Partida Rol por web

Suelto la trampilla con cuidado (dejándola abierta, claro), tomo la linterna que me ofrece el Sr. Croswell y la introduzco lentamente en la oscuridad de la trampilla, con la esperanza de que sea capaz de disiparla.

Mientras aquella luz que parecía iluminar la oscuridad iba bajando lentamente mostrando los que parecían los primos escalones que conducían hacia abajo, los nervios se os ponían a flor de piel, y todos notásteis como vuestros pelos se ponían de punta ante el ruido de un viento fuerte que parecía provenir de abajo, un remolino de oscuridad pareció consumir aquella luz, que se apagó de manera momentánea. Un silencio sepulcral se hizo entonces, mientras todos intentábais vislumbrar entre aquella oscuridad.

En ese momento, mientras os asomábais intentando ver que había pasado con la linterna, un gran remolino de oscuridad pareció salir de aquella trampilla envolviendo al Kapitän y a el señor Kellemport, y los engulló haciéndoles caer por la trampilla hacia el sótano.

Los demás, quedáis anonadados por lo que acaba de ocurrir... Pero de una manera o de otra, el señor Kellemport y el Kapitän ya no están en la cocina.

Te encuentras confuso por lo que acaba de ocurrir... Intentas abrir los ojos pero no eres capaz de eso. Tu corazón se acelera, parece que estás vivo. De repente, tu cuerpo choca contra algo de madera, con una gran fuerza, aunque apenas eres capaz de sentir el dolor. Sientes que estás cayendo, aunque no sabrías determinar a cuanta altura.

Tu cuerpo o lo que queda de él, alcanza la planta baja, donde un suelo húmedo y de piedra parece recibirte, mientras tu corazón aún parece martillearte los oídos, y la tensión se manifiesta en tu respiración acelerada. Sientes miedo, mucho miedo.

La oscuridad parece envolverte entonces, inculcándote una incesante necesidad de salir de allí. No hay luz allí. Todo está completamente envuelto en una oscuridad que parece asifixiarte. Intentes moverte pero no puedes. Inesperadamente, empiezas a oír ruidos, pasos, susurros... Que aumentan más ese miedo indescriptible que casi parece sobrenatural. ¿Es todo esto tu imaginacion? ¿Estás muerto? El llanto de un bebé te sobresalta, ¿Eres tú ese bebé?Los incesantes ruidos de una melodía parecen ir ahogandose por aquella manifiesa oscuridad que te envuelve, y parece obligarte a cerrar los ojos. Intentas pensar con claridad, pero no puedes, sientes pánico, y un gran vacío, como si en realidad no estuvieras allí, como si ese niño, esa melodía y esas puertas, lo fueran todo. No hay nada allí abajo, ni un atisbo de luz o de existencia. Nada.

Te encuentras confuso por lo que acaba de ocurrir... Intentas abrir los ojos pero no eres capaz de eso. Tu corazón se acelera, parece que estás vivo. De repente, tu cuerpo choca contra algo de madera, con una gran fuerza, aunque apenas eres capaz de sentir el dolor. Sientes que estás cayendo, aunque no sabrías determinar a cuanta altura.

Tu cuerpo o lo que queda de él, alcanza la planta baja, donde un suelo húmedo y de piedra parece recibirte, mientras tu corazón aún parece martillearte los oídos, y la tensión se manifiesta en tu respiración acelerada. Sientes miedo, mucho miedo.

La oscuridad parece envolverte entonces, inculcándote una incesante necesidad de salir de allí. No hay luz allí. Todo está completamente envuelto en una oscuridad que parece asifixiarte. Intentes moverte pero no puedes. Inesperadamente, empiezas a oír ruidos, pasos, susurros... Que aumentan más ese miedo indescriptible que casi parece sobrenatural. ¿Es todo esto tu imaginacion? ¿Estás muerto? El llanto de un bebé te sobresalta, ¿Eres tú ese bebé?Los incesantes ruidos de una melodía parecen ir ahogandose por aquella manifiesa oscuridad que te envuelve, y parece obligarte a cerrar los ojos. Intentas pensar con claridad, pero no puedes, sientes pánico, y un gran vacío, como si en realidad no estuvieras allí, como si ese niño, esa melodía y esas puertas, lo fueran todo. No hay nada allí abajo, ni un atisbo de luz o de existencia. Nada.

Busco a tientas mi pistola en la oscuridad. La tenía en la mano cuando caí.

-Ha... Hallo?? -grito, con voz temblorosa- ¿Pueden oirme?

De pronto pienso que tal vez no haya sido una buena idea gritar, aquí abajo podría haber otros oídos.

Notas como tu voz parece ahogarse nada más salir de tu boca, intentas mover tus manos pero tienes que hacer grandes esfuerzos para moverte. Te parece ver un niño pequeño frente a ti, agarrando tu pistola, te hace un gesto en la boca para que guardes silencio, y desparece envolviéndose en la oscuridad.

Busqué rápidamente entre mis bolsillos la linterna. No estaba muy seguro de qué había ocurrido, quizá en la caída me hubiera golpeado la cabeza y estuviera viendo y oyendo cosas raras.

Palpé un poco el suelo a mi alrededor antes de seguir moviéndome a ciegas buscando también desesperadamente la linterna.

Entonces recordé que tenía un encendedor, respiré más calmadamente y continué buscando un poco más. Si no encontraba la linterna al menos dispondría de una fuente de luz.

Grité a mis compañeros de arriba, tenían que saber que me encontraba bien:

- ¡Chicos! Tranquilos, me encuentro bien. ¡Pero por aquí abajo no se ve nada! -

Notas como tu voz parece ahogarse nada más salir de tu boca, intentas mover tus manos pero tienes que hacer grandes esfuerzos para moverte. Te parece ver un niño pequeño frente a ti, agarrando tu lintera, te hace un gesto en la boca para que guardes silencio, y desparece envolviéndose en la oscuridad.

Vuelvo a intentar gritar a mis compañeros:

- ¡Estoy bien! ¡Pero hay un crío muy raro aquí abajo! ¡Tiene mi linterna! -

Saqué el encendedor y traté de obtener algo de luz. Mis movimientos eran cada vez más lentos. No entendía muy bien lo que ocurría... ¿sería el golpe?

Intenté ver algo de lo que había cerca mío, algo con lo que orientarme. Miré hacia arriba esperando encontrar la luz que me indicara dónde estaba la trampilla por la que había caído. 

Al volver a hablar notas como unos tentáculo de oscuridad, parecen apresarte con más fuerza, algo te impide respirar, tus ojos parecen temblar, y aquella oscuridad se hace más profunda, la presión en tus brazos y en el cuello, te impiden siquiera moverte. Te estás ahogando.

Inmediatamente me callo. ¿Sería el niño una advertencia?

Todo es sumamente extraño. Intento relajarme y quedarme quieto, quizá esos tentáculos sean como unas arenas movedizas y cuanta más fuerza haga peor... Trato de aguantar la respiración un rato para no agobiarme y luego procuro coger aire despacio y poco a poco.

Confío en que alguno de mis compañeros pueda hacer algo pronto

¿Qué...? Abro y cierro los ojos, incrédula. ¡Capitán, señor Kellemport! Grito, no muy segura de si me podrán oír. 

La trampilla se encuentra abierta en el suelo. En la cocina estáis Sally, el cura y Peter Crosswell que os mira sin saber muy bien que hacer.

- ¿Estarán abajo? - Dice claramente asustado con un hilillo de voz.

De... Deberían. Balbuceo. ¿Están bien? ¿Se han hecho daño? Quizá deberíamos llamar a una ambulancia, me digo. A lo mejor se han tropezado y caído. Y el remolino no era más que polvo levantado. 

Sí, seguro que había sido eso. 

¡Nos oís? 

Peter balbucea un poco nervioso como si fuera un niño... sabe que ninguna ambulancia puede llegar hasta allí a estas horas. Se quedaría en la nieve.

¿No... no deberíamos bajar? ¿Y si... y si no están ahí abajo? - Dice asustado.

- Virgen santísima... - balbucea el padre Kintana tras lo ocurrido mientras extrae un rosario de la sotana y empieza a manosearlo al tiempo que susurra extrañas plegarias. 

- No me parece buena idea bajar ahí abajo... no se escucha nada, ¿verdad? - El padre Kintana se acerca a la cavidad para tratar de escuchar algo. Si no se escuchan los gritos de socorro de sus compañeros u algun otro ruido, el padre kintana deja caer un baso o una taza por la trampilla para saber altura que tiene la estancia hacia abajo.

¿Y si están heridos? Podrían haberse caído o... algo. No podemos simplemente quedarnos aquí esperando. Suspiro hondo, dejo mi abrigo y mi sombrero a un lado y añado. Voy a bajar. ¡Señor Kellemport, Capitán, si pueden oírnos, ya vamos!