Partida Rol por web

El campo estaba terminando de prepararse y el murmullo de la gente que comenzaba a agolparse en los alrededores para el "espectáculo" comenzaba a hacerse patente incluso desde dentro de la fortaleza de Harren el Negro.

Los Nightwing seguramente comenzaban a prepararse para hacer su salida al predio junto con las otras grandes casas nobles. "Los plebeyos lo miramos desde el llano." Una sonrisa figuro en mi rostro, pero no estaba molesto, estaba acostumbrado a ser un sirviente y realmente no podía quejarme de la vida que llevaba.

Había terminado de preparar mi atuendo, con la armadura oculta entre las ropas y mis armas blancas envainadas tras la cintura. Su peso en el cinto me daba seguridad pero el murmullo en aumento proveniente del exterior me estaba poniendo ansioso. Tome la flauta y me dirigí al salón común que usaban los Nightwing en el enorme castillo. No había nadie. "Mejor así." Me senté en un rincón oscuro y comencé a tocar la melancólica melodía que siempre venia a mis labios cuando dejaba hablar al instrumento. El sonido áspero del tubo de hueso alejo mis inquietudes por lo que se vendría este día tras las justas.

Entonces oí el sonido de pasos que se acercaban... seguramente sería alguno de los nobles de la familia.

Luego de lo sucedido con Arok, Constance no estaba de mucho humor para hablar con nadie y mucho menos con quien hasta ese momento había sido su confidente; de alguna manera se sentía traicionada pero feliz de que pronto no tendrían que tratar más con ella. Extrañaba a su yegua y posiblemente lo haría por el resto de su vida pero había entendido que no podía seguir llorándola y mucho menos con el montón de cosas que ahora tenía planeadas. La joven estaba ya lista para el torneo, quizás una de las últimas veces que pasaría con su familia por lo que consideraba que más le valía disfrutarlo pero de momento quería soledad.

Constance cojeaba claramente adolorida, el rictus de dolor se acentuaba luego de algunos pasos e incluso su frente se perlaba de sudor por el esfuerzo. Poco antes del llegar al salón escuchó una suave melodía, algo triste, sintió que algo se atragantaba en su garganta pero se contuvo, ya había llorado demasiado los otros días y no podía presentarse llorosa ante su madre y Mérida y nadie en el maldito torneo. Tuvo que sujetarse de la pared para soportar el dolor pero sin dejar de mirar al fondo, en la semi penumbra desde donde provenía la música.

-Parece algo triste esa melodía...

Dijo suavemente sin atreverse a dar un paso más. Aún no entendía cómo no se había roto la pierna con el peso del caballo pero quizás ese era un regalo final que le había hecho su hermosa yegua. No quería interrumpir al músico, a pesar de que no le veía bien, sabía que debía ser un sirviente de su casa, alguno de los que no conocía por lo tanto no sabía su nombre. Intentó acercarse pero apenas dio medio paso, el dolor no le permitió y sonrió intentando ocultarlo pero no sólo no lo conseguía, sino que le hacía pensar en lo mucho que sentía deseos de matar y no a un animal, aunque podría ser.

"¡Ah! Constance Nightwing est... ¿pero que demonios?"

La joven cojeaba visiblemente y el dolor estaba tan patente en su rostro que ni un grito a viva voz lo hubiera expresado mejor. ¿Cuando había pasado esto y como diablos es que yo no me había enterado?

"Yo siempre soy el primero en enterarme de todo...."

Deje la flauta sobre la mesa y me a levante en un ágil movimiento para luego dirigirme hacia la joven a toda prisa. Hice una rápida reverencia frente a ella y me agache un poco para ofrecerle mi hombro. -Milady Constance, lo mejor sera que se siente un segundo.- Dije mientras señalaba con la mano libre el asiento más cercano.

Constance se sujetò del brazo de èl y dejò que la ayudara a acercarse al asiento, asì estarìa descansada para el comienzo de las justas.

-Eso que tocabàis, era bello. Aunque como ya os he dicho, es bastante triste. ¿O serà que yo lo escucho asì?

La Nightwing sonriò y respirò profundo ya sentada y màs còmoda. Mirò al hombre a los ojos y negò suavemente.

-Creo haberos visto cerca de mi padre y de mi hermano pero no recuerdo vuestro nombre.

Era evidente que querìa saberlo. Pero Constance no estaba como habrìa estado en otro momento de su vida, exigente e insoportable porque lo que le habìa sucedido le habìa calado hondo y le costaba mucho lidiar con el dolor de aquello. Intentò sonreìr pero aùn no podìa del todo.

Sonreí algo forzado pero para nada molesto con la interrupción. La joven parecía estar pasando un momento difícil, y sobre todo doloroso, así que le vendría bien una pequeña distracción.

-Disculpe mis modales milady. Mi nombre es Alvar y si, puede haberme visto muchas veces junto a su padre o su hermano pues soy uno de los muchos sirvientes menores de la casa Nightwing.- Esta vez realice una reverencia como era debido, en señal de respeto y para terminar mi presentación. Luego busque un asiento para mi mismo y me ubique a una prudente distancia de la joven dama.

-Ah si, esa melodía me la enseño mi maestro. Tiene algo muy melancólica en su simple melodía ¿verdad? Supongo que es algo triste...- Nunca supo si las notas sonaban igual cuando su maestro tocaba el instrumento o si el mismo la había transformado inconcientemente desde que este había fallecido. -De todas maneras me alegra que le gustara milady.-

Constance lo miró fijamente, escuchó su nombre y se dio cuenta que no lo había escuchado antes pero no creía que hubiera nada más que escuchar en lo que el hombre había dicho. La joven ladeó la cabeza y se quedó pensativa, entonces pronto tendría que estar en el torneo al igual que ella; le parecía raro que nadie le hablase antes de Álvar pero tampoco era el fin del mundo y mucho menos ahora que se iría pronto. Intentó no pensar en ello, porque era lo mejor que podía hacer.

-Pues vuestro maestro era muy bueno... O aún es, no sé si vive o muere.

La joven lo miró fijamente a los ojos.

-Supongo que vinisteis aquí a estar solo y yo os he echado a perder el plan. Me iré en cuanto haya descansado un poco la pierna...

-Mi maestro fue una gran persona. Rescataba niños de la calle, los alimentaba y educaba.- Quedaba más que implícito que yo era uno de esos niños. -Pero lleva casi diez años muerto así que me ha tocado ser algo asi como su "heredero.".- Le sonreí a la joven dama con franqueza. Eran unos buenos recuerdos de cuando la vida era más simple, y por ende mucho mejor.

-Por favor milady, quédese. La soledad no es algo que las personas deban anhelar así que la compañía no me molesta.- Le dije detrás de una simple y franca sonrisa. Era un hombre mayor ya, pero conservaba ese atractivo que tanto me había ayudado en mi trabajo, y sabía muy bien apreciar la compañía de una igualmente bella mujer. -Supongo que ya se ha hecho atender la pierna por el maestre pero, ¿hay algo que este humilde sirviente pueda hacer por ayudarla?-

A veces Constance, cuando escuchaba historias así pensaba en lo mucho que podría hacer ella pero es que tampoco había sido educada para ello, ni para lo que iba a hacer, ni para lo que sentía pero reconocía que era muy difícil haber superado una vida así más no sintió pena por Álvar porque al parecer estaba muy seguro de sí mismo y eso era digno de admirarse.

-Me alegro que os hayáis encontrado a ese buen hombre en vuestro camino, Álvar.

La muchacha estiró un poco la pierna, ella si que añoraba la soledad de alguna manera pero no en ese momento pues la conversación le estaba agradando.

-Gracias... Supongo. El maestre me ha visto, mi yegua me cayó encima y...

A Constance se le atragantaron las palabras y el espía pudo ver las lágrimas pugnando por salir y sin embargo ella se contuvo. Bajó la mirada hasta que el dolor pasó un poco.

-Ya he tomado para el dolor pero hay dolores que no se quitan ni tomando toda la leche de amapoles que Teo sea capaz de darme...

Le guiñó un ojo y sonrió.

-¿Cuáles son las tareas que hacéis para mi padre? Porque asumo que no será tocar música a niñas caprichosas como yo, según las palabras de mi hermana Mérida.

Asentí agradecido por sus palabras y escuche su brevísimo comentario sobre su salud y su accidente. Hice una mueca de involuntario dolor empático. El peso de un equino no es poco, y si le cae encima a una mujer... pues es de imaginarse el resultado. Aleje la mirada fingiendo poner en orden mi ropa mientras la joven dama se reponía del dolor y contenía las lágrimas.

-Dicen que el dolor forma el carácter y templa el espíritu. Se que debe sonar banal y algo duro, pero espero que supere su perdida y su dolor, y logre aprender algo de ellas.- Esta vez mi sonrisa era mucho más leve y simplona. Era un simple consejo, pero el dolor en verdad obra distinto en cada uno.

Su pregunta me sorprendió entonces. Asumía que ella sabría que hacía yo en términos generales, pero sus interrogantes me ponían en una situación complicada. ¿Que tanto podía saber ella de mi? No creía en verdad que fuera un gran problema pero con los nobles uno nunca sabe. -Emmm... pues para ser breve... digamos que sin importar que quiera conseguir o averiguar su padre, a mi es a quien acude.- Era la forma más simple y general de exponerlo, pero saltaba a la vista cuales eran mis tareas. Y porque ni ella ni los demás sirvientes sabían muy bien que hacía para los Nightwing.

La joven lo miró interesada, la verdad es que hablaba tan bien que podría no ser un espía como había dejado en claro, sino un maestre o un septo. La sonrisa de Constance se iluminó sin más ni más como si de pronto se hubiera olvidado realmente del dolor.

-Supongo que es parte de crecer y alguna vez tenía que hacerlo. Al menos no morí...

Ella se recargó un poco de la pared y lo miró con una ceja enarcada.

-Entiendo, entonces no tengo que preguntar más. Es mejor que lo vuestro siga siendo tan discreto como hasta ahora. No hay nada de qué preocuparos, es verdad que soy un poco insoportable pero no soy tan mala.

Le guiñó un ojo convencida de que ambos daban por sentado que aquella conversación no había existido.

-Nunca tendré otra yegua como Arok, era hermana del caballo de mi hermano. ¿Creéis que haya suerte para la casa hoy? ¿Os puedo hacer otra pregunta? Es sobre un ser...

-Los Siete no permitirían que alguien como usted muriera milady.- Por supuesto esto no era cierto; miles de niños, tal como yo o mis hermanas sufrían de mil maneras y solo un puñado lograban salvarse... por lo general los que tenían un maestre para ayudarles por ser de sangre noble o los que lo lograban por un milagro, como su familia. Al menos parecía que la joven se estaba animando un poco.

Asentí agradeciendo el tacto de la joven para con un tema delicado como el mío. En este oficio mientras menos se hablaba mejor para todos. -Por favor, dudo que sea usted una persona siquiera un ápice insoportable. De ser así yo no estaría sentado aquí.- Dije devolviéndole la sonrisa mientras me acomodaba un poco en la silla. Aparentemente iba a disfrutar al menos un poco de las distracciones de esta conversación. 

-Vuestro hermano ha recibido algo de información de un "informante anónimo"... dije soltando un guiño cómplice ...para darle suerte en su primer combate. Su padre no necesita ninguna ayuda en absoluto, es más, temo por el pobre hombre o dios que se vea objetivo de su lanza al galope.- Lord Orell tenía fama, y no de la inventada o injustificada, sino de la que se consigue con hechos y hazañas. Realmente sentía compasión por sus futuros oponentes.

Constance estaba disfrutando de la compañía y al parecer él no estaba predispuesto en cuanto a ella o si lo estaba, lo disimulaba muy bien pero en ese momento ella agradecía su compañía, aunque quizás no fuera a decirlo así con todas las letras, ya le había costado bastante decir lo que pensaba.

-Pues espero que a Ragnar le vaya bien... Y en cuanto a padre, bueno, suponía que él lo tenía mucho más sencillo. Mi padre es muy fuerte y capaz.

Se podía notar que la pelirroja admiraba a su padre, aunque le hubiera puesto un centinela como Daeron, lo que sentía por el lord era totalmente ajeno a aquello. Pero entonces ella ladeó el rostro y lo miró de nuevo, intentaba encontrar en la mirada algo que le dijera que se había olvidado de responderle y no que no quería hacerlo.

-¿Responderéis mi pregunta? Tiene que ver con Ser Bastian Fossoway... ¿Sabéis algo de él?

-Ambos causaran impresión en el torneo de hoy, eso téngalo por seguro milady.-

Había esperado que decidiera no hacer su pregunta. Esto me iba a poner en una situación delicada posiblemente. -Ser Bastian Fossoway... la verdad que no me suena. Los Fossoway tienen dos ramas familiares en el Dominio pero eso es todo lo que se de ellos.- En verdad no quería hacer la siguiente pregunta, pero la curiosidad ya había despertado; ahora ya no había vuelta atrás. Si la chica estaba interesada en el caballero y yo le buscaba información, Lord Owen podría enterarse y mandarme a azotar bastante. -¿Quiere que investigue milady? Si esta usted interesada en este caballero, yo puedo investigarlo a fondo para usted; si asi lo desea.-

Constance lo miró fijamente, no, no quería saber más que lo que sabía de Fossoway.

-No es necesario, Álvar... Yo le conozco y lo que sé me sirve para lo que necesito.

Le sonrió abiertamente.

-Además, no me gustaría poneros en un problema con mi padre o con Ragnar. Pero si hay algo que quiero saber y es sobre la prometida de mi hermano. ¿Es de fiar?

A Constance, Álvar le parecía alguien muy interesante.

Enarque las cejas visiblemente sorprendido. La muchacha había elegido una curiosa frase para hablar del Fossoway. -Ahora sus palabras me matan de curiosidad mialdy, pero si usted no desea que investigue; sus deseos son órdenes.- Lastima que fuera tan malo cumpliendo promesas. Este Ser Bastian parecía ser un sujeto interesante al que investigar.

-Ah lady Manderly... De su familia poco se, pues el Norte esta a un largo trecho de las Tierras de las Tormentas. En cuanto a la dama en cuestión, pues parece una mujer fuera de lo común en la nobleza, pero vuestro padre no me pidió nada respecto a ella y yo decidí no inmiscuirme en sus asuntos sin permiso... pero nuevamente, si es su deseo, puedo averiguar lo que pueda sobre esta mujer si ese es su deseo milady.- Sobre lady Manderly apenas si tenía algún interés. Parecía una mujer interesante, pero la hora de Ragnar para gobernar estaba lejos aún y lo más probable es que nunca cambiara una palabra con la norteña en mi vida. "Paso demasiado tiempo en las sombras."

Ella lo miró fijamente.

-No hay nada que pueda hacer yo tan interesante como para picar vuestra curiosidad.

Sonrió, una sonrisa hermosa y sincera. Casi parecía que la joven hubiera olvidado el dolor de pronto, cualquier clase de dolor realmente.

-Realmente yo puedo tener muchos deseos, Álvar pero vos no estáis aquí para servirme a mí y yo no quiero que por mi culpa o causa, terminéis pagando vos. Además, esa mujer realmente no me interesa, nada me interesa... Ni este torneo.

Constance lo miró con seriedad.

-Ya sé que no es lo mismo perder una yegua que un maestro, pero cuando prácticamente es todo lo que uno tiene... Duele. Me sorprende que no esté aquí mi sombra, ese hombre que mi padre puso a cuidarme noche y día pero lo agradezco, prefiero conversar con vos.

Le devolví la sonrisa mientras la veía superar el dolor de su pierna, y probablemente algún otro dolor. Era obvio que la chica estaba pasando por mucho ahora mismo.

-No tenéis que preocuparos por esas cosas lady Constance, pero si realmente no os interesa vuestra futura cuñada lo dejare estar. Sobre lo otro; pues me parece muy extraño que no le interese nada. ¿Qué no hay nada en este viaje o este lugar que le despierte la atención? Alguien del que quiera conocer más o algo que quiera investigar. Estoy más que dispuesto a ayudarla a sobrevivir al aburrimiento que parece estar pasando en este lugar.- La pobre joven parecía estar muy desanimada y necesitaba un subidon de ánimos urgente.

Las perdidas eran perdidas, y al parecer perder a su caballo había dejado una marca muy profunda en la joven... pero de ahí a ser "practicamente todo lo que tiene" es demasiado... "¿Qué te han estado haciendo ultimamente Constance Nightwing?" Termine asintiendo pues de alguna manera entendía la clase de sufrimiento que sufría la mujer.

-Ah, Ser Daeron es todo un personaje, un emblema de la caballería, la rigidez moral y la ineptitud emocional.- Solte un suspiro lleno de desdén. Esa clase de gente era la más peligrosa... al menos para mi oficio.

A veces en la vida, los sentimientos van y vienen, las personas que lo tienen todo parecen precisamente no necesitar nada y sin embargo son los que más necesitan porque necesitan cosas que el dinero no puede comprar, como el dinero no podía volver a la vida a Arok y aunque le dieran otro caballo, jamás sería lo mismo. De alguna manera eso la unía mucho más a Ragnar y ahora, poco a poco y luego de aquella noche, estarían más lejanos que nunca pero la joven no podía dejar de admirar la capacidad de aquel hombre para intentar distraerla a pesar de que para nada fuese ese su trabajo, es más, que no se acercara siquiera a lo que eran sus obligaciones.

-Supongo que ya me interesé demasiado por algunas cosas. Imaginad, si ahora mismo saliera de aquí, ni siquiera se enterarían o si, lo harían porque vos lo diríais pero tampoco puedo ir muy lejos sin un caballo y sin alguien que me ayude a montar, menos aún.

Algo de confianza le inspiraba Álvar o Constance no hablaría tanto.

-Daeron es un hombre especial... Debo reconocerlo pero es demasiado severo y yo soy solo una muchacha caprichosa. Ha sido una mala elección.

La joven pensó que si su padre hubiera puesto a alguien como Álvar para cuidarla, estaría mucho más tranquila.

-Decidme, además de ver un torneo y ver cómo los hombres pelean por ser el mejor, ¿qué más creéis que alguien como yo puede hacer en este sitio? Eso si, olvidaros de quién soy y de mi nombre, así os será más sencillo.

-Le aseguro que hay gente que de seguro se daría cuenta milady. Vuestros padres le aman, eso es seguro y apostaría que su hermano también le adora. Todos ellos se darían cuenta si usted desapareciera.- Le dedique una pequeña sonrisa de ánimos y le guiñe un ojo. -Estoy seguro además de que su padre saldría hecho una furia a buscarla.- Un espectáculo digno de ver sería, Lord Owen a pleno galope arrollando a cualquiera que se interpusiera entre el y la hija prófuga.

Realmente Daeron era una mala elección. No importa que tan caballeroso fuere alguien, cualquiera podía enamorarse de una mujer como Constance. Las damas nobles de su edad debían tener chaperonas mujeres... hijas de nobles menos adinerados o sirvientes de confianza. -De verdad lo ha sido, pero por ahora deberás soportarlo... y si lo necesitas puedo enseñarte un par de técnicas para "despistarlo".-

Para un espía, un evento asi era una oportunidad única... para una mujer como Constance no estaba seguro ahora que lo pensaba. Pero aún asi debía haber algo interesante que hacer. -Hay mucha gente reunida milady, de todas partes de Poniente y de todas las profesiones posibles: Caballeros errantes desconocidos, héroes de la más alta fama, bardos, malabaristas, domadores de bestias, prestidigitadores, ilusionistas, damas nobles de todas las clases, traficantes, truanes, cortesanas de todos los niveles,- prostituta sonaba mal para la ocasión -timadores, apostadores, borrachos, soldados... Si hay un lugar interesante y con mil cosas que hacer, ver, oír y descubrir, ese es este.- Había algo de excitación en mi tono. Era imposible disimularlo porque era demasiado obvio que este era el paraíso de un traficante de información... es más, con todo lo que había averiguado hasta ahora podría escribir mil novelas.