Partida Rol por web

-¿Qué no le hagamos daño? ¿Ahora tú das las órdenes hombrecito? Deberíais habértelo pensado antes de incumplir las normas de aquí dentro, nada de contacto con los presos del otro sexo, nada de parloteo y saltitos efusivos durante las comidas. ¿Es que no son lo bastante claras para ti, hijo?- la voz de la Agente Mercy es dura y sin la misericordia que podría esperarse de su nombre. Varios agentes masculinos cogen a Diana y a Loki por los brazos yl os levantan a peso del suelo.

-Lleváoslos a sus celdas y que no salgan hasta nuevo aviso. Sentiros afortunados, hoy no habrá aislamiento para vosotros- los agentes no dan posibilidad a replica, o eso parece.

La agente pelirroja ayuda a levantarse a Diana, con toda la suavidad que puede, dadas las circunstancias, mientras dos agentes levantan a Loki, ante la atenta mirada del resto de guardias.

Y entonces llueven por encima de vuestras cabezas, un montón de bandejas y hostias a doquier, procedentes de la nada. El resto de presos, que estaban por detrás de los guardias que os rodeaban, se revuelven contra éstos, lanzándose contra los agentes de seguridad con todo lo que tienen: cubiertos, bandejas y sus propias manos desnudas. El amotinamiento se apodera del Comedor Común, engullendo a los guardias y pisoteándoos en el proceso.

Como estabais en el suelo, lo único que veis de repente es que un montón de botas os intentan pisar las manos, la cabeza y todas las partes de vuestro cuerpo expuestas. Os lleváis alguna patada y todo. También veis como la agente Valary y el agente Harris de repente juegan a la defensiva, intentando esquivar los golpes que les llegan por todas partes. Aunque sí podéis ver con bastante claridad que la agente de cabello cenizo se está interponiendo entre Sean y la turba, en un intento por no empeorar su situación de falta de oxígeno.

La masa de reclusos que estaban conspirando por detrás, literalmente te arrollan cuando estalla el amotinamiento. Estabas delante de todo y por tanto pasan a través tuyo para alcanzar a los guardias. Eso supone que trastabillas entre la masa de gente cabreada, recibiendo empujones, bandazos y algún que otro golpe en costillas, cabeza y en las piernas.

Estáis sujetos por varios agentes. Aunque os habéis quedado algo adoloridos por las descargas, lo peor está por venir. Os veis atrapados entre los guardias, que son el objetivo de los golpes, con lo que vosotros también os coméis una parte de las hostias no consagradas. Aunque no sois los destinatarios de los salvajes ataques, sois un daño colateral de la masa enfurecida. Os veis arrastrados por toda la lid y acabáis algo separados el uno del otro, atrapados en la situación.

Los guardias que estaban frente a Finn y Sean comenzaron a discutir mientras Scott intentaba razonar con Abel, la guardia más joven se interponía entre ellos y su enorme compañero que ya empuñaba la porra – "Joder, para una guardia que parece decente la van a machacar"- pensó mientras los rumores detrás de él comenzaban a aumentar dando señal de que el motín iba a comenzar.

-¡Finn, Sean, bajo las mesas!- Gritó al escuchar las palabras de Abel. En cuanto recibió los primeros empujones y golpes no lo pensó mucho y avanzó con la corriente de cuerpos para no quedar completamente arrollado - "Joder, para un guardia decente…"- volvió a pensar mientras avanzaba con la turba de presos hacia los guardias. Scott no aprobaba la violencia de forma gratuita contra nadie y menos si no la merecía, no le parecía justo que pagaran justos por pecadores…

-¡Joder!- Gritó mientras se lanzaba contra la guardia rubia para intentar derribarla y así sacarla de la vista de los presos e intentar protegerla en la medida de lo posible.  

El hombre fuerte no ayudaba y la porra de su mano mucho menos. Me faltaba oxígeno. Lo sabía. Estaba sufriendo un ataque de ansiedad, las manos me temblaban y, pese a lo rápido de mi respiración, sentía que me faltaba aire. Empezaba a temer que el tal Harris me fuera a golpear aún así. No me parecía probable que la chica rubia pudiera frenar a semejante monstruo.

Pronto todo se fue de madre. No entendía lo que estaba pasando. El ruido de los gritos de los presos retumbaba en mis oídos, como si tuviera tapones en ello. Todo parecía pasar muy rápido. Demasiado rápido. No sabía lo que hacer y necesitaba mis pastillas.

Pude escuchar una voz gritando mi nombre. Sonaba lejana, pero de alguna forma consiguió hacerse notar entre la multitud. Las mesas, tenía que llegar ahí y esperar a que todo se calmase e intentar calmarme yo mismo. Gateé hacia la más cercana, intentando esquivar los furiosos pies que iban y venían mientras me centraba a la vez en intentar relajar mi respiración.

Todo el mundo se lanzó sobre todo el mundo y me encontré entre un mar de porrazos, patadas y demás barbaridades.

—¿Queréis parar todos? ¡Esto es una locura!— traté de levantarme para parar los golpes, para detener a los guardias y a los presos, que se habían vuelto locos todos. 

Pero entonces escuché unos gemidos. —¡Sean!— Tenía problemas respiratorios... ¡Mi amigo estaba en apuros! 

Me abalancé sobre él y traté de ayudarle a llegar debajo de una mesa, no importaba cuantos golpes recibiera yo... ¡Le ayudaría! y conseguiría que respirase aunque tuviera que meterle yo el aire en los pulmones...

Me sacudo de encima como puedo a los que me apartan de mi hermana. No me importa si les hago daño, los mato o los mutilo, solo se que mi hermana esta en medio de todos estos energúmenos y no puedo dejar que le hagan daño.

Cargo contra los primeros que se interponen, abriéndome paso con el hombro y apartando a los que son demasiado lentos o están demasiado apretados para no quitarse. Si no logro que se quiten, les pateo la rodilla para que caigan y salto por encima. Me hacen perder tiempo y Di no se recuperara tan rápido como yo de la descarga. Mientras me abro paso estoy pendiente de posibles guardias que me salgan al paso, quizás sea buena cosa salvar a uno de ellos para ayudar a Di en el día que le hagan la revisión. Quizás la rubia que se enfrento al matón o la pelirroja que nos dio la descarga, pese a ello. Al tal Harris, espero que alguien tuviera la feliz idea de arrojarlo por la barandilla a niveles inferiores.

DIIIIIIII...HERMANITA, AGUANTA. ESCÓNDETE DEBAJO DE UNA MESA.Se que lo mas probable es que no me escuche, pero me ayuda a seguir en marcha mientras los golpes me llueven por todas partes. Ahora casi no siento el dolor, pero se que mas tarde, mi cuerpo sera un enorme cardenal.

Mi intención es colarme entra la gente y el caos aprovechando mi pequeño tamaño para llegar con mi hermano. ¿Que tendría que tirar?

Scott, en un ataque de valentía o de estupidez, se lanza hacia la agente rubia, Valary, para hacerle un placaje. La joven simplemente no lo ve venir entre tanto preso intentando golpearle y pisotearla. El muchacho aterriza sobre la agente y la tira al suelo, sin conmiseración alguna, impactando duramente contra el suelo. Valary se queda sin respiración por unos segundos, al vaciarse sus pulmones repentinamente  entre el impacto del golpe y la recepción del peso del cuerpo de Scott. Scott consigue apartarlos a ambos a una zona algo más despejada y por suerte para él, la joven rubia se queda confusa debajo de su cuerpo.

-¡¿Qué demonios...?!- reniega debajo de éste, sofocada bajo su peso. La gente de alrededor se ha quedado tan sorprendida con el asalto de Scott que simplemente se apartan, como si Moisés hubiera ordenado la apertura de las aguas. Es una pequeña ventaja, nadie sabe si lo ha hecho para pelear o para defenderla... Por el momento.

Sean lo intenta, de verdad que intenta respirar y concentrarse y no caer en el abismo. Pero al final, la situación le puede y le supera, toma el control de su cuerpo y mente y la ansiedad se hace con el trono de la voluntad del pobre Sean. A ello se añade que pierde a su recién adquirida defensora, que se pierde a un lado, tras ser asaltada por el preso que acompañaba a Finn. El joven ahogado intenta gatear hacia un sitio seguro (si es que hay alguno a esas alturas en la sala central), aunque le cuesta orientarse y moverse entre tantos pies variados. Entonces Finn se ofrece a hacerle de parapeto y entre ambos consiguen alcanzar una de las mesas del comedor más cercanas. Se meten debajo, donde se está bastante más tranquilo.