Partida Rol por web

Sentía mucha curiosidad por saber qué sería el misterioso premio del profesor de pociones. Quería que esa hora pasase rápido para poder saberlo. 

-Pues...yo pe-pensaba hacer la redacción ahora en esta hora de estudio, no ha-hace falta que te quedes, es mi castigo, no tienes por qué sufrirlo co-conmigo...Ve y disfruta de tu hora libre-Ojalá yo tuviese esta hora libre también...-Quedamos después para el a-almuerzo, ¿vale?-sonrió. Iba a comenzar a andar hacia la biblioteca cuando recordó:-¡Ah! Si ves a Alex y a Logan, ¿po-podrías decirles que tengo que hablar con ellos? ¡Quiero contarles nu-nuestro éxito en pociones! Pero no les digas na-nada tú, ¿eh?-le guiñó un ojo y se rió. 

Cinco puntos parecían una buena recompensa por la realización exitosa de una poción de dificultad media. Pero mayor era la satisfacción personal de haberlo conseguido. La voluntad lo era todo en ocasiones, se había demostrado.

Se despide de Ashton y de Henri, que habían perdido la hora en a saber que cosas. En parte le divertía, pero tendría que echarles una mano en el futuro, si así pensaban empezar las clases. Les desea suerte y sale de clase.

- Ánimo con los castigos - dice a los que tienen que quedarse, aunque realmente no le espera algo diferente.

Con el paso lento, se dirige hacia el exterior. Con un poco de suerte, encontrará lugar bajo la sombra de algún árbol y podrá estudiar y repasar, tomar apuntes de las clases. Una vez escrito, las lecciones eran más fáciles de asimilar

Alex, visiblemente emocionado, compuso una sonrisa propia de un gato de Cheshire. ¿De verdad existía ese lugar? Y lo mejor de todo, ¿No había podido el Señor Tenebroso destruir aquella sala? Eso significa que no era todopoderoso, aunque costaba creerlo.

Río en voz alta, luciendo la blanca dentadura y una mandíbula batiente mientras su pecho subía y bajaba.

- Esto es fantástico. Fantástico, querida- repitió, lanzando una fugaz mirada a ambas primas, evaluando su emoción-. Si no conoce nada este sitio puede convertirse en un rincón maravilloso, si es que no nos escuchan al otro lado- señaló donde debería estar a la puerta, pensando en el hecho de que aquello era una distorsión espacial de lo más curioso e interesante-. Desde luego, sabéis como darme la bienvenida a un nuevo curso- añadió, pues se hubiese esperado todo menos algo así-, así da gusto volver- casi, porque quieras que no el Director y el Régimen no eran experiencias demasiado agradables, pese a la compañía de algunas caras conocidas-. Supongo que si el Director- no se molestó en llamarle Señor Tenebroso, no en ese estado mental y lugar, pero tampoco se atrevió a llamarlo por su nombre- conoce este sitio no podremos pasar mucho tiempo aquí, porque nos localizaría, o algo, pero no tengo ni idea de cómo funciona. ¿Para qué escondieron un aula de esta forma?- aquello demostraba que no conocía todo sobre la historia de Harry Potter, una razón más para hacer el trabajo de Historia de la Magia a conciencia, aunque Alex no lo supiese.

Mientras Sotek correteaba por entre las mesas, observando sus nuevos dominios, Alex se sentó sobre una, evaluando que todo era, en efecto, real.

- ¿Cómo la habéis encontrado?- preguntó una vez más, radiante de alegría, sin esperar respuesta a la anterior pregunta.

Sonríe por la reacción de Alex. Sabe que eso le anima y que seguramente le de un motivo más para seguir en ese lugar y hacer de las suyas para conseguir su mutuo objetivo en esa vida. Se sienta en una de las sillas, bastante cómoda, por cierto, mientras saca de su mochila un libro viejo, con las hojas amarillentas y los bordes desgastados. Se lo pasa para que lo observe.

-Éstos son los diarios de alguien que sobrevivió a aquella época... seguramente consiguió escapar y por lo que he leído, tenía una estrecha relación con Harry Potter, el Ejército de Dumbledore y la Orden del Fénix.

-Lo encontramos en la antigua casa de Christine. Por suerte, nadie la ha comprado aun y mis padres consideraron interesante hacer una limpieza en verano, por si hay futuros compradores.

Se sienta y observa a Alex, esperando su reacción.

-Además, en esa casa encontramos mas sorpresas... pero es peligroso andar con ellas encima... así que hemos decidido dejarlas aquí, en la Sala de los Menesteres. Nadie podrá encontrarlas a no ser que piense lo mismo que nosotros... y si alguien se quedase aquí, nadie más podría hacer uso de esta sala. O eso pone en el diario.

Alex agarró el diario tal y como lo hubiese hecho su gato, Sotek. Estiró la mano y lo agarró, voraz y juguetón, ansioso por inspeccionarlo. Observó el lomo y las páginas mientras seguía escuchando a sus compañeras con una sonrisa de oreja a oreja, cada vez más satisfecho. Leyó una línea al azar, intentando adivinar por la caligrafía si la letra era de un hombre o una mujer.

- ¿Alguien anónimo?- preguntó el chico, visiblemente interesado en saber de quien se trataba- Sea quien fuere, joder, me alegro- añadió, escapándose una palabrota, algo bastante inusual en él. Se debía a la excitación, estaba claro.

Tras analizarlo brevemente con los ojos, dejó el diario donde estaba, al lado de Chris, para dar a entender que seguía siendo, a pesar de fascinante, dominio por entero de la chica.

- Me acabáis de decir que el Director- nuevamente, no quería andarse con sobrenombres que le hiciesen quedar como alguien invulnerable al que había que temer-, no sólo no ha podido destruir esto- abarcó con las manos la sala, mientras Sotek se avergonzaba, saltando de pupitre en pupitre, por el excitado comportamiento del joven-, sino que dejó escapar a alguien en contra del régimen. Y supongo que un alumno- aumentó la sonrisa, ya visiblemente incapaz de ensancharse más-. Por eso os quiero tanto.

Se frotó las manos, más que satisfecho. Aquello más que amigas eran soles.

- Tras cuatro años, esto es un sueño para mí. Gracias- para que Alex diese las gracias de esa forma, con tanta humildad, mucho tenían que haberle animado. Teniendo en cuenta su comportamiento durante estos cuatro años, la existencia de la sala y el diario eran mejor que un huevo de dragón-. Como no se quede Sotek- señaló al gato, que se giró al escuchar su nombre-, no creo que podamos tener a nadie aquí metido sin que su ausencia llame la atención. Pero siendo como sois- valga el halago-, seguro que los planes se os dan mejor que a mí. ¿Para qué pensáis usar esta sala?- preguntó al fin, incapaz de dilatar más esa pregunta, si bien era más que obvio que se moría en deseos de ver el resto de sorpresas que Clare había mencionado. Si Alex no hizo hincapié en el tema era por respetar la privacidad de las chicas. No quería intentar forzarlas a nada.

-Se lo dices tú o se lo digo yo?

Con un gesto de la mano, Chris le indica que puede hacerlo ella perfectamente. Así que, a pesar de estar en un sitio en el que nadie puede escucharles, se acerca a él para susurrarle.

-Haremos resurgir la Orden del Fénix... seremos el nuevo ejército de Dumbledore.

Sonríe y vuelve a sentarse en la silla.

-Lógicamente, puede quedarse Sotek... según el diario, mientras la sala esté en uso, nadie más la podrá usar... mientras no salga de aquí, nosotros podremos salir. En cuanto a quien dejó escapar... - le hace un gesto a Chris para que continúe la explicación.

Se aclara la garganta con una sonrisa mientras le mira... se nota que la idea le está comenzando a gustar.

-Según el diario... muchos alumnos escaparon por esta misma sala... hasta un pub situado en Hogsmeade. Parece que la persona que escribió esto también consiguió salir en el último momento... cuando la batalla ya estaba decidida... los profesores trataron de salvar a los alumnos que se habían quedado para luchar... pero solo consiguió salir uno... - señala el diario.

Se cruza de brazos y piernas, satisfecha por todo lo que han descubierto este verano. Y es que se han pasado todo el verano tratando de crear un plan para ponerlo en marcha y que puedan volver a fundar la Orden... 

-Y Clare tratará que los elfos domésticos nos ayuden... algunos aun recuerdan como era antes de la época oscura en la que vivimos... los más ancianos, claro... pero han intentado transmitir sus conocimientos a los jóvenes.

Alex se cruzó de brazos por un momento, asintiendo con la cabeza. Definitivamente era una perspectiva que le gustaba. Descruzó los brazos rápidamente, pues aquella pose no le gustaba. Bien es cierto que sintió un escalofrío, como lo hubiera sentido cualquier otro adolescente, cuando la vaporosa voz de Clare le susurró al oído, pero lo ignoró sin darle ni media vuelta al asunto. Quiso pensar que se trataba sencillamente de un escalofrío.

- Veo que habéis aprovechado el verano muchísimo mejor que yo- dijo al fin, orgulloso de sus compañeras-. No sabéis cuánto me alegro de ello- y obviamente, era cierto-. Clare- comenzó nuevamente, pronunciando la palabra un poco más alto de lo normal, como se hacía siempre para llamar la atención de alguien. Lo hizo por costumbre-, si te va bien, y si no crees que a los elfos podría incomodarles, me encantaría acompañarte- era algo peliagudo, por lo que igual le iba mejor ir sola, pero a Alex le gustaba visitar a los elfos domésticos, y qué demonios, quería una de sus escapadas, y había pocas compañías para eso que igualasen la de Clare-. Bueno, ¿hay algo más que deba ver, alguna de las reliquias de Harry Potter o algo así?- bromeaba, pues no podía concebir que tuviesen más noticias agradables. Ya era raro que a Alex le diesen alegrías, y una sobredosis era demasiado pedir, pero era una forma como otra cualquier de preguntar por las demás "sorpresas" sin parecer entrometido. Otra cosa no, pero a Alex le sentaba muy mal que se metiesen en sus asuntos privados, por lo que intentaba respetar a los demás en ese sentido.

Se levantó, inspeccionando las paredes de la sala, buscando algo que pudiese ser una salida. Como si fuese su mascota, observó la decoración, buscando algo.

- Así que, para colmo, esto tiene una salida secreta a Hogsmeade- o tenía-. Vosotras me obligáis a portarme mal.

Sonríe. Sin duda, la sonrisa de Clare no es una de esas sonrisas típicas de los Slytherin prepotentes que se pueden encontrar por Hogwarts y fuera de esos muros, claro... Se levanta con un pergamino doblado en la mano, ajado por los años también.

-Podemos decir que ahora mismo está sala no tiene una salida de emergencia... si lo pides, podrías tenerla pero no podrías asegurar que el lugar al que da esa salida sea un lugar amigable... no sabemos en quien podemos confiar... y después está...- mueve un poco el trozo de pergamino para llamar su atención.

Sabe que eso le gustará mucho.

-No es que fuese una de las reliquias del niño que sobrevivió... tiene unos cuantos años más... alguien tan travieso como tú, seguro que sabe lo que es... o al menos, ha oído hablar de él...

Alex cubrió la distancia entre Clare y él a base de prestas zancadas. Exagerando y actuando, abrió los ojos platos, esbozando una sonrisa en forma de ese, como si estuviese desencajado ante tal perspectiva. No podía ser. ¿Aquello?

El corazón comenzó a latirle mientras su sonrisa de rompecabezas mental se convertía en una más pícara. Al final al chico acabaría doliéndole la mandíbula de tanto levantar los pómulos.

- No puede ser- dijo en tono casi místico, como si realmente fuese imposible. Miraba a los ojos a la chica, como un crío al que están a punto de regalarle su varita mágica, al fin-. Eso- señaló el pergamino, poniendo énfasis en su voz y sus movimientos- no puede ser el Mapa del Merodeador. Dime que no.

Si la respuesta afirmativa... podía darle un paro cardíaco en cualquier momento. Se podrían oír sus latidos desde el bosque prohibido de no ser porque aquella sala estaba sellada. Aquello eran ganas de convertir el primer día de Alex en un día memorable.

-¿Quieres verlo por ti mismo?

Coloca el trozo de pergamino sobre la palma de sus manos dejándole el honor de pronunciar las palabras mágicas para activar el pergamino. Le mira con una sonrisa juguetona.

Alex tragó saliva, tomando con suavidad el maravilloso pergamino entre los dedos. Deslizó una mano bajo la túnica, sin mirar, sacando a relucir la varita azul con engarces plateados. Colocando la punta sobre el centro de la superficie, habló.

- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas- dijo el chico, con una voz casi temblorosa, mientras dejaba que el núcleo de cabello de Veela alimentase la canalización mágica la varita e hiciese... lo que tuviese que hacer.

Instintivamente, buscó con los ojos por el pergamino, dirigiendo una fugaz mirada a Clare, revelando un ansia voraz porque aquello fuese cierto. Mientras intentaba adivinar las líneas en el papel, no dudó en intentar dirigir, inconscientemente, sus ojos hacia el lugar donde debiera estar la biblioteca. Sería fácil localizarla, pues probablemente fuese el lugar con más nombres, ¿no?

- Como sea...- cierto era la palabra, pero no siguió hablando, pues al fin descubrió si aquello era o no el mapa del merodeador, y de una forma u otra se quedaría sin habla. Aquellas chicas le estaban animando el año en una mañana.

En el mapa comienzan a dibujarse lineas y más lineas desde el centro del pergamino, donde la varita ha tocado. Se pueden ver claramente todos los recovecos del castillo, con los nombres de las salas y los nombres de los habitantes del castillo, representados por unas huellas.

-¿Ves? Seguro que te gusta...

En la biblioteca se ve el nombre de Alana y de Gabriel, entre muchos otros.

Alex cerró los ojos, mordiéndose los labios por un instante.

Magnífico.

Aquello era puro oro para alguien tan travieso como Alex, pero tenía muy claro que no debía hacer un uso indebido de algo así. Si el plan era restaurar la orden tendría que centrarse en esa campaña, dejando parcialmente de lado otras como tentar a la ley y los matones.

Dejó el mapa sobre las manos de Clare, guardando la varita. Mientras tanto, esbozaba una mueca, reprimiendo una sonrisa de satisfacción, provocando que sus labios se encogiesen en una mueca que no engañaba a nadie.

- Sois alucinantes- declaró, retrocediendo hasta poder ver a las dos chicas y no sólo a Clare, pues no era apropiado seguir mirándola solo a ella.

Se pasó una mano por el pelo, serenándose. Aquella mata castaña y rebelde le encantaba.

- Bien, pues ya me tenéis enamorado para todo el año. ¿Cómo empezamos esto? Sé que es adelantar acontecimientos, pero no puedo evitar pensar en qué hacer y con quienes- miró a Clare-, aparte de los elfos domésticos, claro.

Estaban sus amigos, claro está. Logan el primero, pues tenía muy clara su postura a pesar de que su lengua fuese demasiado suelta. Y Scarlet, claro, la pobre... y, posiblemente, si todo salía bien, podía tantear a Henri y a Ashton. Spencer prometía, pero la desconfianza y el poco tiempo que se conocían ni ayudaba a la causa.

Al final, en el fondo, Alex sabía que él sería un soldado más a las órdenes de sus jefas, y que ellas mejor que nadie sabrían cómo elegir a quien incluir y a quien no. Pero eso no quitaba que Alex no pudiese sacar sus propias cábalas mentales, era lo lógico. El chico confiaba plenamente en el criterio de aquellas primas.

No estaba pidiendo consenso, sino instrucciones. Él se limitaría a cumplir con su papel, fuese el que fuese. Era un guardián, el eslabón que ruge por los suyos desde las sombras. Y aún así, seguía adelantando acontecimientos, pero no podía evitarlo.

Clare saca su varita y toca con la punta el mapa.

-Travesura realizada.

Cuando las lineas se desdibujan, mira a Alex y se guarda el trozo de pergamino blanco, como si no fuese más que eso. Se sienta en la silla y cruza las piernas al estilo indio sobre ésta... esa forma de sentarse no es adecuada para alguien de su posición, cuando está con otros, pero si está delante de ellos puede ponerse más cómoda.

-Entonces... quieres que pregunte a los elfos si aceptarían que vinieses? No creo que haya problema, pero no quiero asustarles.

-Con un par de chicas como nosotras, ¿cómo no te vas a enamorar? Si es que somos tu vía de escape de esta aburrida vida... En cuanto a lo de los miembros... bueno... no se realmente en quien podemos confiar... tu tienes más trato con los demás, eres más popular.

Apoya los codos en la mesa y la mejilla en una de las manos. A veces parece extraño que alguien como ella no esté en el grupo de las populares, pero la verdad es que su carácter en cuanto a sus prioridades hace que muchos chicos piensen en ella como una bruja de los deberes y el perfeccionismo... lógicamente, para que nadie se de cuenta de quien es realmente y que trama.

-¿A quién propones?

Alex se sentó sobre una de las mesas, dejando colgar los pies. Mientras, Sotek se entretenía correteando entre las patas de las mesas, como si fuesen un circuito de obstáculos. Qué fácil era ser un gato, ajeno a asuntos como la Orden del Fénix, que tan sólo debía preocuparse por la seguridad de su dueño y de comer pescado.

El adolescente asintió a Clare y Scarlet cuando hicieron mención a los elfos domésticos a que eran su... escapatoria. Tenían razón, qué demonios. Aquello era mucho más interesante que hacer un trabajo mientras se pelea con Serpens por el libro. Aunque el trabajo tampoco es que fuese aburrido, simplemente no podía competir con lo que ahora tenía delante.

- Logan Andrews, de Gryffindor. No sabe tener la boca cerrada- dijo Alex, dando su opinión subjetiva sobre el chico-, pero si se la cosemos desde luego está en nuestra acera. Del todo- fue rotundo en esa afirmación, pues él más que nadie, incluso más que Alex, estaba en contra del régimen-. Scarlet Watson, de Ravenclaw. Su vida privada no la puedo divulgar yo, pero está tan jodida- volvió a soltar un improperio, pues aquella palabra le salía del alma- como yo. Si pudiese atravesar el corazón del Señor Tenebroso con una estaca lo haría. Varias veces. Con saña. Estoy seguro.

Paró un segundo, imaginándose la escena. Era escalofriante ver a una chica como Scarlet gritando su venganza con las armas en la mano. Por suerte, no era el corazón de Alex el que atravesaba.

- Ashton Hughes está enemistado con Slytherin, pero se justifica porque trucan el contador de puntos y las dos copas- la de las casas y la de Quidditch-. Es un buen tío, pero no sé hasta qué punto estaría con nosotros. Yo le tantearía primero. Más de lo mismo con Henri Hudson. Hace el mismo papel de matón que yo, pero tiene el mismo fondo. Hasta donde llega ese fondo aún no lo sé.

Se estrujó los sesos, satisfecho de poder soltar información, pública, o al menos no privada, para ayudar a la causa de sus compañeras, y por qué no decirlo, a su propia causa.

- Hace poco, esta mañana, de hecho, Scarlet me presentó a Spencer Ollivander- sonrió abiertamente-. Sí, Ollivander, no sé si os sonará. He hablado con él. Tiene la cabeza muy bien amueblada, y parece de nuestro palo. Pero apenas le conozco. Scarlet se fía de él, y tiene pinta de que yo también lo haré, pero antes de darle la mano al león hay que comprobar que no es una serpiente.

Y se encogió de hombros, satisfecho, esbozando una sonrisa que indicaba que poco más podía hacer. Era una sonrisa de humildad, pues hasta ahí llegaba todo.

- Madelain últimamente no me inspira mucha confianza. Casi parece apoyar el régimen, aunque antes no lo hacía. Algo le pasa- obviamente, dejó a Alex sin avisar ni dar motivos, pero él no podía indagar sin romperse un ventrículo y un par de venas en el proceso. Le podía dar un ataque-. Y mi hermana, por supuesto. Ella estará encantada de oír algo de esto esto. Quizá haya alguien más, pero en un primer barrido mental se me ocurren esos nombres. ¿Os vale para ir haciendo cuartelillo?

-No vamos a meter a Madelain... después de lo que ha hecho, no podemos fiarnos de ella... 

Se cruza de brazos, enfadada... una persona normal no deja a las personas que quiere de esa forma... ¿qué tiene en la cabeza? A saber que podría contar sobre ellos si dejan que descubra sus planes... además, sería una cosa dolorosa para Alex y tampoco es que aporte mucho a la situación.

-Supongo que si te fias de Logan y Scarlet podemos meterles... eso sí, todos firmaremos un pacto... así no hablaremos de lo que no tengamos que hablar con las personas inapropiadas.