Partida Rol por web

Un agudo silbido aproximándose a gran velocidad acompañado de un destello argénteo fue lo último que percibieron los sentidos del bandido antes de caer presa de la lanza del bastardo. El afilado acero abrió una brecha en su garganta por la que salió despedida una pequeña llovizna carmesí que fue a parar a las mejillas del dorniense. El infeliz, tratando de articular palabra, solamente pudo gorjear frases inconexas mientras la sangre manaba sin remedio de la herida abierta en su cuello, desplomándose pesadamente sobre la arena para después no volver a moverse jamás.

- ¿El siguiente? - una estela bermellón bañaba la hoja del arma, de la que se desprendieron unas pocas gotas cuando Maron retrasó el brazo para adoptar una posición defensiva. Sin dejar de mostrar una sonrisa maliciosa y una mirada rebosante de confianza en sí mismo, el hijo de Obara Arena no dejó de moverse en semicírculos; acechando a sus presas sin dejar de observarles con unos ojos de víboras que refulgían con el resplandor de las llamas. Suya había sido la primera muerte para los dornienses, y esperaba que no fuese la última.

El guerrero frenó a su caballo y lo volteó de nuevo hacía los bandidos, el animal se removió inquieto y la mano firme de Cith sobre las riendas calmó sus acometidas. El joven estaba listo para lanzarse otra vez contra los hombres que ahora parecían nerviosos ante la aparición de unos guerreros que no esperaban y que habían mermado sus defensas..

Pero me imagino que irá por turnos, no ?? Si hemos atacado... tocará q nos ataquen.. o seguimos a lo nuestro ? xD

Tras tu matanza circense el hombre cayó fulminado. Los otros dos bandidos que antes estaban intentando ensartar a un soldado ya habían terminado la faena. Logras ver las colas de sus caballos ocultarse tras la tienda de Lord Arryn, llevando el mismo camino que uno del primer trío de jinetes. 

El caballero y el soldado que queda en pie actúan rápidamente. Tyberias también se dirige corriendo a la tienda de Meñique. En la lona comenzaba a crecer un fuego, parte de la tienda estaba en llamas y la otra mitad era sólo un lío de tela y astas de madera torcidas. De un momento a otro el pabellón podría venirse abajo y enterrar en un ataúd de llamas a quien estuviese dentro. Sin embargo, el caballero, que es el primero en llegar, no duda en entrar por lo que parece ser la antigua puerta. El soldado duda un instante y comienza a rodear la tienda por el otro lado. 

Cristian mira lo que ocurre abajo de la colina. Cerca de las ruinas hay otra batalla. Cuatro bandidos y 3 soldados se encuentran inmersos en la danza de espadas. Observa a dos guerreros que no son soldados de la caravana ni parecen bandidos. Además, ve como uno de esos desconocidos clava su lanza en un atacante.  Al otro lado del campamento, en la zona boscosa, la batalla parece más difuminada. Hay soldados corriendo y gritando, pero ni rastro de los bandidos. 

La espada de uno de los bandidos acaba incrustada en el riñón de un soldado. Otra hacha golpea en el hombro de otro rompiendo metal, carne y hueso. Sin embargo y milagrosamente, ambos guardias aguantan estoicamente en pie. El primero de ellos, en su último esfuerzo y casi ya en el suelo atraviesa la garganta de su contrincante con la espada. Ambos cuerpos caen inertes a la tierra, poco a poco, ayudándose entre ellos. 

El otro soldado no se queda atrás. Consigue separar al asaltante de sí empujándolo con su escudo y cuando tenía suficiente espacio, lanzó su lanza contra el corazón del barbudo enemigo. Su barba se empapó de sangre mientras que el soldado se tambaleaba. 

Maron, sin embargo, no tuvo tiempo para observar detenidamente esa sangrienta escena. Un bandido se abalanzaba hacia él portando una gigantesca hacha. El filo del arma te acertó en el costado, sin embargo, la armadura logró detener el metal, aunque el golpe debía de haber roto algo, porque el dolor era extremo. 

El bandido estaba rodeado por vosotros dos y dos soldados más, aunque uno de ellos, el que portaba lanza y escudo, parecía estar más muerto que vivo. Observasteis el pesar en su rostro. Escupió al suelo. Tenía una enorme cicatriz en el ojo derecho cuya cuenca parecía estar rellena de una bola de cristal, o algo parecido a un ojo. Pero no lo era. 

La fortuna parecía sonreír a Maron Sand. La capa de hierro adherida en diversas capas de su coraza de cuero parecía haber absorbido la mayor parte del impacto, salvándole de lo que habría sido un agónico final. Lejos de quedar indemne, un repentino pinchazo en el lugar donde aquel desgraciado le había golpeado fue más que suficiente para hacerle consciente de que una o dos de sus costillas podían haber pasado a mejor vida. Sin embargo, hacía falta mucho más que alguna que otra fisura ósea para evitar que el bastardo abandonase el combate. El único método que conseguiría desproveerle de su lanza sería arrancársela de sus dedos inertes. 

- Estupendo.- siseó, con un brillo iracundo en su mirada, al mismo tiempo que se acercaba hacia él con precaución. Respiraba profundamente, con lentitud, buscando apartar la entumecedora sensación que iba extendiéndose por la zona inferior derecha de su torso. Inesperadamente, la lanza volvió a atacar, dirigiéndose peligrosamente hacia su objetivo con la intención de introducirse en su vientre.

El hombre estaba perdido, su vida expiraría en pocos instantes y, seguramente, de forma tortuosa. No era Cith un guerrero cruel, pero sabía cuando debía mostrarse cómo tal y dar muestras de poder. Aquél podía ser uno de esos momentos.. o quizás todo lo contrario. Lo meditó unos instantes antes de atacar, mientras el caballo se agitaba nervioso. Finalmente, movió en círculos el arma, aumentando la velocidad paulatinamente y como si se tratase de una preparada coreografía. El bandido miraba a uno y otro lado, esperando el primer ataque, tenso, con miedo, con ira.. sabía de su destino, aunque los nervios de la lucha le hicieran no rendirse.

Cómo un latigazo, Seodoc soltó un ataque veloz, la lanza dejó su movimiento armónico para dirigirse con precisión a uno de los costados del hombre, que nada pudo hacer por impedir el impacto. La sangre emanó de su lateral, el corte era preciso y profundo, casi podía verse la costilla por él.

Tras atarle las manos Erik monta a Lord Arryn en el corcel colocándolo delante con soltura el mercenario se coloca detrás de Lord Arryn sujetando con la mano izquierda las riendas mientras que con la derecha mantiene la espada con el filo cerca del cuello del Lord. Tan solo un pequeño golpe con el talón basto para que el corcel saliese con fuerza de la tienda.

- Intente mantenerse montado el viaje no será tranquilo.

Después de salir de la tienda Erik oriento al corcel hacia la dirección por donde habían llegado. Comenzó a estimular al caballo mediante golpes con el talón y gritos para que este diese todo de si

Dos lanzas se ciernen sobre el bandido tuerto como dos colas de un escorpión. La extraña lanza de Cith le alcanza por suerte en la hombrera de la cota de mallas la cual consigue desviar el aguijonazo. Sin embargo, Maron aprovecha la conmoción del golpe y de la sensación de victoria para intentar pincharle. Vallon desvía con su arma la lanza, pero esta acaba clavándose en su muslo. El dolor es inconcebible. Si sobrevive, además de tuerto será cojo. 

―Este no era el plan... ―musita entre jadeos y sangre el bandido. 

El único soldado sano que quedaba aprovecha la confusión: su espada larga señala al cielo, primero, luego, la deja caer cercenando la cabeza del bandido. Es un corte limpio. Incluso pudisteis oír el sonido del acero al cortar el aire, la carne y el hueso. 

Es en ese momento cuando suena un cuerno de guerra. Proviene de la parte norte del campamento. 

―AUUUUUUUUH! AUUUUUUUH!

Gritos, órdenes, alaridos de dolor, relinchos de caballo y la fulgurante luz de una tienda en llamas cercana a la tuya, por la posición sabes que es la de Lord Arryn. Podría saltar a la tuya de un momento a otro.