El Cisne Negro

Plano del Dirigible

El dirigible sale del  hangar y el capitán os pide con amabilidad que subáis a la góndola del mismo. 

- Bienvenidos al Cisne Negro. El dirigible más moderno de la Real Fuerza Británica. Disponen de laboratorio y librería, además de un par de salas donde podrán descansar y pasar el día. El dirigible dispone de enfermería y una sala de experimentación, ya que fue concebido en sus inicios para ascender a gran altitud. No hay ningún aeroplano que sepamos que pueda alcanzar la misma por lo que estaremos seguros en caso de que quieran atacarnos.

-¿Una sala de experimentación? -pregunté al capi, enarcando una ceja. -¿Experimentación de qué, exactamente? -miraba aquí y allá, paseando con mis compañeros, de la mano de mi amor. 

-¿Qué te parece, encanto? Sorprendente, ¿verdad? Espero que no se equivoque el capitán y no puedan alcanzarnos a estas alturas.

Me arrebujé un poco en el abrigo. Hacía frío. 

-¿Qué opináis, camaradas? -le eché una miradita a mi cuñado, que venía a decir que esperaba que no me pidiese más dinero en una temporada...Y le dio una de aquellas famosas palmadas en la espalda -Me han contado que te fue bien, eh, tahur!

La verdad es que no tenía miedo a las alturas, pero...algo inquieto sí que me encontraba...

 Observé la impresionante nave y pregunté al capitán:

 - ¿En caso de que hubiera que abandonar la nave por una emergencia, de que métodos dispone para que su tripulación se ponga a salvo?. ¿Paracaídas?.

 No es que me entusiasmara saltar de una gran altura desconocida, pero prefería no estar atrapado en un sitio y tener siempre una ruta de escape.

Había sido una noche fructífera. Mucho mejor que echarse a dormir o aburrirse como ostas, porque así tenía los bolsillos llenos de dinero de esos palurdos. Cuando me desperté, estaba agarrado a mi almohada y sabía que seguramente tendría una sonrisa tonta, la misma que mi hermanita había visto tantas y tantas veces, cuando las cosas me salían bien.

Pero claro, no por ello iba a estar despierto y con ganas de trabajar. Para mí, todo lo que fuese más temprano de medio día era un insulto a la humanidad.

Así que cuando nos presentamos delante del capitán, allí todo el mundo estaba demasiado feliz para mi gusto.

-Sí, sí, sí, capitán. Es estupendo y magnífico, y todo un orgullo, pero si pudiese darme algo para el dolor de cabeza se lo agradecería mucho -le dije.

Pero el capitán continuó diciendo las maravillas de su "Patito feo", como si no hubiera nada más. Estaba claro que aquel hombre necesitaba salir más a menudo.

-Rick me dio unas palmadas en la espalda que casi me saca el corazón por la boca, y le lancé una mirada irritada.

-Eh... sí, no fue mal, la verdad. Presas fáciles -le respondí. Entonces el capitán dijo eso de estar seguros... y casi se me atragantó la cena del día anterior -. Eh... bueno, yo... creo que ahora mismo lo que necesito es un paracaídas y un flotador, por si hiciese falta lanzarse con prisas. Y... que esté en buen estado, capitán. Porque no es como si no me fiase de su "Pato negro", sino que... eso de atacarnos no me ha dado confianza.

Hasta "Nombrededo" preguntó por una situación de emergencia. ¿Es que aquel hombre no se daba cuenta de que ese transporte era un peligro?

-Creo que prefiero ir en barco -comenté como si tal cosa.

Ardeth miró ceñudo al tremendo aparato. Parecía impresionado y parecía a punto de decir algo, cuando el señor Drac mencionó lo de escapar. Tras aquella pregunta, asintió con la cabeza, como si le hubiesen quitado las palabras de la boca.

- ¿Qué gas utilizan para llenarlo? ¿Hidrogeno o Helio? Y supongo que toda la tripulación es de fiar y que se ha revisado la aeronave. Un sabotaje en un trasto de estos sería...

Meneó la cabeza de lado a lado. Finalmente miró a Evelyn.

- ¿Seguro que no preferirías haberte despellejado las posaderas a esto? Ustedes los ingleses están locos.

El capitán ve que Jonathan le pide algo para el dolor de cabeza, suspira. Encima de que ha palmado pasta contra Drac y Jonathan tiene que curarle la resaca. Parece que quiere vengarse un poco por haber perdido y hace caso omiso de la petición de Jonathan. Notáis una sonrisa malévola en su rostro en ese mismo momento.

- Disponemos de paracaídas en caso de una emergencia extrema, pero por suerte también de un par de biplanos que van en el fuselaje del globo. Además de un par de artilugios creados que les mostraré en pleno vuelo... - mira a Rick - En realidad todo el dirigible es un laboratorio, se ha diseñado y construido para llegar a alturas nunca alcanzadas. La idea inicial era realizar experimentos de física y química a grandes altitudes, por eso hay una sala de experimentación. 

Escucha la pregunta de Ardeth, lógica por supuesto.

- Lleva en su mayoría gas helio. En los depósitos de gas interiores, los que están más protegidos lleva hidrógeno pero van recubiertos de una fina malla que previene la electricidad estática para evitar incidentes. El hidrógeno y las llamas no se llevan demasiado bien la verdad. 

Evelyn se mantiene callada, absorta en el dirigible.

El capitán se pone al timón y por radio ordena que apaguen todas las luces y se comience con la maniobra de despegue. Los motores se encienden con unas pocas revoluciones para no generar mucho ruido. El capitán luego os mira y sonríe mientras dice:

- Activar el mecanismo de ocultación en tierra. 

Si miráis en ese momento al exterior podéis ver como una espesa niebla se está formando en el suelo. La niebla como podéis observar no es natural, es como si fuera desprendida de la propia aeronave. El capitán sigue dando órdenes mientras el dirigible comienza a moverse y a coger velocidad

- Avante un tercio, ascendamos despacio. Techo de mil pies para empezar. Póngase cómodos caballeros y señora, será un ascenso tranquilo. ¿Alguna pregunta?

 Negué con la cabeza ante la pregunta del capitán, mientras observaba como se iba desarrollando el proceso de despegue con gran interés. Al mismo tiempo, hice caso y me puse cómodo, ya que lo mejor era tomárselo con calma y sosiego, aunque seguramente, por lo que ya sabía del inglés, Jonathan estaría muy lejos de esas emociones en ese preciso momento. ¿Como podían él y una mujer tan valiente y decidida como Evelyn ser hermanos?.

Desde aquellas cristaleras observé la "niebla" y como el mundo cada vez se iba haciendo más y más pequeñito. Me mantuvo pegado a las ventanas, admirando el despegue. Y la noche. 

-¿Sabemos si el enemigo dispone de un artilugio semejante? -pregunté, con aire distraído- Nos localizaron en una ocasión. Si su sección de espionaje es tan sofisticada, no podemos descartar que...bueno, nos estén esperando o nos intercedan en pleno vuelo. 

No las tenía todas conmigo. Presentía un viaje lleno, no ya solo de peligros, por supuesto, sino de descubrimientos macabros y situaciones ominosas. 

Ardeth se quedó en la zona del puente donde le permitieron estar, con una curiosidad genuina. Era obvio que estaba nervioso, pero quería ver toda la maniobra. Se acercó a Rick y murmuró...

- Es la primera vez que vuelo, Rick. ¿Tu crees que estamos seguros?

El suelo comenzaba a alejarse y a pesar de la oscuridad se podían ver formas y luces que iban perfilando la orografía del terreno.

- ¿Y que ocurrirá si nos encontramos con una tormenta?

-Amigo, uno no está seguro ni entre las sábanas de su propia cama. -guiñé un ojo hacia Ardeth.

- Pero estamos entre amigos, es lo que cuenta -añadí, con una sonrisa traviesa.- Si eso, no mires hacia abajo ni pienses en tormentas. 

Para mi desgracia, la aeronave empezó a tomar altura. No me hacía ninguna gracia tener que depender de un globo para no caer al suelo, pero por más que protestase sabía que nadie me iba a hacer caso, así que al menos procuré no mirar. Me entraban mareos en cuanto me fijaba en lo alto que estábamos, y cada vez más.

-Rick, lo de mirar hacia abajo... llega un poco tarde -le dije a Rick, fijando mi vista en aquella masa de tierra que cada vez estaba más lejos y también era menos visible a causa de la niebla que había aparecido.

Un reflujo amenazó con ascender desde mi estómago, así que en cuanto oí la voz del capitán, no lo dudé.

-Eh, sí, yo tengo una. ¿Los lavabos? Creo que necesito... vomitar un poco. No me gusta volar -dije, tapándome la boca con una mano, más que nada en previsión de que saliese el desayuno a través de ella.

Uno de los soldados os enseña vuestros camarotes y el aseo para que Jonathan puede desahogarse.

- Sobre las tormentas no se preocupe, llevamos un aparejo especial recubriendo el dirigible para evitar descargas y nuestra intención es volar sobre la tormenta.  Así que no se preocupe por ello, salvo que le toque bajar a mirar bajo las nubes que entonces sí que lo pasará mal... - tras eso el capitán ríe maliciosamente. Parece que hay un puesto de trabajo peligroso que es el de bajar a ver a través de las nubes. 

Sobre la pregunta de Rick hace una pausa y te comenta:

- Por lo que sabemos Mordavia no tiene tecnología similar ni de cerca, otra cosa es que pida ayuda a Alemania o a otros países. Ellos sí que podrían suministrarle algo similar. Pero según tengo entendido, sus relaciones son poco cordiales con los países de su alrededor, por lo que descartamos que posean un dirigible tan moderno como éste.

El dirigible se eleva entre la niebla que ha creado y posteriormente avanza a poca velocidad alejándose poco a poco de tierra firme. Las costa de Escocia queda atrás tras una hora de vuelo. Ahora estáis sobrevolando el Mar del Norte.

Las vibraciones que se sentían durante el despegue se han suavizado tras llegar a la altura de vuelo. El capitán os ha indicado que a media mañana os reuniréis en alta mar con un carguero británico que os servirá combustible y materiales que no se han cargado en tierra para poder despegar lo más ligeros posibles y así ser más silencioso el despegue. 

El mayordomo se presta a serviros en vuestras habitaciones si queréis descansar, se encargará él de llevaros lo que necesitéis y de facilitar vuestra vida a bordo del dirigible. También os comunica que no pisará suelo mordavo, por lo que en esas tierras solo viajaréis con los dos cazadores mordavos que os acompañan.

Podéis observar que los mordavos son gente atrasada, ya que están fascinados con el dirigible. Parece ser que también es su primer vuelo.

 Me encontraba en la biblioteca, leyendo un libro y bebiendo un whiskey con soda, mientras dejaba pasar el tiempo. Al mismo tiempo ojeaba de vez en cuando por la ventana, viendo pasar las nubes y admirando el hecho de que así es como deben de ver los pájaros el mundo cuando vuelan.

 Es una lástima que no hubiera más compañía femenina que una mujer casada, habría quien encontrase el viaje romántico y podría hacerse el viaje más ameno.

A veces Jonathan era un pusilánime. ¿A veces? Sería mi cuñado pero no acababa de encajar en mi vida, por muchos peligros que hubiéramos pasado, y sobrevivido, juntos. Que no era mal tipo, desde luego, hasta gracioso. Bastante payaso, desde luego.

En fin.

Yo no tenía tan claro que no nos tocase un combate aéreo. Aunque el capitán parecía seguro, por lo que decidí no discutir el tema. Ojalá Nathan tuviese razón.

La verdad es que me sentía un poco inútil sin nada que hacer. -¿Puedo ayudar en algo? Necesito actividad, me encuentro inquieto.

¿Y dónde diablos andaba my love?

El dirigible no tardó en estar en vuelo, haciendo que mi estómago empezara a dar señales de vértigo, señales que lo único que hacían era provocarme un terrible dolor de cabeza. Aun así, había que reconocer que se movía suavemente, como si fuese una nube que se desplazara lentamente por el cielo.

No pude tomar bocado en medio día, pero al final, tenía tanta hambre que con mareo o sin él no tuve más remedio que comer algo. Mientras lo hacía, veía a Rick dar vueltas como un león enjaulado. A él todo esto de esperar se le daba mucho peor que a mí.

-Tranquilo, cuñado. Seguro que antes o después entramos en acción y tienes tu oportunidad. ¿No quieres un poco de pollo frito? Te aseguro que está buenísimo -le dije, ofreciéndole un muslito.

Pero por su rostro estaba claro que lo que le apetecía era ir derecho a la lucha, correr, disparar, gritar... todas esas cosas que le hacían sudar tanto. Yo, en cambio, prefería mirar y si podía ser sentado en la mesa de un bar, pues mucho mejor.

-La verdad es que una vez te acostumbras, esto de volar no es tan malo. Quizás me compre uno de estos un día. ¿No crees que es un medio de transporte bastante interesante? Silencioso, elegante, tranquilo... mucho mejor que eso de ir en barco, moviéndose a un lado y a otro, ¿no crees?

-¿Lo dices en serio, Jonathan? -miré, incrédulo, a mi cuñado. -Esto no es un coche que lo guardas en tu garaje. No te niego que es todo eso que dices, pero me parece ostentoso y aburrido. ¿Te encuentras bien?

Le eché un vistazo de nuevo. Me empezaban a preocupar sus ideas cada vez más locas. Sin duda, el vividor nos iba a meter en más de un aprieto.