Partida Rol por web

Pues si lo sabe o no, ya da igual. El daño esta hecho.

Creia que si lo sabias, si no ha sido una cabronada por mi parte XD

Suspiré, decidiendo ignorar la reacción del sirviente, me preparé y acabé decantandome por salir a dar una vuelta al mercado de la ciudad, ya que pensé que si iba a hacer un buen día de sol, no estaría de más disfrutarlo y relajarme un poco antes de emprender el viaje que en breve me esperaba.

Mientras doy unos pasos medito y recapacito así acerca de mi actuación. La conciencia del guerrero y la educación que he recibido me empujan a actuar según el código, y asumo que soy responsable de mis propios actos.
Decido regresar al castillo y disculparme con mi Daimyo, al cual después de todo debo ahora lealtad.

 Tras desandar el camino que te había llevado al mercado de la ciudad, vuelves a traspasar las paredes del castillo del daimyo. Allí, te saluda un sirviente, no era el mismo con el que habías hablado esa mañana, pero aún así compuso una mirada extraña al verte. Quizás tu actitud había corrido en boca de los sirvientes, si hay algo seguro en un palacio, es que mantener un secreto con un sirviente es más improbable que que un unicornio insulte a un caballo. O quizá simplemente, tiene esa mueca al ver a una samurai entrar armada al palacio.

-¿Qué desea, samurai-ko?

Trato de mantener una actitud calmada de cortesía y respondo pausadamente.

- Deseo tener una audiencia con el Daimyo. - contesto sin dar más explicaciones, ocultando mi insatisfacción al ver cuan rápido se extienden los rumores.

El daimyo está reunido. Tendrás que esperar a que termine y te llame- responde el sirviente secamente.

Te señala un rincón de la estancia donde esperar. En seguida pierdes la noción del tiempo, no sabes cuántos has esperado, pero tienes las piernas cansadas. No obstante, no prununcias ni una sola queja.

Pasada una eternidad,el sirviente se acerca a ti. Podéis pasar, samurai-ko. El daimyo os espera.

La ronin descorrió el panel y entró en la sala volviendo a cerrarlo tras de sí. Avanzó un paso y se inclinó a modo de disculpa, sin mirar al daimyo.-Sumimasen Jimbei-Sama, llevo mucho tiempo fuera de la civilización, la actitud anterior me avergüenza, por favor, teneis el derecho de retirar el regalo.-Kibaken no se movió ni un ápice, continuando en posición de disculpa.

¡Veo que aun te quedan muchos modales que aprender, como el de no hablar hasta que te den permiso!- exclama el daimyo con furia. ¿Cuantas muestras de provinciana ordinariez vas a hacer a lo largo del día? Iba a utilizarte como sierva, pero ahora veo que sería mas sencillo usar a un perro. Quizá debería darte órdenes con señales y a bastonazos para que aprendieras modales.

-Si tan molesta puedo ser, quiza debería intentar conseguir otro perro sacrificable antes de tres días, u olvidarse de conseguir más gloria para el clan a expensas de contradecir la voluntad del emperador.-Keiko se irguió con una mirada asesina en sus ojos.-Recuerde que no soy mas que una despreciable ronin. Iré a preparar mi viaje inmediatamente.-

¡Ya no eres una ronin!- exclamó el daimyo con furia. ¡Ahora estás al servicio del clan Mantis, asi que me obedecerás! Y lo harás dejando a un lado esos modales tan vulgares, puesto que es lo que se espera de un mantis. Obediencia y humildad es lo único que te pedí cuando entraste a mi servicio, asi que si no puedes obedecerme sin mostrarte tan arrogante, ¡lo mejor sería que cometieras Seppuku para limpiar tu verguenza!

No cometí seppuku cuando le fallé a mi familia, no pienso cometer seppuku por un daimyo insolente y egocéntrico.-Piensa Keiko mientras se arrodilla y saluda.-Iré a preparar mi viaje inmediatamente. Hay asuntos que requieren tiempo para planearlos-.

Cuando vas a salir, dos guardias de la puerta cruzan sus naginatas frente a ti, bloqueando la salida e impidiendote salir. El daimyo grita detrás de ti: ¡nadie te ha dado permiso para salir, cerda insolente! ¡No saldrás de esta sala a no ser que supliques perdón! ¡Si no lo haces, te juro que el emisario que envié a Otosan-Uchi lo hará con tu cabeza en una cesta!

Keiko se giró lentamente hacia el daimyo dando la espalda a los guardias, que quedaban a un palmo detrás de ella. Comenzó a hablar en un tono tranquilo y pausado, para nada nervioso.

-Vine precisamente con ese convencimiento cuando entré en la habitación.-hizo una breve pausa para que las palabras calaran bien en la dura moyera del daimyo y la tension se relajara un poco.-La segunda vez me arrodillé pidiendo perdón.-acompañó las palabras con una reverencia, lo bastante prolongada para que se diera cuenta que le respetaba.-Sin embargo su excelencia la primera vez me comparó con un perro y la segunda ni siquiera se dió cuenta debido a su ira. ¿Acaso un samurai no debe ser compasivo?, ¿no debe aprender durante toda su vida y muchas leciones se aprenden del silencio y la observación?.-Keiko volvió a inclinarse en un acto sumiso.-Le pido perdón por tercera vez, daimyo del clan de la Mantis, si mis actos y palabras no han sido bien interpretadas desde un principio.-

El daimyo se relajó y sonrió, satisfecho. Muy bien- dijo con tono calmado. Debes aprender que un samurái debe respeto, obediencia y lealtad a su señor. Y debes aprenderlo cuanto antes, por las buenas o por las malas. Ahora puedes retirarte, y pepárate para el viaje. Partirás el tercer día, al alba.

Keiko volvió a inclinarse reverenciando al daimyo, salió de la habitación marcha atrás y cerró la puerta. Al alba del tercer día-se dijo a si misma encaminándose hacia el maestro armero en la forja.

-Sumimasen maestro, dijo nada más entrar juntando los puños y haciando una reverencia. Ya sé que estais muy ocupado pero parto al alba del tercer día y aparte de las espadas también necesito una armadura y un arco, por supuesto con los colores del clan.-

El anciano armero te mira extrañado. ¿Una armadura completa y un arco, además de la espada, para dentro de tres días? Lo siento, samurai-ko, pero me exigís mucho. Me temo que en ese tiempo solo podré disponer de la espada, y tendre que trabajar dia y noche. Habia un leve tono de disculpa es u voz, pero aun así sabías que era imposible hacer lo que le pedías en tan poco tiempo.

-No disculpadme a mí, creí que tendríais algunas armas y armaduras sin usar, de repuesto.-Keiko dió la vuelta en el umbral de la puerta mirando al maestro de armas.-Estoy segura que no necesitaré ningún arma que no sea el filo de su espada, ni protección que no sea su guarda. Tal es su pericia en el arte maestro.- Keiko se inclina haciendo le una reverencia y sale en busca de alguien que le proporcione un caballo decente.