Partida Rol por web

Golden Forest

Noche 1: Llegada

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16/08/2010, 23:18
Director

 

Yi-Jie....

 

El camino hasta Providence había sido realmente pesado. Mucho autobús, mucha mierda, como dirían en tu país natal. Demasiados niñatos dando por saco, demasiadas viejas hablando alto, y encima prohibido fumar. ¿Como coño iba a ser este país el de los sueños? No te dejaban hacer nada, solo prohibiciones y prohibiciones. Y Pig, claro...reprimes un escalofrío en el taxi. El conductor, un al parecer mexicano, te mira un momento dudando. No hacía frío, acaso una temperatura agradable que rozaba los 25º. Si el estaba extrañado con el viaje, más lo estabas tú con esa música mezcla de rumbas y sonidos salseros. Primero el autobús de nueve horas, seguido un conductor mexicano que solo hablaba castellano y encima te miraba como si fueses al mismo infierno. Y la verdad es, que en cierto modo, debías darle la razón.

Fue todo muy rápido. Recuerdas el momento en que estuviste a punto de coger a Pig y reventarle la cara. Pero no podías hacerlo. Porque estabas entonces en la calle. Porque te daba miedo, aunque te costara reconocerlo, ese gordo cabrón te giñaba. Estaba loco. Loco como para matar. Estabas pensando que hacer, esa noche solo hacías darle vueltas a la cabeza. Podías volver a China, pero eso sería un acto de cobardía; podís irte, pero ¿adónde? Estabas solo, tenías poco dinero. No sobrevivirías fuera ni una semana.

Pero Pig te debía algo. En el último día de trabajo de la semana anterior, le salvaste el culo en una inspección de sanidad. Vino el tipo americano rubio enchaquetado, poco hablador pero insistente. Respondiste que todo era genial, feliz, una puta utopía para el inmigrante. Mentira. Pero a Pig le gustó ese detalle. Sabes que fue algo medio obligado, pero joder, fue un detalle. Y Pig te lo recompensó. Esa noche nisiquiera te miró, y además, te dio cinco días libres. Pig sabía que volverías a trabajar, porque no tenías otra cosa que hacer en América, la tierra de los sueños. Y tú también. Seguiste trabajando, como el adivinó, pero esa noche, esa noche pensabas que como coño podías haber desperdiciado cinco putos días libres. ¿Qué ibas a hacer? Nada. No tenías nada. La vida era una puta mierda: la muerte, un alivio...

Y a la mañana siguiente todo cambió. Recibiste los folletos publicitarios de Golden Forest: solo tú, solo en tu buzón. Con tu nombre. ¿Como era todo? Estabas extrañado, pero habías dado algunas veces tus datos en otros lugares con tal de poseer un trabajo solo un poquito mejor. Quizá llegó por ahí...Pueblo alejado de todo, donde se respira paz, donde alma y cuerpo descansarán...Tus vacaciones predilectas en Golden Forest. Todo lo que deseaste, con régimen completo, por solo 5 dólares la noche. Era un engaño. Fue lo primero que pensaste. Pero sonaba todo tan bien...demasiado bien. Sin pensarlo, fuiste a Pig y le comentaste que te ibas. 5 días. Fue una discusión acalorada, pero al final aceptó a cambio de que hicieses turnos de 18 horas las dos semanas siguientes. Hijo de puta...

Y aquí estabas, una semana después. Hiciste la reserva, aunque mejor dicho, ellos te la hicieron. 4 noches, 5 días. 20 pavos. Todo incluido. Tenías el dinero justo, pero soñabas con que allí, por qué no, encontraras otro trabajo, o al menos, la tranquilidad que tanto necesitabas. Podría ser. De momento, el camino era muy alentador. Grandes extensiones de campos a ambos lados. Hacía 1 hora que habías dejado la general, e ibas por tierra y más tierra. A ambos lados, la vegetación era cada vez más espesa. Hasta convertirse en un bosque, casi sin darte cuenta. El crepúsculo daba un color tierno y suave a las hojas, un dorado especial. Sí, ese podía ser el sitio perfecto que tanto necesitabas. Las ruedas traqueteaban, pero un halo de luz dorada intensificaba una dulce sensación. En una curva pronunciada, el taxi hizo un extraño, por lo que tuviste que agarrarte con fuerza al reposabrazos de la derecha. Ibas a decirle algunas cosas a ese sudaca cuando lo viste:

Delante tuya se alzaba un pequeño pueblo de casas de madera. No había asfalto. Las casas, no más de veinte o veinticinco, estaban de forma dispersas colocadas en un gran claro enmedio del bosque. Eran todas de una planta salvo la primera, a la izquierda. Parecía madera de la zona, aunque no sabías que podría ser. Las ventanas estaban cerradas, y nadie asomaba por la calle. A lo lejos, se divisaba una iglesia, al norte. Delante, una plaza daba la bienvenida con una estatua que no lograbas ver bien a causa de los últimos rayos de Sol. En la casa más grande, la primera, un cartel de madera rezaba pulcro: Hotel. Antes que éste, un gran letrero daba la bienvenida, junto al taxi.

"Bienvenido, viajero, a Golden Forest. La Paz está contigo"

Encima del mismo, una figura de un bebé sonreía, en pañales, señalando la entrada, hacia el interior. Pagaste al taxista, que se marchó sin un adiós, y cogiste la maleta, pequeña pero útil, mangada a Arub-Hassem, tu compañero de cama. Los últimos pájaros volaban sobre un cielo que apenas se distinguía entre los grandes árboles que rodeaban el sitio. Un sitio que, por cierto, solo te transmitía serenidad. Sí, en ese momento, te diste cuenta, ahí en la entrada, solo, que éste era el lugar que necesitabas.

Notas de juego

Bienvenido, Yi-Jie.

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17/08/2010, 00:02
Yi-Jie Song
Sólo para el director

En este momento es cuando estoy comprendiendo que hay torturas que pueden merecer la pena y tener su resultado. Tal vez este viaje me propiciase tan sólo una felicidad pasajera y posteriormente, al volver, me trajese la destrucción de mi mismo al tener que soportar esas toneladas de repugnantes calorías de la que hacía gala mi jefe, por no hablar de esos infernales turnos. Igual todo esto tendría el efecto de falsa felicidad que otorgaban, por ejemplo, esas mierdas de estupefacientes que vendía mi padre... pero francamente, hay algo que entendí, y es que para un inmigrante es difícil pensar en la palabra "futuro"... por lo tanto, sacaré conclusiones de esto y me centraré en disfrutar durante 5 días de este lugar utópico. Arub-Hassem, el sacrificio de tu maleta no será en vano: aunque no lo creas, gracias a ti he podido llevar todo lo que necesito.

Por unos momentos, sentí la necesidad de sacar un cigarrillo, tomar el mechero y poder disfrutar de ese humo que siempre había sido capaz de amansarme ligeramente, pero la verdad es que al observar una superficie limpia de asfalto, en medio del claro de un bosque... mi conciencia me dijo que era una pena arrojar las sucias colillas de mis cigarrillos Camel hacia el terreno de un lugar ideal. Sí, sonaba mucho mejor fumar en la habitación del hotel, o en alguna zona habilitada para fumadores en la zona. Reitero: mucho mejor.

Tomo algo de aire. Realmente, por fin podía estirar un poco las piernas y sentirme fuera de esos vehículos en los que había esperado impacientemente hasta llegar aquí. Aunque pueda sonar patético para algún viajero, lo primero que quiero hacer al llegar al Hotel es descansar en la habitación y dormir... sí, puede ser que un turista convencional, quisiese salir a pasárselo bien la primera noche, pero para alguien acostumbrado a dormir en un almacén, las cosas cambian un poco cuando tienes la oportunidad de estar sobre un colchón confortable y digno.

Así que es momento de entrar a la zona del Hotel, a la cual decido acceder. Mi primera reacción es observar si hay alguna mesa con recepción, la cual no debe escapar de mi, para, en el caso de haber, acercarme al personal a cargo y decirle lo siguiente:

- Muy buenas - comento, con mi voz tranquila, pausada y de la que se puede notar el acento extranjero - Tengo una reserva a nombre de Yi-Jie Song durante 5 días. Necesito que me indique algún lugar para cenar y el número de mi habitación para poder retirarme luego a descansar. - si, puede que mis orígenes no fuesen de una familia que me hubiese educado como debía de ser, pero la cortesía propia de mi país siempre fue algo muy intrínseco en mi, y además, ese hipócrita de Pig siempre me pedía que fuese simpático con los clientes y les hablase como un hombre feliz con su vida...

De paso, ojeo con bastante atención las instalaciones más próximas a mi... deseo que haya poca gente, será lo mejor para mi y nadie me molestará.

 

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17/08/2010, 01:06
Director

Comienzas a andar hacia el edificio que tiene pinta de ser un Hotel. Lo de pinta es algo subjetivo, es lo primero que piensas. O al menos, que esto no los hay en Capital City. Es una casa de madera de un par de pisos: la madera hace poco que estaba barnizada, pues brilla de forma esplendorosa. Si no fuese por el hecho de que las sillas que se sitúan en el viejo porche parecen de las pelis de vaqueros que echaban por el Canal 6 de tu país natal, dirías que la edificación podría ser nueva. Tus pasos resuenan en la arena, dejando pequeñas huellas, y desplazas algunos cantos pequeños. Te fijas brevemente en la plaza que ves más adelante, y ahora consigues distinguir, al menos, que la figura de la estatua es humanoide. Ya habría tiempo de visitar todo. Quedaban cinco días, cinco días para ti solo. Porque si algo parecía ese lugar, era un sitio totalmente solitario. Aunque en un par de casas asomaban luces.

Estás acercándote a las escaleras que conducen al porche, donde se observan cinco mecedoras colocadas de cara a la propia carretera. Al lado, un viejo rifle de caza asoma al lado de la puerta, posiblemente a modo de decoración. No hay cartel con menú del día, no hay nadie esperando fuera. Pero si una luz que sale de una de las tres ventanas que asoman por el hotel desde ese lado. Hay ganas de un cigarro. 

En ese momento, un ruido capta tu atención. Miras a la izquierda, y ves como dos coches, uno prácticamente detrás del otro, llegan a la entrada del pueblo y aparcan como pueden a un lado. Uno es un cochazo de rico, con el que Pig tendría sueños húmedos: el otro, algo más normalito. Del primero se baja una mujer, de tu edad más o menos, con mirada seria y algo superior. Va bien vestida, y sus gestos denotan estilo de ese que escuchas "Made in New York". Del otro, aparecen una figura femenina y otra masculina: al tío lo conoces: ¡¡es el actor de esa peli de acción que tanto adora Pig!! "Golpe Final", de la que es protagonista. A veces, cuando tienes tiempo libre, algunos cogéis pelis porno o de otro tipo que el cerdo ese guarda en el cuarto del jefe y las véis. Y esta te la habías tragado como 20 veces. Y todo hay que decirlo, el tío hacía un papel más que respetable. Aunque no tenías ni idea de como se llamaba. Ambos miran con ojos serios el lugar, y luego a ti.

Genial, parecía que no ibas a estar solo.

Notas de juego

Zous, cuando yo te avise, puedes volver a postear, porque tengo que hacer la introducción con los demás. Ya puedes marcar a ellos tres como designatarios.

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17/08/2010, 15:46
Director

 

 

 

Eva...

 

Por suerte, ese fenómeno que los médicos habían llamado Yips no te impedía conducir con facilidad. Las manos se sujetaban bien al volante del Mustang. 1 año, nuevecito, matriculado en Canadá para evadir algunos impuestos, tapicería de litio, automático, e incluso GPS con la voz de Ewan McGregor...¿se podía pedir más? Nunca te habías sentido alguien desafortunado, pero parecía que últimamente las cosas por tu vida, eso que el tipo feo de la serie Me llamo Earl que tanto veías en la Fox los sábados noche llamaba Karma, parecía haberse estancado. Primero lo del embarazo. Ahora lo del tema del Yips. Esa señora había muerto por tu culpa, y eso era algo agobiante. Pero no lo suficiente para que no se fuese con el viento en unas maravillosas vacaciones en un sitio dejado de las manos de Dios.

Todavía recordabas como había sido todo. Extraño, pero una mente racional encontraba explicación a todo. ¿De dónde podrían haber sacado la información sobre tu hogar? ¿Y como sabían que, en ese momento, pensabas en unas vacaciones? En una de las noches más moviditas, escuchaste un fuerte crujido en la puerta que te hizo levantarte como un resorte y, por qué no reconocerlo, sientir miedo. Abriste la puerta de tu apartamento y delante tuya, como era normal, no había nada. Pero a la mañana siguiente tu buzón estaba lleno de cuatro o cinco folletos que hablaban de Golden Forest. Te lo ponían todo tan perfecto que era imposible decir que no. Siempre te quedó la duda de por qué ese día precisamente, y por qué justamente lo que necesitabas. Pero tú creías en algo llamado Principio de Incertidumbre, y hasta habías visto a tios demostrarlo. Las casualidades existían, sí, pero basadas en una serie de determinantes estadísticas. Así, cogiste lo primero que pillaste y aquí estabas, dispuesta a pasar cinco días de ensueño.

La radio llega un momento que deja de funcionar. El camino llevaba un rato siendo de tierra, y un buen rato perseguías otro coche que parecía tomar el mismo camino que tú. Siempre recto. El paisaje apenas cambiaba, y pensaste que seguramente estabas enmedio de ninguna parte. Excelente. Grandes extensiones de campos a ambos lados. Hacía 1 hora que habías dejado la general, e ibas por tierra y más tierra. A ambos lados, la vegetación era cada vez más espes, hasta convertirse en un bosque, casi sin darte cuenta. El crepúsculo daba un color tierno y suave a las hojas, un dorado especial. Sí, ese podía ser el sitio perfecto que tanto necesitabas. Las ruedas traqueteaban, pero un halo de luz dorada intensificaba una dulce sensación. En una curva pronunciada, el otro coche desapareció por un momento, para volver a aparecer en, lo que parecía, era la entrada del pueblo.

Delante tuya se alzaba un pequeño pueblo de casas de madera. No había asfalto. Las casas, no más de veinte o veinticinco, estaban de forma dispersas colocadas en un gran claro enmedio del bosque. Eran todas de una planta salvo la primera, a la izquierda. Parecía madera de la zona, aunque no sabías que podría ser. Las ventanas estaban cerradas. A lo lejos, se divisaba una iglesia, al norte. Delante, una plaza daba la bienvenida con una estatua que no lograbas ver bien a causa de los últimos rayos de Sol. En la casa más grande, la primera, un cartel de madera rezaba pulcro: Hotel. Antes que éste, un gran letrero daba la bienvenida:

"Bienvenido, viajero, a Golden Forest. La Paz está contigo"

Encima del mismo, una figura de un bebé sonreía, en pañales, señalando la entrada, hacia el interior. Sales lentamente, cansada de tantas horas conduciendo. Al hacerlo, abres la puerta y una ráfaga de aire te invita a ponerte algo por encima, pues las noches en el norte de Maine eran frías. Al lado tuya, del otro coche han aparecido dos figuras: una es una mujer joven, de más o menos tu edad, con una piel blanca y el rostro serio. Del coche del conductor aparece un tío cuya cara recuerdas haber visto en algún lado, quizá la tele. Pero por más que lo piensas durante un momento, no logras acordarte. Al fin y al cabo, eras cinéfila, sí, pero no de películas cutre. Y ese tío tenía toda la pinta de hacerlas, por su cuerpo y su cara de bombóncete pasado. Suspiras un momento, y vas a recoger la maleta. En ese instante, te percatas que un chino (sí, un maldito chino) está cerca de la entrada del hotel, contemplandóos con un cigarro en la mano aun apagado. Un chino, un tío famoso, tú...¿qué lugar era este?

Notas de juego

Bienvenida, Eva.

Marca como destinatarios todos menos Lydia.

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17/08/2010, 16:08
Director


Steve, Aisha...

El matrimonio Rush no estaba pasando por sus mejores momentos. Atrás quedaron esos dulces momentos cuando eráis más jóvenes, llenos de sonrisas, trabajo unido y largas noches en el Perseus de Steve. Atrás habían quedado muchos sueños, muchas ilusiones...todo se había tornado rutina, desesperanza, y lo más importante de todo, desconfianza. Habiaís pesando en la solución americana por excelencia, un asesor matrimonial. Ambos sabiaís, y sentiaís que vuestro amor no estaba apagado, aunque en peligro de extinción, desde luego. Pero era posible darse una posibilidad, valga la redundancia. Por suerte, teniaís una amiga en común llamada Claire, una "cerebrito" psicóloga especializa en asuntos de conflictos. Nada de asesores. La economía no andaba en su mejor momento. Aisha era prácticamente quien llevaba el peso de la economía. Steve se pasaba horas en el bar de la esquina lamentándose y recordando viejas batallitas de rodajes. Atrás habían quedado sus tiempos de semi estrella. Pero hacía poco, parecía haber nacido de nuevo, pues se le había presentado la oportunidad de trabajar en una serie B americana llamada a ser un éxito en los canales sensacionalistas americanos; quizá era necesario dicho trampolín. Pagaban poco, y estaba llena de personajes como él, ansiosos de encontrar un nuevo lugar en la gran pantalla. Pero Steve era ambicioso. Era. Últimamente había decaído en un constante golpeteo de autocomplacencia que Aisha odiaba, escucharle todo el día gemir y protestar sobre su mala suerte en la vida no era halagador precisamente. El rodaje empezaba dentro de dos semanas. Steve también necesitaba un lugar donde ganar más confianza consigo mismo, algo que redundaría en beneficio de ambos, como le había comentado Claire.

Aisha encontraba todos los problemas en su casa. En la escuela habia perdido parte de su encanto, pero era de las mejores profesionales que había dado una universidad de poco prestigio en la zona sur de Maine. Sin embargo, su vida familiar le estaba pasando factura. Ahora, era mucho más sensible, más dada a pegar gritos que a solucionar las cosas con una disculpa. De hecho, las discusiones eran el pan de cada día en la casa de los Rush. Cuando estas no se producían era porque Steve estaba fuera. Aisha aprovechaba esos momentos para llorar y pensar en como se iba a solucionar todo. Incluso un par de veces había obligado a su marido a dormir en el sofá. La cosa estaba muy tensa.

La cosa estaba mal.

 

Claire había sido clara. Hacía falta unas vacaciones para los dos. Un Stop en la vida de cada uno. Un lugar donde se conociesen de nuevo, donde la paz y la armonía fluyese por sus cuerpos. Necesitaban nuevas experiencias juntos. Necesitaban no pensar en sus vidas cotidianas, ni en su pasado. Debían construir un nuevo presente, que se produciría en ese maravilloso lugar. Lamentablemente, ni Steve ni Aisha se pusiero de acuerdo, que raro, en un lugar común. Si uno era caro, el otro no servía para nada. Una noche la cosa se tornó violenta, y parecía que al final, ambos se quedarían en casa tensando la cuerda lo suficiente para que se rompiese. Mas no fue así. A la mañana siguiente, unos folletos sobre un lugar aparecían en el buzón, un lugar llamado Golden Forest. Leyeron con tranquilidad lo que venía, y era todo genial. Inmediatamente se pusieron manos a la obra. Era necesario mandar una carta con tus datos y un billete de 10 dólares, cinco por persona, para pagar por anticipado. Era barato, limpio, transmitía paz, en un bosque, y encima, su cabecera rezaba lo siguiente: Un lugar donde encontrar aquello que perdiste. Steve comentó que parecía estar para ellos, u Aisha estuvo de acuerdo con él. algo que no pasaba desde hacía meses.

Ninguno de los dos dio vueltas a la cabeza de cómo había llegado eso ahí. Total, mandaban 50.000 correos basura cada día al email ¿no?

Por primera vez en mucho tiempo, la cosa entre ellos se aflojó. Steve recuperó algo el color, y dejó de ir tanto al bar, aunque Aisha sabía que todavía bebía. Pero ya era un paso. Ella también recuperó un poco la confianza en sí misma, y se afanó más en su trabajo. El cambio era notable. El cambio se estaba produciendo. Ambos hablaban más, se comunicaban mejor, todo por el mero hecho de estar planeando un viaje. Incluso una noche mantuvieron de nuevo relaciones, algo totalmente desaparecido en las últimas semanas. Steve estaba de mejor humor, y eso se notaba. Bromeaba, volvía a ser más el de siempre. Pero los milagros no existían, al menos hasta Golden Forest...había heridas abiertas, sangrantes, heridas que no se podían curar así como así.

La radio llega un momento que deja de funcionar. El camino llevaba un rato siendo de tierra, y un buen rato os perseguía otro coche que parecía tomar el mismo camino que vosotros. Siempre recto. El paisaje apenas cambiaba, y pensasteis que seguramente estábais enmedio de ninguna parte. Excelente. Grandes extensiones de campos a ambos lados. Hacía 1 hora que Steve conducía fuera de la general por un camino de tierra, y más tierra. A ambos lados, la vegetación era cada vez más espesa, hasta convertirse en un bosque, casi sin daros cuenta. El crepúsculo daba un color tierno y suave a las hojas, un dorado especial. Sí, ese podía ser el sitio perfecto que tanto necesitabais. Las ruedas traqueteaban, pero un halo de luz dorada intensificaba una dulce sensación. Hubo una curva pronunciada a la derecha y entonces ante vosotros se alzó un claro.

Delante se alzaba un pequeño pueblo de casas de madera. No había asfalto. Las casas, no más de veinte o veinticinco, estaban de forma dispersas colocadas en un gran claro enmedio del bosque. Eran todas de una planta salvo la primera, a la izquierda. Parecía madera de la zona, aunque no sabíais que podría ser. Las ventanas estaban cerradas. A lo lejos, se divisaba una iglesia, al norte. Delante, una plaza daba la bienvenida con una estatua que no se podía ver bien a causa de los últimos rayos de Sol. En la casa más grande, la primera, un cartel de madera rezaba pulcro: Hotel. Antes que éste, un gran letrero daba la bienvenida:

"Bienvenido, viajero, a Golden Forest. La Paz está contigo"

Encima del mismo, una figura de un bebé sonreía, en pañales, señalando la entrada, hacia el interior. Comenzasteis a salir lentamente, desentumeciendo los agarrados músculos. Steve se estiró como pudo, y rápidamente disntiguió junto a Aisha una figura cercana al hotel. Era un tipo de nacionalidad asiática, posiblemente chino. Sus rasgos serios y escrutadores miraban hacia donde estábais. Sostenía un cigarro en la mano sin encender. A vuestro lado, el otro coche había aparacado. Sí, parecía que todos ibáis al mismo sitio. Del mismo salió una mujer de la misma edad que Aisha, guapa, de rostro serio. Vestía bien, y su coche delataba cierto poder adquisitivo. Miraba hacia el chino, y luego os dirigió una mirada a vosotros rápida. Parecía igual de extrañada. Pero lo primero era lo primero: sacar las maletas, y luego, encontrar ese hotel.

 

Notas de juego

Bienvenidos, Steve y Aisha.

Por favor, colocad en destinatarios todos menos Lydia.

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17/08/2010, 17:32
Eva Moore

Por fin he llegado.

Nada más salir del coche, me doy cuenta del cambio de temperatura entre el interior de mi coche y el aire exterior. Por suerte tenía una chaqueta preparada en el asiento del copiloto y me la pongo por encima de la blusa. Y echo el primer vistazo al pueblecito:

Qué... pintoresco. La verdad es que no estoy acostumbrada a estos sitios tan... rurales, pero venga, ¿para que he venido? Era un viaje para relajarse y evadirse y con esto me sobra - pienso mientras me dirijo a la parte trasera de mi Mustang para sacar las maletas. A mi lado, dos personas están bajándose de su coche. Los observo por un momento y la verdad es que uno de ellos me resulta familiar. ¿Dónde he visto yo a ese hombre, en la clínica? No, no, me suena de la tele, pero hace tiempo que no aparece por allí, eso seguro. ¿Será esto algún tipo de retiro para gente acomodada?

Termino de sacar mi equipaje, que no es demasiado abultado y es cuando me fijo en el chino que está en la entrada, mirándonos. No tiene pinta de tener dinero, más bien de trabajar para gente que sí, así que solo puede ser…

Vaya, ¡qué detallazo! Viene alguien a recibir a los turistas y a llevarles las maletas.

Cojo mi maleta y me dirijo hacia él.

Buenas noches, soy la Srta. Moore, – le tiendo la mano – es un detalle esto de que te reciban al llegar al pueblo, habéis ganado puntos para que vuelva – digo sonriente.  En ese momento, reparo en su maleta. Porque… ¿no es usted un turista, no?

 

 

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17/08/2010, 17:28
Steve Rush

Steve condujo durante todo el camino. Un camino monótono, tierra, tierra y más tierra, aun así, la tranquilidad de aquel paisaje le hizo no pensar en otra cosa. Algo que no era normal en él, ya que, por la cabeza de Steve Rush pasaban y se atropellaban millones de cosas a la vez, tal es, que a veces le costaba conciliar el sueño. Sin embargo, aquel lugar prometía. Se dio el lujo de apartar la vista de la carretera unos segundos para mirar a su acompañante, su esposa, sonrió levemente, muy levemente y luego miró al frente, con un nuevo suspiro.

De vez en cuando, los ojos de Steve miraban hacia el retrovisor para ver como otro coche le seguía. ¿Un pueblerino? sea como fuere, parecía que no iba mal encaminado hacia el pueblo. Y no fue así.

Cuando su, ahora humilde, coche atravesó el umbral del pueblo, redujo mucho la marcha para orientarse bien. Se inclinó levemente hacia adelante y entrecerró los ojos para no perder detalle de nada.

-Tiene...ejem...buena pinta...

Añadió, a medio camino entre carraspera y "alegría" aunque si otro lo viera no lo diría.

Steve detuvo el auto cerca del hotel. Deseaba haberlo hecho hace mucho, ya que sus piernas estaban entumecidas desde hacía 20 kilómetros. El hombre se retiró las gafas de sol y las dejó en la guantera y luego miró a Aisha, que estaba a su lado.

-Vaya, parece que no fuimos los unicos en tener la magnifica idea.

Añadió. Luego sonrió. Si, hacía tiempo que no sonreía tan de seguido.

-Vamos, necesito estirar las piernas y comer algo.

Steve tiró del botón que abría el maletero y este, con un ruido seco, avisó a los que "habitaban" en el auto de que se había abierto.

Steve salió del coche y miró a todas partes, con los ojos entrecerrados, el viento tiró levemente de su cabello y su chaquetilla, no era nada violento, sino agradable. Por último se giró y apoyó las manos en el capó, mirando hacia el hotel, aunque su mirada viajó hacia el hombre oriental, al cual hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo, y luego pasó una mujer bastante elegante, era la que venía tras ellos durante el viaje. ¿Sería del pueblo o vendría a pasar unos dias como ellos? por sus pintas, diría que la segunda, sentenció para si. El antiguo actor se diriguió hacia la parte trasera del coche y sacó las maletas del maletero, las cargó como buenamente puedo y se acercó a Aisha.

-¿Te encargas tu del tema de arreglar todo el papeleo?

Preguntó, con la voz algo rota de su "antigua" (o no tanto) vida con la bebida.

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17/08/2010, 17:51
Aisha Rush

Durante todo el viaje miraba por la ventana observando el camino y los alrededores de este, que era un lugar apartado.. de eso no tenía duda. El camino fue largo, más largo de lo que esperaban, y encima.. se habían quedado sin música, algo bastante incómodo porque hacía tiempo que no conseguían mantener una conversación.. pero lo intentaban, aunque fuera simples comentarios acerca del camino y del lugar.

Por fin llegaron a su destino, un destino que no era lo que se imaginaban..  aunque que podrían esperar del lugar donde se encontraban?? Parecía que estaba en un rincón por ahí perdidos, con cabañas, no en un pueblo.. ¿Pero que más podían pedir? Solo esperaba que aquello hiciera que ellos volvieran a sentirse bien juntos.

- Eso parece.. - dice respecto al comentario de que no eran los únicos.

Le miró, no pudo evitar sonreir, estaba tan guapo sonriendo.. eso fue lo que le enamoró de él. Comenzaba a sentirse más ilusionada al ver que el estaba tambien asi, a parte que desde que comenzaron a planificar el viaje, la relación había mejorado algo.

Se bajó del coche y se desperezó, miró a su alrededor e iba a ayudarle a descargar cuando le dijo que fuera a encargarse del resto.

- De acuerdo.. - iba a irse, pero pareció pensarselo y antes de marcharse le dió un beso en la mejilla y le sonrió.

Se alegraba de estar alli y que estuviera con ella. Se separó y vió a una mujer con las maletas y hablando con un tipo oriental. No pudo evitar mirar a la mujer de arriba a abajo, al igual que sentir cierto temor.. pero cerró los ojos y negó con la cabeza, debía apartar esos sentimientos y centrarse en que todo saldría bien.

Cuando pasó por su lado sonrió a ambos y saludó.

- Buenas tardes.. - y pasó hacia lo que creía que era el hotel.

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18/08/2010, 00:41
Yi-Jie Song

Observo a la mujer que tengo delante de mis ojos con templanza. Una mujer con clase, es el primer pensamiento que se me viene a la cabeza: de cabellera oscura, más o menos por los hombros, físico agradable y una más que exquisita educación. Existen mujeres americanas que son bastante atractivas, pero de cierto modo yo siempre pensé que, como mi esposa, nunca encontraría igual: su lealtad, amistad, cariño y sencillez no poseían rival, al menos en las expectativas de un hombre que sólo piensa en tener un trabajo decente... y suficientes cigarrillos para calmarme. Sin embargo, había una sensación que me transmitía esa fémina que se había presentado como la Srta Moore: olía a dinero. A dólar fresco. De una manera u otra, ésto me creaba cierto complejo interior, seguramente sería la mirada o el foco de todas las vigilancias, ¿qué hace un chino entre americanos de buen porte, cómo puede ser un actor al cual aún no doy crédito de ver? Tal vez surgiesen los prejuicios del supuesto gusto del inmigrante por lo ajeno, pero mientras no fuesen Pig Joe, los prejuicios resultarían un maldito paraíso.

- Encantado. - Yi-Jie le otorga la mano a la Señorita Moore, con firmeza y unas dosis de formalidad oriental. Su acento deja entrever sus orígenes orientales, y más específicamente chinos. -No, señorita. No me encargo de recibir a los turistas. - comento, con absoluta templanza y frialdad mientras tomo un cigarrillo de mi paquete y lo pongo entre mis labios, más como instinto y acto reflejo que como otra cosa - Puede llamarme señor Song. - si algo estaba claro, es que siempre he estado acostumbrado a ser educado, aunque realmente la persona que tengo delante de mí me importe poco. - Estaré aquí cinco días.

Sin más dilación, me doy la vuelta. Otra mujer que parecía de una edad similar  Una mujer pasó cerca y entró al hotel, dando las Buenas tardes, a lo que simplemente respondo con un leve asentimiento de cabeza. Nada del otro mundo, un gesto que se suele hacer mucho cuando alguien pasa por tu lado, pero que realmente nunca ha significado nada: sin embargo, la chica había arribado hacia las cercanías del hotel y salió del mismo coche que ese actor de la película "Golpe Final": tenía que ser una privilegiada y muchas personas querrían estar en su lugar.

Sin más, intento acercarme al actor: me siento muy interesado en hablar con él y preguntarle si realmente era él el protagonista de "Golpe Final". La obra era buenísima, sin duda: creo que es de lo poco que he podido encontrar agradable en América ahora mismo

- Disculpe- a pesar de que me emocionase hablar con alguien así, yo siempre mantenía la misma formalidad asiática - ¿Eres el actor de la película "Golpe Final"? No recuerdo su nombre, pero realmente hace un papel excepcional. Me encantaría tener un autógrafo - tal vez si Pig lo viese, tendría algún tipo de satisfacción mental que le permitiese ablandarse un poco... y perdonarme las 18 horas.

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18/08/2010, 01:43
Eva Moore

Oh, disculpe, me había hecho una imagen equivocada de usted. Le miro de arriba abajo, pero no con superioridad, sino con sorpresa. Su vestimenta y su aspecto no concuerdan con mi suposición anterior. Supongo que le aloja en el hotel, nos veremos por allí – digo mientras le miro el rostro. Las líneas alrededor de sus ojos me dicen que el cuidado físico no es una de sus prioridades y que, seguramente, las preocupaciones son su pan de cada día. Hasta luego señor Song.

La mujer que vi en el coche pasa justo a nuestro lado y nos saluda con educación. Le devuelvo el saludo y, tras echar un último vistazo a los otros dos individuos, me dirijo al hotel.

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18/08/2010, 01:41
Steve Rush

Steve dejó las maletas en el suelo y apoyó los brazos en la parte trasera del maletero, para luego bajar la puerta y cerrarlo. Su esposa le dio un beso en la mejilla, el matuvo aquella sonrisa leve y la correspondió, para luego volver a su semblante serio.

El antiguo actor se pasó las manos por el pelo y miró hacia ambos lados, echando un vistazo a lo que iba a ser su lugar de vacaciones. No pintaba mal. Aunque no era, ni mucho menos, las playas de Hawai donde iban, ni los hoteles de 5 estrellas.

Aquel pensamiento le hizo bajar la cabeza un segundo, se sentía bastante fracasado, pensando en el pasado, en lo que fue y en lo que es.

"-Disculpe"

Sonó a su lado, Steve se incorporó rápido y ladeó el cuerpo para atender al hombre.

-¿Si?

Lo que le dijo dejó a Steve sin palabras. Era curioso. Antes le tocaba la moral que los fans estuvieran a todas horas mendigando un autografo suyo, que esperaran horas y horas por una firma, por una sonrisa. Que le molestaran cuando iba a comprar, que no pudiera hacer nada sin tener a un friki detrás suya, comentando cosas de sus pelis que a él ni le iban ni le venían. Nunca supo lo que significaba para ellos esos detalles, nunca cuando estaba arriba, ahora cuando estaba en el lodo era cuando se daba cuenta que un detalle como ese podría hacer feliz a mucha gente. Ahora era él quién mendigaba firmar un autografo, que alguien le parara por la calle y le hablara de las pelis que hizo.

Con un tono de voz algo bajo, respondió al hombre.

-¿Se...acuerda usted de mi?

Inquirió, como incredulo. Luego hizo un gesto con la cabeza y tragó saliva, para luego sonreir. Aquel gesto de ese hombre le había devuelto algo que había perdido hace tiempo.

-Si, soy yo. ¿Le gustó la pelicula? Lástima que el resto de la gente no piense como usted.

Steve acercó la mano al hombre para estrecharla.

-Soy Stephen Rush. Sería un placer firmarle ese autografo señor....

Steve esperó a que el hombre le dijera su nombre. Un nombre que posiblemente no iba a olvidar.

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18/08/2010, 11:43
Yi-Jie Song

 Hay algo que me sorprendió gratamente de su reacción: el actor de la película Golpe Final cuyo nombre parecía ser Stephen Rush no tuvo una respuesta típica de una estrella engalanada por la arrogancia y la vanidad a la que muchos actores, sobretodo de Hollywood, siempre han acostumbrado a sufrir. Aunque no soy un experto en los actores de aquí, no es difícil saber que alguien atesorado por millones de dólares termina vistiéndose con un traje de superioridad frente al resto de ciudadanos: pero el caso de Stephen había sido distinto. Me trató de igual a igual, con bastante cortesía, formalidad y tolerancia: y aunque se supone que toda persona debe tratar así a sus vecinos, cuando has visto sinvergüenzas toda tu vida, no puedes evitar sentir ligera satisfacción.

Claro que me acuerdo, no sabe la cantidad de veces que he visto esa película - me decido a comentarle con mi acostumbrada formalidad externa, tomando el cigarro que está agarrado por mis labios, para comenzar a darle vueltas con mi mano derecha, jugueteando con él. Realmente este pequeñín me está pidiendo a gritos que me lo fume: trataré de olvidarlo con esta conversación que, aunque no lo parezca, tan emocionado me tiene - No llevo mucho en América, pero es mi favorita. ¿En serio que hay gente que no piensa como yo? Le conocí a través de mi jefe, el señor McCulligan. Seguro que se alegrará si también le firma un autógrafo a él - comento, con una ligera señal de satisfacción representada en media sonrisa. Aunque frío, de vez en cuando podía mostrar algún sentimiento: pero realmente me alegraba más de tener yo el autógrafo que darle uno a esa maldita rata de Pig Joe... pero tenía que librarme de esas míseras 18 horas, fuese como fuese, ya que, si no encontraba trabajo aquí para que mi esposa venga, tendría que volver, tarde o temprano. Mierda, ya me preocupaba más de lo debido, ¡estoy en vacaciones!

Soy Yi-Jie Song. - comento, estrechando la mano de Stephen, gustoso - Si le resulta más fácil, el señor Song. Encantado. - espero que Stephen se acuerde de mi nombre. Realmente, algunas personas de China adaptan nombres occidentales para facilitar sus presentaciones a personas que no comparten país. Pero a mi nunca me había ido ese rollo, creo que suena bastante más tonto decir que me llamo Paul antes de que la gente no se acuerde de como me llamo.

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19/08/2010, 15:45
Director

Steve se queda un momento firmando en un pequeño trozo de papel que lleva el señor Song un par de firmas estampadas, con lentitud y entusiasmo, pues lejos estaban los tiempos de tantas firmas seguidas y, finalmente, aborrecibles. Caminan a la par hacia la entrada del hotel, donde ya se encuentran Aisha y Eva. La segunda abre la puerta del lugar, tras la cuál entra la señorita Rush. Inmediatamente le sigue Steve que acelera algo el paso, y cerrando la comitiva, Song. Finalmente, habéis entrados todos casi a la par.

La estancia a la que pasáis se encuentra en estos momentos tenuemente iluminada. Un par de lámparas de aceite como las que aparecen en las películas de John Wayne están colgadas en dos lugares concéntricos de la sala, encima de una mesilla con un precioso estampado de flores. A la izquierda, un mostrador de madera con algunos papeles encima y un pequeño timbre hace acto de presencia, junto a un mueble detrás donde se encuentran hasta diez cajoncitos, cada uno con un número concreto. Abajo de dicho mueblecito aparece un letrero que reza lo siguiente: Conserjería En la susodicha tabla aparecen, en la zona de la derecha, varios lápices y algunos folletos como los que recibistéis. El resto de la sala tiene tres puertas, una a cada lado. Las paredes son de madera, con cuadros grandes que revisten extensos bosques y atardeceres, todos ellos con marcos artesanos. Un extenso reloj de pared se encuentra al lado de la entrada, y un gran sofá justo enfrente, al lado de una de las puertas. El sofá es verde, y lo suficientemente amplio como para unas cuatro personas. Lo primero a lo que os recuerda todo esto es a un lugar completamente rural. No es que parezca que hayáis retrocedido en el tiempo, pero todo se da un aire campero, si no fuese porque un extraño olor que no lográis identificar inunda vuestras fosas nasales, y que al inicio, os resulta chocante e incluso molesto.

No tenéis mucho tiempo a pensar en la propia estancia, más que observarla, cuando de la puerta que se encuentra detrás del mostrador aparece un sujeto. Es un hombre de unos sesenta años mínimo, y de una estatura elevada, que incluso sobrepasa al propio Steve. Su delgadez se acentúa con las ropas que viste, pantalones negros, camisa de botones negras, y sobre ella, una pequeña chaquetita negra de algodón. Además, un delantal asoma por su cintura con restos de lo que parece comida. Su barba sin afeitar de varios días le da un toque siniestro, y su pelo canoso sale hacia atrás visiblemente peinado. Sus ojos son azules y penetrantes. Dirige la mirada a todos de uno en uno, sonriendo. Una sonrisa de hotel, pensariaís. Una sonrisa que no comparten sus ojos, fríos y carentes de emoción.

El individuo se acerca lentamente, en zancadas demasiado pequeñas para la longitud de sus piernas. Primero lo hare a Steve, al que tiende la mano, para luego repetir el proceso con los cuatro. Su apretón es suave pero firme.

Notas de juego

Yi-Jie y Steve, tiradas de Escuchar.

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19/08/2010, 15:58
Garrow

Buenas, buenas tardes a todos -su voz es aterciopelada- no os esperaba tan pronto, aunque supongo que el tráfico no habrá sido muy denso ¿no? bromea con elegancia, mientras dirige su mirada a la ventana. Aún falta un huésped más por venir, sí sí. Esto último lo dice de forma rápida. Pero bueno ¿qué modales los míos? Bienvenidos a Golden Forest. Soy Garrow, propietario, cocinero, botones, fontanero, y todo lo que requiera servicios de este edificio. Emite un pequeño sibildo entre dientes, lo que sería una risa, pensáis. Ah, creo reconoceros a todos. El joven Señor Song, la dulce señorita Eva Moore, y el encantador matrimonio Rush. Si perdonan mi indiscreción...¿puedo preguntaros que tal el viaje? Los apretones de manos terminan. Cruza sus dedos y os mira con educación.

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19/08/2010, 16:10
Steve Rush

Steve firmó los autografos mientras charlaba con el señor Song.

-Aqui tiene, señor Song, oiga, si se va a quedar aqui, pasémonos por algún pub o lo que haya aqui y le invito a algo mientras hablamos de la peli o lo que sea.

Le ofreció.

-Vaya, será mejor que siga a mi esposa dentro.

Steve sonrió y se agachó a coger las maletas. Hizo un gesto con la cabeza hacia el señor Song para despedirse y apretó el ritmo hasta llegar dentro.

Observó aquella, cuanto menos, curiosa decoración. Aunque no le resultaba molesta, si que le parecía extraña, no en vano, era la primera vez que venía a un pueblo tan alejado de todo. El actor se colocó al lado de su mujer, Aisha, ella debió notarle algo "entusiasmado" y de especial buen humor. Luego le contaría lo que le habría pasado. Miró por un segundo a la mujer que estaba cerca de ellos y le sonrió levemente, saludándola amable.

Un hombre mayor, más alto que él (que ya de por si, ya era alto) se acercó a él y estrechó su mano. Steve dejó en el suelo una maleta antes de estrechar la mano del hombre, con firmeza, pero sin que resultara de algún modo molesto.

-Es un placer.

Dijo, educado. Luego miró al resto, y sonrió mirando a su mujer, sin que se notara mucho. Le gustaba, pese a todo, el ambiente "familiar" del recinto, aunque por supuesto, no era comparable con un cinco estrellas en mitad de una isla tropical o una gran ciudad.

 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d20(+6)
Motivo: escuchar
Resultado: 7(+6)=13

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19/08/2010, 16:08
Director

 

Lydia...

 

 

El hecho de que salieses tarde de tu casa camino a Golden Forest lo tuvo la Señora Marshall. 70 años, ciento veinte kilos de peso, muerte en extrañas circunstancias. Extrañas una mierda. La señora no había echo otra cosa que tragarse un maldito Emanen´s sin quitarle el envoltorio ni nada. Todo para adentro. Obstrucción de tráquea. Murió asfixiada por una jodida golosina. Tu compañero Mickey, experto en cirugía forense y en chistes malos, dijo que no había conocido una muerte tan dulce. Genial compartir trabajo con un imbécil niñato que no había mojado todavía, y no hacía más que perseguirte a tí, que ya habías dejado un poco atrás tu época veinteañera. Vamos, que te tocaba también trabajo de canguro. La salida se alargó porque volviste a las 4 de la mañana a tu casa, y te dormiste sin encender el despertador. Al día siguiente, salías a toda leche de la gran New York. Querías salir de ese sitio que tanto te agobiaba, esa especie de jaula urbana donde todos conspiraban contra el aire limpio. Una vez cogida la interestatal, todo fue sobre ruedas. Música suave, y kilómetros por hacer y pensar.

La propia vida urbana era lo que te había hecho tomarte unas vacaciones sí o sí. No estabas acostumbrada a salir de vacaciones, pues tus compañías sentimentales habían acabado todas de forma...mala. Habías decidido mandar el amor a la mierda y centrarte en tu trabajo. Gracias a ello, a qué si no, acabaste tu tesis y entraste como forense. Excelente. Pero tanto trabajo al final acabó por entrar demasiado en tu vida personal. Últimamente todas las noches tenías el mismo sueño: te despertabas en una camilla. Y te practicaban una autopsia en directo. Sabías que eso era posible, una enfermedad que afectaba al sistema nervioso y paralizaba todo el cuerpo, aunque eras consciente del dolor. Terrible. Siempre tenías la manía de mirar el ojo a cada cadáver que llegaba. Algunas veces te quedabas en la autopsia, otras ibas a la propia escena del crimen. Eras multiusos y en el grupo te llamaban "La Trasnochante". Se decía que nunca dormías. Casada con tu trabajo. Un trabajo que al final te había pasado factura. Lo de los sueños fue la gota que colmó el vaso: comenzaste a pedir en tu médico calmantes, o algo por el estilo para dormir. Pero el mismo médico te aseguró que lo único que necesitabas eran vacaciones. Así pues, las pediste y comenzaste a buscar un lugar al que irte. Sola. Y nada te convencía. Habías tenido siempre dinero, y habías viajado ya por medio mundo. ¿Qué te quedaba por conocer? Nada. 

Hasta que llegó la publicidad de Golden Forest. Te pareció tan atractivo que inmediatamente pediste la reserva. Sin problemas. 5 dólares la noche. Por lo que venía en el folleto, o era un engaño o la oferta de tu vida. Tampoco pensaste mucho en eso. A las dos semanas, ibas en coche dirección Maine. Y aquí estabas ahora, en un camino de arena que no tenía carteles, solo campo a ambos lados. Llevabas un par de horas conduciendo por un lugar así, pero tenías la sensación de no estar equivocándote. El paisaje apenas cambiaba, y pensaste que seguramente estabas enmedio de ninguna parte. Excelente. Grandes extensiones de campos a ambos lados. A ambos lados, la vegetación era cada vez más espesa, hasta convertirse en un bosque, casi sin darte cuenta. El crepúsculo daba un color tierno y suave a las hojas, un dorado especial. Sí, ese podía ser el sitio perfecto que tanto necesitabas. Las ruedas traqueteaban, pero un halo de luz dorada intensificaba una dulce sensación. En una curva pronunciada, apareció delante tuya aquello que parecía un pueblo.

Delante se alzaba un pequeño pueblo de casas de madera. No había asfalto. Las casas, no más de veinte o veinticinco, estaban de forma dispersas colocadas en un gran claro enmedio del bosque. Eran todas de una planta salvo la primera, a la izquierda. Parecía madera de la zona, aunque no sabías que podría ser. Las ventanas estaban cerradas. A lo lejos, se divisaba una iglesia, al norte. Delante, una plaza daba la bienvenida con una estatua que no lograbas ver bien a causa de los últimos rayos de Sol. En la casa más grande, la primera, un cartel de madera rezaba pulcro: Hotel. Antes que éste, un gran letrero daba la bienvenida:

"Bienvenido, viajero, a Golden Forest. La Paz está contigo"

Encima del mismo, una figura de un bebé sonreía, en pañales, señalando la entrada, hacia el interior. Aparcas el Mercedes y observas por un momento una serie de figuras que entran en el Hotel, aunque la luz del sol te tapa la vista por completo. Sacas tu maleta, y comienzas a acercarte al lugar. Todo lo demás está en silencio, pero gente hay, pues en otras casas comienza a vislumbrarse luz. Sin pensarlo mucho, andas por el terraplén. Hacia el hotel la puerta acaba de cerrarse, y una suave luz aparece en la ventana que da al porche. ¿Qué camino ibas a tomar?

 

Notas de juego

Bienvenida, Lydia.

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19/08/2010, 17:53
Aisha Rush

Observó aquel lugar maravillada, era tan distinto al resto.. aunque en realidad esperaba algo diferente. Un ambiente rural, pero tambien con todos sus lujos, pero bueno.. lo importante es estar juntos, no como sea el lugar en cuestión.

- Buenas tardes - respondió sonriendo al hombre de forma amable.

En cuanto tuvo a su marido al lado, le cogió una mano y miró al frente, intentando aparentar que estaban bien, felices y muy enamorados.

- Creiamos que nos habiamos perdido.. al llegar a ese camino, pero no, era por el que teniamos que ir. Se nos ha hecho un poco largo..hacía tiempo que no cogiamos el coche para distancias como estas.. Pero el lugar parece estupendo, seguro que pasamos unos dias maravillosos.

Mira a su marido y sonrie.

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19/08/2010, 20:14
Lydia Reed

Después de mi larga travesía, me sentí recompensada con aquel pueblecito tan pequeño; por fin podría descansar en un lugar tranquilo, sin apenas gente que molestarme. El crepúsculo se veía de forma especial desde allí. Después de vivir en New York todo lo apartado me parecía bonito, casi perfecto.

Me acerqué al hotel, mirando hacia los lados. Ví casas pequeñas, extensas praderas, flores y árboles. Aquello era todo lo contrario a la gran manzana, tan idílico que pensé que estaba soñando. Finalmente, y casi sin darme cuenta, llegué al porche. Posé una de las maletas, y giré el picaporte, empujando la puerta hacia dentro, hasta dejarla completamente abierta.

Para mi sorpresa, había más gente ahí. Podía ver un par de hombres conversando sobre algún tema que mi oído no llegó a captar, y otras tantas mujeres, una de ellas con el que supuse, era su marido.

Recojí mi maleta con la mano libre, y me adentré en el hotel, mirando hacia los lados para buscar el mostrador donde registrarme.

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19/08/2010, 23:25
Eva Moore

Era la hora de entrar en el hotel y por fin poder registrarme. El camino había sido demasiado largo y mis piernas pedían un descanso a gritos. Quizás un ducha caliente y unos minutos tumbada en la cama serían suficiente, pues mi ansia de ir a curiosear el pueblecito era mayor.
Continué por el camino, siguiendo los pasos de la que sería mi vecina temporal y llegué a la puerta del hotel. Ella se quedó un segundo en pie, quizás esperando al que yo creía su pareja. Yo me adelanté y abrí la puerta y ella me siguió.

 

Ya desde el exterior no me pareció un lugar lujoso, de hecho desde mi llegada al pueblo esa idea se había esfumado. Era tan rural, tan natural, tan… simple. Esto no va a salir bien, no estoy acostumbrada a estos lugares. Y, dios mío, ¿qué es ese olor?
Pero decidí darle una oportunidad. No hay que juzgar a las personas por su apariencia, y yo más que nadie lo sabía, pues el físico puede ser una burda y total mentira.
De repente observé a un señor mayor, increíblemente alto, que salía de la puerta de detrás de la Conserjería. Su aspecto hacía pensar que, tras la puerta, se estaba llevando a cabo un velatorio, pues iba de riguroso negro y su mirada no mostraba una sincera emoción. Se acercó a nosotros y fue saludándonos uno a uno.

Tras escuchar a la mujer de mi lado, me dirigí hacia el anciano:

- Pues, mi caso es parecido al de esta pareja. El viaje largo y si no fuera por el GPS, seguramente me habría perdido – Muestro una sonrisa sincera a mi interlocutor, que me observa con los dedos cruzados – De todos modos, este lugar parece bastante… cutre… familiar y acogedor. - Cambio de tema rápidamente, intentando no mostrar lo que verdaderamente opino - Así que se encarga usted de todo, pero supongo que tendrá algún trabajador más por aquí ¿no? ¿Alguien que se encargue de la limpieza, quizás? – Es mi verdadera preocupación. Puede ser rural, campero, del siglo XVII, pero como médica, valoró más la pulcritud que muchas otras cuestiones.

En ese momento, una mujer bastante atractiva entró en el hotel con una maleta en la mano. Una nueva compañía – pienso con interés.

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19/08/2010, 23:59
Yi-Jie Song

Ante la propuesta de Steve pude sentir una excesiva emoción que demostré en una sonrisa amable. Apenas lo había conocido justo en ese instante y era el actor de una película que me había enganchado de tal manera que nunca había cansado de ver las imágenes repetidas por el televisor una y otra vez, pero no era difícil sentir algo de felicidad ahora mismo. Lo que pasa es que me consideraba demasiado mayor como para actuar ridículamente como un aficionado adolescente.  Aunque lo mirases por donde lo mirases, ese tipo era la leche. Pig, muchas veces me has tratado como un chino de mierda de forma despectiva. Pues chúpate esa. Me voy a un pub con tu actor favorito - no pude evitar pensar eso.

- Me parece una idea muy buena, señor Rush. - comenté - Le invitaría yo, pero... - corté bruscamente. Hay que ser educado, pero hasta cierto punto: sobretodo cuando no tienes un centavo - bueno, ya será en otra ocasión - finalicé la frase de una forma en la que al menos, mi imagen no se pudiese derrumbar demasiado. - Y no se preocupe, atienda a su esposa, ya habrá tiempo - por unos momentos, la palabra esposa le recordó a Miao. Era difícil no pensar en ella, ahora... porque no podía dejar de desear tenerla conmigo. Pero tenía la esperanza de encontrar un trabajo nuevo y solucionarlo todo. Después de pensar por momentos, tomé las maletas y accedí al hotel, arrastrando lo poco que llevaba en ellas conmigo.

Cuando entro al lugar, lo observo minuciosamente. Esas lámparas de aceite, posadas sobre la mesa, me resultaron bastante llamativas, de lo más rústicas, pero a mi el lugar no me pareció mal. Realmente, después de haber pasado por un almacén y después de haber vivido en la casa de unos delincuentes como podían ser mis padres, esto era un paraíso. Sobretodo aquel sofá verde, que pedía a gritos que me sentase en él para disfrutar de un agradable cigarro. El aire tradicional la verdad es que tenía bastante encanto, siempre me gustaron las decoraciones temáticas, y esto estaba inundado de rusticismo. Aún así, había algo que me chocaba bruscamente, y era el olor que atravesó mi nariz y me llevó a, durante unos momentos, taparme con la mano: eso era mucho peor que el olor a sudor de Arub-Hassem.

Posteriormente, vino un hombre que parecía sacado de un cuento de brujería, sobretodo en los papeles que conllevan secuestrar dulces princesas, o tal vez un viejo decrépito que invoca a los muertos. Pero yo sé, mejor que nadie, que es mejor no andarse con apariencias y contestar con normalidad.

- Infernal. - comento. A pesar de la palabra utilizada, mi calma resulta extrema, y no trataba de incriminar a nada ni a nadie. Simplemente quise ser sincero. - He tenido que soportar horas y horas insoportables de autobús. Lo que no sé es como estoy vivo ahora. - digo, enseñando el cigarro que tenía entre manos de antes - No se podía fumar. ¿Hay algún lugar habilitado aquí para los fumadores? - hago una leve inclinación de cabeza - Ah, sí, pero no se preocupe. Vengo aquí con la intención de disfrutar. Me hacía falta algo así. 

 

 

- Tiradas (1)

Tirada: 1d20(+8)
Motivo: Escuchar
Resultado: 12(+8)=20