Partida Rol por web

Granjero Busca Esposa

• Cita romántica [Evon + Emma] •

Cargando editor
25/03/2020, 11:41
Evon Malik

El patito no tenía ni idea de qué era aquello que le hacía Emma en la cabeza, pero no mostró signos de molestarle. Aquellos animales estaban encantados con Emma y Evon (Emma y Evon... qué buena combinación de nombres. "Las familias Vaughan y Malik están encantadas de invitaros al enlace matrimonial de Emma & Evon, que tendrá lugar el sábado 28 a las 12:00 en la ermita de Ntra Sra de La Piedad. Tras la ceremonia, comeremos en Parador Los Sauces Celebraciones..." Suena genial). Él, mientras ella hacía carantoñas al animal, observaba sonriente hasta que le puso el nombre de Alfred J. Cuack. En ese momento, Evon hizo un facepalm mental bajando la vista y riéndose un poco. -Ja, ja, sí, puede ser un chico. Seguro que has acertado, incluso con el nombre. 

Al principio, Evon vió a Emma muy segura de sí misma al dar el salto para bajar a la barca, pero algo falló y la chica casi cae al agua de no ser por el hombre. Por un momento se quedaron mirando el uno al otro mientras ella estaba sujeta con los brazos de él, como si estuvieran abrazados. Aquellos ojos eran hipnotizantes, Evon podría quedarse mirándolos hasta que su contorno se arrugara por la edad y terminaran cerrándose para siempre. Bajó la mirada durante un segundo para mirar los labios de Emma. Estaba deseando besarla desde que la vió aquel día, pero no quería importunarla. En cierta manera, le encantaba tener que buscar el momento adecuado, que no fuera sencillo, además de la tensión generada. Se limitó a sonreír. Su corazón volvía a latir fuertemente y las mariposas a recorrer su órganos internos, y su mirada reflejaba la atracción que sentía por ella. No podía evitarlo. Muy pegado a ella, la soltó muy poco a poco y le recolocó las gafas suavemente.

Cuando la chica hizo referencia al baño de la última vez, Evon recordó su cuerpo salpicado de gotas, el pelo negro mojado, el contacto de su piel y... el beso que nunca fue, pues la dirección del programa los interrumpió sin tregua para finalizar la cita. -Ja, ja, ja, no hay de qué. Aunque.. la última estuvo muy bien. No me importaría repetirla contigo. -Dijo con voz suave, sin dejar de mirarla, antes de que ambos se recompusieran y se separaran. 

Más tarde, ya de camino al lugar donde pretendía parar, Evon escuchó de boca de Emma la posible quedada para leer cuando terminara el programa. Evidentemente, el comentario suyo que provocó esa respuesta en Emma, había sido intencionado para ver si ella contestaba lo que finalmente respondió. Y la respuesta le sorprendió. Él reaccionó levantando las cejas en gesto de sorpresa. -¡Si, claro! Quizás otro día, por supuesto. 

Se quedó mirándola, sonriendo y entrecerrando los ojos, exagerando un gesto de sospecha. Le apuntó con el dedo. -Lo sabes, ¿verdad? Ja, ja, ja, dios, lo he puesto demasiado fácil para tí. -Hizo una pausa y se recolocó en su asiento, junto a ella. -Vale. -Se quitó las gafas de Harry Potter y las guardó en la túnica, estaba deseando hacerlo. -Bueno, quizás crees que lo sabes y no es así... Veamos, ja, ja. -Bromeó. Se giró, miró al agua asomado sobre la barca, como si buscara algo en las profundidades del lago. El bote se mecía levemente y hacía un leve ruido con las mínimas olas que chocaban con él. Por lo demás, la tranquilidad y el silencio en el lugar eran abrumadores. -Mira a través del agua, hacia el fondo. Ahora imagina que el lago no tuviera dicho fondo, y si bucearas en sus profundidades pudieras llegar hasta el centro de la Tierra. -Giró su cara para mirarla de nuevo. Estaba casi seguro de que lo sabría, pero no importaba. 

Poco después, comenzaron a caer gotas de lluvia. No muchas, a duras penas una cada cuatro o cinco segundos. Evon miró con algo de tristeza hacia la orilla contraria a la que salieron, donde seguramente tenía algo preparado. Las gotas empezaron a caer más seguidas y el siguiente trueno se escuchó más cerca. La tormenta llegaría en breve. Carolina del Sur era implacable.

Cargando editor
25/03/2020, 19:29
Emma Vaughan

Todo el rostro de Emma adquirió el color de una cereza madura cuando el hombre dijo que no le importaría repetir aquel baño que habían tenido que dejar a medias. Tragó saliva mientras lo miraba, recordando cómo había rozado su pierna sin querer bajo el agua y el cosquilleo que eso había despertado en su estómago. ¡Qué calor hacía en ese bote de repente! 

Después, con lo de la prueba del lago, estaba claro por su cara de sospecha que Evon se había dado cuenta de que Emma intentaba timarle. Cuando la señaló con el dedo, le empezó a dar la risa. Al principio eran risillas por lo bajini, pero cuando él también se rió, ya se le escaparon varias carcajadas. 

Cuando las risas acabaron se asomó por el borde de la barca ella también, mirando hacia el agua, como él decía. «Imagina», le había dicho. Y Emma no necesitaba que se lo pidiesen dos veces para dejar que su mente volase lejos, muy lejos. En este caso, hacia el centro de la tierra. 

—Y cuando llegue al centro de la tierra, después de atravesar el Mummelsee, supongo que el rey de los silfos tendría un tesoro para mí, ¿no es así? —preguntó, apartando la mirada del agua para mirarlo a él, con las cejas enarcadas y  una expresión entre soñadora y divertida. 

Empezaba a llover. Emma notó algunas gotas cayendo sobre ella y miró hacia arriba por un instante. El cielo estaba cada vez más encapotado. Le daba lástima que terminase el paseo por el lago tan rápido y se le pasó por la cabeza disimular, hacer como que no había notado nada y seguir como si nada. Pero entonces sonó un trueno y se dio cuenta de que no iban a ser cuatro gotas dispersas. En ese momento varias gotas le cayeron en las gafas y dejó de mirar al cielo para mirar a Evon. 

Creo que viene una tormenta —dijo lo evidente—. ¿Deberíamos volver? ¿Nos alcanzará pronto? 

Confiaba en el conocimiento del granjero del clima de la zona para que decidiese si regresaban a la orilla o aún tenían tiempo. Mientras tanto, ella se quitó las gafas para quitar las gotas de los cristales con la punta del vestido. 

Notas de juego

Hoy cortito, no tengo tiempo de más :3.

Cargando editor
26/03/2020, 14:42
Evon Malik

-...Y con ese tesoro podrías adquirir una granja junto al mismo lago para viajar al centro de la Tierra siempre que quisieras, ja, ja, ja. -Le guiñó un ojo. Seguidamente le dió un empujoncito de broma con su hombro al hombro de ella. -Eres demasiado. Me rindo con las pruebas literarias... por hoy, ja, ja, ja. 

Los temores de Evon se hicieron realidad cuando la lluvia llegó hasta ellos. Un siseo comenzó a oírse alrededor producido por las gotas de agua al caer sobre la superficie del lago y las hojas de los árboles cercanos. Evon se volvió algo más serio y miró a Emma. -Si, es cierto, parece que viene una tormenta. -Al caer el agua incesante, Evon entrecerró los ojos levantando los pómulos. Se estaban mojando. Tampoco acompañaba la sensación de frío, pues la brisa que antes era agradable con el sol, se tornó molesta. La barca comenzó a llenarse poco a poco de agua. -Debemos volver, Emma. Aquí termina tu guía mágica literaria, ja, ja, ja -Antes de comenzar a remar, se incorporó y se quitó la túnica para arropar a Emma con ella. Seguidmante, el hombre cogió los remos de nuevo, con los hombros encogidos por el frío. Empezó a hacer girar el bote para, poco después, dirigirse en dirección a su embarcadero. Lo que había preparado al otro lado del lago, allí se quedaba. Mojándose. 

Una vez que llegaron al pequeño muelle de madera, Evon subió apresuradamente, ató la barca y tendió las dos manos a Emma inclinando su cuerpo hacia adelante. A esas alturas, el agua en la embarcación llegaba a cubrir la suela entera de cualquier zapato. -Ten cuidado, ¿vale? ¡Arriba! -Dijo, ayudándola a subir y asegurándose de que no cayera al agua. Los patitos volvían a saludar piando. A ellos no les molestaba la lluvia. Y mucho menos al valiente Alfred J. Cuack, por supuesto. 

Sin soltar una de sus manos, Evon llevó a Emma corriendo hasta la casa asegurándose de que ella no tropezara y socorriéndola si eso pasaba. -¡Corre, ja, ja, ja!  Atravesaron el bosque de las hadas y el jardín japonés, y para cuando llegaron a la puerta de entrada estaban más mojados y con los pies llenos de barro. Evon abrió rápidamente y entraron a la estancia.

 Instantáneamente entraron en calor. Lo primero que le vino a la nariz a Emma fue el olor a incienso de sándalo. Y lo primero que vió, fue su chaqueta roja colgada de un perchero junto a la cámara de Evon, en la entrada. El lugar era amplio y acogedor. Una vez que entraron, Evon cerró la puerta, se sacó el calzado y quitó la túnica mojada a Emma para dejarla en un lado.

 Se colocó frente a ella, le frotó los hombros con sus manos. -Vaya, cada vez que vienes, acabas mojada, ja, ja, lo siento. Voy a por algo que puedas ponerte encima, para quitarte el frío, ¿vale?. Mientras tanto, espérame en el sofá. Enseguida enciendo la chimenea y estoy contigo. -Se quedó un segundo mirándola a sus bellos ojos y sonrió con ternura. Allí estaba de nuevo, con el pelo mojado y las gotas sobre su cara. Se acercó un poco más, despacio, y entreabrió los labios. Emma pudo ver cómo volvía a mirar su boca furtivamente. Estaba deseoso de probarla.

Volvió a mirarla a los ojos, buscando aquella bienvenida que siempre le daban cuando los miraba. Y la encontró. Alzó las manos, las colocó suavemente entre el cuello y la cara de Emma y se acercó un poco más, pegándose del todo, invadiendo su espacio personal por completo. Sus labios hicieron contacto. Evon pensó que eran increíblemente suaves. Atrapó el labio inferior de ella con los dos suyos, besándolo despacio con la cabeza un poco ladeada, intentando detectar sus reacciones. Después fue al labio superior. Ahora su corazón parecía que fuera a salirse del pecho. Si ella no se apartaba o se sentía incómoda,  una de las manos que estaban sobre la mejilla de ella, bajaría a la cintura y la rodearía, sujetándola. Se echaría un poco más hacia adelante, haciendo que la espalda de Emma chocara contra la pared. En esa posición, la mujer parecía frágil. Tan romántica, delicada, con su blanca piel y su fina cintura... El cuerpo de Evon era un torrente cálido de sinuosa pasión. Tenía también la camisa mojada y se trasparentaba su piel oscura. El contraste entre las dos pieles, entre los dos cuerpos, era notorio. Para Evon, no existía nada más en el mundo en aquel momento que Emma. No importaba nada más, ni siquiera las circunstancias con el programa de televisión. En su cabeza, comenzó a sonar una canción. 

Las gotas de lluvia golpeaban en los cristales de las ventanas. 

Notas de juego

No te preocpues, ;)

Cargando editor
26/03/2020, 23:55
Emma Vaughan

Las risas de Emma regresaron cuando Evon terminó la historia riendo también. Estaba encantada con el juego que le había preparado. Era una lástima que la lluvia les hiciese acabar antes de lo previsto, porque ya tenía ganas de saber si había algo más o el lago era el último de sus destinos. 

Ya estaba claro que no iban a ser cuatro gotas que pasaran rápido, qué va. Cada vez caía más agua del cielo y no tenía pinta de parar pronto. Cuando Evon se quitó la túnica para ponerla sobre sus hombros, le sonrió. 

—Gracias. —Para un día que le hacía falta de verdad una chaquetita y se había ido en tirantes. El mundo conspiraba contra ella aprovechando sus despistes. 

Lo contempló mientras remaba de vuelto y pensó en ofrecerse a ayudar. Pero ella sabía que no se le daba demasiado bien y no parecía el mejor momento para que la barca empezase a moverse en círculos. Así que se limitó a arrebujarse en la túnica y mirar los brazos de Evon, con sus músculos marcándose por culpa de la camisa cada vez más mojada. 

—¿Había algo más en la ruta literaria? —preguntó, intentando distraer su mente—. Qué rabia que se haya puesto a llover. 

Al llegar al embarcadero se puso en pie, mojándose las bailarinas por culpa del agua que se acumulaba en el fondo de la barca. Esa vez no saltó a lo loco, tal vez porque el granjero le había pedido que tuviera cuidado, o porque no quería acabar en el lago con el rasca que se estaba levantando. Además, él la ayudó lo bastante como para que no corriese peligro alguno de caer. 

Se rió al ver a los patitos acercarse a ellos, pero no se detuvo a hacerles carantoñas. En lugar de eso corrió junto a Evon, entre risas. Un par de veces se resbaló por el barro, pero él parecía ser capaz de adelantarse a su torpeza para evitar que se fuera al suelo de morros. Y menos mal, porque justo había escogido el vestido blanco para ese día. 

Cuando entraron en la casa, Emma se detuvo a coger aliento. Tenía las mejillas coloradas y la respiración agitada por la carrera y la risa, que aún continuaba abandonando su garganta. 

Ay, madre, qué risa —dijo, cuando logró recuperar el aliento—. Me quito los zapatos, ¿vale? Que no quiero llenarte la casa de barro. 

Se descalzó, mientras sus ojos descubrían que en el perchero estaban su chaqueta y la cámara. Ni se había dado cuenta de que se la había olvidado en la valla y ahora, al encontrarla ahí de repente, le pareció que esa imagen con los dos objetos juntos era muy romántica. Pero no romántica del estilo de las portadas de las novelas rosas. No. Romántica del estilo de las fotos que se encuentran en Pinterest cuando uno pone «love» en el buscador. Su mente ya se estaba dispersando cuando Evon se puso delante de ella, atrayendo toda su atención. Se dejó quitar la túnica y se rió con él de nuevo. 

Sí, parece que esta es la granja del agua —convino, divertida, hasta que sus miradas se cruzaron y la risa murió en su garganta. 

La intensidad de los profundos ojos de Evon era suficiente para cortarle el aliento a cualquiera. De repente lo tenía tan cerca que podía notar su aroma otra vez, y esas notas de olores distintos y entremezclados en una fragancia única y arrolladora parecían acentuarse por la humedad. 

Aquel pensamiento fugaz del lago volvió a repetirse en su cabeza. ¿Iba a besarla? El corazón le palpitaba con mucha fuerza en los oídos. Sus labios se entreabrieron sin pedir permiso, como si la mirada del hombre fuese suficiente para hacerlos reaccionar. Un leve suspiro abandonó sus pulmones un instante antes de que Evon acortase la escasa distancia que aún los separaba. 

El roce fue suave al principio, pero suficiente para que Emma notase cómo se erizaba toda la piel de sus hombros con un cosquilleo eléctrico. Su mente se nubló, el mundo desapareció y sólo quedó Evon, con sus brazos fuertes rodeándola, con su piel cálida que notaba a través de la ropa húmeda, con su aroma abrumador y lo bien que sabían sus labios. ¡Ay, madre! Emma sentía que podía perder la cabeza por esos labios.

Perdió la noción del tiempo y el espacio. Se sentía frágil y protegida al mismo tiempo, con la pared a su espalda y el cuerpo de Evon tan cerca del suyo. El beso estaba lleno de una pasión dulce, que se recreaba con cada pequeño roce. Un gemido muy suave se ahogó en su garganta cuando Evon tomó su labio con los suyos, acariciándolo despacio. Podría permanecer así para siempre, estaba segura. Una de sus manos se apoyó en su brazo, sosteniéndola. La otra se fue hacia su nuca. Se puso un poquito de puntillas y entonces... ¡Oh, sí! ¡Entonces pasó! Uno de sus pies hizo... ¡pop! Y se separó del suelo románticamente. 

Cargando editor
27/03/2020, 23:10
Evon Malik

Emma respondió al beso agarrando a Evon y eso indicó al hombre que parecía ser correspondido, o al menos parecía estar a gusto con él. Así que, la rodeó lentamente con los brazos sin dejar de besarla, sin prisas, pero de forma intensa. Jugando con los labios, saboreando aquí y allá. Le encantaban los cosquilleos que sentía en la boca del estómago, era increíble, como si tuviera quince años. Volvió a subir una mano al rostro de Emma a acariciar con dulzura deslizando la mano hasta el cuello, bajo la oreja. El gemido de la chica lo excitó de una forma más animal y no pudo evitar agarrar fuerte allí donde tenía la otra mano. Emma pudo notar que se removía algo en el interior del hombre, pues también oyó lo que parecía un gemido grave, pero muy bajito. Casi como un ligero rugido. Solo de pensar que tenía entre sus brazos aquel cuerpo núbil, delicado y sexy al mismo tiempo, sus instintos se apoderaban de él. Entonces hizo asomar su lengua para buscar e iniciar un baile sinuoso, húmedo y cálido con la de ella, a medida que el beso continuaba. Aquello era una expresión de amor. 

Una vez que el beso terminó de forma natural, Evon se separó un poco y la miró a los ojos. Sonrió sin enseñar los dientes. -Estaba deseando hacerlo desde que te he visto hoy. Bueno, el otro día también, ja, ja. -No sabía qué más decir y cómo expresarlo, pero su mirada daba bastante información. Acarició la mejilla con el dedo pulgar. 

Mientras ambos se miraban, Evon cayó en que Emma aún estaba mojada y podía tener frío. -Oh, ¿me esperas en el salón? Enseguida estoy contigo, voy a buscar algo para que entres en calor. Ponte cómoda, estás en tu casa. -Dijo, mientras se alejaba con paso rápido y desaparecía tras una puerta. 

Un poco más tarde, Emma vio que Evon regresaba seco y traía una manta de color azul, un secador de pelo, y un trapito. Lo dejó sobre la mesita de café, rodeó con la manta a la chica, encendió la chimenea y se dispuso a enchufar el secador para secarle el pelo. El trapito era para que secara sus gafas. 

Si ella se dejó secar el pelo por él, estaría sentada en el sofá envuelta en la manta y Evon a su lado tocando el pelo negro de Emma, acariciándolo y secándolo con el aparato de manera delicada. -¿Mejor ahora? Si te quemas, avisa, por favor, ja, ja. -Cuando ella contestó: -Antes me preguntaste si había algo más en la ruta literaria y... bueno, había algo más en la ruta, pero nada más literario, ja, ja, no me dio tiempo a más. Había un tentempié frío al otro lado del lago. Ahora, además de frío, estará empapado, ja, ja, ja. Me gusta cocinar, ¿sabes?, y ahora que estoy aquí, estoy deseando hacer las recetas de mi abuela y mi madre y recordar viejos tiempos ¿Te gusta cocinar? ¿Cual es tu mejor plato? ¿Y tu plato favorito? -Evon intentaba tener una conversación amena para entretenerla mientras le secaba el pelo. -Tienes un pelo muy bonito. 

Una vez que terminó: -¿Quieres beber algo? ¿Un té caliente? ¿Vino?

Después, se sentó a su lado. El olor a sándalo en incienso aún perduraba y el sonido del crepitar de la madera ardiendo frente a ellos acompañaba al de la lluvia en el exterior. Se sentó a su lado. Estaba temblando de nervios. La miró fijamente y le cogió una mano entre las suyas. Tragó saliva. Emma pudo ser que se volvía serio y su ojos se movían los milímetros justos para mirar a cada uno de los suyos alternativamente. -Emma... -Dijo, nervioso. -Tengo que decirte algo antes de que termine la cita. Llevo todo el rato pensando en cómo hacerlo y... bueno, allá va. -Tragó saliva de nuevo, miró hacia abajo y volvió a mirarla a ella. -Verás, tú sabes que esto es un programa de televisión, ¿no? Y este tipo de shows tienen sus triquiñuelas... -Suspiró. Debido a aquella confesión podría perderla. -De hecho, en cuanto te diga ésto se acabó mi contrato. Se acabó todo, y tendré que empezar de cero... Pues soy un empleado del programa para tentarte. -Soltó su mano. La miró con ojos de cachorro. -Espera, déjame acabar, por favor. Quiero decir que "era", pues ahora mismo acabo de dejar de serlo. Con esto no te quiero decir que no haya sido yo mismo. Mi actitud, quizás fue demasiado simpática al principio de nuestra primera cita, no he sido fotógrafo de National Geographic ni de ninguna otra revista. Hago fotos de manera amateur. He viajado por el mundo en mis vacaciones, y mis gustos en los viajes son los que te dije, aunque nunca he estado en la Antártida. También he leído todos los libros que te dije, todo era cierto, excepto Kim. No lo leí. En todo lo demás, he sido yo mismo. Todo el rato. Incuso es cierto que no he estado en París. 

Un trueno susurró en el exterior al recorrer el cielo. -Estudié interpretación y bellas artes, casi toda mi carrera ha sido en el teatro, pues me gusta más actuar en directo. Me crié aquí, en Carolina del Sur, aunque mis primeros empleos fueron de acompañante de señoras por todo el mundo... Ya sabes a qué me refiero. De aquello hace años, pero aprendí mucho. Esas dos aptitudes fueron las que me trajeron a éste show televisivo. Del programa me trajeron aquí, y la granja no era mía... Hasta ayer, que decidí comprarla, pues me he enamorado de este lugar. Esto es una locura, pues no sé qué estás pensando ahora mismo, pero desde que te conocí, algo ha cambiado en mí. Me gustas mucho, Emma. Me gustas de verdad. Y para demostrarlo estoy haciendo ésto. Diciéndote la verdad a pesar del programa, de mi vida y a pesar de que me odies y no quieras verme más. -Hizo una pausa para medir sus reacciones. -Cuando me dijiste que habías salido de Boston por primera vez para vivir una aventura de éste calibre, echando toda la carne en el asador, arriesgando... Te admiro por ello, y no puedo menos que hacer lo mismo. Arriesgar. Creo que la recompensa merece la pena con creces. Y si sale mal... Al menos viviré en un lugar precioso y habré conocido a una persona increíble. -Mostró una sonrisa triste. -Lo siento. -Wow, aquello fue difícil para Evon, pero todo lo que le dijo era cierto. Una vida como la del Evon ficticio era demasiado bonita para ser verdad, pero Cumberbatch, Cameron, Blake, Miley, incluso Nina de OT estarían revolviéndose en sus estudios al oír aquella confesión. Evon les había chafado la sorpresa final del programa por enamorarse en el trabajo. 

Cargando editor
28/03/2020, 17:29
Emma Vaughan

Cuando el beso terminó y el pie de Emma volvió a su lugar habitual, sus mejillas estaban sonrosadas y su respiración agitada. El frío del exterior había desaparecido por completo, dando paso a una sensación cálida que se extendía por toda su piel Su corazón palpitaba inquieto y saltarín y sus labios dibujaron una sonrisa dulce, a juego con el brillo que habían adquirido sus ojos. 

Sus pulmones se vaciaron en un suspiro y luego se rió, en parte por los nervios que revoloteaban en su estómago y en parte porque apenas podía creerse que un hombre como Evon acabase de besarla. Era tan apuesto que por un momento se sentía la reina del baile en lugar de la nerd que publicaba el periódico del insti.

—Yo estaba deseando que lo hicieras —confesó como respuesta a su susurro, totalmente sumergida en esos ojos oscuros y aterciopelados—. Y el otro día también. 

La verdad era que Emma no tenía frío. O, si lo tenía, no lo notaba ni ella misma. Pero asintió con la cabeza y lo dejó ir. Ella se fue hacia el sofá, sus pies descalzos daban unos pasos que eran casi saltitos de la emoción. Y, mientras, lo miraba todo con curiosidad, intentando hacerse una idea del hombre que vivía allí a través de sus cosas y la decoración de su hogar. 

Se sentó en el sofá cuando regresó y se arrebujó en la manta. Por un momento se preguntó por qué tendría un secador de pelo un hombre rapado que vivía solo y lo miró, intrigada. ¿Era sólo por la posibilidad de que alguna mujer visitase su casa y lo necesitara? ¿Tendría también tampones y toallitas desmaquillantes? De repente se sentía Nancy Drew, ante un misterio que resolver. Pero todas esas ideas se diluyeron por completo cuando sus manos empezaron a tocarle el pelo mientras lo secaba. Ay, madre, podría haberse derretido ahí mismo. 

—Hmmm... —Suspiró. No estaba acostumbrada a que la cuidasen así, sino más bien a ser ella la que cuidaba—. Qué pena que se haya estropeado la merienda. Me habría gustado ver qué habías preparado. —Respiró despacio, relajada, y empezó a parlotear con él—. Me gusta cocinar, pero no se me da muy bien. Tengo que concentrarme mucho para no despistarme y que no se me queme. Lo que mejor se me dan son los postres. Bizcocho de zanahoria con crema de queso, ¿lo has probado? Es mi especialidad. —Se lo pensó un momento antes de responder—. Mi plato preferido es la lasaña de verduras. Mi madre la hacía increíble, ¿sabes? 

El halago repentino hacia su pelo la sonrojó de golpe. Bueno, ella sabía que tenía una buena melena, frondosa y fuerte, aunque no fuese de un color muy especial. Pero tampoco lo consideraba especialmente bonito, así que el comentario inesperado le sacó una risilla nerviosa. 

—Un té sería genial. De cualquier tipo, me gustan todos. 

Lo siguió con la mirada hasta que se sentó a su lado. Le costaba quitarle los ojos de encima y el momento en que la había besado se repetía en su mente cada vez que se fijaba en él durante más de dos segundos. Pero vio que se ponía serio y trató de centrarse y dejar de recrear en su cabeza lo bien que le sentaba la camisa mojada un rato atrás. Apretó sus dedos con delicadeza y asintió. 

Claro, cuéntame —dijo, invitándolo a seguir hablando, dispuesta a escucharlo con todos sus sentidos.

A medida que las confesiones del granjero actor se fueron desgranando, Emma se fue poniendo triste. ¿Acaso todos tenían que mentirle? Para alguien tan transparente como era ella, enterarse de que algo que había vivido no era verdad dolía. Tampoco era la primera vez que le pasaba, siempre había sido un poco pánfila, en palabras de su padre. Incluso ella misma tenía tendencia a dejarse llevar por su imaginación y autoengañarse. Pero saber eso tampoco la hacía sentir mejor. 

Su cabeza era un absoluto revoltijo de emociones y pensamientos contradictorios. Mac la había mentido, según él para protegerla. Evon también la había mentido, pero por dinero o fama. Los dos se lo habían confesado, pero Emma ahora no podía evitar sentirse una tonta ingenua a la que cualquiera engañaba con demasiada facilidad. 

—Entiendo... —dijo, intentando centrarse más en la parte positiva de sus palabras, al fin y al cabo se lo había confesado, eso era bueno, ¿no?—. ¿Y me has besado de verdad? ¿O eso también te lo han mandado los del programa? ¿Y la ruta literaria? —preguntó, tragando saliva.

Fuese cual fuese la respuesta, tras aquel baño de realidad creyó que era mejor arrancar la tirita de un golpe y cuanto antes. 

Cargando editor
28/03/2020, 20:41
Evon Malik

Mientras Evon secaba el pelo a Emma y hablaban, ella comentó que tenía que concentrarse para no quemar la comida cuando cocinaba. Él sonrió. Le pareció un detalle muy simpático. Una de las cosas que le gustaban de ella. -Perfecto, porque a mí se me dan fatal los postres. Eso de que las medidas de los ingredientes tengan que ser tan exactas... no va conmigo. No puedo cocinar sin improvisar.

Después de la agradable conversación, el hombre fue a preparar dos tés. Para él, un té Chai con gengibre. Para ella, un rooibos con canela. -No he probado el bizcocho de zanahoria, pero lo conozco de verlo en recetas en internet, ja, ja, ja ¡Me encantaría que el tuyo fuera el primero a probar! Lasaña de verduras, qué curioso. A mi me vuelve loco el Pad Thai. Y también la comida italiana en general ¿Y la griega? Esa gente hace cosas fantásticas. -La conversación continuaba mientras él estaba en la barra de la cocina preparando las bebidas. 

Regresó al sofá y sirvió los tés. Una vez sentados, dio un sorbo al suyo, lo dejó en la mesita y fue cuando soltó la bomba. A medida que veía las reacciones de Emma reflejadas en sus bellos ojos, en su rostro enrojecido por el calor, se le caía el alma a los pies. Se ponía en su lugar y debía de sentirse muy decepcionada y dolida al pasar por aquello. Pero cuando preguntó si le había besado de verdad, se apresuró a responder. 

-¡Sí, sí, claro! No te he mentido en mis sentimientos hacia ti, y tanto al ruta literaria como las fotos y demás, fueron cosa mía. Los del programa me dieron carta blanca para ello. -Bajó la mirada un segundo para volver a mirarla tras la pausa. -En el beso de antes... transmití lo que siento. No soy tan buen actor. -Sonrió de medio lado, brevemente. No quería que pensara que se estaba riendo de la situación, pues no era así. -Mira, sé que tiene que ser horrible estar en tu situación y estás en tu derecho de odiarme o de no creerme, lo sé. En mi defensa tengo que decir que cuando todo esto empezó no te conocía. Simplemente hacía mi trabajo. No me quito parte de culpa porque yo formaba parte del carrusel. -Bajó la voz. -Pero las cosas que sentí mientras te fotografiaba, la escena del lago... -Suspiró. -Me lo pasé muy bien contigo. El día siguiente no paré de pensar en ti, tanto consciente como inconscientemente. Decidí que no podía dejar pasar la oportunidad de conocerte más, que no merecía la pena el programa ni el trabajo que hacía. -Hizo una pausa, ordenado sus ideas. -Decidí que alguien como tú no merecía que la engañaran y que la dejaran en ridículo en la tele delante de todo el país. -Tragó saliva. -Si... decides no elegirme, lo entenderé. Lo que elijas está bien, pues eres una mujer inteligente, pero al menos habré evitado que seas humillada al final del programa. Con eso y con haberte conocido me doy por satisfecho. -Pensó en coger su mano otra vez, pero decidió que no era el momento. En lugar de eso, agarró su taza y dio otro sorbo al té. 

Notas de juego

La casa tiene un secador porque venía equipada con él. Estaba "para entrar a vivir" xD

Cargando editor
29/03/2020, 15:37
Emma Vaughan

La mirada de Emma se volvió inquisitiva mientras Evon respondía, intentando ver en sus ojos si con eso le estaba diciendo la verdad o no. Luego miró alrededor, buscando esas cámaras que tan bien se habían camuflado durante esos días, tanto que se le olvidaba constantemente que estaba en un programa. A esas alturas estaba un poquito paranoica, pero creía tener motivos para ello. 

Volvió a mirar al hombre cuando éste bajó la voz y suspiró hondamente. No, no le odiaba. De hecho le costaba no recordar el sabor de sus labios mientras lo veía mover la boca. Arrugó la naricilla, decepcionada consigo misma, con el programa y con el mundo. Al final empezó a hablar. 

—Me gustas, Evon... —Se quedó callada de repente. Lo miró. Frunció el ceño—. ¿Te llamas así de verdad? ¿O cómo? —Pero fuese cual fuese la respuesta, continuó—. En fin... Que me gustas, pero ahora mismo estoy hecha un lío. Creo que necesito pensar mucho sobre todo esto antes de que llegue la gala. No sé lo que voy a hacer, si te digo la verdad. Mac también me besó... y también me mintió... Aunque supongo que ya lo sabrás. Yo tengo... tengo que reflexionar. —Tragó saliva y se pasó la mano por el flequillo. Suspiró. Vaya giro había dado todo. Estiró una mano para coger la del hombre y apretó sus dedos, haciendo un esfuerzo sobrehumano para sacar fuerzas y dedicarle una sonrisa—. Pero te agradezco que me lo hayas contado ahora, en lugar de dejar que todo el mundo se riera de mí en la gala final. 

Notas de juego

Ya, ya... A saber qué golfilla de Producción se lo dejó ahí :P.

Cargando editor
29/03/2020, 21:18
Evon Malik

Se quedó mirándola sin decir nada. Le dio un vuelco el corazón cuando ella dijo que le gustaba. -Si, mi nombre es Evon Malik. No tenía ni idea de que Mac te había mentido, ni imagino en qué ha podido ser. Eso empeora las cosas, pues estarás muy decepcionada con todo. Lo entiendo. -Volvió a mirar hacia abajo. Ahora su corazón latía con fuerza, pero por una razón muy distinta. Tenía miedo de perderla... Levantó la mirada y decidió decirle lo que pensaba. De perdidos, al río. -Emma, ahora tengo miedo de perderte. Ojalá hubieran sido las cosas de otra manera, pero han sido así. Y creo que no podrían haber sido de otra forma, pues yo era lo que era. -Hizo una pausa. -Lo entiendo, Emma. No puedo pedirte nada. 

Después, ella le cogió la mano. Emma pudo notar que le temblaba ligeramente. Al ella agradecer que se lo hubiera contado todo, Evon se limitó a acariciar también su mano y sonreírle sin decir nada. 

En ese momento recordó algo. -Ah, olvidaba algo, espera. -Se levantó, fue a la entrada y descolgó la cámara de fotos del perchero. Volvió al sofá. -Me gustaría que te quedes con tus fotos. Puedes hacer lo que quieras con ellas si no te traen buenos recuerdos, pero creo que son tuyas, así que... -Evon conectó la cámara y comenzó a enseñar las fotos a Emma. En cada una de ellas estaba guapísima. Al menos así lo veía él. A los ojos de un experto, tal vez no fueran perfectas, pero estaban bastante bien para ser amateur. Después de enseñárselas, extrajo la tarjeta de memoria y se la entregó a la chica. -Ehm... También tenía otra cosa para ti, pero no me va a dar tiempo a dártela, así que... -Sonrió de nuevo, mirándola. Alumbrada con la luz titilante de color naranja emitida por la hoguera, la tez de Emma se veía misteriosa y cálida. Al menos podía tener contacto con sus bellos ojos de color azul grisáceo. Ya era algo que Evon agradecía.

Notas de juego

¡Edito, que se me olvidaron las fotos!

Cargando editor
30/03/2020, 00:01
Emma Vaughan

Se encogió de hombros cuando Evon habló de su decepción. No iba a negarlo, sí que estaba decepcionada y se le veía claramente en los ojos grandes y tristes. Y además no de repente no tenía ningunas ganas de llegar a la gala final y tener que salir al plató del programa otra vez. Suspiró. La verdad es que no sabía qué decir porque lo que le apetecía en ese momento era comerse un bol entero de helado viendo alguna película antigua. 

Lo miró con curiosidad cuando se levantó y al ver que cogía la cámara se recolocó en el sofá. Se alegró de que Evon derivase un poco el tema para distraerse con las fotos. Las contempló y se le abrió la boca por la sorpresa. 

Ay, madre. ¿Esa soy yo? Vaya... —Casi ni se reconocía. Bueno, en esa sí, en la que salía riéndose... ¿Pero de dónde había sacado esa mirada tan brillante e ilusionada? ¿Y esa sonrisa? Si parecía casi sexy y todo—. Jolín, qué bueno eres. Nunca me habían hecho fotos así. Tendré que cambiar el avatar del whatsapp. —Se rió de sí misma y cogió la tarjeta—. Gracias, Evon. Por las fotos y por haber sido tan bueno de contarme la verdad aunque puedas perder tu trabajo con ello. 

Se incorporó un poco en el sofá para acercarse a él y darle un beso en la mejilla. Sus labios la llamaban como un imán, pero resistió la tentación de volver a caer en ellos. Tenía muchas cosas en las que pensar.

Cargando editor
30/03/2020, 00:30
Evon Malik

Emma era una mujer increíble. Cualquier otra de las que Evon estaba acostumbrado a tratar, hubiera montado una escena dramática, se hubiera cabreado como un mono, lo hubiera mandado a paseo, o se hubiera rebajado hasta la mierda para seguir con él. Emma se valoraba a sí misma y se respetaba, y ese era el primer paso para que Evon también la respetara. La sentía como una igual, algo muy importante para Evon. 

-Ja, ja, ja. -Rió ante el comentario de la foto de WhatsApp. -Seguro que exageras. -Se quedó sonriendo. -No he fotografiado nada que no existiera, ya te lo dije. -Después ella le dio un beso en la mejilla. Eso le sorprendió para bien, pues Emma no era de las que daban el primer paso, y teniendo en cuenta las circunstancias actuales, más valor tenía. Evon se dejó hacer, pero no le devolvió el beso, tan sólo la rodeó con su brazo por la cintura, pero levemente, como un saludo cariñoso. Sonrió, y su mirada mostraba aún deseo por ella, como siempre. No podía creer que ya terminara la cita y no volviera a zambullirse en la profundidad de aquellos iris azules hasta sabía Dios cuándo. -No hay nada que agradecer. Gracias a ti. 

Evon se levantó del sofá y le tendió la mano para que se levantara ella también. Una vez de pie frente a ella, cogió sus dos manos y las movió levemente. Suspiró. -Bueno, Emma... -Se quedó callado, bajó la mirada y rió. Por primera vez no sabía qué decir. Volvió a mirarla esperando que sus ojos hicieran el trabajo. -Esto ha terminado, te acompaño hasta el Jeep, que debe de estar ahí fuera.

Una vez fuera, la lluvia había parado momentáneamente, aunque seguía nublado. Se despidió antes de que ella subiera al vehículo. -Mañana, si vas a la gala, ve con la cabeza bien alta. No sé si yo estaré allí, no sé qué hará el programa conmigo, pero recuerda que no tienes nada de qué avergonzarte. Los que tienen que avergonzarse son ellos. -Susurró haciendo un gesto con los ojos hacia el Jeep. Después la rodeó con sus brazos en un abrazo que duró hasta que Emma quiso que terminara. Un beso en la mejilla, muy cerca de sus labios, y dejó que se marchara. 


Miró el Jeep alejarse, y posiblemente en su interior iba una de las mujeres más especiales que había conocido, sino la más especial. Sonrió al recordar alguno de los momentos vividos. Volvió a su casa, despacio, caminando por el barro. El bosque encantado estaba empapado con algunas guirnaldas por el suelo. A lo lejos se oían los patos. La barca se tambaleaba a la orilla del lago por la brisa, llena de agua. Artax y Lucy tenían sus disfraces caídos y mojados, Evon los acarició. Después, se dirigió a su casa, subió los escalones tras atravesar el jardín zen y abrió la puerta. Entonces se quedó quieto al ver que el abrigo rojo de Emma seguía colgado en el perchero de la entrada... 

Cargando editor
30/03/2020, 11:55
• Granjero Busca Esposa •

Escena finalizada

Cargando editor
31/03/2020, 02:18
Evon Malik

Debido a la distancia entre Pickens y Boston, unas quince horas y media en coche, Evon decidió ir directamente al aeropuerto y coger el primer vuelo directo hacia la ciudad del viento, ya que invertiría tan sólo tres horas y media. Durante el tiempo que tuvo que esperar hasta la salida de su vuelo, en el aeropuerto, se vio en la obligación de intentar convencer a los de producción a través del teléfono, pues aún habiendo adquirido el vuelo, todavía no tenía en su poder la dirección de Emma. 

-¿¡Qué!? ¿En serio? -Gritaba, estresado, al teléfono. A su lado reposaba una maleta de mano que acababa de adquirir, y la chaqueta roja. -Me importa una mierda la ley de protección de datos, ¿es que no la oíste en el programa? ¡Dijo que me diérais la dirección! -Esperó a la respuesta. -¡Pues pásame con Cumberbatch, joder! ¡No, mejor no! Déjalo. -Se pasó la mano por el pelo, se sentó en uno de los asientos de la zona de espera. A su lado había una niña que lo miraba con curiosidad. Mientras le hablaban desde el otro lado, Evon miró a la niña con cara de circunstancia y se encogió de hombros. Le niña le hizo un gesto con la cara como dándole el pésame. 

-A ver, a ver... -Volvió a mirar al frente, tragó saliva e intentó calmarse. -Escúchame, ¿vale? No me pases con nadie. Quiero hablar contigo ¿Tú has visto el programa? ¿Lo has visto? -Escuchó la respuesta, ya más calmado. -Vale, ¿y viste lo que hice por ella? -Pausa para dejar hablar. -Pues ponte en mi lugar. He dejado todo, ahora estoy en el aeropuerto con un vuelo comprado para ir a Boston, necesito esa dirección... y ella quiere su chaqueta. -Otra pausa mientras el teléfono susurraba. -¿Cómo te llamas?  ...  -Vale, Emily, ¿te gusta Emma? ¿Te cae bien?  ...  -Entonces hazlo por ella.  ...  -Emily, para enviarlo por mensajería también necesito la dirección. -Volvió a mirar a la niña y ésta le devolvió la mirada.

Mientras Emily respondía, Evon tapó el micrófono del móvil con su mano y susurró a la niña: -Es idiota. -La niña se tapó la boca y se rió por lo bajo. Evon también sonrió y volvió a hablar con Emily. -Emily, por favor, te lo ruego ¿Vas a hacerme perder el avión e ir a la cadena para entregar allí la chaqueta para que la enviéis vosotros? ¿Es eso lo que me estás diciendo? Es mi única oportunidad de volver a verla, ¿no crees en el amor? -Emily era dura de pelar. -Respóndeme, por favor ¿Crees en el amor?  ...  -Pues ayúdame. Dame la dirección, no tiene por qué enterarse nadie, yo ya no iré a la cadena nunca más, sólo quiero vivir mi vida, a ser posible con Emma. Hazlo también por ella, Emily. Emma lo dijo delante de todo el mundo. Por favor... -En ese momento, la megafonía llamaba por última vez a los pasajeros para que embarcaran con destino a Boston, El teléfono estaba en silencio al otro lado, hasta que se oyó un suspiro prolongado seguido de la voz de Emily. -¡Gracias! ¡Gracias, Emily! Que sepas que eres una buena persona y que has hecho feliz a una pareja...  ...  -Vale, ok, lo has hecho por Emma, está bien. Te lo agradezco. Cuídate, un saludo. -Terminó la llamada y corrió para no perder su avión. 


El taxi se detuvo frente a la casa. En Boston estaba lloviendo. No era como la lluvia en Carolina de Sur, en el norte el agua caía con más suavidad, pero incesantemente. Una llovizna perpetua que mojaba casi tanto como las tormentas del sur. Evon bajó del vehículo con la chaqueta roja envuelta en una funda de plástico en una mano, en la otra, su maleta de mano. El taxi se marchó y él se quedó mirando la casa.

El número era el correcto y la calle también. Suspiró. Los nervios le habían acompañado durante todo el camino ¿Cómo reaccionaría ella? ¿Él hacía bien en venir hasta su casa cuando ella había decidido que no quería verlo? Comenzaron a asaltarle las dudas allí, bajo la lluvia, frente a la puerta de la casa. Bastante tarde para pensárselo. 

Emma seguía siendo un reto para él. Día tras día. Por lo menos tenía el consuelo de que ella le había dicho que le gustaba, así que el riesgo ahora quizás fuera menor... o tal vez mayor, sólo había una forma de averiguarlo. Se armó de valor y subió los escalones. Desde que había conocido a Emma, su corazón estaba empezando a convertirse en un músculo muy ejercitado. Llamó al timbre y esperó a que vinieran a abrir.

Si la que abrió la puerta fue Emma, Evon sonrió, se encogió de hombros, aún con el traje gris puesto, pero empapado, y llevando la chaqueta roja en una mano. -Hola, Emma... ¿Tienes un secador?

Notas de juego

La dire lo pide y se hace :)

Cargando editor
01/04/2020, 01:49
Emma Vaughan

Emma seguía en pijama. Llevaba en pijama desde que había llegado de Tuscaloosa y sólo se lo había quitado para ducharse y ponerse otro. Una vez hubo saludado a su madre y deshecho las maletas se había dedicado a comer helado, leer y ver películas moñas del año catapún. No se había atrevido a ver la gala cuando la emitieron en directo, pero al final había acabado sucumbiendo a la curiosidad y la había visto con el móvil, envuelta en su manta favorita y con su madre al lado diciendo algo sobre que cuando ella era pequeña los granjeros eran otra cosa. 

Cuando sonó el timbre llevaba su pijama preferido, uno bien gordito y suave, calentito, y con un estampado de corazones. En los pies calcetines de esos de doble capa, ideales para estar en casa en un día frío. Fuera llovía y Emma había estado pensando en que el día era tan gris como sus ánimos. Estaba despeinada y estaba leyendo una novela de Agatha Christie, pero ni le servía para distraer su mente, porque ya la había leído antes y sabía quién era el asesino. Dio un respingo con el sonido y se manchó la nariz con la cucharada de helado de chocolate que iba a meterse en la boca. Por un instante estuvo a punto de quedarse donde estaba y pasar de abrir la puerta. No esperaban a nadie. Pero al instante que lo pensó, le entraron remordimientos por la persona que hubiese llamado y se puso de pie.

—¡Ya va! —exclamó mientras derrapaba por el pasillo para llegar a la puerta. 

Se esperaba que fuese un vendedor de enciclopedias, un vecino, un comercial de Avon... hasta un ladrón se habría esperado antes que encontrar al hombre que estaba plantado ante la puerta. Pestañeó, confusa y su boca se abrió por la sorpresa, dibujando una perfecta «O». 

¿E-evon? —preguntó, sin creerse aún que lo tuviera delante—. P-p-pero...

Le costaba encontrar las palabras. Imaginaba a ese hombre muy lejos, en su bonita granja. ¿Qué hacía ahí? Y qué apuesto estaba. Así mojado le recordaba cómo se habían besado después de que la lluvia los asaltase y sus mejillas se sonrojaban sólo con el recuerdo. Entonces se dio cuenta de las pintas que tenía ella y su cara reflejó un absoluto horror, aún sin ser consciente del helado en su nariz. 

—Ay, madre. ¡Evon! No sabía que ibas a venir. Estoy horrible —dijo, sin ser capaz de controlar su lengua—. Pero, sí. Sí que tengo secador. —Soltó una risa cantarina, porque era obvio que Evon no podía necesitar uno, y dio un paso atrás, invitándolo a pasar, porque el pobre se estaba empapando—. Pasa, que te estás mojando. 

Su madre estaba durmiendo y cuando comenzaba una siesta no había nada que la despertase, así que todo estaba tranquilo y tenían la casa para ellos. Cerró la puerta tras él y lo miró, mordiéndose el labio. Es que aún le costaba hacerse a la idea de que estaba ahí de verdad. Estaban en un recibidor no muy grande, desde el que se veía un pasillo, unas escaleras y una puerta que daba al salón. Emma se apoyó en la pared y lo miró, alucinada. Los ojos le brillaban como no lo habían hecho desde antes de que él le soltase aquella confesión en su granja. Se dio cuenta de que lo estaba mirando como una tonta y sacudió la cabeza.

—Jo, lo siento. Es que no esperaba verte aquí. ¿Qué...? Bueno, ¿a qué has venido? —Estaba tan nerviosa que no sabía ni lo que decía, con el corazón a mil por hora y las mejillas como tomates, pero esa sonrisa fácil prendida de los labios—. Ay, parezco boba. Perdona. Pasa y subo a cambiarme y te bajo una manta seca y preparo un té y me lo cuentas y... —Sus ojos cayeron sobre los labios de Evon y perdió el hilo de lo que estaba diciendo. ¿Podía ser posible que hubiese ido hasta allí... por ella? Le daba miedo creer que sí en vano, pero es que la sola idea le aceleraba el pulso. Porque en ese instante no se le ocurría nada más romántico en el mundo entero. 

Cargando editor
01/04/2020, 11:28
Evon Malik

Evon se limitó a reír cuando Emma dijo que estaba horrible. Ella era observadora, tal vez se diera cuenta de que la mirada del hombre no expresaba que aquello fuera cierto. -Te he traído tu chaqueta... -No dijo nada más, dio un paso adelante y cerró la puerta tras de sí. La casa estaba en silencio y era acogedora. Por un momento no pudo creer estar ahí, en la guarida donde se refugiaba Emma. Tan inaccesible y lejana para él hace tan sólo unas horas.

No dejaba de mirarla a los ojos y sonreír, con cara de bobalicón, a medida que ella se ponía nerviosa y hablaba y preguntaba cosas demasiado obvias. Sus ojos se dirigieron por un segundo al pijama. A su núbil cuerpo. Allí estaba, indefenso para él. Tan sólo dos capas de tela separaban las pieles; la suya y aquel pijama holgado, tan fácil de quitar, que permitía viajar a la imaginación calenturienta de Evon. Oh, Dios, allí estaba de nuevo frente a ella, y sin cámaras. 

El tiempo discurría lentamente, y Evon quería decir muchas cosas. No se decidía por una. Ella se pegó a la pared y Evon dio otro paso adelante, hacia ella, acortando distancias. Aquello daba la impresión de ser un baile lento y romántico. Sus ojos subieron un par de veces y bajaron, mirando alternativamente los ojos de ella y sus labios. Emma no paraba de hablar, y Evon no paraba de acercarse, hasta que... Cortó sus palabras, ahogándolas en el olvido, juntando sus labios con los de ella. Comenzó a moverlos, expulsó aire por la nariz, en el beso con más sentimiento que fue capaz de ofrecerle. Lo acompañó con suaves caricias en la mejilla y el cuello, y la rodeó con su otro brazo fuertemente. Estaba deseando sentirla pegada a él de nuevo. 

Así estuvieron un tiempo indeterminado, besándose, en los que parecían flotar en un mundo sin suelo ni paredes, sin límites, un mundo propio creado por y para ellos dos. Hasta que Evon despegó su boca de la de ella y se separó lo suficiente como para mirarla a los ojos. Le acarició la mejilla con suavidad, con el dedo pulgar. Sonrió. -Solo... no podía estar lejos de ti. -Susurró. Se quedó mirándola mientras en su cabeza se formaban frases tal vez demasiado fuertes ¿Te quiero? ¿Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado? ¿Todo eso lo sentía de verdad? Ni aunque así fuera, podía decirle algo tan directo.-Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio. -Amplió la sonrisa. Era una declaración de amor maquillada como una prueba literaria... Y Emma lo sabía.

Cargando editor
02/04/2020, 04:20
Emma Vaughan

Emma parloteaba por los nervios, pero cuanto más hablaba, más cerca estaba Evon y más azorada se sentía ella. Contuvo el aliento un instante antes de que sus labios se encontrasen de nuevo y en ese momento tuvo la fugaz sensación de estar en casa, como si los brazos de Evon fuesen el lugar exacto donde debía estar. El aroma del hombre abrumó sus sentidos y se dio cuenta en ese momento de cuánto lo había añorado. 

Subió los brazos para rodear su cuello y mantenerlo cerca de ella. Era tan alto que tenía que estar un poco de puntillas, pero ni siquiera se daba cuenta de eso, porque su mente se había derretido como melaza caliente. Y hablando de calor... vaya calor estaba empezando a hacer. El pijama gordito ya no parecía tan buena idea y la imaginación de Emma volaba hacia todas esas portadas románticamente sensuales. Había soñado con vivir un gran romance, uno digno de ser escrito y ahí estaba, después de recorrer miles de kilómetros para llegar a ella. 

Cuando sus labios se separaron, suspiró. Aún tenía una mano aferrada de la camisa de Evon y la otra en su brazo. Notaba cómo los labios le latían, enrojecidos, y su sabor parecía haberse impregnado en su lengua. Tenía la respiración agitada y las mejillas coloradas, pero no por la vergüenza. 

Y entonces él pronunció aquellas palabras que no podrían ser más perfectas ni siquiera si las hubiese escrito Danielle Steel. Los ojos de Emma hicieron chiribitas, su corazón palpitó con fuerza, y su mano tiró de la camisa del hombre para atraerlo de nuevo hasta sus labios. 

Muchas promesas y susurros de amor se pronunciaron aquel día. Y el siguiente, y el siguiente a ese. Se leyeron el uno al otro en una sucesión de noches llenas de pasión y algodón de azúcar.

Puede que os estéis preguntando si se casaron, o si tuvieron hijos. Tal vez queréis saber si siguieron juntos hasta que sus rostros se arrugaron y su pulso perdió la firmeza... Pero, como diría uno de los escritores favoritos de Emma:

«Esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión».

Cargando editor
02/04/2020, 08:00
• Granjero Busca Esposa •

Escena finalizada