Partida Rol por web

Harvaka 1, Tierra de Piratas.

Capítulo 115. Las Cosas Claras.

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13/12/2018, 11:31
Anwälen Manewë

Llevaba un par de horas despierto cuando alguien golpeó contra la puerta. Aquellos golpes sacaron de su ensimismamiento al elfo, que llevaba algún tiempo inmerso en la lectura de unos textos arcanos antiguos. Los textos que tenían que ayudarle a consolidar su destino. Era de allí de donde había sacado la información necesaria para reunir los elementos necesarios para llevar a cabo el ritual que le convertirían necesariamente en un dios sobre Gea.

Euyun se despertó sobresaltada. Ella en cambio había estado durmiendo hasta prácticamente el mediodía. Sus andanzas nocturnas le tenían agotada y aunque había actuado a las espaldas del elfo una vez más, lo cierto era que su trabajo le estaba facilitando mucho las cosas. Por ello el elfo dejó que aquella joven, más acostumbrada a la vida nocturna que a la diurna, descansara todo lo que pudiera.

- ¿Qué pasa? – Esbozó a decir Euyun.

Tranquila, querida. – Respondió Anwalën. – Tan solo tocan a la puerta.

El elfo se puso en pie y caminó hasta la entrada del camarote. Tras escudriñar brevemente tras la puerta gracias a sus poderes mentales, la abrió sin más dilación.

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13/12/2018, 11:32
Sibed Brakri

Un veterano marinero se hallaba del otro lado del umbral de la estancia donde Anwalën se había acomodado. Al ver al elfo con su oscura mirada se puso algo nervioso y trató en vano de localizar a Euyun en el interior de la habitación, a través del resquicio de la puerta. Finalmente se puso erguido frente al elfo y habló.

Sibed Brakri, a su servicio, mi señor. – Dijo en tono militar. – La señorita Euyun, me ordenó que dispusiera una reunión con los tres marinos más versados de este buque y así lo he hecho. – Afirmó. – Les están esperando, mi señor.

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13/12/2018, 11:32
Anwälen Manewë

Espléndido... - Afirmó Anwlën. - ¿Espléndido día, verdad Sibed?

Aquel hombre miró hacia el cielo. Estaba despejado y el sol radiaba con fuerza. Ciertamente se trataba de un día espléndido, aunque aquel cambio de tema tan radical cogió algo descolocado al bueno de Sibed. Éste miró de nuevo al elfo y acto seguido volvió a mirar hacia el cielo. 

- Si, muy bonito mi señor. - Confirmó. - No creo que haya tormenta ni ventolera...

- Muy bien... - Dijo entonces Anwalën. - Enseguida vamos a la sala de mando. Hágaselo saber a esos versados marineros.

Sibed asintió con la cabeza y se marchó. Justo entonces Anwalën cerró la puerta y encaró a Euyun.

Ponte algo decente, Euyun... - Soltó una risotada. - Tenemos que negociar las condiciones... - Volvió a reír. - Y esta vez lo haré a mi manera. 

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13/12/2018, 11:34
Euyun

Euyun se puso en pie de forma apresurada y comenzó a buscar en el arcón donde había depositado sus vestimentas algo adecuado para aquella ocasión. Por suerte encontró unos pantalones de cuero marrones que irían muy bien a juego con la camisa blanca que había reservado para una ocasión como aquella y unas botas altas negras. No es que Euyun fuera demasiado amente de las armas, pero sabía bien que debía estar preparada. Por ello colocó sus dagas en una cinta gruesa de color granate que usó a modo de cinturón y a la cual tuvo que dar hasta cuatro vueltas para enrollarla entera sobre su cintura.

Que Anwalën hubiera tomado el control no le acababa de gustar del todo. Se había acostumbrado a participar en todo y a tomar resoluciones importantes. Anwalën en ocasiones parecía precipitarse en sus decisiones. Aunque en el fondo, Euyun sabía que todo lo que hacía su maestro era producto de un sinfín de meditadas cavilaciones, el desconocimiento de los planes futuros de éste, la ponían nerviosa. Quizás era un defecto de humana, querer anticiparse a los acontecimientos. No, Euyun no sabía esperar.

Estoy lista. - Dijo. - ¿Nos vamos?

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13/12/2018, 11:34
Anwälen Manewë

Estás exquisita, Euyun. - Entonces Anwalën le ofreció su brazo en jarra y Euyun lo aceptó de inmediato cruzando el suyo con el del elfo. - ¡Avanti! - Exclamó Anwalën.

Ambos salieron por la puerta cerrándola tras de si. El elfo mostraba una de sus mejores y más confianzas sonrisas mientras avanzaba con decisión a hacerse con el poder real de aquella nave de guerra, acompañado y del brazo de su retorcida aprendiz. Lo cierto era que no veía razón alguna por la cual todo aquello pudiera salir mal y se sorprendería enormemente de ser así.

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13/12/2018, 11:35
Director

No tardaron ni un minuto en llagar cogidos del brazo hasta la sala de mando aquel balandro llamado Adnan. Frente a la puerta de la misma se encontraban Sibed y Tamullah. Al planterse el elfo y la mediana frente a la misma, cada uno de ellos se encargó de abrir una de las hojas de la puerta y con una reverencia correspondida por un leve asentimiento con la cabeza de Anwalën y otro de Euyun, ambos penetraron en el interior de la sala.

La sala se encontraba en el mismo estado que la dejaron la última vez que estuvieron allí. Ya habían limpiado la sangre y retirado los cadáveres y por supuesto, habían repuesto el mobiliario dañado en la medida de lo posible. Alrededor de la mesa central se hallaban los tres hombres que habían sido convocados a aquella reunión. Estaban sentados en las tres sillas más próximas al butacón destinado para el capitán y habían dejado una silla vacía junto a éste destinada para Euyun.

Anwalën estuvo satisfecho con aquel detalle. Al elfo le gustaban los detalles. Eran la salsa de la vida como solía decir. Aquello además de educación por parte de los tres marineros allí congregados, denotaba obediencia y acatamiento de la autoridad que ahora ostentaba el elfo. La cosa pintaba bien, más cuando los tres humanos se pusieron en pie nada más penetrar los recién llegados en la sala y los tres saludaron de forma militar, cuadrándose hacia el elfo frente a sus asientos.

Los tres marineros eran hombres del sur. Hombres del desierto como también lo era Euyun. De hecho la gran mayoría de la tripulación era sureña. Tan solo algunos pocos eran rintorianos y había un saukiano, pero esos tres hombres, los tres más respetados y que más cualidades habían demostrado abordo, eran todos sureños. Dos eran hombres jóvenes y lucían casacas rojas, por lo que formaban parte del ejército regular imperial. El tercero, un hombre ya entrado en años, vestía con pantalones bombachos anchos de color azul marino, camisa blanca y fez y capa roja, el traje de gala de la marinería imperial.

Uno de los hombres jóvenes era un hombre fornido y calvo, aunque con una barba bien recortada y por supuesto la tez morena, como los otros dos. El segundo era algo más delgado y no demasiado alto, sin embargo Anwalën notó enseguida un brillo especial en sus ojos. Parecía alguien audaz, alguien con iniciativa y por lo tanto alguien peligroso si actuaba a espaldas del elfo. El tercero, el veterano marinero, lucía una prominente barriga, su nariz estaba torcida hacia la derecha y una cicatriz surcaba su mejilla izquierda. Junto a su cabello canoso oscuro y su larga barba de chivo, eran los detalles que más destacaban en él.

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13/12/2018, 11:35
Anwälen Manewë

Muy bien, señores... - Dijo el elfo. - Puntuales y han sabido escoger con sabiduría la manera en la que deben tratarme. - Hizo un gesto con la mano. - Siéntense por favor... Siéntense.

Los tres miembros de la tripulación hicieron caso de inmediato tomando asiento en las sillas que ellos mismos se habían asignado. Anwalën y Euyun caminaron de la mano hasta rodear la mesa y tomar asiento, uno de la butaca de capitán y la otra a su derecha. Lo hicieron sin prisa, con mucha clama y observando todo lo que les rodeaba y en especial el elfo se fijó en la actitud que adoptaban los tres hombres mientras esperaban a que el elfo les desvelase el motivo de aquella entrevista.

- Sé que están inquietos y desean respuestas. - Habló Anwalën. - Lo sé, lo sé... - Soltó una de sus características risotadas que con el silencio imperante no tuvo más remedio que helar la sangre de los tres marineros. - Sé que están ansiosos por conocer el motivo de esta... - Chasqueó los dedos. - reunión... - Desveló. - Por si no lo saben, mi nombre es Anwalën Manewë y ella es mi mano derecha Euyun... - Hizo una breve pausa. - Ahora me gustaría saber quienes son ustedes...

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13/12/2018, 11:36
Ghaffik Muthar

Ghaffik Muthar. - Dijo sin demasiada dilación el veterano marinero. 

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13/12/2018, 11:37
Sami Wadad

Sami Wadad. - Se presentó el más fornido de los soldados. - Para servirle a usted mi capitán. - Añadió.

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13/12/2018, 11:37
Isa Keled

Isa Keled. - Develó su nombre el tercero. - Soldado imperial, a sus órdenes.

 Ya se habían presentado. No habían aportado demasiados datos acerca de sus identidades, pero Anwalën tampoco lo había demandado expresamente. Realmente le bastaba con aquello. De momento estaban demostrando respeto y obediencia, que era lo que realmente necesitaba en exclusiva de ellos. Ahora era el turno del elfo. Tenía que desvelarles el porqué de que estuvieran allí. 

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13/12/2018, 11:38
Anwälen Manewë

Muy bien... - Dijo Anwalën casi en un susurro. - Muy bien... - Repitió algo más alto. - ¡Pero por favor, tomen asiento y sírvanse algo de beber... -

Cuando los piratas aceptaron el ofrecimiento, pues... ¿Qué alternativa tenían, el elfo alzó la cabeza y buscó a Euyun.

Euyun, querida... - Le hizo una clara seña en dirección al mueble bar.

A la meretriz le chocó que Anwalën le pidiera que les sirviera bebidas espirituosas a los recién llegados. Hacía bastante tiempo que no se dedicaba a contentar a los hombres. No obstante, más que una exigencia, sonó a un gesto de cortesía y la sureña no dudó en acatar la sugerencia de su maestro. Al fin y al cabo había servido copas durante muchos años y no se le había olvidado el como hacerlo. Por ello se encaminó hasta el armario donde se guardaba el alcohol y extrajo una botella de ron y cuatro copas, para acto seguido verter el contenido de la botella en su interior y repartir una a cada uno de los miembros de la mesa.

El elfo se puso en pie y comenzó a caminar hacia el señor Keled. A medida que se acercaba a él le iba examinando. Cuando llegó a su altura se coloco a su espalda y posó con suavidad sus manos sobre sus hombros. Isa se estremeció, pues aunque nada malo le había pasado, sintió una sensación de pavor en su interior al notar las frías manos del elfo sobre su camisa.

- Isa Keled... - Repitió el nombre. - Me han hablado de ti. Dicen que eres un buen soldado. Un hombre que sabe acatar órdenes. Sólo un hombre que sabe acatarlas puede llegar a darlas con sentido. ¿No es así, Isa? - Soltó una risotada maliciosa.

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13/12/2018, 11:38
Isa Keled

Isa Keled había empezado a temblar. No era un hombre cobarde. De hecho en la tripulación todos le conocían como uno de los más bravíos de abordo. Un hombre acostumbrado a la muerte y a la desgracia, así como al dolor y la tristeza por la pérdida de amigos y seres queridos. El tiempo le había forjado como un hombre fuerte y casi indestructible, pero en aquel momento, la sola presencia del elfo a su lado le había sumido en el más profundo de los pavores.

Si... si... - Llegó a decir con la voz temblorosa. - Eso dicen, mi señor. - Añadió.

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13/12/2018, 11:39
Anwälen Manewë

Aquella respuesta tímida y producto del miedo, pareció satisfacer a Anwalën. Para cuando levantó las manos de los hombros de Isa Keled, éste respiró de nuevo y tragó saliva aliviado por quitarse de encima aquella presencia que le atenaza el corazón. El elfo camino hasta el sureño que ocupaba el asiento más próximo al de Keled. Allí se sentaba el más veterano de los marineros convocados a aquella reunión, Ghaffik Muthar.

¿Usted es el señor Muthar, me equivoco? - Le preguntó.

No, señor. - Respondió. - Ghaffik Muthar, a su servicio...

- Bien... - Soltó varias risas entrecortadas mientras se tapaba la boca con la mano y mostraba uno de sus anillos enjoyados sin dejar de mirar fijamente a Ghaffik. - No podía ser usted otro. ¿Sabe una cosa? Dicen que la experiencia es un grado...

- Eso dicen, mi señor... - Respondió Ghaffik sin saber muy bien a dónde quería llegar el elfo.

Dicen tantas cosas... - Hizo una breve pausa. - ¿Verdad, Ghaffik?

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13/12/2018, 11:40
Ghaffik Muthar

Son dichos populares, mi señor... - Respondió el elfo parecía que estaba atento a lo que Ghaffik tenía que decirle. - Son cosas que se dicen. Pero tiene su parte de razón. Un hombre experimentado sabe cosas que no sabe uno más joven. - Se encogió de hombros. - No siempre es verdad pero suele coincidir... 

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13/12/2018, 11:41
Anwälen Manewë

¡Bla, bla, bla, señor Ghaffik! - Interrumpió el elfo. - Palabrería, señor Ghaffik, palabrería...

El señor Ghaffik resopló. Su mirada acabó en la punta de sus botas. No sabía muy bien dónde meterse, pero lo que si tenía claro era que quería salir de allí cuanto antes. Lo que no tenía claro era si saldría. Escenas de asesinato pasaron por su cabeza, pero no de él asestando una puñalada en el corazón de aquel elfo, que lo habría hecho de haber sabido que podría hacerlo, sino todo lo contrario. Se imaginó muerto a manos de Anwalën tan solo unos minutos después de haber abierto la boca en aquella sala del Adnan y aún creyendo cierta aquella revelación, no hizo nada, pues el miedo le paralizaba.

Anwalën sabía aquello que pasaba por la mente de Ghaffik. Estaba dentro de su cabeza. De la cabeza de Ghaffik, pero también en la de Keled y por supuesto también en la de Wadad. Wadad... aquel hombre era de los tres el que más atemorizado se encontraba. Anwalën lo sabía pues lo veía con sus propios ojos. Cualquiera que hubiera percibido el miedo que sentía Wadad en aquel instante, hubiera sentido lástima por él, pero no Anwalën, el elfo sentía cierto asco por aquella cobarde criatura. 

¿Estás asustado, Sami Wadad? - Le preguntó.

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13/12/2018, 11:42
Sami Wadad

- No, mi señor Anwalën... - Mintió aquel soldado. - Es sólo que su presencia impone mucho, mi señor...

Anwalën se quedó unos instantes en silencio mirando directamente a los ojos de Wadad. Aquel hombre no pudo mantenerle la mirada ni un par de segundos, pero el elfo no cesó en su empeño. La mirada de Wadad se cruzó en unas cuantas ocasiones con la de Anwalën y entonces, al no saber que hacer o decir y ante tan incómodo silencio, empezó a sudar. 

¿Crees que debes mentirme en una cosa tan nimia como ésta? - Lanzó aquella pregunta y Wadad cerró los ojos, tragó saliva y comenzó a temblar. 

No, mi señor... - Dijo tartamudeando. - Es cierto que siento miedo, mi señor...

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13/12/2018, 11:43
Anwälen Manewë

- Ahora nos entendemos... - Dijo el elfo con una sonrisa malévola en el rostro. - No es malo sentir miedo, señor Wadad. Quién no lo siente no es valiente, sino inconsciente. Lo importante es saber combatirlo, superarlo... ¡Y llegar hasta el final! - La voz calmada con la que empezó diciendo aquello fue incrementando su tono hasta casi un grito que culminó con un golpe de su puño derecho contra la palma izquierda.

Anwalën se puso en pie y comenzó a caminar lentamente por la sala. Se le veía muy confiado, se sabía respetado y temido. Eso le gustaba. Necesitaba que le temieran para que así no planearan un motín y si aún así lo planeaban, el miedo a las represalias les superara. Sí, Anwalën tenía el control que por un momento casi había perdido.

- Si les he convocado aquí, no es para que se beban mi licor... - Dijo el elfo y Ghaffik soltó inmediatamente la copa a la que ya había vaciado casi la mitad de su contenido. - Pero puede beber, Ghaffik... ¡Beba, por favor! ¡No se corte!

El señor Ghaffik miró desconcertado a ambos lados buscando consuelo en sus compañeros. Éstos ni tan siquiera se atrevieron a devolverle la mirada. En cambio los ojos negros como la noche del elfo permanecían clavados en él y sólo los separaba para indicar con la mirada la copa que el señor Ghaffik había dejado sobre la mesa e indicarle que la agarrara y bebiera.

Beba señor Ghaffik... - Le ordenó. - ¿No le gusta? Beba, por favor...

- Estoy bien... - Dijo con un hilo de voz. - Ahora... Estoy bien...

- ¡Beba he dicho! - Exclamó golpeando con ambas manos sobre la mesa. - ¡De un trago, señor Ghaffik!

El marinero agarró con prisas la copa y se la llevó a la boca. Bebió con ansia hasta vaciarla y entonces cuando su estómago ardía por el licor vertido en su interior, depositó la copa sobre la mesa nuevamente. Sus manos temblorosas y sus ojos desorbitados eran un vivo reflejo del pavor que sentía en esos momentos. Sin duda alguna, de existir los diablos, aquel elfo era uno de ellos.

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13/12/2018, 11:44
Director

Ghaffik bebió el contenido de la copa de un solo trago. Anwalën, satisfecho con su acto y muy sonriente le volvió a llenar la copa. Miró al marinero fijamente, solo quitando la mirada de sus ojos para señalar de nuevo la copa. Ghaffik lo entendió y volvió a beber de un trago el licor que acababan de servirle. Visiblemente sofocado, Ghaffik resopló y se abrió el cuello de la camisa. 

Anwalën parecía estar en su salsa. Aquellos hombres que se habían erigido en las principales personalidades aborda, sin contar con aquel extraño y siniestro elfo y su más que tenebrosa amante, sirvienta, aliada o fuera cual fuera el tipo de relación que les unía, parecían ahora corderitos a punto de ser sacrificados en el matadero. El miedo recorría todas las venas de su cuerpo y se habían quedado totalmente inmóviles sin saber que decir o que hacer. No hacía falta que los poderes mentales del elfo paralizasen a aquellos tres marineros, pues la propia atmósfera que había creado de terror y sangre derramada, había hecho todo el trabajo.

Ni Euyun abrió la boca, ni el elfo parecía que fuera a hacerlo. Se recostó sobre el sillón y colocó sus botas sobre la mesa. Mientras iba saboreando el licor miraba a unos y a otros esperando no se sabía muy bien el que. Los tres marineros empezaron a sudar. De vez en cuando daban algún sorbo a su copa, pues creían que eso era lo que se esperaba de ellos. Pero realmente no estaban seguros de la razón que les había llevado a la sala de mando de la nave, aunque podían intuirla. 

Finalmente el elfo se puso en pie y dio la espalda a aquellos hombres para mirar a través del ojo de buey. Aquel mediodía, el mar estaba en calma, como ya lo había estado durante la noche. Se quedó unos instantes mirando a través del redondo ventanal. Finalmente volió a girarse hacia sus invitados de honor. Su mirada se clavó ahora sobre Isa Keled. Éste tragó saliva. No sabía que le podía deparar el futuro ahora que aquellos ojos negros se habían calvado en él llegando a rozar su propia alma. O al menos eso fue lo que sintió el señor Keled al ser observado tan minuciosamente por Anwalën Manewë.

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13/12/2018, 11:44
Isa Keled

Si... Señor... - Dijo con la voz temblorosa aquel marinero. 

Dudó un instante si abrir la boca. No sabía si hubiera sido mejor callar. Pero ya lo había hecho. Si aquel elfo de penetrante mirada vacía de oscuridad le estaba encarando, era por algo. ¿Algo tendría que decirle? ¿Si no porqué le miraba de esa forma? Sólo esperaba que su atrevimiento no le costara caro. Decidió no parecer temeroso. Sabía que era inútil tratar de esconder el pavor que sentía en ese momento, pero como había dicho el propio Anwalën, quien sentía miedo debía combartirlo.

- Le ruego, señor Manewë... - Tragó saliva. - Que nos comunique que es lo que hacemos aquí. Si es tan amable.

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13/12/2018, 11:45
Anwälen Manewë

Anwalën soltó una risotada y golpeó sobre la mesa. Se giró entonces hacia Euyun y señaló al señor Keled. En el espeluznante y misterioso rostro  del elfo se dibujó una sonrisa maligna, pero por alguna razón Keled quiso creer que aquella, era buena señal. No se equivocaba.

¿Has visto, Euyun? - Le preguntó a su discípula. - Valiente, educado y directo. ¿Qué te parece?