Partida Rol por web

A Sam se le acababa la paciencia con los malos modos. Ser Slytherin no quería decir ser borde a cada minuto.

-¡Oye, tú! Te digo lo mismo que a Crabbe, Emma. Si tienes quejas, haber hecho algo tú antes. Fallé, lo siento. Pero lo intenté al menos, cosa que ninguno hizo. ¿Queréis salir de ésto? Colaboramos o nos hundimos solos. ¡Allá vosotros! A mí también me sobra la mala leche, pero procuro saber con quién merece la pena usarla.

Procuró calmarse un poco antes de seguir.

-Encárgate tú de traer el tablero, ya que te sobra energía, nosotros estábamos buscando la varita de Crabbe.

-¡No se os ocurra empezar a discutir, idiotas! -exclamó Crabbe, tratando de calmar a sus compañeros y que no se iniciara una refriega entre Sam y Emma-. Estos monos no llevan mi varita. Se les habrá caído, seguramente. Quizá un "Accio varita de Crabbe" nos pueda servir, pero lo dudo.

Se fijó entonces en los monos que se llevaban el tablero del juego y dio un fuerte gruñido.

-Lewis, vas a tener que darme un momento tu varita -dijo, fijándose en los simios-. Ese Ravenclaw de antes hizo su turno cuando lanzó un hechizo Accio sobre los dados. Voy a tratar de hacer lo mismo. Tenemos que arriesgarnos. Es la única forma de que el juego siga avanzando y llegue vuestro turno.

Emma bufó por lo bajini ante las palabras de los dos. La sangre ya parecía haber dejado de fluir y saluda reseca sobre la frente de la chica. Por el contrario, el frío que había sentido al estar congelada seguí estando en lo más profundo de su cuerpo.

-¿Igual con un Petrificus totalus?-les preguntó refiriéndose a la varita de Crabbe y al mono que la tuviera.

Luego buscó el juego con la mirada. Esos monos se la habían jugado bien a los tres.

-¡¡Accio juego Jumanji!!-dijo concentrándose en lo que le habían enseñado en clase mientras miraba a aquel mono balancear el juego de arriba abajo.

Emma apuntó con su varita al juego de mesa que tenía uno de los monos que estaba colgando del aro del campo de quidditch. Y fruto del efecto del conjuro, allí fue dirigido a gran velocidad. El mono se resistió a soltarlo, así que se subió en él y llegó ante Emma como si hubiera ido surfeando por el aire en una tabla voladora.

El mono chillaba al ver lo que acababa de ver, y rápidamente saltó sobre Emma. Afortunadamente, la joven y el resto de niños habían visto como se abalanzaba sobre ella, así que quizá aún podrían evitar que el mamífero terminara robándole la varita también a la única chica del grupo.

-Ooooh, mierda-dijo Emma cuando vio venir volando el juego con el mono.

Agarró el juego con la mano y con la otra se debatía con el mono por su propia varita mientras la escena la empezaba a ganar por goleada.

-Oh mierda, oh mieda-repetía sin cesar mientras luchaba con ese mono.

No sabía dónde estaban los otros dos, ni siquiera si la estaban viendo, pero no podía girar su cara hacia ellos para ver donde estaban, así que como pudo luchó con el mono y trato de hacer un hechizo sabiendo que tal vez no fuera lo más acertado, pero bueno, era de primero, podía permitirse meter la pata.

-¡¡Petrificus Totalus!!

Antes de que el mono llegase a Emma, Sam pudo lanzar el hichizo que se le ocurrió para salvar la situación, apuntando al simio:

-¡¡Incarcerous!!* - ese hechizo lo había practicado este verano jugando con los perros de casa, y volviéndolos a soltar después. Ellos se volvían locos de diversión intentando evitar las cuerdas.

"¡Ojalá funcione!", pensó. Se resistía a darle la varita a Crabbe, pensando en que podrían perderla. Ahora ya tenían el tablero más cerca, sólo les quedaba recuperar la varita del Slytherin.

Crabbe sabía que poco podía hacer sin su varita. Sin embargo, ahora dependía de la habilidad de Emma y Samuel para salir indemne de la situación en la que les había puesto el tablero de Jumanji.

Viendo que el mono se disponía a abalanzarse sobre su compañera, Crabbe trató de adelantarse para cubrir a la chica mientras la escuchaba pronunciar las palabras del hechizo Petrificus Totalus, teniendo especial cuidado de no situar su ancha espalda delante de la varita de Emma. Entretanto, lanzaría un puñetazo al aire, intentando alcanzar al mono que se disponía a abalanzarse sobre su compañera.

El mono se abalanzó sobre Emma, pero ésta fue suficientemente rápida para esquivar el ataque del mono y dejarlo completamente petrificado. Después Sam trató de convertir unos hilos en cuerdas más gruesas para atarpar al mono, pero no salió tal y como debía. Por suerte, la muchacha no había tenido que sufrir el robo de la varita y podría seguir ayudando a sus compañeros.

Una vez el mono estaba tendido en el suelo, Crabbe le dio un fuerte puñetazo en la cabeza y lo dejó inconsciente. El resto de monos escucharon el chillido que dio éste tras recibir el conjuro y el impacto. Ahora que les habían visto y que también habían visto que les habían robado el juego, empezaron a chillar y se dirigieron hacia ellos a toda velocidad.

Por suerte ya tenían el juego con ellos y era el turno d Crabbe.

-¡Malditos monos! -gruñó Crabbe, arreándole una patada al mono inconsciente y mostrando los dientes de forma amenazadora.

Luego, se dirigió rápidamente hacia el tablero de juego, se agachó junto a él y tomó los dados entre sus rollizos dedos.

-Dadme suerte, dadme suerte... -murmuró, soplando a los dados mientras los agitaba en su puño cerrado.

Entonces los lanzó sobre el tablero y respiró hondo para ver cuál era el efecto de su tirada.

Los monos continuaban dando vueltas por el lugar, y algunos se dirigían hacia la parte baja de las gradas que era donde se encontraban ahora mismo Sam, Vincent y Emma. El último en tirar decidió que ya era hora de que le tocase si turno, y a pesar de que se encontraba desprovisto de varita, no dudó ni un instante en seguir continuando el juego.

Tras la tirada del grandullón, la bola de cristal central volvió a mostrar unas palabras:

De afilados colmillos.

Tu sabor le atrae.

Más vale que corras,

o en sus garras caes

Y entonces un terrible sonido se escuchó a pocos metros de la espalda de ellos:

Cuando miraron hacia atrás, todos pensaron que se trataba de un león. Pero esos animales eran más habituales del mundo de los muggles. Aquello era mucho más terrorífico y peligroso, porque en su cuerpo había alas de águila y una cola de algún tipo de serpiente o mucho peor, de un dragón. Aquel animal mitológico solo lo había visto Crabbe en los libros de Cuidado de Criaturas Mágicas, y lo habían calificado con XXXXX, es decir, era una criatura mágica muy peligrosa.

Lo mejor no iba a ser precisamente enfrentarse a él, si no... ¡¡huír!!

Tan solo Crabbe sabía que aquella criatura era una quimera. Un animal muy peligroso y poderoso. Bastante invulnerable a conjuros y hechizos, y aún más para los de alguien que no había alcanzado ni siquiera el séptimo curso.

-UUUUUUAAAAHHHHHH -retrocedió Sam, abriendo los ojos como platos. Éso sí que no se lo esperaba, una criatura tan extraña que jamás había visto, ni siquiera en los libros.

No sabía cómo actuar contra ella, ni si el ser de segundo curso sería suficiente. Su magia no era aún muy extensa, y los conjuros eran limitados.

Lo mejor era hacerle caso al viejo dicho "huye hoy, lucha mañana". En este caso no tenían días, pero sí minutos. Si los demás hacían lo mismo, podrían actuar juntos.

-'Contra esto debemos enfrentarnos juntos, larguémonos! -dijo a Emma y Crabbe, retrocediendo.

Crabbe apenas podía creer lo que veían sus ojos. Aquella bestia era aterradora, mucho más de lo que le había parecido en los libros de Cuidado de Criaturas Mágicas. El matón tragó saliva, asustado y deseó para sus adentros no haber tirado el dado.

-¡Es una quimera! ¡Tiradle el mono y corred! -gritó Crabbe.

Acto seguido, se dio la vuelta y sin esperar una posible reacción por parte de sus jóvenes compañeros, echó a correr en dirección al interior del castillo todo lo que se lo permitían sus rechonchas piernas. En esos momentos, solo podía pensar en hallar un aula vacía en la que esconderse.

Incluso las mazmorras de Hogwarts le habrían parecido un lugar apetecible.

-Pero ¿Qué haces? No tienes va...

Pero así quedó la frase de Emma pues el rugido de lo que en un principio pensó que era una león le cortó las palabras. Cuando se giró para mirarlo se quedó sin aire, petrificada. ¿Qué era eso? Pero, como si Crabbe hubiera leído su mente dio la respues en voz alta y Emma tardó unos segundo en reaccionar.

Frente a eso su magia era débil, escurridiza y pobre, así que por una vez ambos chicos tenían razón. Además Crabbe iba unos cursos más avanzados que ellos y sabía lo que era, con lo cual debían hacerle caso. Así que sin más, en lo que para Emma fue una eternidad, su cerebro se puso de acuerdo con sus piernas y comenzó a correr asustadísima.

En cuanto los alumnos de Hogwarts vieron a la quimera salieron corriendo olvidándose del tablero de juego. Sin él no iban a poder seguir avanzando. Por fortuna para ellos, el animal mitológico vio al mono amordazado y se lo comió de un bocado. Aquel señuelo había sido suficiente para darles algo de tiempo y huir hacia el interior del castillo.

Una vez en el hall, pudieron ver como la quimera salía volando hacia el campo de quidditch para devorar los monos que quedaban. Quizá aún tenían una oportunidad de volver a por el juego sin hacer ruido y así poder continuar con aquella macabra aventura.

Apoyado contra la pared, Crabbe jadeaba mientras posaba sus manos sobre sus rodillas. Se encontraba exhausto por lo mucho que había corrido para dejar atrás el campo de quidditch y a aquella quimera. Necesitaba tomarse un respiro.

-Lewis... -se dirigió al joven Slytherin-. Te toca a ti... Ve a por el tablero, tira los dados y tráelo de vuelta... Usa Accio si ves que está muy lejos... Ahora esa cosa está entretenida con los monos...

El grandullón se deja caer en el suelo, tratando de reposar para recuperarse el aliento.

Cierto que la quimera les había venido de perlas en eso, pero también faltaba la varita de Crabbe.

-Ok, yo iré a por el tablero. Tú y Emma tratad de hacer lo mismo con tu varita, ¡ya véis que es importantísimo que estemos los tres armados! Nos va la vida en ello.

Aprovechando el caos reinante en al campo de quidditch, Sam se acercó lo posible sin ser visto*, y convocó toda su concentración posible para ejecutar un Accio perfecto y hacerse con el tablero.

Emma se encogió para coger aire. No le gustaba recibir órdenes de un enano como aquel (que iba un año por delante de ella), pero no tenía aliento para responderle con su carácter habitual. Prefirió centrarse en respirar mientras sentía su corazón latir fuertemente en sus oídos.

"Hacía mucho tiempo que no corría tanto" pensó.

Todavía tenía en mente esa bestia infernal y la idea de volver allí para conseguir la varita de ese tipo no le hacía la menor gracia. Por otra parte, entendía a la perfección que él era el alumno más avanzado de los tres. 

De repente, cae en la cuenta de algo.

-Chicos, ¿recordáis loq ue dijo el juego cuando se tragó al primer chico? ¿Cómo era? En no sé dónde vas a esperar, hasta un 5 o un 8 sacar. Crabbe ha sacado un 8. Igual no estamos solos, igual, igual han vuelto y ellos podrán ayudarnos también a buscar la varita ¿no? O el juego- dice mirándolos con esperanza.