Partida Rol por web

El establecimiento conocido como Tienda de Antiguedades, al intentar abrir la puerta Yi-Jie para entrar, se encuentra cerrado. Dentro todo está a oscuras, y el silencio hace eco de la situación. No se observa nada fuera de lo normal y la casa parece encontrarse vacía en estos momentos.

Me acerco a la puerta e intento ver algo en el interior, pero todo está oscuros. Sin esforzarme mucho más, me retiro y cruzo los brazos.

- Está cerrado. Saco del bolsito el móvil y miro la hora. Estoy cansada de dar vueltas de un lado a otro, buscando algo que nos nos afecta, pero... -vuelto a meter el móvil en el bolso - no acostumbro a dejar trabajos a medio hacer. Así que hasta que no hable con el maldito sheriff no descansaré tranquila. ¿Qué os parece si vamos a preguntar a esa casa? Señalo a la casa de enfrente, la del porche florido.

Agarra a Steve de su mano durante todo el trayecto hacia el bar, se extraña de que no estuviera ni Garrow alli, pero no le da importancia, estaría encargándose de sus cosas. Aunque la verdad que el pueblo le parecía demasiado solitario, pero cada uno debe estar en sus obligaciones, no todos están de vacaciones como ellos.. Aún así, es muy raro no ver a gente por la calle, ni cruzarse con un perro.

Llegan hasta el bar y más de lo mismo, parece que estuviera abandonado, si no fuera por los vasos que hay en la entrada.

- Me da que aquí no va a haber nadie..

Dice y empuja la puerta suavemente para asomarse primero y luego entrar.

- ¿Hola..??

Cuando bajaron, comprobaron que no había nadie, aun así, no pudo reprimir las ganas de llamar al señor Song, alzando la voz, pero al no obtener respuesta, se dejó llevar por Aisha hasta el bar, un bar que casi pierden por la antiguedad del establecimiento y la dificultad para diferenciarlo de cualquier otra casa. Aquel pueblo le recordaba las viejas películas del oeste donde el forastero llegaba al pueblo y los habitantes del mismo cerraban las ventanas a su paso.

Escuchó a Aisha opinar y asintió.

-¿Hay alguien?

Entráis en el local, de aspecto sucio y desvencijado. Nada más hacerlo, un terrible olor a whisky rancio y patatas pasadas os invade las fosas nasales, haciendóos toser. Un par de lamparillas de aceite, candiles pequeños, cuelgan del techo colocados estratégicamente, aunque no sabéis si de forma voluntaria, para darle un toque bastante siniestro a la estancia. Muebles de madera aparecen a ambos lados junto a un piano cerrado en la pared izquierda, donde asoman dos puertas cerradas. Unas tres o cuatro mesas se encuentran en el centro de lo que antes sería un salón, reformado de manera que la barra aparece por detrás, llena de botellas de bebidas de diferente índole, y que no sois capaces de percibir. A la derecha, una ventana con las cortinas echadas da un poco de luz a esa parte, donde un enorme mueble se encuentra adornado con varias fotos.

Sentados se encuentran un par de individuos: uno de ellos es viejo, muy viejo. Delgado, con una larga barba blanca llena de greñas y suciedad, y que os mira con un ojo de cristal y otro, el sano, fijo en vuestros movimientos. Su cara es arrugada, es bastante delgado, y parece no acordarse, por su forma de vestir, que se encuentra en el s. XXI. El otro es aquel que pegaba a Andi, ese individuo de mostacho amplio y mirada de odio hacia todo lo viviente, comos se muestra en la que os dirige. Ambos tienen una botella pequeña de cristal y dos vasitos en su mesa. Delante de la barra se encuentra una señora mayor, bastante vieja, con un vestido muy pasado de tiempo, algo amarillento. Tiene un broche dorado bastante desgastado, y unos anteojos antiguos y sucios. Su rostro se arruga cuando entráis, y la estancia se queda en silencio. A la derecha, un par de individuos medio ocultos por la penumbra, y de los que solo destacan sendos sombreros de ala ancha, se han girado también para ver quién ha entrado.

Fotos de los individuos:

Os mira con sus anteojos algo sucios, pasados. Una sonrisa desdentada de la que surge un extraño sonido rompe la quietud del silencio. Jijijiji....más extranjeros, si señor. Vuestros amigos se han ido, pero se tomaron una copa de coñac. ¿Queréis? Saca una botella translúcida llena de lo que parece un líquido de color indescifrable, debido a la penumbra en la que se encuentra toda la estancia.

- Sí, estoy de acuerdo contigo, Moore - confirmo ante la propuesta de Eva, asintiendo con la cabeza y poniendome las manos en los bolsillos - Parece que nosotros conozcamos a Max más que sus vecinos, pero si algo no soporto, es la falta de humanidad. - y de eso, por desgracia, siempre yo siempre había tenido un doctorado. - Espero que este pueblo nos de una sorpresa buena por fin. Como última sugerencia, si no hay nadie, tendremos que dar un último paseo y si tenemos suerte, tal vez veamos algo...

Cuando Eva señala la casa, me acerco a ella y me mantengo frente a su puerta, esperando a que Eva se sitúe a mi lado, por si acaso la primera impresión que se llevaba el huésped de la casa de mi no era la más idónea para su buena reacción. Una vez la cirujana, o la doctora, o lo que sea, esté al lado de mí, golpeo la puerta con el puño con suavidad, esperando respuesta.

A pesar de mi cansancio, en última instancia, pienso que si realmente descansaré bien esta noche o por el contrario será como la anterior. Espero que se cumpla el primer caso, y no caiga la breva de un segundo caso, valga la redundancia, por segunda vez.

Song se adelanta un poco y, junto a Lydia, me acerco a la puerta. Espero que el que aparezca detrás sea un joven fuerte y atractivo, porque va haciendo falta. ¿Estará este pueblo destinado a extinguirse por falta de jóvenes? Sinceramente espero que sí.

Yi-Jie golpea la puerta con los nudillos, provocando un ruido sordo. Aunque al inicio no se escucha ningún ruido dentro, unos pasos os alertan. Son pasos fuertes y rápidos, que se van acercando cada vez más. En un instante, la puerta se ha abierto, y delante vuestra aparece un individuo fumando un enorme puro, con una mirada fría e inexpresiva. Si se ha sorprendido de veros, no lo parece. Tiene el pelo ligeramente echado hacia atrás con una frente prominente, unos ojos negros que miran directamente a los vuestros, pasando de uno a otro y, aunque delgado, lleva un uniforme negro de Sheriff bien colocado, planchado y limpio. Aunque la puerta se ha abierto, no se puede observar con claridad que hay en el interior de la estancia, tapada en parte por la figura del policía.

Su mirada es fría como el hielo, profesional. El humo de su puro inunda vuestras fosas nasales, olor a tabaco negro, a habano de floja calidad. Su voz es suave y afilada, como si pudiese cortar el aire. No hace ningún gesto más que sujetar la puerta. ¿Puedo ayudarles en algo, señores? Comenta con tono neutro.

Steve miró el extraño local con una mueca. Quizá no había sido buena idea ir a ese lugar, después de todo. No pudo evitar fijarse en el hombre del mostacho, que le miraba mal. Solo esperaba que se acercara para pagar su frustración con él. Sin embargo, antes de que se perdiera definitivamente en su cabeza, con el fondo de aquel claustrofóbico y rancio lugar, una anciana se acercó y les explicó.

-Buenas tardes.

Le saludó amable. Cuando les contó eso, miró a Aisha y luego a su interlocutora.

-¿Han venido a por algo? Lastima.

Para disimular (y porque lo deseaba, ¿para qué mentir?) se sentó en un sitio libre.

-¿Tiene Bourbon?

Ver a aquel hombre dentro ya echó para atrás, no le hacía gracia encontrarsele despues del incidente de por la mañana, pero ahora que habían entrado.. ¿cómo iban a irse sin tomar nada?

- Buenas tardes.. vaaaya.. es una pena, y nosotros que veníamos buscandolos.

Esa hubiera sido una buena excusa para irse de allí, pero su marido parecía con ganas de tomar algo, y ella aceptó, así al menos salían un poco del hotel.

Se sentó frente a él y miró por la ventana, miró a su marido cuando pidió.

- Yo tambien quiero lo mismo, con mucho hielo por favor..

Vaya, al final la idea de la señorita Moore nos ha llevado a encontrar a quien buscabamos es lo primero que se me pasa por la cabeza cuando veo frente a mi a la que, indudablemente, se trata de la persona de la que habíamos estado siguiendo la pista con anterioridad. Sus ojos destilan profesionalidad, y en cierta medida, la figura causa en mi una severa sensación de respeto. Después de todo, uno de los oficios a los que más de un extranjero teme es el del policía.

Aparto ligeramente el humo del puro con la mano. Desde luego, la humareda generada por mis Laramie's me resulta mucho más agradable que ese voraz y prominente cigarro.

- Sí. Así es. Necesitamos de su ayuda - comento, sin dar demasiados rodeos, saludando con educación. Mi tono de voz también es neutro, pero no tan profesional como el del sheriff. - Ahora le podemos comentar más detalladamente el caso, pero para que vaya sabiendolo... Max, el guía del pueblo, ha desaparecido en el bosque en una expedición que hizo con nosotros, turistas de Golden Forest, después de verse obligado a tomar un camino al que parecía tener miedo...

Inspira el humo con fuerza. Luego lo expulsa con tranquilidad. Os mira seriamente durante unos segundos a los tres. Al parecer, se encuentra evaluandóos, o algo cercano a eso. ¿Y estaban ustedes solos con él? ¿Los tres?. Pregunta con el mismo tono neutro y frío.

Por fin una buena noticia. Ese hombre, con su uniforme impoluto y su mirada penetrante, parecía todo un profesional.

- Sí bueno, este chico y yo estábamos más atrás y cuando nos adelantamos, ya no estaba. Ella, Lydia, se había desmayado y la encontramos tirada en el suelo, pero ni rastro de Max. Ya hemos ido a la taberna de Mary y nos han dicho que hoy no había pasado por allí. El señor Garrow, el del hotel, tampoco sabe nada. Así que lo dejamos en sus manos. Intenté dar toda la información que sabía para poder ir ya a descansar al hotel y olvidarnos de todo este jaleo.

Asiente ligeramente a las palabras de Eva. Parece meditar durante unos instantes breves, tras los cuáles responde. ¿Dónde sucedió eso exactamente? ¿Nadie, absolutamente nadie vio nada?. Pregunto con tono interrogante. Su voz ahora es dubitativa.

Lidya, con voz temblorosa, responde. Esto....sí bueno. Yo fui el que perseguí a Max, porque estábamos en el bosque y....no sé como explicarlo. Parece algo agobiada. El caso es que me gustaría explicarlo, pero no lo recuerdo bien. Fui tras él, y luego caí desmayada. Cuando me levantaron, ellos dos se encontraban allí. Y...de Max ni rastro. Parece no saber bien como explicar ese episodio.

Coge un frasco de la estantería, lo observa durante unos instantes y vuelve a dejarlo en su sitio. Repite ese proceso un par de veces más, ajustándose sus anteojos y limpiando con la manga de su inusual vestido el polvo que encierran las botellas. Finalmente, a la cuarta parece ser la vencida. Toma una botella con un gritito de alegría, minúsculo, y coloca dos vasos desgastados, muy desgastados. En ninguno de los dos aporta hielo. Abre el tapón con presteza y los llena hasta queda tres cuartas partes aproximadamente llenos del líquido con el color típico del bourbon.

*Ahí lo tienen, pero sin hielo.

Nosotros no usamos hielo, jovencita. El hielo mata lo bueno que tienen estos líquidos ¿sabe usted? Pruébelo así, al natural, verá que ricura.Sonríe y mira al viejo. Billy, no te duermas, que te veo venir. El tal Billy parece ser quien está junto al hombre del mostacho amenazador. Luego vuelve a dirigiros la mirada, interesada. Esos tres iban buscando al sheriff. Dios, ¿qué habrá podido ocurrir? Si Golden Forest es un lugar donde no sucede nada. Comenta con amargura.

La falta de emoción del profesional de la vigilancia y de la seguridad del pueblo no me deja nada claro sobre si la situación puede ser incluso más complicada de lo que nosotros creemos. De alguna forma u otra, su frialdad y su seriedad me hace pensar que tal vez el Sheriff está acostumbrado a vivir más de una situación así de desagradable en este pueblo de los mil demonios. Si tan mala fama o tanto peligro parecía tener el bosque de Golden Forest, sería por algo.

- En conclusión, para que quede más claro... - procedo a resumir y a concluir la historia, que siempre puede dejar el concepto más claro - Estabamos en el bosque, y esta chica - señalo a Lydia - tomó un camino. A Max no parecía gustarle demasiado ese lugar y fue tras ella. La señorita Moore y yo - me incluyo a mi y a la cirujana - fuimos tras ellos. Y ahí es cuando llegamos a una especie de lugar donde la señorita Lydia - vuelvo a señalar a la susodicha - estaba inconsciente en un círculo de piedras. Buscamos exhaustivamente a Max, pero no pareció servir para nada.

Me paso la mano por la cabeza, interesado en una pregunta

- La verdad es que Max nos comentaba muchas veces del peligro que podía tener el bosque de Golden Forest. ¿Por qué ese bosque es así? ¿Qué tiene exactamente? - aparte de esa extraña atracción a tomar caminos peligrosos, pienso.

Sigue a la mujer con la mirada hasta que les trae la bebida, de reojo mira al hombre del mostacho, aquel con el que por casi tienen palabras mayores él y su marido. Sonrie a la mujer cuando le trae la bebida, aunque lo de que no tenga hielo no le hace mucha gracia.. así está demasiado fuerte.

- Muchas gracias..

Coge el vaso y lo agita un poco antes de darle un sorbo, pone cara de que está muy fuerte. Tose y mira a la señora.

- Será que los de ciudad nos preocupamos demasiado..

Bromeó para quitarle hierro al asunto. Estiró la mano para coger la de su esposo y acariciarla mientras charlaban.

- Dijeron que el guía, los dejó solos en la excursión, estaban preocupados por él, por donde se encontrará, por si le había pasado algo.

Miró hacia la mujer y el resto de personas que estaban alli.