro. -Un gusto volver a verte, hijo. Nunca habíamos hablado, pero recuerdo haberte visto cuando vivías aún aquí. Debes estar orgulloso de tu madre. Estos años se ha vuelto una especie de referente de este pueblo. Está en todo. Y siempre que alguien necesita ayuda, ella está allí. De hecho, por eso está aquí hoy. Lo cual trae a colación el caso en cuestión. 

Mientras el Sr. Richford los guía escaleras arriba, comienza a explicar. -Voy a ser franco. Desde hace algunas semanas he estado viendo cosas extrañas en esta mansión. Aunque esto pueda parecerte invenciones de un viejo aburrido, estoy convencido de que esta mansión tiene fantasmas. 

Algunas noches se escuchan voces por los pasillos, y alguna vez he visto siluetas extrañas merodeando por los pasillos. 

Sin embargo, lo peor fue lo que pasó hace algunos días. -luego de una pausa dramática, el hombre cuenta. -Hace tres noches, le pedí a mi criado que revisara cada habitación en busca de algún intruso, pero el único resultado fue que apareció inconsciente a la mañana siguiente. No está herido, pero aún no despierta. 

Miro a mi madre con orgullo cuando el Sr. Richford me habla sobre lo que está haciendo por el pueblo. Parece que no soy el único que ha cambiado.

Sigo al Sr. Richford escaleras arriba y lo escucho con atención, para no perderme ningún detalle que pueda ser importante para el devenir de la misión. - Entiendo... Contesto al hombre pensativo. ¿Qué crees que puede ser Magmard? ¿Quizás un guardián? Una vez he planteado la hipótesis en mi cabeza a mi compañero continuo hablando. - Lo que quiere es que pase aquí la noche e investigue qué es lo que pasa, ¿lo he entendido bien?

-En verdad, no lo creo. Los guardianes no podemos habitar tan tranquilamente este mundo. Por eso, para estar aquí solemos unirnos a humanod, o tal vez incluso a monstruos. Excepto cuando por algún motivo tenemos la posibilidad de tomsr un lugar y hacerlo nuestro propio refugio, como la cueva donde tú me encontraste. Si se tratara de un guardián, probablemente hubiera elegido otro tipo de lugar, no una mansión. En realidad debe tratarse de algún monstruo ambicioso. Quizás algún no-muerto. 

-Exacto, muchacho. Me sentiría más tranquilo si pasaras aquí la noche. Eres libre de investigar todo lo que gustes por las habitaciones de la cssa. sólo te pido que tengas cuidado con mi sala de reliquias. Estoy coleccionando cosas antiguas....y valiosas-agrega Richford con cautela. 

-Te veo sereno, cariño.-señala Carbia. -¿Has ttratado con este tipo de situsciones antes? 

Gracias por tu sabiduría amigo. Respondo a Magmard 

Era lo que me temía, pasar la noche y dar caza a lo que sea que se ha afincado en la mansión, no parece una misión demasiado compleja. - ¡Entendido! Afirmo contundente ante la explicación del millonario. Su advertencia sobre la sala de reliquias me genera curiosidad. Quizás pueda echar un vistazo más tarde... Medito intrigado por lo que puede tener ahí dentro.

Miro a mi madre, mis ojos se ablandan y surge un mirada más dulce. - Puedes estar tranquila mamá, me han instruido para esto. Pongo toda la confianza posible en mis palabra para que mi madre se quede tranquila.

Vuelvo a dirigirme al Señor Richford. - Estaré aquí por la noche entonces. Le tiendo la mano a modo de despedida.

Durante la primera noche no sucede nada. Tampoco en la segunda ni en la tercera. Sin embargo, durante la cuarta noche, Styr escucha un ruido en el pasillo fuera de su habitación. Parecía algúntipo de... de quejido. Como si alguien -o algo- se lamentara. El quejido atraviesa el pasillo y se aleja lentamente. 

En cuanto escucho el ruido me sobresalto y me pongo en pie. Ya era hora. Pienso después de llevar tres noches haciendo guardia sin éxito. Salgo al pasillo e intento seguir el quejido que he oído, me doy toda la prisa que puedo para no perderlo, pero intentando no hacer ruido. Esto es muy raro... Medito durante mi búsqueda. Se suponía que iba tras algo aterrador, pero parece estar lamentándose...

En el pasillo oscuro, Styr puede divisar un brillo azulado y tenue que se mueve. Tras un recodo, el SeeD puede ver un pequeño fuego fatuo brillando en un suave celeste flotando en el aire. El quejido parece provenir del propio fuego. Éste se mueve por el pasillo y se interna en una puerta entreabierta. -¿Ese no es el cuarto de reliquias que mencionó el humano viejo? -inquiere Magmard. 

¡Oh, mierda! Respondo a Magmard. Era lo que menos quería, que mi encuentro con la criatura se diera en ese cuarto, sin embargo, dada su actitud lastimosa, quizás nuestro encuentro tampoco sea como me esperaba...

Sigo al fuego a tras la puerta entreabierta y la cierro para que no pueda escapar. Nunca había visto una criatura así y en parte eso me preocupa, ¿pero qué más puedo hacer que ir tras ella?

El fuego azulado se ubica en el centro de la habitación. El lugar está oscuro y se puede ver que está atiborrado de cosas varias, probablemente las reliquias del viejo. Al acercarse un poco más, Styr puede ver al fuego brillando y un espejo detrás de él. En el espejo ve su reflejo y detrás de él...¿una calavera? Antes de que pueda reaccionar siente una punzada en la espalda. Styr siente como algo lo arrastra hacia atrás pero ve su cuerpo quedarse en el lugar. Antes de que se aleje demasiado, sin embargo, el colgante que llevaba puesto aún se aferra a su espíritu, impidiendo que esa extraña calavera lo lleve más lejos. Entonces Styr siente que su alma vuelve a su cuerpo de golpe. 

Una voz protesta en la habitación. -¡Astuto humano! Has venido más preparado de lo que esperaba!

Al darse vuelta, Styr puede ver que el origen de la voz es un forbidden. Un esqueleto flotante con una capa roja y botas. Lleva en su mano una espada de huesos.

¡Tenia pensado añadirte a mi colección como a ese patético mayordomo! -añade el monstruo señalando la llamita azul. 

Al entrar a la habitación y ver el fuego quieto en el medio voy a llamar su atención, sin embargo me percato del reflejo del espejo justo cuando voy a hablar. ¿Qué es eso? Pienso al ver la calavera reflejada detrás de mí.  Antes de que siquiera pueda girarme para ver de qué se trata, siento una extraña sensación que parece partirme en dos. - ¡Mierda! ¿Qué me pasa? Pregunto en voz alta, asustado a la par que sorprendido.

Es una sensación que no había sentido nunca, como si mi alma quisiera salir de mi cuerpo y fuera rasgando poco a poco una costura según se aleja. El miedo se apodera de mí y caigo de rodillas, pesando que todo está perdido... ¡pero entonces! ciento como el colgante de Adine frena el proceso y por más que siento que siguen tirando mi espíritu no cede más, hasta que al final todo vuelve a la normalidad.

Siento un gran alivio y el miedo empieza a desaparecer, pongo un pie en el suelo y me impulso para ponerme en pie, cabizbajo me giro hacía la calavera y cuando he recobrado todo mi valor subo la cabeza de golpe y miro al monstruo que tengo delante con una mirada confiada. - Has firmado tu sentencia. Le digo echando la mano a "Big Black y desenfundándolo. No pierdo un segundo y sin importarme despertar a la gente que duerme en la mansión, disparo al horrible monstruo. Al final era cierto... te debo una extraña bruja. Recuerdo a Adine por un instante mientras aprieto el gatillo, agradeciéndole por esta oportunidad que me ha dado.