Partida Rol por web

Hace un par de días que os dirigís hacia el lugar indicado según las instrucciones de Bathory, sin llevaros ninguna sorpresa por el camino más allá de las dificultades habituales de un viaje y ligeros rodeos para encontrar vados entre los crecidos ríos alimentados por el deshielo. Nos os habéis cruzado directamente con nadie, aunque habéis visto alguna que otra carreta o personas viajando a lo lejos por otros caminos.

Es aproximadamente media mañana y el sol pega con una fuerza poco acostumbrada en estos parajes, haciéndoos sentir un poco incómodos y despertando las ganas de quitarse algo de ropa. Pero estos pensamientos quedan apartados cuando un ruido diferente a los que produce la naturaleza llega a vuestros oídos. Es un ruido sordo, como de muchas pisadas, cuyo origen no ha de estar muy lejos...

Gerber ya estaba un poco cansado del caballo, no estaba acostumbrado a estan tanto tiempo cabalgando, pero era gages del oficio.

Ya habian pasado un par de dias desde que salieron del castillo y la verdad es que el camino fue bastante monotono y aburrido, cosa que tampoco le molestaba mucho. En las paradas de esos dos dias, Gerber completo el veneno que le habia pedido Ashren, asi que se acerco a él y le dijo- Aqui esta lo que pediste, espero que te valga. Si me permiyes una sugerencia, usalo en pequeños dosis si quieres capturar vivo a los que vamos a buscar, sino puede que el veneno los mate por asfixia- dicho eso siguio un poco a su lado por si tenia algo que preguntar.

Poco duro esa espero cuando se escucho unos ruidos no muy lejos de su posicion, tampoco podia estar muy seguro se eran o no fruto de animales o de otra cosa, su especialidad no era estar por los bosques ni rastrear a gente, asi que miro a los demas componentes del grupo a ver si tambien habian oido esos ruidos y saber si tenia que preocuparse o no. 

Dos días de camino, la montura que nos Bathory nos ha proporcionado está siendo obediente y una ventaja considerable para nuestra velocidad de desplazamiento. El principio de primavera se está haciendo notar, aunque aún hay poca gente en los caminos, los ríos bajan caudalosos y el calor se esfuerza por golpear con fuerza. La camisa se me pega en algunos puntos, donde el sudor se ha acumulado; tendré que limpiarme tan pronto como paremos cerca de un vado donde hacerlo. Lanzo un rápido vistazo a nuestra compañera. Asumo que ella se encuentra en un estado parecido al mío.

Por supuesto esta también el Alquimista, un hombre cuyo talento le ha permitido producir el encargo incluso estando de viaje. Útil, mucho más útil de lo que en principio esperaba. Le agradezco la pequeña botella juntando las manos y realizando una pequeña inclinación con la cabeza. Aunque en estos días, aún no hemos estrechado vínculos, cada uno cenando por su lado, ¿cuánto tiempo nos llevara esta empresa? De momento tan solo he recibido miradas frías o reprobatorias de Elke, es difícil para mí, tratar con una mujer hermosa y tan iracunda; ¡sobre todo si tiene capacidad para tratar de apuñalarme! Por su parte Gerber es mucho mas tranquilo.

De vuelta al presente, el crujido de unas zancadas podría guiarnos hasta alguno de los fugitivos que buscamos, o a menos, ponernos sobre la pista. El Erudito parece haberse percatado, detengo al caballo y bajo, tomando el arco y preparando un proyectil. Hago signos a Elke, señalándome y apuntando en dirección al ruido, a continuación la apunto a ella y señalo un poco más a la izquierda.  No sé si serán los que buscamos, pero prefiero tener ventaja; rdearlos y sorprenderlos aportan gran peso.

Los días en el camino son como todos los demás días que he pasado en el camino. Aburridos. Incómodos. Con el olor del sudor de caballo y el mío propio en el ambiente. Incómodos, aunque tengo que reconocer que el ejemplar que Bathory ha elegido para mi tiene buen temple. Me he adaptado de forma casi natural a su paso potente y grácil. Se nota que lo ha entrenado alguien que sabe lo que se hace, quizás la propia noble.

No es un pensamiento descabellado. Es una mujer extraña. Tiene un aire amable y juvenil, aunque está claro, por como se conduce, que no es ajena a la reacción que provoca en los hombres... y me atrevería a apostar que en algunas mujeres. Parece tranquila y reflexiva, pero la furia que mostró ante Gerber (que tampoco es exactamente un cualquiera) deja entrever algo más. Un poso frío y oscuro de un sentimiento más oscuro aún. No creo que el resto se haya dado cuenta de la profundidad de esa mancha en su alma, en su porte de joven encantadora. Pero yo sabía dónde mirar cuando se dio.

Al fin y al cabo, no somos tan distintas. Y eso también parece haberlo notado el mercenario, que no oculta sus miradas hacia mi persona. Ni las oculta ni parece importarle que no responda a ellas.

Es un hombre extraño y frustrante. Parece que estuviese en celo continuamente, y sin embargo, cuando me tuvo a su merced me dejó ir. No solo eso, sino que durante un instante note algo emanar de él hacia mi, algo humano. ¿Compasión? ¿Ternura?.

No entiendo como alguien puede sentir algo así por mi. Hasta yo misma hace tiempo que he olvidado lo bueno que podía tener, si es que alguna vez lo tuve. Incluso en los días antes del Synafar, cuando...

No. No sigas por ese camino.

Bufo de nuevo al notar que me mira, irritada y confusa. Lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a colocarme en ese punto en el que mi mente gravita hacia cosas en las que no quiero pensar. Y ni siquiera le hace falta hablar o hacer nada, más que mirarme como una maldita estatua. Es insultante lo fácilmente que me hace perder mi centro.

¿Tan débil me he vuelto?

Sumida en mi propio interior, mis sentidos se han expandido hasta que el sonido de gente moviéndose parece un concierto. Levanto la cabeza súbitamente, como un ave de presa, y busco al mercenario. No creo que el alquimista sea la primera opción a considerar en un posible combate.

Ashren ya está en el suelo y haciéndome señas. Habrá que dejar las elucubraciones para otro momento. Salto ágilmente al suelo y coloco una flecha contra la cuerda, lista para armarla y apuntar. Encogiendo los hombros y apuntando el arco al suelo, de modo que mi silueta produzca una sombra tan corta como es posible, empiezo a avanzar en un cauteloso círculo en la dirección opuesta a la de Ashren, lanzando miradas de tanto en tanto en su dirección para asegurarme de que no nos separamos demasiado. Cualquiera de los dos puede necesitar que el otro acuda rápidamente en su ayuda si encontramos resistencia...

Os vais acercando lentamente hacia el sitio de donde procede el ruido, sin que apenas se os oiga. Atravesando un poco de maleza os encontráis con una humareda de polvo, a través de la cual pueden distinguirse un pelotón de hombres que avanzan tan rápido como se lo permite el estrecho camino.

Una forma os llama la atención. Sí, no cabe duda, es el símbolo de los Dracul dibujado en los escudos, lo más seguro es que sean soldados suyos. ¿Pero que hacen tan lejos del castillo de su señor? ¿Y por que tienen tanta prisa? Su capitán no deja de arengarlos para que continúen la marcha.

Lentamente y con cuidado Gerber se fue acercando con los demas al origen del ruido. La humareda de polvo era una marca distintiva de movimiento de tropas y asi fue unos segundos despues.

Lo que mas llamo la atencion al alquimista fue la heraldica del escudo, era sin duda de los Dracul, no dijo una sola palabra por lo menos hasta que los soldados estuvieran algo alejados; puede que en el castillo fueran aliados de los Dracul, pero en el camino podrian ser enemigos, y la verdad es que no le apetecia nada entablar combate con soldados entrenados. Asi que se mantuvo escondido con los demas hasta poder moverse con seguridad sin que les vieran los soldados.
 

Sin mostrarme todavía ante los hombres en retirada, miro a Ashren y meto la mano por debajo de la capa a la par que levanto las cejas en una pregunta muda. ¿El pergamino? ¿Deberíamos usarlo?

No estoy segura de si es una buena idea. Esa gente, por la pinta que trae, parece estar huyendo de algo. Si bien la información que nos puedan dar acerca de lo que los ha puesto en fuga es valiosa, no se si estarán por compartirla, o por obedecer, incluso a un portador del sello de la casa. Si un pelotón de soldados tiene tanta prisa, debe de haber un motivo más que sólido, y no se si atenderán a razones.

Por otra parte... lo que sea que los persigue pasará por aquí. Ya hemos logrado posicionarnos para atacar por sorpresa si hace falta. Podría ser una ventaja... o no. Todo depende de a qué nos enfrentemos.

¿Que hacen tan lejos del sur este regimiento? Sus prisas son igualmente extrañas. Aventurar cual es la causa de su prisa se me hace inútil, demasiados motivos. Mis compañeros parece que piensan como yo respecto a la situación. Siguiendo su ejemplo permanezco oculto observando el avance.

Aunque cuando Elke me gesticula, tardo un rato en entender a que se refiere. Finalmente caigo en la cuenta de que se debe referir al manifiesto que los Dracul nos entregaron para ayudarnos en la misión. Lo tomo y se lo enseño, lo vuelvo a guardar y coloco un dedo en vertical sobre mis labios, como gesto de silencio. Me señalo el ojo y después a los soldados.

Tras nuestra silenciosa conversación trato de acercarme para oír las ordenes del Oficial, tal vez así desvelemos un poco que esta pasando.

Aunque la idea de Ashren es buena, se necesitaría un oído sobrehumano para captar conversación alguna entre el estruendo de las pisadas, las armaduras resonando y los soplidos de esfuerzo. Y por otra parte no parece que los soldados tengan muchas ganas de conversación. Vienen desde dirección Noreste, un poco desviados de la posición a la que marcháis vosotros.

Incapaz de escuchar la conversación de las tropas con el alboroto que montan, regreso aun a cubierto junto a mi compañera. De la capa extraigo la orden de los Dracul y el pergamino con el símbolo de las tres espirales, que identifican a nuestros objetivos; tras lo cual señalo a los soldados. La información que puedan tener acerca de los fugitivos podría ser decisiva, aunque es cierto que seria arriesgarnos con quien nos supera en numero. La miro a los ojos, esperando una decisión, ya que mi condición me imposibilita llevar a cabo un dialogo fluido con los soldados.

Gerber no tenia ni la mas minima intencion de ir ha hablar con los soldados, asi que dejaria a sus compañeros tratar de hablar con ellos, en caso de ataque por parte de los soldados Gerber queria estar los mas lejos posible del ataque, asi que se quedo escondido donde estaba sin decir nada.

Otra de las razones tambien era que alguien de los de alli pudiera conocer su reputacion y algunos no le gustara nada, razon de mas para no darse a conocer.

La idea de Ashren ha sido bastante prudente, pero al cabo de un rato es evidente que no va a funcionar. Las tropas a la marcha producen demasiado ruido. Me quedo pensando durante un tiempo si debería salir o no, pero al final decido que la información que puedan tener es demasiado importante para dejarla pasar. Guardo de nuevo la flecha en el carcaj, aunque sin soltar el arco, y cojo el pergamino con la otra mano. Tras desenrollarlo de modo que el símbolo de los Dracul sea claramente visible, salgo al medio del camino, justo por donde tienen que pasar los soldados, y grito con todas mis fuerzas para hacerme oír sobre el estruendo, en un tono seco y autoritario, mientras sujeto el pergamino desenrollado en lo alto.

¡Alto en nombre de Lord Dracul! ¡Por el poder y la autoridad de la Casa Dracul, os ordeno que os detengáis ahora mismo!

Como preveíais, el primer impulso de los soldados es sacar las armas al notar otra presencia, pero les basta con atisbar el símbolo para que inmediatamente los aceros vuelvan a sus fundas. Y todo ello sin una sola orden de su superior. Al menos este batallón hace honor a la legendaria disciplina de las tropas de la casa Dracul.

El capitán se adelanta con paso orgulloso para observar quien les corta el paso. Podéis observar que tiene una ligerisima cojera, seguramente fruto de una herida de guerra. En sus manos porta un hacha que transporta casi con dulzura, pero sus ojos dejan claro que sabe muy bien como utilizarla.

-Svein, capitán del tercer batallón de la casa Dracul a su servicio-se presenta, sin mostrar apenas síntomas de fatiga-y ahora permitídme preguntaros quienes sois vos, que portáis el sello de nuestro Señor.

Soldados como vostros, en cierto sentido. Servimos los deseos del propio Lord Dracul, y uno de ellos es que nuestra misión sea llevada con toda la discreción posible. El pergamino atastiguará nuestras responsabilidades, si deseáis examinarlo.

Lo dudo. Se nota que están adoctrinados para obedecer sin cuestionar. No somos tan distintos, en ese sentido.

Hago una seña a mis compañeros para que salgan.

Yo soy Elke. El hombre de armas es Ashren, y el hombre de letras es Gerber. Estamos explorando la zona. ¿Por qué avanzáis con tanta premura? ¿Hay algo importante que debáis reportar, o alguien o algo os persigue?

Perros bien entrenados que obedecen la más mínima palabra de su amo. Me repugnan, son peores que esclavos, estos tienen elección. Cuando veo la seña de Elke, me agazapo más. No habría salido de no habernos mencionado. Así que me acerco con la capucha echada y un gesto malhumorado.

Mantengo la flecha lista para disparar, hasta que estoy lo suficientemente cerca. Solo entonces guardo la flecha y el arco. Ya que la muchacha no tomo el pergamino con el símbolo, lo sacó del bolsillo donde lo guardaba. Lo mantengo en la mano izquierda, mientras la diestra descansa cerca de una de mis fiables dagas. Ocurra lo que ocurra, tengo una mano para hacer el trabajo.