Partida Rol por web

·Preámbulo·

Shiro Mirumoto, 14º día del mes de Akodo (el primer mes del verano) del año 1178.

Seppun Aiko, Keita y Nakamura estaban sentados frente a la Emperatriz, que se encontraba acompañada por la Voz y por el Daimyo Mirumoto. En la sala también estaba Kakita Ikura cuando Aiko hizo pasar a dos monjes, uno era el Descendiente de Shinsei y el otro Iweko Shibatsu disfrazado.

Todos enmudecieron ante esta sorpresa. Y un destello en los ojos de la Voz daba a entender que igual no estaba todo perdido.

-Demos intimidad a este feliz reencuentro. -dijo el Daimyo Mirumoto Mareshi.

-Nos volveremos a reunir mañana al mediodía. -intervino la Voz, Togashi Satsu.

Ambos hicieron una profunda reverencia a la Emperatriz y se retiraron, al igual que vosotros.

Después de retirarnos, me giro hacia mis compañeros y les digo:

-Disculpadme, he de ir a rezar al templo.

Tras realzar una breve reverencia, me encamino hacia el templo del lugar.

Una vez allí, tras rezar y meditar un rato, busco a algún monje con el que pueda debatir acerca del shintao.

Escucho las palabras de mis compañeros, y les respondo con una inclinación, pero hay tempestades enmi cabeza y apenas me puedo concentrar.

Intento acercarme a Ikura(*), su presencia me altera y aún no sé si para bien o para mal. El resto del tiempo busco de la forma más cortés posible averiguar algo de mi esposa.

Hago una reverencia ante mis compañeros, entendiendo lo que indican.

- Yo estaré aquí, deseo conocer más a fondo la tierra donde nació mi esposo. 

Espero a que salgan y salgo después de ellos. Voy a dar un paseo por la villa y sus alrededores.

Al volver, busco a mis hijos para asegurarme que cumplen con sus entrenamientos tanto como se divierten, y jugamos un rato los tres juntos.

A la mañana siguiente, hago un poco más de lo mismo, mientras pienso cómo entrar en la capital a rescatar a Satto.

Ya en el templo, tras meditar, preguntas por el monje al cargo y te atiende el Negi del templo, el Sacerdote Jefe.

-¿En qué puede seros de utilidad este aislado monje, hermano?

Acabáis de salir del modesto comedor, por lo que no te resulta difícil encontrar a Kakita Ikura saludando cortesmente a unos monjes con los que se cruza en el pasillo. Cuando le alcanzas se detiene.

-¿Tenéis prisa, Kakita Keita-san? -te pregunta haciendo una reverencia por debajo de la tuya. -¿Qué se os ofrece?

-¿Me permite pasear junto a usted?- le respondo a ambas preguntas.

-Desconozco hasta que punto es correcto referirse a mi como Kakita- le comento con una mezcla de amargura y vergüenza.

(Voy a suponer que si)

Tras unos pasos y estar algo más lejos de oídos indiscretos

-He de reconocer que me tenéis intrigado Kakita Ikura-san, vuestra presencia aquí... la situación actual, imagino que son temas delicados, y es posible que me haya propasado ya, pero quisiera conocer vuestra historia.

Paseas junto a Ikura hasta llegar a un bonito y tranquilo jardín interior que contempláis sin abandonar la comodidad de los pasillos, el refrescante aire de la montaña os hace olvidar que estáis en verano.

–Seguís siendo tan Kakita como lo soy yo. Que nuestro Clan se haya propasado presionando a la Emperatriz no elimina nuestras raíces. –te dice y se queda absorto observando la vegetación tan cuidada. –Estaré encantado de contestaros, echaba en falta una conversación sin tantos enigmas. –dice con una disimulada sonrisa al tiempo que se lleva las manos al obi y tamborilea con los índices sobre él, momento en el que te fijas que no porta ni katana, ni wakizashi. –Fue mi padre quien me envió aquí con 12 años para estudiar el Niten Mirumoto*. Se puede decir que es capricho de las Fortunas y de mis Ancestros que esté aquí y ahora.

Tras estas palabras, se para en seco y se gira completamente hacia ti.

–Seguramente, mi historia es menos interesante de lo que esperabais. Como ajeno a la política del Clan de la Grulla y como invitado del Clan Dragón que soy, todos mis deseos están con nuestra Emperatriz. ¿Y a vos, Keita-sama, qué os motiva a estar aquí y ahora?

Cuando llegas al Dojo del Castillo ves a Hikaru y a Eiji entrenar con otros niños técnicas con el boken. Hay varios sensei en la sala y uno se gira hacia ti.

-Bienvenida, Seppun Aiko-san, soy Mirumoto Unkei. ¿Habéis comido hoy arroz? -te saluda con una leve inclinación. -Tenéis a unos formidables guerreros en casa, enérgicos como su padre y pacientes y educados como su madre, supongo. Satto-san siempre ha sido demasiado impulsivo; demuestra sabiduría en vuestros hijos el no aprender los malos hábitos de los padres. -te dice con una afable sonrisa. -¿En qué puedo ayudaros?

Intuyo que ha decidido ocultar parte de la verdad, pero agradezco poder conversar.

-Diría que el honor, pero esa respuesta no me satisface, simplemente las circunstancias ocurrieron, y al desconocer lo que acontecía decidí que esto era lo correcto- hago una pausa para ordenar mis ideas, pero no saber nada de mi mujer e hijos me impide concentrarme -Ahora solo quiero acabar con esta guerra, que los responsables paguen por perturbar la paz, pero sobre todo quiero que esa paz vuelva, es mi deseo que mis hijos crezcan en un Imperio integro. Y para lograrlo la Emperatriz dispone completamente de mi vida.

Me doy cuenta de que tengo crispadas las manos y de que sudo por el miedo, no del miedo a morir, sino del miedo a perder a aquellos que amo.

Ikura-san, os seré franco, nunca entendí por que vuestro padre me tenía estima, no soy, ni fui ninguna promesa en la Escuela, pero creo que él estaba por encima de los hombres corrientes, era un auténtico samurái, y empiezo a pensar que confiaba en mi, no por mi habilidad, sino por mi corazón, y no pienso decepcionar su memoria.

-¿Acabar con la guerra? Todavía no ha empezado, todo dependerá de si persisten en su intento de presionar a la Emperatriz cuando ya no tienen herramientas para ello; resulta de lo más escurridiza la familia Imperial. Y dejad la modestia para otros, vuestra fama como duelista ha trascendido las paredes de la Academia Kakita. -dijo con una reverencia. -La vida es un duelo, donde el miedo, el deseo y el remordimiento no tienen cabida. Descansad, Keita-sama; habéis recorrido un largo viaje.

Dicho esto, Ikura hizo una profunda reverencia y se marchó hacia sus aposentos dejando a Keita en paz.

- Sí he comido, ¿y vos? Estoy conociendo el lugar donde creció mi esposo. Parece que estaremos aquí un tiempo y deseo familiarizarme con el entorno, además de asegurarme que estos pequeños siguen aprendiendo y mejorando cada día. Muchas gracias por ocuparos de ellos. ¿Es posible que practique con vosotros?

Hago una reverencia respetuosa y espero su respuesta.

-Vengo a buscar la paz para el espíritu, venerable monje. Pues la acción de mis hermanos fénix contra la emperatriz atenaza mi corazón, rompiendo totalmente mi armonía. -y añado con voz temblorosa a causa de la tristeza y de la ira-¿De qué sirve que unos pocos samuráis cumplan con su deber hacia el Imperio cuando todos sus hermanos fallan? ¿Cómo podré vivir en armonía sabiendo que debo enfrentarme a mis antiguos hermanos y amigos, quizás en batalla? 
Este temor no paraliza ni mi cuerpo ni mi mente, pero no les deja reposar. 

Dicho esto, aguardo la respuesta del jefe de los monjes mirándole a los ojos con intensidad.

-Por supuesto, la Guardia Imperial siempre es bienvenida en nuestros dojos. Por favor, pasad y coged un boken. -hizo una pequeña inclinación y dejó pasar a Aiko.

-¿Qué es fallar y qué es hacer lo correcto? Según vuestros hermanos, el equivocado sois vos. "El Camino brillante parece sombrío. El Camino del avance parece el del retroceso. El Camino liso parece rugoso." Palabra de Shinsei. Solo hallaréis la paz en vuestro interior. Meditad y calmad vuestro espíritu. -le dijo el Negi del Templo antes de hacer una reverencia y retirarse.

Al quedar solo, me dirijo a descansar como Ikura me ha aconsejado, mucho más tranquilo, y en cierta forma, algo confundido y decepcionado.

Aprovecho la oportunidad para deleitarme del paisaje por los pasillos y pasarelas del castillo de Shiro Mirumoto camino a la cámara que se me haya asignado para reposar.

Al llegar a dicha cámara medito sobre los motivos de está situación, e intento comprender al menos a un nivel infantil, cual sería el siguiente paso.

No es un golpe que pretenda decapitar, buscaban presionar, querían dejar la autoridad legítima y controlarla... .Divago.

Todavía no sabéis con certeza qué ha motivado estas acciones, pero los clanes del León, la Grulla, el Fénix y el Escorpión no están de acuerdo con las medidas llevadas a cabo por la Emperatriz. Puesto que no se habrá hecho caso a sus peticiones en la Corte, han decidido arrinconar a la familia Imperial para demostrar quién tiene el poder.

Ha sido una exhibición de medios para presionar en favor de sus políticas y asustar a cualquier detractor.

Cometida esta falta de tacto y de respeto, estos cuatro Grandes Clanes están en la obligación de presionar al máximo y no fallar en lo más mínimo. Si consiguen llevar a cabo todas sus demandas, saldrán victoriosos y no solo no tendrán represalias, sino que se harán con el poder en la práctica mientras en la teoría seguiría gobernando la familia Imperial.

Puesto que se les ha escapado la Emperatriz, el asedio tiene muchas probabilidades de convertirse en una guerra. Por el momento, suponéis que alguno de ellos contará con la baza del príncipe como rehén, lo cual os garantiza un tiempo de diálogo hasta que se desvele el secreto. Hasta entonces habrá que entablar relaciones con los enemigos para saber qué les motiva, con los amigos para ver qué pueden hacer y con los neutrales para acercarlos al bando propio.

Al día siguiente, coméis junto al Daimyo Mirumoto y a su Hatamoto. Los sirvientes del castillo os acercan a cada uno una bandeja con tres cuencos (uno de arroz blanco, otro con sopa de miso y el tercero con verduras encurtidas) y un plato con tres pequeños pescados a la plancha.

–La Emperatriz ha pedido que os transmita sus disculpas por no comer hoy con nosotros. –os dice Mirumoto Mareshi acompañado de una leve inclinación.

Tras estas palabras, respondéis con una profunda reverencia y comenzáis a comer.

Una vez habéis terminado, retiran las bandejas y os disponen otras más pequeñas, con té y unos pequeños dulces veraniegos.

–Ya se ha hecho pública la presencia de la Emperatriz en Shiro Mirumoto. –dice Mirumoto Mareshi rompiendo el silencio. –Las tropas enemigas marchan hacia nuestras fronteras para iniciar el asedio. ¿Cuáles pensáis que serán sus estrategias?