Partida Rol por web

Vuestro gran grupo emprende de nuevo el viaje hacia la fortaleza imponente de Harrenhal. Por el camino pasáis por varios poblados en busca de un lugar en el que cobijaros. Todos ellos están completamente vacíos, sus habitantes desaparecidos sin dejar rastro.

Cuando ya podéis ver las murallas de Harrenhal os percatáis de que, a su sombra, en el exterior, han levantado numerosas tiendas y campamentos.

Un grupo de jinetes sale presto a recibiros nada mas acercaros mientras el campamento se levanta y organiza. Si fuérais asaltantes os encontraríais con los hombres listos para defenderse.

Un caballero de rostro noble dirige el grupo y saluda con respeto a Boros -Mi señor, es un honor volver a veros. Hemos montado el campamento en las afueras pues nos ha surgido un leve contratiempo, alguien o algo está ocupando el castillo. He mandado los hombres a esperar las órdenes del señor que, por cierto, ¿donde está Lord Robert? -pregunta mientras busca con la mirada al fallecido Lord entre los hombres de vuestro pequeño ejército.

-Lord Robert ha muerto -anuncio acercándome hacia el joven. Cuanto antes se propague la noticia, antes podrán asimilarla los hombres-. Expiró en una aldea no lejos de aquí, asesinado por R'hollor o por alguno de sus seguidores; escoltamos su cuerpo para honrarlo en Harrenhal como merece. Soy Sylven, su hermana, ahora yo gobierno esta Casa.

Observo extrañada y curiosa la impresionante fortaleza. Si no estuviera tan arruinada sería un lugar magnífico donde asentarnos.

-Ser Boros, encargaos de que los hombres sean instalados adecuadamente e informad al campamento de lo sucedido. ¿Cómo os llamáis? -miro de nuevo al joven. No conozco a la mitad de los miembros de esta Casa; así no se puede liderar ni un rebaño-. ¿Qué ocurre en el interior? ¿Y a qué os referís con "alguien o algo"? No creeréis en los cuentos de viejas, ¿verdad? Harrenhal  es ahora Baratheon y las exequias de Lord Robert han de celebrarse en el interior. Lord Darius, ser Huss y vos mismo, escoltadme hasta las puertas, voy a decirle cuatro cosas a ese "alguien o algo".

No soy muy afecto de las fortalezas que no ven el mar, pero la visión de esta en particular es sorprendente. Una ruina en pie, por paradójico que suene. En sus mejores tiempos debe haber sido impresionante, si lo es aún derruida. Me inquieta la noticia que trae el joven. Algo ha ocupado aquella fortaleza y parece que no se va a dejar echar así como así.

Bueno, eso si es decisión. La joven Sylven planea ir directamente a exigir la fortaleza. Está en su derecho, no lo niego, pero dudo que la diplomacia la vaya a ayudar hoy. En todo caso será muy útil para saber quien reclama el lugar.

Me quedo unos instantes boquiabierto contemplando Harrenhal; sin duda conoció mejores tiempos, pero las ruinas, de alguna forma, le aportan grandeza. Quién sabe las cosas que habrán visto esas piedras.

No me importa mucho que los caballeros me tengan por un pastor simplón; mientras pongo oído a las palabras del joven soldado a la señor.tal

¿Algo o alguien que no abandona la fortaleza? ¿Se puede saber qué ocurre? ¿Fantasmas?

Ser Boros asiente sin necesidad de decir nada mas ante las palabras de su señora.

Sin embargo el joven no parece tan experto y comienza a responder con claras dudas -Lord Robert ¿muerto?Maldición... -susurra evidentemente trastornado -yo, mi señora, Stannis, mi padre me llamó Stannis, en honor a su señor. No son historias mi señora, ruego os esperéis y os mostraré yo mismo lo que nos atacó.

El joven os guía a los cincos, Lady Sylven, Lord Drake, Lord Darius, Ser Huss y el pastor Jano, hasta un lugar cercano al castillo donde una docena de hombres montan guardia. Otros cuatro hombres protegen y custodian algo tapado con una manta.

El joven soldado se acerca a los guardias y, tras hablar con ellos, comienzan a destapar poco a poco lo que ocultan. Son cadáveres. Cuerpos desfigurados y medio desmembrados, con grandes tajos abiertos por todo su cuerpo que rezuman una sangre negruzca. Entre ellos veis a hombres y mujeres, ancianos y niños, todos ellos mutilados de muy diversas formas. Además, entre los cuerpos desnutridos y vestidos con harapos de los hombres, destacan otros cinco cuerpos embutidos en armaduras ligeras con el emblema del Kraken. Estos hombres, al igual que el resto, están horriblemente mutilados, incluso uno de ellos está prácticamente descabezado.

Mirándolos con más detenimiento os dais cuenta de que todos los cuerpos, incluso los niños, tienen otras heridas más antiguas cosidas con habilidad y que los labios, piel y ojos de muchos ellos tienen un tono extraño. Azules, verdes y rojos dan color a los cuerpos, lo que se suma a la extraña sangre de color negra.

Contengo como puedo una expresión de asco, aunque con el labio torcido y el ceño fruncido está claro que no me agrada mucho ver lo que estoy viendo.

-¿Qué se supone que es esto? ¿Os atacaron hombres muertos? -miro a Jano. Ahora lamento no tener un verdadero maestre con nosotros-. ¿Qué les pasa en los ojos? ¿Alguien había visto antes algo así? Maldita sea...

Mi padre me contó cosas sobre las guerras contra los Otros, pero no puedo creer que... Se supone que fueron vencidos y enviados de vuelta al otro lado del Muro...

-Stannis -un buen nombre. Quizás le ascienda; a la gente le gustará que cabalgue con un tocayo del rey-, ¿cuántos de estos... de estas cosas hay en la fortaleza? -voy a ignorar que algunos son niños. Si es lo que creo, son sólo monstruos-. ¿Saben luchar? ¿Tienen armas, piensan, están organizados? Quiero saber si debemos planificar un verdadero asalto o basta con tirar las puertas abajo y masacrarlos.

Me giro entonces hacia Drake y señalo la insignia de los Greyjoy en algunos de los cadáveres.

-¿Han llegado hasta aquí los hombres de tu señora? ¿Sabes tú algo de esto?

Miro los cadáveres fríamente y muy interesado, trato de imaginar como llegaron a ese estado. No es nada que veamos en las Islas de Hierro. Que hacen nuestros soldados tan lejos de la costa?

- Mi lady, realmente no tengo idea de qué hacen nuestros soldados aquí. Pero a decir verdad, dadas las circunstancias de mi viaje, no creo estar muy al día. Razonablemente creo que o alguien arrastró a estos hombres - señalo a los soldados de mi Casa - hasta aquí, o ahí dentro hay soldados Greyjoy, eso facilitaría mucho la diplomacia si me permite acompañarla a parlamentar.

Me quedo petrificado ante la visión de los siniestros cadáveres. ¿Qué es esto?Me estremezco al pensar que junto a esos cuerpos deformados regresen también las terroríficas historias de las que leído de la Guerra contra los Otros. ¿Volverán?

Soy consciente de la mirada de la señora y sonrío para mis adentros. Si yo hubiera sabido esto quizás me hubiera quedado en casa y no hubiera habido lugar para las discusiones.

De todas formas, bien mirado, de alguna forma soy afortunado. Pocos tienen esta oportunidad de observar y aprender. He leído mucho, pero es la primera vez que me encuentro algo así. Contengo mi asco y me arrodillo junto al cadáver, observando y buscando en sus heridas y rasgos las causas de la muerte e intentando hacer un pequeño cuadro de los rasgos que puedan caracterizar a estas criaturas.

Mientras mis ojos repasan los rasgos del cadáver me esfuerzo por recordar de entre todas mis lecturas los pasajes que haya podido leer, ya sean referencias directas o indirectas, de la Guerra contra los Otros. Es necesario hacer acopio de los últimos testimonios para aprender; la historia como maestra del presente.

El joven Stannis mira a Lady Water sorprendido -No mi señora, ahora están muertos, antes estaban muy vivos, pese a las cicatrices que mostraban y las heridas recientes. No se cuantos quedan en el interior de Harrenhal, mi señora, hemos matado a estos y otros dos montones más cuyos cuerpos ya hemos quemado. Respecto a si piensan y actúan de forma organizada, no se que decirle mi señora, parecen mas animales enfurecidos que hombres. Saltaron sobre nosotros, asestándonos puñetazos y mordiscos, en su mayoría. Otros, como los Greyjoy aquí presentes, si sabían usar las armas y estaban bien protegidos. Estos hombres no reaccionan a nuestras palabras pero han sabido cuando atacarnos, como si alguien estuviera organizándolos, como si alguien los liderara.

El joven se arrodilló cerca de uno de los cuerpos, el de una joven completamente desnuda con un par de pequeñas cicatrices cosidas en ambos lados del cuello, otra amplia en el pecho y numerosas heridas abiertas en pecho, brazos y un gran corte que le atraviesa la mandíbula -Lo más sorprendente es su resistencia, mi señora, es como si no sintieran dolor. Aguantaban nuestros ataques sin huir ni pestañear, no huyeron aún cuando sus compañeros eran masacrados. Están completamente locos. Temo que otros grupos hayan llegado antes que nosotros, en menor número, y sus cuerpos destrozados se encuentren ahora detrás de esas murallas.

Me agacho junto a un cadáver y con los dedos retiro algunos restos de la hoja negruzca que queda entre sus dientes. La observo con cuidado, la palpo con los dedos para determinar su textura y finalmente la huelo con la esperanza de detectar algún rasgo familiar que me de alguna idea de qué hierba puede tratarse (*).

-Quizás el mismo que les comanda pueda ser quien les administró estas hierbas... Lo interesante sería saber si ese hombre se las dio aún en vida o si por el contrario las empleó con cuerpos ya muertos -pienso en voz alta mientras miro atentamente los restos negruzcos de las hojas-. En cualquier caso me atrevería a decir que no hay más misterio aquí que la herbolaria, por mucho misterio que pueda ser por sí mismo, pero nada que ver con horrores del pasado que todos recordamos- finalizo mirando significativamente a los demás.   

Observo las hojas que Jano acaba de sacar de la boca de los cadáveres y frunzo el ceño con una mezcla de asco y sorpresa. Vaya con el pastor, parece que sí puede ser un buen maestre...

-Entonces... ¿es posible que esa hierba convierta en animales sedientos de sangre a quienes la consumen? ¿Que les permita resistir heridas que matarían a cualquiera? -de nuevo nada de magia ni de poderes oscuros. Hierba y bebedizos, como siempre-. Vamos a hacer una prueba. Stannis, traed algún conejo o cualquier bestezuela que tuvieran los hombres para comer, cortadle una pata y dadle una de esas hojas. Veremos qué ocurre.

No me hace gracia torturar a un pobre animal, pero no tenemos prisioneros y no voy a experimentar con ninguno de mis hombres.

El muchacho da su opinión, parece bastante despierto y como posibilidad es probable lo que dice. Lady Water se apresta para hacer un pequeño experimento que me arranca una sonrisa y espero ansioso a ver lo que ocurre.

- Es bueno que lo intentemos mi Lady, pero quizás no funcione en animales, vaya uno a saber. Sin embargo, la teoría de la hierbas no explicaría como alguien puede estar "organizando" a estas gentes vueltas bestias salvajes.

Cuando estoy a punto de sugerir que se administre la hierba a algún ser humano recuerdo que no hay prisioneros y me ilumino deduciendo quien es lo más parecido a un prisionero aquí. Decido callar.

Stannis asiente ante las palabras de su señora y, tras decir varias veces, "si mi señora" parte raudo en busca de algún animal.

Al cabo de poco rato el joven vuelve junto a Ser Huss, el cual lleva una gallina en su regazo.

Aquí tiene, Lady Water, espero que su próximo antojo no sea que le traigamos frutos de Dorne pues, aunque lo haría encantado, creo que tardaría demasiado -comenta Ser Huss mientras trata de hacer una broma.

Stannis le cuenta al guardia la petición de Lady Water y, tras encogerse de hombros, le corta una pata a la gallina y le mete como puede las hojas en el pico.

El animal no para de cacarear mientras se desangra, en una canción de dolor y sufrimiento que no os hace gracia a ninguno, especialmente a Ser Huss -¿podemos acabar ya con su sufrimiento? Ese bicho no nos ha hecho nada malo...

El pobre bicho se retuerce desesperado mientras todos, señora, nobles,  soldados y campesinos observamos en silencio. La escena es cruel y a la vez patética. Por ahora no cambia de color ni se vuelve una bestia asesina.

- Si algo está claro es que sigue sintiendo dolor- Hablo con la cara algo retorcida en asco. - Denle muerte y veamos si cambia en algo el cadaver... Pero creo que las únicas respuestas están en Harrenhal.