Partida Rol por web

Ulysses le dirige una inquisitiva mirada a Carlo para preguntarle preocupado.

-¡¿Es ghoul tuyo Carlo?!...-

Carlo no alcanza siquiera a voltear cuando sorpresivamente es estacado por la mano enguantada de aquel misterioso chofer.

La expresión de sorpresa queda petrificada en su rostro al igual que su cuerpo ante aquel rápido ataque.

Ulysses gruñe enfurecido mostrando sus colmillos y se abalanza desde atrás del asiento del conductor apresando el cuello del conductor.

El coche zigzaguea peligrosamente por aquel túnel y el chofer tuerce el volante para que el vehículo vuelque violentamente varias veces sobre su propio eje quedando totalmente destruido e incendiándose en la parte interna del motor con las ruedas mirando al techo de aquel lugar.

La fortaleza de aquel ser infernal me aprisiona al grado de sentir reventar mi cabeza tengo que maniobrar para volcar el auto y lograr que la fuerza centrífuga haga su trabajo, luego silencio, tal vez son dos o tres segundos después de que se detiene el vehículo en su loca y destructiva carrera.

La gracia de la Virgen María y su manto protector han hecho que vuelva en sí y rápidamente salga de aquel vehículo antes de que estos engendros infernales lo hagan. Rápidamente me dirijo con un terrible dolor en el tórax y cojeando del pie derecho hacia la cajuela trasera de donde extraigo mi equipo. Jalo mi portaequipaje modificado y me alejo un par de metros de aquel incendio, enseguida abro la maleta y encuentro el elixir de San Patricio, tembloroso tomo un frasquito y lo bebo ávido. Rápidamente tomo la ballesta de mano y la pistola de inyección automática.  Desenfundo a Durandel. Me incorporo y coloco frente a mi rostro cerrando los ojos e inclinando solemne y humilde la guarda en forma de cruz con la joya bendita de la corona de santa Isabel con su brillante y afilada hoja apuntando al cielo.

-Dios mío, Padre eterno y amoroso protector del universo, guía la mano de tu siervo para que expulse a estos demonios de esta tierra santa que sufre y lamenta su presencia maldita.-

Me persigno y mi corazón se enciende en ira divina, paso una mano por su hoja y esta también se enciende con ese hermoso halo rojizo que me hace ver que Dios nuestro señor esta conmigo y nadie en su contra podrá derrotarme.

Ulysses es el primero que sale después del exaltado de aquel vehículo, su traje se ha rasgado de un hombro y la furia cainita ya se presenta en su rostro, convertido en una estela borrosa se arroja sobre el cazador con sus garras crispadas y colmillos ya alargados y afilados exageradamente siseando y gruñendo de manera animalesca.

Toque mi frente unos segundos mientras desactivaba mi Auspex. -Activa de nuevo tu poder de la sangre vamos a una trampa me temo- susurro a mi compañera

La primera de aquellas bestias malditas y abominables que logra salir del vehículo accidentado se dirige enfurecida en ataque vertical y directo hacia mí, la furia te ciega y no te deja ver más allá del sentido común, del sentido del combate, este engendro es más odio que inteligencia por por lo que bajo mi espada y apunto con la ballesta directo al corazón. 

-Sagrado San Sebastián guía mi mano.- Acciono el gatillo aferrando el arma justo a un par de metros de aquella bestia enloquecida dispuesta a destrozarme.

La flecha de madera dibuja una rápida línea recta casi invisible directo hacia el corazón de Ulysses quién da un par de volteretas en el aire como si de un halcón herido se tratara para aterrizar a un costado de Ezequiel totalmente paralizado por la madera incrustada en su corazón.

Suelto la ballesta y me acerco rápidamente a aquel despojo del infierno. -Mi señor Jesucristo ten misericordia infinita para los derrotados en batalla pues yo soy un humilde instrumento que ejecuta tu santísima voluntad.- De un solo y limpio tajo con Durandel corto la cabeza de aquel demonio. El contacto de mi bendita espada con la piel de aquel ser le produce severas quemaduras casi cauterizando la herida y provocando que un nauseabundo olor a carne quemada se esparza por el ambiente.

Me giro alerta y recojo nuevamente la ballesta cargándola rápidamente antes de que más demonios salgan de aquel coche incendiándose, me incorporo sujetando mi espada con la mano derecha y la ballesta cargada con la mano izquierda, alzo a Durandel al frente apuntando al coche volcado.

-¡Muestren la cara de una buena vez demonios infernales, Dios en su infinita misericordia me permitirá mostrarles el camino de regreso al infierno de donde nunca debieron haber salido!.-

-Señor no permitas que me tiemble el corazón ante tan descomunal prueba, guía con tu mano justa mi espada y permíteme librar de toda maldad y oscuridad este sitio reservado para tu gloria eterna, así sea.-

La caótica madrugada en la ciudad de Regina avanza  a un ritmo vertiginoso, sus calles comienzan  a ser tomadas por diversos grupos hostiles mortales y sobrenaturales, un terrible y destructor incendio sitia a la orbe como si el destino quisiera borrar desde sus mismas entrañas aquel territorio.

El sonido de helicópteros y algunas explosiones esporádicas indican que la situación se agrava.

Algunos solitarios coches aluzan un terrible accidente dentro de aquel céntrico túnel pero ninguno de los conductores se atreve a detenerse a prestar ayuda.

A esa hora hay poco tráfico y el silencio invade por momentos prolongados aquella escena que no sorprendería a nadie puesto que la ciudad de Regina pareciera haber abierto las puertas al infierno.

Cuando se produce el accidente, la arconte Agatha tan solo se preocupa de los daños costosos de su traje, que se rasga sin remedio en varias de sus costuras, para disgusto terrible en su propietaria quien sale del cajón metálico ajustándose lo que quedaba de su americana con una actitud dignamente enfurecida.

-Emilio Rage...-dice al salir por la ventanilla del coche y enderezarse junto a éste, lanzando su voz al aire nocturno como si la brisa debiera obedecer su mandato. Luego rodea el coche para dirigirse al cazador que salía también del accidentado vehículo

-Eso no estuvo bien. Nada bien.- la arconte alcanza con pasos largos y enérgicos la figura postrada del cazador que aún se arrastraba fuera del vehículo porque, a pesar de sus fantásticos poderes seguía siendo un humano carente de la velocidad y la resistencia que caracterizaban a su raza superior. Amary tratará de interponerse entre el maletín del cazador y su mano, aplastando éste infecto miembro con sus tacones.

El primero en salir aquel terrible coche volcado es Ezequiel Belmont quién había recurrido a infiltrarse como chofer del par de Arcontes que salían de aquel Eliseo perdido.

Seguido de cerca por Judex y luego Agatha Amary mientras que el auto comienza a incendiarse, con un gesto de dolor en el rostro y una terrible opresión en el tórax más diversos golpes en el rostro el cazador se mueve lo más rápido que puede para intenta abrir el cajón trasero del coche volcado.

Agatha Amary se lo impide interponiéndose en su camino. Poco después Ulysses también sale de aquel vehículo, su traje se ha rasgado de un hombro y la furia cainita ya se presenta en su rostro.

Me arrastro lo mejor que puedo de entre aquella prisión de metal retorcido y al parecer soy el primero aunque alcanzo a escuchar que aquellos demonios se revuelven y no tardarán mucho en salir también.

Mi plan se ha ido al traste, intento alcanzar mi maletín modificado pero alguien se interpone en mi camino, el dolor en mi pecho es insoportable y al parecer me he dislocado el hombro pues no lo puedo mover muy bien. Sin embargo sonrío mientras siento el sabor a hierro de la sangre en mis labios.

¿Alguien dice algo?... no lo sé, todavía estoy un poco aturdido. Tal vez mi hora se acerca.

-Dios padre eterno, ten misericordia de este humilde soldado partidario de tus huestes divinas, no permitas que la oscuridad cubra el brillo de mi fé, y que el magnánimo manto de la Virgen María me proteja, Así sea.-

Un túnel,un sello, un accidente. Demasiados factores que no había calculado bien. Un nuevo enemigo infiltrado, y aquellos versos.

-Rezale a tu Dios, espero el tendrá misericordia porque yo no. Estúpido insecto. Digo mientras le doy una estocada buscando decapitarle con mi espada ahora que estoy a su espalda y el tirado.

Por si acaso el cazador tenía algún as bajo la manga que le librase del ataque de Judex, Agatha no es de las que se quedan mirando, esto iba a acabar de una manera o de otra y, aunque no funcionara, al menos sabría a qué enemigos se enfrentaba.

-Tu dios no está aquí, cazador. El día de tu Juicio ha llegado, los seres de la noche somos testigos de tus crímenes, te declaramos culpable y te sentenciamos a morir. Suplica clemencia y te permitiré reunirte con el creador, niégate, y serás abrazado para encontrar la muerte al Sol y arderás en el infierno con tu alma tan condenada y ponzoñosa como la nuestra.

Mientras habla, los gestos de la arconte se ensombrecen, su voz se llena de gravedad, su presencia destila poder y autoridad, los colmillos se encuentran visibles y su tez aún más pálida siendo acompañada de un aterrador brillo en sus ojos. Era la faz de la muerte, un ser de pesadilla cuya sola contemplación causaría estragos en la más férrea de las voluntades.

Ulysses se coloca detrás del par de arcontes con el rostro desencajado por la furia y los colmillos desnudos arrugando la nariz sin que el temor al fuego que se está dispersando peligrosamente por el vehículo accidentado le permita acercarse para sacar a Carlo.

-Honrada Primogenitura, acaben de una vez con ese cazador y salgamos de esta abominable trampa...- Comenta con cierto tono de premura pero cuidando mucho el tono de respeto para el brazo ejecutor del círculo interior.

Siento la presencia del mismo Demonio personificado en aquellas bestias pero mi fé es más poderosa y el temor se convierte en gracia pues que mejor manera de alcanzar la gloria que convirtiendo mi cruzada en martirio en nombre de mi señor Jesucristo.

Sereno y en comunión con Dios nuestro señor, enardezco mi corazón y las palabras brotan por si solas ante las puertas del cielo abriéndose de par en par para recibir mi alma.

-Si la mano de Dios me alcanza en este lugar, conmigo desaparecerá la única oportunidad para ustedes de que descifren en su ínfima inteligencia cegada por el odio y aversión a la luz de nuestro señor Jesús de saber quién está detrás de todo esto...-

La hoja de la espada de Judex cae en un relampagueante movimiento sobre la nuca y cuello de aquel cazador desprendiendo la cabeza de su cuerpo en una fracción de segundo.

Su cabeza se estrella contra el pavimento con un sonido sordo y enseguida el cuerpo cae desmadejado mientras que unos delgados chorros de sangre arterial salpican el charco bermellón que se comienza a extender en medio de aquella vía de tránsito vehícular.

A lo lejos observan que algunos vehículos siguen entrando en el túnel, entre ellos dos motocicletas a gran velocidad.

Te das cuenta de que una de las motos es el aura del Sheriff Emilio Rage y la otra tiene una inmensa y apabullante fé religiosa.

No fuera a ser que la sangre del mortal llegara a salpicar le por accidente, Agatha ya se había apartado previamente cruzada de brazos y con expresión hastiada se gira hacia el ruido de las motocicletas y su coleta ondea al pasar junto a su cuello y termina reposada en su hombro.

-Lord Judex, si ya has acabado con eso, tenemos compañía.- y dirige una mirada también a Ulysses para que se prepare para cualquier eventualidad.

Al menos volverían a tener vehículos.