Partida Rol por web

Anselminus frunció el ceño, acababan de prometerle a Ser Normand encargarse de los cuidados de las damas, aunque suponía que era difícil que ocurriera ningún altercado mientras la mayoría de caballeros estaban de caza no se sentía totalmente cómodo dejándolas solas en los primeros cinco minutos.

- Acompañaremos entonces a las señoras y de camino preguntaremos donde se encuentra el septo. Si en algún momento nos necesitan no duden en enviar a un sirviente allí a buscarnos. -

Asintió conforme  a las palabras del maestre, cuando las damas estuviesen a salvo en sus aposentos ellos podrían ocuparse de otros asuntos que requerían  toda su atención. En ese momento algo se le vino a la cabeza y hablo directamente al maestre, una vez las damas ya no estuviesen con ellos -Igual deberíamos hablar con el maestre en vez e con el septon, si el septon es con el que se confiesa la familia, no soltara prenda, lógico por otro lado, pero vos habéis conocido al maestre, igual es más colaborador, sobre todo me gustaría saber como esta tratando a Lady Sylvie, no sabemos si ha sido envenenamiento u otra cosa, aunque ahora esta bien, igual es por los cuidados del maestre o quizás... no quiero mancillar el nombre de nadie... pero son unos síntomas como poco curiosos- miro al maestre esperando que tuviese o al menos comprendiese sus sospechas -solo quiero que nuestras señoras estén a a salvo y la boda vaya lo mejor posible-

-No se ocultará nada, querido Normand. -Dijo Lord Gerard tras darle una efusiva palmada en el hombro para felicitar su decisión de acompañarle como juez. -Todo se sabrá cuando entremos en Cimera, pero quiero tener este asunto solucionado para que tomemos la decisión que tomemos, no afecte demasiado al resto. Ya sabéis lo delicados que son algunas personas en este tipo de asuntos. -Lord Harte enarcó una ceja. No sólo temía porque su hija se asustara por lo ocurrido, tampoco quería que el asunto se descontrolaba si algunos sectores próximos a los Manning decidían exigir responsabilidades o se tomaban la justicia por su cuenta. Lord Harte quería llegar a Cimera con el tema resuelto.

-Ser Kevan, ¿os parece bien que juzguemos a ser Etan aquí mismo? Si es así, podeís empezar contándonos vuestra versión de lo sucedido. - Extendió una mano hacía Kevan para invitarle a hablar.

-Me hubiese parecido mejor juzgar el asunto con el filo de mi espada en el mismo claro. -Respondió asperamente el caballero. -Pero si tiene que ser así, que así sea. - Añadió resignándose.

-Os contaré gustoso lo ocurrido, aunque espero que se tenga en cuenta mi solicitud de matar con mi propia espada al asesino de mi padre. -Dijo con la mirada fija en Etan Hogg, una mirada fulminante. Después comenzó a narrar lo ocurrido. -Lord Manning y yo salismos tras las huellas de un ciervo, era un hermoso ciervo de siete puntas. Un adecuado regalo de banquete para mi señora, vuestra hija. El rastro nos condució hasta el claro, donde encontramos definitivamente al animal. Mi padre cargaba su arco cuando el malnacido e infame caballero que tenéis ahí delante salió desde el otro lado del claro y disparó la flecha asesina que acabó con la vida de mi padre. -Ser Kevan apenas podía contener la rabia, apretaba los dientes y hablaba en voz demasiado alta señalando con un dedo acusador hacía ser Etan Hogg. 

-Bien, bien, gracias por contarnos lo sucedido. -Dijo Lord Gerard intentado calmar al nuevo Lord Manning. -Aprovecho el momento para transmitirle mi más sentido pésame. Vuestro padre era un hombre escepcional.

Lord Harte miró hacia Normand y le mostró un esbozo de sonrisa. -¿Deseáis preguntarle algo al testigo o mandamos a ser Etan que cuente su versión?

Los jardines de Cimera se encontraban en un bello patio interior al que daban muchas de las habitaciones y pasillos de los edificios que lo rodeaban. Estos edificios eran los aposentos de los propios señores del castillo y también de sus hijas, así como de algunos de los miembros más ilustres de la familia. Los aposentos de los dos primeros pisos y del último tenían ventanales que daban directamente hacía el patio, pero en el tercer piso había un pasillo que conectaba las puertas de las diferentes habitaciones de la planta y dirigía, cruzando un pequeño tunel, hacía el edificio colindante donde se alojaban los Manning y los Serf junto a otros invitados ilustres de la ceremonia. Era un bello pasillo por el que pasear con vistas desde las alturas al jardín.

El grupo de los Serf, que se encontraba recogiendo algunas flores en el bello jardín para cumplir el encargo de lady Sylvie, se dirigía ya hacía las escaleras que conducían hacía los distintos pisos, el maestre y Konrad barajaban la idea de reunirse con el septón o el maestre de los Manning. No habían puesto todavía un pie en el primer escalón cuando del otro lado del patio escucharon un jaleo, de pronto un breve grito y un fuerte golpe seco contra el suelo. Inmediatamente se dieron la vuelta justo para ver como una sombra oscura echaba a correr por el pasillo del tercer piso en dirección al tunel que cruzaba ese edificio y conectaba con el colindante. Pero algo había caído desde esa altura, pudieron ver un bulto tendido en el suelo, junto a unas bonitas flores blancas en el otro extremo del jardín.

Permanezco en silencio ante la insistencia de Lord Gerard Harte, y la aceptación del ahora Lord Kevan Manning. No deja de extrañarme que no intente demostrar públicamente como se hace cargo de la muerte de su padre. Una cosa entendible era que en aquel momento ofuscado por la ira intentara acabar con Ser Etan, pero ahora… ¿Y si acordó Lord Harte que lo haría Lord durante los festejos de su boda? Me extraña tanta connivencia entre ellos, quieren solucionarlo sin testigos, y si estoy en lo cierto yo y Ser Yoren somos dos a eliminar, ¿mas bandidos a la vuelta a casa?

Mientras voy escuchando sus palabras. Lo del ciervo de siete puntas lo encuentro demasiado de bardos, podría ser sí, pero. Hay un detalle que si pudiera haber sido un lamentable accidente y en ese caso mejor le pregunto a Lord Kevan.

– Disculparme Lord Kevan un pequeño detalle, ¿estabais aproximándoos al ciervo a pie, vos y vuestro difunto padre, y también lo estaba Ser Etan. ¿O todos a caballo?

-Mi padre y yo habíamos dejado los caballos atrás para seguir el rastro del ciervo sin levantar ruido. Desconozco que haría Ser Etan, pero cuando nos atacó estaba de pie junto a un árbol, arco en mano y sin caballo alguno. -Respondió el caballero.

Grisel se encontraba feliz. Había encontrado muchas flores preciosas y se estaba olvidando de todas las cosas malas mientras se divertia con su hermana en su alegre tarea, mas las desgracias parecian perseguirlas.

Escucho el grito y vio correr a alguien, algo se cayo pero su atención seguia en la persona que corria. Cuando algo pasaba y alguien salia corriendo solia resultar que, o se había asustamdo mucho o era el culpable de algo. Su infantil instito la llevo a agarrar el bajo de su falda y correr para tratar de atrapar a aquella sombra que escapaba.

Grisel gustaba mucho de jugar a pillar, de correr por los pasillos... aunque la reñian muchas veces por ello. La joven no era consciente de lo que pudo pasar, solo corrio sin pensarlo demasiado, sin meditar sobre las consecuencias o ver que cosa había tirado....

Si puede que lo más inverosímil sea lo que ha sucedido, que realmente hubiera sido un verdadero accidente.

Aunque esta hipótesis es la que motivo mis preguntas simulo meditar sobre las palabras de Lord Kevan.

– Por lo que me decís no visteis a Ser Etan hasta después de que hubiera disparado su arco. ¿Podría ser que el ciervo os ocultara a unos del otro y que hubiera sido un tiro que hubiera pasado por encima del ciervo, o que éste hiciera algún movimiento que lo hiciera fallar? – Levanto mis dos manos a la altura del pecho en señal de calma. – Cuando llegue al lado de Ser Etan sólo hacia que balbucear que no lo apuntaba a él, a vuestro difunto padre, lo que indica que fallo el disparo. Por lo que me habéis dicho solamente podía estar apuntando al ciervo o a vos.

Negando con la cabeza. – Yo no estaba, por lo que lo único que puedo hacer es preguntar a los que si estaban allí.

Kevan Manning negó con la cabeza ante la posibilidad de que Ser Etan estuviese apuntando al ciervo en realidad y fallase su disparo con la mala desgracia de acertar a Lord Artur. Para él sólo existía la posibilidad de que el joven caballero quisiera matarles a ellos. Pero Normand se estaba aventurando en sus conjeturas, el tiempo para deliberar todavía no había llegado, así que Lord Gerard intervino tras las últimas palabras de Normand.

-Así haremos. - Aunque era difícil extraer una conclusión clara de los testigos, los únicos que existían estaban enfrentados en aquel juicio: por un lado el acusado, y por el otro el padre de la victima y acusador. -Creo que es momento para que Ser Etan nos cuente su versión de lo ocurrido.

-Lo que mi señor Serf está insinuando es justo lo que ocurrió. -Dijo el joven caballero.

Ser Etan se mostraba mucho mejor que cuando lo habían encontrado en el claro, con el arco que disparó la flecha homicida todavía en las manos y completamente aturdido. Ahora se mostraba más entero, aunque todavía temeroso de su destino.

-Como recordaréis me había separado del grupo para buscar la mejor pieza con la que agasajar el banquete de la ceremonia de mi señora. Encontré varios rastros, pero nada que fuera muy importante. Entonces llegué al claro y vi al ciervo. Un magnífico ejemplar como el que ha descrito Ser Kevan. Pensé que sería la mejor oportunidad que tendría para conseguir una pieza como aquella y ganarme el respeto de todos vosotros. Ya me imaginaba las palabras de admiración. Cegado como estaba por el éxito no vi a los Manning hasta que disparé la flecha... ya demasiado tarde para impedir hacer nada. Fallé el disparo... -Dijo bajando la cabeza. -En lugar de darle al ciervo, le di a Lord Manning. Fue un error que lamentaré toda mi vida.

Anselminus estaba barajando la opción que le había brindado Konrad. Ya había hablado antes con el maestre Hamdam y seguramente tendía razón al afirmar que de él lograrían una conversación más confiada, pero por las labores que solían desempeñar los maestres dudaba que se viese tentado a compartir con unos forasteros el estado real de Lady Sylvie, y tampoco creía que estuviera enterado de posibles rencillas con otros invitados ajenos las familias Harte y Manning.

No había alcanzado una conclusión cuando todos escucharon un ruido y de repente algo fue arrojado desde uno de los pisos superiores. El maestre aún estaba en shock, y antes de que pudiera reaccionar la hija menor de los Serf ya se iba corriendo - ¡Grisel! - exclamó con miedo, pero no era capaz de moverse, temía lo que pudiera ser el bulto que había caído sobre las flores y se veía obligado a quedarse.

- Konrad, no os quedéis quieto, seguidla. Y pedid ayuda a quien quiera que os encontréis. Lady Lylian, por vuestra seguridad quedaos aquí, pero os ruego que no miréis, esto podría ser desagradable. - Dichas estas palabras, aunque reticente, el maestre se acercó a lo que temía que fuese el cuerpo de una persona arrojada desde arriba.

Consciente de que ya he tenido demasiado protagonismo permanezco en silencio mirando alternativamente a los dos Lords, Ser Etan a confirmado mi teoría, aunque puede ser que haya optado por contarlo al haberme oído.

Miro a Ser Yoren intentando alentarlo a que intervenga si así lo desea.

Después lo hago a mi alrededor temiendo que los hombres de los Maning, o los de los Harte nos estén rodeando.

Antes de que el maestre le apremiase, ya había salido Konrad corriendo hacia donde habían escuchado el grito y por supuesto en post de la pequeña de la casa, que curiosa como era fue hacia allí, pero no era precisamente algo que ella debiese ver, después de todo ya tenia suficientes cosas en la cabeza, con los ataques del viaje y parecía que había conseguido olvidarse, para tener otra muerte presente, y además no auguraba ser agradable por muchas flores sobre las que cayese.

Se paro justo enfrente de Gisel, pues Konrad estaba más que acostumbrado a correr y su forma física era mejor que la de la muchacha -Señorita, sería mejor que fuese a donde esta su hermana, por favor- sentía un gran afecto por la pequeña y no quería que de nuevo estuviese turbada -yo me ocupare y les informaré- hizo un reverencia, no teniéndolas todas consigo de que la muchacha hiciese caso.  

Lylian se sentía frustrada, apenas si habían podido acercarse a las mujeres de la casa. Por lo tanto no solo no habían conseguido información alguna sino que además ni siquiera habían gozado de ninguna compañía.
Por suerte para ella a Grisel le encantó la idea de las flores y se mantuvo toda la tarde dirachera y sonriente, eso hacía que Lylian se sintiese feliz aunque para su desgracia un fuerte grito y la visión de algo ( o más bien alguien) cayendo desde lo alto borró de un plumazo la sonrisa de sus rostros.
Apenas había fijado la vista en quien quiera que fuese el difunto la alocada carrera de Grisel la saco de su alteración, por suerte Konrad fue rápido y pronto acabó con la carrera de su hermana.-Grisel cariño, vuelve conmigo, necesito uno de tus abrazos.Esperaba que aquella frase surtiese efecto y que su hermana volviera a su lado sin presentarle batalla a Konrad.
Después de dirigió al maestre, -Anselnimus,deberíais pedir ayuda y tratar de socorrer al herido.Si es que hay algo que se pueda hacer, claro.
Estaba casi segura de que nadie sería capaz de sobrevivir a la caída.

Para cuando Grisel consiguió subir los tres pisos que la separaban del pasillo desde el que había caído aquel bulto, la sombra que había salido huyendo ya había cruzado el túnel que separaba el edificio que albergaba los aposentos de los Harte y el de las habitaciones que hospedaban a los Manning y el resto de invitados. Fue entonces cuando Konrad dio alcance a la muchacha y la detuvo para evitar que saliera corriendo tras un posible peligro. Desde allí arriba podían asomarse a la barandilla para ver qué era lo que había caído, pero algo les decía que la visión no sería agradable.

Todos temían que aquel bulto fuese una persona, y en efecto era así. El maestre Anselminus hizo acopio de toda su voluntad para acercarse a él. Un charco de sangre comenzaba a brotar bajo el cuerpo que yacía allí tumbado tiñendo las flores blancas de un rojo oscuro. El cuerpo tenía el mismo tamaño y complexión que Grisel y yacía en el suelo en una postura antinatural. El maestre torció el gesto cuando vio algún hueso asomar fuera de su sitio, pero lo peor estaba en la cabeza. Tuvo que contener una arcada al ver lo que el impacto contra el suelo había provocado en el cráneo. No podía reconocer a la victima, pues su castaño pelo el cubría el rostro. El maestre tragó bilis y apartó con los dedos el mechón ensangrentado para descubrir el rostro de Eilene Harte.

Nego con la cabeza a Normand ligeramente, cerrado e impasible. El chico no habia querido abrirse con él... Bien, realmente él tampoco lo habria tenido facil para soltarse con un extraño con el que intercambiara un par de frases y jarras de vino. Seria mejor que no interviniese en aquel asunto tan delicado de diplomacia.

Ademas, el giro dado por los argumentos era interesante. Contentandose con observar, Yoren se mantuvo erguido sobre su montura, con la lanza apuntando a la hierba y dejando caer las ultimas languidas gotas de sangre de jabali. Casi lamentaba que su hazaña se perdiera en el nefasto evento.

Al maestre se le cortó la respiración. Tal vez no estuviese apegado a aquella muchacha, pero se trataba prácticamente de una niña, y en su propio hogar... cuando recuperó el temple buscó con la mirada a Konrad, allí estaba, mirándoles desde el piso superior de donde había caído el cuerpo.

- ¡Konrad, busca ayuda! ¡Ya! - Tal vez aquella era la primera vez en su vida que Anselminus daba una orden a alguien en ese tono, pero el asunto no podía ser más urgente. La hija menor de los Harte muerta justo antes de la boda, aquello no solo daría al traste en la reconciliación entre los Harte y los Manning. Con lo enemistadas que estaban aquellas dos familias, tal vez aquello bastaría para que se declarasen la guerra mutuamente.

Lord Gerard asentía al relato del muchacho. Lamentaba mucho aquel incidente, más cuando el implicado era el caballero que había servido hasta hace no mucho como su escudero. Pero debía hacer justicia y eso implicaba ser lo suficientemente neutral.

-Un difícil asunto este. Ser Kevan afirma una cosa y Ser Etan otra diferente, y no tenemos más testigos de lo ocurrido que los Dioses. A pesar de ello, creo que el relato de uno y otro podrían ser compatibles, pues Ser Kevan podría haber malinterpretado las acciones de Ser Etan. -Miró con comprensión hacía el caballero de la casa rival, intentando buscar empatía por su parte pero sólo encontró un rostro endurecido y poco amistoso, que no se prestaba a ello. -Bien, antes de deliberar nuestro veredicto, -dijo girándose hacía Normand - ¿queréis preguntar algo más al acusado?