Partida Rol por web

Al ver que Ragstar está indefenso con un rugido me lanzo a la carrera hacia sus atacantes, lanzando un zarpazo con mis garras retráctiles al descubierto a la cabeza de uno de los vampiros que iban a por el, sentí cómo el pelo se me erizaba por el ardor de la batalla, los músculos se marcaban bajo la piel y mis colmillos de gran tamaño sobresalían en una mueca feroz.

Contemplo como el enemigo que ataqué cae y se deshace en polvo, pero no hay tiempo para celebraciones, dos vampiros más se avalanzan sobre mi con claras intenciones homicidas. Les entiendo, me embarga la misma emoción, solo que mi blanco es otro.

Mis ojos buscan a la señora vampiresa y no tardan en localizarla. Muy segura de si misma, sigue frente a nosotros, contemplando la lucha. La demostraré que ha sido un error subestimarme. Con rápidos pasos me abalanzo sobre ella y con la hoja de mi arma aun en la mano, la hago girar sobre si misma y tras un movimiento rápido de piernas, dirijo un golpe contra su desprotegido cuerpo hasta un punto que, de acertar, me daría clara ventaja durante el resto del combate.

El filo surca el aire, no digo nada, sobran las palabras

Ragstar mira a sus compañeros, aquellos con los que ha estado combatiendo mano a mano, sólo le parecen enemigos a los que debe derribar.

Erevan arranca la cabeza al vampiro, que desaparece en una explosión de polvo un instante después.

La vampiresa baja de un salto preciso al suelo, y ese es el momento que Jigna estaba esperando. Arremete contra la vampiresa, pero incluso su vertiginosa agilidad no es suficiente para alcanzarla. La vampira le esquiva con un gesto tan grácil como preciso.

-Oh, muchacho... cuanto ímpetu...

Entonces la vampira le devuelve un golpe justo al estomago que deja a Jigna sin aliento. Un golpe preciso y veloz. Sobrehumano.

-Veamos como te trata tu compañero ahora, valiente.

La vampira sonrie mientras comanda a Ragstar a acabar con su compañero. El cambiaformas levanta su hacha y asesta un golpe tremendo a su compañero, que en otras circunstancias hubiera podido evitar con pocos problemas, pero que tras el envite de la vampiresa no pudo esquivar.

Svana, que ve lo maltrecho que ha quedado su compañero, apunta con su báculo a la vampiresa y todo su ser comienza a refulgir con luz divina.

-Prepárate para morir definitivamente, ser de la oscuridad.

La vampiresa esquiva con facilidad el ataque.

-¿Crées que con eso puedes destruirme? Estos aventureros eran menos credulos en mis tiempo.

-¿Estás segura de que tú eras mi objetivo?- le replicó la sacerdotisa.

En efecto, su rayo había errado, pero Jigna y Rhakarn se encontraban mejor.

-¡Se acabó!-Laitnus, el hechicero, tomó aliento y su cuerpo empezó a soltar chispas eléctricas. Después abrió la boca de forma casi inhumana hacia Kali y le lanzó su terrible aliento de relámpago. La vampiresa lo esquiva por poco, pero el rayo la roza, quemando su blanca piel.

-¡Maldito... vas a pagarme con tu sangre!-la vampira tiene los ojos inyectados en sangre, clamando venganza.

Rhakarn, sintiendose aliviado por el conjuro de Svana, dirige su atención hacia Kali.

-Así que te gusta dominar a los demás, ¿no, Kali?

En ese momento, los ojos de Rhakarn refulgen con un humo dorado, y los de Kali van perdiendo tonalidad roja para ir cambiando al mismo color que los de Rhakarn. La vampira se lleva las manos a los ojos con dolor.

-¡Maldito seas, brujo! ¿Qué crées que me estás haciendo?

En ese momento, la vampiresa ve como su mano atraviesa el pecho de uno de sus vampiros y éste desaparece en una explosión de polvo. 

-¡Anatolus!

La vampiresa no puede creer que ella haya hecho eso. Al comprender que se haya bajo la influencia del brujo, lo mira con desdén, su mirada aún dorada por el embrujo del hechizo.

-Bien... tú lo has querido, brujo...

Kali mira al brujo y sus ojos comienzan a tornarse rojos de nuevo, intentando luchar contra la mirada de Rhakarn. Los ojos de Rhakarn, que intenta resistirse al influjo de la vampira, comienzan a tornarse rojos, entrando en sintonía con los de ésta. En ese momento, Ragstar se ve liberado de la dominación.

-Ahora... acabad con su osadía... y con él de camino.-la venganza de la vampiresa contra Rakharn no iba a hacerse esperar. Los tres vampiros restantes se lanzan contra el brujo, clavando sus garras en su indefenso cuerpo.

Dos parpadeos, es lo único que necesita Ragstar para recuperarse y ver lo que le ha ocurrido. Maldita sea, otra vez te ha pasado lo mísmo, cuando luches contra vampiros no los mires a los ojos. ¡Idiota!

Observa en un momento los alrededores para ver si ha herido a alguno de sus compañeros. Observa que si hacha ha abierto una herida sobre Jigna. Un pequeño gesto de disculpa y se planta delante de su siguiente objetivo.

Miro de un lado a otro, mi compañero estaba en peligro pero el objetivo era Kali, si acababamos con ella rapidamente, aún podríamos salvarlo a él.

En dos saltos salvé la distancia que nos separaba a Kali y a mí y a mitad del tercero cambié mi forma de tigre por la de un gran lobo, mas grande que el tigre anterior, de hecho, era gigantesco, la zarpa del cánido se lanzó hacia la cara de la vampiresa.

Con un odio inimaginable surgido de haberse visto sometido a la voluntad de la vampira Ragstar trata de asestar uno de sus golpes más poderosos. Aquel que le ha sacado de más de un aprieto.

Tú ya no te me escapas ¡engendro!

Alza su hacha para asestar el golpe con gran furia.

Jigna, aún en el suelo, aprovecha la confusión para pillar desprevenida a la vampira con uno de sus cortes de cuchillo más mortiferos. Uno dirigido directamente a la yugular del engendro. Sin embargo, Jignan nunca se enfrentó antes a un enemigo con una destreza tan formidable como la suya, incluso mayor. La vampira lo esquiva en el último minuto, provocándole un ligero corte solamente.

-Vas a tener que hacerlo mejor, elfo. Eres muy ruidoso...

Svana, viendo en los aprietos en los que estaba su compañero Rhakarn, volvió a empuñar su bastón contra los vampiros y lanzó otra luminosa lanza de fe. Pero el vampiro la desvía de un golpe que deja humo en su huesuda mano. 

Ragstar levanta su hacha contra Kali, pero al intentar asestar su tremendo golpe algo en su interior se lo impide. Parece que quedan resquicios del yugo de la vampira en su alma. Si no logra sobreponerse a estos impulsos, volverá a caer presa del influjo de Kali.

Laitnus, haciendo caso omiso con mirada de desdén a los problemas de Rhakarn, centra su poder contra Kali. Sus ropajes comienzan a elevarse por efecto del puro poder arcano concentrandose en su interior. Sus ojos pierden las pupilas para convertirse en dos esferas blancas de puro odio. Señala el cielo con su indice y un rayo de luna cae en picado hacia la vampira. Esta vez la vampira no puede esquivar un ataque tan directo de una dirección tan inesperada. El rayo impacta y abrasa la piel de Kali, que lucha por regenerarse lo antes posible entre gritos de dolor y maldiciones hacia el mago.

Rhakarn, viendo que la ayuda de sus compañeros iba a tardar en llegar, recurrió a una de sus tácticas favoritas. Disparó un rayo purpura a uno de sus atacantes que acabó con su vida en una explosión de polvo, mientras él se volvía translúcido, sonriendo.

Los vampiros, comprendiendo que su contrincante estaba "físicamente" fuera de su alcance, se abalanzaron sobre el mago que acababa de abrasar a su señora. Y lo atraviesan con sus garras. El mago, en un acto de extrema fanfarronería, sonrie a uno de sus atacantes, hasta que una tos sanguinolenta hace que pierda la sonrisa.

La vampira, que poco a poco iba recuperando su blancura de piel gracias a su regeneración sin parangón, miraba con odio al mago que la había abrasado con el rayo de luna. Se dirigió paso a paso hacia él, y le empuja con un golpe con el dorso de su mano sin esfuerzo alguno, mostrando su inhumana fuerza. -¡Aparta, gusano! Tengo asuntos pendientes con ese mago...

En el momento en el que Kali golpeaba a Ragstar para apartarlo de su camino hacia su venganza contra el mago, un terrible lobo gigante, que no era otro sino Ereban, le da un zarpazo terrible en la cara, arrancándole la mitad derecha y dejando esa parte de su calavera vampírica al descubierto.

-Maldito perro, ¡vas a arrepentirte de esto!

Con un ladrido trinfal al ver la calavera de la vampiresa al descubierto me levanto sobre mis patas traseras para descargar un zarpazo al cuerpo de la vampiresa, con la intención de concentrar todos mis esfuerzos en acabar con ella.

El combate se acrecienta, los enemigos nos rodean y la situación parece estar poniéndose difícil para todos. El mago parece estar recibiendo la mayor parte del castigo, aunque ninguno nos libramos del daño. Yo mismo debo lidiar con mi herida, recibida por subestimar a mi enemigo.

“No volverá a pasar”

Cuando la zarpa de Erevan golpea a la vampiresa haciéndola caer, no dudo un instante en qué hacer. Con mi daga aun en la mano, doy un salto en el aire y mientras caigo, apunto con mi daga contra el corazón de la vampiresa. Seguramente no la mate, pero la haré daño y conmigo encima, tendrá más difícil el levantarse. El filo silba en el aire, mis músculos se tensan, mi ataque sobreviene... o al menos eso creo, pues un terrible dolor provocado por las heridas me hace desestabilizarme en el aire. Se que no caeré como yo quería sobre kali, pero al menos lanzaré mi ataque.

Mi brazo desciende, sin apuntar realmente a la vapiresa, mi cuerpo golpea el suelo, intento rodar, mientras observo si mi ataque ha tenido éxito

No pasa nada, el influjo de ésta vampira es más fuerte de lo que piensas, ¡concentrate! ¡Golpeala ahora que tu compañero la ha herido!

Ragstar vuelve a levantar el hacha con aviesas intenciones, esta vez la descarga será más fuerte que antes, su enemigo está fijado y no piensa en la derrota, mucho menos en fallarle al pueblo.

Maldita, no volverás a dormir bien en tu vida.

El ataque de Jigna tenía un buen fundamento. Le impacta de lleno. Sobreponiéndose al dolor, la vampiresa se ríe en la cara del elfo. La risa de ella estaba sacándole de sus casillas. Pero Ragstar transforma esa risa diabólica en grito de dolor desgarrador con su hacha. La vampiresa tiene que utilizar todo su poder regenerativo para contener sus entrañas en su sitio, y a duras penas lo consigue.

-¡Tú! ¡Te maldigo, animal!

Los ojos de la vampiresa empezaban a mostrar desesperación, y se posaron sobre el herido Jigna. Se arrastró hasta el con el rostro desencajado, los ojos rojos y las mandíbulas abiertas sobrenaturalmente, mostrando dos cuchillas que tenía por colmillos. Aún con la destreza extrema de Jigna, éste no pudo evitar que la vampiresa clavase sus colmillos en su cuello y comenzase a robarle su líquido vital. La herida de Kali se va cerrando y su cara va volviéndose mas humana conforme la sangre de Jigna va llenando sus monstruosas venas.

El lobo intenta rematar a la vampiresa aprovechando que está enganchada a su compeñaro, pero ella rueda por el suelo (visiblemente recuperada) y lo esquiva.

-¡Llamas sagradas! -la sacerdotisa lanza una llamarada de fuego divino que carboniza a otro de los vampiros, que muere entre gritos desesperados de dolor. Al mismo tiempo, parece que esas mismas llamas reconfortan las heridas de Laitnus.

-Esto es entre tu y yo... -Laitnus, con sus heridas curadas, estaba dispuesto a batirse en duelo con el vampiro que quedaba. Concentró sus energías arcanas en su mano que comenzó a brillar con un fulgor verdoso. Lanzó esa energía en forma de garra hacia el vampiro, a quemarropa, pero el engendro lo esquivó haciendo gala de su destreza supernatural.

Rhakarn, que seguía insustancial, no estaba dispuesto a dejar que Laitnus acabase con el último vampiro, cuando él tenía aún una venganza pendiente. Apuntó con su cetro al vampiro y disparó un rayo de energía oscura, pero el vampiro parecía no estar dispuesto a dejarse matar todavía. Entonces, Rhakarn volvió a ser sustancial de nuevo.

Después de tanto esquivar ataques, el vampiro estaba sediento de sangre. Se lanzó contra Laitnus, hundiendo sus garras en su carne y haciéndole gritar de dolor.

El ataque de Kali había sobrevenido rápido, el dolor de sus dientes atroz. Con un ligero mareo por la sangre perdida, Jigna entiende que está en una precaria situación. La vampiresa es muy poderosa. Sin embargo él era Jigna, asesino famoso y gran luchador, un superviviente. No pensaba morir ahí. Después de tantos combates, después de tantas aventuras, su vida no podía acabar por una simple criatura de la noche. Por primera vez desde que se iniciara la aventura, la expresión de su rostro cambia y una leve sonrisa se dibuja en ella.

-Maldita criatura ¿Crees que has conseguido algo tomando mi sangre? Solo has prolongado tu sufrimiento, porque vas a sufrir, vas a morir aquí y tan absurda será esta victoria, tan nimia la amenaza qeu has supuesto, que en una semana ni me acordaré de que te tuve que dar muerte. Porque yo soy...- De pronto, un torrente de energía nacida de su determinación emana de cada fibra de su cuerpo, el dolor desaparece, las fuerzas regresan y como un grito de Júbilo, el elfo termina su frase -... ¡YO SOY JIGNA, EL ASESINO!-

Con parte de su fuerza recuperada, el elfo interpone sus cuchillas ante kali y comienza a rodearla a fin de flanquearla con sus compañeros.

Lanzo un aullido cuando veo a Kali morder a mi compañero y recuperarse, de esa manera no acabaríamos nunca con ella. Salté para coger una mejor posición mientras le volvía a dar otro zarpazo dirigido a la cara.

Jigna se recupera tras su amenaza a Kali y adopta una posición defensiva mientras se movía lentamente para flanquear a la vampira.

Ragstar parece adivinar las intenciones de su compañero y se mueve para conseguir una posición de flanqueo contra ella. Entonces le lanza un ataque que ella se dispone a esquivar, pero que, debido a su posición flanqueada, impacta de refilón.

-¡Malditos seáis! -la herida abierta en su espalda por el hacha del guerrero no paraba de soltar sangre a borbotones.

Se dio la vuelta y miró a Ragstar a los ojos.

-Mírame de nuevo, animal. Recuerda porqué eres inferior a mi. Recuerda quién soy para tí. Recuerda porqué no vas a volver a atacarme.

Ragstar intentó resistirse. Sabía a qué se estaba enfrentando mirando a esos ojos encendidos de rojo. Esos ojos que le provocaban esos sentimientos. Esos ojos que debían ser protegidos a toda costa. Ya estaba hecho. Ragstar vuelve a estar bajo el influjo de Kali.

Erevan, el enorme lobo, lanza un zarpazo contra Kali con objetivo de acabar con ella de una vez por todas, pero Ragstar le empuja en un momento crucial del salto y desvía su ataque.

Svana estaba decidida a acabar con la plaga de engendros de una vez por todas mientras sus compañeros atacaban a su lider, Kali. 

-¡Lanza de fe! -y un rallo de energía candente sale disparado de su báculo hacia la maldita criatura, pero ésta lo esquiva en el último segundo, frustrando las intenciones purificadoras de Svana.

-¡Ni se te ocurra tocarle! -Laitnus le gritó a la sacerdotisa, que no entendía las intenciones del mago- Este es mío. 

Entonces pronunció unas palabras en elfo antiguo y unas llamas salieron de su mano en arco, pero el vampiro las esquivó de un salto que aprovechó al bajar para atacar al elfo. Y clavó sus zarpas en sus hombros. Pero Laitnus parecía enfervorecido.

-¡Sí! ¡Resístete a morir, sabandija! ¡Te mataré! ¡Te mataré! -le gritaba al vampiro, que le amenazaba con sus colmillos.

Rhakarn no tuvo en consideración las amenazas del mago y atacó de nuevo al vampiro. Sin embargo, en el último momento, vaciló para no impactar accidentalmente a su compañero.