Partida Rol por web

Entraron todos en la biblioteca y, antes de que cada uno se pusiera a buscar la información que querían, ella comenzó a hablar. Por que sabía que una vez que los demás empezaran a bucear en todos los libros que contenía aquella biblioteca, se les iría el dia completo. Era espectacular todo lo que había alli almacenado.

-Mirad, este es el libro en el que Ebenezer y yo descubrimos el retrato de Harry-dijo acercándose a la mesa en la que ellos dos habían hecho el descubrimiento. El libro estaba allí, pero cambiado de posición, por que ahora estaba cerrado y ellos lo dejaron abierto por la página en cuestión, pero recordaba que Jesse quería venir a la biblioteca a verlo, por lo que supuso que era algo normal-Ebenezer dejó aquí su bastón...-dejó que la frase se perdiera y se volvió al resto de los que estaban ahora en aquella estancia.

-Seré rápida, hay muchas cosas que hacer y averiguar. Ayer estuve con la pequeña Mary Jane en el Salón de Baile. Estuvimos bailando... por decirlo de alguna forma-no quiso entrar en detalles de qué bailaron ni de cómo, realmente era dificil de explicar-Después de un largo rato, casi justo antes de bajar para la cena reparé en algo curioso. El suelo del Salón de Baile es un mosaico de marmol blanco y negro. Sesenta y cuatro cuadrados, exactamente-hizo una pausa para ver si le seguían hasta allí-Curiosamente, es el mismo tamaño que tiene un tablero de ajedrez. No le hice mayor caso a ese detalle. Mary Jane y yo fuimos a prepararnos para la cena, después llegó la noche y... pensando en la cama antes de dormirme fue cuando recordé que el primer día aquí comentasteis, Elisabeth, que había un ajedrez con una extraña jugada aquí en la Biblioteca.

Buscó con su mirada en busca del ajedrez, en el que no había reparado en sus anteriores visitas a la biblioteca por estar centrada en los libros.

-Quería ver que jugada es la que muestra el tablero. Suena un poco a locos, no me toméis por loca... Pero después de todo lo que está pasando no me importa hacerme pasar por una si con eso averiguamos algo-Se arregló el vestido con un gesto automático, mientras pensaba como trasmitirles a los que estaban allí su idea-Veréis, allí en el Salón de Baile, hay maniquies, vestidos con ropajes como los que vestía Mary Jane hoy en el desayuno, lo tuvo que coger anoche de allí. Mi idea es ver las piezas del ajedrez que comentásteis que había aquí, que alguien que conozca bien como jugar al ajedrez me comente la jugada y... quiero subir arriba, ver los maniquies que hay y ver si hay alguna forma de hacer encajar los dos tableros...-tomó aire profundamente mientras que los miraba a todos, aunque dejó que sus ojos se posaran en los de Piers más rato que en los del resto.

-¿Qué vamos a conseguir con eso?-hizo una pausa que sonó casi a teatral-No lo sé, pero lo quiero intentar. Conforme vea el ajedrez subiré-miró a Rhona y a Meghan entonces-y después iré al salón con quien quiera acompañarme y rebuscaré entre esos maniquies a ver si... no sé... ¡a ver si hay suerte y damos con algo que nos pueda ayudar! ¿Donde esta ese ajedrez?

Elizabeth escuchó con atención las palabras de su prima Jeanne. Recordó entonces el viejo salón de baile, en el que tanto tiempo hacía que no entraba. Tenía ganas de volver a verlo. No recordaba aquel detalle del mosaico del suelo. De niña probablemente se le habría pasado aquel detalle totalmente descontextualizado, pero ahora que su prima lo mencionaba, Elizabeth, igual que ella, también creyó que pudiera ser relevante.

Aquí está el tablero de Ajedrez –señaló una mesita en una de las esquinas de la sala- Mi marido Robert- prosiguió bajando la cabeza al recordar a quien hasta hace dos días era una de las mayores ilusiones de su vida- descubrió lo que ahora podéis ver: Sólo dos Reyes en posición de “tablas”. Como él explicó, la posición que mostraba en aquel momento el tablero era la posición más exacta de "tablas". Jamás un rey podía posicionarse con un movimiento legal a un lado del rey contrario, porque de lo cual, derivaría un "jaque mate", acabando así la partida. Eso es lo que él dijo. Tratamos de buscar el resto de las piezas por toda la biblioteca, pero no encontramos nada. Es como si hubiesen desaparecido. Rhona se encontraba con nosotros en ese momento y os lo puede confirmar.

Creo que la posición de los maniquíes en ese salón de baile podría significar algo, Jeanne. Quizá eso nos de la información que este tablero nos oculta. Yo te acompañaré encantada a ese salón de baile. Sin embargo, antes debo hacer algo que llevo días pensando y esta es la habitación que he elegido para ello. Si me das unos minutos… Demandó con la mirada a su prima Jeanne, mientras Elizabeth se sacaba un trozo de papiro de Johan.

Antes de empezar a hacer nada con él, quiso decir unas palabras al grupo. – Estoy segura de que esta biblioteca aún guarda muchos secretos que no nos ha mostrado y nosotros tenemos muchas cosas que indagar. Si no recuerdo mal, estas son las cosas que entre unos y otros hemos ido diciendo que sería importante consultar. Estaría bien que nos repartiésemos para ser más eficaces, si no os parece mal. Si alguno de vosotros está especialmente interesado en recabar algún tipo de información, que lo diga, y así podremos ir haciendo el reparto.

Elizabeth empezó a enumerar cosas de memoria:

• Cuál es el significado de Green Arrow. De dónde viene ese nombre y cuándo empezó a llamarse así. Quién le cambió el nombre respecto a Castillo de Morthcry.
• Buscar la existencia de algún clan escocés relacionado con este castillo o mansión.
• Cuándo se derruyó el antiguo castillo y se construyó Green Arrow y todo lo que pudo estar relacionado con aquel cambio.
• Buscar algún plano de los pasadizos subterráneos y cuándo se construyeron. ¿Existían estos ya en la época de aquel castillo?
• Quién fue el conde de Morthcry. Cuál es su procedencia y su ligazón a aquel castillo. ¿Era suyo? ¿Lo conquistó, tal vez?
• Por último, buscar si existe algún libro que nos hable sobre antiguos cultos paganos. Quizá podamos encontrar similitudes entre lo allí descrito y lo encontrado en los pasadizos. Quizá podamos encontrar incluso información que aluda a la realización de dichos rituales en el castillo medieval o en la mansión actual.

Si consideráis que falta algo en mi enumeración, por favor, decidlo… Cuánta más información podamos extraer, mejor.

Dicho esto Elizabeth cogió una pluma del elegante escritorio de la biblioteca y se puso a la tarea que tenía pensada.

Elizabeth se sentó en el escritorio y comenzó a escribir en aquel pequeño trozo de papiro que había logrado reducir de tamaño a base de sucesivos dobleces y desgarros.

Mansión de Green Arrow a 4 de enero de 1988.

 

Mi nombre es Elizabeth Knight, tengo 30 años y soy pianista.

Soy nieta de John F. Knight, fallecido en 1887, dueño legítimo de esta mansión y Guardián de la misma, hasta tal fecha. Mi padre es Charles Knight y mi hermana es Eleanor. Ambos están vivos aún.

Fuimos citados el día 31 de diciembre de 1987 en Green Arrow para la lectura del testamento de mi abuelo junto con la familia Alistair, procedente de Escocia. Desde aquel día han venido ocurriendo cosas muy extrañas. Mi marido Robert Knight desapareció en esta mansión hace 3 noches sin dejar rastro. En estos días han desaparecido también mi cuñado Molv, mis primos Albert y Johan, mi tío-abuelo Ebenezer y Malcolm Alistair. Algunos han podido sobrevivir tras noches de pesadillas y revelaciones. Otros aún no hemos palpado el peligro en nuestras propias carnes, pero sabemos que está al acecho y el mal puede visitarnos cualquiera de estas noches.

Ese mal tiene un nombre: HARRY. Debemos hallar la forma de dar con él y de matarle definitivamente. Creemos que muchos lo han intentado antes que nosotros y si estás leyendo esta nota, ahora vosotros tenéis el relevo.

Hasta ahora hemos averiguado que Mary Knight fue la primera mujer Guardiana de la casa y que murió el día de su boda. Puede que su cadáver aún siga en el fondo del lago donde se arrojó. Nosotros aún no hemos podido encontrarla. También hemos sabido de la existencia de dos hermanos: Octavious y William.

Sospechamos que la mansión previamente fue un castillo y que pudo guardar relación en algún momento de la historia con algún clan escocés. Hemos encontrado también un altar en el que parecían realizarse ritos paganos.

Algunos han podido ver en sus pesadillas a Harry, el Conde de Morthcry, también conocido como “El conde sangriento”. En la biblioteca existe un retrato de él.

La casa esconde mucho más de lo que parece mostrar… Sólo hay que saber buscar. No culpéis al servicio por su opacidad. He llegado a la conclusión de que ellos no tienen la culpa de nada, simplemente están presos de esta maldita casa.

Una vez terminada la nota la dobló varias veces hasta convertirla en un pequeño cuadrado y se acercó a su adorado piano. Una vez delante de éste, levantó dos de las teclas y depositó allí la nota dejándola tapada de manera que no se viese a simple vista, pero que si alguien se disponía a tocar aquel piano, inevitablemente diera con ella, pues aquellas teclas habían quedado inmóviles. Elizabeth no quería correr el riesgo de que nadie del servicio pudiera tirar aquel papel al hacer limpieza. Deseaba que perdurase allí y le pudiese ser útil a alguien, en caso de que a ella le esperase un triste destino. No había mejor lugar en el que esconderla que el sitio en el que había aparecido por primera vez su pasión por la música y el piano.

Escuchó la lista de "tareas" que proponía Elizabeth. Era la primera vez que pisaba aquella biblioteca y no tenía ni idea de que es lo que habían estado haciendo allí durante los últimos días, pero estaba dispuesto a ser de la mayor ayuda posible.

-Tengo especial interés en encontrar un mapa o algo referente a las catacumbas bajo la casa- dijo mientras paseaba mirando los coloridos lomos de los libros.

Mientras paseaba su vista por los antiguos tomos observaba como su tía se sentaba a garabatear algo en un trozo de papel y lo guardaba bajo una tecla del piano. No quiso preguntar de que se trataba, pues imaginó que sería algo personal.

También se dedicó a echar miradas de soslayo a Rhona. No sólo porque se había "comprometido" a mantenerla a salvo, si no porque le gustaba saber que estaba cerca. Hasta ahora era lo que le había animado a seguir adelante en medio de toda aquella locura.

Era un grupo numeroso el que se había decidido ir a la biblioteca. Rhona no sabía muy bien si alegrarse al saber que serían más ojos y manos buscando información, o sentirse molesta de que unos a otros se entorpecieran. Escuchó las intenciones de Harold y no pudo evitar dedicarle una sonrisa recordando la primera incursión que habían hecho en los pasadizos, donde ya se había hablado de encontrar algún mapa del lugar.

—Yo venía con la intención de intentar encontrar algo referente a posibles habitantes escoceses en la zona. O cualquier pista que nos muestre un posible nexo entre este lugar, sobre todo cuando era un castillo, y cualquier clan escocés.

Dada la lista que había recitado Elizabeth, no dejaba de ser uno de los puntos marcados, y tenía la esperanza de encontrar información sobre la historia de aquel lugar que les indicara el camino a seguir, o por lo menos que les orientara en una dirección.

Escuchó atentamente las palabras de Jeanne y su descripción de la sala de baile. Ella había estado allí y no se había dado cuenta de eso. Había descubierto otras cosas, pero no esa.

-Sin duda es un lugar dispar, así que por eso querías venir aquí- le dijo a Jeanne- yo también vi los extraños maniquíes que se asemejaban a mí misma y a Arthur. Pero no vi el ajedrez. Sin embargo, sí que vi un compartimento secreto que lleva a cualquier habitación de la mansión. Si se atraviesa un estrecho pasillo, se puede atisbar cualquier habitación- supuso que servía para espiar- sin que se sea percibido. Aunque sin duda lo del ajedrez parece más curioso. Si quieres, podría acompañarte cuando vayas allí, pero debo avisarte que apenas sé nada de ajedrez. Me temo que es más un juego de hombres- quizá alguna joven de familia noble pudiera saber jugar si tenía algún profesor o miembro de la familia que gustara de jugar con ellas. Pero Meghan no se había educado con caros profesores ni aristócratas. Así que poco sabía del tema.- Harold, ¿sabe usted algo de ajedrez? De ser así, Jeanne necesitaría de su ayuda.

No obstante, aunque la idea de Jeanne le parecía muy atrayente, también asintió a Rhona y Elishabeth cuando decidieron los temas que debían investigar en esa biblioteca.

-Si queréis, yo puedo centrarme en los cultos antiguos y paganos que pusieran haber por esta zona hace miles de años, sobre todo entre los escoceses. Quizá saquemos algo. O quizá no, pero hay que intentar algo.

Dicho lo cual se puso a poner en práctica su idea, dándose cuenta de que con lo inmensa que era aquella biblioteca igual tardaría demasiado en ponerla en práctica.

-Conozco las reglas báscias- contestó a Meghan -Jugabamos de vez en cuando en la academia, pero no soy ningún experto como...- iba a decir Robert, pero se cayó rápidamente al darse cuenta de que su tía Elizabeth estaba escuchando -Aún así puedes contar conmigo, madre-  se dirigió a Jeanne. Desde que habían llegado a aquella mansión no había pasado prácticamente nada de tiempo con ella y sentía que la tenía un tanto abandonada.

-Mientras seguiré buscando pistas sobre las catacumbas, pero si en cualquier momento quieres ir al salón de baile no tienes más que decírmelo y te acompañaré-.

Dicho ésto continuó con su labor de escudriñar los viejos tomos en busca de información sobre los pasadizos subterráneos.

Jeanne levantó una ceja, sorprendida, al escuchar el comentario de Meghan. Ni siquiera se había detenido a mirar los maniquíes pero, si eso era así y había dos maniquíes que la Alistair relacionaba con ella y con su hijo, temia encontrar algunos que coincidirán con su marido, su hijo y ella misma. Pero no por ello dudó en subir al salón lo más rápidamente posible. Es más, saber aquello le hizo estar más segura de que debía ir allí e investigar lo que había escondido entre esas paredes.

-Subo ya, me llevo el tablero de ajedrez o no seré capaz de relacionar las casillas en las que están los Reyes con las piezas de mármol de arriba-dijo cogiendo con cuidado el tablero en sus manos, con todo cuidado, evitando que las dos piezas sobre el se movieran de casillas. Pero se volvió hacia su hijo Harold antes de dar un paso-Yo busqué en su momento mapas sobre los pasadizos, como me pidió tu padre, pero no encontré nada. Si quieres buscar algo hazlo, Harold, quizás tu tienes más suerte que has estado allí abajo y conoces lo que estás buscando, pero no estaría mal que subieras ahora más tarde para ayudarme allí arriba. Mientras, yo intentaré situar el tablero con respecto al suelo y revisaré y ordenaré los maniquíes. Si alguien más me quiere acompañar ahora...lo agradecería, cuantos más pares de ojos estemos pendientes menos detalles se nos pasarán. Pero si queréis buscar algo primero, lo entiendo, todos tenemos nuestras inquietudes. Estoy arriba, cuando vayáis terminando seréis bienvenidos arriba.

Le dio un beso a su hijo en la frente antes de salir de la Biblioteca. Se dirigió con el tablero escaleras arriba, al Salón de Baile.

Sintió un extraño orgullo cuando Elizabeth le dedicó aquel guiño de complicidad mientras se encaminaban a la biblioteca. Un tibio bienestar porque la joven dama - hermosa, distinguida -  le prestara su atención, a la que se atrevió a tomar de la mano para llegar hasta la sala repleta de libros y mucho más.

Una semana antes, jamás hubiera adivinado que era miembro de una familia importante y numerosa como aquella. Multitud de parientes y una casa tan misteriosa… ¡Aquella biblioteca le encantaba! ¡Libros, libros por todas partes! Habían sido sus amigos desde que tenía memoria, compañeros inseparables que lo habían transportado lejos de dolores y fiebres.  Y allí debían estar reunidos todos los libros del mundo. O de Inglaterra, seguramente. Desde luego había muchos más de los que él había visto nunca, y dudaba que pudiera leerlos todos en tres vidas. Claro que su vida era corta todavía. Y viendo cómo desaparecían sus parientes, tampoco tendría tiempo para conocerlos demasiado…

Ensimismado en un torbellino de pensamientos alegres y funestos, Arthur perdió el hilo del debate de los adultos. Volvió en sí cuando Elizabeth se acercó al piano y en lugar una pieza, escondió la nota entre las teclas. Eso era misterioso, y le gustó y sonrió alejando todos los fantasmas que rondaban cerca.

Su padre le había enseñado a jugar al ajedrez y sabía bien que dos reyes nunca podían estar en casillas contiguas. Se acercó al tablero con las manos en la espalda, temeroso de tocarlo. Era hermoso, con su madera tallada y los escaques blancos y negros. Solo las dos figuras idénticas pero de colores opuetos se miraban desde la distancia.

Arthur no dijo nada, porque la larga lista de tareas de Elizabeth yy la conversación de los adultos empezaba a marearle, y sus ideas brincaban de una a otra sin asirse a ninguna de ellas con fuerza suficiente. La imagen del Duque se le apareció, y las llamas a su alrededor.

Tal vez también hubo una biblioteca en el castillo. Pero de todo ello, solo quedaba ceniza ya. Igual que de Ocatvius…

- Madre, puedo ayudar a Jeanne? Ya he memorizado las piezas en el tablero – volvió a dejar salir una arrogancia inocente y cansada.

Jeanne seguía con su idea. Meghan dijo que la ayudaría, fuera Arthur o no, pero ahora que él también lo hacía, tenía más motivos.

-Disculpen que no les ayude a buscar información- les dijo a aquellos que se quedaban- pero la idea de Jeanne me intriga bastante. Si descubre algo importante, quiero verlo con mis propios ojos.

Yo también les acompaño, si no les importa. He pasado ya muchas horas en esta biblioteca y me gustaría visitar aquel salón de baile del que sólo tengo vagos recuerdos de mi niñez.

Quizá otros ojos que no hayan rebuscado tanto entre estos libros encuentren las cosas que a otros se nos han pasado por alto estos días.

Viendo que todo el mundo se estaba marchando al salón de baile y que su madre estaba bien acompañada, decidió seguir un rato más indagando en los libros que parecían más antiguos, ya que suponía que en ellos encontraría referencias más cercanas a la construcción de la mansión y tal vez de las propias catacumbas.

Miró a su padre, que no había abierto la boca desde que llegaron enfrascado en su propia búsqueda. Si, había conseguido sobrevivir a ¿la casa? le costaba un poco manejar aquel concepto, pero le habían quedado secuelas, eso era evidente, y no quiso importunarle.

Por otro lado estaba Rhona, que se había convertido en su inseparable compañera de aventuras en aquella mansión de pesadilla, realmente deseaba que la chica estuviese a salvo, por lo que, entre tomo y tomo echaba un vistazo a ver que hacía o donde estaba.

Rhona observó en silencio como, después de haber querido investigar en la biblioteca, en esos momentos a todo el mundo le había dado por acudir al Salón de Baile. 

—Espero que encuentren algo en el Salón.

Fue lo único que dijo mientras veía como iban saliendo de la biblioteca y, encogiéndose de hombros, siguió mirando entre las estanterías algún libro que por su título, le llamara lo suficiente la atención para intentar encontrar en él información sobre algún clan escocés o cualquier habitante anterior, no sólo de la casa sino también de toda la zona.

Sonrió encantada para sus adentros al comprobar que Harold, a pesar de haber mostrado su interés en ir al Salón de Baile junto a su madre, al final se quedaba en la biblioteca junto a ella. Aunque no hubiera cruce de palabras entre ellos, Rhona se encontraba muy a gusto y protegida al lado del joven y, a medida que las horas iban pasando, más interesada estaba en el joven, tan distinto a los que ella conocía que sólo eran una panda de brutos descerebrados con los que no se podía mantener una buena conversación o un poco de sensibilidad.

—Necesitamos un golpe de suerte. Hay tantos libros en estas estanterías...

Se quedó unos instantes embobada mirando a su alrededor, intentando descubrir no sólo un libro sino cualquier detalle de aquella estancia que le llamara la atención. Desde que se había dado cuenta de la cantidad de detalles y secretos que se escondían en aquella casa, cualquier nimiedad podría resultar interesante e importante.

Absorto en sus pensamientos sombríos, y en realidad más preocupado por su propio papel en sus sueños que por lo que estos pudiesen significar, a Piers se le pasó por alto la mirada de Jeanne, y solo fue vagamente consciente de la discusión acerca del ajedrez que siguió.

Conocía las reglas, claro. Las había aprendido de niño. Pero era una actividad que nunca le había llamado. Podía respetar la estrategia que conllevaba, ese cierto componente matemático y preciso que se le intuía. Pero siempre había carecido de la paciencia necesaria para ser un jugador. El creía en la acción y la improvisación, no en pensar media hora cada maldita cosa.

Sí que anotó mentalmente, empero, lo que dijo Rhona acerca de que parecía haber maniquíes en la sala representandoles a ellos mismos. Esto era algo que planteaba preguntas, y quizás otra cosa que sonsacar al servicio. Alguien tenía que haberlos preparado y puesto allí.

Perdido en sus pensamientos una vez más, no advirtió como un grupo numeroso ya se disponía a ir hacia el salón de baile. Se dirigió a su mujer.
Disculpa, Jeanne... tenía la cabeza en otras cosas. Parece que ya hay un grupo grande que te echará una mano en el salón. Demasiados cocineros estropean el guiso, como dicen en mi tierra. Creó que intentaré dar con algo aquí, entre los libros de historia.

Iba a añadir, "ten cuidado", pero se dio cuenta de que al menos el servicio no les memoria en algo: nunca había pasado nada de día. Ser preguntaba por qué.

No importaba. Si no empezaba a haber respuestas, muchas cosas iban a dejar de importar. Piers empezó a buscar entre las estanterías, buscando libros de historia militar, o simplemente de historia. Quería averiguar lo que había ocurrido cuando este lugar era Mothcry. Quienes lo habían regentado, qué batallas habían tenido lugar en el. Especialmente, si había habido alguna que involucrase un ejército escocés. De donde venían, de que clanes procedían, quien los lideraba. Tenía la sospecha de que Green Arrow de alguna manera se había erigido como una damnatio memoriae, como un intento de sepultar para siempre la memoria de Motchry y su señor, de armadura negra y cuerno pavoroso. Y quería saber por qué, y cómo se había hecho.

- No puede ser una coincidencia- Exclamó Harold. ¿Estás seguro que es él, padre? 

Piers da vueltas por la biblioteca en torno a todos esos libros que han ido recopilando después de un día entero de investigación mientras repasa todo lo que saben:

- El mismo hombre de mi sueño. El que sobrevivió. El que juró venganza. Y ahora también podemos confirmar por esos escudos que es el mismo que yace bajo los cimientos de Green Arrow. 

Rhona acariciaba aquella ilustración con aquel nombre: 

- Alistair McLea... ese es el nombre. Y estoy seguro que todos nosotros tomamos como apellido su nombre. 

La historia que habían recopilado podía resumirse en que varios clanes escoceses intentaron asaltar el Castillo de Mothcry fracasando y siendo barridos y casi exterminados hasta que años después, Alistair McLea logró matar al Conde Sangriento y establecerse en su castillo durante casi doscientos años... Cuando el castillo ardió todo el clan Alistair falleció y la propia corona británica intervino para que ningún otro escocés volviera a reclamar un territorio inglés. La mansión Green Arrow debía ser puramente inglés y por eso llegaron allí Los Knight, al parecer descendientes de alguna rama heráldica inglesa. 

Pero hay otro hecho que les llama la atención... durante los siguientes cincuenta años aparece momentáneamente el apellido Alistair... en los miembros de la servidumbre de la época. ¿Volverían los Alistair a la ahora ya llamada mansión como criados? ¿Cómo es posible que quedara algún descendiente tras el incendio? Sea como sea, durante los cien o doscientos años siguientes se alternan muchos señores y muchos criados en Green Arrow... como si la mortalidad se cebara con todos y cada uno de sus habitantes. 

Ni siquiera sabía la hora que era, tan enfrascada se encontraba mirando y remirando los libros de la biblioteca que el tiempo parecía pasar demasiado rápido. O quizás simplemente era el hecho de que, a medida que las horas se sucedían, la noche se acercaba cada vez más y eso sólo podía significar una nueva tragedia, y basta que quisiera que ese momento no llegara para que lo hiciera con mayor rapidez.

Entre los tres habían conseguido sacar información muy interesante y, por lo menos para Rhona, muy sorprendente. Tal y como había pensado sí había existido un clan, o más bien varios, asentados por la zona centrados en acabar con el temido conde. Y había sido precisamente alguien llamado Alistair, del clan McLea, el que había conseguido matarlo... o por lo menos eso parecía.

—Me da la impresión de que, tanto el mismo Alistair como todos sus descendientes, tenían una unión con este lugar. Ni siquiera cuando la corona puso la mansión en manos inglesas —no pudo evitar cierto deje desdeñoso— abandonaron el lugar. Pero ¿por qué? ¿Qué temían? No creo que fuera un simple tema de tierras o posesiones arrebatadas, más bien... —Dudaba en decir lo que se le había cruzado por la cabeza, temiendo que la tomaran por una loca—. ¿Podrían haber temido que el conde volviera de su tumba para vengarse? ¿Serían los guardianes de este lugar? Sabían que vivir en esta mansión sólo les traería desgracias y la muerte, como nos está sucediendo a nosotros ahora. —Rhona sabía que no estaba siendo clara, le costaba hilar con cierto sentido todos los pensamientos que bullían en su cabeza—. ¿Por qué nuestro destino está marcado a esta casa o a lo sucedido aquí?

Abandonó el libro abierto por la página con la ilustración de Alistair McLea que había estado acariciando de manera inconsciente, para acercarse a otros libros que se encontraban encima de una mesa.

—En doscientos años el castillo se mantuvo en pie, ¿cómo ardería? ¿Se sabe la manera exacta en la que Alistair mató al conde?

Preguntas que en lugar de contestaciones sólo llevaban a más preguntas. Cuestiones que Rhona realizaba en voz alta para ser escuchadas por padre e hijo pero también dirigidas sólo a ella. Tantas preguntas que quemaban su boca y tan poco tiempo...

La cabeza de Harold daba vueltas con la cantidad de información que manejaba. Intentaba atar todos los cabos sueltos que se le ocurrían, ligando el sueño de su padre, los textos encontrados y la propia experiencia vivida para trazar una especie de esquema mental en el que ubicarse.

-Por lo que sabemos hasta ahora en un principio los terrenos que en los que ahora descansa la mansión estaban ocupados por el castillo del Conde de Mothcry, el cual, por lo que pudiste ver en tu sueño- dijo mirando a su padre. No sabía si la palabra “ver” era la más acertada, pero no encontraba otra manera de expresarlo -tenía un poder terrible, algo que no podía ser de este mundo. Tal vez tenga algo que ver con el culto practicado en las catacumbas…-.

-Por otro lado, aquellos clanes escoceses le combatieron en varias ocasiones, probablemente por temor o para prevenir ese extraño poder que poseía, hasta que Alistair McLea acabó con él y ocupó el castillo durante doscientos años hasta que ardió acabando con todos los Alistair, o al menos eso parecía, pues a la vista está- ahora miraba a Rhona -que no es así. ¿Sería una manifestación del Conde? Si además tenemos en cuenta que durante toda la historia de Green Arrow ese apellido ha estado ligado a la mansión… Tal vez no fuese casualidad que el bisabuelo fuese en busca de una descendiente del clan para formar una nueva familia que heredase la propiedad. Empiezo a sospechar que, aunque muchos no estarán de acuerdo, que los auténticos dueños de Green Arrow son los Alistair, y no los Knight…-.

Por parte de padre su abuelo era danés y tanto su madre como el resto de su familia era francesa, por lo que nunca se había sentido especialmente Knight o inglés, pero sabía que varios miembros de su familia llevaban su nacionalidad y su apellido hasta el límite y no sabrían encajar aquella información.

Piers se frotó el montón, pensativo. Todo empezaba a tomar una forma, y al menos parecía que estaban empezando a hilar piezas de una historia. El problema es que sólo era eso, historia. Sabían más de lo que había ocurrido, pero eso no les acercaba a saber qué hacer ellos mismos.

También confirmaba otra cosa que le estaba costando más digerir, y que contribuía a su mutismo. Eso quería decir que lo que había sentido durante su sueño era real. Todas las sensaciones, todos los sonidos, toda la emoción violenta que sintió, todo el terror... habían sido reales. No era una simple historia que hubiese urdido su mente. Había soñado con cosas que habían pasado aquí. Cosas que no podía saber.

Si él lo había hecho, y lo que había soñado era cierto... ¿entonces Conrad y Octavius también habían soñado con cosas reales?
¿Los que desaparecieron habrían tenido sueños iguales? Mientras luchaba espada en mano, había sentido la furia auténtica del combate, las alas que le da a tu brazo el saber que en cualquier momento puedes morir. ¿Podría haber muerto realmente?¿Habría soñado Molv también cuando murió? ¿Y el resto de Knight y el Alistair?

Había decidido buscar información de su sueño sin creer realmente el él. Frustrado por la falta de pistas, y no teniendo nada mejor en que emplear su energía, ninguna dirección en la que investigar. Y ahora, los resultados que arrojaba la investigación le echaban esto en la cara.

Él era ante todo un hombre de su tiempo. Práctico y racional. Pero, ¿cómo encajaban la racionalidad y la practicidad algo como ésto?

¿Realmente se enfrentaban a algo más que a una conspiración y a asesinos de carne y hueso?

Sinceramente, después de estas tres últimas noches, me preocupa poco quién sea dueño de este condenado lugar. El que lo quiera, que se quede con él y sus fantasmas, y que le aprovechen. Lo que parece que está claro es que en los sueños de los que los hemos tenido empieza a haber una cronología... Arthur soñó con un incendio que devastaba un castillo. Yo soñé con ese castillo en un momento de su historia, y hemos encontrado trazas de dicho castillo en las catacumbas. Todo está ligado siempre a lo mismo, la época de Mothcry y esa figura de armadura, ese conde. Todo lo que investigamos acaba apuntándole a él. Lo que me extraña es que, si realmente algo como esto llevara siglos sucediendo, como dijo el abuelo o la Tata, Green Arrow siga en pie. Todos sabemos que, en tiempos menos civilizados, los lugares en que han acaecido grandes horrores se convertían en calderos de supersticiones y acababan abandonados, cuando no asaltados por una turba y ardiendo hasta los cimientos. Me pregunto cómo es qué eso no sucedió. Por qué simplemente no se abandonaron las ruinas de Mothcry después de que se quemase, o por qué los descendientes de Alistair Mac Lea volvieron a sabiendas de lo que había aquí... ¿es posible que esto que está pasando no siempre ocurriese? ¿Que ese tal Mac Lea realmente hubiese conseguido mantener la... maldición- todavía le costaba usar esa palabra- latente?

Tengo que pedirle después a Elizabeth papel y algo para escribir. Deberíamos empezar a dejar notas en la información que encontremos, para que sea más fácil a todos acceder a ella... o por si alguien que la conociera muriese antes de poder transmitirla. No tiene sentido actuar como si eso no pudiera ocurrir, a la vista está que puede. Y parece que esto- dice dando un par de toques con el dedo al retrato de Alistair Mac Lea -es importante.

Los tres se pusieron a escribir lo que habían descubierto, arrancaron la página del retrato de Alistair Mac Lea y dejaron todo junto en -------*

Mientras lo hacían y divagaban recordaron una última cosa: 

- Arthur dijo que el tal William, el niño que volvió a invocar al Conde Sangriento para salvar a su hermano, salió corriendo de las celdas. El fuego fue para arriba y acabó con todos los habitantes del Castillo... ¿pero y si el niño pudo salir...? 

- ¡Era un Alistair! - exclamó Rhona. - ¿No os acordáis que su hermano Octavius le dijo a mi primo Arthur que los dos tenían la misma enfermedad? ¿Podría ser hereditaria y una señal de que fue uno de nuestros antepasados? 

- Entonces...ese William pudo escapar y con el tiempo querer volver a la casa. ¿Por qué? ¿Para expiar sus pecados? ¿Para volver a enterrar lo que había despertado? 

Haciéndose preguntas los tres vuelven al Gran Comedor.