Partida Rol por web

El capitán no tenía mucho dinero para malgastar tomando algo en el pub, así que decidió dar una vuelta a la manzana para inspeccionar el local y luego seguir paseando un rato más por el pueblo, para no enfriarse. Ya entraría cuando quedaran diez minutos.

Cuando llegas a Devenham, descubres que el pueblo es un lugar bastante entrañable, y típico, no es demasiado grande pero tiene un aspecto agradable a los ojos. Es pleno invierno, y moverte por la nieve te dificultad un poco el camino, pero aun así, te das unas cuantas vueltas por sus calles para ir situándote y conociendo los sitios, en busca del local.

Finalmente, entras en una calle, y ves al fondo un cartel verde en la entrada con un claro aspecto de Irish Pub, indica el nombre del lugar "Grey Pilgrim". Llegas entorno a las 17:30, con mucho tiempo de antelación.

Más por costumbre que por percibir algo extraño, paso por delante del pub con aire casual y doblo la esquina.

(Ver nota)

Tras cerciorarme de si hay (o no) otras posibles salidas, me paro, enciendo otro cigarrillo, y me dirijo hacia la entrada del pub. Espero que me dé tiempo a tomarme una cerveza en lo que llega el señor Ulrich.

Miras en la calle, buscando algun coche para tomar nota mental, pero no hay muchos coches aparcados. La mayoría están junto a las casas, pero ninguno cercano al bar como para llamar tu atención¹

Das una vuelta a la manzana aunque no te parece ver ninguna salida trasera. Echas una ultima ojeada, y finalmente entras dentro del local una vez estás seguro. 

Una vez cruzas la puerta de entrada, encuentras un local un poco distinto de como lo imaginabas, no había ningún borracho por ahí, aunque si algunas personas en unas mesas. El bar era casi al completo de madera, las luces eran más bien tenues, y nada más entrar podías ver a la derecha una Harley puesta en exposición junto con alguna guitarra y algún instrumento que ya debían de ser considerados antigüedades y valer una fortuna.

Todo el bar esta decorado con este tipo detalles, los cuadros en su mayoría son fotos de principios de siglo o carteles publicitarios de hace tiempo, algunos de la primera guerra mundial o de algunos sucesos importantes en la historia de América. Junto a la barra (que se extiende a lo largo junto a ti a la derecha) hay un reloj similar al de las estaciones de tren, y varios discos de vinilo junto a un tocador. También hay algunas piezas de cerámica, y un hombre fuerte con un espeso bigote color negro, que parece ser el camarero, limpia una jarra de cerveza con entusiasmo, en cuanto te mira alza una sonrisa, deja la jarra en la barra, y deja el paño con ligereza sobre su hombro.

- Hola, caballero, ¿Puedo ayudarte? - Parece sorprendente que un hombre tan grande pueda hablar con tal dulzura.

Me siento en la barra y echo un rápido vistazo a la decoración del local *

Giro la vista al camarero: Buenas tardes, una cerveza, por favor. ¿Podría indicarme si ha llegado ya el señor Ulrich? Tenía previsto encontrarme con él aquí.

Le doy otra calada al cigarro y espero mi cerveza...

Echas una ojeada al bar. Tienes la barra a tu derecha, y a tu izquierda hay varias mesitas desperdigadas de madera, hay muy poca gente, pero si se encuentran algunas personas hablando, ninguno parece de fuera de la zona y cuando te paras a escuchar sus conversaciones notas que no tienen ningún interés para ti, vanalidades en su mayor parte. Al fondo hay un pequeño escenario con un piano algo anticuado, justo a la derecha de este parece abrirse un pasillo con lo que supones serán más mesas. 

El camarero te pone con toda agilidad una cerveza. 

- No sé si preferirá que se la lleve a la mesa. Tenemos una mesa reservada para el señor Ulrich, pero aún no ha llegado. Si quieres la acompaño. - Dice haciendo un gesto hacia el pasillo. - Hay una señorita esperando, le he dicho que ahora le llevaba el periódico, llegan ambos bastante pronto. 

Oh, ¡claro, claro!. No se preocupe, ya le llevo yo el periódico a la señorita. Por cierto, si me permite la pregunta... ¿Conoce usted en persona al señor Ulrich? digo mientras agarro la cerveza con una mano, y el periódico con la otra.

- Pues... no, o al menos no me suena. ¿Todos preguntais lo mismo? Es que... la señorita me hizo la misma pregunta... que extraño.  - Y entonces sigue a lo suyo. 

Te encaminas hacia el lugar que te ha señalado el hombre. 

Estás tranquilamente esperando, un poco cansada pues parece que al hombre le debe estar costando traer el periódico. Miras un poco hacia todos lados esperando a que pase el tiempo. Miras el reloj... Van 10 minutos. Entonces, cuando ya empezabas a cansarte de esperar, ves a un hombre girar la esquina, se dirige hacia ti con un periódico en mano y una cerveza. 

Apago el cigarrillo, recojo la cerveza y el periódico, y pensativo me dirijo hacia la mesa reservada por nuestro misterioso anfitrión. Me pregunto quién será la señorita que le espera desde antes incluso de que yo llegara...

Distraídamente le echo un vistazo a los titulares del día en el periódico por si viera algo que me llamara la atención.

Distraídamente entra un hombre de unos 30 años, de complexión delgada-atlética, pelo castaño y ojos negros.

Lleva una barba de varios días, que hace que una fina película de pelo le recubra la cara.

Viste una gabardina larga y un sombrero cubre su cabeza haciendo que su rostro quede ligeramente oscurecido.

Es un hombre alto, que parece ligeramente inclinado cuando llega a la mesa. Deposito la cerveza en la mesa y me presento:

Buenas tardes señorita. Me llamo Kellemport, John Kellemport. Creo que ambos hemos quedado aquí con el señor Ulrich. Me inclino para besarle la mano. Ah, antes de que se me olvide, aquí tiene su periódico. ¿Le importa que le haga compañía en lo que esperamos a nuestro anfitrión?

Encantada, soy la señora Terman, sonrío mientras tomo el periódico. Por favor, tome asiento, señalo una de las sillas vacías y me giro ligeramente hacia él.

Soy una guapa mujer en la veintena, con un corto cabello castaño ondulado. Tengo unos ojos grandes y negros, una sonrisa encantadora y una tez muy pálida (acentuada por el carmín). Voy vestida con una blusa color caqui ligeramente holgada y una falda larga de franela. Encima de una silla cercana he dejado apoyados un chaquetón y un pequeño bolso. 

Y bueno, ¿a qué se dedica usted, señor Kellemport? Si no es indiscrección, por supuesto.

Me quito el sombrero y lo apoyo en la mesa mientras tomo asiento despacio y con movimientos calculados (se puede notar una leve cojera):

Soy investigador privado. Estoy aquí por el anuncio del señor Ulrich en el periódico. Pero realmente no tengo mucha idea de qué puede tratarse. Quizá usted pueda arrojar algo más de luz a todo este asunto.

Doy un trago a la cerveza... ¿Para qué agencia trabaja usted?

- ¿Para qué...? sonrío de manera nerviosa, la verdad es que no trabajo para ninguna agencia. Yo... no trabajo. Y, en cuanto al tema, pues la verdad es que me encuentro como usted. Aunque  creo que será algo emocionante, ¿usted no?

Echo un vistazo rápido a los titulares del periódico. ¿Así que es usted investigador privado? ¿Cómo es?

Disculpe, no quería importunarla con lo de la agencia. Supuse erróneamente que venía aquí representando a alguien.

Saco otro cigarro de la cajetilla y le tiendo uno a la señorita Termann. ¿Fuma usted?

Respecto a mi trabajo... depende de la temporada: a veces interesante, a veces aburrido. Últimamente no hay muchos casos interesantes y éste parecía serlo. Me pregunto cuánta gente se habrá interesado por el caso.

Faltan entorno a unos 5 o 10 minutos, así que te dispones a entrar. 

Una vez cruzas la puerta de entrada, encuentras un local un poco distinto de como lo imaginabas, no había ningún borracho por ahí, aunque si algunas personas en unas mesas. El bar era casi al completo de madera, las luces eran más bien tenues, y nada más entrar podías ver a la derecha una Harley puesta en exposición junto con alguna guitarra y algún instrumento que ya debían de ser considerados antigüedades y valer una fortuna.

Todo el bar esta decorado con este tipo detalles, los cuadros en su mayoría son fotos de principios de siglo o carteles publicitarios de hace tiempo, algunos de la primera guerra mundial o de algunos sucesos importantes en la historia de América. Junto a la barra (que se extiende a lo largo junto a ti a la derecha) hay un reloj similar al de las estaciones de tren, y varios discos de vinilo junto a un tocador. También hay algunas piezas de cerámica, y un hombre fuerte con un espeso bigote color negro, que parece ser el camarero, limpia una jarra de cerveza con entusiasmo, en cuanto te mira alza una sonrisa, deja la jarra en la barra, y deja el paño con ligereza sobre su hombro.

- Hola, caballero, ¿Puedo ayudarte? 

-Buenas tarrdes, señor. Había acordado reunirme aquí con varias personas a las seis en punto. ¿Sabe si han llegado ya?

- Pues... Algunos ya han llegado. Pero aún están esperando a gente, creo. Está por ahí. - El hombre te señala hacia el fondo de la sala a  la derecha. 

Al fondo hay un escenario con un piano bien cuidado y bastate antiguo, intuyes que a la derecha continuaran las mesas. 

-Grasias -respondió el capitán, y se encaminó en la dirección que le había indicado el barman.

Mientras caminaba por el establecimiento, miró a su alrededor para ver qué estaban bebiendo los parroquianos, con la esperanza de no haberse metido en un establecimiento donde sirvieran alcohol.

No, muchas gracias. No fumo. Hago un pequeño gesto de negación con la mano. Según tengo entendido, usted, yo y un tercer caballero. Por supuesto, podríamos ser más. Sonrío tranquilamente. ¿Y qué es lo que le ha llamado más la atención? Parecía que había algo... oculto.