Partida Rol por web

En el mismo instante que acaba de decir su frase el capitán, veis como otro hombre gira la esquina y se dirige hacia vuestra mesa, los tres individuos allí sentados se giran hacia el hombre en cuestión, intrigados. 

John es un hombre de unos 30 años, de complexión delgada-atlética, pelo castaño y ojos negros. Lleva una barba de varios días, que hace que una fina película de pelo le recubra la cara.

Lleva una gabardina larga. Junto a él encima de la mesa reposa un sombrero de ala ancha, y al lado una cerveza casi acabada.

John está dando unas últimas caladas al cigarro cuando levanta la mirada para observar al nuevo visitante...

Un hombre de algo más de cuarenta años, con pelo y barba canosos y ojos azules, observó al recién llegado desde una mesa mientras le daba una larga calada a un cigarrillo.

Tenía un rostro serio y hombros anchos, y vestía un traje elegante, pero algo viejo y pasado de moda.

- ¿Es usted el señor Ulrich? pregunta una mujer guapa, una mujer joven y guapa, de unos 20 años. Tengo el cabello castaño, corto y ondulado. Los ojos son negros y la tez pálida. Visto de manera simple pero elegante, con una blusa caqui y una falda larga. Estoy bebiendo café en taza. He dejado mi chaquetón y mi bolso en una silla cercana.

Con paso firme me dirijo hacia la mesa donde hay tres personas sentadas, me paro ante ellos y respondo a la mujer.

-Hola, no, no soy Ulrich, me llamo Ryan y me han citado a mi también aquí con el señor Ulrich.

Acto seguido retiro una silla y me siento en la mesa con los demás -Con vuestro permiso...

Ambos os dirigis hacia el fondo de la sala y girais a la derecha. Allí hay cuatro personas sentadas alrededor de una mesa, tres hombres y una mujer. 

Tu acompañante te hace un gesto para que tomes asiento, mientras coge acerca una silla para incluirse en la mesa. 

- Caballeros - Dice inclinando la cabeza. - Mi señora - Dice con otra inclinación, - creo que todos me estabais esperando, habéis llegado con antelación. Mi nombre es Simon Ulrich. Es un placer conocerles y que se hayan reunido aquí conmigo hoy, no soy capaz de ubicaros por nuestra conversación por teléfono, asi que si pudieran indicarme de nuevo sus nombres sería de gran ayuda. 

Mientras dice esto, el hombre que tenéis delante, bien vestido, con gafas, de unos 40 y algo años, alto regordete, va dejando su inmensa gabardina y su sombrero en una mesa, junto con un pañuelo de seda algo femenino. Una vez termina de hablar, se sienta, con las mejillas completamente rojas. Le notais un poco nervioso, se sube las gafas mirandos con atención, os dais cuenta de que en general, una persona tan grande vestida de manera tan pomposa... es un tanto ridícula, se os antoja ligeramente angustiado. 

Encantado de conocerle en persona... al fin, señor Ulrich. Digo mientras inclino ligeramente la cabeza a modo de saludo. Soy John Kellemport.

Apago los restos del cigarrillo en el cenicero y espero educadamente a que mis compañeros se presenten. Mis ojos van pasando disimuladamente por los distintos complementos del señor Ulrich, intentando fijarme en si lleva algún tipo de alianza, si a pesar de ser voluminoso parece algo en forma, si parece que trabaje con las manos o no (si las tiene bien cuidadas o llenas de callos). Me fijo también en el tipo de sombrero, por si no fuera un sombrero típico y perteneciera a alguna profesión; y sobretodo presto atención al pañuelo: quiero ver si hay alguna inicial grabada en él. Se me antoja extraño que alguien así sea tan pomposo.

Realmente estoy intrigado por el caso que pueda presentarnos el señor Ulrich.

Te es difícil fijarte en el pañuelo ya que está lejos de ti, el sombrero no sabrías decir a que profesión suele atribuirse... Quizá médico, aunque es complejo de identificar. No muestra alianza, y sus manos están impolutas, aunque son algo peludas, parece un hombre con mucho vello. 

Encantada de conocerle, señor Ulrich. Yo soy la señora Terman.

El hombre delibera un segundo sobre si debería besarte la mano o algo así, y asiente con la cabeza (como dándose por enterado). Luego mira a los demás, a la espera de sus nombres. 

Todo aquello empezaba a resultar realmente extraño, intrigante. Como ya me había presentado al señor Ulrich hacía un par de minutos permanecí sentado y con el semblante serio, en espera de que fuese él quien tomase la iniciativa, me presentase tal vez, a los demás, y me aclarase por qué había requerido mi presencia en aquel lugar y con aquellas personas.

A pesar de no entender nada, hay veces en que los caminos del señor son inexcrutables, así que consulté mi reloj, comprovando que aún quedaban 2 horas para que partiese mi tren hacia Boston y esperé intigrado al desenlace de los acontecimientos

El hombre barbudo apagó su cigarrillo.

-Un plaserr, Señor Ulrich -dijo con una leve sonrisa- Yo soy el Capi... bueno, el Señor Konrad von Helmholtz.

Miró al hombre que había llegado con Ulrich con expresión interrogativa.

Oh, no se preocupe. Este es el señor... Garibay Kintana, su profesión creo que no es necesario indicarla. Le he encontrado hace unos minutos por la calle, y he creído que podría ser útil para la investigación, si es que acepta la oferta, claro. 

Buenas tardes, encantada de conocerle.

-Encantado, Vater Kintana.

Buenas tardes padre.

El Padre Garibay, sin quitarse los guantes de cuero negros, estrecha la mano a todos los hombres presentes - El gusto es mío. - después se gira hacia la mujer y con una leve inclinación de cabeza en señal de consideración añade: - Señora...

Ya más relajado se sienta de nuevo al tiempo que se quita los guantes con calma,pues tiene la intención de tomar algo en ese bar mientras conversan. - A decir verdad compagino mi labor pastoral y docente con la investigación. Aunque..... digamos que investigo asuntos que tal vez no encajen con lo que usted demanda, señor Ulrich, y como sabe, mi tren parte dentro de dos horas, no sé como podría serle de ayuda.

Bueno, ahora les explicaré el caso... Creo, padre, que podría usted ayudarme, pero ahora en cuanto se lo explique decidirá usted mismo. El caso que nos trae aquí es un asunto de poca importancia, aunque me gustaría que quedara entre nosotros, no querría darle mala prensa al hombre que represento. - Alza las cejas, como esperando una confirmación, y continúa hablando despacio.

Tengo un buen amigo, llamado Peter Crosswell, que hace poco ha sido víctima de unos inquietantes acontecimientos, y ése es el motivo de que me haya presentado aquí en su nombre. Todo comenzó con la muerte de un pariente cercano. Como resultado de este fallecimiento, él heredó la casa Crosswell, a la que se ha mudado desde Nueva Jersey, y ahora está forjándose una nueva vida. Es huérfano, lo que podría explicar hasta cierto punto su temperamento independiente, y su conducta antisocial. Yo era íntimo amigo de su tía, recientemente fallecida, y creo que tengo la obligación de defender los intereses de Peter. No tiene otra familia. - En ese momento, mira hacia abajo un segundo, y el hombre con un aspecto bonachón, parece verdaderamente angustiado y preocupado por el chico. 

Bueno... El caso... Es que hace poco, Peter me confesó que cree que la casa Crosswell está encantada. Estos delirios comenzaron cerca de una semana, pero hasta ahora no he podido convencerle de que buscara ayuda profesional. Esperamos encontrar una explicación para estos supuestos hechos sobrenaturales tan molestos. Confieso que no he tenido la oportunidad de pasar allí la noche en persona. Sin embargo, soy muy realista, y en mi opinión, esto no es más que el producto de una mente fatigada. 

En cualquier caso, me gustaría que investigaran para ver qué pueden descubrir. Creo padre, que podría ser usted de gran ayuda, porque quizá Peter se sienta más tranquilo si usted también estuviera en la investigación. Es bien sabido, que hoy en día, los clérigos tienen dones de exorcismo y que pueden alejar el mal de una casa. 

Y bien... ¿Les interesaría el caso?

Después de las presentaciones, presto atención a las explicaciones del Señor Ulrich, cuando termina, observo a las demás personas y espero a ver su reacción.

¿Encantada?.. Yo no creo en esas cosas... Sera alguna alimaña o cualquier otra cosa... Aunque la verdad me llama la atención de lo que pueda estar pasando en esa casa… ¿Cuánto pagara ese Peter?...

Bien señor Ulrich, lentamente pero con la eficiencia que dan los años de práctica, saco un bloc de notas y un bolígrafo de mi gabardina. Y me dispongo a anotar.

Lo primero le garantizo por mi parte absoluta confidencialidad y profesionalidad. Ya sabe cómo va esto. Le doy un ligero sorbo a la cerveza para aclararme y continúo: Yo acepto el caso, pero hay varias cosas que me gustaría que me aclarara primero. ¿Que pariente cercano al señor Crosswell murio? ¿Un hermano, padre, madre? ¿Hace cuánto exactamente, y bajo que circunstancias?

¿Por qué dice que el señor Crosswell tiene un temperamento independiente, y una conducta antisocial? ¿No tiene amigos aparte de usted? ¿Tiene algún tipo de problemas?

La retahíla de preguntas de John no tenía la intención de agobiar al señor Ulrich, pero eran demasiados interrogantes a contestar. Dejó que Simon asimilara todo durante un breve instante antes de proseguir:

Se me ocurren muchas posibilidades para explicar lo sucedido sin que tenga que intervenir lo paranormal.

Lamento tener que preguntarle lo siguiente pero... debo saber si tiene constancia de que el señor Crosswell se esté medicando o tomando algún tipo de droga o sustancia estupefaciente.

También es posible que alguno de los vecinos no esté contento con el nuevo inquilino y esté tratando de asustarle para que se marche.

El caso es que me gustaría inspeccionar el lugar para poder hacerme una idea mejor, y me gustaría mantener una entrevista con el señor Crosswell.