Partida Rol por web

El medio dragón, como anunció, alza el vuelo y se aleja del grupo en dirección al bosque de la parte norte.

El resto del grupo se queda en la puerta de la posada. ¿Le seguirán con calma? ¿Correrán detrás de él?

—¡Ya se nos adelantó! —le contesto haciendo un gran esfuerzo por resistir las ganas de tomarlo de los hombros y sacudirlo —¡No podemos dejarlo solo, vamos!

Dicho esto, empiezo a correr en dirección al bosque norte, pero no voy a toda marcha, ya que espero que me sigan y no sé qué tan veloces serán ellos. Si veo que se quedan rezagados me detengo y les hago señas sacudiendo los brazos para que se den prisa.

Apenas la chica del arco comienza a caminar hacia el bosque corro hasta alcanzarla y luego sigo su ritmo -Es hora de rescatar al pequeño Timmy- luego de decirlo mi cara se concentra.

Me coloco al lado de Sumirea, que veo que es la que va a menor ritmo pese a su enorme tamaño. 

- Los de delante, elfa! Un poco más lento, ¿no ves la armadura que lleva? No importa si llegamos dos minutos más tarde, igualmente, tenemos que esperar a que el dragón haga el reconocimiento y luego nos encuentre.

Mantengo el ritmo y miro a Sumirea.

- Ya hablaremos luego de los dioses. Ahora lo primero es salvar a la niña y poder volver a tomarnos un buen plato de comida a la posada. Si hay que luchar, cuenta conmigo, el poder de los dioses, concentrado en el libro que te mostré antes, me ayuda.

Sumirea encabezaba la retaguardia del grupo y para su disgusto Valdemar iba con ella, así que sólo intentó librarse de él para poder correr en libertad. 

- Dos minutos más tarde pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. ​​​​​ Adelántate con ellos, yo llegaré para acabar lo que quede. - Le respondió muy segura de sus posibilidades. 

- De acuerdo, intentaré seguirles el ritmo.

Como ya he dicho, INTENTO seguirles el ritmo. Si la niña no frena... bueno, estará difícil.

Tus pensamientos fluyen con tus poderes y notas tu mente expandirse y explorar lo que hay a unos 50 metros a tu alrededor, concentrándote en buscar sentimientos o emociones relacionados con la avaricia.

El más potente que encuentras parece proceder de la Jayán del grupo. Quiere más y más en aquel momento, aunque no sabes identificar si es por la necesidad o si siempre es así.

La elfa parece no albergar ni un ápice de esto en aquel momento. La ves sinceramente preocupada.

Mientras que el humano posee una mezcla de emociones y sentimientos particulares. Notas avaricia en él, en menor grado, pero mezclada con otro tipo de sentimientos como la curiosidad, la alegría y la pena. Por lo que no tienes claro si, ese sentimiento, se debe al dinero de la recompensa, o a otra cosa.

Pero no solo exploras la mente de tus nuevos acompañantes, sino también de los ciudadanos que hay a tu arlededor.

Avaricia.

Avaricia.

Y más avaricia.

En todos ellos, en mayor o menor medida, hay ese sentimiento de más... Querer más... Y más... 

El lagarto se pierde en el cielo mientras que el grupo empieza a avanzar hacia el bosque.

La elfa, seguida por el hombre vendado, son los primeros en salir del pueblo y dirigirse hacia el bosque, el lugar al que se dirigía el compañero alado.

Detrás de ellos, a cierta distancia, iba Valdemar, mientras que cerrando aquella comitiva, estaba la Jayán.

No os cuesta más de un par de minutos salir de la "plaza" que conforma aquel pueblo y cruzar las casas que lo delimitan. A las afueras veis lo que, en su día, debieron ser campos de cultivo donde, desde hace años, parece no cultivarse nada. Se ha convertido en una tierra abandonada, en algunas partes seca y en otras llena de malas hiervas y vegetación, aunque, entre todo eso, podéis distinguir un estrecho camino que lleva al bosque. 

Sin problema veis un camino que lleva a su interior. 

Posee una gran vegetación, abundante y espesa, al menos en aquella parte. Podría ser complicado encontrar a los bandidos allí dentro... Incluso sería complicado que vuestro compañero os encontrase...

Gracias a tus alas alzas el vuelo y no te cuesta demasiado tiempo llegar al linde del bosque.

Al llegar ves que se trata de una zona de vegetación espesa y abundante, donde no parece cruzar ningún río y, a simple vista, no ves ninguna zona de claros o más despejada. Esto te hace pensar que, si tus compañeros se internan en él, puede que te cueste trabajo localizarles. 

Por lo que sabes, debería ser un bosque con animales y plantas suficientes para abastecer el pueblo de piezas, comida y pieles, pero no recuerdas haber visto ninguna tienda que se dedicase a esto...

El círculo de cuervos se encuentra más adelante. Podrías tardar solo un par de minutos en llegar hasta ellos si vuelas de forma directa. 

- Elfa, ¿conoces estas tierras? Creo que deberíamos ir con más cuidado, si nos encontramos a los bandidos por aquí puede ser peligroso. No sé si es sensato aventurarnos hacia el interior y que el dragón no pueda encontrarnos. 

Miro hacia el aire a ver si veo algún rastro de Jormungander.

—Más o menos —le respondo a Valdemar— llevo unos días por la vuelta, la zona de la periferia cerca del pueblo la tengo algo vista, pero en ningún momento me adentré demasiado. Y mi nombre es Kaithel.
—Anden con cuidado, a medida que nos acerquemos a donde puedan estar escondidos, habrá posibilidad de trampas o emboscadas.

No quiero que me pillen por sorpresa, así que pararé el oído ante cualquier ruido raro. Preparo mi arco, retirando desde ya una flecha, pero no lo tenso aún para no cansarme.
—Espero no llegar a tener que usarlo. —Comento, bastante nerviosa.

Por un momento miro a Sumirea inclinando mi cabeza a un lado y rascandola, luego miro a la Elfa y sonrío, por ultimo miro al barbudo y parezco confundido, luego mi mirada se ve atraída hacia el pueblo y parece distraída, pero luego me vuelvo a la Elfa a quien me dirijo con palabras formales -Confió en sus ojos señorita Kaithel y los apoyare con mi percepción aumentada, y que tengamos una buena caza-

- Mi nombre es Valdemar, Kaithel. Miro al aire, buscando a Jormungander.

Cierro los ojos momentáneamente mientras comienzo a trazar runas a mi alrededor.

---Siervos de la magia, venid a mi y sed mis ojos y oidos...- digo mientras a la vez que creo 10 seres mágicos y los observo un momento- Explorad la zona y que uno vaya a ver que provoca el circulo de cuervos, estamos buscando unos bandidos que tienen retenido a un niño, cuando los localiceis venid a informarme de inmediato ¡marchad!- digo haciendo un gesto con la mano para dispersarlos, tras esto vuelo hasta el borde del bosque para esperar al resto y a mis exploradores.

El grupo apenas se ha empezado a internar en el bosque cuando, a su espalda, escuchan un golpe contra el suelo.

Al girarse ven al medio dragón, que ha aterrizado justo en el linde de la vegetación. 

Sigue igual a como lo visteis y no parece tener heridas.

Mientras que el lagarto ve, más cerca de la entrada, a su compañera, seguida del humano y, en lo que sería la cabeza de la expedición, al hombre de las vendas y a la elfa, arco en mano y flecha preparada, aunque sin llegar a tensar el arma.

Me giro de golpe cuando oigo un ruido a mi espalda, sobresaltado por el impacto. Por acto reflejo mis manos se van directas hacia el interior de mi túnica, hacia mi libro sagrado, pero antes de que lo saque me doy cuenta de que el ruido se debe al aterrizaje de Jormungander. Me tranquilizo y guardo de nuevo el libro.

- Jormungander. Te estábamos buscando, teníamos miedo de no encontrarte si entrábamos en el bosque. ¿Has visto algún rastro del crío o de los bandidos? Cuánto antes lo encontremos antes podremos volver... y además, habrá más opciones de que esté vivo.

Chasqueé la lengua con cierto disgusto, esperaba tener algo más de tiempo para reunir información.

---No he visto nada pues practicamente he acabado de llegar hace poco, hay un círculo de cuervos más adelante pero sí me hubiera internado demasiado no os habria encontrado despues, así que mandé varios exploradores por delante, sí esperamos un poco a su regreso quizás tengamos algo mejor que andar a ciegas por el bosque...- digo  mientras escuadriño el cielo en busca de alguna señal de los trabajadores mientras me aseguraba que seguia percibiendo sus esencias.

El estómago de la jayán ya reclamaba atención y al ver a su compañero volador, esperaba una información más provechosa. 

- No querías perderte la charla sobre el nunpanismo ¿eh? - Bromeó aliviada al ver que no estaba herido. - Cuanto más tardemos en encontrar al niño, más tardaremos en comer. 

Exasperado por las precauciones del dragón, Sumirea, hacha en mano, avanzó decidida hacia delante en busca de los cuervos que le habían contado. 

- Ellos deberían tenerme miedo a mí y no yo a ellos. Ser embocados nos ahorrará buscar a esos bandidos. - Dijo asqueada ante tanta precaución.