Partida Rol por web

El silencio se rompe.

Hunter, la bestia cazadora, vuelve la cabeza hacia el local de donde proviene la algarabia... Mientras sus victimas agonizan ahogandose en su propia sangre, con las tripas expuestas a la luz de la luna y la carne rota a merced del relente nocturno. El ansia y la alegria de la caza se desvanecen rápidamente del rostro manchado del antitribu Gangrel, cambiandolas por una sensación de urgencia y temor.

"Maldita sea..."

"Estupidos... Estupidos e inutiles..."

Con una gruñido inarticulado de rabia, Hunter expresa tanto su alegria por su victoria como su desafio a lo que sea que la noche les deparará... Y tambien para expulsar los ominosos pensamientos de perdida y muerte que han cruzado su mente en una multitud de negros pensamientos...

Sin pensarlo más, se avalanza sobre la discoteca, dispuesto a convertir ese nido de serpientes en un montón de escoria humeantes... Con todo, los instintos básicos de cazador se anteponen a la furia de Hunter y los poderes de las tinieblas son convocadas para cubrir su avance...

"Que no sea demasiado tarde..."
 

- Mierda... - pienso nada más oir el grito - la misión fracasa antes de comenzar. -

Ante el ajetreo y revuelo que comienzan a reinar en el local, intento mantener la calma y aparentar sorpresa ante el estallido de dolor. Camino con los ojos bien abierto y las cejas arqueadas hasta la barra dónde pregunto con tono de incredulidad.

- ¿Qué... qué ha sido eso? -

La pregunta no va dirigida a nadie en particular, pero espero que alguno de los camareros/as y/o alguno de los comensales suelten algo de prenda. O si no, por lo menos intentar pasar desapercibido entre la confusión y preocupación general reinante. Cagalli es obvio que intenta hacer lo propio. No es un mal plan, intentar seguir con nuestra treta mientras las serpientes se distraen con el resto de nuestros hermanos.

Ahora sólo falta que este nuevo adendo a la idea original funcione. Si no... si no nos queda otra opción que el empleo de la fuerza bruta. Y la experiencia nos dice que eso no nos fue demasiado fructífero en otras ocasiones.

Paso 1: bien

Nos mezclamos entre la multitud, llevo a Cagalli de la cintura. Le doy una jugosa propina al bartender para que atienda a mi novia y le invito un trago a otra mujer que esta cerca. No puedo evitar sentirme sediento repentinamente entre tanta comida en la despensa.

Paso 2: Bien.

Ahora solo faltaba que nuestra rubísima Ductus se pronunciara, pase la vista sobre la multitud. Y fue cuando la vi ingresar a la sala, nuestra caríssima tenía estilo una pena que los monigotes de la entrada no pudieran admirarlo.

El grito de dolor ocasiona que entorne los ojos por la impertinencia ¡Fliglio di...! y así terminaba nuestra entrada sigilosa o por lo menos el plan en conjunto.

Los que aún manteníamos la fachada debíamos continuar con el acto, rodeé con mi brazo a Cagalli siguiendo con la actuación - Calma amore mio-le di un beso en la frente y acaricié su espalda- Todo estará bien -cuando veo que los guardias sacan las armas, miro al bartender- ¿Qué demonios está pasando aquí? -no espero que me responda, nadie en su juicio lo haría, se supone que estamos asustados. Me muevo a un lado cerca de la barra y atraigo a Cagalli hacia mi cuerpo, como si intentara protegerla de cualquier daño mientras nos movemos. Luego hago que avance y que entre dentro de la barra, para que se agache ahi- Quédate ahí bella, es peligroso si alguien empieza a disparar -le doy un beso y miro al trabajador- aquí estarás a salvo - y porsupuesto nadie se dará cuenta de tu presencia. Dejemos una carta escondida solo como prevención, la miro, seguro que no vas a confiar enteramente en el bartender ¿No? Simulo acuclillarme como si quisiera evitar el tiroteo también y me mantengo alerta.

Estoy es tan, simplemente tan estupido no se pueden hacer planes, creo que la proxima vez llevaremos un cartel y la banda sonora de La Roca para hacer nuestra entrada.  ¿Que habra pasado para que no sigan con el plan establecido? 
Ahora simplemente tengo que preocuparme de que no acabe yo como la bolsa de zumo que puede haber muerto fuera. Simplemente pongo una cara de total sorpresa al grito y camino con algo de prisa para poder salir del camino de los guardias y buscar un lugar seguro por si pasara algo, aunque me parece que por lo que estoy viendo con el resto de mis compañeros, me tocara hacer a mi la mitad de las cosas. Por que por lo que veo la niña no tiene ganas de hacer nada de lo que se la ha ordenado. 
Mi mirada se clava en la de Albert y sonrio enigmaticamente antes de buscar un sitio por donde poder acceder a donde se encuentra la caja de los fusibles.

Salto del muro, golpeando el suelo con mis botas con más fuerza de la necesaria, todo fruto del cabreo que me hierve por dentro por culpa de la caída.

Ni siquiera tengo claro si es porque me haya ocurrido interactuando con el Sacerdote, si tiene que ver con que Peludo haya demostrado que sacaba sobresaliente en gimnasia y que tiene más de animal que de vástago o si porque se haya desatado la fiesta en el local sin estar nosotros aún dentro.

Echo a correr detrás de Hunter, agarrando la pistola con fuerza, usando mi mano izquierda como apoyo de la culata, atento a cualquier sonido que pueda delatar un enemigo acercándose y con intención de volar de dos balazos cualquier posible cerradura que nos impida cumplir nuestra misión.

Con el factor sorpresa hecho añicos, sólo os queda seguir avanzando, confiando en que vuestra posición al menos no esté perfectamente estipulada. Que esta gente sepa que pasa algo no significa necesariamente que sepa que estáis vosotros ahí, por donde habéis entrado y a donde os dirigís.

Esa es vuestra esperanza, al menos.

Una esperanza que empieza a desvanecerse cuando, con un sonido eléctrico, se encienden varias hileras de focos exteriores. Demasiado alumbrado para una simple terraza, la súbita luz os deslumbra por unos instantes, eliminando prácticamente las sombras en las que pretendíais ocultaros hasta llegar al edificio. A Koldolak le pilla desprevenido, cuando aún se encuentra trepando por encima del muro, con medio cuerpo a cada lado. Su rostro demoníaco se alza, sin embargo, hacia los focos, como si detectara algo más tras ellos.

Y efectivamente, cuando vuestros ojos se acostumbran, pasados apenas unos segundos, a la luz, tras ella se vislumbran varias siluetas en movimiento, formas humanas que caminan apresuradamente por los balcones que rodean la primera planta.

Y se puede oír el sonido metálico de las armas amartillándose.

Subo el antebrazo izquierdo para protegerme de los focos, sin dejar de apuntar el cañón del arma hacia delante, y parpadeo un par de veces para agilizar la adaptación.

Cada vez parece más claro que alguien de la manada fue demasiado parlanchín o demasiado estúpido, pues parece que el comite de bienvenida estaba bastante preparado.

Las cosas en el interior se ponen al rojo vivo. La gente chilla, unos por miedo, otros repartiendo instrucciones. Estas llegan en algún dialecto árabe, portugués, y un español con acento extraño, fuera de lugar. Os fijáis en aquellos que las imparten, y detectáis una rara mezcla racial entre ellos, a pesar de estar cooperando al unísono, sin problema alguno para hacerse entender ni para coordinarse. Sacan armas de fuego, unas por llevarlas encima, bajo la ropa u ocultas en fundas; otras sacándolas de diversos lugares de la sala, como de detrás de la barra o de compartimentos en otros muebles. No se cortan en echar a la mayoría de los hombres que no pertenecen a su pequeña camarilla a punta de pistola, pero se quedan con las mujeres y con los hombres de aspecto más enclenque. ¿Es posible? Sí, hacía mucho tiempo que nadie contemplaba un uso tan sistematizado de escudos humanos. Gente cogida por el cuello o por el pelo, golpeada, amenazada con una pistola en la sien o en la boca, obligada a acompañarles hasta sus posiciones para ser situados ante ellos. Como rehenes o para recibir ellos primero las balas.

No es mala estrategia...

Nadie repara en Cagalli, oculta por las bendiciones de la sangre. La gente pasa ante ella, pero no se fijan en su presencia. Tres hombres corpulentos, sin embargo, se acercan a Albret y Luigi. Dos de ellos empuñan grandes pistolas, el tercero una escopeta recortada, haciendo el característico sonido al cargarla con un gesto violento.

¡¡Vosotros, largo de aquí!!

Tras ellos, una silenciosa Steff se desliza en medio del caos, lanzando una mirada cómplice a Albret antes de abrir una puerta lateral, opuesta a los balcones a los que parecen dirigirse buena parte de los hombres armados. La Toreador antitribu desaparece por la puerta, quién sabe con qué destino.

Al cruzar la puerta te encuentras en una especie de recibidor con un mueble y un espejo, y varias figuras y decoraciones egipcias, incluidas dos lámparas en forma de antorcha adosadas a la pared. El pasillo dobla una esquina apenas unos pocos pasos más adelante.

No te da tiempo a recorrer ese espacio, cuando la puerta tras de ti hace un chasquido metálico. Parece que se ha cerrado, de algún modo. Miras hacia delante de nuevo, y ves una silueta que se asoma ligeramente en la esquina, alguien con una túnica de lino que oculta su rostro bajo una capucha.

¿Por qué...? -Comienza a decir con una voz femenina y seductora, mientras hace surgir una fina mano de mujer con las uñas pintadas en diversos colores, con la que acaricia la pared junto a ella- ¿Por qué profanas el templo del Padre? ¿Quién eres tú para venir aquí a imponer la mentira de una ley que no nos incumbe?

El destello cegador convierte la noche en día y el antitribu Gangrel se detuvo súbitamente, arrancando barro, hojas de la ladera. Un gruñido amenazador escapor de entre los dientes de Hunter... Un gruñido preñado de amenza y deseo de sangre.

"Mierda."

El sonido de las armas amartillandose fue todo lo que el cazador -ahora convertido en presa- necesitó para tomar una decisión... A correr... Sin perder tiempo, Hunter dió un salto adelante y se lanzó en una carrera furiosa hacia el local, listo para quitarse enmendio y asaltar la improvisada fortaleza. Las potentes luces no le permitian ver con claridad a sus adversarios, pero por encima del olor de de los focos calientes, del aceite para armas, de los helechos, estaba el olor a sangre tibia en sus manos y la imperiosa necesidad de entrar dentro.

Devorando metros como loco, Hunter recorrió el techo de campo que le separaba de la pared, mientras su vitae inflamaba sus venas y fortalecía su cuerpo. Delante de él una pared, unos focos encendidos y, unos pocos metros por encima, sus adversarios... Recurriendo a toda la fuerza de que era capaz, el cazador salto hacia adelante, buscando un lugar donde encaramarse y trepar...

Está claro que no hay otra solución, por lo que echo a correr detrás de Peludo como un loco, tratando de moverme en zigzag y ponerselo más difícil a los nuevos fans que tenemos en los balcones.

Cagalli desde su posicion a cubierto mira la situacion, parece que todos estan alterados, asi que seguira con su plan, aprovechando al confusion y tratando que no le vean se desliza a alguna zona donde no puedan verla. La vampiresa actua con cuidado y tratando de no llamar la atencion, a fin de cuentas es para lo que esta entrenada.

El plan habia salido mal, pero siempre podia hacerse algo mas ya que siempre es necesario adaptarse a la situacion e improvisar, bien era cierto que no le gustaba improvisar en esos casos y que por eso preferia trabajar sola, pero no le quedaba mas remedio que actuar y de momento lo mejor era seguir oculta esperando una buena oportunidad y eliminando enemigos poco a poco y con disimulo.

Para ello se trata de deslizar a alguna zona menos vigilada, a ser posible a alguna puerta cercana que pueda llevarle a otra sala

Solo arqueo una ceja mientras me quedo donde estoy y miro a la figura que hay delante.

Podria mentirte y decirte que iba al baño, que con todo el jaleo de fuera me he equivocado de puerta, pero no va conmigo. 
Sonrio mientras la sangre hierve, podria recoger el camino que me lleva hasta la figura pero desde luego no es lo que debo  hacer.

He venido con la autoridad que me han dado, la ley ha sido echa por el bien de todos lo que se ven implicados y...la razon mas importante de mi autorizacion. No me gusta que me ataquen en mi casa por que se me enfadan los chicos y luego te montan el jaleo que hay fuera. Vas a tener que llamar a un decorador de interiores para arreglar el extropicio o tal vez no....la pistola descansa en mi mano que esta oculta a mis espaldas 

El movimiento es vertiginoso, instintivo. El sonido metálico de los mecanismos que delatan la inminencia de los disparos hace que Hunter se precipite, con movimientos felinos, hacia el edificio, bajo el balcón desde el que están a punto de disparar los desconocidos. Tras él, tan solo ligeramente más lento, se apresura Jules a correr en zig zag para evitar convertirse en un objetivo fácil. Ninguno echa la vista atrás para comprobar el estado de Koldolak. De algún modo, la presencia del sacerdote deja de tener la más mínima importancia.

Los dos cainitas se parapetan bajo la balconada, de espaldas a la pared, junto a unas cristaleras que dan acceso a un interior en tinieblas. El explosivo ruido ensordecedor que estalla en la noche da inicio a la lluvia de balas. Una de ellas impacta en el hombro de Hunter, otra roza su antebrazo. También la carne de Jules, y su chupa de motero, se ven asaltadas por las balas. Puede sentir dos roces, uno en un brazo y otro en la pierna, aunque ninguno grave. Los tiradores tienen dificultades para acertar en tan complicada posición, inclinados sobre la barandilla del balcón para poder disparar.

El cazador hace honor a su especialidad, y se comporta como un depredador en la selva que le es más natural. De un salto se encarama por los salientes de la estructura, mostrando una gran agilidad en la escalada hacia el balcón, al que se adhiere con facilidad gracias a sus garras. Con ambas zarpas en el borde del balcón, se permite el lujo de liberar una y lanzar un zarpazo a la pierna de una de las siluetas que tiene sobre él. Puede sentir la carne abriéndose al paso de sus garras, al tiempo que escucha el grito de dolor del matón. Aún con mucha vida en su cuerpo, armado, y acompañado de otros.

Esto no ha hecho más que empezar...

La agitación crece cuando, en el balcón exterior, comienzan a oírse disparos. La gente está enloquecida, los rehenes gritan por sus vidas mientras los secuestradores exigen a gritos explicaciones. Se oye también un grito de dolor.

Y Cagalli desaparece de la vista de Luigi y Albret, merced a los poderes de su sangre y al caos reinante.

Al cruzar la puerta, que hace un extraño sonido al abrirse, te encuentras de bruces con la espalda de Steff, en una especie de recibidor con un mueble y un espejo, y varias figuras y decoraciones egipcias, incluidas dos lámparas en forma de antorcha adosadas a la pared. El pasillo dobla una esquina apenas unos pocos pasos más adelante.

No te da tiempo a recorrer ese espacio, cuando la puerta tras de ti hace un chasquido metálico. Parece que se ha cerrado, de algún modo. Miras hacia delante de nuevo, y ante Steff ves una silueta que se asoma ligeramente en la esquina, alguien con una túnica de lino que oculta su rostro bajo una capucha.

Steff se gira al escuchar la puerta a su espalda. Esta se cierra una vez que Cagalli penetra en el recibidor, y al cerrarse se oye un chasquido metálico.

Cuando Steff se gira de nuevo, la silueta al otro extremo del recibidor, en la esquina, ha desaparecido. Más allá se escucha el ruido de una puerta, y el de tacones sobre metal, alejándose.

Al entrar en la sala Cagalli no se esperaba que se encontraria con Steff, ya no podia seguir sola con su infiltracion y tendria que ir con ella, aun asi no importa, alguien les habia visto y no podia permitirlo, se agacha para quitarse los tacones para hacer menos ruido al caminar, coloca un dedo en la boca para indicar silencio a Steff.

Se señala los ojos y despues a la esquina, mientras comienza a caminar con el mayor sigilo posible hacia la esquina para tratar de ver que es lo que hay pero con precaucion

"La Bestia pide sangre... Arrancarle la garganta y beber hasta hartarme..."

Hunter vuelve a sacar fuerzas de flaqueza y evita que la Bestia se libere por completo. Con un esfuerzo de su voluntad, la abraza y se apoya en ella para lanzar sus ataques... Y el dolor de su hombro, de su brazo, solo lo espolea un poco más. Invocando los poderes de su vitae, el cazador vuelve a la carga, lanzando zarpazos a diestro y siniestro, con las garras ensangrentadas moviendose como borrones rojizos a la luz de la luna...