Partida Rol por web

Adam responde en cosa de segundos con dos mensajes:

Mala cosa. Lo lamento, pero al menos seguro que habéis sacado algo en claro.

No mucho. Alguien en Twitter ubicado en Quincy ha mencionado hace unos minutos que algún idiota ha pasado en medio de la madrugada destruyendo buzones. No tengo cómo saber en qué lugar ni si tiene que ver, pero parece ser del tipo de cosas que podría pasar con Ira. Eso o algunos universitarios borrachos han decidido el peor momento para irse de fiesta y emborracharse.

Ok. La buscaremos. ¿Algo sobre las debilidades de esos espíritus?

Niamh parecía estar meditando ella sola una forma de proceder. Había sacado de su bolso su reloj de arena, pero fuera lo que fuera lo que pensaba, al final eligió contestar primero a las dudas de Tyrr. 

—Ha huido por el mundo espiritual, nunca llegó a materializarse, como nuestros... dobles —y a la vez que hablaba, jugueteaba con su obra de artesanía—. Así que podemos seguir su rastro, si eso es lo que queréis. Y estás confundiendo la Perdición de un espíritu con su Prohibición. La primera es su debilidad, y la segunda un tabú. Si les expones a su Perdición, entonces irán perdiendo Esencia... y cuando la pierdan toda, su Corpus queda expuesto y puede ser destruido. 

—¿Y cuál es la perdición de la Pereza? — preguntó Morrigan — ¿Y su Prohibición?

Miró a los demás.

—Si sabemos qué tienen prohibido hacernos, y cómo acabar con ellos, quizá tengamos alguna posibilidad — y, dirigiéndose a Niamh, respondió — Sí, yo sí que quiero seguirle. A ver a dónde nos lleva...  Además: si Ira hace lo mismo que Pereza ha hecho aquí — explicó señalando al lugar que les rodeaba con ambas manos — nos enteraremos pronto... porque la gente empezará a agredirse entre sí, o a romper cosas. Así que puede que nos interese más buscar a Pereza.

- Por ahora no tenemos suficiente información para saber qué hacer con ninguno de los espíritus. O para saber qué es lo que queremos hacer. - Respondió Ogma a todos. Notaba que la ira y la frustración empezaban a pesar en todos sus compañeros.

Aunque la intervención de Niamh fue muy oportuna. - Vale, entonces a cada espíritu trataremos de exponerles a su Perdición hasta que expongan su Corpus... - Miró a Morrigan. La pregunta era adecuada. - No nos olvidemos de las debilidades de Ira? - Recordó. No solo se iban a enfrentar a Pereza. 

Pero ante la propuesta de ambas chicas, Ogma negó con la cabeza. - Sea como sea, primero hay que proteger a los Durmientes. Si ahuyentamos a Ira y Pereza... aunque sea algo temporal, a mí me vale. Por ahora. - Explicó. Los humanos debían de seguir siendo inconscientes de la existencia de la magia y lo sobrenatural. Y ambos espíritus se mostraban de maneras que eran totalmente opuestas a esa idea. - Seguir a Pereza permitiría que Ira ataque primero. Si podemos encontrar a Ira y evitar que ataque... creo que es lo mejor. - Explicó su punto de vista.

- Yo votaría porque nuestro siguiente paso sea encontrar a Amelia. - Comentó a ver qué opinaban los demás. - Después de que la detengamos ya podríamos seguir el rastro de Pereza. Que creo que aun debería estar débil tras nuestro encuentro. El plan en el caso de Ira está más claro. Yo intentaré calmar sus emociones y reducir su deseo de ira. Vosotros mientras tanto... no le ataquéis. No le hagamos nada que pueda incitar a que su ira se reavive si consigo reprimirla. Y si conocéis cualquier hechizo que pueda ayudar... o que la exponga a su Perdición... bienvenido sea. O aunque sea algo a modo de protección para que no se nos acerque a agredirnos físicamente. - Sugirió.

Observé a mis compañeros mientras respondían. Ver que Niamh parecía haber rebajado el nivel de hostilidad me permitió tranquilizarme un poco, pero sus palabras no tanto.

—Para seguirlo, ¿tendríamos que entrar en el mundo espiritual, o podemos hacerlo desde aquí? Entonces, lo que hemos hecho, ¿fue exponerle a su Prohibición?

Hice una pausa breve para pensar.

—Pero, Ogma... Entiendo que tu plan sería bueno... Si conociéramos sus Perdiciones. Pero no las conocemos. En cualquier caso, si vamos primero a por Ira el rastro de Pereza será cada vez más difícil de seguir. Y... ¿Tenéis alguna idea para encontrar a Ira? ¿Podemos conseguir el número de Amalia? Si no, quizá pueda intentar algo a partir de su matrícula, pero no puedo asegurar nada.

Entonces me dirigí a Jack.

—Adam seguía trabajando en ello, ¿no? ¿Le llamamos, a ver si ha descubierto algo más? ¿Y qué se supone que ha pasado con nuestros dobles entonces?

—Estoy hablando con él —respondió a Tyrr, moviendo un instante el teléfono en el aire—. Está investigando las debilidades de los espíritus de la Ira. También me cuenta que alguien ha estado rompiendo buzones en la zona, pero no sabe aún exactamente en qué calle. 

Resopló por lo bajo y se pasó una mano por el pelo, ordenando sus ideas. 

—Nuestros dobles están por ahí, fingiendo ser nosotros. Es una putada de las gordas, pero al menos ya hemos avisado a las órdenes. 

Entonces miró a Morrigan.

—El espíritu de la Ira es más peligroso que el de la Pereza. Atacará y será agresivo allí donde vaya. Y si ha poseído a Amelia, tenemos por ahí una despertada enfurecida, con toda la realidad a su disposición. Tenemos que resolver esto primero. 

Sacó la moneda y empezó a jugar con ella entre los dedos. 

—Podemos separarnos en dos grupos y que uno rastree a Pereza y el otro a Amelia. O podemos ir todos juntos a por Amelia y luego tratar de localizar a Pereza. Lo que queráis, pero tenemos que movernos antes de que Ira le haga daño a alguien.

Niamh volvió a guardar el reloj de arena en el bolso. 

—Ir solos es una locura. No creo que Pereza sea el más poderoso de los espíritus, y mirad como nos ha dejado. Tenemos que encontrar a Amelia, y descartar que no haya sido poseída por Ira... y sea como sea, tenemos que hacerlo con calma —se llevó el índice a la barbilla, pensativa—. Seguramente su Perdición sea esa... así que la idea de Ogma podría funcionar. Usar nuestra magia para minimizar su agresividad. 

Presté atención a Jack en cuanto dijo estar hablando con Adam. Me pareció un poco raro lo de los buzones, pero no dije nada, suponiendo que pronto tendríamos más información. Sin embargo después, cuando dijo lo de los dobles, fruncí el ceño.

—¿Cómo que se están haciendo pasar por nosotros? —pregunté, visiblemente sorprendido. Eso sí que no me lo esperaba—. ¿Estás seguro de eso?

Estaba dándole vueltas a aquello cuando él siguió hablando, y negué con la cabeza, mostrándome de acuerdo con Niamh.

—No debemos separarnos. Si Pereza nos hubiera pillado solos a Ogma y a mí, ahora no estaríamos hablando. Y como decís, seguro que Ira, o Amelia, es más peligrosa. Entonces —recapitulé— lo más peligroso es que esté poseída, pero al mismo tiempo es lo que nos daría alguna opción de que Ogma pudiera afectarla. Supongo que nos la jugamos entonces.

Tras decir aquello volví a llevarme dos dedos al cuello, donde antes me había manchado de sangre, y comprobé cómo de seca estaba. Suspiré, molesto. No sólo por haberme manchado la camisa, sino también por el estado en el que Pereza nos había dejado. Desvié los ojos hacia Niamh, mostrándole con discreción las yemas de los dedos.

—Oye, ¿podrías...?

Esperaba que fuese suficiente para que me entendiera.

- Entonces parece claro. A buscar a Amelia y patear el culo de Ira. - Dijo Ogma cuando parecía que todos estaban convencidos con el mismo curso de acción.

- Vamos a revisar esos buzones rotos, fijo que siguiendo el reguero damos con la mujer. - Era como seguir el camino de baldosas amarillas.

Respiró hondo, intentando recuperar fuerzas y relajarse. - Conduzco si queréis. - Dijo ofreciéndose como voluntario para conducir uno de los vehículos.

Jack se encogió de hombros y se metió el teléfono en el bolsillo. 

—Tienen nuestras caras. Tienen nuestros nombres. Intentaron poseernos con algún objetivo, querían llevarnos a algún sitio o hacer algo. Como no lo consiguieron se llevaron nuestra identidad —agregó, frunciendo los labios en una mueca—. En cuanto miremos lo de Ira deberíamos intentar encontrarlos, antes de que nos la jueguen. 

Tras decir eso respiró profundamente y empezó a rodar la moneda por encima de sus nudillos. Cara-cruz-cara-cruz-cara... Lo hacía despacio, con un movimiento cadencioso que no se detenía. Cara-cruz-cara-cruz-cara. Y la Suerte seguía cambiando, a un lado u otro según la moneda se movía. Inspiró por la nariz y sacó de debajo de la camiseta la piedra alma de Sísifo para apretarla en su otra mano, invocando la sabiduría de los antiguos oráculos. 

«¿Qué pasos debo seguir para encontrar al espíritu de la Ira? ¿Dónde y cuándo se cruzarán nuestros caminos?»

La moneda salió de su mano, giró en el aire y cayó en la palma, que Jack cerró de inmediato. La Suerte estaba echada, pero en ese momento cualquier camino era posible. Ni cara ni cruz, ambas al mismo tiempo, la Suerte, libre, flotó a su alrededor cuando inspiró por la nariz de nuevo. Jack alzó el rostro al cielo, con los ojos en blanco. 

Niamh miró a Tyrr y se aguantó la respuesta por unos segundos. 

—No, no puedo. El daño que te hace la Mentira no puedo curarlo —se encogió de hombros—. Lo siento. 

Después miró a Ogma. 

—Vamos, ¿pues? 

Múltiples y caprichosos son los caminos del destino, y más aún, son misteriosos. En tu mente una sucesión de imágenes sin forma, futuros que serán, podrían ser, o jamás llegarían a ser, todos se agolparon hasta que tu pregunta trajo algo de tranquilidad en el caos. Orden en el caos es la mayor herejía en Arcadia, pero si lograbas manipular los ires y venires del Destino correctamente podrías encontrar lo que buscabas.

Estás en un coche, aunque no logras reconocer cuál. Tus compañeros te acompañan, y sientes el ruido de otros coches sin poder escuchar el del que estás. Un aviso grande, descansa a tu lado, la carretera sube, la osuridad se mantiene, y a tus sentidos llegan el olor a gasolina y al cansancio acumulado. Te toma unos instantes, pero notas como las letras del aviso toman una forma definida, la indicación para tomar la interestatal, que iba y venía de Boston y que pasaba muy cerca a Quincy.

Vuelves a estar completamente consciente allí, teniendo aquel presagio de tu lado y las extrañas sensaciones que trajo consigo. Y empiezas a descubrir que el cansancio que percibiste en el sueño está muy cerca. Ya casi completáis una noche en vela, y por lo visto, no parecía que pronto fuese a terminar...

Jack se concentra en su magia, haciendo brillar su nimbus un momento, mientras la noche se pone aún más oscura y la temperatura desciende un poco más.

Camináis lentamente hacia los coches, y el sector parece haber recobrado la normalidad, si es que se podía llamar así. Nadie paseaba a esa hora y hasta el momento habéis contado con suerte, pero pronto los Durmientes, literales y figurados, empezarán a salir de sus casas para desplazarse a sus lugares de trabajo, y cualquier actividad superna los expondría a un riesgo y a vosotros os pondrían en aprietos.

Es aún la madrugada, y no habéis pegado el ojo desde el ataque. El cansancio empieza a asomar su fea cabeza, y no por influencia de algún espíritu, sino por el desgaste al que habéis estado sometidos hasta el momento. El camino no está claro, pero cierto es que vuestro siguiente curso de acción no iba a ser más fácil que los que habéis tomado antes.

Jack exhaló el aire de sus pulmones en un suspiro largo y pestañeó, volviendo a ver alrededor. Guardó la moneda en el bolsillo sin llegar a mirar el resultado y resguardó de vuelta la piedra alma bajo la camiseta. Se pasó una mano por la cara, despejándose mientras seguía al resto hacia los coches. Él llevaba la bici de Adam, con intención de meterla en el maletero para devolverla.

—La interestatal —dijo entonces—. Tenemos que ir ahí para encontrarla. No tardaremos mucho.

—Conduzco — afirmó Morrigan con energía — Jack, ¿vienes conmigo?  Podemos echar ese trasto al maletero.

Estaba agotada: ahora, era ella la que estaba deseando tumbarse y cerrar los ojos. Pero tenían tarea, y no podían descansar todavía. Sólo esperaba que hubiera algo abierto por el camino, y que pudieran comprar algo con cafeína...

No le preguntó a Jack de dónde había sacado la bicicleta, pero tenía claro que nunca le había visto con ella.

—Ogma, ¿llevas tú al resto?

No parecía tanto una pregunta, como una sugerencia: si Ogma conducía el otro coche, Niamh podría curar a Tyr por el camino.

—Hecho —respondió, con un asentimiento.

Siguió a Morrigan hacia su coche y por el camino sacó el teléfono para echar un vistazo, por si le habían llegado nuevas noticias de Adam o del Concilio Libre.

- Sí. - Respondió Ogma a Morrigan. -  Conduzco y os seguimos. -

Lanzó una mirada a Niamh y Tyrr suponiendo que viajarían con él en el mismo coche. - Vamos chicos. - Y se encaminó al vehículo. Tenían trabajo por hacer, y estaban cansados a más no poder. Él al menos, y con sus reservas de energía mágica al mínimo. O agotadas para ser más precisos. 

Tenían que dar con Amelia y hacerlo rápido. Si no la detenían, al igual que al resto de espíritus antes de que empezaran a levantarse los primeros mortales, las iban a pasar más canutas todavía.

Las declaraciones de Jack me habían dejado pensativo. Me sorprendió que nadie les diera más importancia, pero desde luego no me hacía ninguna gracia que hubiera por ahí alguien haciéndose pasar por mí. Y con mis memorias, probablemente. Incluso me sentí tentado de proponer dejar lo de Ira para gente de otra liga y centrarnos en eso, pero finalmente cambié de idea.

La respuesta de Niamh, por su parte, me hizo mirarla con cierta extrañeza. Después de que intentase ayudar incluso al memo que había iniciado todo esto asumí que aquello era su pequeña venganza por no haber hecho lo que ella quería. Joder. Y luego la del Orgullo era Morrigan. Había que joderse. No insistí. Si pretendía que suplicase, o algo así, lo llevaba claro. Pero justo cuando creía que las cosas comenzaban a enderezarse... En fin. Incluso me planteé ir en el otro coche, el de Morrigan y Jack, pero una parte de mí decidió que aquello sería comportarme de una manera tan infantil como ella lo había hecho.

Antes de que nos subiéramos a los coches, sin embargo, dije algo más.

—Ogma —lo llamé—, tú trabajabas con la poli, ¿no? ¿Por qué no les preguntas si hay algo raro? Lo de los buzones, o cualquier otra cosa que alguien haya informado o hayan visto los patrulleros. Estaría bien tener una idea más precisa de a qué nos enfrentamos antes de llegar.

Morrigan esperó a que Jack hubiera cerrado la puerta y ambos tuvieran los cinturones abrochados antes de arrancar: ni siquiera la urgencia era una excusa para saltarse las normas. No para Cecelia Arthur.

—Tú guías — le dijo a Jack — Y, ya de paso, cuéntame qué más has visto donde Adam.

Nunca dejaba de poner los intermitentes cuando debía, pero esta vez procuró asegurarse de que el vehículo que les seguía podía ver cada una de sus señales. No quería que se perdieran; y procuraba no ir tan rápido que no pudiera reaccionar a las instrucciones de Jack. Temía pasarse una salida, y más valía lento pero seguro.

—Niamh y Tyr han discutido — dijo distraídamente mientras miraba por el retrovisor — Espero que no se estén matando ahora mismo. No nos lo podemos permitir, al menos hasta que hayamos arreglado todo este lío. Con suerte, Ogma pondrá un poco de paz.