Partida Rol por web

Condujo por carreteras secundarias que serpentean entre los frondosos arboles de un bosque sumergido en la oscuridad nocturna. Estaba lejos de Gotham, muy a las afueras, lejos del cemento, del humo, y del tráfico

Giró a la derecha, sobre el  estrecho camino de grava de un camino muerto cubierto de hojas secas, introdujo el Phantom* entre los arboles para que quedara oculto. Sacó un mapa de la guantera y lo examinó con cuidado. El monasterio quedaba justo al lado, tras la siguiente curva, Harvey Dent debía estar allí. Kath se puso el traje de Batwoman y salio del coche. Fuera hacia frio, el viento del norte movia las ramas de los árboles haciendo que chocaran unas con otras y en el cielo, oscuros nubarrones empezaban a encapotar un cielo que amenazaba lluvia

La música de Guns N' Roses sonaba a todo volumen en el interior de mi vehículo mientras conducía rápidamente, pero completamente segura de mí misma, confiando en mis reflejos y en la adherencia de mis neumáticos para hacer frente a cualquier circunstancia que pudiera surgir por el camino. Mi Phantom hacía honor a su nombre, deslizándose en el silencio de la noche como una sombra, sin dejar ningún rastro de su paso tras él y tomando las curvas con una flexibilidad que lo hacía parecer una extensión de mi propio cuerpo.

Podía sentir la adrenalina pasearse por mis venas, como una reminiscencia de los tiempos pasados en que mis acrobacias se desarrollaban bajo una carpa de vivos colores en lugar de entre los tejados y azoteas de la ciudad de Gotham. Mi sangre se volvía densa y mis sentidos se agudizaban por la expectación. Había trabajado mucho para llegar a este momento. A este lugar. Mis ojos revelaban un intenso brillo de determinación. No terminaría esa noche sin que hubiera obtenido algunas respuestas. Sabía que Batman tenía a Harvey Dent en ese monasterio y la sola idea de poder encontrar juntos a dos de los hombres que llevaba años buscando me producía una leve excitación. 

Detuve el vehículo mientras la ironía de la canción que sonaba me hacía sonreír de medio lado. Esta noche probablemente me encontraría con uno de mis demonios. Y no era simpatía lo que me provocaba precisamente, aunque no podía negar que estaba deseando que llegase ese momento.

Extendí un dedo con una uña larga, perfectamente manicurada y pintada de un rojo intenso y apagué la radio del vehículo. A pesar del aislamiento del coche, no era momento para arriesgarme a hacer ruido gratuitamente. Mi sonrisa se amplió al comprobar el mapa de carreteras. Todo iba sobre ruedas. Sin embargo, mis labios formaron una fina línea mientras empezaba a cambiarme de ropa en el interior del vehículo y las razones que me habían traído hasta este lugar iban calando en mi interior con fuerza. No era un juego para mí y nunca lo sería. Eran la venganza y el ansia por conseguir justicia lo que me movía, lo que hacía que cada día tuviera las fuerzas necesarias para levantarme y cada noche las reuniera para salir a trepar paredes y detener malhechores.

Cuando salí del coche el frío me golpeó el rostro pero no me inmuté. Miré hacia el cielo un instante. Las nubes se arremolinaban tapando las estrellas. Sencillamente perfecto para pasar desapercibida. Mi melena pelirroja se ondeó descuidadamente con el viento del norte que sacudía los árboles, creando una melodía susurrante que ocultaría el sonido de mis pasos. Con un rápido movimiento de mi muñeca lancé uno de mis ganchos a una de las ramas de un árbol cercano para subirme después a él con facilidad. Salté de árbol en árbol ayudándome de los ganchos hasta que el campanario del monasterio fue visible y allí me detuve unos instantes, observando el terreno y valorando las opciones.

Tras varios segundos me decidí por colarme por ese mismo campanario. Entrar por la puerta de abajo me dejaría demasiado expuesta y para entrar por una ventana tendría que descolgarme por la fachada, con lo cual sería demasiado visible. En cambio, colándome por arriba probablemente me sería más fácil espiar sin ser vista y pillarlos por sorpresa. 

Avancé por los árboles hasta acercarme todo lo que pude y desde el árbol más cercano lancé otro gancho para llegar hasta el pequeño muro y me agazapé sobre él en completo silencio, asegurándome de que nada se movía a mi alrededor y de que nadie me había visto. Tan sólo mis cabellos rojos moviéndose con el viento podrían delatar que había alguien avanzando rápida y quedamente hacia el tejado. Pegándome a las paredes llegué hasta lo más alto del campanario y asomé la cabeza por el hueco, asegurándome de que no me llevaría ninguna sorpresa cuando me descolgara por allí.

El hueco del campanario estaba lleno de telarañas y polvo acumulado desde hacia años. No habia escalera, ni acceso desde abajo y la unica forma de bajar era descogarse. Batwoman enganchó la cuerda de nylon a un pilar del campanario y luego la pasó por la leva del cinturon. Descender haciendo rápel sería muy sencillo para ella. Se sujetó fuerte y empezó a bajar intentando hacer el menor ruido posible. Los muros del campanario eran antiguos y, la pelirroja, temía que al apoyarse, algun ladrillo de adobe se desprendiera y cayera hacia abajo.

Poco después llegó a una pequeña sala con forma de capilla aunque parecía en desuso. Estaba vacía aparte de unos cuantos pupitres de madera y alguna imagen. Todo estaba en el más absoluto de los silencios, algo que no extrañó demasiado a Batwoman dado el sitio en el que se encontraba. Los monjes estarían a buen seguro durmiendo en sus camas. Según sus informaciones, Harvey Dent debería estar en el sotano, lejos de miradas indiscretas y de los lugares mas comunes de paso. Pronto sabría que habia sucedido en realidad aquella maldita noche...

En cuanto llegué al suelo dejé la cuerda preparada por si acaso tenía la necesidad de realizar una huida rápida por el mismo lugar por el que entré. Me pegué a la pared para avanzar despacio y con cuidado hasta salir de la zona en desuso, tratando de que las suelas de mis botas rojas de goma dejasen el mínimo de huellas posibles. 

En cuanto estuve en uno de los pasillos del monasterio empecé a deslizarme por él como una sombra más del edificio, tan silenciosamente como mi Phantom lo hacía por la carretera. Sabía que tenía que descender hasta el sótano así que empecé a buscar las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible. 

En el piso superior no tuve ningún problema, parecía desierto y poco usado, pero en cuanto descendí descubrí que no todos los monjes descansaban. En el pasillo, una puerta abierta marcaba un rectángulo de luz en el suelo y sonidos de papel en el interior parecían revelar que alguien estaba leyendo o escribiendo. Lo cierto es que no me detuve a comprobarlo, avancé rápidamente para saltar con los pies juntos justo antes de llegar a la puerta y con una rápida voltereta en el aire caí agazapada al otro lado sin que la luz hubiera llegado a tocarme más de una milésima de segundo. 

Seguí avanzando hacia las escaleras que me llevarían al sótano, pero unas voces susurrando me detuvieron antes de girar una esquina. Alguien se acercaba, quizá un par de monjes rezagados, y parecía probable que se metieran en el estrecho pasillo en el que yo estaba. Miré a mi alrededor, buscando algún sitio donde esconderme, pero no había ninguna habitación a la vista. Me impulsé para pisar en una pared y me lancé contra la otra, hasta llegar, impulsándome de una a otra al techo donde me quedé quieta, sujetándome con un pie en cada pared y las piernas completamente extendidas. Contuve la respiración, para no hacer ningún ruido, hasta que los dos monjes pasaron por debajo de mí y se alejaron hacia el fondo del pasillo.

En cuanto los perdí de vista me dejé caer y de nuevo mi capa se ondeó en una espiral de negro y rojo mientras con una voltereta llegaba al suelo de forma totalmente silenciosa. Un leve suspiro salió de mis labios. Siempre había pensado que los monjes se acostaban muy pronto.

Cuando llegué a las escaleras que me llevarían al sótano extremé mis precauciones. Estaba muy cerca de mi objetivo y no sabía si Batman se encontraría también en el lugar, o sólo estaría Dent, por si acaso debía ser muy cuidadosa. Me deslicé por ellas pegada a la pared, disimulando entre las sombras mi presencia hasta que llegué a la puerta tras la que, según mis pesquisas, se encontraba Harvey Dent. Me detuve delante de ella y comprobé si salía luz por debajo antes de pegarme a la puerta para tratar de escuchar voces o movimientos en el interior.

Abrió la puerta y vio una sala antigua, de paredes de piedra fría, el lugar estaba oscuro, en penumbra, iluminado debilmente  por latenue luz blanquecinaque provenía de una pequeña lámpara que descansaba sobre una mesa.  No parecia ser un quirofano, ni siquiera tenía el más básico de los instrumentales médicos... Solo habia una cama cubierta por lenguas oscuras nocturnas.  

- ¿Quien eres? - dijo una voz fatigada. 

- ¿Quien se arrastra en las sombras para venir a visitarme?.- 

Ante el silencio al otro lado, finalmente me pegué a la pared y estiré la mano para tomar el pomo y abrir la puerta despacio, con los músculos en tensión, completamente preparada para lo que fuese que me esperaba dentro. Asomé la cabeza después y la examiné antes de entrar, vigilando que no hubiera ninguna trampa en la puerta.

La sala no era exactamente lo que había esperado para un lugar donde alguien se recuperaba de las secuelas de un accidente, parecía más una celda más del monasterio que el sitio apropiado para tratar a un hombre enfermo. Con una pizca de sarcasmo pensé que quizá sus males no fueran físicos, sino espirituales. Sentido de culpa, quizá. Miré a mi alrededor mientras me acercaba a la cama con cuidado, todavía lista para saltar en cualquier momento. 

La voz de la cama llamó mi atención y una sonrisa de medio lado se esbozó en mis labios. Perfecto, estaba despierto y podía hablar. - Buenas noches, señor Dent. - Respondí con voz pausada y tranquila llegando por fin al lado de la cama. - Puede llamarme Batwoman. Supongo que encerrado aquí no habrá oído hablar de mí, pero hay... Algunas cosas que necesito saber. - Añadí, haciendo una pequeña pausa antes de seguir hablando con un tono más grave. - Sobre el Proyecto Justicia.

- ¿Batwoman? - Dent se incorporó sumergido entre las sombras

- Jajaja.- rio ahogadamente. Su voz era extraña y profunda. Muy distinta a lo que Kath recordaba haber oido en el antiguo fiscal. 

- No es a ti a quien esperaba precisamente pero quizás me puedas ser útil también. -

- Pero dejemos eso para luego. No tengo demasiadas visitas en este sitio.- Dent levantó las manos. Las muñecas estaban engrilletadas y sujetas a la cama por una larga cadena.

- Dime ¿Que quieres saber exactamente?.-

No me inmuté ante la risa que le produjo mi alias. Tan sólo enarqué una ceja, esperando a que hablase y escuchándolo con atención. Me sorprendió su voz, distinta a la que recordaba, pero más aún sus palabras y el hecho de que estuviera encadenado a esa cama. Desde luego la situación no se parecía ni de lejos a lo que había esperado encontrar. Pero por supuesto no podía dejar que mi voz trasluciera algo así.

Mi mente le daba vueltas a lo que el señor Dent había dicho. Había muchas pistas en sus palabras. Primero, esperaba a alguien. ¿Batman quizá? Ojalá... Segundo, quería algo de la persona a la que esperaba. Aunque por lo que parecía me lo iba a pedir a mí. Tercero, que como había supuesto lo tenían aislado del exterior, pues no había oído hablar de mí. Carraspeé antes de hablar de nuevo, dándome tiempo para sonar segura. 

- Quiero saber qué sucedió exactamente la noche de la explosión. Quién estaba con usted y el señor Kane allí. Y quiero saber quién se oculta tras la máscara de Batman. - Me crucé de brazos mientras hablaba, tamborileando con las uñas de una mano sobre el antebrazo contrario mientras dejaba vagar la mirada por el lugar y esperaba la respuesta.

- ¡Ah! ¿Aquella noche? Hay muchos que quieren saber lo que sucedió "exactamnete" aquella noche.- dijo con un tono sarcastico

- Y entre ellos estoy yo mismo.- 

- Lo que sucedió allí va más allá del Proyecto Justicia señorita. Va más allá de lo que usted pueda imaginar pero me temo que no puedo ayudarla demasiado en eso. Solo hay una persona que sabe lo que sucedió de verdad allí. Y no, no es Batman.-

Escuché su respuesta, enarcando levemente una ceja cuando dijo que ni él mismo sabía lo que había pasado, y no se me escapó que había obviado dos de mis preguntas. Pero ya volveríamos a ellas después. Antes había un punto en lo que él había dicho que me interesaba aclarar. 

- Dígame... ¿Quién es esa persona, señor Dent? - Pregunté con la voz clara y pausada. ¿Se referiría a ese otro cadáver sin identificar que encontraron en el lugar? ¿O tal vez a ese... doctor? Tenía demasiadas preguntas agolpándose en mi cabeza, pero no quería parecer impaciente o desesperada, así que me limité a esperar su respuesta, armándome de paciencia.

- No se si está usted al tanto señorita pero en El Proyecto Justicia habia un doctor. Un cientifico. Un experto en, digamos, ciertas técnicas que no se aprenden en cualquier Universidad. Era el Profesor Nolan North. El también estaba allí aquella noche y es el unico que puede ayudarla pero me temo que a mi querido amigo, el profesor, le queda más bien poco de vida...- Kathe sintió que el fiscal se deleitaba de una forma extraña en todo aquello. Era algo que, sin saber por qué, le producía ciertas nauseas. 

- Quizás si le digo donde se esconde, usted pueda hablar con él y preguntarle todas esas cosas que tanto la intrigan.- 

Tuve que hacer un esfuerzo para no arrugar la nariz mostrando el desagrado que me producía el tono con el que el señor Dent se refería a la aparentemente próxima muerte del doctor. Sin embargo, me mantuve impertérrita a pesar de ello y cuando se detuvo esperé un par de segundos, por si continuaba hablando. Su silencio me hizo pensar que esa información iba a ser el precio por algo. Quizá por aquello que quería pedirme...

- ¿Y qué es lo que quiere a cambio de darme esa información, señor Dent? - Pregunté, yendo directamente al grano y sin andarme con rodeos. Teniéndolo atado a una camilla probablemente podría torturarlo hasta sacarle la información sin mucha dificultad, pero ya estaba suficientemente asqueada con la situación y todavía había más cosas que quería averiguar de él. Si podía conseguirlo por las buenas todo sería más sencillo.

Di un respingo al escuchar el grito del señor Dent y al contemplar su rostro de frente, iluminado por la luz de la lámpara que descansaba sobre la mesita de noche, no pude evitar dar un par de pasos hacia atrás, con los ojos muy abiertos, impresionada por la sorpresa que me provocaba la magnitud de sus heridas. ¿Por esto lo tenían encerrado y escondido? ¿Por las marcas que el fuego había dejado en un rostro que antaño fue tan bello? Tras un par de segundos carraspeé, recobrando la seguridad en mí misma y me acerqué de nuevo, con tiento. Cuando hablé lo hice con voz grave, tratando de sonar tranquila.

- Vaya, señor Dent... Me ha asustado. Le agradecería que no grite de nuevo, creo que a ninguno de los dos nos gustaría atraer la atención de los monjes. - Respondí, tratando de culpar a su grito de mi reacción y no a la visión de su rostro quemado. - No tengo problema en soltarlo, siempre y cuando antes responda a mis preguntas. - Añadí, echando un breve vistazo a la puerta para asegurarme de que nadie entraría en la sala. - Hagamos un trato. - Continué, bajando un poco la voz y acercándome más. - Usted responde a todo y me dice dónde encontrar a ese doctor. Después le soltaré y podrá salir de aquí. ¿Trato hecho?

Había algo en él que no terminaba de gustarme. Esa forma de hablar que me asqueaba y que no se parecía en nada a la voz del fiscal que Gotham había conocido anteriormente. Sin embargo parecía probable que sus cuerdas vocales hubieran sido afectadas por el incendio, y desde luego nadie merecía vivir encadenado a una cama de esta manera. No me extrañaba que estuviera nervioso si era así como vivía.

Sin esperar a que me respondiera empecé inmediatamente a enumerar las cosas que quería saber. - ¿Quién se encontraba con usted y el señor Kane la noche del incendio? ¿Sabe quién se esconde tras la máscara de Batman? ¿Quién lo mantiene aquí encerrado y por qué? Y finalmente, ¿dónde puedo encontrar a ese doctor? - Guardé silencio entonces, dejando que valorase las preguntas y mi oferta, mientras buscaba en mi cinturón una ganzúa o alguna herramienta similar para soltar sus cadenas si decidía aceptar mi oferta.

- ¡Ah! ¿La mujer murcielago quiere hacer un trato?. ¿Acaso pretende engañarme? ¿Es eso? ¿Engañar a un pobre enfermo?- habló ahora con un susurro cargado de un sarcasmo perturbador. 

-¡¿Es eso?!- Gritó otra vez y tiró de las cadenas con una fuerza descomunal. Por un momento Kathe tuvo la sensación de que, en realidad, no necesitaba ayuda para liberarse y que las cadenas cederían de un momento a otro.

-Schhhh- el fiscal se mandó callar a si mismo, se volvió a calmar y empezó a mirar hacía los lados como si hubiera alguien escondido o acechando en las sombras de la habitación y más allá de la puerta por la que había entrado Batwoman.

-Está bien. Le diré lo que quiere saber. Pero jugaremos a ésto con mis reglas.-

- Mi respuesta es Calle Lexington, 24.-

-Si quiere saber más deberá soltarme primero.- Harvey se encogió de hombros y estiró las manos encadenadas hacia Batwoman

Di un nuevo respingo cuando el hombre volvió a gritar, echando un vistazo rápido por encima del hombro a la puerta, asegurándome de que ningún sonido de pasos se acercase por el pasillo.

- No, señor Dent. Jugaremos con mis reglas, o no jugaremos. - Respondí al hombre cuya actitud me resultaba sumamente perturbadora. Me parecía lógico que el encierro lo hubiese alterado, pero realmente se comportaba como un desquiciado. Un desquiciado que tenía las respuestas que yo necesitaba. Haría tratos incluso con Lucifer para conseguirlas y poder obtener Justicia. - Ya le he dicho que no tengo problemas con soltarlo. No tengo ningún motivo para desear que se quede aquí atado. Pero si lo suelto antes de que me responda, ¿qué me garantiza que no se irá sin responder a mis preguntas? Igual que le digo que estoy dispuesta a soltarlo, le digo que me marcharé y lo dejaré encadenado si no me responde.

Saqué la ganzúa y me acerqué a él. Entendía que no se fiase de mí tan fácilmente, ni siquiera me conocía. Una muestra de buena voluntad quizá lo ablandase y me facilitase el trabajo. - Deme una de las manos. Le soltaré una por esa respuesta. Si responde al resto, le soltaré la otra y ambos podremos largarnos en paz.

-De acuerdo. De acuerdo. La mujer murcielago gana. Jugaremos con sus reglas- estiró la mano derecha hacia Batwoman para que le liberara de las cadenas de esa mano. 

Extendí la mano para sujetar su muñeca derecha con firmeza y manteniéndome apartada de la izquierda. No las tenía todas conmigo, pero trataba de aparentar una tontal serenidad y seguridad mientras metía la ganzúa en la cerradura de la cadena y la manejaba hasta soltar esa mano.

Inmediatamente di varios pasos hacia atrás, apartándome de él antes de que pudiera quitarme la ganzúa o agarrarme  y me crucé de brazos mirándolo con tranquilidad. - Continuemos, señor Dent. - Dije con voz grave, con la esperanza de que respondiese a mis otras preguntas.