ACTO 1
Capítulo 1 - Escena 2: La aldea de las Hojas Enterradas

" Niebla matinal
                 sobre una montaña sin nombre
           Mis pasos se pierden."

El grupo de Agentes Imperiales avanzó apenas unas millas cuando avistaron el famoso poblado de las Hojas enterradas.
Si bien el pueblo no era grande, ni voluminoso, ni poseía fortificación alguna, era apenas una zona de paso, pero estaba claro que la gran cantidad de tropas apostadas en la colina adyacente era una vista claramente delatadora. A medida que los nobles se acercaban, decenas de heimin y campesinos se arrodillaban humildemente ante el paso de los samurai.

Unos dos mil hombres estaban acampados apenas a unos cien metros de las granjas y casas más periféricas. La bandera del Clan Dragón y el emblema de los Mirumoto ondeaba con fuerza en los blasones de sus banderas.

El Pueblo era una aldea pequeña apenas poblada por una veintena de casas de campesinos, rodeando la carretera principal que llevaba hacia tierras Unicornio. Un pequeño templo, un par de posadas, y una casa un poco más lujosa, era lo único remarcable de un lugar pacífico que alojaba unas pocas granjas y familias campesinas.

El misterioso magistrado Mirumoto Megumi, la duelista Kakita Mirai y el bushi  Akodo Isshin dejaron a sus compañeros y se adentraron en el poblado.

Este poblado era el punto de encuentro asignado para las Legiones Esmeralda, por lo que los agentes podían recordar, esta ciudad de tamaño mediano se desarrolló en torno a lo que solía ser una oficina de impuestos imperial. Hay una posada aquí de calidad suficiente para un samurai, “el Camino de la Bienvenida”, donde el único sirviente de los personajes puede comenzar a solicitar unas habitaciones.

La ciudad, localizada en una carretera Imperial, en una zona neutral entre ambas familias, es a la vez extraña y silenciosa, llena a rebosar con unos pocos refugiados, que triplican el tamaño de su población. Los campesinos están sometidos y a salvo; los soldados Dragón mantienen el orden razonablemente bien.

Hay otra posada solo para mercaderes, heimin y otras personas de bajo estatus social, inapropiado para un noble.

También hay la casa de un Heimin más importante o rico, seguramente el alcalde del poblado. Al parecer un montón de sirvientes están recogiendo toda la casa y poniendo el mundo patas arriba. Podéis ver como una pequeña comitiva de soldados Imperiales se encuentran protegiendo unos caballos de alguien importante...

Isshin examinó la aldea, Amaterasu aún se encontraba en su cenit iluminando todo lo que estaba al alcance de la vista.

Ignorando la masa de heimins que se arrodillaban a su paso, fijo su vista en el símbolo esmeralda que llevaban unos soldados, el crisantemo esmeralda del emperador, soldados imperiales.
- Mirumoto-sama, legionarios imperiales, tal vez la vanguardia de Akodo-sama anunciando su llegada-.
Estiró las correas de su montura para hacer frenar a la criatura.
- Soldados imperiales, vuestros congéneres Dragón y los habitantes de esta aldea,¿por donde deseais emepzar?-
Pregunto a la magistrada.

Cansada tras el viaje y el retraso, deseaba ya empezar con la investigación, el encuentro con la magistrada escorpión no solo le había hecho perder el tiempo sino también dos agentes, Megumi empezaba a estar malhumorada. 

Miró a los soldados imperiales.

Akodo: Mirumoto-sama, legionarios imperiales, tal vez la vanguardia de Akodo-sama anunciando su llegada

Chitao, entra a la posada y pide unas habitaciones para nosotros. Pregunta donde podemos encontrar al general del ejército dragón. 

Nosotros vamos a hablar con esos soldados imperiales. 

Dicho lo cual acercó su montura a la casa del heimin y esperó a que los soldados se dirigieran a ella para hacer a pregunta oportuna de modo serio y formal. 

Mi nombre es Mirumoto Megumi y sirvo al campeón esmeralda. En su nombre os ordeno que me digáis a quien servís y por qué estáis aquí.  

Un heimin Mercader se acercó a los agentes del Satsume - No malgastéis vuestro talento aquí, mis señoras... Deberíais visitar los Kyuden Unicornio o Escorpión, mi señora, allí es donde los heridos, despojados y arruinados por la guerra y la muerte se reunieron desde el principio de la guerra, suplicando a sus señores algo de ayuda. Allí encontrareis miles de refugiados que si necesitarán vuestra ayuda... 

El ejército Dragón estaba apostado a unas pocas decenas de metros. Los hombres tenían tiendas montadas y lugares de descanso para pasar una pequeña temporada, sin embargo la mayoría estaban armados y vestidos con su armadura color esmeralda, estaban preparados para la batalla, y había signos claros de haber sufrido combate: Armaduras con muescas, algunas manchas de barro y sangre seca en algunos puntos, etc.

Unos 300 sirvientes se encargaban de los suministros y la logística del ejército, un número bastante deficiente para un ejército de aquel tamaño, pero dicen que los Dragones son samurai de pocas necesidades...
 

Sin embargo había otros soldados en una casa más cercana. Legionarios imperiales.
El trío de samurai se acercó a aquella casa.

Algunos soldados cogieron sus Yari y Yumi al verse acercar al trío de samurai, pero muchos hicieron gesto de aplacar la animadversión al ver claramente el escudo esmeralda de la Magistrada Esmeralda.

Era la casa del alcalde, allí pudieron ver una comitiva de 8 legionarios imperiales que custodiaban a un general embutido en armadura pesada hablando con unos 12 heimin postrados de rodillas. El Mon de los Akodo lucía flamante al lado del signo de la octava legión en la indumentaria del general.

Los legionarios se giraron velozmente al ver interrumpida la conversación, pero no desenfundaron sus espadas ni bajaron sus lanzas... a pesar de ello, podía notarse la posición defensiva que habían adoptado de forma sutil pero inmediata...

Los legionarios Imperiales solicitaron identificación - Alto ahí... ¿quienes sois? no deis un paso más en presencia del ilustre general Akodo Kenjiro.

Akodo Isshin ignoró al mercader que con tanta osadia se había atrevido a dar su opinión a un magistrado, pero había cosas más importantes que poner en su lugar a ese impertinente.

Tras darle las riendas de su montura a Chitao se adelantó y saludo a ambos legionarios imperiales inclinando la cabeza con un movimiento formal.

- Soy Akodo Isshin y mi compañera es Kakita Mirai la antigua campeona Topacio y afamada duelista , estamos al servicio de Mirumoto Megumi. Una de los tres magistrados enviados por el campeón Esmeralda para esclarecer los eventos ocurridos-.  Miró hacia el campamento Dragón si no hubiéramos venido a esta aldea podríamos haber perdido la oportunidad de hablar Mirumoto-sama.

- Adelante, adelante... así que Akodo Isshin ¿decís? ... me suena vuestro nombre... si, he oído hablar de vos.

Me sorprende que trabajéis para Mirumoto-sama, en lugar de para el magistrado Shinjo... pero bueno si algo me ha enseñado la experiencia es que Satsume-dono sabe escoger bien las posiciones de sus piezas de go.

Es un placer conocerles en persona. Soy Akodo Kenjiro, comandante de la Octava Legión. He venido adelantándome a las tropas para decirle al general Mirumoto Tsukaru que puede comenzar a retirar sus tropas. Mis legionarios llegarán esta misma tarde, mañana como muy tarde.

Mi trabajo aquí es mantener la paz y seguir la resolución de los 3 magistrados esmeralda.

Informen a su señora, que tiene 3 días para buscar los testimonios y pruebas necesarias sobre las acusaciones realizadas y llegar a una resolución.

El 4º día nos encontraremos en este punto neutral los 3 magistrados y yo para hacer un Tribunal de guerra. Cada Magistrado hará su dictamen y se expedirá un castigo en caso de ser declarado culpable para cada crimen.

Mis hombres y yo nos encargaremos de ejecutar la justicia Imperial... ustedes solo tienen que señalar con el dedo.

Aún de peor humor tras escuchar al soberbio león Megumi decidió no descabalgar y contuvo su rostro ante las impertinentes palabras del Akodo. Tampoco se sorprendía de encontrarse otro orgulloso león, viejo y machista que por supuesto sólo pensaba que un hombre y a poder ser tanto o más anciano que él pudiera realizar una correcta labor de investigación. Hablar con este señor carecía de total importancia pues como había señalado él era el brazo ejecutor y poco más. ¿Para qué pensar?

Buenos días Akodo-san. Me gustaría saber dónde se encuentra el general Mirumoto, de hecho me sorprende que no os encontréis en su presencia, informándoos de todo lo acontecido por estos lares, en verdad él podrá informaros con mayor rigurosidad que el alcalde de esta aldea. 

Levantando el mentón Megumi, hizo un chasquido con la boca y clavó los talones en el flanco de su montura para indicarle que prosiguiera la marcha, buscando al general dragón. 

- Ya he hablado todo lo necesario con el General Mirumoto. Voy a preparar todo para la llegada de las tropas. El alcalde ha ofrecido humildemente su casa para que me quede, pero soy un Akodo, y duermo mejor en el campo rodeado de mis hombres.

Si van a visitar al General Mirumoto, háganle el favor de decirle que desaloje a sus tropas cuanto antes, este poblado es demasiado pequeño y los heimin y mercaderes están abrumados por tanto soldado.

Sé que han hecho un buen trabajo, y el Campeón Esmeralda les está muy agradecido; pero su trabajo aquí ha terminado y quiero que vuelvan a sus montañas. Ahora nosotros nos encargaremos de todo. Si no tienen nada más que decir...

Kenjiro realiza un gesto con su tessen para despachar a los personajes, y regresa a su conversación con sus asistentes... parecen estar hablando de como gestionar las provisiones de sus tropas para los próximos días.

Escucho las palabras del Akodo a mi espalda. Han hecho un buen trabajo pero se tienen que marchar... maldito prepotente bocazas... seguro que él con su abanico ha hecho mas. 

No nos quedaremos a dormir en el poblado tras hablar con el general Mirumoto partiremos a galope hacia Shiro no soshi para llegar por la noche. Si solo tenemos tres días no tenemos tiempo que perder. Bajaos de los caballos, que descansen ahora, que beban y forrajeen, luego no podrán. 

Isshin hizo una reverencia al comandante Kenijiro, había odio a sus maestros mencionarlo, leído varios pergaminos que había estudiado con mucho esmero sobre él, en la escuela de guerra Akodo.

- Así se lo haremos saber Akodo-sama - dijo con suma reverencia. Se incorporó tan pronto como escucho a Megumi e hizo otra reverencia, inclinando la cabeza, cogió las riendas de su montura y se las entrego al eta, para que procediera.

Se sacudió el polvo del camino y se aseguró de estar lo más presentable posible, dadas las circunstancias, y se dirigió al campamento Dragón.

- Megumi-sama me gustaría examinar el campo de batalla, en cuanto fuera posible-

Los informes eran útiles pero estaba seguro de que los dragón habrían pasado por alto, cosas que un león no lo haría.

La Magistrada Mirumoto Megumi y sus consejeros se desviaron del camino que entraba en el pueblo y se acercaron directamente hacia las tropas apostadas.

Los hombres tenían tiendas montadas y lugares de descanso para pasar una pequeña temporada, sin embargo la mayoría estaban armados y vestidos con su armadura, estaban preparados para la batalla, y había signos claros de haber sufrido combate: Armaduras con muescas, algunas manchas de barro y sangre seca en algunos puntos, etc. Unos trescientos sirvientes se encargaban de los suministros y la logística del ejército, un número bastante deficiente para un ejército de aquel tamaño, pero decían que los Dragón eran samurai rústicos, de pocas necesidades...

Algunos soldados cogieron sus Yari y Yumi al verse acercar al trío de samurai, pero muchos hicieron gesto de aplacar la animadversión al ver claramente el escudo esmeralda del Campeón Esmeralda.

Un samurai Mirumoto, al parecer un Taisa, se interpuso en el camino de los personajes y se inclinó en respeto ante Megumi. Con la mirada, hizo un gesto para que le siguiesen, y en pocos minutos, llegaron hasta una tienda montada al lado de una arboleda, donde el Líder del ejército y sus consejeros tomaban las decisiones. El Taisa se arrodilló con respeto ante su señor.

- ¿Más Magistrados? ... mi señor, esto es ridículo...

El Comandante se aclaró la garganta para cortar el comentario de su lugarteniente. Este se giró a los recién llegados y al reconocer a Megumi se inclinó en una profunda reverencia.

- Bienvenidos al campamento del Ejército Dragón... supongo...
Mi nombre es Mirumoto Tabezu, descendiente de Mirumoto Tomaru, un héroe de guerra, y soy el lugarteniente de este ejército, así como el consejero del comandante.

- Nuestro comandante... - Dice mientras se inclina en respeto hacia su señor - Les presento al Comandante Mirumoto Tsukaru-sama, señor de esta fuerza de combate, y responsable de detener las acciones bélicas entre Unicornio y escorpión...

- Megumi-sama me gustaría examinar el campo de batalla, en cuanto fuera posible-

Miró con incredulidad al joven Akodo, estaba claro que su falta de liderazgo era palpable pero no deseaba mortificarse en ese momento por ello. 

Hablaremos con Mirumoto-san y partiremos. Mientras podéis hacer lo que queráis Isshin-san. medito un segundo y suavizando el tono añadió. Cualquier información será bienvenida. 

Megumi se acercó a hablar con el general. Si bien su estatus era inferior al de la magistrada, desde bien pequeña la dragón había aprendido a apreciar a los guerreros por sus acciones y no sus orígenes, por lo que sentía gran respeto por el general, sin embargo se sorprendió de escuchar al joven militar, estaba hastiada de sentirse cuestionada en todos los lugares, dirigió una muy severa mirada al militar pero decidió ingnorar deliberadamente su comentario y dirigirse al general directamente. 

Buenos días, es un honor Mirumoto-san, mi nombre es Mirumoto Megumi, hija de Mirumoto Yasuo y Miya Mai. La magistrada se inclinó levemente pero no del todo ya que ella poseía mayor estatus que ambos militares. Señor, me encantaría poder dedicar un tiempo a la etiqueta pero me temo que no disponemos de tiempo para ese lujo. Vos sois el guerrero neutral mas experimentado en este conflicto y vuestra opinión y percepción me resulta fundamental antes de iniciar nuestra investigación. 

Megumi podía reconocer a aquellos dos hombres, soldados valerosos del ejército del Clan Dragón. Mirumoto Tabezu era un gran amigo de Kitsuki Hikuryo, su antiguo amor en la escuela Kitsuki. Era un hombre resentido por la guerra y de carácter difícil, pero leal a su general sobre todas las cosas.

El comandante Tsukaru sin embargo, era un hombre dedicado y amable. Experto en batalla, siempre reza antes de ir a la guerra. Tenía una relación muy cercana con la madre de Megumi, debatían muchas veces sobre religión y filosofía.

El Comandante Mirumoto se inclinó levemente a modo de respeto tanto hacia los agentes Akodo y Kakita, como hacia la Magistrada Mirumoto. Y muy pausadamente le contestó:

- Me alegro mucho de volver a verle, señorita Megumi - dijo con una sonrisa que le hacía mostrar unas arrugas divertidas.- No te veía desde hace años. Has crecido mucho.

- Bienvenidos - dijo luego girándose a los dos guardaespaldas - soy el comandante de estas tropas. No puedo darles la bienvenida como se merecen personas de su rango, pero esta no es mi tierra ni estamos aquí para propiciar comodidades a invitados, deberán disculparme por ello.

Mucho me temo Magistrada, que sus preguntas no han sido realizadas a la persona adecuada. Pues nosotros no sabemos mucho más que el Campeón Esmeralda o vos misma sobre lo ocurrido.

A veces creemos que los cuervos que mordisquean los cadáveres han sido los únicos testigos de la matanza, pero muchas veces cuando ellos llegan, los cuerpos ya están fríos desde hace días.

- Recibí órdenes del mismísimo Togashi Yokuni-dono de movilizar mis tropas de forma urgente y venir a estos valles a detener una guerra. Al parecer el Campeón Esmeralda ha encontrado indicios de anormalidades en la guerra de estas dos familias, y las legiones imperiales iban a tardar un poco más de lo previsto. Llegamos hace una semana y nos hemos dedicado a detener las batallas y rencillas que hemos encontrado. Hacemos patrullas por los límites de sus tierras para evitar la confrontación directa.

El Lugarteniente de Tsukaru hizo un chasqueo con la boca de indignación...

- "un poco más de lo previsto" nos dijeron... Ja!... llegan hoy las tropas imperiales cuando el trabajo ya está todo hecho. Se llevarán el mérito cuando han sido nuestras tropas quienes ha separado a esos soldados, quienes han recibido flechas y lanzas, y quienes han sangrado por una guerra que no nos compete...

Mirumoto Tsukaru en lugar de reprochar su actitud a Tabezu, negó con la cabeza sonriente... Obviamente, había mucha complicidad entre aquellos dos hombres, y habían luchado muchos años antes de aquello...

- No te quejes Tabezu-san, todo estamos cansados y deseamos regresar a nuestro hogar, pero estamos cumpliendo con nuestro deber...

Disculpadnos...

Nunca nos dejaron demasiado claro el objetivo de las no demasiado gloriosas batallas, y mis hombres se tuvieron que enfrentar al desagradecido trabajo de separar a dos ejércitos.

No hubo cargas gloriosas, ni siquiera líneas de batalla claras... sólo órdenes confusas que cambiaban de un día al siguiente para poder detener a dos ejércitos dispersos que luchaban de maneras muy distintas... como parte del “proceso de paz” que de alguna forma nos ha convertido a los Dragón en el objetivo tanto de los Unicornio como de los Escorpión.

Isshin Akodo arqueo una ceja al escuchar los reproches del lugarteniente, lo miró de reojo un soldado en busca de gloria, no le podía culpar por ese deseo, siempre que esas ansias no se impongan al honor y al deber.

Quitando ese hecho la presentación fue de lo más habitual.

- Mirumoto-sam - dijo dando un paso y haciendo una reverencia.

- El Campeón Esmeralda nos mostró los distintos cargos que ambas familias han presentado ante las cortes, entre ellos se habla de veneno y otros delitos, vuestros soldados han encontrado alguna prueba de dichos delitos, animales muertos, cerca del campo de batalla, también de el uso de samuráis de otras familias,¿ hay alguna prueba de ello? -

 ​​​​​Habían cumplido con la cortesía, ahora era el  momento del deber.

- Nuestras tropas actuaron deteniendo el conflicto más significativo, y las escaramuzas fronterizas. Todos ellos eran soldados, bushi y shugenja de ambos clanes, luchando con odio y desesperación. Pero cuando llegamos muchos de los ataques principales ya habían ocurrido. Los crímenes más atroces ya habían sido cometidos.

Hubo contiendas en todos los poblados y cruces de caminos, las legiones se encontraban dispersas.. tuvimos que asistir poblado por poblado dando las ordenes del emperador de detener las acciones bélicas.

Los unicornio atacaban en legiones de caballería ligera poco numerosas y se apoyaban en la magia de sus shugenjas.

Los Soshi aprovechaban el terreno y los poblados para atacar desde las sombras, utilizando la magia de aire para nublar los sentidos...

No nos hemos dedicado a inspeccionar todos los poblados ni a investigar los asesinatos de Shiro Iuchi. Para conocer de primera mano los sucesos deberán investigar las localizaciones pertinentes.