Partida Rol por web

El silencio es roto por vuestras respiraciones agitadas. Pasan unos instantes antes de que quede claro lo que está sucediendo y al mismo tiempo diversos acontecimientos se desencadenan simultáneamente:

Primero Jack, comenzó a moverse lenta y torpemente hacia la salida. Luego Niamh movió sus brazos de forma extraña y también comenzó a caminar en la misma dirección. Abajo, algunos murmullos seguidos de dos pasos torpes revelan que Morrigan también estaba en aquella marcha lenta y casi zombie.

Sólo Ogma y Tyrrhenus se quedan donde están, pero antes de que puedan decir nada, frente a cada uno se materializa una figura, inicialmente translúcida, pero que rápidamente toma forma física y definida. Frente a Ogma, aparece un hombre regordete de su misma estatura, y tras un pestañeo queda claro que se trata de un duplicado idéntico en todo sentido a él. Frente a Tyrr ocurre el mismo fenómeno, apareciendo ante la mirada forzada de los demás también su propio doppelganger.

Estas presencias que han pasado sin detección no son mágicas en origen, pero si parecen haberse visto afectadas por un hechizo de alguna forma. A juzgar por este último acto de materialización, puedes decir que se tratan de Espíritus de considerable poder que han tomado vuestro aspecto. Pero el que sólo haya dos tomando forma es indicador de que aunque tú Y Ogma estéis libres, probablemente tus compañeros estén siendo poseído por otros que no llegáis a ver.

Morrigan se alarmó inicialmente, para dar paso a un intenso cabreo. ¿Quién narices se creía ese espíritu para poseerla A ELLA, como si fuera un maldito zombie?
—¿Y si te saco a rastras y te ato donde a mí me dé la gana? — pensó — Te encerraré en un gris-gris y te prenderé fuego, eso haré.
—Veeetee... — alcanzó a decir arrastrando la palabra.

El recuerdo se desvaneció igual que un sueño, pero a lo que Lira despertaba era una pesadilla. La habían poseído. Una y otra vez se ordenó a sí misma que mantuviera la calma, que se concentrara y que intentara negociar con el espíritu, pero no había forma de alcanzarle. Además, era bastante difícil no perder los nervios cuando tus propios músculos se movían obedeciendo a una voluntad que no era la tuya. No podía dejar de preguntarse por qué no había funcionado su magia. «Piensa. Piensa». ¿Por qué ese recuerdo?

Por el rabillo del ojo, Jack parecía estar pasando por un trance parecido al suyo, y sospechaba que Morrigan, abajo, también. A su lado, Ogma y Tyrr se encontraron cara a cara con… ¿con Ogma y Tyrr? «Lo que nos faltaba», pensó, apañándoselas para dar con una pizquita de humor en aquella situación tan turbia. «Ahora hay dos Anthonys»*.

—Po… se… sión... —dijo, a duras penas. 

Aún palpitaban en su mente los ecos del recuerdo en que se había sumergido cuando llegaron el nombre y el frío. Un frío que no venía de fuera ni se resolvería con una manta. Un frío que nacía bajo su piel y se extendía por todo su cuerpo, obligándolo a moverse. 

A su lado, percibía que Niamh estaba en su misma situación y eso le hizo sentir menos fracasado, pero también más preocupado por la fuerza y el poder contra el que se enfrentaban. Más allá, Ogma y Tyrr tenían su propia batalla por librar. 

Jack se negaba a ponerlo fácil. No dijo nada, estaba centrando todas sus fuerzas en librarse de aquel intruso que se había deslizado en su mente para mover su cuerpo como una marioneta desmadejada. «Vuelve al infierno», pensó, eso sí, mientras trataba de resistir los envites invisibles del espíritu.

Agité la cabeza, confundido, antes de empezar a distinguir la figura que tomaba forma ante mí. Coño.

Miré a los demás y me costó un momento entender lo que era aquello. Bueno, parecía que Ogma y yo éramos los menos... Indispuestos. Un pensamiento fue hacia Morrigan, en el piso de abajo.

—¡Morrigan! —exclamé—. ¡¿Estás bien?!

Sin embargo mi atención se mantuvo en el presente, en la habitación en la que nos encontrábamos. Mis ojos fueron un instante desde mi doble hacia el de Ogma, y luego hacia los otros. No tenía ni puta idea de lo que estaba pasando, pero no iba a esperar a estar seguro antes de hacer algo.

Actué tan rápido como la idea se formó en mi cabeza, llevando una mano al crucifijo que siempre llevaba colgado del cuello y mostrándolo con determinación. Mis músculos se tensaron y con la mano libre hice un gesto como si recogiera el aire de la habitación... Para luego llevarlo con fuerza hacia adelante. Mi objetivo era lanzar al suelo a nuestros dobles y los cuerpos de mis dos compañeros. No sabía qué querían las criaturas que tuvieran dentro, pero si buscaban la salida era un motivo más para obligarles a quedarse.

Ogma no estaba muy seguro de qué había pasado, pero sí sabía que no le gustaba un pelo lo que había sentido. Tres de sus amigos de repente echaban a andar hacia la salida, y frente a él y Tyr se habían materializado sendos dobles de ambos magos.

No podía ser nada bueno. Las palabras de Morrigan y Niamh sugirieron que algún ente, fantasma o espíritu se había introducido en sus cuerpos, y aquello coincidía con la fuerza que había repelido parcialmente haciendo acopio de toda su voluntad. Pero el Guardián del Velo había detectado varias fragmentos de una misma mente... Así que, fuera lo que fuera aquello, tenían un objetivo común.

Sacó la mano del bolsillo. No había recogido nada del interior, pero casi como si se tratara de un movimiento mecánico, las muñecas empezaron girar y empezó a trazar círculos concéntricos frente a él. Había realizado esa  receta mil veces... Esta vez no tenía por qué ser diferente. Se protegería a sí mismo y a Tyrr. Eso era lo primero antes de que fueran lo que fueran esas cosas iniciaran algún tipo de ofensiva contra ellos.

La reacción de Tyrrenhus y de Ogma no se hizo esperar. Rápidamente el primero hace gala de sus habilidades mágicas, mientras su aura mágica brilla con gran intensidad y la misma realidad parece crepitar con chispas y grietas a medida que empuja sus capacidades más allá de lo posible. El crucifijo en su mano parece ser la encarnación de su voluntad y tras unos instantes un fuerte viento empieza a aullar en el altillo, casi en todas direcciones, pero respetando al Obrimos y al Mastigos. Sus dobles se ven obligados a tomar una posición cubriendo sus ojos, inclinando su cuerpo, tratando de resistirse a los embates del viento. Los naipes de la partida comienzana volar lentamente, mientras las ventanas vibran ante aquella demostración de poder.

Ogma, por su parte, invoca un escudo invisible, haciendo que el espacio alrededor suyo y de su compañero se curve y extienda para protegerlos mejor de lo que sea que estén intentando estas criaturas, quienes comienzan a moverse y a balbucear.

La potente corriente también sopla sobra Jack y Niamh, haciendo que sus ropas se sacudan con intensidad, e impidiendo el avance, mientras intentan sostenerse de donde pueden. Respirar es incluso difícil y su visión se nubla a medida que aquellas brisas a velocidades imposibles se estrella contra sus rostros. 

—No te resistas... quiero... tu... esencia... dame tu esencia... por favor- suplica el doble de Tyrrhenus mientras intenta tomarle por la muñeca torpemente, pero el viento y el hechizo de Ogma hacen que falle por bastante. Este intenta avanzar, pero el vendaval concentrado sobre él le impide siquiera ver dónde está el Obrimos.

El doble de Ogma intenta observarle, pero tampoco puede. —Entiende... mi hambre... nuestra hambre... ayúdame...— dice, tratando de encarar a su doble, y también intenta tomarle, sin llegar a rozarle ni siquiera. Da un paso hacia atrás, casi perdiendo el equilibrio, pero aún en pie.

Al verse confrontados y no poder avanzar más, Jack y Niamh sienten como la presión de sus pechos se libera, y sus músculos se relajan con fuerza, como si fueran marionetas a las que sus hilos fuesen cortados con violencia. Frente a cada uno, una figura comienza a materializarse... una figura que toma su aspecto, idéntico en todos los sentidos, y les observan durante un instante...

A salvo de la corriente. El hechizo de Tyrrhenus sigue afectando a sus compañeros ahora libres de la posesión, pero no a sus dobles quienes se han vuelto corpóreos frente a ellos. 

Abajo, Morrigan sólo puede escuchar el ruido del viento aullando en el altillo, las palabras de sus amigos... y ella, sola, a través de su voluntad, rompe la posesión con gran violencia, pero observa el mismo fenómeno que se ha repetido cuatro veces más: una mancha borrosa se manifiesta frente a ella y posteriormente dicha mancha toma el aspecto idéntico de ella misma. Su mirada seria le encara  desde aquella aparición alienígena y extraña.

Morrigan apretó los puños y miró a su dopplegänger con severidad.

—Intentar quitarle el cuerpo a alguien es una falta de respeto enorme: y usurpar su imagen también es de muy mala educación.

Sin retirarle la mirada, alzó la voz para que sus amigos pudiesen oírla:

—¡Eh! ¡Ahí arriba! ¿Estáis bien?

Mientras aguardaba la respuesta, lanzó las preguntas obvias a su doble:

—¿Quién eres y qué quieres?  Y dame alguna razón para que no intente destruirte ahora mismo.

Ogma frunció el ceño ante la tensión de liberar la magia y al comprobar cómo los efectos de su hechizo, y el de su amigo, afectaban a esos entes. Escuchó las palabras del segundo Ogma, y enarcó una ceja. Giró el rostro parar mirar a Tyrr que estaba ahí cerca... y mantuvo el efecto de su conjuro protector.*

Entiende nuestra hambre... Ogma negó con la cabeza.

- No. Retrocede ahora. - Espetó a su doble. Y la orden iba para todos los dobles... que hasta donde Ben sabía, formaban parte de un mismo ser.

- ¿Quién o qué eres? - Preguntó mientras retrocedía un paso para tratar de mantenerse alejado.

Lira estuvo a punto de caer al suelo cuando el espíritu abandonó su cuerpo, como si una correa invisible la hubiera estado sosteniendo hasta ese momento, pero en lugar de darse de bruces con el suelo lo hizo con el sabor agridulce de la libertad. No tenía ni idea de qué eran esos intrusos, ni de por qué les estaban atacando, y eso la frustraba muchísimo. ¿No era una maga del Mysterium? ¿No eran los espíritus su especialidad? De haber tenido vergüenza, estaba segura de que la habría sentido en ese preciso instante…

Pero no la tenía. Y no solo no conocía tal cosa, sino que allí donde debería haber estado ella, la vergüenza, solo había vigor, fortaleza y, por qué no reconocerlo, ganas de más. Lira había hecho suyo el nombre de una musa legendaria capaz de inspirar al mejor poeta de toda Irlanda. ¿Qué clase de musa sería, si ni siquiera era capaz de inspirarse a sí misma? Tal vez no sabía qué demonios eran esas cosas, pero desde luego que iban a tener que esforzarse más, muchísimo más, si querían evitar que se enterara. Con la brisa revolviéndole el pelo como a una bruja de leyenda, Niamh arrancó de un tirón la concha que llevaba colgada del cuello, se la llevó a los labios y le susurró una orden dirigida al impostor que se hacía pasar por Ogma: 

—¡Contesta!

Se sentía zarandeado, de una parte por el viento que frenaba su avance, de la otra, por ese ente que había tomado posesión de su cuerpo sin pedir permiso. Al menos hasta que logró expulsarlo y volver a controlarse a sí mismo. Apretó los puños y cuadró las mandíbulas. Sus ojos centelleaban de ira, enfrentados a otros ojos iguales a los suyos, pero que no le pertenecían. 

Escuchó el grito de Morrigan desde el piso de abajo y alzó la voz. Supuso que si ella era capaz de preguntar, al menos no estaba poseída. 

—¡No estamos bien!

La necesidad de saber a qué se enfrentaban crecía en su interior, era primordial para poder responder. Bajó la barbilla y apretó la moneda dentro de su puño izquierdo. Sus pupilas se fijaron en su copia y sus sentidos se sumergieron en el tapiz que conformaba la realidad. Quería ver más allá, ver más allá de lo humanamente posible.

No supe si las presencias que poseían a mis compañeros los abandonaban por mi viento, o por qué. Quise pensar que sí, que no les había gustando en absoluto. Habría defendido esa afirmación incluso en el día del Juicio Final. Así que ya podían estarme agradecidos.

Las palabras de la... Cosa, que tenía delante, no me gustaron. Incluso di un paso atrás, no por huir, sino por ganar algo de espacio para lo que estaba por hacer. La voz de Morrigan me hizo ladear un poco el rostro hacia la puerta.

—¡Estamos bien! —dije a la vez que Jack, contradiciéndolo sin pensarlo—. ¡Pero hemos montado una fiesta con cuatro nuevos amigos! ¿Cómo estás tú?

En ese momento tomé una decisión. Estaba claro que eran otros los que estaban haciendo las preguntas. Necesarias, por supuesto. Pero alguien tenía que seguir frenando a esas... Cosas. De modo que mis manos empezaron a moverse con rapidez, ejecutando unos movimientos practicados cientos de veces. Era consciente de que quedaba poco tiempo al viento que había conjurado un momento atrás, y estaba decidido a estar preparado para entonces.

—¿Destruirme? Quiero ver que lo intentes. Lo que tienes que hacer es ayudarme— responde la otra Morrigan con el mismo tono autoritario que identificas en ti mismo. —Esto es lo que necesito...— dice mientras se mueve hacia ti para intentar tomarte por la mano. 

Sin embargo, estás preparada y antes de que pueda tocarte, retiras con rapidez tus propio brazo para evitar que siquiera te roce. La otra Morrigan parece molesta y ofuscada por esto, lanzándote una mirada severa. —Quédate quiera. Ayúdame y no protestes— dice en tono demandante.

—¿Cody, tienes toda esa Esencia y la quieres para ti solo?— replica el otro Jack, frunciendo el ceño. —Yo quiero un poco también. Estoy mal, lo necesito, vamos, no te la quedes toda— dice y aprovechando que el original está concentrándose y siendo afectado por el viento, y le toma por la muñeca.

Todos véis como Jack se retira instintivamente, parece sorprendido y extrañado. Ha sido sólo un toque, pero el Acanthus se ve peturbado de alguna manera, intentando recuperar su equilibrio. No parece lastimado o herido de ninguna manera, pero ciertamente se le ve intranquilo.

El otro Jack en cambio parece mejor, sonríe y un poco de color posee sus mejillas, aparentando incluso ser más sólido.