Partida Rol por web

El problema de no saber cuánto tiempo se está cayendo o si se está haciendo de verdad en aquella negrura, era que uno no se espera el golpe que se lleva cuando cae al suelo y desde luego, podía segurar que ese suelo era bastante sólido.

- Menudo golpe! - Dije poniéndome de pie casi en seguida a pesar del dolor. Era peor la sensación de no saber qué pasaba que el moratón que pudiera salirme por haber caído al suelo.

Ladeé un poco la cabeza al contemplar lo que había delante de mis ojos y a parte de un paisaje que era mezcla de dibujo feo y videojuego, vi a dos hombres de la misma guisa.

Parpadeé un par de veces.

- Yo creo que me he golpeado en la cabeza al caer. - Era la única explicación posible.

Al levantar una mano para llevármela a la cabeza reparé en que era exactamente como todo lo que había a mi alrededor y sin poder evitarlo me palpé el cuerpo.

- ¿ Qué coño es esto? ¿ Por qué somos...estamos? Joder...- No sabía ni cómo describir aquello.

La niebla azulada se espesaba y se aclaraba a su alrededor, según se movían. Pudieron darse cuenta de que había muchos otros espejos, y algunas formas como si fueran edificaciones, entre los árboles sin hojas, de ramas que formaban una copa hueca, circular. No se podía adivinar la extensión del lugar, pero parecía grande.

Eran cuatro, cuatro habían atravesado el espejo que tenían junto a ellos, tres hombres y una mujer. Los cuatro iban vestidos a la usanza actual, o sea que lo que fuera que estuviera ocurriendo, los había succionado del mismo mundo.

¿O quizá no?

Podría ser útil preguntarlo. Presentarse, y saber de dónde venía cada uno, y cómo habían acabado allí.

Porque, a parte de esas cuatro desmadejadas figuras, una de las cuales, un hombre, seguía en el suelo sin sentido, no parecía que allí hubiera nadie más...

Miró al tipo que quedaba en el suelo sin sentido y preguntó a los que estamos despiertos: - ¿Creéis que ha palmado? ¿Se puede palmar al pasar estas cosas? Porque yo no se vosotros pero en teoría tendría que tener una buena brecha en la cabeza cuanto menos y cristales clavándose en mi piel... Por cierto, soy Ricky. - extendió la mano a modo cordial de saludo y con una sonrisa amistosa en el rostro. 

bueno, ahora al menos 3 de los 4 que estabamos en ese lugar habíamos despertado, y todos, excepto el tipo que estaba tirado parecían estar bien, mientras que pensaba en eso la voz del sujeto que se levantó primero me llamó la atención, al parecer el también había tenido un incidente con un espejo - Mi nombre es Jacob, y si, en mi caso también debería haber terminado con varios cristales en mi mano, pero de alguna forma parece que lo crucé, que hay de usted señorita?- pregunté de manera amable al ver a la chica que recién se había levantado

Escuchaba sus palabras aún frunciendo el ceño. No me fiaba un pelo de todo lo que había alrededor y encima, ver a aquel tío tumbado en el suelo que no se levantaba no ayudaba a tranquilizarme.

- ¿ Estará...?

Me acerqué al del suelo, aunque las palabras de los otros dos hombres me hicieron detenerme.

- Yo estaba en el gimnasio y me empecé a encontrar mal... Creo que también me caí por el espejo... - Era raro eso de decir que te habías caído por un espejo.

Volví a centrarme en el cuerpo del suelo y puse la mano en su cuello, buscando su pulso.

- ¿ También estabais en Los Ángeles? - Pregunté sin apartar los ojos del tendido.

- La verdad es que no. Seguro que sonará raro pero, ¿más raro que todo esto? Soy londinense. Estaba en un garito, bebiendo. Me empecé a encontrar mal y bueno... había un espejo raro y supongo que el resto os lo imagináis... Pero yo no me preocuparía demasiado, seguramente esto sea un sueño y nada esté ocurriendo. - empezó a reír con despreocupación. - ¿Y tu Jacob? ¿De dónde eres?

New York, Londres, Canada, al menos los tres teníamos un lenguaje en común o esto habría sido bastante más difícil, escuchaba a los demás mientras seguía observando al sujeto en el piso y a la chica que se había acercado a verificar si había estirado la pata o no, mientras respondía a la pregunta de Ricky -Soy Canadiense, me acababa de despertar después de una fiesta universitaria con una linda chica al lado cuando me sentí mal y caí por el espejo también...-

- Mi nombre es Eva, perdona. - Eso de estar a la conversación, a mis pensamientos y al tío del suelo era un poco complicado, como mujer podía hacer dos cosas a la vez, tres ya era un poco más de la cuenta.

El hombre de pelo largo de presentó, o bueno, dijo lo que estaba haciendo porque su nombre tampoco lo dijo. Si lo había dicho antes no me había quedado con él.

- Pues menuda forma de cortarte el rollo. - Dije por lo de que estaba con una chica.

No tardé en verificar lo que me parecía que ya sabía.

- Este hombre no tiene pulso...

No era médico, pero vamos, había hecho los cursos de primeros auxilios pertinentes que hacíamos todas las personas con la parte peligrosa de mi trabajo.

Como estaba boca abajo, le di la vuelta en el suelo. Al menos, se me veía lo suficientemente fuerte como para no necesitar ayuda para hacerlo.

Resopló con resignación. 

- Mira que bien. El viaje que no habíamos pedido a través del espejo maldito podía habernos matado. En cualquier caso... ¿Qué hacemos ahora? Estaría bien saber, al menos, dónde narices hemos ido a parar. 

Miró al resto de compañeros vivos y volvió ha echar un vistazo alrededor. El lugar era bastante tétrico después de todo pero, cosas mas raras había soñado. 

Ricky tenía razón, lo primero que debíamos hacer era investigar donde estabamos, tal vez así tuvieramos una idea de como podríamos salir de este lugar, aunque en mi mente se estaba formando una teoría tal vez demasiado lógica pero igual de peligrosa que todo lo que habíamos pasado hasta ahora - Bueno... si llegamos aquí por un espejo... tal vez podamos salir de la misma manera...-

Levantó una ceja. 

- No sé si estoy muy preparado para esto. Y más teniendo la prueba aquí que un tipo la acaba de palmar. Aunque a juzgar por lo que se ve... otro espejo tendremos que cruzar si o si. - suspiró con resignación de nuevo. - O simplemente si conseguimos salir de este lugar que parece no tener fin, nos encontramos a alguien que nos explique que narices está pasando. ¿Tú que dices Eva?

Eva estaba dándole la vuelta al cuerpo del otro hombre que, aparentemente, había atravesado también el espejo, pero con nefastos resultados. Por ello no respondió de inmediato.

Nefastos, así era, según pudieron ver los tres: los ojos del pobre individuo estaban abiertos con expresión de pánico, aunque los globos se habían colapsado y sólo mostraban el blanco de la esclera a través de los párpados. La piel del cuello y las manos parecía chamuscada, y racimos de arterias endurecidas surcaban cada trozo visible de su cuerpo.

Aún contemplaban la macabra escena cuando, a su alrededor, algo aclaró el tupido velo brumoso. No era viento, ni siquiera una brisa, pero cuando apartaron los ojos del desgraciado compañero, vieron los espejos y los árboles cercanos con más claridad.

Y, algo más lejos, un enorme espejo les llamó la atención. No porque fuera más grande que la mayoría, que lo era, o por unas fenomenales esculturas que lo flanqueaban. No, lo que les llamó la atención es que había una figura de un hombre frente a él. No se miraba, sino que parecía estar sosteniendo algo... ¿un cuerpo...?

- Dios! - Exclamé al ver la apariencia del hombre muerto en cuanto le di la vuelta. Ni siquiera era religiosa, pero era la primera expresión que me había venido a los labios.

En ese momento escuché mi nombre en boca de Ricky y aún con el gesto desencajado levanté la vista, mirándole con desconcierto.

- ¿ Qué? Perdona. No te estaba escuchando.

Apenas pronuncié aquellas palabras apareció aquella bruma y de ahí mis ojos se centraron en la figura que se veía a lo lejos.

- Ahí parece haber alguien ¿ no? - En ese momento me fijé en que tenía algo entre las manos. - Decidme que no está sujetando un cadáver, por favor.

Claro, teniendo uno a mis pies, ahora iba a estar viendo muertos por todas partes un rato. Era la primera vez que tocaba un cadáver de verdad.

El hombre dejó en el suelo el cuerpo, o lo que fuera. Y levantó la cabeza hacia ellos, debía haber oído el sonido que hicieron al atravesar el espejo, quizá.

Se irguió, mirándoles con detenimiento frente a la superficie brillante, enorme, que fulguraba. Y que dejó de hacerlo casi al instante.

Era un tipo extraño. Vestía a la usanza medieval, estaba completamente calvo y tenía un par de orejas grandes y puntiagudas. Podían verlo incluso a pesar de la distancia que les separaba y de los restos de bruma que aún flotaban a su alrededor.

Aquello debía ser un sueño colectivo, porque el tipo era... ¡un elfo! O una pesadilla, si tenían en cuenta al compañero muerto. El elfo en cuestión tomó del suelo, a su lado, un bastón que les recordó las pelis de magos, y se acercó a ellos con parsimonia.

pero que carjos? ya me había dado por vencido en cuanto a intentar averiguar que era este lugar, pero ahora teníamos un elfo ante nosotros con pinta de mago como los chicos extraños que de vez en cuando asistían a convenciones y eventos disfrazados como personajes ficticios del señor de los anillos o la tierra media, lo que sea que hubiera pasado en ese espejo, comenzaba a pensar que me había deschavetado completamente, sin embargo no podía hacer más que soportarlo y adaptarme lo mejor posible a la situación, por lo que me adelanté un par de pasos, tal vez pudieramos razonar con aquel ser, levanté mi mano a modo de saludo y para demostrar que no tenía malas intenciones, esperando respuesta de aquel elfo

Al darme cuenta de que aquel " hombre " tenía las orejas puntiagudas me quedé prácticamente con la boca abierta.

- Si no fuera por cómo veo todo diría que esto es un programa de cámara oculta. - Murmuré.

Jamás hubiera imaginado que iba a ver algo parecido a un elfo, pero encima... ¿ calvo? Todas las ilustraciones que había de elfos salían con el pelo largo y hermoso y ese elfo estaba como el Harry Potter, nada que ve con los del señor de los anillos.

Lo de ser actriz quería decir que había visto tantas películas que siempre se me ocurría alguna para comparar la situación actual.

- Decidme que me he golpeado demasiado fuerte en la cabeza y eso no es como un elfo.

Se encogió de hombros.

- Al menos, un elfo parece. Ahora veremos si los elfos son tan amistosos como lo pintan en las películas o los videojuegos. 

Vio que Jacob se acercaba unos pasos e intentaba hacerle ver al elfo que eramos amistosos. O al menos no muy peligrosos. Quizá el peligroso era él y en peligro estaban todos los demás. Igualmente, pensando no iba ha sacar nada en claro con lo que, tomó aire y gritó para que el elfo lo escuchara:

- ¡Ey, perdona. ¿Eres amistoso? ¿Entiendes siquiera mi idioma? ¿Puedes decirnos cómo narices hemos llegado aquí y cómo narices eso puede matarnos?! - señaló al espejo mas cercano.

Visto más de cerca el elfo tenía algo de inquietante. El bastón firmemente agarrado, casi imponente. Entrecerrados los ojos les miraba sin pizca de miedo, y se detuvo a unos pasos de ellos, del espejo, y del cuerpo inerte en el suelo.

Miró primero a Eva, en silencio. Clavó entonces la mirada en Jacob, y a su gesto simplemente respondió con una inclinación de cabeza. Pero cuando Rick habló, una sonrisa torcida asomó a sus labios. Y asintió.

-Sí que te entiendo. Es a lo único que puedo responder. ¿Amistoso? Depende. Y... la pregunta que me haces yo te la devuelvo. ¿Quiénes sois, y cómo habéis llegado aquí? O eres muy astuto, o eres muy inocente. Así que no mientas, no juegues conmigo, te lo advierto...

Cuando Miron y tras él Aisha atravesaron el Eluvian se encontraron en un lugar mágico. Impreciso, un lugar extraño y, sin embargo, que instilaba una enorme sensación de paz. Aunque también, era innegable, de melancolía.

Edificaciones dispersas se alzaban entre calles empedradas o tapizadas de hierba y flores. Una bruma azulada impedía ver hasta dónde se extendía ese enclave onírico, salpicado de árboles de extrañas copas redondeadas, cuyos ramajes no mostraban hojas. Y, por todas partes, la forma inequívoca de cientos de Eluvians, quizá miles, quizá infinitos. La mayoría rotos, otros enteros pero con la superficie oscurecida, mate. Otros emitían algún tipo de fulgor, pero ni mucho menos el que habían visto en Skyhold...

De pronto, en un punto lejano, algo aclaró el tupido velo brumoso. No era viento, ni siquiera una brisa, pero fuese lo que fuese les permitió atisbar los espejos y los árboles con más claridad.

Y un enorme espejo les llamó la atención. No porque fuera más grande que la mayoría, que lo era, o por unas fenomenales esculturas que lo flanqueaban. No, lo que les llamó la atención es que había una figura de un hombre frente a él. No, no era un hombre. Era un elfo. Era.... ¿Solas...?

El Eluvian sí que estaba activo, aunque pronto se fue apagando. Solas estaba inclinado y parecía estar sosteniendo algo... ¿un cuerpo...?

Desde que había terminado la batalla con Coripheus nadie había visto al mago. La respuesta a eso, entonces, estaba allí.

Solas dejó lo que tuviera entre manos en el suelo con muchísimo cuidado. De pronto tomó su bastón, mirando hacia un lado. Como si hubiera visto o escuchado algo. Y se dirigió allí.

Ambos al unísono buscaron con la mirada afilada el punto que había llamado la atención del elfo. La bruma se arremolinaba al paso de Solas, enmascarando lo que tenía alrededor. Costaba discernir las formas. Y entonces vieron más gente, frente a otro espejo, éste oscurecido. Dos hombres, y una mujer. O eso parecía, pues o bien sus sentidos les engañaban, o iban extrañamente vestidos. Y había un cuarto bulto en el suelo.

Estaban hablando entre sí. Aunque no llegaban a escucharlos...