Partida Rol por web

En la ladera de la montaña se encontraba el grupo, iban cubiertos con ropa Dorniense por que el desierto es cruel y no permite que nadie utilice otra indumentaria.
 Las armaduras podrían ser letales en las altas temperaturas de las arenas y las vestimenta mas apropiada debía ser mas liviana pero no escasa, mientras menos ropa tuviera mas posibilidades de deshidratarse tenia uno.
 El tramo no había sido fácil y el grupo estaba cansado y la arena estaba en todas partes de su cuerpo insoportable tanto como solo la arena podía ser.

-Miren esta bajando una escolta.- Dijo Shandi señalando a un grupo de unos 30 hombres que bajaban desde el castillo de la casa Blackmont.

 El estandarte estaba en lo alto y mostraba Un buitre en sable con un niño rosado en sus garras en campo oro.

Deteniendo su avance, Bastian retiró el trozo de tela que tenía atado a la cabeza y que le tapaba la boca y la nariz para evitar respirar arena... 

Aquel larguísimo viaje que le había llevado desde Harrenhal hasta Braavos, y de la ciudad libre a Dorne, le había otorgado una valiosa experiencia, además de permitirle viajar más allá de El Dominio. Conocer nuevos lugares, nuevas gentes, diferentes formas de entender la vida... Además, le había servido para reafirmar su código personal. Lady Constance, aquel ser celestial, le había dado un motivo para existir. Desde joven, Sir Fossoway había soñado con ser un caballero y tener algo por lo que luchar y un amor que defender. Lo primero lo consiguió cuando fue ungido con los Siete Óleos hacía ya unos años. Lo segundo y tercero lo obtuvo cuando decidió participar en aquel torneo nueve meses atrás...

Con ésto en mente, recordando la primera vez que había visto a Lady Nightwing, se giró hacia ella con una sonrisa.

-Parece que ya hemos llegado, Mylady. Supongo que nos acogerán sin problema, pero por si acaso aguardad aquí un instante.

Espoleando su montura, Bastian avanzó un poco más para dar encuentro a la comitiva del buitre en sable. Llevaba a "Misio" en un costado, presto para ser empuñado si se daba la necesidad. Aunque confiaba en que todo fuera bien:

-Bienhallados, señores -saludó cuando estuvo lo suficientemente cerca con su mano derecha alzada.

Constance estaba tan cansada que por momentos se preguntaba si habìa tomado la decisiòn correcta, luego recordaba el verdadero motivo de aquel viaje y se le pasaba el cansancio o al menos lo toleraba de mejor manera. Por suerte, finalmente habìan llegado a donde querìan, alguien venìa a recibirlos y ellos podrìan descansar o al menos eso esperaba. La sonrisa de Bastian le gustò, le recordò que estaba bien acompañada y que podìa sentirse cuidada y mucho màs mimada de lo que habìa sido en años.

-Si, mi lord.

Respondiò con suavidad antes que èl se marchara a hablar con el hombre del estandarte. La pelirroja mirò a Shandi.

-¿Le conoces?

Se estirò un poco mientras trataba de escuchar que se decìa màs allà.

-Si, Lady Constance conozco a alguno de ellos.- Dijo la mujer sin especificar de que manera los había conocido.

Una nube de polvo se levantaba mientras los caballos avanzaban para recibir a los viajeros. El que parecía ser el líder se acerco al grupo y tomo la palabra.

-Lady Larra Blackmont les da la bienvenida a su castillo.- Dijo el hombre formalmente. -La señora me pidió expresamente que los acompañe ante ella, tiene intenciones de hablar con ustedes antes de cenar, espero que a ustedes no les moleste.-

 Balaquo Otheris se llevo las manos a la cintura sin decir ni una sola palabra, habían conocido al sujeto en Braavos, en un barco que oficiaba las veces de bar. El hombre había ofrecido protección para los viajeros y tras unas copas el sujeto les había confesado sus ansias de aventura con lo que al final lo unieron a la comitiva que viajaba hacia Dorne, una espada extra nunca estaba de mas y si el tipo era tan bueno como decía entonces no había que desaprovechar sus cualidades.

El Braavosi acerco su caballo a Bastian para hablar con el -Así que estos son los Dornienses.- Dijo en un tono en el que pocos podían oír.
-Nunca mate a un Dorniense y debo confesar que mi espada vibra ante tal oportunidad hoy.- Balaquo era de hacer esos comentarios a menudo pero uno nunca sabia si lo decía en serio o no.-

El heredero de La Sidra escuchó las palabras del que parecía ser el cabeza de la comitiva y respiró aliviado. Aunque con el estandarte del buitre ondeando en lo alto no creía que fuese a haber problemas, toda cautela era poca en el desierto. Los ataques, emboscadas, espejismos y embustes de las arenas no habían sido en vano en la prudencia del Sir. Sin embargo, aquella invitación le resultó más gratificante que un sorbo de agua helada.

-Agradecemos la invitación de Lady Blackmont -dijo volviéndose hacia Shandi para indicarle que podía acercarse con Lady Nightwing-. Podéis llevarnos ante ella.

Mientras la columna dorniense daba la vuelta y se organizaba, Bastian esperó los pocos segundos que tardaron en aproximarse las dos mujeres, pues tampoco estaban demasiado lejos, y sonrió a Constance cuando llegó junto a él.

-Mylady, parece que al fin podremos descansar de tanta arena. Lady Larra nos recibirá sin demora.

Cuando el braavosi se acercó hasta él, el caballero le miró sonriente y con una ceja enarcada. Las formas de aquel hombre le resultaban graciosas, aunque le preocupaba en el fondo lo impredecible de su ánimo. Estando ya en marcha tras la columna Blackmont, habló intentando que solo le oyera él:

-En tal caso contenedla en la vaina para que no la noten vibrar, Balaquo. Esperemos a encontrar dornienses menos amigables para usarlas.

Constance se sintiò relajada, aunque en cuanto llegaran querìa que enviaran un cuervo para saber algo de sus padres pero se lo dirìa ni bien estuvieran descansados. Por un momento sintiò que Bastian podrìa ayudarla a olvidar lo que sòlo sus hermanos y ella sabìan pero no serìa capaz de decirle algo asì, no lo querìa lastimar. Quizà Constance habìa crecido en ese trayecto, quizàs era que ahora las cosas para ella eran distintas. Por suerte la vida le habìa puesto en camino de buenas personas, aùn Shandi que siendo lo que era, la habìa tratado bien y el otro hombre que se habìa puesto a su servicio.

-No os imaginàis como deseo un buen baño...

Dijo sin pensar demasiado y es que de verdad lo necesitaba y para ayer. Acercò su montura a la de èl y le sonriò miràndolo a los ojos.

-Gracias, ser Fossoway, gracias por traerme hasta aquì.

La escolta giro en redondo de vuelta hacia el castillo y el grupo fue escoltado hacia el interior de la construcción.
 En el viaje pudieron apreciar que la fortificación estaba levantada sobre una montaña y que el camino estaba flanqueado por piedra de un lado y vació del otro.
 El lugar podría ser tranquilamente uno de los mas difíciles de tomar en todo Dorne y eso en cierta forma da una cierta tranquilidad.
 La guardia de la puerta les abrió el rastrillo y el grupo ingreso al castillo acompañados del sonido del derbake un instrumento poco conocido mas al norte pero que sonaba con un ritmo muy interesante.

En la entrada del castillo una hermosa mujer se encontraba sobre un caballo alazán, el ejemplar en cuestión era un hermoso corcel de las Arenas, que eran sin lugar a duda los caballos mas rápidos y confiables de todo el reino.

-Bienvenidos a mi morada, mi nombre es Lady Larra Blackmont y soy la señora de Montenegro.- Dijo solemne.
-Los invito a pasar a mi castillo y disfrutar conmigo de mi carne y mis vinos pero antes necesito intercambiar unas palabras con ustedes en privado.-
 Su mirada giro unos pocos centímetros y se poso en la joven Shandi.
-Dichosos son los ojos que te ven mi querida amiga, espero que tu estadía aquí sea tan buena como en anteriores veces.-

Sir Bastian había tomado ya ciertas confianzas con Lady Constance. Aunque no la había vuelto a besar, como hiciera aquella dichosa vez en el torneo, el tiempo juntos, las conversaciones, las comidas, las travesías... le habían dado cierta complicidad.

-Gracias son las que vos desplegáis, Mylady -le respondió con una sincera sonrisa.

Marchó tras la comitiva, junto a Lady Constance, procurando atenciones para que estuviera bien durante el ascenso y la entrada. Lo cierto es que el bastión resultaba impresionante como inexpugnable parecía. Pensó que aquel sería una buena ocasión para conocer a sus "vecinos" dornienses y establecer buenas relaciones. Sin duda, ese pensamiento le llevó a recordar a su familia. Debía pedir a Lady Larra que le permitiera enviar un cuervo a La Sidra, de ser posible...

-Bienhallada, Lady Blackmont -dijo Bastian dedicándole la mayor reverencia que le permitiera el estar montando al corcel-. Os agradecemos vuestra hospitalidad, y me ofrezco a ayudaros en lo que me sea posible para devolveros vuestra generosidad -añadió queriendo mostrarse sinceramente agradecido-. Vos primero, Mylady.

Se mantuvo en silencio mientras saludaba a la alegre Shandi y esperó a que la Señora indicara dónde hablar en privado.

Constance no se sonrojaba ante las palabras de Bastian porque sabìa que se las merecìa y que realmente era asì como èl lo sentìa. Asintiò brevemente a sus palabras y se dejò conducir, de pronto era como si llegar a aquel sitio le permitiera soltarse y sentir todo el cansancio sobre sus delicados hombros. Su caballo daba pasos seguros y ella, aunque se sabìa ajada por el viaje, intentaba poner su mejor cara. Cuando finalmente estuvieron frente a la mujer, la pelirroja la observò con detenimiento mientras èl la saludaba, luego ella hizo lo propio.

-Muchas gracias por vuestra hospitalidad, mi lady...

Constance no supo còmo presentarse, si con sus verdaderos nombres o como marido y mujer como habìan hecho con los monjes*, prefiriò dejarle eso a Bastian y aguardò a que los condujeran a los aposentos y esas cosas, cambiarse, ponerse màs fresca quizà. En realidad necesitaba descansar y beber, seguramente los otros tambièn.

La mujer los condujo al interior del castillo y todos pudieron notar que estaba más que bien custodiado, había hombres armados por todos lados, en las puertas, haciendo rondas y vigilando desde las almenas. Algunos llevaban el blasón de la casa Montenegro otros no.

Lady Larra los condujo a un amplio salón con pisos de mármol y grandes alfombras muy decorativas. En las paredes colgaban cortinas de seda haciendo que el lugar tomara un tono acogedor, como el de estar en una habitación recubierta de algodones.
 Había sillones con almohadones de plumas y un escritorio de madera bastante grande en una de las cabeceras de la habitación.

-Se que el viaje es largo y querrán quitarse el polvo del camino pero esta charla no durara mucho.- Lady Larra hizo un gesto con la mano y un par de niñas de no mas de 10 años trajeron jarras con vino una bandeja con pan y varios quesos para degustas.
 Balaquo no tardo ni un segundo en tomar una copa para servirse vino y poder comerá de lo que la señora de la casa ofrecía.

Bastian siguió a Lady Larra por aquellos espacios y pasillos fuertemente defendidos. Le llamó la atención la cantidad de hombres presentes y su... distinta procedencia. ¿Es que se estaban preparando para algún ataque? Tendría que enterarse, pues si algún peligro se cernía sobre Montenegro, Lady Constance no debía permanecer allí por mucho tiempo... por muy inexpugnable que pareciese la fortaleza.

Por el camino fue también pensando en cómo presentarse. Anteriormente había mentido... Si bien aquello le había hastiado y horrorizado, Bastian no querría mentir más, y menos ante quien les acogía. Miró en silencio a Constance, esperando que ella no pusiese impedimento ni le pareciese mal.

Cuando llegaron al salón, el Fossoway quedó asombrado por la belleza de la estancia. No sabía si sería el clima o el paisaje de aquella tierra que forjaba el carácter de los dornienses, afectando también a su decoración y estilo de vida. Una vez se asegurara que nadie más podría oírles, estando tan solo ellos y Lady Larra, se dirigió a ella respetuosamente:

-Disculpad que no nos presentásemos antes, Mylady. Pero ha sido nuestro deseo que no se conociera nuestra verdadera identidad, y esperamos que así siga siendo... al menos por el momento -dijo dedicando una reverencia en símbolo de disculpa-. Yo soy Sir Bastian Fossoway, hijo de Lord Brandon Fossoway*, y heredero de La Sidra -dijo mostrándole el sello de su familia que, a falta de credenciales, era lo mejor que tenía-. La Señora es Lady Constance Nightwing, hija de Lord Owen Nightwing, Señor de Stonecrow y Murosnegros. A Shandi la conocéis, sin duda, y el hambriento es Balaquo Otherys, una gran espada de la ciudad libre de Braavos... -hizo una pausa para que los reconociera a todos-. Pido que disculpéis de nuevo la clandestinidad aún por la hospitalidad que nos habéis demostrado, y pido que guardéis nuestras identidades solo para vos...

En cuanto a las breves palabras que Lady Blackmont quería mantener, no dijo nada, simplemente aguardó por ellas. Si ella lo requería, estaba dispuesto a permanecer un poco más sin el ansiado baño. Mientras las damas se limpiaban, él escucharía cuanto tuviera que decir la anfitriona...

Para ella todo aquello resultaba maravilloso, era verdad que se sentía un.poco triste pero siempre que se descubría sintiendo aquello, intentaba pensar en otras cosas y aquello era precisamente los salones, los arreglos, los hombres que cuidaban aquel sitio. Quizás era mucho más peligroso de lo que había creído en un principio.

Tomó una copa de vino para medio saciar su sed pues sabia que con aquel vino no lo lograría pero apenas había mojado sus labios cuando escuchó a Bastian mentar sus nombres, sus verdaderos nombres y evidentemente dejar en claro que esposos no eran. Se giró a mirarlo casi violentamente pero era tarde para pedirle que callara; sintió que el corazón se le salía.

-¿Por qué lo ha dicho? No sabemos si estamos seguros y...

Quizá la hermosa lady había deslumbrado a Bastian con su belleza y él quería dejar en claro que no tenía nada con ella pirque de lo contrario no entendía por qué había soltado sus nombres así como así y sin preguntarle.

Su decepción era evidente pero de todas maneras hizo una reverencia a lady Blackmont e intentó sonreír. No hacia falta que dijera nada, Bastian se estaba ocupando y ella no hibira podido, aunque hubiera querido, hablar.

Lady Larra se sorprendió al oír los nombres, sin lugar a duda no sabia que tenia a dos nobles de tal alta alcurnia de invitados, Shandi no se lo había mencionado de esa forma, sin embargo hizo silencio unos segundo, como repasando los apellidos de sus invitados luego mostró una sonrisa y hablo.

-Es de mi agrado recibirlos, no sabia que mis invitados eran tan importantes.- Dijo casi disculpándose -Shandi y yo tendremos que hablar luego al respecto.- Agregó mirando a la chica pero sin enojo en su mirada.

-De haber sabido los hubiera recibido de otro modo, ahora pensaran que soy una descarada y que no se ser una buena anfitriona.- Hizo exagerando un gesto de pena.
-Sin embargo esa opinión puede revertirse, por estos días soy la anfitriona de lujo en todo Dorne ya que he recibido varias visitas importantes a de mas de las de ustedes claro.

La mujer se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación con una copa de cristal llena de buen vino.

-Se que Dorne y el Dominio nunca se llevaron bien pero quiero que este tranquilo por que aquí será tratado como a un amigo o a un hermano.- Comento mirando a Ser Bastian.

Luego poso la mirada en Lady Constance y le regalo una sonrisa. -Se que tu padre te busca por cielo y tierra, es conocido ya el rumor de tu partida. Todos nos preguntamos por que se marcharía un hijo del hogar de su padre pero viendo a quien la acompaña las dudas quedan despejadas.- Su mano se poso por un segundo en el hombro del caballero Fossoway poniendo así mas énfasis en su halago.

-También estará segura en mi castillo, yo no diré nada. Soy una mujer en la que se puede confiar y mucho más si las personas que necesitan confianza son fieles al reino en estas horas tan oscuras.- Lady Larra se sentó ahora al lado de Shandi y poso una de sus manos en la rodilla de la Meretriz.

-Ahora que ya nos conocimos les doy libertad de recorrer mi castillo, pueden ir a sus habitaciones, que ya les fueron asignadas. Quedarse a charlar conmigo o darse una ducha. Hoy comeremos con unos invitados importantes y seguramente tendremos una estupenda cena así que pónganse sus mejores galas, si no tienen puedo mandar a mis criadas al pueblo para que les compren la mas fina vestimenta.- Tomo un gran sorbo de su copa y espero a ver que hacían sus invitados.

Bastian asentía a la par que atendía las palabras de Lady Larra. El joven miró a Shandi cuando la Señora hizo referencia a ella, y le hizo un gesto de despreocupación para que no se sintiera traicionada. No dejaba de sentirse mal por haber estado mintiendo todo el camino, incluso no haber podido hablar con Lord Owen... Sin embargo, lo que sentía por la divina Lady Constance eclipsaba todo lo demás, unos sentimientos que renovó con solo mirarla al rostro unos instantes.

-No os sintáis mal en absoluto, Mylady. No conocíais nuestras identidades por necesidad, y aún así nos acogisteis en vuestra casa. Habéis demostrado ser una Señora amable y hospitalaria. Por eso he creído más adecuado romper la clandestinidad con vos. Sin embargo –dijo mirando cómo se paseaba-, agradecería que ninguno de vuestros invitados nos conociera por nuestros nombres, sino como un simple matrimonio que ha venido a visitaros –pidió con una sonrisa de adelantado agradecimiento.

Sintió la mano de la hermosa Señora en su hombro y miró a Constance, esperando que le pareciera bien la petición realizada a Lady Blackmont, a la par que comprobaba cómo le sentaba el contacto y las palabras de ella. Así mismo, quería saber qué haría su amada. Él quería comentar un par de cosas con Lady Larra, y así lo comunicó:

-Yo querría hablar con vos, Mylady, si no fuese molestia. Sin embargo mi Señora... –dijo mirando a Constance, sabiendo que estaba hastiada de tanta arena y sudor, aunque no quería hablar por ella

Aún seguía intentando comprender qué había sucedido para que Bastian hubiera revelado sus verdaderas identidades pero cuando vio la actitud de Larra, se sintió un poco mas tranquila, no así cuando ella mencionó a su familia.

Su corazón se estremeció y sintió que quizá su padre nunca la perdonaría. A pesar de la petición del caballero de que ante los demás siguieran pasando como marido y mujer, no se le escapó la mano en el hombro de ella. Y para terminar, él pidió hablar a solas con ella. Empezaba a creer que quizá lo perdiera.

-Si me lo permitís yo iré a darme un buen baño y aceptaré esas ropas pues no he traído casi nada que pudiera servir, mi lady. Gracias por vuestra hospitalidad.

Echó una mirada al caballero pero volvió a dirigirse a su anfitriona.

-¿Creeis posible que envíe un cuervo a mi familia?

En el fondo no estaba segura de querer hacerlo. Cuando la mujer lo hubo contestado, si se dirigió a Bastian.

-Mi lord, tras vuestras palabras con Lady Larra, ¿podéis verme en mis aposentos?

Esperó la respuesta y se dispuso a salir.

Bastian sonrió ante las palabras de su amada Lady Nightwing. Estaba feliz porque fuera a bañarse y quitarse el polvo del camino, y que volviera a vestir como le correspondía: con sedas y ropas elegantes dignas de su sangre y condición, y no más trapos sucios por el sudor y la arena. Además, Constance pensaba como él. Aunque no desvelara dónde estaba, quería comunicarse con su familia...

-Descuidad, Mylady -dijo acercándose y tomándole las manos-, no tardaré. Iré antes a lavarme, ¿de acuerdo? Así nos veremos ya limpios y vos podréis descansar un poco -besó las manos de la hermosa joven esperando su confirmación y su marcha para hablar con Lady Larra.

Constance asintiò, se despidiò de ambos con una sonrisa cansada y se dejò conducir a los que serìan sus aposentos para darse ese tan anhelado baño. En silencio sopesaba las posibilidades, si su padre estaba buscàndola, quizà no deberìa enviar cuervo alguno por si descubrìan de dònde venìa pero es que tampoco querìa tenerlo màs preocupado. Se sintiò culpable por eso y se permitiò un par de làgrimas que secò antes que las doncellas entraran para preparar su baño mientras ella se deshacìa la trenza que tenìa puesta.