Partida Rol por web

Por un momento, en un espacio en el que sólo Tyrrhenus y Niamh podían ver algo el césped pareció marchitarse y enfriarse. La Nimbus del Obrimos brilló durante un momento, seguro de que había logrado incomodar al Espíritu lo suficiente y al mismo tiempo la Thyrsus intentó comunicarse, pero sus esfuerzos... cayeron en el vacío. No le costó darse cuenta a ella y a los demás de que el Espíritu, sin nada que lo atase, se había marchado sin más, dejándoos sólos. Tyrr cae un momento de rodillas y siente ahora un hilo de sangre por su oído. Sangre negra y viscosa alcanza a bajar hasta su cuello, revelando que su patrón había contenido apenas la Paradoja. Pero al menos estábais solos.

Al principio, hubo una sensación de victoria, pero pronto y con cabeza fría, la realidad de la situación os fue empapando. No habíais derrotado a Pereza, habíais hecho que escapase y no le habíais detenido. Y era probable que tan sólo buscase otro lugar similar a aquel Manantial, se estableciese así y empezara a absorber la energía de seres vivos, de magos, de todo. Lo peor era imaginarse que si esta vez no teníais suerte encontrándole... probablemente os encontraríais con una situación peor que la de hace un rato.

Habíais actuado sin pensar, sin coordinaros, sin pensar en las consecuencias. Esto no era una emboscada, habíais tenido la oportunidad en vuestras manos con Niamh y la habíais dejado escapar sin deteneros a analizar antes de actuar. Pero por ahora, habías aplazado el momento de un nuevo enfrentamiento con el Espíritu.

Tras varios minutos Jack llega en bicicleta a toda velocidad. Lo que encuentra es una escena más bien tranquila y silenciosa, casi como un velorio. Tyrr tiene rastros de sangre en la nariz y el oído. Morrigan está intacta, pero seria, Niamh tampoco parece de muy buen ánimo y Ogma esboza apenas una sonrisa.

El Acanthus no siente nada extraño allí, sus sentidos y su intuición no revelan la presencia de alguna entidad superna, tan sólo el silencio y el frío de la noche alrededor del parque Bruxton. Su cábala está cerca a dos graderías que encaran un campo de béisbol descuidado y abandonado, que seguramente lleva algunos meses sin ser podado, marcado o usado por las ligas infantiles. Los árboles observan silenciosamente la escena, y ocasionamente algún grillo suena entre la vegetación, con un tono lúgubre y desanimado.

Jack llegaba tarde, sí, pero al menos todos estaban en una pieza y completos. Traía sus propias noticias y tendría, cuanto menos, que enterarse de lo que había sucedido allí.

Ben observó la llegada de Jack. Un leve rayo de esperanza recorrió su mente. Por un momento creyó que la cosa mejoraría. Pero entonces cayó en la cuenta de todo lo ocurrido. No iba a mejorar a menos que ellos hicieran algo.

El Mastigos hizo un gesto al recién llegado para que se les acercara, y tras una mirada rápida para comprobar que tanto Tyrr como Niamh y Morrigan se encontraban bien, empezó a andar con aspecto cansado hacia Jack.

- Se nos ha escapado. - Confesó. - Necesitamos un buen plan para la próxima vez que demos con él. -

Se llevó una mano a la cabeza. - Ha agotado toda mi energía y yo casi toda mi voluntad solo para dejar que escape. - Ogma se maldijo a sí mismo. Tras liberarse de los efectos de Pereza no había sido capaz de reaccionar ni de pensar algo en condiciones. Algo que ayudara de verdad.

- Dime que traes buenas noticias. Una forma de detenerlos, o dónde está Ira. Algo. - Pidió a Jack.

La desaparición del espíritu le sentó a Niamh como un jarro de agua fría. Estaba hambriento, nada más que eso. ¿Tan difícil era de entender? Podría haberlo logrado, podría haberle convencido... Exasperada, se volvió hacia los demás justo cuando Jack llegaba con su bicicleta. 

—Supongo que era mucho pedir que me dejarais hablar con él, ¿no? —y se cruzó de brazos, dándose cuenta en el proceso de lo cansada que estaba. Lo había dado todo en ese encuentro, y para nada. Al menos los otros se habían echado una siestecita... 

Jack pedaleó a todo lo que le daban las piernas, hasta llegar al lugar marcado en la ubicación que le había enviado Tyrr. No tenía claro qué esperaba encontrar allí, pero sí sabía que esperaba encontrar... algo. Dejó la bici apoyada en una farola y se acercó, aún jadeante por el esfuerzo físico, a sus compañeros de cábala, de casa y de vida. Los miró, primero en silencio mientras iba recuperando el aliento, pero con un interrogante claro en los ojos. Pero las explicaciones no tardaron en llegar por parte de Ogma y resopló por lo bajo, sintiendo que se había pegado esa carrera y dejado de vigilar a Adam para nada. 

—Joder, pues vaya mierda —respondió. 

Sus ojos recorrieron a todos asegurándose de que estuvieran bien y se detuvieron un instante de más de Niamh. 

—Todo lo que encontré es lo que os mandé por el telegram —dijo, volviendo a mirar a Ogma—. Adam se quedó buscando más. Y, bueno, aunque hayáis perdido a Pereza, tenemos que buscar a esa despertada, Amelia. Ira podría haber ido a por ella. ¿Cómo ha sido el encuentro? ¿Qué ha fallado? —preguntó paseando la mirada por todos ellos. 

Mientras esperaba respuesta, sacó el teléfono y tecleó algo.

Le envió un mensaje a Adam, para que tuviera su número:

Aquí Jack. Si encuentras algo, avísame cuanto antes.

Morrigan se pasó las manos por la cara. Estaba convencida de que, enfrentándose a él, huiría... pero no pensó en que aquello sería aún peor.

—Estúpida... — se dijo, antes de dirigirse a Niamh — Tienes razón. Lo... siento.

Quien conociera a la Moros sabía que aquellas palabras no podían ser falsas: admitir que se había equivocado y darle la razón a otra persona era algo que le costaba como si se lo tuvieran que arrancar de la piel a jirones.

Por suerte para ella, llegó Jack.

—¡No hace falta que digas tacos! — dijo torciendo el gesto — Fallé yo: le espanté.

Y, echando tierra sobre el asunto, cambió de tema.

—¿Qué sabemos de Amelia? ¿Dónde podemos encontrarla?

Al caer de rodillas me quedé unos segundos ahí, tenso y ligeramente asustado. Apreté los dientes mientras me encontraba cada vez peor, y al notar la sangre llegar de mi oído a mi cuello estuve seguro de que había sobrepasado mis límites. Esperaba que hubiera merecido la pena. Llevé dos dedos hacia la sangre y al verla tan negra y viscosa sentí un escalofrío.

Exhalé lentamente, tratando de recomponerme, y levanté la mirada para buscar a mis compañeros. No me encontraba bien, y eso era evidente en mi rostro y en mis gestos. Sólo esperaba que hubiera merecido la pena.

Al ver a Jack le dediqué un asentimiento mientras me ponía en pie. Miré a los otros, y sus palabras me hicieron pensar que quizá habíamos cometido un error. Suspiré, molesto ante el reproche de Niamh.

—Supongo que era mucho pedir que dejaras claro que eso era lo que querías, ¿no? —le dije, devolviéndoselo.

Luego me dirigí a Jack.

—No falló Morrigan —aseguré—. Falló que quisimos hacerte caso. Sólo sirvió para que se marchase a alimentarse a otra parte.

Para ti, no hubo nada malo en tu proceder. Son los demás los que te han estorbado. Si tan solo reconocieran más tu conocimiento, tu grandeza y tus capacidades. ¡Están atacando a Espíritus! Quien mejor que una Thyrsus para guiarles. ¿Qué iba a ser Tyrrhenus contra otros Espíritus? ¿Lanzarles rayos? ¿Y Ogma? ¿Bailar hasta cansarse? ¿Y Morrigan? ¿Hacer algo que nada tuviese que ver con vuestros esfuerzos? ¿Y Jack? ¿Hacer el vago?

Acá la única que había intentado algo, algo en serio, habías sido tú y si había nuevos heridos, grandes peligros, iba a ser por no escucharte a ti, por cagarla a pesar de sí mismos y de tu presencia en la cábala.

La cábala estaba encajando la derrota mientras se preguntaba el siguiente paso a seguir. Había 5 Espíritus que habían tomado su forma, uno que había preferido un manantial y al que habíais asustado, y finalmente Ira. De Ira todavía no sabíais nada, más allá de que Amelia podría ser una posible víctima, y con cada minuto que Jack no recibía ninguna información de su reaparición, más segura parecía esta posibilidad.

Encontrar a este Espíritu probablemente fuese más sencillo, pero si era fiel a su naturaleza, probablemente se encontrarían frente a algo menos pasivo, más peligroso y capaz de causar aún más daño. La derrota contra Pereza había sido un punto bajo, pero si no lograban pronto encontrar a Ira, las ideas de lo que un espíritu de rabia pura, de cólera y violencia, pudiese hacer, era suficiente para mantenerles en sus cinco sentidos a pesar del cansancio, la madrugada, el frío y la desmotivación que todos sentían en aquel instante en la soledad del parque Bruxton.

Por un lado, Niamh estaba satisfecha consigo misma por haber sido la única capaz de resistir al espíritu, tanto que sentía fuerzas renovadas pero, por otro, le cabreaba la soberbia de los demás, sobre todo Tyrr. ¿Por qué tenía que ser siempre tan capullo? Cuando le hizo ese comentario, ella chasqueó la lengua y deshizo violentamente el cruce de brazos. 

—Si lo llegó a saber, te dejo durmiendo... —le espetó—. Deberíamos dejar claro qué es lo que vamos a hacer con los espíritus, porque si nuestra única estrategia va a ser la confrontación, entonces prefiero quedarme en la biblioteca. 

«Y entonces veremos cómo os las apañáis», pensó, aunque su cara dejaba entrever sus pensamientos tan bien como si los hubiera dicho en voz alta. 

- Haya paz, por favor. - Intervino Ogma mirando a Tyrr y Niamh alternativamente. 

- Si decidimos ahora la estrategia que tomaremos con cada uno de los espíritus luego no habrá lugar a dudas. Y si en medio del enfrentamiento necesitamos cambiar algo, o contamos con que los demás sigan un curso de acción... pues lo gritamos. Aunque el espíritu se entere. - Era eso o volver a actuar descoordinadamente y sufrir una nueva derrota.

- Parece que Niamh llegó a contactar con Pereza. Llegaste a él, así que es factible que puedas volver a lograrlo. Si los demás te apoyamos quizá le convenzas para que regrese a su mundo, el que sea. - Miró a todos los demás. - ¿Os parece bien? Con Pereza un buen curso de acción es dialogar. Con Ira dudo mucho que eso vaya a funcionar, pensemos otra cosa. -

Con el espíritu de Ira un enfrentamiento directo se saldaría como mínimo con un montón de heridos. Magos y durmientes. Pero tenían que decidir qué hacer con Ira antes de averiguar dónde estaba e ir en su busca.

- Con Ira... Podría intentar determinar su estado mental o emocional... pero creo que intuimos cuál será el resultado. A lo mejor puedo calmarle¹ lo suficiente como para que razone... Pero he agotado toda mi energía arcana por el momento. - Dijo a modo de posible vía de acción.

Morrigan resopló, y aceptó lo que decía Ogma.

—Me parece bien.

Miró a Niamh y a Tyrr... pero sobre todo a Niamh.

—Tenemos que seguir unidos. Adam ya tuvo la feliz idea de hacerlo todo él solo, y ya veis lo bien que le ha ido. Esto no es como pelearse por el mando de la tele: nos la estamos jugando. Será mejor que, cada vez que algo nos moleste, contemos hasta cien y respiremos hondo...

La Moros no era precisamente el epítome de la paciencia, pero no pensaba quedarse callada mientras el grupo que había formado se fracturaba: y la forma de mantenerlo unido no era discutiendo. Incluso si tenía que darle la razón a alguno de ellos.

—Podemos intentar eso, Ogma. Yo al menos puedo intentar protegerte mientras lo intentas...

Dediqué a Niamh una mirada intensa tras sus primeras palabras. Incluso me erguí un poco, observándola, y apreté ligeramente los labios. Era evidente que oír aquello no me había gustado, y menos delante de todos.

Al oír a Ogma hice un gesto con la mano, como si no hubiera otra cosa que paz, por más que mi sangre se hubiera calentado un poco. Y decidí contestar a la mujer antes que a nuestro compañero.

—No parecía que pensases eso cuando me ayudaste a hacer precisamente lo que ha hecho que se marchase —señalé—. Pero no importa. Si yo llego a saber lo tuyo, me habría mantenido al margen para dejarte hacer.

Iba a añadir algo más, e incluso le mantuve la mirada un instante... Pero al final opté por dejarlo correr. Al menos hasta que pudiéramos hablar en condiciones. Escuché a Morrigan y entonces sí hablé a los demás.

—¿Sabemos algo sobre las debilidades de Ira? —pregunté a Jack, para luego hablar a Ogma—. Lo que dices quizá sirva si ha tomado forma como hicieron nuestros dobles. No estoy seguro de que funcione así, pero podría ser. De todas formas... Yo sé poco sobre espíritus —reconocí abiertamente—. ¿Es diferente cómo huyeron nuestros dobles a cómo lo hizo Pereza? ¿Qué es lo que podemos conseguir realmente, y cómo podemos conseguirlo? Porque todo eso de las Perdiciones suena muy bien... Pero al menos ahora sólo ha servido para que huyera, si es que eso es lo que hemos hecho. Con los otros fuimos a hostia limpia y los hicimos marcharse, pero no sé si eso es lo que queremos. Así que hablo desde el desconocimiento —remarqué—, ¿a qué aspiramos? ¿Qué opciones tenemos? ¿Morrigan? —Miré a la sirena—. ¿Niamh?

Después de escuchar a unas y otros Jack seguía sin tener ni idea de qué había pasado en el parque. Lo único que llegó a tener meridianamente claro fue que el espíritu se les había escapado. Le dio unas vueltas al teléfono en la mano mientras su mirada se paseaba por ellos. Estaban tocados y alterados y aún les quedaba demasiado por hacer. 

—Lo que sé de Amelia es lo que os dije por mensaje. Pero sigue sin dar señales a su cábala, así que cada vez parece más probable que Ira haya ido a por ella. De las debilidades de los espíritus de la Ira no encontré nada, pero dejé a Adam buscando eso. Si encuentra algo, me avisará. 

Tecleó algo en el teléfono antes de mirar a Ogma.

—A mí eso que dices me suena bien. Pero yo no sé de espíritus.

Y con esas palabras sus ojos se fueron hacia Niamh, esperando respuestas por su parte. Se le había pasado por la cabeza ir sacando su moneda para rastrear a la despertada, pero era pronto si querían hacer un buen plan antes.

Hemos perdido a Pereza. Necesitamos info sobre Ira, urgente. ¿Tienes algo?

Pereza ha huído por la ruta más fácil y de menor resistencia: A través del mundo Espiritual. Pero eso no significa que se haya ido para bien, sino más bien que era más fácil perderos la pista así, después de todo, hay demasiadas resonancias del otro lado como para seguirle al igual que antes.

Sin embargo, Tyrrhenus se equivoca en algo, y Adam os lo había explicado antes: 

Una Prohibición es algo que un Espíritu no puede hacer por nada, su naturaleza se lo impide; mientras que una Perdición es la debilidad. Ese es el camino a debilitarles: exponer al Espíritu a su debilidad hará que pierdan Esencia y cuando estén vacíos... destruir su Corpus los acabará definitivamente.

Eso significaba que la Perdición era sólo la mitad de la solución. La otra consistía en destruírle, vaciarle de Corpus en cuánto no tuviese más Esencia. Pero necesitáis retenerlos y agotarlos antes.