Partida Rol por web

Furry Sales Office (+18)

Piso de Calvin

Cargando editor
10/10/2022, 04:05
Snæbjörn Þórólfsson

Hoy ha sido la jornada laboral más larga de mi vida. No porque haya tenido más horas que ninguna, o porque haya habido ningún acontecimiento que la haya hecho particularmente insufrible. De hecho, el día ha transcurrido con tranquilidad, y he tenido poco que hacer aparte de familiarizarme con el funcionamiento de las cámaras y demás dispositivos de seguridad del edificio, así como buscar configuraciones optimizadas que hagan más sencilla y eficiente la vigilancia de las instalaciones de SouthPort. No, el motivo de mi inquietud ha sido uno bien distinto: a lo largo de todo el turno he tenido que hacer un esfuerzo consciente para evitar que mi mente regresase a cierto encuentro breve aunque intenso con cierto león que trabaja en mi mismo edificio. Ha habido momentos en que me ha resultado francamente difícil concentrarme y pensar en algo que no fuese el señor Calvin Morse, de Contabilidad, su deslumbrante y sedoso pelaje del color de la nieve, su poderoso y bellamente proporcionado cuerpo, su delicioso modo de ruborizarse. Varias veces he repasado nuestra corta conversación durante el descanso, repitiéndola mentalmente adelante y atrás como si fuese un antiguo reproductor de cintas de vídeo, recordando su voz, sus palabras, los fugaces momentos en que nos hemos tocado y la posibilidad de que quizá, más tarde, fuésemos a tener un contacto aún más íntimo.

Sin embargo, una vez que el subidón de adrenalina y dopamina ha pasado, he empezado a preguntarme si acaso esto no podría ser un terrible error. Calvin y yo trabajaremos juntos, en el mismo lugar, quién sabe durante cuánto tiempo. En el caso de que las cosas se tuerzan y algo no vaya como debiera, el potencial para el drama es inmenso. Día tras día tendríamos que vernos las caras, generando una situación tensa e incómoda que podría acabar volviéndose insoportable para ambos. Y de verdad, de verdad, necesito este trabajo, así que no puedo permitirme jugármela con temas de estos. En varias ocasiones me he sorprendido a mí mismo sosteniendo mi móvil, pensando en cancelar lo de más tarde bajo cualquier pretexto absurdo. Peor aún, mientras me duchaba y me cambiaba a toda prisa en el vestuario, incluso se me ha pasado por la cabeza pasar de todo y no aparecer, sin decir nada. No pienso hacer eso, por supuesto, en primer lugar porque sería una cabronada para Calvin, que no se merece pasarlo mal por culpa de mis inseguridades y mis mierdas mentales. Y en segundo lugar (y más importante, para qué vamos a engañarnos), porque tengo ganas de saber a dónde lleva esta historia. Y es que joder, ya ni siquiera recuerdo el tiempo que hace de la última vez que tuve ganas de algo. Además, tampoco es que ninguno de los dos haya dicho con pelos y señales qué espera de esta tarde, ¿verdad? Nadie ha impuesto ninguna expectativa, más allá de la imaginación de cada cual. Solo soy yo, otra vez, pensando demasiado, otra puta vez. Así que mejor será relajarse. Ver qué pasa e ir improvisando y decidiendo sobre la marcha. Se supone que deberíamos ser capaz de gestionarlo como dos adultos, ¿no?

Se supone.

Eso es lo que estoy pensando mientras me enciendo otro cigarrillo en el aparcamiento subterráneo del edificio, esperando a que Calvin aparezca. No tengo ni idea de cuál puede ser su coche, así que me quedo en un lugar bien visible, con la luz de los fluorescentes reflejándose en mi gruesa cazadora vaquera, mi camisa de franela de cuadros rojos y negros y mis tejanos azules, que me hacen parecer el estereotipo de un leñador. Joder, estoy como un puto flan. Desde que llegué a Nueva York, es la primera vez que... ¿Que qué, Snæbjörn? Tampoco es que no haya ligado en todo este tiempo, pero sí que es la primera vez que me importa. ¿Qué es diferente esta vez? He conocido a personas de todo tipo, algunas incluso buenas. Pero creo que, hasta hace poco, no estaba listo. «No estaba listo». ¿Qué cojones se supone que significa eso? ¿Qué clase de excusa es? ¿Y listo para qué, exactamente? ¿Para demostrar que soy capaz de no cagarla? ¿Para dejar de decepcionarme a mí mismo y a los demás una vez detrás de otra?

Tranquilo, Snæbjörn. Tranquilo. Solo eres tú. Pensando. Buscando la manera de sabotearte, para variar. Así que deja de pensar.

Tomando una calada de mi cigarrillo, cierro los ojos y, por un momento, me olvido de todo. El humo vuela lenta y ociosamente hacia las manchas de oscuridad que separan los cercos luminosos producidos por los blancos y estériles tubos fluorescentes.

En el aparcamiento no hay nada más que yo, el humo de mi cigarrillo y la vaga esperanza de que hoy cambie algo.

Cargando editor
10/10/2022, 09:32
Calvin Morse

Ya he terminado de trabajar. Nos vemos en el aparcamiento, mi coche no está muy lejos de la entrada.

Miro el mensaje en el móvil unos segundos. Tras hablar y quedar con el atractivo nuevo vigilante de seguridad, el día se me había hecho algo más largo por la espera. Logré hacer mi trabajo sin errores, pero en mi cabeza seguía recordando la conversación, la suavidad de sus manos, su hermosa sonrisa...Hacía mucho que salía con alguien. Desde que regresé a Nueva York, mis principales prioridades fueron la mudanza, adaptarme al trabajo y pasar el rato con mi familia en mi tiempo libre. Pensé que pasaría un tiempo antes de conocer a alguien que me interesara. Hasta que conocí a Snæbjörn.

¿Me estaba precipitando? Puede, pero había una parte de mi que quería esto. No, lo deseaba. Algo en mí me decía que el oso polar y yo habíamos conectado muy bien. Quería que esto saliese realmente bien. Así que me armo de valor y envío el mensaje a Snæbjörn. Tras hacerlo, guardo mi teléfono y empiezo a recoger mis cosas. Me dirijo al ascensor y una vez dentro, pulso el botón del aparcamiento.

Durante el descenso mis pies se mueven bastante nerviosos. Estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo. Miro un par de veces el teléfono para ver si había alguna respuesta del oso polar. Finalmente la puerta del ascensor se abre y salgo, buscando un sitio donde esperar a Snæbjörn. Para mi sorpresa él ya estaba allí, fumando.

No llevaba su uniforme, en su lugar iba vestido con una cazadora vaquera, una camisa de franela y unos tejanos. Si ya estaba guapo con el uniforme, con esas ropas lucía realmente atractivo. El corazón me late rápido y decido caminar rápido hacia el islandés, quedándome a escasos metros de el oso. -Hola Snæbjörn-le saludo con una tierna sonrisa, realmente contento de verle. -Espero que no hayas estado esperando mucho tiempo-le dije con sinceridad.

-Como te dije mi coche no está muy lejos-digo señalando un coche plateado que está a un par de metros de nosotros. 

Llevaba ya varios años con ese coche, me seguía funcionando bien y además era bastante práctico, pues estaba adaptado para animales grandes. Los asientos de conductor y de copiloto se podían mover para que animales grandes pudiesen estar lo más cómodos posibles. -Puedes fumar dentro si quieres-le digo al oso, yo solía fumar en el coche, las únicas veces que no lo hacía era cuando se subían mis sobrinos. -¿Cómo te ha ido el resto del día?-le pregunto con interés y sin perder la sonrisa. Abro las puertas del coche y dejo mi maleta en los asientos de atrás del coche.

Cargando editor
11/10/2022, 20:56
Snæbjörn Þórólfsson

De repente, siento el teléfono vibrar en mi bolsillo. Hacía tanto tiempo que no necesitaba ponerlo en silencio que se me había olvidado activar de nuevo el sonido. Lo desbloqueo para ver que, como esperaba, se trata de un mensaje de Calvin:

Ya he terminado de trabajar. Nos vemos en el aparcamiento, mi coche no está muy lejos de la entrada.

Sonrío, a pesar de los nervios que todavía siento. O, más que nervios, es una sensación de anticipación. Me pregunto cómo será volver a verlo, cómo me mirará, si se le habrá pasado el «calentón», en sentido literal y figurado, si preferirá llevar las cosas de un modo más «razonable». En todo caso, da igual. Sea como sea, tengo la impresión de que todo irá bien. Siempre y cuando consiga mantener mi negatividad bajo control, claro está, pero ese es un tema aparte.

Pienso en Calvin, en su actitud hacia mí, en todos los pequeños indicios que el breve espacio de tiempo que hemos pasado juntos me han hablado de su personalidad. Es cierto, no sé absolutamente nada de él, pero siempre se me ha dado bien calar a la gente, al menos cuando trabajaba como policía. Y Calvin no me da la sensación de ser la clase de persona que toma decisiones precipitadas o por capricho. Es joven, sí, pero también me ha transmitido madurez y seriedad. Una parte de mí fantasea con la idea de que conocerme le hubiese roto los esquemas y se hubiera lanzado sin pensar cuando me invitó a pasar la tarde con él, aunque probablemente sea mejor que mantenga la cabeza fría. Uno de los dos tiene que tenerla, y no estoy yo muy seguro de poder mantener la compostura cuando me vea con él en su piso.

Pasos. Un tipo de zapato duro haciendo eco en el hormigón. Me doy la vuelta sintiendo un cosquilleo en mi estómago. Ahí está. Calvin se acerca a mí desde la zona de acceso al aparcamiento, y yo levanto la mano a modo de saludo, soplando una nube de humo que asciende hacia el techo. Me pasa por la cabeza el pensamiento fugaz de pedirle a mi nuevo amigo que me enseñe a hacer esos aros que tan bien le salen, pero eso ya lo dejaremos para otro momento. A medida que llega hasta mí y veo su sonrisa, me relajo. En cierto modo, sabía que ocurriría: solo necesitaba verlo para poder hacerme una idea de la situación.

Ey —es mi elocuente respuesta a su saludo. Una leve sonrisa aparece en mis labios cuando me pregunta si llevo esperando mucho rato—. Todo el día.

Me vuelvo para mirar el vehículo que Calvin me indica. Es un coche de color plateado (muy apropiado, pienso), que parece tener ya algunos años a sus espaldas, aunque se encuentra en buen estado de mantenimiento e impecablemente limpio. No es muy grande, únicamente tiene dos puertas, pero por lo que puedo ver a través de las ventanillas, el espacio interior está modificado y optimizado para que alguien como Calvin, o como yo, entre cómodamente. No sé si espera que haga algún comentario acerca del coche; por algún motivo hay gente a la que le gusta que elogien sus medios de transporte. Como no estoy seguro de que Calvin sea de esos, me limito a un simple sonido de aprobación acompañado de un asentimiento.

El león abre entonces las puertas del coche, preguntándome de nuevo por mi día.

Bueno —empiezo, dejando caer mi cigarrillo al suelo y apagándolo con mi bota, a pesar de que Calvin me haya invitado a fumar en su coche si quiero, un poco para darme tiempo a pensar la respuesta—. Tranquilo. Familiarizándome con todo, buscando cómo se pueden hacer las cosas mejor que como se han estado haciendo hasta ahora. Y... —Ladeo la cabeza, pensando si debería decir lo siguiente que voy a decir. Finalmente, reformulo un poco la frase que tenía en mente—: Es bueno que no haya habido mucho movimiento. He estado un poco distraído. Ya sabes.

Espero a que mi compañero esté listo para subir al coche, y entonces me monto junto a él. Como esperaba, tengo que echar el asiento hacia atrás del todo, pero no se está mal. Sin saber muy bien por qué, miro por los espejos retrovisores. Quizá para ver si hay alguien más que pueda vernos. Quizá para estar concentrado en algo que evite que asalte al bellezón que tengo al lado.

¿Y tú? ¿Has conseguido que te salgan bien las cuentas?

Es mi manera de preguntar: «¿Tú tambien has estado pensando en mí?».

Cargando editor
11/10/2022, 21:22
Calvin Morse

Mi corazón latía rápidamente al ver de nuevo al oso polar. Me alegraba ver que había estado esperando, he de reconocer que había veces que he mirado mi móvil como un loco para ver si había algún mensaje suyo, cancelando la quedada por algún imprevisto. Una sensación de alivio me llenó. Me sonrojo un poco con su respuesta de si llevaba mucho esperando. Parece que él también tenía muchas ganas de verme.

No dice nada respecto a mi coche, solo lo que parece ser un sonido de aprobación. Pero tampoco me importa mucho. Sé que es un coche viejo y que lleva ya un par de años conmigo, así que no era de esos que se desvivía por recibir cumplidos sobre su coche. Empiezo a entrar y le escucho mientras me cuenta su día. Un rubor en el rostro me invade y una sonrisa tímida llena mi rostro. Había estado pensando en mí. Eso hizo que las mariposas flotasen más rápido. Que alguien tan impresionante como Snæbjörn hubiese admitido eso significaba mucho. -Me alegra oír que tu día ha ido bien. Si necesitas cualquier cosa, puedes contar conmigo-le digo con sinceridad.

Espero a que acomode el asiento para estar lo más cómodo posible y cierro la puerta de mi lado y me pongo el cinturón de seguridad. Cuando acaba de sentarse, le levanto el pulgar y le sonrío. Arranco el coche una vez las puertas están cerradas y empiezo a conducir, saliendo del aparcamiento, paso mi tarjeta por el control y la puerta del garaje se abre. Me río un poco y me ruborizo con su pregunta. -Si, aunque mentiría si diría que me he podido concentrar fácilmente-admito con una pequeña sonrisa y mirando de reojo al hermoso oso polar a mi lado. 

Desde que le vi por primera vez, el oso me había caído realmente bien y no sabía como explicarlo pero me sentía atraído por esa aura de calma y amabilidad que tenía, esa sonrisa tan bella que era casi como un tesoro de las pocas veces que la mostraba. Así que si, yo también había estado pensando en él todo el día. 

Una vez salimos del garaje empiezo a conducir con calma, aunque una parte de mi quería llegar a mi piso lo más rápido posible para pasar más tiempo con Snæbjörn. -No tardaremos mucho en llegar a mi piso, Snæbjörn-le explico al guapo vigilante de seguridad sentado a mi lado. 

Cargando editor
12/10/2022, 00:31
Snæbjörn Þórólfsson

Haciendo gala nuevamente de sus modales y su amabilidad, Calvin se ofrece a echarme una mano con cualquier cosa que necesite.

Gracias. Igualmente —asevero. Quiero que le quede claro que no soy de los que abusan de la buena voluntad de los demás y que, por supuesto, yo también estoy dispuesto a ayudarlo con lo que sea que pueda necesitar.

Una vez en el interior del coche, especialmente después de que Calvin entre, siento una sensación extraña y difícil de definir. Algo parecido a cierta... falta de espacio, quizá. En cualquier caso no es nada malo; es solo que no estoy acostumbrado a estar tan cerca de alguien en un lugar tan confinado.

La risa de Calvin es contagiosa y tranquilizadora. Hace que todo parezca más fácil. Al parecer él también ha tenido algunos problemas de atención a lo largo del turno de hoy. Decido que es un buen momento para subir un poco la temperatura con un pequeño comentario inocente:

¿Sí? ¿Y cómo es eso? ¿Es que has conocido a alguien irresistible y no podías sacártelo de la cabeza?

En realidad, eso podría aplicárseme perfectamente a mí mismo, ya puestos.

Calvin arranca el coche y empieza a maniobrar por el aparcamiento. No tardamos en salir a la calle. Yo me quedo en silencio, sin estar muy seguro de qué decir, de cómo continuar. Las frases hechas, los cumplidos y las galanterías son cosa fácil, pero cuando se trata de mantener una conversación con sustancia, de conocer realmente a alguien... Dios, cuánto hace que no hago esto. Entonces, Calvin me saca de mis pensamientos avisándome de que pronto llegaremos a su casa.

Tampoco hace falta que corras —le digo, y poso mi enorme zarpa en su muslo, acariciándolo suavemente con el pulgar, buscando nuevamente esa conexión que tuvimos por la mañana, cuando nos conocimos—. Me gustaría llegar de una pieza.

Cargando editor
12/10/2022, 01:44
Calvin Morse

Sonrío ante sus palabras y asiento. -Muchas gracias, lo tendré en cuenta-le respondo al oso polar. Sabía que si en algún momento necesitaba ayuda en algo, podría contar con él. Se notaba que era de esos animales con los que podías contar y que te apoyarían. Puede que fuese una de las muchas cualidades que me atraían de Snæbjörn.

Esperaba que fuese cómodo en el coche, pero decido no preguntar para no presionarle mucho en todo caso. Me río un poco con su comentario y asiento algo sonrojado. -Me lees completamente la mente-le respondo a Snæbjörn siguiéndole el juego. Este flirteo era bastante divertido. Hacía tiempo que no tenía esta clase de conversación y era la primera vez en mucho tiempo que me sentía cómodo con el tonteo. Otra gran cualidad del nuevo vigilante de seguridad.

Mientras conduzco noto su zarpa sobre mi pierna, el tacto agradable. Es un milagro que controle mis pies por la sorpresa y que no pise de golpe ni el acelerador ni el freno. Respiro hondo y mis ojos bajan rápidamente para comprobar que no estaba alucinando. Y si, de hecho su mano acariciaba mi muslo con delicadeza, la misma que tuvo cuando cogió mi mano durante el intercambio de teléfono. Asiento ante su comentario, las palabras no podían salir de mi boca en ese momento.

Una sonrisa nerviosa aparece en mi rostro, esperaba que no retirase la mano, puedo notar una erección formándose y rezaba para que Snæbjörn no se fijara. Tras unos segundos, logro recuperar el habla. -Y bueno, cuando no trabajas de vigilante de seguridad...¿que te gusta hacer en tus ratos libres?-pregunto con curiosidad una vez paro frente a un semáforo y aprovecho la breve parada para mirarle a la cara con una genuina sonrisa. Quería conocer más a Snæbjörn.

Cargando editor
12/10/2022, 05:30
Snæbjörn Þórólfsson

En el momento en que apoyo mi mano sobre el muslo de Calvin, puedo notar cómo se tensa de manera casi inmediata. Ups. ¿Paso en falso? Lo de antes fue otra cosa, era otro momento. Ahora han pasado varias horas; no puedo esperar volver al mismo punto tan rápido, y menos si actúo con la sutileza de una caja de ladrillos. O al menos, tendría sentido si así fuera. Durante unos segundos, mi mano se queda paralizada, y examino la expresión de Calvin en busca de cualquier señal de incomodidad. No obstante, más allá de la sorpresa inicial, no parece estar a disgusto. De hecho, sonríe. Aliviado, con un leve apretón, reanudo mis caricias. Con una sonrisa, vuelvo a mirar al frente.

Después de unos momentos, nos detenemos en un semáforo. Entonces, mi compañero me pregunta por mis aficiones. Puedo verlo girándose hacia mí por el rabillo del ojo, de modo que yo también me giro para mirarlo. Otra vez, tan cerca, puedo sentir como un tirón al que debo resistirme. Carraspeo.

Muchas cosas. Cosas al aire libre, sobre todo. Escalada, senderismo... Esas cosas. Me gusta bañarme en ríos o lagos a los que no va nadie. —Una sonrisa pícara se forma en mis labios, dejando que Calvin imagine lo que pienso pero no digo—. También me gusta escribir. Relatos cortos de terror, sobre todo. No tendría paciencia para nada que necesitara más dedicación. O planificación. —Me paso una mano por la nariz—. Y bueno, también canto. En un coro. Pero es algo que poca gente sabe. Ahora no vayas diciéndoselo a todos en el trabajo. —Me reclino en mi asiento, deleitándome en la oportunidad de mirar a Calvin sin premura, tomándome mi tiempo—. Y muchas otras cosas, la verdad. Pero no quiero estar hablando yo todo el tiempo. ¿Y a ti? ¿Qué cosas te gustan?

Madre mía, estoy oxidado.

Cargando editor
12/10/2022, 09:36
Calvin Morse

Me había pillado por sorpresa el gesto de Snæbjörn, hacía mucho tiempo que nadie me tocaba así. Puedo notar como ha parado de acariciarme, su mano todavía en mi muslo, y puedo notar su mirada. ¿Habrá notado la erección que se estaba formando en mis pantalones? Me preguntaba que estaba pensando en ese momento. Respiro aliviado al ver que a los pocos segundos las caricias vuelven. A pesar de su imponente tamaño que podía dar otra imagen, el oso polar era gentil y delicado con sus gestos, era algo que me gustaba mucho.

Empieza a hablar de sus aficiones y yo escucho interesado. El vigilante de seguridad era alguien de exteriores, le gustaba sobre todo el senderismo. Yo he tenido curiosidad por hacerlo, pero por desgracia nunca había encontrado ni el tiempo ni la ocasión. Puede que ahora gracias a Snæbjörn tenga más oportunidades. Me sonrojo un poco y suelto una risa nerviosa cuando habla de los lugares donde le gusta bañarse. -Todo eso suena realmente interesante...-logro decir con otra risa nerviosa. 

-A mi me gusta leer, así que si quieres un día puedes pasarme tus relatos de terror-ofrezco con sinceridad y curiosidad por saber que historias escribía el islandés. Sonrío cuando habla del coro en el que canta. Con esa voz tan grave y bonita, estaba seguro de que tenía una muy buena voz. -Descuida, tu secreto está a salvo conmigo-digo mientras me giro levemente y le sonrío. 

Entonces me pregunta por mis aficiones. El semáforo se pone en verde de nuevo, y renuevo la marcha. -Bueno a mi me gusta practicar algunos deportes, como el baloncesto. Hay una cancha no muy lejos de donde vivo, suelo jugar los findes de semana por las mañanas-empiezo explicando. -Me gusta el jazz suave, y como te he dicho antes soy un ávido lector-continuo mientras tomo un giro a la derecha con cuidado. -Y entre otros hobbies, me gustan los puros. El jefe de mi antigua empresa me aficionó hace un par de años, y como te dije antes tengo una pequeña colección de puros-respondo con una sonrisa. Me imagino brevemente a Snæbjörn fumando un puro y me preguntaba si estaría interesado en fumar conmigo una vez llegáramos a mi apartamento.

Cargando editor
12/10/2022, 16:11
Snæbjörn Þórólfsson

Parece que mis pequeñas provocaciones están poniendo un poco nervioso a Calvin, aunque en el buen sentido. Tengo que reconocer que lo estoy disfrutando; la facilidad con la que se azora el león es francamente adorable. Nunca lo hubiese dicho, dado el imponente aspecto del león, y teniendo en cuenta que, aunque aún es joven, no es tan joven. Me pregunto qué educación habrá recibido, cómo lo habrán criado sus padrea para que salga tan «buen chico». Y cómo es que alguien así no tiene pareja, ya puestos. Si es que no la tiene, claro. El repentino pensamiento hace que se me hunda un poco el estómago en una sensación parecida al vértigo. Tendré que preguntárselo luego. Él me dirá lo que quiera, claro, pero yo al menos habré hecho mi parte.

Cuando el semáforo vuelve a ponerse en verde, Calvin arranca con suavidad. Volvemos a movernos. Mi compañero me habla de sus aficiones. Parece que es bastante deportista, algo que resulta evidente con solo ver su desarrollado físico. Punto a favor. A continuación me comenta que le gusta el jazz. Me giro para mirarlo, con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta en una sonrisa sorprendida.

¿Lo dices en serio? —pregunto. No sabía que a los jóvenes les gustase el jazz. Entonces, como si nada, empiezo a cantar muy suavemente, casi murmurando—: Birds flying high, you know how I feel... Sun in the sky, you know how I feel... Breeze driftin' on by, you know how I feel... —Aunque al principio estoy un poco cortado, poco a poco voy entrando en el papel, acompañando la estrofa con expresiones faciales y todo, en plan teatral—. It's a new dawn, it's a new day, it's a new life for me, ooh... And I'm feeling good. Pa-paaam, pa-paaam, pa-pam, pa-pa-pa-pa-paaam... —termino, imitando la dramática y archiconocida entrada instrumental de Feeling Good. Sin poder evitarlo, me río un poco por lo bajo—. Adoro el jazz. Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Etta James y, por supuesto, Nina Simone. Feeling Good es una canción muy importante para mí. Perdona por el arranque, pero ha sido oírte decir que te gustaba el jazz y no he podido aguantarme.

Me siento bien, como dice la canción. Por fin siento que verdaderamente hemos roto el hielo. Lo siguiente que menciona Calvin, de que su antiguo jefe lo aficionó a los puros, me hace enarcar una ceja, aunque no digo nada. La mente es libre, y no puedo evitar preguntarme qué clase de relación habría entre Calvin y su jefe, cuán estrecha sería. Absurdamente, me sorprendo sintiendo una punzada de algo. ¿Celos? Snæbjörn, no seas idiota. Vive el momento y no te rayes.

Ya veo —respondo, con una expresión indescifrable en el rostro y una voz más grave de lo habitual—. Tendrás que dejarme probar alguno.

Cargando editor
12/10/2022, 16:24
Calvin Morse

Snæbjörn parecía bastante más mayor que yo obviamente, lo cual no me molestaba. De hecho daba más sentido a ese aura de madurez tan atractivo que mostraba el oso polar. Aunque parecía que el flirteo se le daba muy bien. Me preguntaba como era posible que el oso polar siguiese soltero. A lo mejor le pasaba lo mismo que yo, tenía otras prioridades antes de buscar pareja. En mi caso era adaptarme de vuelta a Nueva York y pasar el tiempo con mis sobrinos y mi hermana. Bueno me alegraba completamente de que no pareciera tener pareja y fuese soltero como yo.

El oso polar me escucha mientras explico mis aficiones. Me sorprende un poco cuando se pone a cantar Feeling Good. Empiezo a escuchar y como sospechaba, su voz era bonita. Empiezo a tararear mientras él canta, mis dedos tamborilean el volante ligeramente al ritmo y no puedo evitar sonreír. Me alegraba conocer a otro aficionado al jazz. -Todos clásicos-asiento con una sonrisa. Él se disculpa por el canto repentino y yo niego con la cabeza. -Tranquilo, lo he disfrutado y ha sido una buena oportunidad para oír tu voz-respondo mientras tomo otra curva. -Tengo algunos discos en casa, podemos poner a Simone por ejemplo-le sugiero. 

Mi antiguo jefe fue mi mentor cuando me gradué en la universidad y empecé a trabajar en mi antigua empresa, en Colorado. Me trató básicamente como un hijo o un protegido, a veces era estricto cuando me equivocaba, pero me ayudaba a aprender de mis errores en contabilidad. Un suspiro se me escapa al recordar los viejos tiempos, esperaba que la jubilación le fuese bien. Sonrío un poco ante las palabras de Snæbjörn y asiento. -Por supuesto, podemos fumarnos algunos si quieres-digo contento de poder compartir mi afición con alguien. Me sentía a gusto con el oso polar y me alegraba de ver lo bien que estábamos conectando.

-Pronto llegaremos a mi piso-le digo a Snæbjörn.

Cargando editor
12/10/2022, 23:23
Snæbjörn Þórólfsson

Ver a Calvin arrancarse a canturrear conmigo me anima; no me gustaría quedarme con la sensación de haber hecho el ridículo. Asiento cuando propone escuchar algo de Nina Simone en su casa.

Siempre estoy de humor para la Suma Sacerdotisa del Soul* —contesto, alegre—. Pero no tienes por qué intentar complacerme. Puedes poner lo que te apetezca.

Hasta ahora está siendo fácil. Casi demasiado fácil, de hecho. Mi mente suspicaz por naturaleza intenta convencerme de que tiene que haber alguna trampa por alguna parte. Siempre la hay. A fin de cuentas, yo tampoco soy un dechado de virtudes, que digamos. Acepta para que te acepten, ¿no? Así que, hasta que no vea nada raro, «ojos que no ven...».

Calvin me invita a fumar algún puro con él, cosa que me resulta sumamente estimulante. Todo desde esta mañana está siendo como una montaña rusa, a decir verdad. No recuerdo haber sentido antes este... subidón, esta sensación de tener tanto aire dentro que no me cabe en los pulmones. Es casi como estar borracho.

Me tienes que enseñar a hacer los aros esos que haces. Siempre he querido aprender. Además... —ahí va—... así podré ver esa boquita que pones cuando lo haces.

En cuanto las palabras abandonan mi boca, noto cómo un fuerte hormigueo me trepa por el cuello y las orejas hasta las mejillas, y sé que debo de haberme puesto tan rojo como mi camisa. Lo mejor de todo es que me da exactamente igual.

A ver si es verdad... —río, prácticamente gruñendo cuando Calvin me avisa de que pronto llegaremos a nuestro destino. La sensación de opresión en el estómago se está haciendo difícil de soportar. Solo espero que, cuando llegue el momento, el león esté tan dispuesto como yo.

Notas de juego

* La Suma Sacerdotisa del Soul (The High Priestess of Soul) es el apodo por el que se conoce a Nina Simone, quien además de jazz y muchos otros géneros, cantaba soul.

Pues yo creo que ya podemos dar esta sección de la escena por terminada. Cuando quieras puedes darnos intro a tu piso :).

Cargando editor
12/10/2022, 23:44
Calvin Morse

Todo esto casi parecía un sueño, un sueño del que esperaba no despertar. Por suerte el tacto de Snæbjörn y su voz eran señal suficiente de que esto era una realidad. Todavía no me había creído que hubiese sido tan atrevido como para invitarlo a mi piso nada más conocerle, era algo que no me habría visto hacer. Pero había conectado tan rápido y tan bien con el oso polar desde esta mañana que si no lo hubiese invitado me habría arrepentido.

-Descuida, la señorita Simone es una de mis artistas favoritas-le digo con una sonrisa sincera. Normalmente sus canciones estaban entre las primeras de mi lista de reproducción cuando quería descansar tras un largo día de trabajo. Me alegraba haber conectado tan bien con Snæbjörn y que compartiese algunos gustos conmigo, como el jazz.

Casi piso el acelerador o el freno por accidente por su siguiente comentario. Era bastante provocador. Mi cara se pone algo rojo pero me siento aliviado al ver por el rabillo del ojo que el oso polar se había ruborizado también. Me río un poco nervioso. -Si, por supuesto, será todo un placer enseñarte...-logro decir finalmente. 

Finalmente giro hacia la puerta de un garaje. Pulso un botón del llavero del coche y la puerta se abre lentamente. Tras unos segundos conduzco dentro. -Descuida, lo prometido es deuda-respondo con una pequeña risa. Sigo conduciendo hasta que finalmente aparco en mi plaza de aparcamiento. Intento ir lo más despacio posible, pero la emoción de llevar a Snæbjörn a mi piso casi podía conmigo. Por suerte no rayo el coche ni me choco con otro. 

Una vez me he asegurado de haber aparcado como es debido, apago el coche y abro la puerta. Espero a que el islandés salga y me aseguro de que las puertas están bien cerradas y echo el cierre. -Por aquí, usaremos el ascensor-digo notando las mariposas en mi estómago con más fuerza y mi pecho latía a toda velocidad. Caminamos un par de metros hasta llegar al ascensor, y una vez entramos los dos, pulso el botón del cuarto piso. Durante el viaje en el ascensor, miro de vez en cuando a Snæbjörn, una tímida sonrisa en el rostro. La espera se me hacía eterna. 

Finalmente el ascensor se abre y suelto un grito de victoria en mi cabeza. -Pasa y ponte cómodo-digo mientras saco las llaves y abro la puerta de mi piso el 4º F. Lo primero que hago una vez entramos es quitarme la chaqueta y colgarla en un perchero al lado de la puerta e invito a Snæbjörn a que haga lo mismo si quiere, para que estuviese más cómodo.

Cargando editor
13/10/2022, 04:36
Snæbjörn Þórólfsson

Al final, resulta que Calvin decía la verdad y que su casa ya estaba como quien dice a la vuelta de la esquina. Permanezco en silencio mientras el león abre la puerta de su garaje y hace descender el coche por la rampa, prácticamente mascando la tensión en el aire. Al contrario que unos minutos atrás, en este momento no me sale ninguna broma o comentario ingenioso. Tengo una bola en el estómago de pura contención, y en todo momento me siento al borde de un precipicio, o mejor, al lado cómodo de una línea que sería muy fácil cruzar. Por mí estaría bien, pero, ¿y para Calvin? ¿Qué espera de mí, exactamente?

Cuando el coche ya está aparcado, abro la puerta y me bajo, estirándome con un gruñido. Calvin me invita a seguirlo al ascensor, y yo naturalmente lo sigo, como si fuese un autómata que no pudiese hacer otra cosa. Las puertas del ascensor se cierran, y la sensación de que las paredes están demasiado cerca vuelve a asaltarme, más fuerte que en el coche esta vez. Apoyo mi espalda en la pared más alejada de Calvin, con las manos detrás de mí, porque si no, no sé qué haría con ellas. Así, callado, me lo quedo mirando, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos entrecerrados y una sonrisa muy leve. Puedo ver al león lanzarme algunas miradas tímidas mientras subimos. Yo me quedo inmóvil como una estatua, parpadeando muy despacio, incitándolo. Desafiándolo.

Las puertas automáticas del ascensor se abren, y salgo detrás de Calvin con el corazón golpeando con fuerza en mi cuello. El león abre la puerta de su piso y ambos pasamos adentro en medio de una nube de inercia; es muy posible que mañana no recuerde qué ocurrió antes y qué después. Pero lo que importa es ahora, el momento presente, e intento no pensar en nada más. Observo a Calvin mientras se quita su chaqueta, y mis ojos se quedan pegados sin disimulo a su musculado cuerpo, abrazado por una entallada camisa cuya calidad o buen gusto no podrían importarme menos: en este momento no es otra cosa que un obstáculo que quitar de enmedio.

Mi cuerpo reacciona casi por memoria muscular, haciendo los movimientos precisos sin pensamiento mediante. Me libero de mi chaqueta con un gesto rápido, fácil, y la cuelgo en el mismo perchero que ha usado Calvin, quedándome a apenas un par de palmos de él. En vez de apartarme, permanezco exactamente donde estoy, donde quiero estar, y empiezo a desabrochar los botones de mi camisa de franela, uno a uno.

Hace frío de donde vengo —digo a modo de justificación, encogiéndome de hombros—. Y no sé tú, pero yo tengo calor. No te importa, ¿verdad?

Cuando abro la parte delantera de la camisa, queda al descubierto una camiseta negra con el dibujo blanco y azul de un glaciar y un logotipo donde puede leerse «Vatnajökull». Un par de tirantes ciñen la camiseta a mi cuerpo. Al contrario que lo que sucede con la mayoría de personas, a mí me ocurre un caso curioso: cuanta menos ropa llevo puesta, mayor parece mi volumen corporal. Ahora, con solo una camiseta cubriendo mi torso, se me ve inmenso. Mi cuerpo grande y de músculos voluminosos debido a una vida de trabajo de fuerza parece querer reventar la prenda que lo viste; unas anchas muñequeras de cuero (sintético, por supuesto) se agarran a unos brazos gruesos y fuertes como troncos de árboles.

Con el deje de una sonrisa provocadora, termino de desembarazarme de la camisa y la cuelgo junto a mi chaqueta. Sin dejar de mirar a Calvin, apoyo mis manos sobre sus hombros y empiezo a masajearlos con el punto justo entre la suavidad y la firmeza.

Relájate —murmuro en un tono oscuro que sale de las entrañas. Me echo hacia delante, como si fuese a besar a Calvin, pero en el último momento, cambio el ángulo de mi cabeza y le doy un suave cabezazo juguetón en la frente. A continuación me retiro, solo un poco, para poder mirarlo a los ojos. Joder, qué precioso es. Mis manos continúan en sus hombros mientras le pregunto—: ¿Qué tal un poco de Nina Simone?

Cargando editor
13/10/2022, 09:03
Calvin Morse

El camino desde la plaza de aparcamiento hasta mi piso estuvo lleno de un profundo silencio. ¿Estaría Snæbjörn tan nervioso como yo? Todavía recuerdo ese rubor en su rostro de antes y puedo imaginar que tras ese estoicismo que mostraba, él estaba tan nervioso como yo. Lo cual me aliviaba un poco, hace tiempo que no invitaba a un hombre a pasar un rato a solas conmigo y mi corazón la tía a toda velocidad.

Una vez me quito la chaqueta, observo como se quita la cazadora, mis ojos no se apartaban en ningún momento. Suelto un suspiro de sorpresa cuando se empieza a desabrochar la camisa de franela, mostrando debajo una camiseta con un mensaje en islandés y exponiendo sus fuertes y grandes brazos. Él dice que tiene calor y yo no puedo evitar asentir. Ahora mismo estaba empezando a sentir calor también.

Mi cola se empieza a mover cuando sus manos masajean mis hombros, mis ojos no se apartan de los suyos. Mis manos sin pensarlo van hacia sus brazos, y empiezan a acariciarlos con una suavidad, disfrutando de su suave pelaje. Por un momento pensé que iba a besarme, pero solo se mueve lo suficiente para que nuestras frentes se toquen levemente. Me río un poco y me sonrojo. Esto era realmente agradable, era perfecto.

Su siguiente sugerencia me trae de vuelta a la realidad y asiento con una sonrisa. -Por supuesto-respondo mientras sin pensarlo, le cojo de la mano y empiezo a llevarle al salón. 

-¿Quieres tomar algo? Tengo vino, cerveza, agua, café...-ofrezco mientras le llevo al sofá para que se ponga cómodo. Yo tomaría lo mismo que él. Me acerco a mi reproductor de música y empiezo a buscar las canciones de Nina Simone. Finalmente le doy a Feeling Good. Aunque la habíamos oído antes, gracias a la hermosa voz de Snæbjörn, siempre era un acierto oírlo de la Suma Sacerdotisa del Soul. 

Busco con la mirada a Snæbjörn y le muestro una tierna sonrisa. 

Cargando editor
14/10/2022, 23:37
Snæbjörn Þórólfsson

Calvin toma mi mano y tira de mí, y yo me dejo guiar con la cabeza en una nube. Todo esto es demasiado bueno como para ser real, ¿no? No es hasta este momento que empiezo a absorber detalles del espacio que me rodea: se trata de un piso espacioso y elegante, aunque de estilo minimalista, diría que con algunos elementos de diseño nórdico, aunque no soy tan entendido como para poder estar seguro. Los colores predominantes son los grises neutros, con tendencia hacia los tonos oscuros, lo que crea una atmósfera sobria, limpia y acogedora. A medida que llegamos al salón, puedo ver un sofá gris oscuro en ele, frente al cual hay una mesa baja y cuadrada de cristal y, en la pared, un enorme televisor colgado como si fuese un cuadro. Destrás del sofá, la pared está empapelada con una gran fotografía del paisaje urbano de Nueva York, en blanco y negro. Guay. La mayor parte de la luz proviene no de lámparas, sino de pequeños focos ajustables situados en el techo, que impregnan la estancia de un ambiente íntimo.

Me gusta.

Nada, nada mal, ¿eh? —Dejo escapar un largo silbido, mirando a mi alrededor sin disimular una expresión de admiración—. Creo que me he equivocado de departamente. Recuérdame que la próxima vez eche mi solicitud para Contabilidad.

Entonces, Calvin me pregunta qué quiero tomar. Ya me he acostumbrado a estas situaciones, pero eso no evita la familiar y repentina sensación de tener la boca seca, el leve pico de ansiedad, diciéndome: «Aquí estoy». Me repugna. Así que, con un suspiro, elimino, vacío papelera de reciclaje y a otra cosa.

Agua está bien. Aunque en realidad me da igual —respondo con una sonrisa, sentándome en el cómodo sofá. Calvin se dirige hacia un aparato de música de aspecto caro, y yo aprovecho para echarle un buen vistazo a su precioso culo y a la manera en la que el tejido de sus oscuros pantalones se pega a sus muslos perfectos. Vuelvo a silbar a modo de «piropo», con toda la intención de que Calvin me regale uno de sus adorables rubores—. Qué buenas vistas...

Tan pronto como Feeling Good empieza a sonar, entro en lo más parecido a un trance religioso. La aguardentosa voz de contralto de Nina Simon me cuenta por enésima vez su historia de superación, de cómo uno puede volver a levantarse y sonreír después de que la vida lo haya dejado hecho pedazos. Me habría encantado conocer a Nina. Creo que los dos habríamos tenido muchas cosas en común. Habríamos podido compartir muchas historias.

El compás instrumental comienza, y yo me levanto del sofá. Despacio, empiezo a bailar, uno, dos-dos, uno, dos-dos, y mi mirada se encuentra con la de mi hermoso anfitrión. Con una sonrisa cómplice, alargo mi brazo hacia él y lo atraigo hacia mí, rodeando sus caderas con mis fuertes brazos y uniendo mis caderas a las suyas. Un impulso eléctrico me recorre desde el pecho hasta la entrepierna, activando mi cuerpo con impaciencia y vehemencia.

Joder... Eres consciente, ¿verdad? —gruño en un bajo profundo—. De cómo me tienes. Sí... Claro que lo sabes. —Mis brazos estrechan a Calvin con la fuerza de un cepo al tiempo que hago oscilar nuestras caderas juntas, uno, dos-dos, uno, dos-dos, asegurándome de que el león pueda sentir perfectamente mi erección creciendo contra él. Acerco mi rostro al de él, lo bastante cerca como para que mi respiración mueva su suave pelaje—. ¿Voy demasiado lanzado? ¿Querrías otra cosa, querrías... hablar, o algo? Porque te advierto que, como no me vayas a buscar esa agua ahora mismo, voy a tener que beberte a ti.

Mi mirada y mi voz no dejan lugar a dudas de que hablo muy en serio. Aflojo mi presa sobre Calvin, dándole una última oportunidad para escapar si eso es lo que desea, porque todavía hay una parte de mi mente que me dice que quizá me esté precipitando... Aunque esa voz cada vez es más y más difícil de oír.

Cargando editor
15/10/2022, 00:01
Calvin Morse

Sonrío por el comentario de Snæbjörn. Me alegraba ver que el piso era de su agrado. No puedo evitar reírme con su pequeña broma. -Muchas gracias-le digo con sinceridad.

Escucho que quiere agua y asiento. -Ahora preparo los vasos de agua-le respondo sin perder la sonrisa en ningún momento. Cuando empieza a sonar la canción de Simone, no puedo evitar mover la cola con el ritmo de la música. Era una canción fantástica, y estaba seguro que habría sido fantástico haberla escuchado en vivo y en directo. Pero afortunadamente conservábamos su fantástica voz en grabaciones. 

Observo al ver como el oso polar se levanta y empieza a bailar al ritmo de la música, es algo que no me esperaba y me hace sonreír mucho. Parecía estar disfrutando con la música. Me acuerdo de cuando hace poco se puso a cantar en mi coche la misma canción, con esa bonita voz grave. Mientras baila, mis ojos siguen el movimiento de su grande y perfecto cuerpo, de como la ropa marcaba sus gran musculatura.

Me agarra con su brazo y me atrae a él, tampoco ofrezco ninguna resistencia, mis manos vuelven hacia sus peludos brazos. Cada vez estábamos más cerca y podía notar su erección, al mismo tiempo una erección se forma entre mis piernas. Noto como me cuesta respirar y mi rostro se pone completamente rojo. Joder, hacía tanto tiempo que tenía a nadie tan cerca...

Finalmente nuestros rostros están completamente cerca, puedo notar su aliento contra el mío, y él posiblemente puede notar el mío. Mis ojos están fijos en los suyos...en ese momento su voz me trae de vuelta a la realidad. Me da la opción de retirarme y puedo notar como su agarre se va aflojando. Lo miro durante unos segundos, el tiempo es como si se hubiese detenido...

Finalmente decido seguir mi instinto, mis manos rodean el hermoso rostro de Snæbjörn, mis dedos juguetean con ternura con su suave barba y finalmente termino de cerrar la corta distancia entre nosotros besando sus labios. El tacto de sus labios es realmente agradable y cierro los ojos durante unos segundos. Finalmente y muy a regañadientes termino el beso y le miro a los ojos, mis manos todavía en sus mejillas. -Creo que si eso podemos hablar y hacer otras cosas luego...-logro responder algo de timidez en el rostro y en la sonrisa. Esperaba no estar precipitándome, aunque el islandés parecía realmente interesado en seguir.

Cargando editor
17/10/2022, 04:26
Snæbjörn Þórólfsson

Por fin.

Tomando la iniciativa, Calvin se adelanta y une sus labios a los míos en un beso tierno, casi casto. Tentativamente, para «probar las aguas». Se trata de un beso superficial, en el que se posa en mí sin ir más allá, pero que basta para encenderme. Cuando el león se retira, yo vuelvo a mirarlo a los ojos, comprobando que todo vaya bien, buscando cualquier señal de incomodidad, de arrepentimiento. Pero lo único que veo es... Puede que esté loco, pero la primera palabra que me viene a la mente es adoración. Durante un momento, es demasiado. No estoy acostumbrado a esto. Ya no. Pero que me aspen si no pienso ir hasta el final.

O... —le respondo en un tono cómplice cuando sugiere que después ya podemos hablar y hacer otras cosas—... también podemos hablar mientras hacemos otras cosas. ¿Qué te parece?

Sin dejarle contestar, le doy un segundo beso, algo más sustancial, en el que atrapo gentilmente su labio inferior entre los míos, moldeándolos lánguidamente, con paciencia, animando a Calvin con ocasionales y levísimos mordiscos al tiempo que mido sus reacciones. Siento un estremecimiento casi eléctrico por todo mi cuerpo y una opresión caliente en el estómago, y un grave gemido rueda en mi garganta, escapando por mi nariz. Mis dedos se entierran en su hermosa melena, acariciando su cabeza con delicadeza, con cuidado, procurando no rendirme (aún no) al deseo. Mientras lo beso, mis brazos lo atraen aún más hacia mí, estrechando nuestro abrazo, y recorro su espalda con el dorso de mis dedos, haciéndole cosquillas a través de la ropa. Sin poder evitarlo, mis caderas ruedan hacia adelante, ansiando más contacto y evidenciando mi excitación. Rompo el beso con un sonido de succión, riendo bajito.

Mmmh. Disculpa, no soy de piedra —confieso, aún riendo, disculpándome por no poder permanecer impasible a tantas sensaciones. Entonces, al darme cuenta de cómo lo he dicho, enarco una ceja con picardía y bajo la mirada a algún lugar entre nuestros cuerpos—. Aunque bueno… —Vuelvo a reír. Al cabo de un momento, contemplo de nuevo a Calvin con una sutil expresión interrogativa—. Oye, perdona que rompa la magia, pero antes de hacer nada más, hay algo que quiero saber. —Hago una pausa, dejando mis últimas palabras colgando en el aire; en mis ojos hay un filo ligeramente inquisitivo—. ¿Tienes novio?

Cargando editor
17/10/2022, 09:56
Calvin Morse

Observo el rostro de Snæbjörn buscando alguna reacción tras el beso. Había sido un beso bastante sencillo, pero aún así me había gustado. Todavía podía notar el agradable tacto de los labios del oso polar contra los míos. Quería volver a besarle. Mi mano sigue acariciando su barbuda mejilla, disfrutando de la suavidad de su pelaje. Espero a que Snæbjörn diga algo, aunque en su rostro podía ver una ternura que hacía que mi corazón se derritiese.

Le escucho y me río un poco. Antes de poder responderle, el islandés tomó la iniciativa y me besó de nuevo. Empiezo a responder al beso, mis manos de mueven a la parte de atrás de su cabeza, acariciándola con cariño, puedo notar sus manos sobre mi melena, y disfruto de sus tiernas caricias. Nos juntamos más durante el beso y empiezo a movernos con cuidado hacia el sofá, para que estuviésemos más cómodos.

Finalmente nos separamos para poder coger algo de aire. -Tu propuesta me parece perfecta-respondo con sinceridad al comentario que hizo antes de que me besara. Me río un poco con su broma y asiento. -Descuida, creo que ambos estamos en la misma situación-le aseguré para que no estuviese nervioso. 

Entonces me pregunta si tengo novio. La pregunta me pilla por sorpresa por el momento en que decidió hacerla, pero automáticamente niego con la cabeza. -He de confesar que ha pasado mucho tiempo desde que estuve así de cerca con otro hombre...-confieso con sinceridad y algo de timidez. Snæbjörn era el primer hombre con el que había intimado desde que llegué a Nueva York. Mi última relación fue cuando todavía vivía en Colorado. Aunque quería preguntarle lo mismo, decido no hacerlo, porque una parte de mi sabía la respuesta, Snæbjörn no parecía de esos que se liaría con otro hombre mientras tuviese novio. Podía confiar en él.

Le beso la mejilla para asegurarle que no había estropeado el momento con su pregunta, mirándolo con el mismo cariño. -Como hemos acordado que podemos hablar y hacer otras cosas, ¿que te parece si traigo unos puros?-sugiero con una pequeña sonrisa. Aunque una parte de mi no quería separarse de Snæbjörn.

Cargando editor
17/10/2022, 23:45
Snæbjörn Þórólfsson

Ah, me pregunstaba si a los de Contabilidad os dejaban llevar pistola o algo. Ya me parecía raro —bromeo ante la respuesta de Calvin a mi doble sentido involuntario, meneando las caderas para que nuestras erecciones se rocen. Me alegra que reaccione así a estas cosas, que no se corte ni nada.

Sin embargo, tan pronto como la pregunta del novio abandona mis labios, tengo la impresión de haber metido la pata. ¿Y si Calvin me malinterpreta? ¿Y si cree que estoy sugiriendo algo más, demasiado pronto? Estoy a punto de echar marcha atrás, de decir que no tiene importancia; a fin de cuentas, ¿para quién la tiene, hoy en día? A veces me siento como una vieja reliquia de tiempos pasados, o a lo mejor es porque he estado toda mi vida encerrado en una isla de trescientos mil habitantes. Pero, antes de que diga nada más, Calvin mueve la cabeza negativamente, respondiendo que hace tiempo que no está con otro hombre. Temiendo haberlo incomodado con una pregunta privada, me fuerzo a mí mismo a explicarme un poco más, suavizando la expresión de mi cara hasta adoptar una de comprensión.

Bueno, yo lo único que pido, lo único, es sinceridad. Y hablando sinceramente, hay ciertas cosas en las que no quiero meterme —explico, con una seria amabilidad—. No estoy hablando de cuernos. O no solamente. Pero ya sabes, hay gente que tiene relaciones abiertas o poliamorosas o mil etiquetas más. Y yo lo lo respeto y me parece estupendo, si eso es lo que quieren, pues adelante. Pero a mí que no me metan. —Me río, más que nada porque parece apropiado, aunque no sé realmente si algo de lo que acabo de decir tiene alguna gracia. Luego, mi rostro adopta una expresión más neutra, más seria—. En la misma línea: confianza. En mí, y en ti mismo. Yo no pienso hacer jamás nada que no quiera hacer, ni aunque me lo pidas por favor. No es no. Y espero lo mismo de ti. No me gustaría nada descubrir que has hecho algo que no te apetecía solo por darme el gusto. Así no funciona, para mí no. Yo, para pasarlo bien, necesito que lo pases bien. ¿Lo entiendes? Porque para mí eso es muy, muy importante. —Como para dar énfasis a mis palabras, mis manos se van al generoso trasero de Calvin y le dan un apretón afectuoso. Entonces, mi bello compañero sugiere ir a buscar los puros. Sonrío con cierta malicia, dándole una palmada en el culo—. Sí, tráelos. Pero los encenderemos de uno en uno, ¿te parece bien? Me gustaría compartirlos.

Le guiño un ojo, dejándolo ir de mi abrazo con cierta resistencia, como si su piel se me hubiese quedado pegada.

Cargando editor
18/10/2022, 08:09
Calvin Morse

De nuevo puedo escuchar esa hermosa risa salir de Snæbjörn y no puedo evitar sonreír. Siento su erección contra la mía durante muestro abrazo, y una parte de mi se imagina como sería sentir mi erección contra otras partes del cuerpo del oso polar, pero me contengo rápidamente. Contrólate Calvin me digo mentalmente.

Sonrío ante las palabras del oso. -Me alegra oír que piensas lo mismo que yo-le digo con sinceridad mientras mis manos empiezan a acariciar y masajear su espalda. Yo no era muy lanzado para esa clase de cosas, cuando salía con alguien solo salía con ese hombre y no estaba interesado en la idea de relaciones abiertas, algún ex mío me había acusado de ser un soso y un anticuado por no ser tan "abierto de mente". Me alegraba que Snæbjörn y yo estuviésemos en la misma página. 

A continuación habla sobre el consentimiento y asiento, dándole la razón. La confianza lo era todo en una relación. Puedo notar su mano contra mi trasero y yo por instinto empiezo a bajar mis manos hacia el suyo, acariciándolo con gentileza. Me preguntaba hasta cuanto me dejaría Snæbjörn, si estaba dispuesto a algunas cosas, pero como ha dicho antes, la confianza y el consentimiento lo eran todo, así que si él no quería, no insistiría. 

La idea de los puros le ha gustado y me río un poco ante la pequeña palmada contra mi culo. Se la devuelvo de forma juguetona y le sonrío. Mis manos abandonan su culo para ir a su pecho, y lo empujo con gentileza con el sofá una vez nos separamos del abrazo. -Vuelvo en seguida, guapo-le digo al hermoso oso polar con un guiño en el ojo. Voy rápido a por mi caja de humificador de puros, no estaba muy lejos.

Decido escoger un par de puros diferentes, uno para que Snæbjörn se acostumbrase, ya que eran más fuertes que los cigarrillos y otro para más tarde. Mientras regreso con el oso polar, voy cortando el final del puro con un cortador que había cogido y me lo llevo a los labios. Saco las cerillas y empiezo a encenderlo con calma, mis ojos no se apartan del oso polar en ningún momento, mientras mi boca se va llenando de humo a medida que doy varias bocanadas.

Me siento en el regazo del oso, el denso humo nos rodea a ambos. Una vez está encendido del todo, retiro el puro de mis labios y echo una gran nube por la boca. Empiezo a llevar el puro a los labios de Snæbjörn sin perder la sonrisa.