Partida Rol por web

David y Ella se dirigen a la cocina. Es espaciosa y está bien cuidada. La cocina de gas es algo vieja, pero hay un enorme frigorífico. No hay lavavajillas, pero junto a la pila hay un artefacto mecánico que los seca “a mano” de forma esmerada y entretenida. En estos momentos parece estar secando los platos de la cena, es realmente curioso…

Señalándole el aparato a mi captor...

Seguro que nunca has visto uno de estos, ¿verdad?... Es único, ¿sabes?... mi marido es todo un manitas... Lástima que las patentes por él registradas no hayan sido mejor desarrolladas por la gran industria, pues entonces seríamos tremendamente ricos...

Ella se acerca al frutero y coge unas ciruelas para pasarlas por la licuadora.

A mi Uder le sentará bien el zumo, ¿y usted que quiere, señor...? ¿señor...?

Entro en la cocina y viendo el aparato limpiador lo miro algo sorprendido mientras Ella me lo señala.

 - Vaya pedazo de trasto....- Lo mira un rato y vuelve a mirar a Ella - Señora, llámeme picahielos y no se le ocurra hacer ninguna estúpidez y todo saldrá bien. Y ya puede ir explicándome por qué está tan tranquila en una situación como esta....Y tomaré una cerveza.

Mientras hablo, busco por la cocina, sin quitarle la vista de encima a Ella algún teléfono móvil.

Mientras Ella prepara la fruta para el zumo, Picahielos anda rebuscando por la cocina, en los armarios encuentra distintos tipos de comida, platos, cacerolas, vasos... En los cajones cubiertos, manteles y servilletas, y demás utensilios de todo tipo que se suelen usar en la cocina. Sin embargo no ve ningún móvil por ninguna parte.

Desde la cocina, podéis escuchar a un perro ladrando en el comedor.

Los ladridos en el salón cesan inmediatamente y segundos más tarde Tristán se presenta en la cocina. Corre situándose junto a Ella y comienza a ladrar al desconocido. Tristán es un perro Beagle, no demasiado grande, su pelo es corto, blanco con manchas marrones, algunas de ellas más oscurecidas en la parte cental de su lomo. Los ojos inquietos de Tristán no se apartan de Picahielos, desde su posición siempre al lado de su ama.

La cocina es espaciosa y está bien cuidada. La cocina de gas es algo vieja, pero hay un enorme frigorífico. No hay lavavajillas, pero junto a la pila hay un artefacto mecánico que los seca “a mano” de forma esmerada y entretenida. En estos momentos parece estar secando los platos de la cena, es realmente curioso…

Tras el perro no tarda en aparecer Morton en la cocina.

Levantó una mano en señal de saludo y se quedó observando unos instantes, un tanto embobado, el ingenioso artefacto. Unos segundos después examinó la situación fijando la mirada sobre Picahielos.

Este hombre estaba loco, no le gustaba. La mirada hablaba por si misma, le estaba vigilando. Le aguantó la mirada unos segundos enfatizando el gesto por momentos.

Un rato después cambió el gesto y se dirigió a Ella.

—Agua —dijo por fin.

No había sonado agresivo y no había intentado serlo. Morton era parco en palabras y esto volvía a ser una muestra de ello.

Mirando a Picahielos, y elevando el tono de voz por momentos.

¿tranquila dice?... ¿qué quiere?... ¿qué comience a llorar?...

ACABAN DE INVADIR MI CASA...

Aquí apenas viene gente, y tras más de un mes sin visita alguna aparecen ustedes... ¿cómo espera que esté tranquila?...

No se olvide, joven, de que una cosa es la apariencia de la persona y otra muy distinta es cómo puede estar una por dentro...

¿qué intenciones tienen?... ¿EH?... ¿qué van a hacer con nosotros?...

comenzando a sollozar, Ella se dirige a Morton.

sniff... ¿le importa... sniff... servirse usted sólo el... sniff... agua?... sniff...

Morton se encogió de hombros y se dirigió hacia el grifo. Durante un instante más estuvo observando el curioso aparato haciendo caso omiso al estado de ánimo de la mujer que sollozaba.

Cogió un vaso de encima de la encimera y lo llenó de agua del grifo. Un rápido trago acabó con el agua y dejó el vaso sobre la encimera antes de darse la vuelta.

Miró a Ella y volvió las palmas hacia arriba desentendiéndose de la respuesta.

Siguió el camino de nuevo al salón. A medio camino se giró e hizo un gesto con la cabeza a Picahielos instándole a volver al salón.

Apenas sale Morton de la cocina, Donna entra en ella.

La cocina es espaciosa y está bien cuidada. La cocina de gas es algo vieja, pero hay un enorme frigorífico. No hay lavavajillas, pero junto a la pila hay un artefacto mecánico que los seca “a mano” de forma esmerada y entretenida. En estos momentos parece estar secando los platos de la cena, es realmente curioso…

Entró mirando a su alrededor y procurando no tropezar con nada. SE sentía como si estuviese invadiendo la intimidad de alguien... Bueno, en realidad es lo que estaba haciendo, aunque fuera obligada. Después de un vistazo rápido puso sus ojos en el hombre armado, aunque luego hablá a la mujer -Disculpe...Ella ¿verdad?... El hombre de la pistola me ha dicho que venga a buscar analgésicos, el guardia parece estar muy mal...-

A pesar de lo curioso de la cocina y de cual se suponía que era su fin allí. Donna no separó los ojos del hombre y trató de vislumbrar cuales podían ser sus intenciones. Ya sabía que con Updike no iban a poder tratar por las buenas, pero tal vez, alguno de los otros quisiera inconscientemente entrar en razón.

Ya con la cerveza en la mano observo como Donna entra en la cocina y me acerco a ella, intimidante, mirándola directamente a los ojos, con cara muy seria.

 - ¿No va a hacer ninguna gilipollez verdad? Mientras siga nuestras órdenes al pie de la letra no le pasará nada, pero le advierto, que como intente algo, se arrepentirá.

Le doy un trago a la cerveza mientras me apoyo en la mesa y miro de reojo a Ella.

 - ¿Tiene algún medicamento que nos sirva señora?

¿Sería sincero? Su instinto no estaba muy fino aquella noche, así que prefirió no ponerse ha hacer conjeturas. Asintió con la cabeza con aspecto atemorizado y observó de nuevo al hombre. No lleva más que una porra como arma. Bien mirado, a ese nivel el único realmente peligroso era Updike...

Todo había sucedido demasiado deprisa: la explosión, los rehenes, la fuga… En estos momentos la cosa comenzaba a calmarse. Hasta el momento la granja de los Krazmersky parece un buen lugar para pasar la noche. Tan solo había que no perder los nervios y mantener la calma hasta la mañana siguiente.

Los presos, así como los rehenes, estaban bastante cansados y con el frío metido en sus huesos a causa de la lluvia. Con todo el ajetreo habían olvidado que estaban hambrientos, pero ahora que la cosa comenzaba a estabilizarse ligeramente, sus estómagos se encargaron de recordárselo.

El grupo de Updike, Morton, Picahielos y Juárez se veía bastante desorganizado. Toda la fuga se había hecho sin pensar, puede que se hayan precipitado…

Tristán permanece callado al lado de su dueña, sin apartarse de Ella en todo momento. A pesar de estar en silencio aún se le ve bastante nervioso sin dejar de vigilar cada movimiento de Picahielos y Donna.

Picahielos:

Sí - asiente Ella acompañando sus palabras de un ligero gesto de cabeza mientras seca sus lágrimas y volviendo a mantener la compostura y tranquilidad aparente que mostraba en un primer momento - En el baño del piso superior tenemos un armario de medicinas. ¿Quieren acompañarme? - pregunta pasando su mirada de Picahielos a Donna y de nuevo al primero esperando su aprobación.