Partida Rol por web

Horas después, estabas durmiendo a pierna suelta en el tren hacia Hogwarts, bajo la atenta vigilancia de un par de aurores, que también acompañaban a otras dos muchachas. Ellas estaban sentadas aparte, alejadas, pero pudiste reconocerlas: las hermanas Blackwood, Werd y Nora. Solíais ser amigas antes. Ahora, bueno, demasiadas cosas han pasado, tal vez.

[Estación de tren de Hogwarts, 7 de noviembre de 2000]

Es cerca de mediodía cuando el tren realiza su única parada, la de fin de trayecto. La señora del carrito de comida y chucherías os ha alimentado como ha podido durante todo el viaje. Ha sido un recorrido largo, tedioso y distinto a lo habitual, cuando lo hacías con tus amigos, compañeros de clase y victimas múltiples. Al salir del vagón al exterior, te espera el gigantón de Hagrid que saluda con su alegría habitual. Las andanas están idénticas, como siempre. Exactamente igual que todo a tu alrededor cuando ves pasar el paisaje del camino hacia la escuela, sentada en la diligencia tirada por Thestrals. Nada ha cambiado, excepto tú, puede.

El semigigante intenta darte algo de conversación, junto con las dos hermanas, pero con escaso éxito. Bueno, Werd siempre tan diplomática contesta con elegancia y superficialidad. Muy propio de ella. La hermana pequeña se queda callada y encerrada en su mutismo.

-Bueno, señoritas, hemos llegado. Espero que la bienvenida que les den sus amigos sea bien cálida- os desea Hagrid mientras se baja y os abre la portezuela. Y ahí está tu entrada…

Después de la Furia, ¿qué hacías con los restos?

Volver a Hogwarts, aparentemente. 

Era extraño habituarse a aquel recorrido en Noviembre. A aquellas alturas del camino ya habría intentado convencer por quinta vez a Jules de romperle la cara con una bludger a alguien en algún partido, y Hagrid ya nos habría intentado confiscar a Cassia y a mí alguna botella de whisky de fuego que íbamos a usar aquella noche para inaugurar el curso. Werd normalmente también participaba, pero aquella vez Hagrid parecía ser más amigo mío que Werd. 

- Hagrid, eres buen tío -le dije a mi gigante y nuevo amigo mientras llegábamos al castillo-. Prometo no intentar quemarte la cabaña ninguna vez más. 

Posé mi mano sobre su brazo amistosamente y asentí. De nada, Hagrid. Siempre tuya. Y, tras el comienzo de aquella bonita y nueva camaradería, emprendí mi nuevo camino.

Ese nuevo camino, en concreto, significaba recorrer un par de metros hasta la entrada de Hogwarts. Volver a la escuela se me antojó extraño: exámenes, trabajos y estudiar en la biblioteca parecían recuerdos de hacía siglos. Pero luego pensé en los entrenamientos de quidditch, en los cigarros a escondidas bajo las gradas y en cómo trasnochábamos los fines de semana. En las fiestas clandestinas y en las excursiones al linde del bosque para ver quién se atrevía a adentrarse más. En Cassia y el Capitán. 

En Dariel. 

Aceleré el paso, dejando atrás a las hermanas Blackwood. Werd nunca hubiera soltado prenda sobre el motivo de por qué también comenzaba tarde, esquivando la pregunta con sus retóricas para gilipollas. Cuando me quise dar cuenta casi corría, y al llegar al Hall, entré como quien vuelve después de un domingo de resaca: con hambre, con fumera y preguntándome dónde coño estaban mis amigos. 

Estoy muy mosqueado, y no le quito el ojo de encima a Reed. Normalmente es al revés pero es que está empezando a tocarme seriamente los cojones, y no tengo humor para que me los toque nadie. Estoy seguro de que él tiene algo que ver con la desaparición de Lance. Y yo mismo. Bueno, el yo que no soy yo cuando duermo. Ese ente oscuro que habita en mi. Seguro que en estas ausencias Reed a verle, y eso me lleva a pensar que no puede estar muy lejos. Si pudiera fingir que soy el otro para hablar con él…pero con lo mal que se me da mentir, me pillaría enseguida.

Como yo también me había sentado en las filas de detrás de la clase porque no tengo cara ni atención para estar muy visible, Dariel aparece (tarde) y se sienta cerca de mi, así que sólo tengo que inclinarme un poco para susurrarle.

—Cada vez estoy más seguro de que… — señalo a Reed con un toque de cabeza — tiene algo que ver con la desaparición — mi parte en el asunto no puedo mencionarla, que nunca se sabe los oídos que están escuchando. Miro a mi amigo y a Levi, que ha llegado con él, supongo que no hace falta callarme porque él ya está al día — ¿Sigue en pie lo de ir a por él después de las clases? Si tenemos cuidado, igual podemos saber dónde va cuando falta a clase… Y torturarle hasta que hable — añado entre dientes, más bajo aún de lo que estaba hablando. Porque sí, me apetece además, sin usar la varita, darle de puñetazos en la cara y el estómago hasta que escupa todo lo que sabe acerca de lo que me está pasando — Bueno, y encontrar a Lance también, claro — añado, alzando las cejas. Bueno, no es que esa sea precisamente mi prioridad pero entra en el lote.

Al final de clase, es Daniel el que pregunta por el desaparecido, antes de que Iacomb le mande a clase. Astronomía empieza en diez minutos y a mi me gustaría saber si Reed también va a aprovechar para escaquearse. Recojo rápido mis cosas, sin quitarle el ojo de encima. Pienso ir donde él vaya, con la ayuda de Dariel y Levi o sin ella.

Entran a clase de Transformaciones y lo que Metho le comunica lo alarma enormemente. Y pronto Sullivan pregunta a propósito de ello a la profesora. - Ya veo. ¿Sabes quién se lo ha llevado? ¿Y a dónde? (1) - pregunta Levi inmediatamente.

(1) En voz baja.

Al hablarme Julian, me distraigo de los murmullos incesantes de Levi, que no sé qué le pasa (¿se habrá golpeado la cabeza durmiendo?) pero está más rarito de lo normal. Hago una mueca ante el comentario de mi mejor amigo. Lanzo una mirada hacia el sueco.

-Lo veo- respondo escuetamente. He intentado que no se ensuciara las manos más, pero veo que es imposible frenarle. Así que, si quiero mantener el control de la situación, es mejor que le acompañe. Al menos así sabré qué hace y pondré impedir que le pillen. O algo.

Afirmo con la cabeza. Mr. Damage Control, ese soy yo. Voy a decirle algo al rubio, pero sigue distraído con su conversación consigo mismo. Me está dando cada vez más mal rollo. Opto por escribir en su pergamino, en una esquina.

«Nos vamos de excursión cuando acabe la clase. Vente. ¿No querías saber hasta dónde llega la madriguera de conejo? c'est ta chance»

Después de eso le guarreo un poco más sus apuntes dibujando calaveritas y boñigas hasta que me siento satisfecho. Cuando termina la clase recojo a toda velocidad. Me quedo mirando la conversación de la profe con Daniel. Qué repelús me da el Prefecto Tejón, de verdad. Es demasiado... perfecto. Qué asquito me da. Me reiré en su cara cuando pete y se convierta en un psico-killer, porque los modositos perfectos son siempre los peores. Si lo sabré yo.

El unicornio purpureo da vueltas, revoloteando, alrededor de la cabeza de Levi, como mero divertimento y porque le gusta hacerse el interesante, básicamente.

-Si- contesta finalmente, tras pasarse un rato en silencio, sólo aleteando.

-Dos chicos. Les seguí un rato hasta que… - duda –me cansé y me fui a dormir- acaba bruscamente la frase. Lanza una mirada a su fila y suelta un suspiro de alivio.

El alto y sexy sueco se levanta al terminar la clase, recoge sus cosas con calma y se cuelga su mochila del hombro. Intercambia palabras con un par de compañeros de clase y se dirige hacia la salida del aula. Pero se lo piensa mejor y se acerca la profesora Iacomb.

-Prrofessora, en mmi antigua escuela essta materia no se daba. Voy flojo(?)- dice de forma insegura, con ese acento suyo tan marcado –Podrría ayud…arme?- le pide a ésta.

Las dos hermanas Blackwood, que podrían ser prácticamente mellizas, de lo mucho que se parecen, caminaron de forma modosita y elegante hacia el interior del Hall del edificio principal de la escuela, siguiendo los pasos de Stevie.

En el principio de las grandes escaleras de piedra espera a Stevie y las dos B. una mujer desconocida para las tres.

-Buenos días. Sois las nuevas alumnas de transferencia, ¿verdad?- les dedica una sonrisa perfecta y radiante la mujer –Soy la profesora Hanita Bakshi. Sed bienvenidas.

-Gracias profesora Bakshi- responde Werd con máxima corrección y una leve inclinación de cabeza. Muy propio de ella. Cuando levanta la cabeza lanza una mirada a Stevie, de “reojo”.

-Soy Werd Blackwood y esta es mi hermana menor, Nora.

La otra muchacha inclina la cabeza, respetuosa y tímidamente.

-Un placer- sonríe la profesora Bakshi –Y tú- dirige su atención hacia Stevie –Debes ser Stephanie Carson- su voz es cálida y amistosa, toda perfección y belleza cegadora. Esa mujer no podría relucir más porque es imposible. Fijo que es el terror de las noches húmedas de tres cuartas partes de los alumnos (y de sus pajas cuando están despiertos).

-Bien, la Directora Ramsbottom os espera en su despacho para daros los horarios, normas de la escuela y respuestas a vuestras dudas. ¡Será poco rato, tranquilas!- trata de no asustar a las tres chicas.

-Oh bien- dice Werd –Aunque Stephanie y yo ya habíamos estudiando anteriormente en Hogwarts. ¿Han cambiado muchas cosas?

El trayecto hasta el antiguo despacho de Dumbie se pasan profesora y Werd hablando como si fueran dos señoras tomando el té. Todo elegancia y sonrisas atenuadas.

Fue la media hora más aburrida y extraña del mundo mundial. Lo único que quedó claro era el horario, porque estaba en un papel y el material escolar y normas que estaban en otro. Todo lo demás fue un derrape mental cuesta abajo. Incluida la parte del Sombrero Seleccionador sobre la cabeza de Mini-B.

-Profesora Bakshi, ¿será tan amable de acompañar a la joven Carson y sumarla a la profesora Iacomb? Yo me ocuparé de llevar a las señoritas Blackwood a sus nuevas estancias.

Mientras te marchas con la Profesora Buenorra, oyes a tus espaldas un agradecimiento relamido por parte de Werd.

-Bueno, tendremos que dar un poco de vuelta, la profesora Iacomb está acabando su clase en estos momentos. Ella se ocupa de las chicas de Slytherin, junto con el profesor Slughorn- le explica la profesora Curvas Perfectas –Ella es quien te llevará a los dormitorios para que te instales. No te asustes. Puede parecer un poco brusca, pero es una magnifica persona y mejor profesora- dice ésta, en plan educadora preocupada por sus alumnos. No tiene ni idea de quien tiene delante…

Profesora y Stevie llegan al final de la clase de Transformaciones cuando los alumnos ya han empezado a salir del aula. Así que aquí es donde han estado todos metidos, ¡que ofensivo!

La profesora Bakshi entra, instando a Stevie a hacer lo mismo. La profesora Iacomb está hablando con dos alumnos rubios a la vez, uno lo conoce: Daniel, el otro, el buenorro no. Entre las mesas, recogiendo sus cosas están Ellos. SUS AMIGOS.

No me mola nada que no esté Reed, y de hecho cuando aparece tarde para Transformaciones no puedo evitar ponerme en modo paranoico clavando la mirada en él. ¿Los rumores? ¡Ahora mismo no me importan! Me importa que April está entera (aunque seguro que me odia un huevo pero eso ya lo solucionaré) y Reed apesta a estrés; ¿por qué? No me parece el tipo de tío que se agobia por protagonizar rumores, la verdad. 

Julian ha vuelto, Dariel aparece con Levi... ¿Qué es, entonces? Empiezo a comerme tanto el tarro que pierdo deprisa el hilo de la clase. Si yo fuera un nórdico rarito, creepy y metido en meollos oscuros como una "herramienta", ¿qué tipo de cosas haría dentro del castillo?

La clase se acaba sin que haya tomado más que cuatro apuntes vagos ni haya llegado a ninguna conclusión. Y a mí me entran los agobios: quiero hablar con April, pero ahora debe tener el cabreo de una mona y no soy tan tonta ni tan novata; me tocará protegerla de lejos, a lo stalker. ¿Pero no será más seguro limitarme a Reed? No, no cuela, se queda hablando con la Iacomb. Dan también ha ido. Dariel está intentando llevarse a Jules, así que a mí me toca saludarle de lejos y sonreírle, que vea que estoy contenta de verle entero. Escojo procrastinar, porque total no tengo clase ahora.

— ¡¡STEVE!! —¡vaya sorpresón! Pensaba que estaba alucinando, pero no soy la única que se queda pasmada al reconocerla allí, en la entrada de la clase. Dejando mis cosas atrás corro, apartando a la gente de mi camino sin problemas, y me lanzo a abrazarla. Primero porque es MI perra, y segundo porque prefiero darle el estrujón antes de que le contaminen la mente con eso de que se me está yendo la cabeza y que me invento cosas. — ¡¿DÓNDE ESTABAS METIDA?! ¡¡No sabes las cosas que te has perdido!! Anda, que ni escribir una jodida carta...

Salgo del baño del primer piso después de más de veinte minutos sentada en el retrete, pensando. ¡No he llorado! Solo... pensando.

No tengo ganas de ir a clase, puedo permitirme faltar y tengo cero ganas de escuchar más cuchicheos, aunque es inevitable ver de reojo a algunos niñatos señalándome o hablando en voz "baja" cuando paso, pero lo ignoro con toda la dignidad posible.

Al final, me decido por volver a las mazmorras y dirigirme a la Sala Común, que debería estar vacía. Aunque igualmente tampoco pienso quedarme ahí, mi intención es volver a la habitación y encerrarme durante todo el día y luego ya veré.

De vuelta a la Sala Común de Hufflepuff, subo a mi habitación para asegurarme de que Okazaki no se haya quedado simplemente dormido y que nadie nos hayamos dado cuenta. Como es tan pequeñito... ¡Igual nadie le ha visto porque está entre las sábanas! Pero no, la cama está hecha y no hay ningún bulto debajo, se habrían quejado después de haberme tirado sobre la cama.

— A ver, piensa. Si fueras mitad japonés y mitad americano, ¿dónde irías? —hablo en voz alta, para mí mismo. Aunque luego miro a Descartes. — ¿Tú dónde irías, Met... digo... Descartes?

Entonces me llama la atención el baúl de Okazaki. ¿No decía Sigma algo sobre un objeto de su baúl?

— Hmmmm... —dejo escapar un suspiro y me cruzo de brazos, preguntándome si estará bien revisar el baúl de un compañero sin permiso. — Definitivamente es mal karma... pero es peor dejarle perdido, ¿no? Sí, supongo que sí. Yo también lo creo, Descartes. Después nos daremos un buen baño para eliminar todo el mal rollo, unos petillas y quizá unas carreras por los Jardines. Sí, sí, eso haré.

Decidido ya, me arrodillo frente al baúl de Okazaki para abrirlo y buscar ese objeto "raro" que decía Sigma.

Qué va, imposible concentrarme en otras cosas que no sean: visiones, Akio, Lance, la posesión del Capitán de Slytherin… Toda la información baila y baila en mi cabeza y me impide incluso pensar con claridad. No puedo con esto. En serio, quien me haya dado este poder, que se lo lleve y se lo de a otro u otra que sepa aprovecharlo porque yo no.

-Creo que me estoy volviendo loca… - bufo, para nadie en verdad, o para Mack que está sentada a mi lado. Aprovechando que la clase están ya a punto de terminar, doblo la espalda hasta dar con la frente en la mesa – En serio, voy a acabar como la Trelawney, y yo tenía otros planes de vida.

Y con todo, siento como si en mi cabeza hubiera una cuenta atrás. Tic, tac. Si “los malos”, sean quienes sean, tienen a Lance, estamos jodidos. Es cuestión de tiempo que le saquen la información de dónde está ese objeto tan preciado que buscan, el que su padre quería esconder. Tiene pinta de ser algo poderoso y en malas manos… Joder.

Alzo la cabeza para mirar a Crautchin. Desde que Cassia me contó “lo suyo” es como que me he obsesionado un poco y es cierto que aunque nunca fue el Rey de la fiesta, está un pelín desmejorado. Y no sólo lo digo por esas ojeras que arrastra, sino también porque parece un total amargado. ¡Hasta canceló un entrenamiento del equipo de quidditch de Sly! Eso lo sé por Mack, que se entera de todo relacionado al deporte y me lo cuenta. Y yo, que la aprecio, pues la escucho.

-Tenemos que hacer algo – digo, de nuevo para Mack, antes de ver como… Ostras, ¿esa es Stevie? ¡Wow! ¿Qué hace aquí? Cassia enseguida se lanza a saludarla, e imagino que eso harán muchos de los Slytherin así que yo ya lo haré cuando vaya estar menos liada. Quizás no me vendría mal escaparnos como antaño a fumar a la Torre de Astronomía…incluso igual me vendría hasta bien. Vuelvo a centrarme en Mack – En serio, tenemos que hacer algo. Y vas a decir “¿cómo qué?” pero a mi se me están agotando las ideas… Y encima de la conversación con Akio no saqué nada – me muerdo el labio.

No he sentido ansiedad en mi puta vida, pues nada me ha afectado realmente tanto pero ¿y si termino como la Trelawney? ¡O peor! ¿Y si no consigo interpretar bien mis visiones y terminan ocurriendo cosas horribles por mi culpa?

“Mente fría. Mente fría”, me digo para mi misma. En frío siempre se piensa mejor.

-Vale, deberíamos… ¿Y si hiciéramos como una especie de…esquema? – le propongo a Mack – Donde apuntar e intentar unir todas las piezas que tenemos de este jodido puzzle. Quizás así consigamos sacar algo o al menos saber por dónde seguir buscando…