La piedra rebota en mi cabeza, doy gracias por tener una buena mata de pelo sobre la cabeza para que amortiguara la pedrada. Veo que me hace el gesto de que no abra la boca así que me aguanto las ganas de gritarle por haber pasado de mí dentro de la posada y camino hacia el campamento tras el maestro enano.
De vuelta en el campamento todo está en calma, el prisionero sigue bien atado y amordazado.
Compruebo que el prisionero está atado y amordazado.
- Bien, por lo menos esto sigue como debería estar. - pienso mientras espero la llegada del hobbit.
Mientras llega maese Mutfast me acerco al prisionero y le pregunto: ¿Conoces a un tal Vecir? Simplemente indicalo con la cabeza. Mientras le agarro de la pechera con la mano izquierda para que sepa que voy en serio.
- Como me entere de que me has mentido volveré a por tí y lamentarás haberlo hecho. - digo empujandolo fuertemente contra el árbol.
- Salvo que venga el pájaro de la montaraz o pase algo realmente importante no abandones el campamento. Acabo de ver entrar en la ciudad a nuestro amigo a caballo así que estamos solos. Voy a volver un rato a la posada a ver si averiguo algo más. Mientras tanto sigue vigilando. Si pasase algo tira piedras a la ventana más cercana a donde esté sentado y vendré inmediatamente.
pequeño. - digo finalmente.
No estoy de buen humor tras haberme lanzado la piedra, pero no voy a discutir. Creo que obré bien al ir avisarle ya que sin duda era algo que se debía de notificar rápidamente.
- Vale me quedaré en mi árbol...y te avisaré si alguien se acerca... - digo visiblemente algo enojado - ...y por cierto ¿qué andas investigando en la posada? - pregunto con la curiosidad típica de mi pueblo
- Ha desaparecido la hija de la posadera. Parece que un tal Vecir que era camarero o algo así en la Posada la ha raptado y se la ha llevado a la Ciudad. No sé si tendrá algo que ver con nuestras misión pero no descarto nada.
- Por cierto, desde donde me siente estaré vigilando la puerta de la Ciudad.
- Ahh, perdona por la piedra y por no hacerte caso en la posada. Era la única forma de llamar tu atencón sin que sospecharan de que estabamos juntos. - digo mientras pongo mi mano sobre su hombro.
Tras la explicación recibida por parte del enano, me relajo y olvido el pequeño enfado. No está en mi naturaleza enfadarme por mucho tiempo, además hasta el momento es el único que ha confiado en mis "virtudes" para esta misión, si es que las tengo claro.
- Muy bien, acepto sus disculpas y ahora me voy a mi árbol a montar guardia...
Dicho esto me vuelvo a encaramar al frondoso árbol y me escondo entre sus ramas preparado para vigilar el campamento.
Una vez que el hobbit se acomoda una vez más en su puesto de vigilancia, Gorak regresa a la posada.
Me acerco con cuidado a la posada vigilando por si aparecía alguién que no debiera estar por allí. Al llegar a la posada y tras cerciorarme a través de la ventana que todo sigue igual (si no lo está no entro y observo el interior) entro y me dirijo al sitio que ocupaba (cerca de la ventana y pudiendo vigilar la entrada de la ciudad).
Brandir y Brielle, una vez terminada su exploración de la ciudad, llegan hasta la puerta principal y el mercado. No han quedado en un punto concreto con sus compañeros así que recorren durante unos minutos la zona exterior hasta que la fortuna les hace pasar por delante de la posada del Caballo Furioso. Allí, un Gorak envuelto en sus túnicas de viaje, les ve por la ventana. El enano comprueba que tienen mal aspecto. La mujer tiene un moratón en un pómulo y Brandir se mueve como si algo le doliera en el costado. De inmediato, Gorak sale al exterior y se encuentra con ellos. Mutfast, desde su posición en lo alto del árbol, también ve a los compañeros reunirse con el enano.
Veo salir a los humanos algo mermados físicamente. Parece que no les ha ido todo lo bien que esperaban.
Doy un último trago a mi jarra y tras dejarla en la mesa le digo a la posadera:
- Señora si consigo averiguar algo más de su hija se lo haré saber. Ahora tengo que irme, otros asuntos requieren de mi presencia.
Dicho esto salgo de la posada y me dirijo hacia los humanos. Choco contra ellos y les digo que me sigan a cierta distancia para no levantar sospechas.
Al entrar en el Bosque me dirijo al Campamento y una vez allí espero su llegada.
- ¿Qué os ha pasado? ¿No se supone que no ibais a meteros en problemas? ¿Qué habeis averiguado? Por cierto, ¿habeis visto a Ahrimán?
Brandir se alegró al ver el enano salir de la posada, hacía largo rato que caminaban y al fin habían conseguido dar con ellos.
Al llegar al campamento Brandir se dejo caer sobre la hierba y respiró profundamente, estaba siendo un día demasiado largo y cansado, no tenía ganas ni de hablar.
.- Si hemos tenido algunos problemas... pero creo que nada graves, solo una trifurca de callejón .- Brandir se quitó su camisa para poder enseñarle su herida al enano y de paso observar como se encontraba.- un pequeño arañazo de recuerdo, ahora bien .- dijo cambiando de tema.- ya sabemos donde esta la guarida, como es y posibilidades de entrar, que es lo que habíamos ido a buscar y como presuponía no es nada fàcil, pero esperare a que esten todos para dar más detalles.-
Sigo en el árbol esperando a que se acerquen al campamento. En cuanto se acerquen desciendo y me acerco a comprobar que todos estén bien. Tienen mala pinta, así que han debido de meterse en problemas. Escucho con atención lo que dicen y luego comienza mi ronda de preguntas:
- ¿Una trifulca? ?Cuántos eran? ¿Iban bien armados?...
La verdad es que esto era de esperar tarde o temprano. Estamos en un pueblo desconocido para nosotros y encima nos enfrentamos a un grupo de bandidos seguramente bien organizado.
Les paso una cantimplora para que puedan refrescarse y busco algún algo que poder utilizar como vendas por si hay que curar alguna herida.
- Ten cuidado con esas trifulcas. A lo mejor a la siguiente no tienes tanta suerte. Por suerte no parece ser muy grave.
- Por lo menos tenemos la información. Bien, ahora podremos idear un plan de entrada.
Brandir vió acercarse al Hobbit que saltó desde un árbol, parecía que se habían organizado bien a las afueras de la ciudad, el hombre de los bosques miró a los lados extrañado, buscando al haradrim .- ¿donde se ha metido Ahrimán? prefiero que este él aquí antes de empezar a idear el plan de entrada .- Brandir cogió la cantimplora y bebió un largo trago de agua, tenía la boca seca y el frescor del agua le amedrentó un poco el cansancio.-
- Eso me gustaría saber a mí. Al rato de llegar cogió su caballo y sin mediar palabra entró en la ciudad.
Brielle pensaba que la 'trifulca' que habían tenido había sido mas peligrosa de lo que el montaraz expresaba, aunque tampoco osó rebatirle en ese aspecto. De todas maneras ambos presentaban varias heridas. Se alegraba que al menos sus mas pequeños compañeros hubieran tenido el día mas relajado.
- Supongo que el haradan acabará volviendo ¿no? - comentó - Podemos aprovechar para descansar y curarnos bien estas heridas, no me extrañaría que tuviéramos alguna infección con todo este trajín de gente y suciedad por todos lados.
Dicho esto, empezó a sacar de la mochila unas vendas y unos ungüentos para empezar a realizar una cura mas exhaustiva tanto de sus heridas como las de Brandir.
- Aprovechad para descansar y curar esas heridas. Esperaremos hasta el atardecer. Si Ahrimán no aparece tendremos que entrar. Cuanto más tardemos más nos esperarán.
- Por cierto, mientras estabais en la Ciudad visteis a un chico de complexión normal tirando a delgaducho tirando de un caballo con una chica montada (o tumbada, la verdad es que no sé como iba) o bien a ambos montados en el caballo? El Caballo estaba freso, eso sin duda.
Brandir y Brielle miran al enano con cara de incomprensión antes de echarse a descansar en el campamento. Así pasan un par de horas mientras la tarde cae lentamente y siguen sin haber noticias del sureño.
Disculpad a Ahrimán, es que está de mudanza estos días y contesta cuando puede.