Partida Rol por web

Y así fue como comenzó el viaje de los tres valerosos huérfanos. En busca de respuestas, de terminar de cerrar una etapa de su vida pero la pregunta será ¿a qué precio?

Tras un viaje ininterrumpido, Laymbra, Sláine y Tanya llegaron a los alrededores de la antigua ciudad de Refugio Estelar. Todo lo que allí había eran ruinas y más ruinas, viviendas, estatuas, edificios de toda clase de tamaños. Las palabras de la directora eran certeras cuando os comentó que aquella ciudad había sido atacada en el pasado, ahora se había convertido en un pueblo fantasma donde tan solo los restos decoraban el paisaje ennegrecido.

Todos os sentíais como si conocierais el lugar a la perfección, pero realmente nunca habéis estado aquí. Visteis un edificio destrozado a lo lejos y algo os decía que aquella era la biblioteca. Si os mirabais los unos a los otros sentíais como si supierais lo que pasaba por vuestra mente "¿cómo puede ser que conozca todo esto sin tener recuerdos reales?"

Sabíais que el lugar no era seguro con lo cual tocaba inspeccionar el lugar de la manera más efectiva posible, pero también de la más rápida. Os dividisteis para ampliar las oportunidades de éxito, pero siempre vigilantes de cualquier amenaza.

Hacía tiempo que no montaba en chocobo, pero siempre le habían dicho que era algo que nunca se olvidaba. Acarició el cuello del animal con dulzura, dejando que apoyara su cabeza en el hombro del invocador y aprovechando para extender su caricia al resto de pelaje que la posición le permitía. Le dio un leve golpecito en el lomo antes de subirse de un salto, ayudando previamente a alguna de sus compañeras por si le necesitaba. Cogió la correa con una mano y meditó unos segundos, sonriendo mientras se le ocurría algún pequeño juego, como cuando eran niños despreocupados.

¿Una carrera? – Levantó el brazo para señalar a la entrada del orfanato, siguiendo el recorrido que tendrían que hacer con la mirada.- Empezaremos desde ahí. El último que llegue tendrá que imitar a un bégimo.- No era el castigo más elaborado, pero quería despejar la mente de sus amigas aunque fuera un instante.

Si ambas aceptaban, se colocó en la meta de salida y las esperaría, contando hasta cinco y terminando con un “Kupó!” para dar comienzo a la carrera. A pesar de parecer un hombre tranquilo, ambas sabían que tras esa máscara de paz interior había una competitividad innata que su amigo Zerion había alimentado desde temprana edad, cogiendo atajos o saltando obstáculos con tal de no llegar el último.

Estaba feliz. Había logrado distraerse todo el trayecto y mantenía una amplia sonrisa en el rostro, soltando alguna carcajada por el camino. No sabía quién había ganado*, y verlas tan felices hizo que dejara de importarle la posición.

Bajó de su chocobo, felicitándole por la carrera y el esfuerzo de llevarle.- Volveremos pronto, quédate aquí.- No esperaba que le respondiera, pero ver al animal acomodarse en el lugar le hizo entender que había aceptado su petición, internándose poco después en las ruinas.

Estaba casi seguro de que nunca había pisado ese lugar pero, aun así, sentía que conocía a detalle cada rincón del mismo. Podía visualizar una sala de muebles toscos donde ahora sólo había piedra y ruinas, incluso si cerraba los ojos creía estar dentro de ese mismo lugar pero en un año completamente diferente.

Tened cuidado donde pisáis, parece que la estructura vaya a caerse de un momento a otro.- Caminaba con total preocupación, teniendo especial cuidado con las paredes o dónde pisaba, temiendo que fuera a ser sepultado mientras inspeccionaba.

No era la primera vez que montaba en chocobo, ya que en el clan había criadores expertos, pero desde que abandoné el clan no había podido hacerlo. Tampoco soy buena cabalgando, prefiriendo tener ambos pies en el suelo para poder afrontar cualquier problema. Viajar en la grupa del animal no era desagradable, pero siempre me hacía sentir vulnerable a un ataque. Laymbra seguía teniendo ese buen humor que le caracterizaba, era capaz de alegrar a todos a su alrededor, y me hizo reflexionar sobre mi propio carácter. La vida como miembro del clan Cahan no era sencilla, y ya no sé si las responsabilidades le dieron un toque sombrío a mi humor o si siempre había sido así.

No pude pensar en ello demasiado, ya que nuestra llegada nos interrumpió. La ciudad de Refugio Estelar se desplegaba ante nosotros, o más bien lo que quedaba de la ciudad. Las ruinas parecían un laberinto, pero había algo en mi mente que me hacía ver con claridad un patrón en lo que debería haber visto como un amasijo de escombros. Podía intuir qué clase de edificios estaban ante nosotros, y me di cuenta de que mis compañeros también podían hacerlo. Se trataba de una sensación extraña, de familiaridad pero también fascinación.

- Tened mucho cuidado. Esta ciudad fue destruida por monstruos, y las ruinas son buen sitio para preparar emboscadas.

Decidimos que el mejor sitio para empezar la búsqueda era la biblioteca de la ciudad. Una vez más, supimos que era la biblioteca más por pura intuición que por observación. Una vez en el edificio decidimos separarnos en busca de cualquier cosa que pudiera sernos relevante. Rebuscar entre tomos y libros no era una de mis mejores cualidades, pero haría cuanto estuviera en mi mano, eso sí, sin bajar la guardia en ningún momento.

Montar en chocobo, una de las cosas que siempre quise hacer desde pequeña pero que nunca tuve la oportunidad de hacer, ni siquiera con la liga de caballeros dragontinos. Por eso estuve un rato mirando al animal y su pelaje sin saber como montarme encima. Slaine lo hacía parecer fácil, y Laymbra esperaba mientras acariciaba al suyo. Me costó un poco reconocerlo, tanto que mis compañeros se dieron cuenta de que necesitaba ayuda para montar, menos mal que Laymbra, como antaño, nos ayudaba en todo lo necesario y con ello me hizo montar en chocobo.

Nunca con la liga de caballero dragontinos había tenido la necesidad de montar en chocobo, pues desplazarnos andando era lo mejor para fortalecernos, pero ahora que estaba encima de uno... era una sensación completamente diferente. No sabía como corría el animal ni mucho menos como guiarlo correctamente y cuando Laymbra propuso la carrera me sorprendí y traté de hacer lo posible para que mi montura avanzara - E-esperad. - Dije saliendo la última.

La carrera y el montar en chocobo no estuvo nada mal, todo había que reconocerlo, aunque llegase la última, pero preferiría la proxima vez andar, aunque siendo más era normal. Laymbra tuvo una buena idea con la carrera pues nos distrajo bastante y aunque aún permanecía con mi actitud seria, sonreí durante el camino recordando los buenos tiempos donde él siempre nos hacía sonreir. Si duda y aunque hayan pasado los años y su semblante haya cambiado, seguía siendo el mismo... ¿Yo seguiría siendo la misma? Era la pregunta que rondaba mi mente.

Aquel lugar sin duda parecía completamente una trampa de monstruos, pero estando tan desolado y sin "comida" alrededor, dudaba si los monstruos rondaran por las cercanias. Obviamente no compartí este pensamiento, pues era mejor comprobarlo. - No os preocupeis, si es una trampa no conseguiran pillarme, dejadme ir primera. Y si os caeis os recogeré al vuelo. Tanto entrenamiento ha tenido que servir de algo, confiad en mi. - Dije mirando a mis compañeros segura de que no les iba a pasar nada mientras confiaran en que los cubriría. Y así fui delante procurando que todos estuvieran bien y a salvo.

Una vez en lo que parecía ser la biblioteca, que sin saber como denoté que era ese edificio, la cosa iba a cambiar. - Espero que tengais ganas de leer... Aunque no sé si sería mejor echar un vistazo por los alrededores... Sea como sea, estad pendientes y gritad si necesitais ayuda. - Para mi el combate en solitario era un paseo de niños, pero aún no sabía como era para ellos, y aún así algo tan basto no podiamos investigarlo yendo los tres juntos. La mejor idea era separarse

Mientras inspeccionabais los alrededores observasteis que en uno de aquellos lugares destrozados estaba un acceso subterráneo.

Los huérfanos comenzaron a descender en conjunto a través de unas escaleras que permanecían ocultas a simple vista, pero que con una intuición sobrenatural detectasteis como si siempre hubiera estado allí.

Según avanzabais el territorio estaba más oscuro por la profundidad pero llegó un momento por el cual unas pequeñas esferas brillantes "flotaban" por los estrechos pasillos de esas ruinas subterráneas ¿era magia?¿o serían criaturas que jamás habíais conocido?

Si intentabais coger alguna con las manos siempre ascendían hasta llegar a alguna altura que no pudierais alcanzar. Por el suelo podíais reconocer restos de infinidad de estanterías rotas y mohosas por el paso de los años, sin embargo lo curioso es que no había ningún libro por allí ¿los habrían robado en el pasado?.

El camino continuaba, ahora iluminados por esas criaturas que actuaban como antorchas dinámicas...

En poco más de un minuto descendisteis por otro pasadizo que os llevó a un lugar pestilente para todos los sentidos. Era una especie de cloaca...

En un abrir y cerrar de ojos, mientras avanzabais por los túneles, un ruido a piedras rotas os alertó, instantes después un grupo de Sorath surgieron de debajo de la tierra, acorralándoos cada uno en un extremo del pasillo, con su feroz mandíbula entreabierta.

Poco a poco fueron acercándose a vosotros de manera hostil, agitando sus garras ¿cuál sería su origen?

No era algo muy normal encontrar un acceso subterráneo en mitad de una biblioteca, así que decidimos seguir investigando en esa dirección. El descenso estaba bien oculto y sería complicado de encontrar, pero para nosotros era como si viajáramos por un lugar conocido, como si una parte de nuestra mente ya hubiera estado allí. La luz iba escaseando en las profundidades, pero encontramos "algo". Se trataba de unas extrañas esferas de luz que flotaban en el aire y huían hacia el techo si intentábamos tocarlas. ¿Serían seres vivos evolucionados en esta oscuridad, o quizá simples fuentes de luz dejadas ahí por aquellos que habitaron las ruinas? En caso de ser esto último, se trataría del primer vestigio de la civilización de Refugio Estelar, ya que hasta ahora no habíamos encontrado ningún libro, y eso era muy sospechoso.

Conforme continuábamos el descenso, los pasillos dieron lugar a un penetrante olor. Nos habíamos metido en un sistema de cloacas. -¿Qué hace una cloaca en el sótano de una biblioteca? - susurré a mis compañeros. Mi instinto me decía que esta situación no era segura, y mis ojos y oídos buscaban con tensión cualquier enemigo emboscándonos.

Lo que primero pudimos oír fue el sonido de las baldosas de piedra rotas tras sus pasos, pero lo que definitivamente marcó su presencia fue el olor. Un grupo de Sorath nos cortaba el paso. Si vivían en esta cloaca era muy probable que por sus dientes y garras corriera la ponzoña, así que ser heridos no era una opción. Dejé que mi cuerpo soltara esa maldita tensión de saber que algo se acerca pero no poder verlo y desenvainé mi espada. Al fin estaba realmente en casa.

La biblioteca parecía lo menos importante que había allí. Por más que pasaba y pasaba por sus entanterías, no había nada interesante. No fué hasta que encontramos ese acceso al subterraneo que no había nada interesante en toda la construcción. Miré a mis compañeros - Parece que lo más interesante está aquí abajo... Iré yo primero. - Estaba bastante entrenada en caer de grandes alturas, a fin de cuenta era una de las formas que tenía de atacar. Bajé rápida y con la guardía alta, pero no había ningún tipo de peligro. Por tanto esperé a que mis compañeros bajasen.

Aquel lugar era increiblemente vasto y parecía realmente inexplorado. Lo más impresionante, era lo que descubrimos flotando. Luces que parecían seres vivos, o fragmentos de algo aún mayor. Era tan placido verlo que quise tocar una, en vano. Entendía más o menos por qué. Era algo tan puro que se alejaba de las impurezas de la humanidad... O al menos eso quise creer.

Sláine hizo una curiosa pregunta, ante la cual sonreí - Bueno... a la razón de por qué esta conectada con la biblioteca no tengo respuesta, pero toda ciudad y pueblo tiene su sistema de desagüe. Puede que fuera una ruta de escape para los propietarios de la biblioteca. La pregunta es ¿Por qué lo necesitarían? Pero no nos adelantemos no sabemos si es esa posibilidad por lo que está construido. - Mi respuesta era un tanto ambigua, pero me planteaba varias teorías de las cuales esa era la que más se sostenía y puede que me equivocara, a fin de cuentas no era una erudita ni en historia ni en arquitectura

Pero cuando continuamos andando entre aquellas palabras, un sonido de crack nos hizo parar. - Monstruos... - Pensé, y no me equivocaba. Allí estaban tres Sorath que nos miraban como su proxima comida. Me puse en posición girando la lanza para poner su punta delante mia y por un momento pensé en que estaba sola contra tres, casi como siempre combatía. Estaba dejando todo mi peso en el pie delantero cuando veo a Sláine y recuerdo que no soy solo yo. Entonces mi estrategia cambia, avanzando a paso rapido para atacar con mi lanza de forma directa al Sorath que tengo enfrente - Cuanto antes lo acabe antes podré ayudar a los demás

Los monstruos estaban en todos lados y, por supuesto, no podían faltar en los confines de las ruinas. Al verlos acercarse, sabiendo la fuerza que tenían tanto sus compañeras como él mismo decidió retirarse un par de pasos para colocarse en una segunda fila, custodiando las espaldas de las féminas del grupo.

Todas se pusieron a atacar y Laymbra no se achantó. Juntó las manos mientras murmuraba palabras en otro idioma que sólo él entendía, formando un círculo bajo sus pies al cual siguió con el cuerpo, una especie de danza que iluminaros sus manos, soltando un halo cristalino a su paso.

- Shiva.

El círculo bajo sus pies se iluminó y formó un signo inteligible mientras cientos de pequeños cristales ascendían en un continuo remolino. Eran tantos que llegaron a cubrir por completo el cuerpo del invocador, encerrándolo en una especie de crisálida cristalina que iba creciendo de tamaño cada pocos segundos.

Podía verse la figura semi congelada de Laymbra en el interior. Los ojos cerrados, concentrado, mientras una de sus rodillas estaba hincada en el suelo, al igual que sus manos.

La parte superior del cascarón de hielo fue resquebrajándose poco a poco hasta que, de la nada, una leve explosión de cristales y nieve se desperdigaron por las cloacas. Laymbra seguía en la misma postura, completamente sumido en la invocación y, a su lado, una esbelta figura femenina de azulados cabellos y sonrisa hipnótica.

La mujer volaba a su alrededor mientras dejaba un halo de nieve a su paso, creando una esfera su mano que recorría su cuerpo en un divertido juego mientras el lugar iba menguando su temperatura a marchas agigantadas. Podían ver cómo los enemigos tenían rastros de hielo en su pelaje, incluso las propias compañeras podrían sentir ese frío amenazante.

La esfera terminó de rodar para terminar en su mano, detonando el polvo de diamantes y terminando así con los Sorath.

No quedó ninguno gracias al ataque conjunto de los tres.

Al finalizar, Laymbra se levantó con cuidado, quitando restos de escarcha que colgaba de su traje mientras Shiva se acercaba a él. El invocador posó dos de sus dedos en sus labios, lanzándole un beso al aire y recibiendo una sonrisa agradecida de su invocación, desapareciendo y dejando tras de sí una estela de polvo y nieve.

¿Estáis bien?

Recuerdo la primera vez que vi combatir a un Cahan. Fue al poco de ser adoptada, y aun me quedaba mucho para comenzar mi entrenamiento de combate real, pero desde aquel momento me impactó lo que vi. Los Cahan somos un clan de orgullosos guerreros, pero no basamos nuestra técnica en una marcialidad concreta como otras órdenes como los caballeros dragón. Cada Cahan es libre de desarrollar sus propias técnicas de combate, pero todos tenemos algo en común.

Como dicen nuestros ancianos: "Los que más abren la boca son los que menos abren el corazón". A la hora de afrontar la vida y el combate solo tenemos una regla, y es la de reservar nuestra pasión, nuestro corazón, para el combate. Nos deleitamos en cada parte de la ejecución de un conflicto, dejando todo nuestro ser en cada batalla. Muchos extranjeros nos confunden con gente taciturna o con insensatos que buscan peleas innecesarias, pero ninguna de ellas es verdad. Un ojo observador y respetuoso podrá ver el auténtico corazón de un Cahan. Sabrá ver que nuestra alma habita en el combate y en el entrenamiento, que respetamos a nuestro enemigo pero que nos alimentamos de nuestros sentimientos y pasiones en la batalla. Es por eso que un observador inexperto puede pensar que somos guerreros cegados por la ira, pero en realidad nuestro respeto por nuestros ancestros y nuestro enemigo nos hace guardar todas nuestras emocione para el combate.

Mi espadón es casi igual de alto que yo y su peso es considerable, por lo que no es tan sencillo como desenfundar y atacar. Se requiere cierta precisión y preparativos para dar un simple golpe, y eso es lo que adoro de combatir con él. Desenfundé mi arma y, dando gracias a mis padres por darme tan importante regalo, comencé a moverla para ganar inercia. Al principio el movimiento era lento y pesado, pero poco a poco el calentamiento hizo su resultado. No cabía en mí de gozo y de furia hacia mi enemigo, y mi espada se sentía como si fuera una parte más de mi brazo. Era en esos momentos cuando alguien de mi clan se sentía más vivo que nunca, y yo no era menos.

Con un giro hacia la izquierda y un grito de batalla dejé caer todo el peso y la fuerza de mi arma sobre el monstruo, que intentó esquivarme con poco resultado. Herí pesadamente el hombro y pecho de la bestia, pero esta seguía en pie. Aprovechando la inercia de mis propios movimientos gané una posición de guardia, esperando el ataque de mi enemigo para poder esquivarlo. El sorath rugió con furia, esperando su momento para abalanzarse sobre mi.

Entonces ocurrió. Había notado un descenso considerable en la temperatura de la cloaca, pero lo había asociado con las prácticas de mis compañeros. Lo que no había podido imaginar es que pudieran desplegar tamaño poder. El enemigo frente a mí se cristalizó en hielo para luego estallar en polvo sin siquiera tiempo de acometer. Me giré hacia mis compañeros para ver a Laymbra en el centro de un círculo de invocación. Sabía de la existencia de poderosos invocadores, pero nunca había visto a uno de cerca. Se trataba desde luego de un guerrero poderoso y de un aliado al que tener en cuenta. Laymbra se preocupó por nuestro estado y, finalizado el fragor de la batalla, sentí una punzada de frío en todo mi cuerpo. Incluso tenía cristales de hielo en el pelo.

- Estoy bien. En la batalla mi gente se concentra tanto que deja de sentir el dolor o el ambiente a su alrededor, pero ahora veo que has bajado la temperatura bastante. - dije mientras señalaba los montoncitos de polvo de hielo. - Nunca había luchado junto a un invocador. Ha sido impresionante.

De combatir mayormente en solitario a combatir en grupo, era una diferencia abismal, empezando por tener en cuenta el factor de los compañeros, pero estos compañeros eran diferentes. Eran mis compañeros, mis amigos de la infancia. Confie en que fueran fuertes para enfrentarse cada uno y entonces me desenvolví en un uno contra uno. Cargué con mi lanza hacia delante para atravesar a mi enemigo, pero justo en los últimos centimetros antes de llegar al Sloath, retrocedí mi lanza y usé toda mi fuerza, más el impulso que llevaba, haciendo que la lanza atravesara de lado a lado. - Uno menos... - Pensaba mientras sacaba eficientemente mi lanza y de manera limpia del Sloath al tiempo que este caia...

Pero entonces la temperatura fue descendiendo poco a poco... Al notarlo pensé que un monstruo se acercaba por la espalda, pero al girarme vi a Laymbra envolverse poco a poco en aquella crisalida y a aquella dama del hielo emerger del poder del que era nuestro amigo. Al igual que Sláine, quedé sin palabras y solo procuré evitar el hielo, aunque sin resultado pues la humedad de las cloacas ya hacía su efecto conjunto al hielo de esa invocación.

Los Sloath cayeron, uno tras otro, y si al que atravesé yo le dieran ganas de volver de entre los muertos, el frio lo dejaría en su sitio hecho polvo...

Me sacudí el hielo cuando Laymbra se dirigía hacia nosotros - No te preocupes, quizás estamos asombradas, pero nada heridas. Había oido hablar de los invocadores en mis viajes, pero nunca pensé que vería a uno algún día. Tu poder es abrumador Laymbra, y me alegro de teneros al lado... Se me hace extraño combatir con compañeros, pero es diferente con vosotros. Siento que puedo confiar ciegamente en vosotros. - Respondí con una sonrisa finalmente y luego miré al fondo de la cloaca

-Bueno, deberiamos seguir, no sabemos que más monstruos nos pueden estar aguardando a la vuelta de la esquina. - Y de nuevo, seria, mientras avanzaba lentamente por delante de mis compañeros.

A pesar de ser la primera vez que luchabais juntos como un equipo, existía una armonía en vuestros movimientos que se pudo definir como pura sinergia.

Los Sloths fueron cayendo uno a uno hasta que tan solo quedó polvo en el campo de batalla. Celebrasteis vuestra victoria con la satisfacción de que aquella escaramuza os había hecho "calentar".

Una vez superado el imprevisto tocaba continuar el camino, a través de aquella estrecha cloaca subterránea que poco a poco se iba estrechando, no es fácil saber a dónde os llevaría aquel camino pero estabais más que concienciados en seguir caminando.

De repente mientras andabais, uno de vuestros pies tras pisar una baldosa generó un "click" bastante extraño. No sabíais que estaba pasando hasta que en un instante observasteis como varios metros por delante y  por detrás vuestra los camino se bloquearon con una gruesa pared de piedra ¿habíais caído en alguna especie de trampa? pero lo peor no había hecho más que comenzar, como si procediera del exterior, un sonido de engranajes mecánicos comenzó a mostrar indicios de funcionamiento ¿qué clase de brujería era esa?....

¡¡¡Las paredes se estaban estrechando lentamente!!!

Si no hacíais algo al respecto era probable que murierais aplastados de una manera bastante desagradable. Contabais que tendríais aproximadamente un minuto antes de que las paredes alcanzasen vuestra posición.

Se quitó un copo de nieve que pendía de su cabello mientras las escuchaba, ensanchando su sonrisa ante tantos cumplidos.

Agradezco vuestras palabras.- Unió sus manos en un puño antes de juntarlas y encorvarse a modo saludo japonés, complacido por ser del agrado de ambas.- Puedo ayudaros cuando la situación lo requiera, pero los dioses son caprichosos y no siempre obedecen a mis llamadas.- Por suerte tenía un lazo especial con las invocaciones, una unión que sentía dentro suya y palpitaba en su pecho cada vez que los necesitaba.- Igualmente ha sido un verdadero placer volver a luchar en vuestro lado, aunque esta vez no se traten de espadas de madera.

Habían crecido. Lo notaba no solo en el evidente cambio físico sino en los movimientos y actitud que todos tenían, demostrando que habían sido curtidos en varias batallas tras su separación.

Se incorporó antes de echar a caminar, esperándolas para ir a la misma par. Tenía tantas preguntas que hacerles que no veía el momento de soltarlas, temiendo importunar con sus cotilleos o desviarlos de la misión principal. Sin embargo intentó probar suerte, colocándose en medio de las dos y mirando al frente.

¿Qué habéis hecho en todo est…? – Lo sintió, un breve hundimiento con el progresivo  “click”, quedándose estático mientras abría los brazos para detener a ambas mujeres, por si había activado una trampa más adelante.- He activado algo.- Se giró para comprobar que la distancia entre las paredes estaban menguando.

Intentando mantener la calma, oteó por todos lados buscando la salida o cualquier cosa que pudiera usar para parar el engranaje.

En mi clan dicen que si quieres saber cómo es una persona de verdad debes observarla en el combate, y Laymbra aceptaba los comentarios con buen carácter y sin soberbia. Algunas partes de mí aun recordaban a un niño más alocado, y me sorprendí alegrándome de ver la clase de hombre en que se había convertido. Tanya luchaba con golpes precisos, de una forma casi regia, elegante. Es cierto que mis recuerdos sobre nuestra infancia juntos parecen ser menos intensos en mí que en ellos, pero creo que podría apreciarlos como ellos aprecian esa imagen pasada de nosotros si seguimos compenetrándonos de este modo.

No tuvimos tiempo de celebrar la victoria, pues el subterráneo podría ser hogar de más monstruos y nuestra escaramuza podría haberlos alertado. Lo que en ningún momento pude esperar era que una cloaca activara una trampa como la que encontramos. Los muros iban estrechando la habitación poco a poco, y tenía que esforzarme en buscar una solución para este problema. No encontraríamos una muerte tan deshonrosa como la del que mata con una trampa.