Partida Rol por web

-Lady Harte,fue todo lo que dijo al acercarse con cautela a la mujer, el tono de su voz fue suave y bajo, la mujer ya estaba lo suficientemente alterada.-Si me lo permitís me quedaré junto a vos mientras veláis la torre No quería presionarla ni ofrecerle palabras que jamás consolarían su dolor.Aún recordaba como se había sentido cuando Grisel sufrió su accidente, todo le parecía molesto y un ataque y aún así no quería estar sola por lo que trató de ofrecerle eso mismo a Lady Harte.Si la dama necesitaba desahogarse ella estaría allí.

Me acerco hacia mi sobrina Grisel intentado, si hay algún arquero cerca, fijarme intentando no llamar la atención en el acabado de sus flechas.

Una vez a su lado le susurro. – Tranquila, sabes que si hay alguna cosa que te asuste me la puedes contar como siempre.

*alguien con quien hablar entonces.

-Entiendo….+dijo, aunque no fuera del todo cierto. Su respiración se relajo, dejando escapar un hondo suspiro.+ También comprendo lo inútil que puede parecer esa enseñanza… aunque a largo plazo, quien sabe. O tal vez estuvierais en lo cierto, y entrenar la espada fue lo mejor.

Miro fijamente a Etan, pero dejando que él dedujera solo lo que se refería.

 -Esa puede ser vuestra única baza a jugar ahora. Si en verdad queréis una chance de salir con vida de este problema… Por qué en verdad fue un accidente, ¿no es así?

Los ojos de Yoren estudiaron las facciones del chico atentamente, buscando cualquier rastro de engaño o nerviosismo ante la pregunta…

La tarea que se le avecinaba no sería agradable, la ciudadela se encargaba de que todos los estudiantes a maestre presenciasen casos parecidos, pero era diferente cuando habías visto a la víctima viva y sonriente apenas unas horas antes. En realidad, a causa de la cercanía con su familia, la mayor parte de la tarea la hizo el maestre Hamdan a quien Anselminus se encargó de apoyar con las tareas más tediosas.

Al ver las herramientas y mejunjes del maestre por allí, Anselminus decidió echar un discreto vistazo a la escritura para comparar las letras con la nota que habían encontrado. No dudaba de él, pero por algún lugar tenía que empezar.

La tarea se alargó durante un tiempo hasta que al fin terminaron se prepararon para salir y ser interrogados por la mirada de la muchedumbre afligida. Una parte del maestre quería dejarse llevar y compartir la pena de la señora del castillo, pero recordó las palabras de Sir Normand e intentó escrutar los rostros de los presentes en busca de una tristeza solo fingida, o algo más.

El muchacho asintió pesadamente con la cabeza como única respuesta a la importante pregunta que Ser Yoren había dejado caer entre los dos. Le miraba fijamente a los ojos y no mostró señal alguna de nerviosismo o de que le estuviera engañando. El muchacho decía la verdad, había sido un desafortunado incidente que podía costarle la vida. Ahora lo veía claro.

-Gracias, Ser Yoren. -Dijo después entendiendo a lo que se estaba refiriendo el caballero errante. -Si no me queda más remedio pediré juicio por combate, pero espero que todo se aclare al final.

Anselminus tuvo la buena idea de comparar la letra de la nota hallada con la del maestre de la casa Harte para ver si podría encajar como sospechoso del terrible suceso. Hamdam parecía tan amable y afectuoso que era difícil imaginarlo cometiendo un acto como aquel, pero pocas personas conocían la vieja lengua de Valyria. Mientras el maestre Hamdam se encargaba de preparar el cadáver de Eilene para que luciera lo mejor posible durante su funeral, Anselminus aprovechó para echar un vistazo entre los escritos que había esparcidos por su mesa.

La letra del maestre Hamdam era de trazos alargados, muy meticulosa y correcta, sin levantar la pluma en ninguna ocasión por difícil que fuera la letra a trazar. Tal y como enseñan en la ciudadela que debe realizarse la palabra escrita. Sin duda el maestre de los Harte había dedicado largas horas a perfeccionar su técnica y escribía con cuidado y delicadeza cada letra que dejaba plasmada en el pergamino. Además se notaba su experiencia pues su trazo era fino y delicado en las partes más altas de la letra y grueso cuando debía serlo sin que la tinta se corriera como le ocurría a algunos escritores más descuidados. 

En cambio, el escrito en el papel era una letra más redondeada e insegura, como la que haría un principiante en la materia o un niño que no llevaba mucho tiempo practicando. El trazo era grueso y se notaba en algunas zonas que se había pasado más de una vez para completar las palabras. Además, los conocimientos de Anselminus en el idioma descubrieron una falta de ortografía en la nota cuando la revisó de nuevo. Había escrito seren belite, cuando debería haber puesto seren beliten, la declinación indicada para dicha frase. Un fallo común en los novicios del idioma, quienes no se aclaraban muy bien con las declinaciones del Alto Valyrio. 

Al no reaccionar a mis palabras abrazo a mi sobrina de manera protectora para que se sienta segura y no le de una de sus crisis cuando se altera.

– Lord Harte, como le ha dicho mi sobrina Lylian estamos a su disposición en estas circunstancias.

Busco con la mirada a los miembros de la Casa Manning con la escusa de seguir a mi sobrina con la mirada.

-Quizás. Pero en este punto, Etan, no se trata solo de la verdad, sino de lo que conviene a las casas. Si algo podía incitar las flamas de la lucha otra vez… fueron estas desgracias. Hay que apagarlas cuanto antes, con agua o con sangre…

Sus propias palabras trajeron una reflexión a su mente, algo que mejor no compartir con el escudero. Así que recobrando u porte y aplomo, lo saludo con un cabeceo. No obstante, antes de iré tuvo unas palabras más.

-Una última cosa. ¿A quién debería dirigirme si buco un buen conocedor de la zona y sus gentes?

- Sin duda os lo agradezco, Normand. - Respondió Lord Harte. -Lady Serf. - La saludó con un movimiento de cabeza. -Sin duda no hemos tenido tiempo para charlar demasiado, pero me gustaría reunirme en privado con vos. - Le dijo a la joven.

Ser Etan no entendió muy bien las palabras profundas y misteriosas, a su modo de entender, que Ser Yoren le dejaba, pero simuló hacerlo y asintió con la cabeza. Después meditó sobre la pregunta que le trasladaba. 

-Supongo que ese sería yo, pero me pillaís algo ocupado ahora mismo. -Mostró una sonrisa sarcástica al tiempo que señalaba su celda. -Probad con Ser Iden, es un capuyo, pero lleva en Cimera desde que el abuelo de Lord Gerard gobernaba.

No, no era conveniente ser el a quien preguntase, por si acaso sabia mas de lo conveniente. Una pequeña sonrisa respondio a la broma, pero fueron mas claras las palabras que lo siguieron.

-Gracias, ser Etan. Hasta pronto. +saludo. Intercambio una mirada con el joven, pero no añadió nada más; los buenos deseos y la suerte no entraban en la imagen ni en el futuro más probable. La esperanza era el recurso de los débiles. Se retiró finalmente, con un cabeceo, retornando al patio y a sus pensamientos.

* Un accidente y un suicidio por separado no son nada, pero juntos y en este momento… es demasiada coincidencia. Debo investigar esa posibilidad antes de cerrar mis ideas a estos muros. Si hay una tercera facción que se beneficie con el conflicto, necesito descartarla antes de buscar un culpable interno. La otra alternativa son conspiradores desde ambos lados, pero… aghh… Ojala todo pudiera resolverse con una lanza. +medito, mientras buscaba un sirviente para preguntar por el tal ser Iden.

Busco la mirada de Lylian indicándole que cuidare de su hermana incrementando ligeramente el abrazo mientras intento indicarle que se cuide.

Observo a mi alrededor buscando a Konrad sin dejar de abrazar a Grisel, aunque sin retenerla si quiere marchar. Temo por ella, si han matado a la pequeña por haber descubierto alguna cosa pueden temer que se lo contara.

Confió en que Konrad haya demostrado su habilidad habitual para descubrir lo que hacen los soldados y sirvientes cuando no están delante de nosotros los nobles.

Anselminus continuó un rato más haciendo compañía al abatido maestre Hamdan. Muchos contaban con él para hallar consuelo, pero probablemente el anciano maestre no se encontrase en la misma situación. Incapaz de encontrar un mejor tema de conversación, decidió que tal vez el maestre se sentiría un poco mejor si tenía la oportunidad de deshaogarse, y tal vez así Anselminus descubriera algo más.

- Lo lamento mucho por la pequeña. Parecía muy dulce e inocente, casi como nuestra Grisel. - El maestre no tenía que esforzarse en fingir, la muerte de la joven había sido algo casi traumático, incluso si no la conocían de antes. - ¿Era una de sus alumnas predilectas? -

-Cuando deseéis mi lord. dijo con suavidad Lylian mientras hacía una ligera inclinación con la cabeza.
Después de esas breves palabras se giró de nuevo hacia la torre,-Vuestro dolor no se puede comparar con nada,aún recuerdo cómo velé la torre cuando mi hermana sufrió su accidente. Aquelló partió mi alma y mi corazón y no es comparable a la desgracia que ha sufrido vuestra hija... Habló muy bajo, esas palabras eran solo para Lady Harte.No pretendía presionarla, pero sí hacerle ver que estaba allí para ayudar.

-Lady Eilene era una niñita muy buena. -Dijo el maestre tratando de contener las lágrimas. Había sido profesional hasta entonces, trabajando sin mostrar muchas emociones, imaginando que el cuerpo que tenía ante sí era un cadáver más y no el de su querida alumna. Pero cuando Anselminus le preguntó sobre ella no pudo evitar que las emociones afloraran.

-Era una alumna muy aplicada. No tanto como su hermana mayor, pero mejor que otros alumnos que he tenido.

-Si deseáis acompañarme a dar un paseo por estos jardines. -Dijo ofreciéndole su brazo con caballerosidad.

Lady Harte agradeció el gesto de Lady Lylian con profundo afecto y los ojos llenos de lágrimas. Sollozó un poco al escuchar las palabras emotivas que la mayor de las Serf le dirigía en susurros y apretó con fuerza su mano antes de dejarla partir junto a su esposo.

Me quedo mirando a Grisel por si expresa que desea ir con su hermana para soltarla de mi abrazo protector.

Efectuó una profunda reverencia ante el señor de Cimera. – Lord Harte, estoy a vuestro servicio en lo que respecta a la muerte de vuestra hija.

Pero ni las admoniciones del Septon Supremo en persona os salvarían de mi espada si estáis implicados en la muerte de la pequeña. Ni tampoco el mismísimo Rey.

Quedo a la espera de lo que decida y si resta en silencio me dirigiré hacia donde esta Konrad.

Anselminus asintió a las palabras del maestre sin atreverse a indagar más para no aumentar su tristeza, aunque intentó darle unas palabras de aliento. - Sin duda fueron una bendición para sus padres, debería enorgullecerse de haber ayudado a criar y educar a las dos. -

En aquél momento se encontraba confuso sobre adonde dirigir sus esfuerzos. Sabía que la nota la había escrito un aprendiz en el mejor de los casos, lo que descartaba a los adultos, pero continuaba sin saber si no la habría escrito la propia Eilene y en ese caso a quién iba dirigida, aunque el instinto del joven maestre le decía que no podía ser así.

Ojalá pudiera revisar algún trabajo escrito por la pequeña para comprobar si su letra coincidía como había hecho con el maestre, y entonces se le ocurrió cómo podía comprobarlo. - Aún no hemos terminado, deberíamos traer unas ropas a la pequeña, para que la familia la recuerde lo más radiante posible durante la despedida. - Anselminus hizo una pausa como dudando; era fingida, pero no significaba que no tuviera reparos en poner al maestre en aquella situación - ¿Se siente con fuerzas para que vayamos a su habitación? Puedo ir yo solo con una sirvienta que me ayude a elegir su mejor vestido, si lo prefiere. -