Partida Rol por web

Es una típica noche de sábado en Broadway y los tres se encuentran en una exposición de arte la misma que busca recaudar fondos para el programa de artes plásticas de Columbia, la velada transcurría con normalidad mientras Roberto se encargaba de supervisar la cocina, Emily observaba las obras expuestas intentando avaluar las mismas.

Por su parte, Martina y su acompañante observaban una escultura bastante costosa que pensaban adquirir para decorar el lobby de la oficina principal de Valentines Corporation.

La velada transcurría con normalidad mientras el anfitrión invitaba a todos a pasar a un gran auditorio en el cual se subastarían las mejores piezas de la exhibición de esta noche. Sin embargo, a mitad de la subasta los tres pueden notar como la gran mayoría de invitados empiezan a caer en un profundo sopor, al tiempo que un peculiar polvo dorado flota en el aire.

Pese a que por norma general Roberto prefería cocinar de manera más personal, trabajar como chef para el catering de aquella subasta era un orgullo, ya no solo por el hecho de que a aquella subasta acudirían una buena cantidad de clientes potenciales a los que podría maravillar con sus platos, sino por ser una subasta para recoger fondos para futuros artistas, el sabia mejor que nadie lo duro que era perseguir un sueño cuando la economía no ayudaba, así que cuando le propusieron participar dejo todos los planes que tenía para apoyar aquel proyecto.

La chaquetilla que llevaba no era de las más elegantes, pero era con la que gano el premio de cocinero revelación, así que se la ponía únicamente para las ocasiones más especiales.

Además Roberto estaba bastante contento con el equipo con el que trabajaba esa noche, se les veía profesionales y que respetaban los ingredientes, no tuvo que llamar la atención a ninguno aquel día, quizás porque ya conocían su fama y sabían cómo debían de trabajar.

Así que cuando pudo al fin relajarse se dispuso a salir para fumarse un pitillo.

Fue cuando aquel extraño polvo comenzó a flotar por el aire, y los invitados comenzaron a caer dormidos, pese a que no era un genio, en cuestión de intelecto al menos, supuso que aquel polvo podía ser la causa de ello, así que cogió un trapo de cocina para cubrirse la cara mientras intentaba averiguar el origen de aquel fenómeno.

Alguien debía de estar tratando de fastidiar una velada con una comida fantástica y no pensaba perdonárselo.

Emily observó lo que estaba sucediendo, había ido allí para observar a la gente de pasta codearse entre ellos en otro evento más de Broadway. Gente que se sumergía en un sopor de repente y el polvo dorado, alguien estaría usando el sistema de ventilación para liarla; se tapó la boca y nariz con un pañuelo y observó al personal de seguridad a ver que hacía, igualmente empezó a moverse para buscar la salida o el baño más cercano, tratando de ver si podía ponerse a salvo.

Como asistenta de dirección en Valentines Corporation, a Martina la habían encargado asistir a la muestra de arte, para posteriormente participar en las subastas y elegir una pieza de decoración para el lobby del edificio donde trabajaba. Un contratiempo de última hora hizo que el subdirector no pudiese asistir, con lo que la acompañó Edward Holton, perteneciente al consejo de la corporación y gran aficionado al arte.

En un momento dado, se encontraban admirando una serie de esculturas bastante vanguardistas, en tonos metálicos y con bordes redondeados y a la vez afilados. Las formas que dibujaban eran muy asimétricas y abstractas y a la joven le parecían bastante agradables a la vista.

- Creo que es lo que buscamos. - Comentó a su acompañante. - Intuyo que podremos adquirirlas por unos 10.000 dólares en la subasta. Dudo que suban más. Pero tiene el tamaño idóneo para colocarlo en el lugar que queremos y adornar el lobby. Encaja perfectamente con la decoración que tenemos preparada, señor Holton. - Seguía apuntando a su interlocutor.

El señor Holton se limitaba a asentir y sonreír, mientras seguía admirando el resto de obras. Cruzaban algunas frases y palabras pero todo se resumía en la admiración de las obras que les rodeaban.

Cuando llegó el momento de las subastas, accedieron a la sala con sus carteles y tomaron sus asientos. Estuvieron expectantes a como iban pasando todas las subastas hasta que llegase la suya. Al tratarse de una escultura estaría de las últimas, pues solían subastar primero los cuadros y las piezas de valor inferior antes de pasar a las obras de mayor tamaño y precio, todo sea dicho.

No hubo tiempo. Mientras estaban acabando una de las subastas de un cuadro perteneciente al período renacentista, una obra de corte religioso según se apreciaba, toda la sala empezó a notar aquella sensación embriagadora. Todos y cada uno de los asistentes comenzaron a dormirse lentamente.

- Señor Holton, señor Holton. Escúcheme... - Le decía la señorita Valverde a su acompañante, que iba doblando la cabeza en la silla, dejándose llevar por aquella sensación tan plácida que lo adentraba en la oscuridad del sueño profundo.

Como era de esperar, hizo lo primero que podía hacer, que era llevarse la mano a la boca, tratando de impedir que aquel polvo dorado que flotaba en el ambiente pudiera causarle el mismo efecto a ella misma.

Martina miró alrededor, buscando de donde venía todo aquello y si había alguien en pie. Divisó a un hombre y una mujer que aún podían moverse, pues estaban, a todas luces, tratando de abandonar la sala. Agarró fuertemente su colgante, que llevaba una medalla de la Virgen del Carmen, y mientras se movía siguiendo al resto que salía de la sala y con la otra mano en la boca, comenzó a concentrarse.

Cuando abandonan la sala de subasta, notan que el polvo dorado no sale de la ventilación así que, quien sea que esté detrás del ataque se encuentra en la gradería de la sala de subastas, a la cual podrían acceder desde una escalera en el lateral del pasillo.

Es en ese preciso instante que todos notan la presencia de los otros, pues fueron las únicas personas que abandonaron la sala de subastas a tiempo.

Cuando levantas la mirada para buscar el origen de aquel misterioso polvo dorado, logras ver a tres criaturas un tanto extrañas revoloteando en el techo del salón dejando caer el polvo dorado.

Si no supieras que es una locura, podrías referirte a ellas como hadas, pero eres plenamente consciente de que esa clase de seres sólo existe en el folclore y descartas la idea, considerando que se trata de un efecto secundario del polvo dorado.

-¿Tio que está pasando?, creo que estan soltando eso desde ahí arriba.- Hizo un gesto arriba al graderío. No subio aquellas escaleras la primera, claro, pero tenia curiosidad por ver si de los que habian esquivado ese "ataque" 

- Cof, cof, cof... - Tosía fuertemente Martina, mientras mantenía su mano tapándose la boca y la nariz al mismo tiempo.

Toser era un acto instintivo, como intentando no dejar entrar aquel polvo dorado dentro de sus pulmones. La joven incluso tuvo algún tipo de arcada, pues no sabía hasta que punto podría tratarse no solo de un somnífero, sino de algún tipo de droga alucinógena por las visiones que estaba teniendo de aquello.

En cuando se apartaron de la sala lo suficiente, estando las otras dos personas que salieron más o menos cerca, todos se dieron cuenta de lo mismo, o casi. Parecía que estaban soltando algo desde el graderío superior, si, pero había algo más y Martina parecía ser la única que notó aquello.

- No respiréis ese polvo... Diría que lleva algún tipo de droga alucinógena, además de dormir a la gente... Me ha parecido ver... - Paró un segundo antes de decirlo. - ... pájaros. Si, pájaros en el techo de la sala. Parecía que soltaban este polvo desde sus alas. No se si es producto  de este polvo dorado... Lo que si es cierto es que duerme a la gente y somos los únicos que veo que estamos en pie.

Mientras hablaba, se percató de la escalera lateral que subía a la parte superior de la sala. A través de la escalera podrían ver quién o qué estaba detrás de todo aquello.

- Por la escalera. Rápido, subamos. - Dijo, avanzando hacía las mismas.

Tenía sentimiento de culpa por haber dejado solo al señor Holton y al resto. Se lo debía el tener que intentar averiguar que ocurría y llamar a la policía de ser necesario.

Roberto seguía con el trapo de cocina en el rostro, cuando se dio cuenta de que otras dos mujeres parecían no haber caído dormidas.

-Si, yo también preferí taparme la boca y evitar respirar lo que sea esto, no creo que sea sano.

Dijo mientras parecía buscar al que había realizado aquel "ataque" sin éxito.

Cuando bio que la mujer de las gafas se dirigía a las escaleras para subirlas Roberto fue en la misma dirección. Dispuesto a averiguar quien estaba detrás de todo aquello y por que alguien había decidido boicotear un acto benéfico.

-¿No deberiamos de llamar a una ambulancia y a la policia a todo esto?

Pregunto sin cesar la marcha.

-Id subiendo, yo me encargo de llamar a la poli.- Dijo mientras echaba mano al telefono, para llamar a los susodichos; no llegó a subir del todo cuando estos lo hicieron, pero si lo justo para poder verlos a ellos seguir subiendo. Lo mismo los cosian a balazos...Aun así controló por donde podia escapar en caso de que todo se fuese a la mierda y la gente se liara a tiros.

Cuando suben a la gradería pueden ver a dos sujetos de baja estatura que están guardando algunas mariposas brillantes en una jaula de plástico, ambos sujetos llevan unos pañuelos alrededor de su nariz.

En la oscuridad, esos sujetos bien podrían pasar por elfos de baja estatura, salvo por su piel que parecía ser de color verdoso y están hablando en un idioma que ninguno de ustedes conoce.

De pronto uno de los sujetos voltea y los observa con bastante malicia mientras enciende un cigarrillo y pone sus manos en los bolsillos.

- Mira lo que tenemos aquí Harry dos idiotas curiosos que no valoran su vida, la hubieran pasado mejor si inhalaban un poco más de polvo de hada, en fin, ahora toca ensuciarse las manos. - dice el primero de los sujetos al tiempo que se coloca un par de puños americanos con clara intención de atacar.

- Eres un idiota James, te dije que debíamos envenenar la comida, pero no, el genio quería hacerlo con estilo, ahora no sólo tenemos que lidiar con las pixies, sino también con estos mirones, bien tu le dirás al jefe porque aparecieron dos cadáveres en lo que debía ser un robo simple. - responde el segundo sujeto al tiempo que echa mano de dos afiladas dagas.

Detrás del segundo sujeto podían ver con claridad una jaula de acrílico con cinco seres que parecían ser hadas, las cuales se veían bastante enfurruñadas.

Al parecer estos seres se encontraban allí contra su voluntad y si lograban liberarlos quizá colaborasen con ustedes para abatir a sus rivales o en su defecto simplemente huirían sin mirar atrás, era imposible saberlo.

Algunos pasos detrás de ustedes se encontraba su nueva compañera intentando en vano contactar con la policía.

Cuando intentas llamar a la policía notas que tu teléfono móvil no tiene señal, al parecer la misma se encontraba bloqueada y te es difícil precisar si es cosa de los asaltantes o de alguna otra causa que desconoces.

Mientras desistes de tu llamada escuchas con claridad dos voces que interactúan con tus compañeros.

- Mira lo que tenemos aquí Harry dos idiotas curiosos que no valoran su vida, la hubieran pasado mejor si inhalaban un poco más de polvo de hada, en fin, ahora toca ensuciarse las manos. - dice la primera de las voces mientras cuelgas el teléfono.

- Eres un idiota James, te dije que debíamos envenenar la comida, pero no, el genio quería hacerlo con estilo, ahora no sólo tenemos que lidiar con las pixies, sino también con estos mirones, bien tu le dirás al jefe porque aparecieron dos cadáveres en lo que debía ser un robo simple. - responde el segundo sujeto en tono amenazante.

Ambas voces son bastante chillonas y eso te llama un poco la atención, pero aún no eres capaz de ver a los perpetradores desde tu posición actual.

Voces chillonas y polvo de hada, o hablaban en clave y se habían metido helio para que no les reconocieran las voces o las partidas de rol de su tío habían cobrado vida entre tanto porro que se fumaba la gente y unos goblins habían venido a robar las cosas de valor de este sitio. A la mierda; guardó el teléfono y se acercó de nuevo a la entrada, el segurata le había retenido la navaja, asi que tocaba probar si ese se había dormido también para recuperarla, o incluso mangarle la pistola o un taser o algo. Con suerte, no seria la idiota de enfrentarse a unos ladrones desarmada. A los otros dos que les jodieran.

Roberto se froto los ojos un instante.

“Tal vez estoy cansado, o esos polvos realmente son alucinógenos”

Penso para si mismo cuando se encontró con aquellos dos tipos.

Aquella era la primera vez que veía a unos tipos con ese aspecto

“¿Estaran enfermos?”

Le recordaban vagamente a los medianos, pero eran aun mas pequeños, mas feos y mas… verdes.

Para mas inri, lo que en un principio creia que eran mariposas, parecían ser otra cosa, como personas diminutas.

“¿Hadas? ¿Como las de los cuentos? ¿Pero que…?”

Definitivamente debía de estar drogado, o soñando, no sabía muy bien cómo reaccionar, aun menos cuando aquel “tio” saco las dos dagas.

Pero entonces lo escucho… aquella maldita blasfemia…

-¿Envenenar la comida? ¿Se os había pasado por esas diminutas cabezas envenenar mis platos?

Roberto apretó los puños con ira, su semblante también cambio a uno mucho más duro, aun si solo se trataba de un sueño, o un producto de las drogas, no estaba dispuesto a tolerar que alguien ensuciase su trabajo o el de sus ayudantes.

- ¡No sabes lo valiosa que es la comida, ni cuánto trabajo cuesta cocinar, estúpido!

Dijo furioso mientras se dirigía a aquellos “seres”

Realmente no sabía qué hacer, aquellos dos no parecían gran cosa, pero iban armados, a diferencia de él, pero aquella furia le cegaba por momento, quizás mientras el los mantenía distraídos la otra chica podría hacer algo, aunque nunca había sido muy de pensar las cosas antes de actuar, y aquel era un claro ejemplo de ello.

El de seguridad estaba profundamente dormido, por lo que te resultó excesivamente fácil recuperar tu navaja además de birlarle su bastón de combate y su teaser.

El sujeto ni siquiera notó tu presencia, sin embargo, hay algo que te llama la atención es que los cinco monitores de la caseta de seguridad estaban apagados.

En cuanto subieron arriba y pudieron ver a los seres que allí se encontraban, Martina quedó boquiabierta y perpleja a partes iguales. En un primer momento pensó que se trataban de máscaras o caretas, muy bien hechas, pero algún artilugio para ocultar sus verdaderos rostros. Conocía por los cuentos e historias, que su abuela le había inculcado desde pequeña, sobre criaturas similares. No muy altas, de piel verde, orejas enormes, rostros deformes y demás. Eran goblins a ciencia cierta. Pero la psique de la chica estaba tratando de asimilar la información, cuando vio de nuevo a aquellas especie de hadas que quiso confundir con pájaros, cuando las mencionó a los otros dos "despiertos" que la acompañaban.

No hubo tiempo para pensar en si aquellos seres eran reales o producto del polvo dorado, que quizás como efecto secundario les hacía ver visiones, jugando con la mente de ella misma y sus acompañantes. Ese momento de reflexión y anonadamiento al mismo tiempo terminó en el momento que el hombre con pelo largo que la acompañaba se lanzó hacía aquellos seres, aludiendo a la comida.

En cuanto llegaron, Martina se dio cuenta, seguramente como el hombre que iba con ella, de que las pequeñas hadas estaban allí, parecía ser, en contra de su voluntad. La joven pensó que si aquellos seres eran de cuento, al menos ahora existían realmente, delante de ellos. Y si podían dormir con aquel polvo dorado a la gente, quizás podrían hacer lo propio con los otros seres verdes, goblins a fin de cuentas.

- El enemigo de mi enemigo es mi aliado... - Pensó interiormente.

No recordaba si oyó la frase en alguna película o la leyó en un buen libro, pues tenía gusto por ambos, las películas y los libros le apasionaban. Fuera como fuese, aprovechando el momento de desconcierto creado por el hombre de pelo largo, se dirigió rauda a tratar de liberar a aquellos seres con alas, buscando toda la ayuda posible.

- Tenemos un enemigo común... Ayudadnos o dormirlos con ese polvo dorado, por favor. Yo os ayudaré a escapar de sus garras... - Les decía a las criaturas.

No sabía si la entendían y se creía estúpida al pensar que igual estaba hablando por hablar. Pero prefería pensar que no hacían falta las palabras. La situación era la que podía verse. Dos seres que querían atacarles y ella tratando de ayudar a otros seres más pequeños atrapados por sus, supuestos, enemigos. No había más.

Roberto se alegró que Martina “pensase” igual que él y decidiera actuar en lugar de salir corriendo, si sacaba a aquellas cosas que podían dormir, igual conseguían salir de allí.

El cocinero no era ningún experto luchador, pero pensaba proteger a aquella mujer como fuese, levanto los puños y se acercó a aquellas “cosas”

Por instinto puso especial atención al hombre de las dagas, se había cortado muchas veces, no quería que le clavasen una de esas cosas en el estómago, aunque un puño americano tampoco sería nada agradable de recibir.

Se preguntó por un momento que estaba haciendo, pero al menos intentaría ganarle tiempo a la chica para intentar liberar a las pequeñas criaturas y escapar si fuera necesario.