Partida Rol por web

Asintió a lo dicho por sus compañeros y a la afirmación de Agatha sobre el destino. Pensó que había aún mucho que desvelar si querían entender del todo las maquinaciones de sus enemigos.
—Daremos cuenta del mal que nos persigue y amenaza los fines divinos —dijo, más para sí que para el resto.— Y bueno, ciertamente vuestros dioses son peculiares, si es que es cierto que se ven envueltos en esos enredos. No es el caso para nosotros.
Para lo tocante al viaje, simplemente se dejó llevar. Ni conocía la zona, ni tenía maña para nada que no fuera reconocer alguna planta o animal, que curiosamente no se diferenciaban demasiado a lo que se podía encontrar en las tierras del Sur.

Miro a Saphir y a Raven

— Lo que tu caces, Raven, yo lo preparo — digo repartiendo las tareas, al fin y al cabo. Y durante nuestro camino voy recogiendo ramitas para una fogata, y buscando yesca y pedernales.

Todo el asunto de planes divinos, de repercusiones cósmicas o de reyes y profecías me viene grande. Demasiado grande ¡Soy una chica que lleva viviendo el día a día desde que tiene uso de memoria! Y ya perdí un ojo, no puedo permitirme perder el otro con tonterías.

— Con lo que me enseñó Tito Amet ¡Podría hacer que hasta un estofado de Molbol/Malboro supiese bien!

-Eso.... eso es jugársela mucho. No dudo que sabría bien. Pero nos provocaría tantas cosas... y ninguna buena. He oído que la gente tiene sensaciones muy dispares cuando sufre esos alientos tan fétidos.

Cruza los brazos, pensativo, mientras camina.

-Me pregunto si habrá alguien que se dedique a destilar la baba y el aliento de molbol para uso cotidiano... seguro que se puede conseguir un brebaje que te haga volar... ¿No hay gente que come setas alucinógenas? Debe ser parecido. Podríamos probar y usarlo como financiación para el grupo. Si es que no mata a quien lo tome. Y si encontramos un molbol, claro...

La pequeña polluela, Xan, acaba por bajarse del sombrero al hombro para darle un picotazo en la oreja, por pensar tantas tonterías.

Agatha asintió, como si ya hubiera esperado la respuesta de la samhín. Su mente estaba en otra parte ya, con la mirada perdida hacia el horizonte mientras caminaban entre los árboles, guiados por Raven. Para cuando pasaron un par de horas, nadie sabía dónde estaban exactamente, pero el mercenario sí que parecía conocer el terreno como la palma de su mano. Se separaron el trabajo, unos cogiendo leña para una fogata, otros buscando comida. El peliblanco apareció de repente de entre la espesura con una pieza de venado, arrastrando pesadamente por el suelo. El cómo se las había arreglado para cazar algo tan grande y traerlo hasta allí, era un misterio.

Con guardias, o sin ellas, tras una noche de descanso el grupo se puso en marcha de nuevo. Raven seguía liderando la marcha, mientras Agatha buscaba saber un poco más de cada uno en privado, a excepción de Lavinia, a quien ya conocía lo suficientemente bien. Con ella trataba temas más mundanos, intentando no pensar en ningún momento que se hallaban en búsqueda de una empresa imposible. Así transcurrió otro día más, en el que por suerte al caer la noche no tuvieron que buscar más comida, gracias a la caza del día anterior. Sentados junto a una fogata para cocinar la carne, Agatha expuso sus planes.

— Si seguimos a este ritmo llegaremos mañana a la capital. Raven está seguro de que hemos adelantado tanto camino que podríamos incluso alcanzar a la caravana, ya que eran tres o cuatro días en carro por el sendero habitual, pero nosotros hemos ido bosque a través. Además, estoy segura de que con ancianos y niños habrán tenido que ir más lento y haciendo más paradas, por lo que no es ninguna locura. Solo espero que lleguen a salvo y sin contratiempos... - su voz sonaba entre emocionada por lo bien que iba el viaje y preocupada por los demás ciudadanos de Tafeld. A lo largo del día no había habido señal alguna de que estuvieran siguiendo al grupo, por lo que al menos ella respiraba un poco más tranquila.

— Yo haré guardia hoy, si os parece bien. Vosotros descansad, que lo necesitáis, lo dicen vuestras caras. Si no habéis estado en la capital... necesitaréis fuerzas para afrontarlo. Es... bueno, ya lo veréis por vosotros mismos. ¡Buenas noches!

Hacer el camino a pie por el bosque le trajo recuerdos de tiempos más tranquilos. La paz que traía el verdor y el sonido del viento y los animales, pudiendo ir más o menos a su ritmo, desde luego era otro aliciente a la hora de ir por su cuenta.
A la noche no se sentía realmente cansada, por lo que no tuvo reparos en ofrecerse para hacer guardia después de Agatha. Así también podría aprovechar para remendar su túnica con los materiales que tuviese a mano. Eso sí, estaría con las orejas atentas a cualquier sonido de los alrededores.

Mortimer se encarga de encender el fuego cuando es necesario, no le cuesta nada hacerlo, y de paso aprovecha para explicar a Lavinia como hacerlo ya que ella quería aprender. Cualquier momento es bueno para eso. Se ofrece para la guardia final, tras Saphir hasta el amanecer. Es bueno que todos descansen. Desde luego no piensa dejar que agatha esté toda la noche de guardia aunque se ofrezca, eso es muy duro.

Durante la cena, anes de dormir, da pequeños trozos de comida a sus chocobitos, jugando con ellos en esos momentos que no está caminando.

-Igual es mejor idea que no nos juntemos de nuevo con la caravana, por si acaso. Tal vez los pusiesemos en peligro.

Cual automata Kallista había estado siguiendo los pasos de sus compañeros, más dispuesta a apoyar las acciones de otros que a emprender acciones propias. Distante como si su mente estuviera muy lejos del lugar que habitaba su cuerpo. Cualquiera que intentaba entablar una conversación con ella no recibía la tranquila sonrisa de siempre o la voz aterciopelada que parecía tener todo bajo control, en su lugar sus respuestas eran secas, algo cortantes y buscaba cualquier excusa para apartarse de situaciones que la dejaran pensar demasiado.

También dormía mucho, había pasado de  no dormir más de cuatro horas al día, a que se le hiciera dificil mantener la guardia durante la noche y el día. Atrapada en un sueño del que le costaba despertar. En su estado se consideraba afortunada por ver al resto cumplir con sus labores y actuar de forma tan eficiente. 

- Tiene razón- dijo señalando al mago- no es buena idea mezclarnos demasiado tiempo con nadie, de hecho ya bastante malo es que estés con nosotros- miró a Agatha con un remolino de emociones en el pecho- serás la primera por la que irán si saben que estamos vivos. 

Hizo una pausa suspirando pesadamente una mala costumbre que se le había pegado últimamente.

- No estes toda la noche si hace falta, Saphir, Agatha despiertenme.

Lo cierto es que hay algo que me escama en todo esto.

Agatha.

"¿Sabeis? Es mejor que NO hagamos guardias en solitario. Va en serio"
"Tumbas al único centinela, y listo. Como si no hubiera guardia. No, lo mejor es que haya dos centinelas" Lo que propongo tiene sentido, claro. Pero por otro lado no quiero dejar mi linda y sensual espalda totalmente al descubierto

En algun momento en el que ella no nos esté prestando atención, le comento al Maestro Mortimer

"Morty, curiosidad... Nosotros tenemos las marcas. Nos Mi'quote nos persiguió, nos mató, y si se entera de  que estamos vivos esta vez intentará asegurarse de que acabemos MUY muertos"
"El asunto es ¿Por que nos sigue Agatha? ¿Que interes tiene?"

"Ah... y para hacer Piro entonces..." y trato, sin mucho éxito, de replicar el encantamiento
"La verdad es que me gustaría mezclar la habilidad con la espada y la habilidad con la magia" digo sentada en el suelo, jugueteando con mis tacones golpeando una roca "Si pudiera mejorar un escudo de acero con Aero, quizá podría desviar a Meteo, o si combinase una espada con Hielo++, contrarrestar a Fulgor"

"Esa es mi ambición ¡Aunque por el momento, no tengo más arma que este palo!"

— Tienes razón en eso, Lavinia. Podemos hacerlo por parejas entonces, si insistís...

— Yo puedo hacer guardia con ella, no os preocupéis - intervino Raven, sonriente. Su rostro y su confianza parecían querer decir que él era el más indicado para acompañar a Agatha en su guardia, por si las cosas se ponían feas.

— Lo agradezco, señor... ¿Raven? No recuerdo bien su nombre, discúlpeme - se excusó Agatha, ruborizándose ligeramente, algo que le sacó una carcajada a Raven. — Empezaremos nosotros entonces, si no os importa al resto.

Tras unas pocas tareas más, y llenar la barriga con el delicioso venado que había cazado el día anterior el arquero, del cual todavía quedarían restos para alimentarse por lo menos un día más, ambos se dispusieron a montar guardia, charlando en susurros para no molestar al resto hasta que fuera su turno de vigilancia.

Agatha despertó unas horas después a los dos siguientes para la guardia, sonriente. No parecía haber pasado nada relevante durante su vigilancia, y Raven ya estaba dormido como un tronco junto a los restos de la hoguera ya extinta. Una suave brisa mecía los cabellos de la chica albina, que parecía algo más animada que los días anteriores. ¿Qué habría pasado entre Raven y ella para que se mostrara aquel cambio?

La noche transcurrió sin problemas para ninguno de los dos turnos restantes. Salvo por el sonido casual de animales salvajes nocturnos, y el viento moviendo las hojas de los árboles de cuando en cuando, poco más que relatar había. Cuando ya clareaba se despertaron todos, recogiendo el lugar de campamento y poniéndose de nuevo en manos de Raven, quien aseguraba que aquel día llegarían a la capital. Si es que le podían seguir el paso, claro.

— Iremos directamente a la ciudad, sin pasar por el camino hasta que estemos a las puertas. Así, si es que hemos adelantado a la caravana, no nos encontraremos con ellos hasta que lleguen a salvo a la capital - explicó Agatha, más pidiendo confirmación sobre los planes que dando órdenes. Su voz no sonaba tan autoritaria como para que pareciera que quería tomar las riendas de aquel grupo. — Estaréis deseando llegar, y no es para menos - añadió, con una sonrisa tierna, especialmente mirando a Lavinia.

—Será lo mejor. Así podremos esquivar los peligros y evitar atraerlos hasta estar a salvo —dijo en referencia a lo dicho por Agatha.— Por cierto, decidme, ¿qué tipo de Patrón protege vuestra capital? —Habló para todo el grupo— Aún no he visto demasiado de vuestro reino y conozco bien poco de sus costumbres y creencias. Y ya que no voy a tener la oportunidad de hacer una visita más... pausada, querría conocer por lo menos sobre estos asuntos.

Sigo teniendo mucha suspicacia hacia Agatha. Sin embargo ocurre una cosa: Si quisiera acabar con nosotros, ya lo habría hecho

— Vamos a la capital, aunque no se que haremos una vez allí ¿Unirnos a la guardia? A ver, podría buscar trabajo en cualquier taberna, pero creo que Mi'Quote no tardaría en volver a liarla. Y aunque pudiesemos volver de la muerte otra vez si conjura Meteo en la capital necesitaríamos una capital nueva

Por la noche, he estado compartiendo mis experiencias con la magia, y mis inquietudes con el Maestro Mortimer Lalafel. Es increible estar con un mago de verdad, y encima uno que quiera compartir conocimientos conmigo

— ¿A ti se te ocurre que podríamos hacer allí? ¿Tienes conocidos? Hablo de la capital.

"El asunto es ¿Por que nos sigue Agatha? ¿Que interes tiene?"

-Lavi, diría que Agatha es simplemente... buena. Y quiere ayudar. Nada más. Aunque n otengo pruebas... si quieres sospechar de ella no tengo más que lo que he dicho ya para hacerte cambiar de opinión.

-Patrón... bueno supongo que el dinero manda al final del día. Lo adornes como lo quieras adornar. Claro, eso si no tienes poder de verdad. Como un gran mago.

La realidad es que cualquiera que pueda considerarse patrón de la ciudad sin duda dispone de ambas cosas en cantidad.

-Pues... no conozco mucha gente, Lavi. Aquí y allí... yo pasaba más tiempo estudiando que ota cosa así que socializar socializar pues no era lo mío. Siento no poder ayudarte en eso.

El lalafel reprime, a medias, un suspiro. Si. Mucho tiempo estudiando y aprendiendo... pero ¿Para qué? Sin duda su "poder" fue humillado por ese Mi'qote.

— Por muy fuerte que sea, dudo mucho que pueda entrar allí y hacer un destrozo tan grande por sí mismo. No si tenemos en cuenta que allí está el Ejército Real, claro - respondió Agatha a los temores de Lavinia para con aquel mi'qote. — Dicen que son los más fuertes de todo el reino, quizás incluso el continente. Es más... no me extrañaría que se estuviera fraguando la guerra mientras nosotros aún estamos de camino. Han atacado Tafeld a traición... el reino no se quedará de brazos cruzados - añadió, temblando ligeramente ante sus propias suposiciones.

El ejército era de conocimiento común, incluso para Saphir, una extranjera. El reino poseía una fuerza militar elevada, que pocas veces se ponía en movimiento realmente, dado que la paz había perdurado por décadas. No obstante, se decía de ellos que eran los más entrenados y capaces, listos para afrontar cualquier tipo de amenaza con mano dura y una voluntad implacable. A pesar de todo, aún quedaba por ver cómo de fuertes eran realmente los del imperio invasor.

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— El panteón de Argenell es... variado - explicó brevemente Agatha, asumiendo que Saphir se estaba refiriendo al Patrón en términos religiosos. — Yo soy fiel creyente de Mithra, dios de la sabiduría, pero otros muchos oran y veneran a distintas deidades según les conviene o según se adaptan a su filosofía de vida: Martell, la diosa de la guerra; Boreas, dios de los vientos y la esperanza; Alfhend, diosa de la fertilidad y el amor... No hay un dios común a todos, aunque hay un consenso más o menos general en Argenell sobre los dioses que componen este panteón. Hablando del cual, me parecería muy interesante que me explicaras cómo es la organización en tu tierra, y a qué dioses veneráis, Saphir. Como estudiosa, maga, y futura historiadora, me encantaría saber un poco más de vuestras costumbres y sociedad - terminó por decir, con una sonrisa ilusionada que iba de oreja a oreja.

Tras un largo día caminando, finalmente llegaron a la capital cuando comenzaba a atardecer. Agatha sonrió, apresurando el paso hasta casi sobrepasar a Raven, quien impidió que casi echara a correr tomándola del brazo para mantenerla junto con el grupo. La chica asintió, algo avergonzada por su actitud inmadura, y permaneció junto al resto hasta que las puertas de la ciudad se encontraban justo enfrente.

—  Bienvenidos a Eilandel, capital de todo el reino de Argenell - exclamó Agatha, extendiendo los brazos en un gesto bastante exagerado. Se podía ver en su rostro que estaba aliviada y contenta de haber llegado sin mayores percances a su destino. — Es enorme, así que mejor no os despeguéis de mí. Creo que soy la única que ha estado aquí, a fin de cuentas. Además... parece que nos va a costar un poco más pasar - completó, señalando con la mano a un puesto de guardia provisional que, en aquellos momentos, estaba revisando a los que trataban de entrar a la ciudad formando una pequeña cola.

— ¿Cómo lo hacemos? No sé si alguien tenga algo que ocultar... - dijo, mirando a Raven por el rabillo del ojo - ...pero creo que lo mejor es que seamos sinceros y nos identifiquemos correctamente, para evitar posibles altercados. Además, que tengamos con nosotros a una guardia de Tafeld y a una emisaria extranjera quizá nos facilite la cosa. Las noticias deben de haber corrido como la pólvora, así que estarán enterados de... la tragedia que ocurrió en nuestra ciudad - finalizó, con un deje más bajo en la voz. Recordar aquella masacre de seguro era tan difícil para ella como lo era para los demás.

—Agradezco la aclaración, Mortimer, pero me refería más bien al Dios Patrón de la ciudad.— Escuchó la respuesta de Agatha con atención, comparando mentalmente sus panteones.— Hmm, veo entonces que también es costumbre aquí adorar a distintas divinidades que gobiernan aspectos de nuestra naturaleza mortal. Es reconfortante ver reflejado en otros lo tuyo, aunque sea distinto. Y descuidad, Agatha. En cuanto tengamos un instante de reposo, os contaré lo que deseéis saber sobre mi gente —Respondió con otra de sus sonrisas templadas.

Al llegar a las puertas de la ciudad observó las murallas de aquella con expectación, esperando ver qué se podía encontrar dentro. Si aún tenían tiempo, querría poder ver todo lo que pudiera de aquel lugar.
—Estoy de acuerdo. Será mejor no hacernos más enemigos y confiar en la noble disposición de la guardia.

Ojeando a los guardias que les impedirán, o no, el paso a la ciudad, Morti frunce el ceño.

-Estoy de acuerdo en parte. No hay por qué mentir peeeroo... tampoco por qué decir toda la verdad ni responder a l oque no se pregunte. Si alguien busca un grupo como el nuestro buscará un mago lalafel, un... rufián, lo seinto Raven, una tuerta peliblanca y una mujer más fuerte y "miliar" digamos. Podemos disfrazarnos un poco. Disimular lo que somos para no resaltar directamente en esas descripciones.

Se rasca la cabeza.

-¿Alguna idea de como hacerlo?

- Creo que con usar ropas modestas e intentar no llamar la atención debería ser suficiente. Lo que podemos hacer por ahora es ir a hablar con las autoridades de la ciudad, informarles de los ataques con mayor precisión que unos cuantos rumores y quien sabe quizás obtener algo de información extra sobre nuestros enemigos. La colaboración es clave.

Anteriormente creía que su misión aqui sería informar sobre los sucesos acontecidos en Tafeld pero viendo la velocidad con que volaban los enemigos esa idea se había esfumado.

- Quizás si no usas el sombrero Morti, creo que es lo más llamativo de todos nosotros.

Menuda caminata. Tengo los tobillos hechos fosfatina. Y es que los botines altos con tacón sirven muy bien para llamar la atención de los clientes ¡No tanto para esta huida desesperada!

"Por mí... lo único que tengo que ocultar es la historia de como me convertí en Lavinia Medio-Ojo. Eso, y que me da miedo volver a ver a Mi'Quote"
"Más allá de eso, estoy con Agathá: es mejor que hables tu, Kallista. Aunque no creo que pase nada porque Mortimer lleve su sombrero. A mi me gustaría comprarme uno, la verdad"

Sep, parece que Kallista no tiene mucha experiencia fuera de la guardia ¡Las razas más bajitas suelen usar sombreros para disimular su tamaño!
¡Para cuando los tacones no son suficientes, usa un sombrero!

— Rufián está bien, pequeño lalafell. Eso es lo que parezco con estas pintas - coincidió, mesándose la barba blanquecina que ya tenía bien crecida, de varios días. — Quizás, si hubiera podido bañarme y afeitarme en condiciones, otro chocobo cantaría - añadió, mirando con una sonrisa a los polluelos que llevaba Mortimer en el sombrero. Parecía que encontraba graciosa la relación entre ellos dos y su comentario humorístico.

— Sea como sea, no creo que tengan inconvenientes en dejarnos pasar. Estamos sucios, hechos polvo, y traemos nuevas de los vallondon. No sé vosotros, pero creo que pocos conocerán a uno de sus secuaces más poderosos. Y nosotros sí.

Lentamente, a medida que la cola avanza, así lo hizo también el grupo. Se podían ver a grupos de lo más variopintos intentar entrar en la capital: mercaderes acarreando sus mercancías con gestos pesarosos; familias refugiadas, con caras apenadas y aspecto de no haber comido en días; nobles mostrando sus credenciales para obtener un trato favorable... Todas aquellas personas, reunidas por un objetivo común: entrar en la ciudad.

— Alto. Identificación, por favor. Nombre completo, lugar de procedencia y motivo de la visita - se interpuso uno de los guardias, portando una flamante armadura de color rojo arcilla y libreta y pluma en sus manos, echando una ojeada a las caras de los integrantes.

—  Y-yo soy Agatha Barenboum, p-proveniente d-de... - intentó identificarse Agatha, tartamudeando por el nerviosismo.

— Tafeld, ¿verdad? - interrumpió el guardia, frunciendo el ceño al detenerse sus ojos sobre Kallista primero — Sí, hemos tenido unos cuantos como vosotros estos dos días atrás. Veamos... - murmuró, revisando entre todos aquellos papelorios. Fijó su vista en Saphir después, escrutándola con la mirada, antes de asentir. — Un jinete de grifos indicó que vendría una caravana con una diplomática samhín, o algo parecido. No parecía muy enterado, pero supongo que no se le puede pedir más a alguien que apenas salió con vida por los pelos. Pero se acuerda de ti, vaya que si se acuerda. Te manda sus más sinceros agradecimientos por salvar a su grifo.

El tipo se apartó un momento, dejando la libreta en manos de otro compañero, antes de volver con el grupo y hacerle un gesto con la mano.

— Pensaba que llegaríais con más gente, según la descripción que dio, pero ya me iréis contando qué pasó por el camino. Tenéis una audiencia con el secretario de estado, Galliard, y no es del tipo que le gusta esperar. Si tenéis alguna pregunta, por el camino también.