Partida Rol por web

-Ummm... -Mientras escucho a Henri me agacho para vendar las patas del potrillo que me había tocado, había decidido llamarlo Resplandor. Aprovecho que las paredes de los establos se interponen entre nosotros para llenar los dos botecitos con los ingredientes que Jones había solicitado.- Pues los cepos están por orden del Basilisco.-Comento ante su angustia.

Escucho el resto de la historia.

-Si me hubierais hecho algún gesto, me hubiera acercado sin hacer ruido. Por lo que se Gordon está aquí como profesor, cumpliendo algún tipo de promesa o algo así. Tal vez esa mujer fuera a quién se la hizo.

Una vez vendado, comienzo a cepillar el pelaje de Resplandor que relincha satisfecho.

Scarlet sonríe enternecida al ver a los tres potrillos, pero se le dibuja una expresión de horror al ver las dolorosas heridas que tenían en las pezuñas. No entendía como alguien era capaz de poder hacerle daño a unas criaturas tan bellas, más aún a sus pobres potrillos, que están indefensos.

Se acerca con cuidado a uno de ellos, muy lentamente, y adelanta una mano algo insegura hacia la cabeza del potrillo y se la acaricia con suma delicadeza. Para ella, lo que el vicedirector estaba haciendo, no tenía perdón alguno. Sigue acariciando al unicornio, admirando la belleza y pureza que transmite el pequeño animal. Se arrodilla a su lado y sonríe para luego mirar a Spencer. Quería ayudar a cuidarlos, pero no sabía hacerlo.

-Spencer... ¿qué de-debemos hacer? Qui-quiero ayudar en todo lo po-posible.-dice mientras vuelve a dirigir la mirada a la cría, que tiene los ojos cerrados. Parece disfrutar con las caricias de la chica y ésta se siente satisfecha, sonriendo para sí.-Son... preciosos.-dice conmovida.

-No te preocupes, es fácil. Primero hay que limpiar el cubículo, para evitar infecciones.-le señalo las palas.- Después les limpias las heridas, con cuidado para que no escueza mucho. Se las vendas.- mi dedo apunta al botiquín veterinario que Gordon había dejado.- Por último comida, agua y un buen cepillado.-Le sonrío.-Aunque por hoy nos podemos saltar el primer paso, ya lo hice ayer, y de hecho yo ya me lo he saltado.- me río.- No te preocupes, en cuanto acabe con Resplandor, te ayudo.

Henri ya estaba haciendo lo que estaba explicando Spencer.

¿Y para que querría el Basilisco atrapar a tres unicornios?- Henri no tenía ni idea, pero estaba seguro que a su lado se encontraba una de las personas que lo sabía o que por lo menos tendría una teoría bastante aproximada a la realidad.

-¡Je!.-me río con sorna.-Al Basilisco los unicornios no le importan lo más mínimo, o eso dice. Los cepos están diseminados por los alrededores de Hogwarts, por el Bosque prohibido, según Gordon para mayor protección del alumnado. Esto ha hecho que los centauros se encolericen y bueno...como puedes ver los unicornios para el subdirector solo son un daño colateral.

El pelaje plateado de Resplandor, relucía como recién bruñido. Ciertamente eran hermosos. Me acerco a Scarlet dispuesto a ayudarla.

-¿Cómo quieres llamarlo?

Scarlet asiente a las instrucciones de Spencer y antes de ponerse manos a la obra, acaricia una vez más la suave crin del unicornio, que resultaba ser una hembra*. Mientras, escucha la conversación entre los dos chicos, intentando sacar ella conclusiones sobre el verdadero motivo de la colocación de cepos en el bosque y en los alrededores... No creía que fuese por la "protección" del alumnado.

Cuando termina los cuidados médicos se dispone a cepillar a la cría, cuando Spencer se le acerca. La chica le sonríe y mira al potrillo, intentando buscarle un nombre adecuado para un unicornio. Mientras, cepilla los plateados cabellos del animal, con sumo cuidado. El potrillo cierra los ojos ante los cuidados de la chica, parece bastante cómodo aunque antes se mostrase algo receloso. Scarlet sonríe antes de darle nombre definitivo al unicornio:

-Enya-contesta mirándola. Después mira a Spencer-Si-significa "estrella".-parece algo azorada, tal vez sea un nombre algo tonto para un unicornio, pero nunca se había visto en situación de tener que ponerle un nombre a algo o a alguien.

Henri acabó de curar a su unicornio, mientras le daba vueltas a las palabras de Spencer, aquello no tenía ningún sentido para él, - ¿Que esperaba atrapar el subdirector en los cepos?¿Que protección podían aportar a los alumnos aquellos instrumentos de caza si la entrada al bosque estaba prohibida?- se concentró en el cepillado de bello animal, pero de repente se acordó de algo y dejo una pregunta en el aire.

¿No deberíamos investigar un poco más acerca de estos cepos?

-Bueno, podríamos intentar descubrir las verdaderas intenciones del subdirector. yo creo que son para evitar que salgamos. Estaba pensando que si alguna noche nos escapamos del castillo, con unos cuantos palos, podríamos hacer que se disparasen las trampas, para que queden los cepos cerrados y ni los unicornios, ni los centauros salgan heridos. Tu que dices ¿Eh, Enya?- Sonrío a Scarlet.- Te falta bautizar al tuyo, Henri.-sonrío contento, era agradable estar entre amigos

Buena idea, Spencer, tendremos que ir a dar una vuelta- dijo mientras continuaba cepillando al unicornio, no había pensado aún ningún nombre para el potrillo, en realidad Henri no se sentía capaz de ponerle nombre a un animal que no fuera suyo, pero también era cierto que todo el mundo merecía tener un nombre.

Me lo pienso y mañana se lo pongo.- dijo por fín antes de darse cuenta que hora era.- Se ha hecho tarde, tenemos que ir a clase.

Mientras hablan, Scarlet acaricia la suave crin de la pequeña Enya. Frunce el ceño cuando Spencer menciona salir al bosque a romper cepos...

-Pe-pero... es peligroso...-mira al unicornio y sonríe... Desde luego, motivos para hacerlo no le faltaban, los cepos eran horribles. Miró la fea herida de sus patas y se le encogió el corazón una vez más, por lo que acabó asintiendo.-...Pero debemos hacerlo...

Suspira y asiente. Mira a los chicos y le sonríe, confirmando que podían contar con ella. Cuando Henri pone fin a la conversación, Scarlet sale junto a ellos de los establos... no sin antes despedirse de los potrillos con unas cuantas caricias.

Mandos deambulaba por los terrenos exteriores del castillo aquella mañana, temprano, con aire abstraido. El tenaz y más que inaguantable naturalista hippie de Gordon había estado insistiéndole con aquél tema del bosque prohibido. El guardabosques había propuesto incluso un encuentro con los "damnificados". Era de risa...
no le hacía mucha gracia, pero no podía consentir que hubiera el menor desperfecto en la escuela cuando el señor oscuro regresase.

Si la prisión más reputada de todo el mundo mágico había funcionado a la perfección bajo su directiva una escuela no sería la que arruinase su reputación.

El profesor Gordon en esos momentos se encuentra saliendo del establo donde descansan las crías de unicornio afectadas por los cepos y donde se guardan las criaturas estudiadas durante las clases de Cuidados de las Criaturas Mágicas. No parece haberse percatado que el subdirector se dirige hacia su cabaña.

La suave brisa y el paso acelerado de Mandos hacían que su capa ondease en torno a su figura confiriéndole aquel aspecto poderoso e intimidante que lo caracterizaba.

-¡Gordon! -llamó al guardabosques- necesito hablar con usted... en privado.

El subdirector dio alcance al profesor, cruzándose de brazos con semblante taciturno.

-... debemos solventar ese problema suyo en los bosques -añadió severo.

Comence a ir a buscar un poco de comida, lo deberia hacer rapidamente y tome algun que otro pan y algo liviano para llevar y fue corriendo a encontrarme con Ginna.

 Al llegar comienzo a mirar para todos lados en busca de ella, pero creo que todavia no habia salido de clases, como siempre llegue rapido solo para encontrarme a Ginna.

Se acerca a Alan por detrás y carraspea para avisar de que ha llegado. Espera a que se gire y sonríe. Le saluda con la mano con una mirada tímida.

-Hola, ¿buscas a alguien? - dice de broma, como si no tuviese nada que ver con ella. Coloca las manos a la espalda y da unos pasos a un lado despreocupadamente mientras espera su respuesta -. Te veo un poco agitado, la verdad.

Se sorprende un poco al oír que dicen su nombre y se encuentra al subdirector ahí. Se acerca al subdirector mientras se limpia las manos con in trapo.

-Buenos días, subdirector. No veo a nadie más aquí, pero si quiere podemos hablar en mi cabaña.

Le invita a seguirla al interior de la cabaña que ha cambiado mucho desde hace 100 años. Ahora las cosas no están hechas para un hombre que mide 5 metros de altura.

-El tema de los bosques es preocupante... aunque a usted le preocupe bien poco. Le recuerdo que aquellos que subestiman a las criaturas mágicas, acaban lamentándolo.

Alan mira a Ginna y sonrie, luego la mira y cuando comienza a preguntar tambien deja notar una sonrisa timida, ella le caia bien y a la vez le gustaba, debia ser esa aura que poseia.

- Pues ando en busca de alguien especial para mi... Tiene el pelo de tono fucsia y una sonrisa que ilumina jeje.. La has visto?...

 Luego, comienzo a tomar un poco de aire, la corrida desde la clase hasta afuera creo que me habia hecho un poco mal.

- Solo intente apurarme un poco... Para llegar a verte.

Mientras mostraba de nuevo su sonrisa timida.

-Así que una chica con el pelo fucsia, eh? Suerte que el mio es moradito... - se hace la enfadada al ver que él se equivoca con el color de su pelo pero todas las chicas saben que los chicos no tienen ni idea de colores y que si la tienen es porque pasa algo raro. Pero onríe al escuchar su otra respuesta.

Saca algo de su túnica y se lo enseña.

-Son los cálculos que me pediste... no sé si están bien... soy tan mala en todo esto... - te pone triste.

Alana salió rápido del comedor y se dirigió al patio con un pergamino con apuntes en las manos. Aún había bastante luz en los exteriores como para permitir la lectura, y luego de todas las clases sentía que algo de aire fresco le ayudaría a pensar mejor. En el correr del día, una lechuza le había dejado caer una bolsa de grageas de parte de sus padres, y cuando tomó asiento en uno de los bancos de los exteriores, decidió abrirla.

Comenzó a releer sus apuntes tomando una blanca. Sabía a cacao, y le resultó agradable. Buscó una segunda de tonalidad blanca, esperando obtener el mismo sabor con algo de suerte. Tosió un poco. Sabía a jabón.