Partida Rol por web

En el castillo de Hogwarts todo estaba siendo dispuesto para la llegada del alumnado. Encerrado en el que antaño fuera despacho del benevolente y poderoso mago Albus Dumbledore el subdirector Carak-Band aguardaba con impaciencia el comienzo del nuevo año académico.
Casi inmediatamente después del alzamiento de Voldemort el castillo, al contrario de lo que muchos pensaban, fue restaurado y abierto de nuevo a las mentes infantiles del mundo de la magia. Aunque todos por aquél entonces lo tachaban de despiadado y abominable, Lord Voldemort había demostrado su faceta sentimental al ocupar el puesto de su viejo mentor aunque, por supuesto, la escuela fue llevada por sus agentes de confianza y a su manera.
Durante largos años Mandos Carak-Band había sido el jefe carcelero de todo el mundo mágico y uno de los altos dignatarios del nuevo tribunal mágico. Había dirigido todo el sistema de prisiones estableciendo su sede principal en Azkaban y Nurmengard. Pero sus años de gloria terminaron el día en que por mano del destino se vio envuelto en un altercado que le obligó a abandonar su puesto. Afortunadamente su posición le permitió ocupar el cargo de subdirector de la escuela principal del Lord oscuro, aunque siempre lo había considerado un castigo. Por eso su frustración en más de una ocasión se había visto enfocada sobre los alumnos y el claustro, aunque disimuladamente para evitar la ira de Voldemort, y Hogwarts adoptó un régimen escolar severo como no se veía desde la marcha de Dolores Umbridge de la institución.

Mandos miró hacia un pedestal de oro y plata que, según tenía entendido, perteneció a la mascota de Dumbledore. El subdirector esbozó una cínica sonrisa encontrando divertido el hecho de que Lord Voldemort no hubiese remodelado el despacho del director una vez ocupó el cargo. Después de todo no era tan tenebroso, pensó divertido...

El subdirector cabilaba en su asiento tras el enorme escritorio del despacho. Esa noche le tocaba la primera clase con los grupos de quinto de Griffindor y Slitheryn, su propia casa. Confiaba en que esos muchachos estuvieran a la altura de sus espectativas. Debían dar una buena imagen de la serpiente plateada... por la cuenta que les traía.

Y sin embargo ya tenía noticia de varias irregularidades. La juventud siempre traía consigo sorpresas desagradables. Pero él ya estaba acostumbrado, no era nada de que preocuparse. Su deber era educar a esos muchachos y muchachas para que supieran comportarse en el lugar que les corresponde. Y su mente ya trabajaba en las ideas con las que poder poner dichas lecciones en práctica...

En la tranquilidad del despacho alguien llama a la puerta. A esas horas solo puede ser un profesor que no tiene clase o algún alumno de cursos superiores que no cursa algunas asignaturas.

Parece que le urge hablar con el subdirector porque el golpeteo de la puerta no es que sea tranquilo.

El subdirector apartó la mirada del gigantesco cuadro de lord Voldemort que presidía la estancia en la pared que había en la planta superior, tras el escritorio.

-¡Adelante! -exclamó con voz imperiosa Carak-band mientras tomaba asiento tras su mesa y entrelazaba ambas manos frente a su rostro.

Entra en la sala. El guardabosques, y también profesor de cuidados de las criaturas mágicas, parece un poco mosqueado. Se acerca a Mandos y le muestra una trampa.

-Alguien está jugando con trampas humanas en el Bosque Prohibido. Ha herido a dos potros de unicornio. Y los centauros están enfadados.

Se lleva bien con las criaturas mágicas. Había sido criado en los bosques y conocía bien su comportamiento y el estado de ánimo que presentaban en cada situación... y no parece que en ese momento los ánimos en el Bosque Prohibido sean los adecuados para la seguridad de Hogwarts y más si los centauros están enfadados.

Carak-Band dedicó una mirada de soslayo al cepo de hierro que yace sobre su mesa (o más correctamente la del señor oscuro) y bufó con evidente desdén.
Al subdirector las inmediaciones de la escuela nunca le habían interesado demasiado, al igual que la naturaleza y las criaturas mágicas en general. Su conocimiento sobre venenos y utilidades de muchas de ellas era basto, pero su preocupación por ellas más bien escaso. A causa de ello su relación con el guardabosques no era muy afectiva ya que incluso había propuesto eliminar esa ocupación. Por supuesto el señor oscuro, sabedor del dilema que supondría perseguir y aniquilar a todos los centauros  y de la poca retribución que supondría, decidió conservar el cargo.

-Y bien, Gordon, ¿qué es lo que propone?, ¿una  batida para buscar a esos supuestos furtivos?, ¿un referendum con esas criaturas que pueblan el bosque...?

-Usted es el subdirector, debería saber que hacer. Aunque a usted le importa bien poco el asunto. Sugiero que tome la decisión correcta

Deja el lugar. No tiene una relación lo bastante buena con ese hombre para quedarse más tiempo del necesario en el despacho. Era incluso mejor, hablar con el mismísimo Director. Cierra la puerta tras él y baja por las escaleras mágicas.

Esperando en el pequeño rellano que hay entre las escaleras giratorias tras la gárgola y la puerta del despacho del director, se encuentran los dos alumnos de la casa Slytherin que han sido citados tras las clases de la tarde, esperando a que el subdirector les de paso para saber que tema quiere tratar con ellos.

 Me acerqué a paso raudo al despacho del director, la verdad es que me encontraba bastante nervioso, pensando en los motivos de la reunión, pero respiré profundamente y me calmé, recuperando la calma. Después de lograr pasar la estatua que protegía la entrada del despacho, me planté delante de la puerta y llamé, esperando a que me dieran permiso para entrar antes de abrirla...

Desde el interior de la sala se escucha la potente e imperiosa voz del subdirector.

-¡ADELANTE!

 Abrí la puerta despacio y pregunté, timidamente, al profesor:

 - Hola, señor, disculpe que le molestemos, pero usted quiso que viniéramos a verle a estas horas...

 Esperé a que me diese el visto bueno antes de entrar al despacho.

Aquel despacho no era el mismo desde hacía muchos, muchísimos años. La miríada de artilugios volantes, silbantes y tan curiosos que la poblaban en los años del anterior director habían desaparecido, dejando un salón austero y bastante más lúgubre, pero que, sin embargo, no había perdido su poderío y magnificencia.

Al fondo, tras un enorme escritorio, sentado en lo que parecía un trono de hierro, aguardaba el subdirector Carak-Band con semblante funesto. Con un gesto de sus dedos le indicó que pasase al interior. Frente al escritorio habían dos asientos de madera finamente labrada. Los estaba esperando...

 Sintiéndome como un condenado a muerte que camina hacia el paredón, entre al despacho, caminando despacio, sin dejar de perder de vista al profesor, como si temiera que me fuera a atacar en cualquier momento. Finalmente, comencé a sentarme en una de las sillas, atento a cualquier señal de desaprobación de su parte, y esperé a que comenzase a hablar y rebelase la razón de nuestra presencia aquí...

-Buenas noches, profesor -saludó cordial y sucintamente Alana tras terminar de subir la escalera de caracól. Se le veía tranquila y grácil como de costumbre, con aquel aire casi etereo que producia la piel de porcelana acompañada por el cabello inusualmente ceniciento. Se sentó en el asiento libre, espectante a que el profesor hablara.

La puerta se cerró tras los alumnos propagando un instante su violento eco por la sala.

Una vez sentados Carak-Band los escudriño con la mirada. Sus manos entrelazadas ocultaban la mueca de su boca. Tras unos instantes de silencio por fin habló.

-Estoy profundamente decepcionado con vosotros dos -dijo con una voz grave y ligeramente taciturna- la casa de Slitheryn, de la cual sabeis que soy tutor, ha sido la más prestigiosa y cuna de muchos de los mejores magos. Entre ellos nuestro señor tenebroso...

De nuevo los miró a los ojos a uno y a otro, antes de separar las manos en sendos puños y aporrear la mesa con fuerza.

-¡Se espera lo mejor de todos ellos!, ¡faltas como la vuestra son terminantemente inadmisibles! -exclamó inclinándose sobre la mesa.

Durante unos segundos permaneció en silencio, relajando poco a poco la expresión. Acto seguido se levantó y rodeó el enorme escritorio con pasos lentos.

-Por si todavía no sois conscientes de vuestro crimen os diré que el nombre del conocido como "niño que sobrevivió" es un tabú aquí en este castillo... y en cualquier otro lugar donde la palabra de Lord Voldemort sea ley -el subdirector se apoyó en los respaldos de los asientos ocupados por ambos alumnos e inclinó la cabeza entre ambos para colocarse a su altura- este castillo tiene ojos y oídos por todas partes y son muy pocas las cosas que no lleguen a mi conocimiento... o al del director.

De nuevo se alzó y siguió su camino en torno al escritorio, regresando hacia su propio asiento.

-Afortuadamente para vosotros asuntos de gran importancia ocupan a nuestro señor oscuro lejos de aquí. De haber sido él quien os impusiera el castigo seguramente hubiese implicado la maldición crucciatus y la expulsión de por vida de Hogwarts -dijo mientras volvía a sentarse- podéis sentiros satisfechos de que yo sea considerablemente más... magnánimo...

De nuevo entrelazó las manos sobre la mesa y los miró fijamente a uno y a otro.

-Bien... ¿algún comentario?

 Miré confuso al profesor, luego a mi compañera, y finalmente de nuevo a él, antes de responder, con mucha cautela:

 - Lo siento, señor, no entiendo a que viene todo esto. ¿Tiene algo que ver con nuestro trabajo sobre Historia de la Magia?. El profesor dijo que el director le había dado permiso para que pudiéramos hacer ese trabajo sobre... el niño que sobrevivió...

 No comprendía el razón de su enfado, ¿acaso alguien había metido la pata?.

-Como ha dicho mi compañero -tomó la palabra ella, tras algunos momentos de silencio para oír- Nuestro profesor de historia de la magia nos ha mandado un trabajo sobre ese personaje, ya que como explicó en su momento es parte de la historia, no la mejor vista, pero lo és. Así mismo puede confirmar con la bibliotecaria que teníamos permiso para pasar a ver libros sobre él de la sección prohibida.

Continuó, observandole fijo pero con cordialidad que de pronto se tornó agudeza.

-Pero señor...usted habló con Serpens en la mañana de hoy, y eso fue antes de hacer este trabajo y que tanto yo como Serpens pronunciaramos distraída y tontamente ese nombre mientras discutíamos sobre el trabajo en la biblioteca... cosa de la cual me disculpo desde ya y agradezco su indulgencia por supuesto. Presiento que el motivo principal de esta convocatoria es otra, si me permite la obsevación.