Partida Rol por web

-Os lo agradezco, Normand. -Respondió con un asentimiento de cabeza mirando al tío de las Serf. -Os agradecería que os quedaráis con mi esposa, si os place.

Aunque trataba de resultar amable con Normand, quería evitar que se invitara a si mismo al paseo con su sobrina, pues pretendía hablar a solas con ella de temas delicados y tras sus últimos encontronazos no confiaba mucho en Normand.

-Ah... sí claro. -Asintió el maestre que llevaba la idea de coger el vestido más tarde. -Hablad con Madeleine, estará abajo con los Harte. Ella os llevará hasta el cuarto de Lady Eilene. - Explicó el maestre Hamdam para después agradecer a Anselminus que le ayudase con aquella tarea. Antes de que Anselminus abandonara la estancia se giró hacía él rápidamente, como si acabase de recordar algo.

-El azul. -Le dijo. -Lady Harte quería que llevase el vestido azul.

-Será un placer Lord Harte. dijo Lylian haciendo un leve gesto con la cabeza y esperando a que él le indicara por donde quería que caminasen.-Milady,añadió en voz baja antes de marcharse con el señor la casa -Si necésitáis algo de mí no dudéis en hacerme llamar y acudiré rauda a vuestro lado.No debéis permanecer sola, no es sano.

Ser Yoren se despidió de Hogg y abandonó los calabozos con la intención de buscar al tal Ser Iden, qué parecía llevar una especie de fama de hombre malhumorado y arisco. Al salir al exterior vio que en la puerta de entrada a la torre del maestre seguía concentrados el resto de la familia junto con los Harte, esperando a que el maestre Hamdam y Anselminus terminaran de indagar en el cadáver de la joven lady Eilene y de prepararla para su funeral. Lord Harte, probablemente siguiendo el consejo que le había dado el propio Ser Yoren, abandonaba al grupo junto a lady Lylian para, con casi absoluta certeza, comentarle lo mismo que le había comentado a él sobre Normand y todo aquel asunto. 

Pero Ser Yoren no se detuvo allí, sino que siguió su camino en busca del arisco caballero. Preguntó por él en las caballerizas e inmediatamente le indicaron que se dirigiera al patio de armas. Allí un hombre de edad adulta, con el pelo blanco y arrugas que surcaban su rostro entrenaba con una espada y un escudo asestando golpes al escudo de un pobre muchacho que apenas sí podía defenderse. Ser Iden era un veterano soldado, un hombre flaco y enérgico que se movía con determinación y caminaba a largas zancadas. Se mantenía muy bien para la edad que aparentaba tener, y muchos a su edad ya habrían dejado aquel mundo de la caballería aquejados de diversos achaques o se habrían dedicado a otros menesteres como engordar la panza. Pero él todavía entrenaba duramente cada día.

Lord Harte guió a lady Lylian por el patio de armas para dar un paseo, su intención era bordear el castillo de Cimera y enseñarle los bonitos jardines que, según le explicó tanto le gustaban a Lady Eilene. La muchacha pudo ver que el Lord Gerard se esforzaba por contener su pena delante de ella, al estar en presencia de aquel bello lugar que adoraba su hija. 

-Disculpad, milady, creía que no sería tan duro ver este lugar sin las risas de mi pequeña. Ahora me parece un lugar vacío. -El Señor tomó aire y carraspeó la garganta para recomponerse y seguir hablando. -Veréis, vuestro caballero Ser Yoren me recomendó que hablase con vos, y no le faltaba razón. A fin de cuentas, sois la heredera de vuestra casa y quien debería ostentar el máximo rango en esta misión que os han encomendado y que lamentablemente tan difícil se ha puesto ahora. Veréis, deseo más que nadie que la paz con los Manning sea fructífera, y mucho me temo que una guerra puede estar al borde de desencadenarse. Y creo que la única forma de lograrlo es que la boda se celebre a pesar de todo. 

Lord Harte hablaba con voz tranquila, todavía con algo de pena en su rostro, pero manteniendo la esperanza de que el acuerdo todavía fuera posible. Sin embargo torció el rostro al pronunciar el nombre del tío de Lylian.

-Se que vuestro tío Normand se ha implicado mucho y es parte activa de la búsqueda de soluciones, pero cuando el lamentable acontecimiento de la cacería sucedió en el bosque quise que me ayudara a juzgar a Ser Etan y su actitud dejó mucho que desear. No os quiero aburrir con detalles, pero creo que es hora de que la heredera Serf tome cartas en este asunto. Al fin y al cabo vuestro padre, a quien tengo en alta estima, os encomendó esta tarea. Por eso os pido que toméis parte en la mediación con la casa Maninng, voy a invitar formalmente a Kevan Manning a una mesa de negociaciones para llevar este asunto a buen puerto y me gustaría que estuvieseis allí. 

Observando la desigual contienda, Yoren estudio los movimientos de ambos luchadores, pero en particular los del que había venido a buscar. Resultaba “notable” que ni siquiera en un momento de duelo abandonase lo que debía ser una rutina ya establecida… Despacio se aproximó a unos 5 metros, y les dio un minuto largo a ver si acababa ya la escaramuza, antes de intervenir.

-No tengo la impresión que el escudero este a la altura del caballero en este encuentro… ¿Me permitiría tomar su lugar? +inquirió con una sonrisa, sin saludar ni presentarse todavía. Lo imagen que transmitia el tal Iden era de un hombre de armas, y esos no eran dados a las cortesías, pero tenían sus propios rituales y formas de hacer las cosas. De seguro, sería más fácil hablar con él si primero se habían medido de otra forma.

Por el tono de Lord Harte es evidente que después de nuestro anterior enfrentamiento era la última persona que deseaba a su lado.

Me hago el despistado que no se da cuenta de haber sido rechazado de forma tan evidente aguardando a que se alejen unos metros antes de agacharme para que mis labios prácticamente rocen la oreja de mi otra sobrina. Entonces le susurro lo más quedamente posible. – Grisel, vayamos a las cocinas a ver si podemos escuchar alguna cosa sobre lo sucedido. – Busco alguna señal de aceptación u oposición antes de añadir en el mismo tono. – Les pediré una copa de vino para ti para que puedas rehacerte de la impresión por lo sucedido, no hace falta que te la bebas, pero necesitamos una escusa para entrar allí y estar unos minutos.

Aguardo alguna reacción por su parte antes de encaminarme hacía allí.

Con una inclinación de cabeza en señal de respeto Anselminus se despidió del maestre Hamdan y bajó definitivamente las escaleras para reunirse con los Harte, y de paso con algunos de los Serf que aún se encontraban allí, aunque no se entretendría mucho tiempo; al encontrar con la mirada a quien buscaba se acercó sin vacilar.

- Lady Lylian, Lady Harte - saludó respetuosamente al pasar a su paso - Mi señora ¿Sería muy egoísta por mi parte pediros a Madeleine por unos minutos? El maestre Hamdan quería que recogiese unos efectos personales y ha sido tan amable de recomendarla a ella para indicarme el camino. -

Las palabras del lord le pillaron por sorpresa, pero lo cierto es que no podía negarse. Los Serf estaban allí por orden del rey con único objetivo, que aquella boda se celebrase, y ella iba a poner todo de sí para cumplirlo. -Por supuesto que estaré en esa mesa.dijo resuelta,-Me gustaría que esta situación dejase de empeorar y todos pusiéramos de nuestra parte para que eso suceda.Sin lugar a dudas será difícil, pero hemos de intentarlo.Lylian se detuvo un momento,-Sé que tenéis diferencias con mi tío, y aunque espero que no sean ireconciliables debéis dejar eso de lado por el mmomento para que podamos centrarnos en lo verdaderamente importante.Conseguir cerrar la alianza entre los Manning y los Harte y tratar de descubrir quien o quienes actuaron en nuestra contra.¿No lo creeis así mi Lord?

A Ser Iden no le costó mucho deshacerse del escudero, que simplemente sostenía el escudo y aguantaba sus golpes como buenamente podía. Un par de buenos movimientos del veterano caballero bastaron para quitarle el escudo y dejarlo rendido con la punta de la hoja de su espada apuntándole al cuello. 

No pareció sorprenderle mucho la voz de Ser Yoren, pues se había fijado en él desde el primer momento en que llegó. Pero sí que pareció sorprendido de que el muchacho le retara. Una pequeña mueca se dibujó en su labio tomando la forma ambigua de una sonrisa. 

-Como deseéis. -Le dijo alzando la palma de la mano para invitarle a entrar a la liza. 

Por supuesto mi señora. Mis diferencias con vuestro tío terminan en cuanto alguien más competente- hizo una señal con la cabeza apuntando hacia ella- se pone a cargo.

Lord Harte se mostró más que satisfecho con la respuesta que le había dado la joven Lylian. Lord Harte tenía buena intención al apuntar hacía ella y dejar a su tío de lado, no pretendía crear una disputa con él aunque deseara que alguien que con quien tuviese mayor afinidad y confianza se encargase de asuntos tan delicados. 

La tarea no obstante era una gran responsabilidad para Lylian, quien a pesar de su corta edad debería mediar entre casas con históricas rivalidades que se remontaban generaciones atrás. Si estaba a la altura del desafío estaba por ver, pero no cabría duda de que lo intentaría. Y en ello contaba con el apoyo de su anfitrión. 

Yoren dio paso al frente, relajando los hombros y saludando al escudero con un cabeceo para que hiciera lugar. Un poco de ejercicio después de tanta cháchara e intriga lo agradecía en verdad. Su sonrisa lo decía por él, mientras desenvainaba pausadamente el acero.

Hizo un 8 en el aire con la hoja para calentar la muñeca, se flexiono, y luego empuño el escudo, todo sin excesiva prisa, intentando saborear el momento. También calibrar a su oponente. Desde luego el viejo no estaba nervioso y eso decía mucho; no debía contenerse.   

-Me habían comentado que usted era el hombre para hablar sobre esta región, pero olvidaron señalar que era también diestro en la espada. +dijo entretanto+ ¿Ha entrenado a muchos como aquel muchacho?

Tomo posición de costado, con el escudo delante y la hoja oculta detrás. Una técnica para esconder el golpe antes de lanzarlo. Algunas mañas no se podían quitar…

Lady Harte se encontraba muy apenada cuando Anselminus apareció tras la puerta de la torre del maestre y le solicitó que una de sus criadas le acompañase. La dama, con ojos llorosos, accedió a la propuesta y le pidió que tuviese la bondad de coger el vestido azul que Lady Eilene solía utilizar, y que la prepararan con dicho vestido lo mejor posible. Quería preguntar qué tal estaba quedando el cadáver de su hija, pero la sola imagen en su imaginación le provocó horrores y prefirió no decir nada, aunque su mirada de suplica hacía el maestre Ansleminus transcendía más allá de cualquier palabra esperando unas palabras de apoyo. 

Entre tanto, Lady Serf y Lord Harte se marchaban a dar un paseo para tratar algunos temas importantes y Normand, no invitado a esta reunión, marchaba con la pequeña de los Serf en busca de alguna noticia sobre los recientes suceso. Pues a veces los rumores que circulaban entre las criadas de un castillo eran certeros como la sentencia de uno de los Siete.  

Madeleine guió al maestre Anselminus por la fortaleza hasta llegar al edificio principal, junto a los jardines donde había caído el cuerpo de la pequeña dama fallecida. Allí era donde se encontraban los aposentos de la familia Harte, y el de Lady Eilene era un bonito cuarto coronado por una gigantesca cama, había grandes armarios llenos de ropa, un vestidor, un escritorio donde la dama hacía sus tareas y una decoración propia de una niña pequeña de su edad y su posición, en cierto modo su cuarto no se diferenciaba mucho del de Lady Grisel. 

Madeleine se puso a buscar el vestido azul que Lady Harte había insistido en que Eilene llevase para su funeral y entre tanto se abría la posibilidad para que el maestre investigara lo que realmente le había llevado hasta allí. Con discreción y fingida curiosidad, se acercó hasta el escritorio de la joven mientras Madeleine miraba en el armario y el vestidor y hojeó entre los escritos que sobre la mesa se encontraban. Había varios documentos escritos por Lady Eilene donde practicaba su estilo de escritura, inventaba algún pequeño cuento o ensayaba el Valyrio. La letra de la pequeña dama era idéntica al trozo de papel que habían encontrado, no cabía duda. Lo había escrito ella. 

Al igual que ocurría entre los miembros más destacados de la familia Harte, los criados estaban desolados por la repentina y brutal muerte de la pequeña Lady Eilene. La actividad en las cocinas se había detenido por completo y tanto cocineras como criadas comentaban los aspectos del hallazgo de su cadáver y recordaban con tristeza su jovial sonrisa y su simpática presencia y cercanía con todas ellas. 

Cuando Normand y Grisel hicieron su entrada simularon comenzar a trabajar, aunque con rostros apenados y lágrimas en los ojos todavía. No tuvieron problemas en servirle una copa de vino a la pequeña Grisel y ofrecieron otra a Normand. Las miradas de todos estaban puestos en ellos, eran miradas tristes y afligidas.

-Decidme Lord Harte, ¿cuando tenéis pensado entablar la mesa de negociaciones?Creo que sería lo mejor esperar un poco para que podamos brindarle a vuestra hija la despedida qeu merece y que sin duda, no debería de recibir tan pronto...Lylian esperó unos segundos antes de continuar, trataba de discernir cómo le habían llegado sus palabras al Lord, -Debemos tomarnos tiempo para hacer las cosas con orden y conciencia, mas no demasiado. Lord Harte, pienso que tanto vuestra casa como la de los Manning pueden estar siendo saboteadas por una tercera y no podemos dejarles tiempo para que vuelvan a haceros daño.Ya ha habido demasiadas pérdidas.

Nos quedamos en silencio bebiendo apenas un sorbo de vino intentando que poco a poco dejen de estar pendientes de nosotros para intentar que así hablen entre ellos y podamos escuchar lo que comentan entre ellos.

Por otra parte, cada vez estoy mas preocupado por mi sobrina pequeña y su apatía. Simulando limpiarle una gota de vino de la barbilla pongo mi mano en ella para ver si tiene fiebre, o al contrario estuviera fría.

Sí se diera uno de esos casos me la llevaría a la búsqueda de Anselminus. No puedo quitarme de la cabeza que paso mucho tiempo con la muerta y temo que quienes la han asesinado puedan temer que le contara alguna cosa.

-He entrenado a los que he entrenado. - Respondió secamente el veterano caballero que no parecía hacerle demasiada gracia ni la palabrería de Ser Yoren ni los halagos que éste le dedicaba.

El anciano tomó una postura ligeramente de costado, con la punta de la espada apuntando al caballero errante y manteniendo las rodillas ligeramente flexionadas y la espalda recta. Llevaba el escudo en la otra mano cubriéndole buena parte del pecho y el brazo izquierdo.

-Entiendo. ¿Inclusive a ser Etan? +pregunto cómo al descuido, para luego lanzar su ataque.

La postura del caballero era clásica y sólida. Una espada adelantada obligaba a avanzar con cautela o perder tiempo esquivándola; permitía tanto una estocada rápida como una defensa liviana a los lados. E incluso así, el agresor que intentase flanquear se encontraría con una defensa solida sobre los puntos vitales. Tradicional y efectiva en la mayoría de los casos.

Pero Yoren anticipaba esa clase de movimientos. Rapidamente alzo un tanto el escudo para cubrir su rostro y el pecho, desapareciendo tras el mismo. Luego dio un paso pero lo hizo por detrás, girando el cuerpo hacia el angula desnudo de ser Iden; su espalda. Al mismo tiempo que giraba, blandió su hoja contra el con fuerza en un arco muy abierto; en ese momento, la única defensa del caballero había pasado a ser la espada adelantada y esta no tenía la misma fuerza para contener que si la hubiera sostenido más cerca de su cuerpo. Podía sobreponerla con pura fuerza bruta. Aunque tal vez, exagero un poco…

Al comprobar como coincidía la escritura el maestre se sumió en un frustrante estado meditabundo. Si lady Eliene lo había escrito, aquél trozo de papel no les daría más pistas sobre la identidad de su asesino.

Pero ahora estaba en la habitación de la pequeña ¿A lo mejor había guardado algo que señalase a su agresor? al fin y al cabo un secreto podían ser muchas cosas, y por lo que Grisel les había dicho se trataba de una muchacha inquieta que se metía en varios asuntos como ese, pequeñas fechorías normales a esa edad.

No tenía mucho tiempo mientras la sirvienta revisaba el vestidor, podía mirar el contenido de los cajones, debajo de la almohada, o en una rendija tras algún mueble, escondrijos que parecerían seguros a una niña pequeña.