Partida Rol por web

Una vez en el interior, no sabéis bien qué esperar, pero el hervidero de actividad que Hotaru y Selene vieron antes de partir ya ha menguado... Y encontráis a solo a tres personas del servicio, Umi Kiyomi, cuya mirada se posa de una forma excepcionalmente severa en Sven, pero al poco deja de mirarlo y se centra en las otras dos. Se escucha el rugido de un motor fuera, desde un lateral de la casa.

- Bueno, deberíais haberme avisado con más antelación, pero os lo hemos preparado todo para vuestras vacaciones. No habría accedido de no ser por los recientes avances de Hotaru. -comenta ella con su habitual seriedad- Os van a poner las mochilas, vosotros mismos llevadlas al coche, y Théodor os conducirá hasta Maranda*, al Este... Luego, he hecho unas llamadas y allí también tendréis gente que os instruirá en distintas materias, a los tres, así que preparaos para estar un tiempo lejos de casa. Imagino que ya habéis informado a vuestros padres, pero de no ser así, les avisaré yo. Tened buen camino.

Tras corresponder a la despedida que le quieran dar Hotaru y Selene (aunque no con un aspecto muy emocionado, esta mujer parece de hielo) y quizás Selene (Sven sería asesinado por su mirada de intentar mostrar cualquier grado de cercanía), escucháis cómo el coche pita un par de veces.

Es hora de partir.

Tras rodear la mansión de forma sigilosa, llegando a la esquina contraria del lugar por el que habéis bordeado y con la mujer haciéndote gestos de parar o avanzar cuando ella considera más oportuno (en cierta ocasión deja el sigilo y se acerca a hablar con un jardinero, dándole unas instrucciones que lo sacan de vuestro camino), finalmente llegáis a un gran todoterreno negro con los cristales tintados... del cuál abre el maletero, habiendo una gran mochila dentro.

- Entra ahí y no te muevas durante unos minutos... El Señor se pondrá al volante y avisará de cuándo puedes salir. -tampoco te queda mucho más remedio y no ves nada excepcionalmente sospechoso a simple vista, así que solo te queda rezar por que no se alargue... ya que además tampoco es que te restrinja el "saltar" hacia los asientos traseros, pero aquí vas evidentemente mejor escondido- Y por todos los Dioses, hazles un gesto de que se estén callados a tus amigos cuando abran el maletero. -concluye antes de cerrar de un golpazo.

Cuando os acercáis al coche, posicionado lateralmente para que no se vea el maletero, Théodor se levanta y os abre el maletero del todoterreno negro de cristales tintados, donde hay espacio de sobra para colocar vuestras tres mochilas... junto a una cuarta y Drago, que está tumbado ahí dentro. Por una u otra vía (siendo la principal que os controléis o la segunda que si vais a gritar su nombre al ver al chico o algo así Théodor os de un rápido capón con alguna frase para disimular), vuestras mochilas terminan en el maletero cubriendo al cazador, llegando finalmente a montaros en el vehículo y salir de la finca... Llegando a avanzar durante unos largos minutos, hasta que la casa se oculta tras un recodo del bosque, antes de que el vehículo frene y permitan salir al hombre y sentarse como las personas.

— Gracias madre. Yo... no te decepcionaré — musitó la joven, intimidada de nuevo por su actitud tan fría. Sin embargo, en el fondo sabía que el hecho de que le hubiera dado aquella oportunidad era extremadamente importante, mucho más que la falta de tacto o cariño pudiera denotar. Le dio un abrazo rápido, susurrando de nuevo agradecimientos, antes de separarse y dirigirse al coche con presteza, arrastrando a Sven del brazo para que, en caso de que lo estuviera pensando siquiera, evitar mayores problemas justo antes de partir. También cruzó miradas con Selene, agradeciendo internamente de nuevo la presencia de la elfa, quien había ayudado enormemente a que todo saliera bien.

Dejó la mochila en el maletero, frunciendo el ceño al ver a Drago ahí escondido. ¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Qué habría pasado entre él y su madre, Umi? ¿Había alguna razón lógica acaso para que estuviera ahí agazapado, como si fuera una pieza de equipaje más? 

— ¿Qué haces...? — iba a preguntar, cuando Theodor se llevó el dedo a los labios, mirando fijamente a la joven. Hotaru guardó silencio, dejando la frase a medias, sintiendo cómo su curiosidad iba creciendo. No fue hasta que minutos más tarde dejaran atrás las casa de los Kiyomi que Theodor detuvo el coche, dejando que Drago finalmente se montara con ellos.

— ¿Ya puedes explicarme por qué estabas ahí escondido? — solicitó saber, cruzada de brazos con una media sonrisa de diversión en el rostro. Había sido curioso cuanto menos verle ahí, en el maletero, y el secretismo de Theodor hacía que fuera todo mucho más misterioso. Por más que lo pensaba, no se le ocurría la razón de que estuviera ahí escondido.

Echó una última mirada hacia atrás por la ventana, sintiendo en su corazón una mezcla de emociones. Por un lado estaba emocionada de poder ver el mundo con sus propios ojos al fin, viviendo aventuras con sus amigos. Sin embargo, también sentía un enorme miedo por volar lejos del nido. Su vida en el pueblo era agradable y tranquila, pacífica. Cierto era que estudiaba mucho, y tenía muchas responsabilidades, pero ahora en sus hombros (y los de sus amigos) descansaba la pesada carga de salvar al mundo de aquellas profecías. Si tenía que elegir qué era más estresante y preocupante, por supuesto que ganaba de calle el salir por ahí a conocer cristales extraños en lugares que nunca había visto, y lo más que había hecho había sido ver imágenes o leer sobre ellos en los libros de su biblioteca.

- No, él no, pero yo si. -responde Théodor desde la parte de delante- Me lo explicó tu madre hace un rato... Los guerreros de la luz y de la oscuridad siempre han sido cuatro. Hay mucha gente devota en esa casa... Así que no sois cuatro, sois tres, y por eso os vais a quedar "un largo tiempo" lejos de casa. También encargará llevar cartas al correo y cosas del estilo. -explica con serenidad, tras lo que saca un paquete de cigarrillos que no se dejaba notar en uno de los bolsillos de su pantalón, enciende uno y comienza a fumarlo... Hotaru no lo había visto fumar en la vida- No sabemos si os va a comprar algo de tiempo o no, pero más vale que nos demos prisa. Yo no me puedo ausentar durante mucho tiempo de la mansión, hija, pero... -saca un dispositivo de otro bolsillo, un comunicador mágico*, y lo pasa por el lateral del asiento a Hotaru- Eso nos mantendrá en contacto. ¿A dónde vais ahora? -pregunta.

Lo de esconderme en el maletero no me hace mucha gracia, entre otras cosas porque no se porque he de hacerlo. De modo que cuando finalmente salgo me muestro algo mas hosco que de costumbre, y es Theodor el que responde a Hotaru

-ah- digo simplemente cuando lo explica, ya podrían haberme dicho algo antes

Y sobre a donde iremos a continuación -Mas nos vale hacernos lo mas fuertes posibles antes de que a Sven le de por liberar demonios invencibles. ¿Donde podríamos conseguir eso?-

Vio cómo Hotaru le daba un abrazo a su madre y sonrió feliz. Ganas no le faltaron de darle también un abrazo a la señora Kiyomi, pero no lo hizo ya que no era nada apropiado protocolariamente hablando y no quería ofender o molestar. En lugar de eso le dio una reverencia tan extensa que un poco más y se cae para adelante. "¡Muchísimas, pero de verdad, muchísimas gracias por todo!"

Le devolvió la sonrisa a Hotaru cuando la miró y esta vez sí, con medio brazo la abrazó a ella y con el otro medio brazo a Sven, yendo juntos al coche. Cuando abrieron el maletero y vio a Drago ahí dentro casi se le escapa una risita. ¿Así que por eso necesitaban los Kiyomi tanto secretismo para con él? No entendía por qué Drago no podía públicamente también irse con ellos, pero el arreglo de los Kiyomi para que lo hiciera en secreto bastaba para ella. Cuando metió su equipaje con cuidado, sonriente le dio un toquecito en la nariz a Drago a modo de saludo silencioso.

Al salir, recorrer un tramo y finalmente parar el coche y sacar al pobre Drago de ahí, Théodor empezó a explicarles el por qué Drago tenía que esconderse en el maletero y también en la Casa Maranda, al este, donde recibirían algunas clases que la señora Umi había agendado. Resultaba que era una clase muy devota y que el número cuatro podría traerles problemas, porque podrían relacionarles con los Guerreros de la Luz o peor aún, con los de la Oscuridad. Por ello reducir el número de facto a tres era una muy buena idea.

"Durante el tiempo en que estemos con los Maranda... ¿qué hará Drago?" él mismo preguntó dónde podrían conseguir hacerse más fuertes, algo también importante, sí...

Théodor había sacado un cigarro. Selene Firyawen tampoco le había visto fumar nunca, aunque a veces sus sentidos élficos captaban un olor raro como ahumado en él. ¡Así que era por eso! Seguramente fumara en secreto porque la señora Umi, preocupada por su salud, le regañase cada vez que lo hiciera. Era bonito ver cómo fumaba delante de ellos, demostrándoles confianza, aunque habría que tener cuidado con que Sven no lo reclamara a los cuatro vientos o peor aún, le pidiera probar un cigarro.

Preguntó a dónde iban, con lo que Selene sacó sus apuntes del libro de cocina para refrescarse la memoria...

Ajeno por completo a la opinión que tuviera la madre de Hotaru sobre mí la salude animadamente cuando nuestras miradas se cruzaran, pese a que ella me estuviera fulminando en el sitio. Luego habla a las chicas y se nota que realmente pretende dejarme un poco de lado en la situación, escucho el ruido de motor en el exterior y me acerco a alguna ventana para ver el origen. Escuchaba lo que nos explicaba, pero parecía más concentrado en buscar el vehículo, al menos hasta que menciono que íbamos a recibir clases... yo quería vivir aventuras no tener más clases de matemáticas. De todas formas, me quede calladito, porque intuía que era lo mejor y al ver como Hotaru abrazo a su madre fui detrás a hacer lo mismo para darle las gracias, pero me detuvo el escalofrió más amenazador que hubiera tenido en mi vida y tuvo Selene que arrastrarme fuera. 

Una vez frente al coche los ojos me brillan al ver que es un todoterreno, en seguida estaba “abrazando” una puerta mientras restregaba la mejilla contra el. Tuvieron que tirar un poco de mí para que llevara la mochila al maletero, y al ver a mi amigo dentro tirado abrí la boca y levante la mano solo para recibir un capón preventivo a toda velocidad, mire confuso a Théodor, luego de vuelta a Drago y sonreí con malicia antes de tirarle la mochila encima, pesaba un quintal, ni que tuviera piedras ahí dentro. Luego feliz como pocos me subí al coche en el asiento trasero de en medio, total si nos teníamos un accidente capaz que hasta me levantaba y seguía a lo mío después. Tras avanzar un poco hace un parón dejando que Drago se suba delante y nos explica porque estaba ahí detrás- Cualquier pensaría que había sido yo el que quisiera meter en un maletero, no esperaba que eligiera a Drago para eso... -quizás tuviera que ver con el miedo que le podía causar que la liara ahí dentro así que prefirió elegir al más tranquilo- ¿Tú también fumas? No sé cómo a Papá y a ti os puede gustar eso, una vez le robe uno y era asqueroso, casi me atraganto... -si, ya era tarde para preocuparse por mi interés por la nicotina- Ah, ah, ah, yo sé dónde vamos, yo se... al pueblo de Selene, donde los elfos. 

Hotaru tomó el dispositivo con curiosidad, mientras oía la explicación primero y poco después la pregunta de labios de Théodor. Le sorprendió que fumara, su padre era ferviente detractor del tabaco desde que lo dejó haría unos diez años, por lo que supuso que era una adicción llevada en secreto. Umi, su madre, tampoco estaría de acuerdo, pero a no ser que lo hiciera delante de ellos, o en algún sitio de la casa donde el olor se pudiera quedar impregnado, probablemente le daría completamente igual. Sí, ciertamente le daría una charla más que extensa sobre los riesgos y detrimentos de fumar, pero no lo obligaría como tal a dejarlo... a no ser que la tortura por aburrimiento estuviera contemplada, en cuyo caso Hotaru no lo tenía tan claro.

— Gracias, estaré en contacto constante con vosotros y con papá y mamá — agradeció Hotaru, sonriente, antes de guardarse el dispositivo en el bolsillo del pantalón. Por suerte no tenía que ir con esa ostentosa túnica blanca siempre, y parecía que su magia, la de siempre al menos, seguía funcionando incluso sin esa ropa. Sin embargo, si quería probar otras cosas... ¿Ahí sería distinto? ¿O la ropa daba igual en ese sentido? Tendría que probarlo más tarde.

- ¿Ma... randa? -pregunta Théodor con un gesto de duda, mirando a Hotaru por si ella le hace algún gesto de confirmación, pero entonces cae y mira a Selene con una sonrisa- Creo que has caído víctima del mismo engaño que es para protegeros. -plantea.

La respuesta de Sven le cuadra bastante más, así que asiente.

- Recibido, rumbo sur entonces... Todo el mundo con el cinturón bien puesto. -os indica, sonriendo.

Por el camino, seríais conscientes de los horrores de la tecnología, pues si bien los monstruos del camino parecían algo (que no mucho) más fuertes que en vuestro poblado, las ruedas del coche hacen desaparecer a más de uno. Incluso en cierto momento Théodor gira un poco para pillar a otro más, notándose que le hace gracia acabar con monstruos de esa forma.