Partida Rol por web

La dragona no dijo nada, al menos hasta que Valeric dijo que los vio a ella y a Rhegor. La mujer cerró los ojos apretando los labios, sintiendo un nudo en su pecho.

—No tuve oportunidad de hablar contigo, no con todo lo de la prueba, por mucho que quisiera— se excusó —. Espero que te valga, por muy vano que suene. No tuve opción... ahora sí— lo miró a los ojos.

No obstante, reflexionó sobre lo que su tío dijo. Ahora las cosas eran distintas al fin y al cabo, siendo ella la cabeza de la Casa, su palabra era la ley. No debía supeditar su voluntad ni sentimientos al egoísmo de Rhegor, por mucho que lo amara.

Arqueó una ceja cuando Valeric dijo que se había divertido con ella, pero no pareció molestarse. No obstante negó con la cabeza ante su pregunta.

—Realmente quería saber hasta qué punto sabías de la traición y locura de padre, y de Cassandra— dijo, más seria, incorporándose para coger una botella de su licor favorito y servir dos copas de cristal, ofreciéndole una a su tío —. Hay otro asunto también, pero ése en particular me preocupa, y necesito estar segura de quién puedo tener a mi lado... y a quién debo descartar— añadió, bebiendo un sorbo de su copa antes de volver a sentarse —. La muerte de Royland ha sido una gran pérdida, en varios sentidos. Pero seamos fríos y lógicos: los huevos de dragón robados por una zorra para entregárselos a los ghiscari... es un grave asunto.

Tu Estatus pasa a 6, tu Voluntad a 4, puedes gastar 1G a voluntad, y 4B como gustes. (respetando las normas de juego)

Podía decirse que la pregunta en si, tomo por sorpresa al Señor de Rocadragon, que se quedo sin expresión alguna, pensando en que decir, u ordenando sus pensamientos. Sin embargo, como criatura social que era, como buen valyrio, se recupero rápidamente.

Quizas, lo que traje sea la respuesta a lo que preguntas. Sabia de la existencia de Cassandra, claro, pero pensé que era un juguete de tu padre. El era afin a esas cosas. – dejo un morral húmedo en la mesa, pero el interior estaba sellado - Fue enviado en Barco a Rocadragon y no llego hasta que volví a mi morada. Sé que es, pero no tengo permitido leerlo. Sin embargo, repito, sospecho algo de lo que allí se escribe pueda resultar esclarecedor. -

Si lo abría, vería un tomo pesado, grande y escrito en valyrio en su lomo, con la portada de pequeñas escamas de dragón. Su titulo, Señores del Dragón de Targaryen, escrito en el lomo, y en la portada, con letras de oro.

A pesar de que era un libro enorme, solo una muy pequeña parte estaba escrita, y la primera empezaba por Sadric Targaryen, su abuelo.

El se retiro unos pasos, por si deseaba leerlo con calma. Ire a por esclavos que se ocupen de Llamahueso, mientras vos lo ojeáis con calma.

Vyserya se acercó a la mesa para ver el contenido del morral, sorprendida al ver el grueso tomo en cuanto lo abrió, extrayéndolo con cuidado, como si de un huevo de dragón se tratara.

-"Señores del Dragón Targaryen"- leyó en el título, deslizando suavemente sus dedos por la portada antes de mirar a su tío -. Aún tenemos cosas que hablar, pero debo dejar lo personal a un lado por el momento. Quédate unos días- le dijo al ver que se retiraba. Vyserya quería hablar con él de otro asunto, pero ahora su atención estaba en el libro.

Valeric se envolvió en la capa humeda, antes de salir a por los esclavos.

- No se preocupe Señora Vyserya. Luego de dos cabalgando a Dragón, pasando a través de tormentas, y oliendo a montura, no me iré de inmediato, estaré una temporada aquí. Además, Llamahueso requiere descansar también. Ha sido un viaje… largo en esta época -

Eso le dio tiempo a Vyserya de chequear el libro, era antiguo, tenía ya algunas décadas, y en el interior podía leerse algunos pasajes, tanto de su padre, como de su abuelo.

El tiempo paso, mientras ella iba ojeando las paginas, cerca del fuego, en aquella noche extremadamente lluviosa. El ruido de la lluvia contra el vidrio de su habitación caía permanentemente.

De pronto, sintió una caricia que no era tal, en su espalda, como un cosquilleo. No habia sido sobre ella esa sensación agradable, y luego escucho, como subía por las escaleras hasta su despacho, Valeric. Obviamente habían pasado algunas horas, sin que ella lo percibiera, y en su regazo, del tamaño de un perro mediano, estaba acurrucado el dragón de Vyserya, cuyas escamas amarillas se entremezclaban con otras blancas y doradas, salidas hace poco. Nadie tocaba su dragón, primero por su mal carácter, y luego por qué no se atrevían, pero parecía bastante a gusto con su tio. Este, acariciaba la nuca de la criatura, gesto que en la distancia era lo que había sentido hacia poco.

- Es la hora de la Cena, Señora. Me llamo la atención que no bajarais. He pedido que la traigan aquí a vuestros aposentos. ¿Tan apasionante fue la lectura? -

Aunque no lo demostró, la dama Dragón se sintió aliviada de saber que Valeric se quedaría un tiempo en la torre —Descansa, pues— dijo, girándose antes de que él se marchara —. Valeric...— sus ojos violetas buscaron los de él —me alegro de que hayas venido— fue lo que se atrevió a añadir, guardándose lo demás y volviendo su atención al libro de los Targaryen.

Las horas pasaron, Vyserya inmersa completamente en la lectura, a veces sentada en la butaca junto al fuego, a veces en el diván cerca de la ventana. La Señora Dragón descubría así la historia de sus antecesores, sobre todo de su abuelo, que probablemente fuera la que más le llamó la atención. Respecto a su padre, Vyserya tenía sentimientos encontrados, pero al final había sido él mismo el que se condenara al querer llevar solo el peso de la Casa.

La dama guerrera encogió los hombros al sentir la agradable caricia, llevándose la mano al inicio de su espalda y girándose confundida, pues allí no había nadie. Entonces escuchó los pasos y dejó el libro para acercarse al despacho. Al ver a Valeric con Rhaennis en su regazo, Vyserya sonrió con ternura, aunque arrugó el ceño sin perder la sonrisa, extrañada ante el comportamiento del dragón con su tío. Entonces, al ver que le acariciaba la parte de atrás de la cabeza a la sierpe, la Señora Dragón llevó su mano a su propia nuca, comprendiendo qué pasaba.

—Así que a esto se refería el abuelo— murmuró acercándose —. Ahora lo entiendo— añadió —, por eso deja que te acerques tanto, más que nadie, incluso— hablaba de forma enigmática, pero ciertamente Rhaennis era un reflejo de la guerrera: fiera, indomable, amenazadora... y sólo dos personas, a parte de ella misma, podían llegar a tocar a su sierpe. Las únicas dos personas a las que Vyserya amaba.

El valyrio siguió acariciando al dragón, que ya no era pequeño, causándole sensaciones agradables a ambas, ahora tal vez más a consciencia.

- Ah, hablas del “Lazo”. ¿Lo sientes también? Afecta a cada uno diferente. Ederic era quien más fuerte tenía el lazo con su dragón, aunque nunca tuvimos uno de estos dorados en la familia. En todo caso, está hambrienta.- Le dio algo de carne, cocinada, pero aun chorreante de sabrosa grasa, y la dragona no dudo en ingerirla de un bocado. El mismo se lamio los dedos, comprobando lo rica que estaba, al tiempo que se limpiaba algo de sangre que los filosos colmillos del pequeño monstruo le habían abierto en una herida.
La Lluvia seguía golpeteando fuerte, como si un ejército de pájaros diera con sus picos contra el cristal.
- Tal vez sabe en quien puede confiar, y en quien no, en este mundo de sombras y fuego. – y agarro otro bocado de carne, y se lo ofreció a Vyserya. No se lo ofreció con un cubierto, ni se lo dejo disponible, se lo ofreció directo a su boca, dejándoselo cerca para que pudiera olerlo, la carne asada con ciruelas inundo sus sentidos, al tiempo que el clavaba su mirada purpura sobre la mujer, acto seguido, antes de que pudiera morder o rechazar, el mismo mordió el trozo de carne mientras sonreía divertido. -

Vyserya asintió, tomando asiento en la silla de al lado -Sí... creo que sí- se abstuvo de decirle que sentía sus caricias, aunque Valeric pudo ver la piel erizada en la línea de su mandíbula por las sensaciones compartidas con su dragón -. No es la única con apetito. ¿Cuánto tiempo ha pasado?- dijo, girando la cabeza para mirar el escritorio, antes de volver a posar sus ojos en Valeric, arqueando una ceja ante el ofrecimiento de carne. Fue a tomarlo, pero él se lo impidió, así que la señora dragón acercó su rostro para probar ese bocado... que su tío y vasallo le negó -¿Te diviertes jugando conmigo?- susurró, tomando ella misma un trozo de carne del plato para degustarlo. Sí, estaba hambrienta sin duda.

-El dragón de tres cabezas, ni más ni menos- dijo la guerrera, cogiendo otro trozo de carne para su dragón -. ¿Cómo saber si se refiere a Rhegor, Eraenya y a mí, ahora que el mellizo ha desaparecido, o... a otros tres Targaryen?- pensaba obviamente en su tío, en quién confiaba más que en la pequeña víbora, incluso a veces, más que en Rhegor.

Valeric a diferencia de Vyserya, se quedo de pie, alimentando al dragon que estbaa en su regazo y regalándole una ocasional caricia, lenta, sobre su espalda. Si el dragon no estuviera distribuido en su cuerpo, seria quizás demasiado pesado para llevarlo con comodidad.
Que Vyserya estuviera dispuesta a recibir carne directamente de los dedos de Valeric dijo mucho de Vyserya, y de su disposición hacia él.

- Unas cuatro horas. – dijo esta vez acercando la comida a su boca, y dejando que la agarre, claro que para hacerlo hubo de chupar un poco los dedos del Targaryen.

Noto como aunque intentaba disimularlo, ella insistía en hablar de otros temas que no fuera la ballena en la habitación, haciéndole preguntas para ganar tiempo. ¿Estaba intentando juntar valor para lo que venía?

- Ah, el rumor. No lo sé, nadie lo sabe. Sin embargo, si me preguntas a mí, creo que es por generaciones. O tal vez, quienes comparten el mando deben ser tres. Lo siento es una de las desventajas de la silla grande y de llevar el destino de la familia en sus hombros. –

Tras decir eso, dejo que el dragón cayera al suelo, despacio, este lo miro, ofendido un rato y se fue a buscar el calor del fuego. Con Vyserya de espaldas, sin pedir permiso alguno, la tomo del cuello, y empezó a masajear este y sus hombros, desprendiendo algo del vestido para poder hacerlo y aligerar la tensión que ella tenía. Tras escuchar algunos sonoros “cracks”

- ¡Bien! He viajado durante dos días soportando el frio, tres tormentas, y muchas pero muchas ganas de compañía. Así que si me disculpas, iré a alimentar a Llamahueso, y luego ire a descansar. - se separo de ella y se encamino hacia las escaleras que llevarían a la terraza, donde estaba descansando su dragon blanco. – Por cierto, os he traido un regalo -

Y empezó a subir las escaleras.

La señora dragón aceptó la nueva porción, sujetando la mano de Valeric y mirándolo fijamente a los ojos mientras sus labios se cerraban en torno a la punta de los dedos de él. 

-Es complejo, porque sigo sin fiarme del todo de Eraenya- reconoció -. No puedo evitar verla como una amenaza, para mí y para mis futuros herederos, si los dioses tienen a bien concederme alguno- añadió, desviando la mirada hacia el fuego.

Entonces Valeric dejó a Rhaennis y se acercó por la espalda de la guerrera, posando sus manos en su cuello y hombros. Vyserya apoyó una de sus manos, la que lucía el anillo que él le había regalado en el meñique, sobre las de él, girando el rostro para mirarlo, pero no dijo nada y terminó por apartar la mano, permitiendo que su tío la masajeara para destensar sus cervicales, gimiendo cuando hizo crujir algunos tendones y huesos.

-Gracias- musitó tras el masaje, mucho más relajada -. Puedo ordenar que te preparen un baño caliente si lo deseas- ofreció, teniendo aún esa espina en su pecho que no se atrevía a sacar todavía. Pero tendría que hacerlo, más temprano que tarde.

Vyserya entonces se levantó para ver su regalo, sonriendo al ver que su tío no había olvidado su color favorito. Eran esos pequeños detalles los que la llenaban. No obstante, al ver el collar arqueó una ceja, intrigada, intentando pensar en el significado que tenía.

Si Valeric aceptaba el baño, ordenaría a los sirvientes que se lo preparasen "para ella" en su dormitorio, pues Vyserya sabía que no podría dormir sin sacar lo que tenía dentro.

El Señor de Rocadragón asintió al baño y se cubrió con su capa, llevando consigo un balde con el cual alimentar a su criatura. Si bien en la Torre había quienes podían hacer ese trabajo, Valeric era de quien le gustaba hacerlo el mismo, revisando también el cuerpo del dragón para confirmar que no tuviera herida alguna.
Finalmente, tras jugar un poco con la enorme bestia, que según los parámetros de la misma Valyria era una criatura ágil, de tamaño mediano.
Finalmente, bajo para darse el baño, algo extrañado de ver que lo guiaban a las habitaciones del Señor, mejor dicho de la Señora, pero siguiendo el destino que la Señora de la Torre decidiera para el.

-Espero que no te importe- dijo la señora dragón cuando Valeric regresó, despachando a los esclavos para que los dejara a solas. Sabía que alguno podría irse de la lengua, pero confiaba en la discreción de Lena y ya hablaría con Tyrus al respecto en su debido momento -. Quítate la ropa- imperó aunque su tono era calmado. Las tornas habían cambiado y, al final, ella tenía ahora más autoridad.

Vyserya sirvió dos copas y dejó una en una mesa junto a la bañera, que era la más grande de la torre. La mujer no desvió la mirada mientras él se desvestía, observando el cuerpo del único hombre que había logrado sembrar dudas en ella, quizá algo tarde, pero las suficientes para trastocar todo su mundo. En sus ojos violetas había deseo, en su pecho un nudo que necesitaba aflojar.

-Valeric, necesito saberlo. Sin adornos, sin tapujos... sin mentiras- soltó de pronto, aunque él siempre había sido sincero con ella-: ¿qué es lo que sientes por mí?- lo miró fijamente, queriendo leer su rostro. Y el señor de Rocadragón pudo ver, a pesar de la seriedad de su rostro, una sombra de miedo en sus ojos ante la expectación de su respuesta.

Al ver que los sirvientes eran despachados, el comenzó el proceso de quitarse la ropa, lo cual fue confirmado por la Señora del Dragón. La capa y la camisa se desprendieron, mostrando el torso lleno de cicatrices tanto de cortes, como quemaduras, y es que los Valyrios no eran ajenas a estas, solo más resistentes. Siguió con los pantalones, y el taparrabos, hasta quedar completamente desnudo.

- Si despachaste a los esclavos, y me haces bañarme frente a ti, lo menos que puedes hacer es ocuparte tú misma de enjabonarme, Vyserya. -

Su pecho y piernas también tenían evidencias de batallas y escaramuzas, y de tener un severo entrenamiento que hacía que sus músculos bien formados quedaran a la vista. La sola visión del cuerpo de Vyserya, aun vestida, había hecho que su hombría tomara tamaño y forma y si bien no estaba aun erecta, estaba manifestándose.

- Siempre he sido directo contigo, Señora del Dragón. Un poco de Ira, algo de dolor por lo que ocurrió, creo que podemos decirle rencor, una pizca de decepción, y mayormente deseo, con algo de intriga de porque estoy aqui.-

Dijo tirando los blancos cabellos hacia atrás.

-He despachado a los siervos para hablar tranquilos- dijo ella -. Será rápido, luego los hago regresar pero, por favor, que eso no te prive de sumergir tu cuerpo en el agua caliente- añadió, pues no iba a ceder tan rápidamente, bastante vulnerable se sentía ya ante su tío.

Vyserya aguardaba expectante la respuesta de su tío, pero cuando esta llegó, arrugó ligeramente el ceño y desvió la mirada, decepcionada. Comprendía la frustración y la rabia, incluso el rencor, pero confiaba en que hubiera algo más fuerte que eso.

-Iré al grano, entonces- dijo mucho más seria, rígida incluso, aunque su mirada mostraba que estaba dolida -. Necesito un heredero, Valeric, pero ya no soy tan joven y Rhegor se pasa demasiado tiempo fuera. Y antes que acostarme con cualquiera... prefiero hacerlo contigo. Sé que es injusto que te pida esto, y que estaría engañando a mi esposo, pero eso tiene solución: al pasar un año, si aún lo deseas, quisiera tomarte como segundo consorte para que tú también tuvieras un heredero legítimo- propuso, ocultando sus verdaderos sentimientos en pos de la Casa -. La elección es tuya, Valeric- añadió, sentándose y desviando nuevamente la mirada mientras sentía su vientre removerse, llevando su copa a sus labios para que no se notara tanto que estaba apretando la mandíbula.

Al negarse Vyserya, negando con la cabeza, el señor de Rocadragon empezó a pasarse la esponja por sí mismo, enjabonándose ligeramente, y luego mojándose con un recipiente pequeño.
Escucho sus palabras dándole la espalda a Vyserya, y cuando se giro hacia ella, la erección que tenía era notable, a tal punto que podía rivalizar en rigidez con la lanza del valyrio, y ahora apuntaba a la Señora de la Casa. Ella tampoco habíase sincerado realmente con sus sentimientos, como había pedido, tal vez por eso las palabras que salieron de su boca fueron las siguientes, a través de la mueca de media sonrisa característica

- De modo que Rhegor ha intentado preñarte durante todo el año sin éxito, y ahora recurres a mí, con un premio que ya me habías prometido, tenias en tu alcance cumplir, y no lo has hecho y otra vez me lo pones como cebo. Porque no nos engañemos, Vys, nunca lo harías con un sirviente, tampoco lo harías con los débiles primos de los territorios de la villa, solo con tu sangre. Eso nos deja al pequeño Ereanor, y a mí. Y aunque lo eligieras a él cosa que dudo, no está disponible, entonces debo ser yo. -

Cada palabra fue avanzando hacia ella, que sentada, no pudo menor que notar que el miembro de Valeric estaba muy cerca de ella, al alcance de su mano, apuntando en su dirección. Desde luego, la confianza de Valeric en sí mismo no era pequeña, lo mismo que su ego

- No voy a dilatarlo más, Ire al Grano: Acepto, con una sola condición, que nos dejara a ambos satisfechos. En las situaciones de procreación, no serás la señora del Dragón de Targaryen, serás tan solo mi amante, y obedecerás mis… peticiones. -

Vyserya lo observó mientras se bañaba. No podía negar que se estaba decepcionando con las vistas, posando sus ojos en el trasero de Valeric cuando le dio la espalda. Tardó en darse cuenta de que estaba sonriendo para sí, carraspeando luego para serenarse.

Verlo con el miembro erguido la hizo tragar saliva, pero intentó mirarlo a los ojos. De hecho, la expresión de la dragona se endureció tras las palabras de él.

-No puedes estar más errado- dijo mientras Valeric acortaba distancia -. Eres astuto, tío... sólo tienes que dejar el rencor a un lado y leer entre líneas- lo amaba, maldición. Volverlo a ver había reavivado lo que podría considerarse un capricho o un "cuelgue" pasajero... pero no lo era. No, Vyserya se había enamorado de él y sólo recibía veneno -. Podría buscar un consorte entre las otras casas, pero te lo estoy proponiendo a ti a sabiendas de que es algo que Rhegor no quiere, pero estoy dispuesta a correr el riesgo porque...- apretó los labios, cerrando los ojos. Negó con la cabeza, no quería decir más.

Volvió a abrirlos cuando él dijo que aceptaba. Su mirada violeta teniendo que sortear la palpitante hombría para no sucumbir, pero también porque necesitaba que él viera que no era sólo deseo lo que sentía. 

Vyserya bufó y se incorporó, quedando frente a él, sus pechos casi tocando el del señor de Rocadragón -No seré tu esclava. No lo seré de nadie- masculló entre dientes -. O me aceptas y me amas como igual, o no hay trato- no se doblegaba ante nadie, ya lo había hecho ante Rhegor a costa de sus sentimientos y, tras ver a Valeric irse durante la elección, se juró que no volvería a pasar.

Valeric lanzo una carcajada, de aquellas que le hacen a uno tirar la cabeza hacia atrás.

- No deseo que seas mi esclava Vyserya. En absoluto. Dicho esto, hay una lista de cosas perversas que deseo hacerte, y que creo que disfrutaras, si no dejas que tu estúpido orgullo se interponga. – dijo – Y tal vez debas saber que te amo. – dijo si fuera lo más normal del mundo.

Luego, la tomo de la muñeca, no con fuerza, para sacarla afuera, no al balcón, no a las habitaciones inferiores, si no a la terraza, por medio de las escaleras, donde la lluvia no tardo en empaparlo desnudo como estaba, y a ella. Un rayo cayó a lo lejos, iluminando todo el firmamento y dejando ver por un segundo que enroscado a la torre estaba Llamahueso, como si un felino se tratara. La acerco a la cintura, dándole un beso frente a toda la ciudad del Feudo Franco aunque nadie estuviera ahí la vista para verlos. Las manos de el no solo la sobaban si no que buscaban como deshacer los cierres de su vestido.

El pelo de Valeric ya era una mata pesada por la lluvia, y las manos de el empezaron a quitarle la ropa empapada a ella, pegada contra su cuerpo, desnudándola con cierta rudeza, desnudando el torso de Vyserya.

- Vamos a empezar ahora mismo. Acércate al Dragón y elije la posición que desees. –

Cerca del dragón blanco, había algo extraño, la lluvia lo mojaba, como a todo, pero el lagarto emitía tal calor corporal que a unos veinte centímetros de su cuerpo había calor y el la lluvia se evaporaba, causando que en su cercanía no la afectara el frio de la tormenta.

-Orgullo- Vyserya lo miró divertida -¿Llamando negro el cuervo al granjo?- preguntó, siendo obvio que no era la única orgullosa -Tú asegúrate de no dejarme marcas, al menos mientras debamos hacer esto con discreción- añadió, pues hasta que se desposara con él, salvo que el Senado le impusiera otro esposo, nadie debía saberlo.

Aceptó que la tomara de la mano, aunque se detuvo en seco cuando dijo que la amaba. Entonces Valeric pudo ver un rostro muy diferente en su sobrina, una mirada luminosa y una sonrisa tierna mientras ella le acariciaba la mejilla con afecto -¿Tanto te costaba empezar por ahí?- susurró, antes de dejarse guiar por él.

El cambio de temperatura erizó su piel, haciéndola estremecerse bajo la lluvia que adhería su vestido a su piel, así como sus cabellos de plata caían empapados por su espalda. Sin embargo, las vistas bien lo merecían. Vyserya sonrió de medio lado ante la ferocidad de la tormenta al tiempo que Valeric la atraía hacia él y la besaba. La dragona lo correspondió sin dudarlo, los recuerdos de aquella primera vez retornando a su mente mientras él le quitaba las vestiduras.

Vyserya se acercó entonces a Llamahueso, con respeto, acariciando a la sierpe a un lado de la cabeza para comprobar el calor que emanaba de la hermosa criatura y que aceptara la cercanía de la propia Vyserya. Buscó un lugar para acomodarse donde el dragón se lo permitiera, aunque al sentarse notó que el suelo estaba frío, estremeciéndola brevemente, sus pezones marcados como si pudieran cortar el cristal.

Valeric la vio alejarse, palpar y jugar con el costado del cálido dragón, sentir la tibia neblina que se generaba en su cercanía, y sentarse en el húmedo y frio suelo del exterior de la torre.
El se tomo su tiempo para acercarse entre la neblina y observarla, sentada, mientras él seguía en pie, la erección que no había bajado ni un ápice, apuntando a su nariz.

Verla allí dispuesta, sin que mediara palabra, empezó a tocarse, a si mismo, lentamente y descaradamente, frente a ella, dejando que el efecto de su hombría erecta la tentara, que asimilara como era, y que a partir de ese momento, ella estaría con el también, así asimilaba que no habría limites esta vez.
Soltó esta vez, la mano, para tomar la mata blanca de cabellos de Vyseria, agarrándola cerca de la nuca, y llevándola, no a su polla, si no a su vientre, ordenándole.

- Bésame. -

Y la atrajo hacia si, de tal forma que su nariz y su boca se pegaron a su abdomen, donde noto las cicatrices de batallas, sobre el vientre plano, al mismo tiempo que sentía la carne de el por debajo de su mandíbula, caliente. La lluvia lo había vuelto mojado, y resbaladizo. Y la mano de Valeric la llevo a besarlo por todo su cintura, para luego, dejarla observando su miembro en primer plano de nuevo.

La volvió a tomar del cabello, esta vez, haciéndole retroceder la cabeza, sin brutalidad, pero con dominio, y haciendo que se elevara esta vez, coloco su polla entre los senos de Vyserya, empezando a frotarse contra ellos, aumentando la velocidad, disfrutando de la sensación.

La observo, los ojos purpuras de el eran ligeramente mas oscuros y con la voz ronca le dijo.

- Lamelo.-

Por un momento la mirada de Vyserya se tornó en llamas cuando él la sujetó por el cabello. Normalmente no se dejaba dominar, o luchaba por serlo ella más bien. Pero también comprendía que Valeric estaba resentido con ella y que ceder era una forma de pedirle perdón sin tener que usar las palabras.

La señora dragón besó el vientre del varón, aunque sus manos tampoco permanecieron quietas, acariciando sus costados y las cicatrices que decoraban su piel mientras sus labios recorrían lentamente el sendero que llevaba hasta su miembro erecto. Pero Valeric tenía otros planes y Vyserya gruñó al sentir un nuevo tirón que la obligó a erguirse para deslizar su hombría entre los senos de la guerrera -Tendrás que aflojar tu presa si quieres que te complazca de esa forma- masculló, esperando a que Valeric soltara un poco el agarre de sus cabellos para lamer la virilidad que palpitaba entre sus pechos.