Partida Rol por web

Habeis llegado a la ciudad mas grande y viva de Nevada. ¡LAS VEGAS!

Tras vuestra discreta llegada, en la que los centauros os dejan a unos 200 metros de la calle principal, os podeis ver rodeados de casinos, luces parpadeantes y mujeres que aprovechan la oscuridad para atraer a los incautos. Quirón parece incómodo con todo esto pero os mira y sonrie.

-Hacía mucho que no venia a este sitio... Cuidado con los bolsillos. Al menos los que tengais.

Al estar por fin con el señor Quijada y sabiendo que Kulso no corre más peligro, la alegría vuelve a mi rostro, y más cuando me encuentro viajando tan rápido.

Al bajar estoy algo mareado.

- Vaya, esto si que es velocidad, y no lo que dice la señorita Richards en el autobús, recuerdo una vez que adelantamos a un pastor con cinco cabras y la profesora se puso histérica a regañar al conductor... Oye, señor Quijada, si pueden correr tan rápido, ¿alguna vez juegan al pilla pilla? Tiene que ser super divertido.

En ese momento me fijo en las mujeres.
- Si, tened cuidado, he oído que si te descuidas aquí te quitan tu Virgen, aunque me pregunto cómo te la pueden quitar, es como si te quitasen al espíritu santo... Ah, y tened cuidado con las postrefrutas, según tengo entendido son mala gente que te desnudan para luego arrancarte el pito y comérselo... y a mi me gusta mi pito, es práctico si quieres hacer pis sobre un hormiguero.

Jackie monta en el centauro de la camiseta que tanto le había gustado.

-En serio, ¿dónde has conseguido esa camiseta?-le pregunta cuando comienzan a correr o a cabalgar, no sabía como definirlo en caso de centauros. Pero le abrumó la velocidad a que le iban, en cuestión de... ¿minutos? Estaban ya ahí. Al llegar a su objetivo, bajó hábilmente de su montura.-Un placer.-se despidió del centauro llevándose los dedos índice y corazón a la sien y luego dirigiéndolos hacia él, en una imitación al saludo militar. 

Escuchó las indicaciones y advertencias de Quirón con expresión de cansancio. Ella sabía perfectamente que quien se atreviese a robarle algo, perdería la mano.Sin embargo, no pudo evitar reír ante las historias y advertencias de Holden. Se sentía bien al ver que el muchacho había vuelto a la normalidad, expresando su usual alegría y entusiasmo por todo.

-Tranquilo, Holden, Jasu te protegerá de las postrefrutas y de esas mujeres que te quitan tu Virgen. Tu pito está a salvo conmigo.-dice riendo y guiñándole un ojo para después revolverle el pelo como solía hacer. 

Después, se acercó a Eneas con una media sonrisa y susurró:

-No te preocupes, rubiales, tampoco dejaré que esa malvadas mujeres te hagan nada.-dijo poniendo un tono de voz suave y algo infantil.-Aunque por tu Virgen no debes preocuparte, la sigo teniendo yo.-le palmeó el hombro suavemente y soltó una risa, divertida por su propia broma. 

Cuando dejó de reír, se dirigió al grupo con las manos en jarra y el pecho hinchado, con su usual porte de líder y cabecilla de grupo:

-Bueno, señoritas, hora de moverse. Manteneos juntos y no os acerquéis a las postrefrutas ni a las mujeres quita-Vírgenes. Tened un ojo siempre atento por si aparecen peligros y... Vamos a terminar esta misión de una puñetera vez.-indicó girándose y comenzando a andar hacia dentro. 

- Ni siquiera me había parado a pensar en el dinero últimamente. Parece que haya pasado una eternidad que salimos de Río.

Definitívamente no le gustaban los sitios tan ruidosos, aunque parecía que para Holden era como estar en un parque de atracciones. De alguna forma imaginó lo que diría Johan si estuviera allí, y pensó en pasar más a menudo por la fragua del campamento cuando volvieran.

- Supongo que será Hades quien venga a buscarnos, o eso creo recordar que dijo. Aún con una dirección sería muy difícil encontrarlo en un lugar tan abarrotado.

Quirón os mira con aire paternal.

-Habeis madurado... Un poco al menos.-Dice meintras le frota la cabeza a Holden.- No espereis que el señor de los muertos os ayude mas aun. ¿Quien creeis que nos permitió salir del rancho con tanta facilidad? Esas bestias del averno solo le reconocen a él como su superior. Si quereis encontrarle debemos ir a los estudios La Muerte. Está a un par de calles de aquí. No es muy lejos.

Me gusta aquel lugar, sobretodo la parte que se refiere a mujeres, pero supongo que ahora mismo no es lo más importante, deberíamos ver de una vez a Hades, aunque sin duda es el dios al que menos ganas tengo de verle el careto.
Escucho los chistecillos del niño, así como a los otros dos semidioses y a Quirón, y entonces añado con una sonrisa.

-Pues no perdamos más tiempo, ya habéis escuchado a la sargento.- Digo refiriéndome a la chica que parecía gozar cada vez que asumía el mando.

Mientras avanzais por las calles podeis ver como gente de todos los tipos se osquedan mirando con extrañeza, y no es para menos. 6 Jóvenes acompañados por Quiron debe resaltar bastante. Si no fuera por la niebla probablemente ya estaríais rodeados de policía.

Mientras os haceis hueco entre vagabundos y mujeres roba vírgenes podeis ver el inmenso edificio que buscáis.

En la entrada del estudio podéis ver a dos hombres altos con traje que os miran con indiferencia.

Uno de los seguratas se gira hacia vosotros y os mira con una ceja alzada.

-¿Y vosotros que quereis mocosos?- Dice con tono de burla.- Si os habeis perdido ya podeis ir buscando otro sitio donde dejar el caballo.- Dice señalando a Quirón.

La niebla debe hacer creer a los humanos que vais con un caballo por L.V, lo que explicaría por que os miran con tanta extrañeza.

- Queremos pasar. Tenemos que hablar con el mandamás. Nos-está-esperando. - dijo poniendo especial énfasis en las últimas palabras. Ya estaba hasta la coronilla. Todavía tendrían problemas para encontrar a Hades, aunque se los dieran gorilas trajeados como aquél.

sin esperar su respuesta se inclinó hacia jackie y le susurró algo al oído

- vamos a entrar. Si se pone tonto, déjale KO

-El novato va pillando como va esto.-dice la muchacha haciéndole el saludo militar con dos dedos a Noah justo antes de comenzar a andar. Sí, es cierto, a Jackie le encantaba mandar y ordenar qué hacer, cuándo y cómo. No encajaba bien que fuese al contrario. 

Comenzaron a andar hasta llegar a dicho estudio, la gente los miraba raro debido a la niebla y al aspecto que tendría Quirón a través de ésta. Cuando el gorila les negó la entrada, a Jackie casi le entran ganas de caerse redonda al suelo. Iba a soltarle algo al segurata que desde luego no estaría calificado como "políticamente correcto", menos mal que Alcander se adelantó para después susurrarle al oído. Jackie sonrió y asintió, aprobando el plan. 

-Me parece bien.-dijo antes de crujirse los nudillos mientras miraba al hombre vestido de negro.

Se dispuso a entrar, siguiendo el plan del semidiós. 

Voy andando junto al resto y me quedo de pie muy rígido junto a Alcander mientras me froto la barbilla como si tuviese barba para parecer mucho mayor.

El hombre os echa una mirada por encima de las gafas hasta llegar a Quirón, momento en el que deja escapar un silbido.

-Muy bien. El Jefe os recibirá. Pero antes es Caronte quien tiene que tener unas palabras con vosotros.

El hombre os hace pasar a una sala de espera, justo en la recepción de los estudios donde un hombre elegante y bien trajeado os mira tranquilamente.

Os encontrais en una sala blanca, llena de sillas ocupadas por personas que parecen transparentes, que susurran entre sí en lenguas ya olvidadas. Enfrente vuestra hay un mostrados de color avellana, y tras el un elegante hombre trajeado. No podríais decir la edad del hombre, pues cambia constantemente mostrando la apariencia de un joven unos momentos, para cambiarla por la de un hombre maduro, pero siempre con los mismos ojos abiertos y fijos. Tras él hay un ascensor de puertras plateadas.

El hombre os inspecciona de arriba a abajo sin prejuicios mostrando unicamente interés en Jackie cuando se para una fracción de segundo en su vientre, momento en el que entrecierra los ojos y ladea la cabeza para continuar con su inspección.

-Me alegra verte de nuevo Quirón. Deberías estar orgulloso de tus chicos, muy pocos podrían haber logrado lo que estos chicos han echo.- Dice de forma neutral. Ni apreciativa ni ironicamente. Simplemente como si constatara un hecho.- Además e tenido muy poco trabajo con ellos, lo cual siempre es de agradecer... Para ambos lados me imagino.

Luego os mira de nuevo sin enfocar la vista en ninguno de ellos.

-Le habéis echo un gran favor a mi señor Hades. Y al joven Di Angelo, y por ello os doy las gracias. -Ante vuestra atónita mirada Caronte baja la cabeza ligeramente como muestra de deferencia hacia vosotros.- Se que el agradecimiento de un dios menos no es una gran recompensa, pero por el momento deberéis conformaros con ello.

Con un elegante gesto Caronte extiende el puño y mira un reloj de plata que lleva amarrado a su muñeca.

-No disponemos de mucho mas tiempo. De modo que nos saltaremos mas formalidades. Seguidme.- Sin más, impertérrito como solo la misma muerte puede serlo, Caronte chasquea los dedos y la puerta del ascensor se abre.

Genial, más retrasos...

Pienso frustrado, entrando cuando el hombre nos deja pasar al interior. Solamente tenía ganas de entrar y salir para volver al campamento, pero no... hay que tener una audiencia con el Barquero. Que espero no quiera remar para nosotros.

Cuando nos dice que le sigamos, lo hago sin rechistar. Tampoco es que tuvieramos más opción, asi que entro, al menos Caronte ha mostrado su agradecimiento...

No como otros...

Jackie ya estaba cargando sus fuerzas para embestir a aquel hombre, pero por fortuna los dejó pasar... y los reconoció. Obviamente, ella pasó de las primeras con la cabeza bien alzada y la espalda recta, como si realmente fuese alguien importante, ¡y lo era! Si había llegado hasta ahí enfrentándose a saber cuántos monstruos letales... que le dijesen a ella qué era ser importante. ¿Hércules? ¿Aquiles? ¡Por favor! 

Intentó no mirar a las personas transparentes, hacía que le dieran escalofríos y se le erizara el vello... Quien sí le daba muy mal rollo era Caronte y sus caras cambiantes además de su voz neutra e insensible... y la mirada que le dedicó a su vientre, el cual ella tapó con el brazo por mero instinto mientras le devolvía la mirada entrecerrada. 

Asintió cuando recibió sus felicitaciones, aceptándolas sin más y acto seguido, lo siguió hasta donde quisiera llevarlos. 

Cuando veo a ese tipo trajeado me quedo mirándolo confuso.

-Ala... ¿Eres un dios menor? ¿Cómo se es un dios menor? Además, si puedes hacer que seas mayor en un momento, serías un dios mayor, ¿no? ¿Y cómo hace eso? ¿Me lo puedes enseñar? A mi me gustaría  veces poder tener barba, tiene  que ser útil poder afeitarte.

En cuento entraron en la sala permaneció unos segundos mirando con atención a la gente transparente. Se sentía fascinado por su presencia, y solo aparto la mirada cuando el hombre trajeado comenzó a hablar.

Su absoluta impasibilidad le ponía los pelos de punta, casi más que su cambio de apariencia. Escuchó sus palabras en silencio, y cuando les guió hacia el ascensor metió un poco de prisa a Holden para que empezara a andar y olvidase un momento sus siempre presentes charlas.

- No tengas prisa por afeitarte. En seguida te cansarías. - dijo en una voz algo más baja de lo habitual

Una vez estais todos dentro las puertas de metal se cierran. A pesar de estar casi lleno, no sentis agobio dentro del ascensor o miedo. Mas bien sentís una fría tranquilidad y espacio que os impregna.

-Hacía mucho que no me visitaban vivos...- Musitó Caronte. Podeis ver como a medida que el ascensor desciende su ropa empieza a humear, como si fuera niebla. Lo mismo ocurre con la cabina del ascensor.

Sin que os dierais cuenta el ascensor deja de bajar para ir primero en una dirección diagonal descendiente y a medida que las paredes desaparecen, pasa a ir verticalmente.

De pronto no estais en el ascensor, sino en un antiguo trirreme griego de color ébano. En los bancos a ambos lados de la nave podeis ver filas y mas filas de remeros transparentes. Caronte ya no está entre vosotros, sino en la parte trasera de la embarcación manejando el timón con indolencia...

Ya que ahora estais navegando. Y no en un río cualquiera... Estais en el Estigio.

Caronte no acusa el cambio, su voz sigue siendo fría y calmada.

-Si... Desde que Percy Jackson vino con esa hija de Atenea y ese sátiro. Hace ya mucho de eso.

A Jackie nunca la habían incomodado los espacios cerrados ni asfixiantes, pero había que decir que a pesar del gran espacio que tenían y la tranquilidad que reinaba... a la muchacha le daba escalofríos un lugar así. Tanto o más que con Caronte, cuyas ropas comenzaban a disiparse como la niebla, al igual que las paredes que los rodeaban. Sí, desde luego ese sitio daba muy mal rollo a ojos de la semidiosa. 

Aunque debía reconocer que era bastante impresionante eso de aparecer en un trirreme era bastante... impresionante. Pero las oscuras aguas del río no hacían más que incomodar a la muchacha, no por su fúnebre color... sino por el camino que dibujaba. 

No pudo evitar poner los ojos en blanco y bufar al escuchar de nuevo acerca de ese dichoso niñato de Percy Jackson y Annabeth. ¿Por qué todos hablaban siempre del mismo? Ese chico está sobrevalorado. Ella misma podría patearle el culo trescientas veces sin pestañear, ganas no le faltaban. Claro que últimamente, Jackie sentía la necesidad imperiosa de golpear traseros, debían ser las hormonas...

-Por supuesto... quién podría olvidar al maravilloso Percy...-murmura con hastío.