Partida Rol por web

Domingo, último día de vacaciones de fin de semana. Echas una mano al otro lado de la cama pero Silvia ya parece haberse levantado más que nada porque suenan cosas en la cocina.

Los pajaros cantan fuera, en el retiro y una nube de polución oculta ligeramente el cielo de Madrid, algo típico.

Aunque el sueño te pesa aún en los parpados,quizás sea bueno aprovechar el día y pasarlo con tú pareja. La vida no es dura para las parejas que trabajan ahora mismo, y más para vosotros que estais pensando en tener un hijo o al menos lo habeis dejado caer.

Quizás eso podría uniros más o desestructuraros completamente.

Tus pensamientos se ven cortados por el sonido del teléfono en mitad de la habitación, pero antes de que tú cerebro de la orden a tu brazo para que lo tome suena que lo descuelgan en otro lado.

Remolonea un poco entre las sábanas mientras se despereza. Se está tan agustito... Hay que aprovechar estos días de descanso. Pero entonces suena el dichoso teléfono.

¿Quién será un domingo a estas horas?

Se incorpora con desgana y se encamina al baño arrastrando los pies. Tras aligerar la vejiga y refrescarse la cara se encuentra algo más despejado. De camino a la cocina, para beber un vaso de agua, pone la oreja a ver si puede deducir con quien habla su mujer.

Intentas escuchar lo que se cuece más allá de la puerta, la conversación que está manteniendo tu mujer con quien sea el otro interlocutor, tienes un oido lo suficientemente despierto para alcanzar a entender algunas palabras sueltas.

"Cristina...si...no lo sabia...está durmiendo aún...luego le pregunto...si hemos hablado de eso...ahora mismo estoy muy feliz..."

Unos momentos después oyes como cuelga el teléfono y de nuevo vuelven a sonar los enseres de la cocina moviendose, aunque no demasiado sonoramente. Siempre ha intentado que descanses para pocos días que puedes.

Cuando entra en la cocina aún no puede refrenar algún que otro bostezo.

-Buenos días, cariño -acompaña el saludo con un beso. Después se sirve un vaso de agua y se apoya en la encimera mientras lo bebe pausadamente-. ¿Era mi hermana la que llamó? Me sorprende que esté despierta a estas horas -bromea-, seguro que aún no se acostó.

Ella te responde al beso con cariño, después contesta a tú pregunta.

- Si, era tú hermana y aunque no te lo creas, no es que no se haya acostado, es que se ha levantado pronto hoy.

Busca tú cara de incredulidad que seguro que ha aparecido y continua.

- Dice que se ha hecho amiga de un grupo de chicos que organizan hoy una especia de manifestación/desfile por Gran Via y quería invitarnos para que fueramos a verlo. Parece que es sonado y que ha salido en la televisión y eso.- se pausa por un segundo - Y dice que le haría ilusión vernos allí.

Termina de limpiar el filo de un cuchillo y lo guarda tranquilamente en un cajón que tiene enfrente suya.

Enarca las cejas.

-¿Una manifestación? En qué se habrá metido esta vez... En fin. Yo te iba a proponer que cogieramos el coche y nos largaramos de la ciudad. Podiamos comer por ahí, en algún mesón retirado, y respirar aire puro, para variar. En fin... -suspira de nuevo-. Qué le vamos a hacer, la familia es lo primero -añade con una sonrisa resignada, intentando imitar (sin mucho éxito) la voz del Padrino.

Se acerca un poco más a Silvia y la rodea por la cintura, estrechándola contra su cuerpo.

-Pues nada, tendremos que pensar en un plan alternativo... Algo que podamos hacer en casa... -se inclina para besar su cuello suavemente-. ¿Se te ocurre algo...?

Silvia te sonrie mientras se separa de tí y comienza a andar tranquilamente hacia la habitación, cuando llega a la puerta deja caer la bata, y entra sonriente.

El día transcurre con normalidad. Llegada la tarde y habiendo hecho todas las labores de la casa. Silvia sale vestida con ropa informal y te mira mientras estás aún en el sofa de casa.

- Vamos cariño, visteté que tenemos que salir ya para llegar a tiempo al desfile o si no tu hermana nos matará.- Dice esto haciendo un gesto como si porta un cuchillo y se lo clavara a alguien invisible.

- Además ya sabes como es el metro...

Después entra en el baño y la escuchas como se está peinando el pelo, quizás solo esté haciendo tiempo.

Arturo está en el salón ojeando las noticias locales de varios periódicos, buscando alguna referencia al desfile, manifestación o lo que fuera eso en lo que se había metido su hermana.

-Ya voy, ya voy... -rezonga con un poco de pereza-. No sé para qué me metes prisa, seguro que al final soy yo el que tiene que esperar.

Va al dormitorio y se viste una camisa clara y una americana ligera. No lleva corbata y se pone unos vaqueros, lo que le da al conjunto un aire más informal. A los cinco minutos ya está en la puerta, listo para salir.

Silvia sonrie ante tú atuendo, acostumbrada a verte con ropa más formal para salir a la calle. Te coloca un poco los cuellos de la americana y te da un beso en la mejilla.

Bajais a la calle y pronto podeis entrar en el metro. Como siempre y dada la hora que es, el metro va lleno de gente.

Hasta vuestra parada no queda demasiado, ya que vuesta casa no queda lejos de Callao. Pero el camino se hace bastante pesado, apenas os podeis mover entre la gente y el sudor que inunda el aire.

La siguiente parada es la vuestra y el megafono del vagón suena informando.

"Tin, ton, tin... proxima parada... el cementerio"

¿El cementerio?, piensa extrañado.

-¿No me habías dicho algo de que sería en la Gran Vía?-pregunta girándose hacia Cristina.

Silvia se coloca en la puerta para salir, mucha gente también está esperando. No parece que seais los únicos en venir al desfile.

- Claro cariño, es esta - Las puertas se abren comenzando a salir la gente y los que teneis por detrás empujandoos.

Se queda un poco desconcertado. Juraría que habían dicho "el cementerio". Pero, ahora que lo pienso, ni siquiera existe una parada con ese nombre. Sería algún error de la grabación... Lo raro era que nadie parecía haberlo notado.

Un empujón impaciente lo saca de sus cavilaciones y Arturo sale del vagón detrás de Cristina. La toma de la mano y la refrena un poco, dejando que la marea de gente se adelante y se apelotone en las escaleras.

-¿Oye, no te fijaste en lo que dijo la megafonía? Eso de que esta parada era el cementerio.

Silvia te mira extrañada mientras la gente se revuelve y corre a vuestro alrededor, parece como si le hubiera preocupado lo que has dicho.

-¿Cementerio?, cariño esto es Gran Vía. Mira - Te señala el cartel que hay en el metro y en el que efectivamente pone "Gran Vía"

-Sí, sí, ya veo...- Se encoge de hombros, un poco extrañado-. Creía que había sido un fallo de la megafonía, pero se ve que me lo he imaginado...

Nota que Silvia está preocupada, así que sonríe para quitarle hierro al asunto. Después de todo sólo ha sido una confusión.

-Ay, se ve que me hago viejo... -simula la voz de un anciano, exagerando mucho, al tiempo que se encorva y se agarra al brazo de Silvia como un abuelete renqueante-. Vamos, hijita, subamos a ver que nos tiene preparado esa jovenzuela.

Caminais hacia afuera hasta que en las escaleras mecanicas os retienen el colapso es enorme.

Arriba ya se empiezan a escuchar ruidos, parece que el desfile ha empezado algo antes de tiempo y no tiene intención de esperar a nadie.

La gente empuja insistentemente como si de su vida dependiera salir de allí.

-Parece que ya ha empezado -comenta al oir el ruido-. Y antes de la hora -añade observando su reloj-, la organización no debe ser muy buena.

Manteniéndola tomada de la mano, para no separarse en la multitud, empiezan a ascender hacia la salida.

Conseguís salir a la calle por fin la gente se agolpa al lado de la carretera donde unas carrozas pasan con una musica estridente, de poco gusto la verdad.

Silvia sonrie y tira un poco de tí para acercarte más a la multitud, conseguis meteros entre la gente y os parais no demasiado lejos del centro.

Pronto te das cuenta de que algo no va bien, miras a tú alrededor y la gente parece que se moviera mecanicamente, como hipnotizada y un malestar empieza a recorrerte por dentro, no tiene ningún motivo en especial, ni ningún lugar concreto... solo es malestar.

Se lleva la mano a la frente y frunce el gesto.

-Cielo -se inclina hacia Silvia para hablarle al oído y que pueda oírle a pesar de la música-. No me encuentro bien. Creo que me estoy mareando o algo. Alejémonos un poco, de todas formas no veo a Cristina por ninguna parte.

No encuentras respuesta por parte de Silvia, parece como si se hubiera evadido, como si algún tipo de embrujo la hubiera hipnotizado y ahora estuviera en un mundo diferente al tuyo, el mismo mundo en el que estaban el resto de los que miraban el desfile.

-Silvia, ¿no me oyes? ¿Silvia? ¡Silvia!

Me encaro a ella, tomándola por los hombros, meneándola un poco, cada vez con más fuerza a medida que crece mi inquietud.

-¿Qué te pasa? ¿Qué le pasa a todo el mundo? -se pregunta en voz alta-. Vámonos de aquí.

La agarro por la muñeca y tiro de ella. Si es necesario la tomo en brazos para sacarla de allí.