Una buena cacería

Tras la reunión familiar, la casa Serf decidió ir a descansar de aquel día largo e intenso. El viaje les había hecho añorar las camas blandas y cómodas que ofrecían los castillos como Cimera, y el poco descanso y los ajetreos del camino les tenían sin muchas energías. A eso había que sumar el resto del día en la fortaleza de los Harte, tras un pequeño descanso pudieron disfrutar de una copiosa comida y una buena velada amenizada por un grupo de músicos y juglares de voz melosa hasta que el pequeño susto protagonizado por lady Sylvie hizo que muchos se retiraran a sus aposentos a descansar.

Las camas donde pudieron dormir eran, en efecto, tan cómodas y confortables como pudieron desear. Un sueño reparador y tranquilo les permitió recuperar energías para el nuevo día y el maestre Anselminus pudo alegrarles el desayuno con la buena noticia de que Ártur Grim se recuperaba favorablemente. Todavía quedaba mucho por hacer y el peligro no había pasado, pero su salud mejoraba e incluso ya se encontraba consciente. Con esta noticia, el desayuno se les hizo todavía más sabroso, aunque la familia Harte no había reparado en gastos para que así fuera: confituras de las más diversas clases, pan tostado, fruta de temporada, y un sinfín de opciones para los más diversos gustos. 

Lord Harte les hizo llegar, mediante uno de sus hombres, la siguiente invitación: todos los hombres del cortejo nupcial, y aquellas damas que quisieran acompañarlos como observadoras, serían invitados a una cacería en la que se obtendría la carne para el convite de la boda. Lord Harte quería tener carne fresca para sus invitados, sabedor de lo valorada que estaba la carne de caza en las altas cunas de Poniente, especialmente cuanto más fresca fuese dicha carne. Además sabía por sus batidores que un gran y fiero jabalí rondaba en los bosques cercanos a Cimera; sin duda la pieza ideal. Como anfitrión de la ceremonia tenía la obligación de ofrecer productos de sus tierras al cortejo nupcial y algo de entretenimiento a los varones más distinguidos para distraerlos y alejarlos de los aburridos preparativos de la ceremonia durante un día.

Mientras que las damas como lady Sylvie, su madre y hermana habían decidido quedar en la fortaleza, los hombres decidieron acudir: Lord Harte se encontraba con porte orgulloso subido en su caballo a pesar de sus dolores de cadera, luciendo el ciervo de esplendida cornamenta que adornaba su escudo y los colores de su casa. Algunos de sus hombres iban con él, incluyendo al joven y recién armado caballero ser Etan Hogg. Ser Etan había tomado como escudo la imagen de un fiero jabalí, como el que esperaba cazar para su señor. También los Manning habían respondido a la invitación, Lord Artur y su hijo Kevan, también acompañados de algunos hombres, se encontraban en el lugar, algo apartados del resto, manteniendo las distancias, pero luciendo también con orgullo los colores de su casa y el blasón de los Manning: un león marino rampante con la cola enroscada en plata sobre fondo azul.

Al recibir la invitación se que me es ineludible aceptarla, podría ser considerado un insulto rehusarla y además de a mi hermano y nuestra casa estoy en representación del Rey. Y si las habladurías son ciertas el Rey Robert, el Primero de su nombre, nunca a rechazado ninguna cacería. Aunque según otros rumores las piezas más preciadas por él son las jóvenes.

– No puedo dejar de asistir a ella. – Bajando la voz para que nos oigan otros. – Ser Yoren, Konrad uno de los dos deberá quedarse con mis sobrinas. Todavía puede haber algunos que les duden los efectos del alcohol, y si las molestan alguien debería convencerlos de su error. Aunque, – mirando a mis sobrinas, – también podéis venir a la cacería.

Mirando directamente a Konrad. – Tenemos que hablar, cuando me levante acompañarme para ayudarme a ponerme la armadura.

Asintió a la propuesta del castellano con un ligero cabeceo, mostrándose de acuerdo.  La buena cama y el desayuno copioso hacían maravillas por el humor, aunque ni bien recibieron la invitación dejo de comer para no saciarse.

-Preferiría que las damas no vengan; en estas cacerías pueden ocurrir accidentes. Razón extra por la que creo que debo estar presente. +sentencio con un gesto significativo. Si habían venido a cuidar la paz, no solo eran sus señoras a las que debía proteger, sino a los nobles de las familias a unirse. Una situación peligrosa como cazar un jabalí, encajaba perfectamente en este supuesto+ Las damas pueden entretenerse entre si y seguro que Konrad trabajara mejor con menos gente en el castillo.

No añadió nada más específico, seguro de que este y Lylian entenderían a que se refería.  Las oportunidades de obrar en privado eran las mas valiosas en su labor.

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Cuando se unió a la comitiva iba armado al completo; otra vez llevaba la lanza presta en la diestra y el escudo en la siniestra, guiando con calma. Solo lamentaba que el chaleco de cuero endurecido y la honda colgando a un colgando junto a unas piedras de su silla (una precaución añadida por si encontraba algún conejo o faisán, piezas de segundo orden pero piezas al fin) le hacían parecer mas un explorador que un caballero… No obstante, si compensaba su apariencia con resultados, seria suficiente.

La invitación a la cacería era el siguiente paso obvio que debía ocurrir. Konrad no estaba demasiado tranquilo con la idea, los días anteriores habían estado llenos de altercados, por llamarlos suavemente de alguna manera, en los que de una forma u otra no habían salido muy bien parados. Los cadáveres, los bandidos, Ártur e incluso el pequeño susto con lady Sylvie que le había hecho sobresaltarse más de lo normal, esperando sin duda una noticia mas terrible. Un envenenamiento, como seguramente muchos otros hubieran pensado. Al final todo se resolvió de buena forma, una pequeña indisposición era lo mejor que le podía haber ocurrido a la futura esposa dada las alternativas. Pero al fin y al cabo fue otro suceso que amenazó la paz del momento. No le gustó, por otro lado, la reacción del futuro marido y su padre. No les importó lo más mínimo lo que le ocurría, ni parecieron asustarse. Parece que las antiguas rencillas no se había terminado ahí y tenía un mal presentimiento sobre que algo más ocurriría en el futuro. Presentimiento que esperaba confirmar como infundado fruto de un pensamiento creado por lo acontecido en el camino. En definitiva se sentía más alerta que de costumbre, una sensación agridulce. Preferiría no tener que estarlo pero agradecía a los siete que ya que debía estarlo, sus sentidos fuesen tan agudos.

Sumido en sus pensamientos alzó la mirada hacia su señor cuando este pronunció su nombre.- Se hará como decidáis mi señor, o como decidan mis señoras si es que quieren acompañarle. En este caso me ofrezco a quedarme junto a ellas para asegurarme que no sufren ningún daño. Me sentiría más tranquilo de esa manera. Quizás estoy algo paranoico pero tras todo lo acontecido estos días no me siento muy optimista con que la cacería ocurra sin ningún incidente. Incluso el pequeño susto de ayer siguió siendo un momento de tensión en una cena que debería haber sido tranquila y agradable.- miró a Yoren cuando comentó sobre sus futuras actividades.- Si se refiere ser Yoren a lo ocurrido anoche, creo que lord Normand debería hablar con nuestro anfitrión para oír de primera mano el estado de su hija antes de lanzar cualquier otra conjetura.- dejó de hablar cuando su señor le hizo saber que debían mantener una conversación. No tenía ni la más remota idea sobre de lo que quería hablar.

Indicó con un gesto de su mano una zona cercana, pegada a una pared en la que no había demasiado movimiento, para poder hablar tranquilo y se puso en movimiento esperando que su señor le siguiese. A su espalda seguía con el peso del mal presentimiento. Maldecía en su interior el reducido número de su comitiva deseando que hubiesen contado con más hombres. Solo podía esperar que todo se desarrollase con normalidad.

Anselminus meditó durante un tiempo lo ocurrido aquella noche, pero con Lady Sylvie en buen estado y agotado por el viaje y la cena fue capaz de dormir sin grandes preocupaciones. La mañana siguiente se le antojó hermosa y parecía que nada malo fuese a ocurrir ese día. Artur se había despertado, aunque dudaba que volviera a ser el mismo era un pequeño gesto que agradecer, y la comida con la que los Harte los agasajaban era deliciosa.

Finalmente llegó el anuncio de la cacería, y comprensiblemente la mayoría de hombres, en especial los hombres de armas, comenzaron a impacientarse en participar. - Me parece que una cacería no es lugar para mi. Si lord Normand me lo permite me quedaré en aquí mientras los demás se divierten, así podré cuidar de las señoras si deciden no acompañarlos. - también había otro motivo, y era la oportunidad de echar un vistazo a los textos que pudiera guardar el maestre Hamdan si tenía a bien compartirlos con él; hacía mucho tiempo que no leía más que los viejos pergaminos acumulados por los Serf. También podría visitar a Artur y asegurarse de que estaba cómodo en la medida de lo posible.

Cuando estaba a punto de levantar para hablar más discretamente con Konrad el maestre Anselminiua interviene y me espero por si trata alguna cosa que me atañe.

Ha medida que escucho la propuesta del maestre la confusión me transmuta el rostro. Pero…, no, no hemos debido experimentar dos cosas distintas desde que salimos de las tierras de mi Casa.

Le digo bajando la voz. – Maestre estaba pensando en una protección si al final salta una chispa y se desenvainan las espadas, y no, no me refiero a que les recordéis que somos una casa neutral.

No me había acordado de avisarles de lo que improvise cuando Lord Arthur Maning estuvo hablando ayer conmigo. – El padre del novio, Lord Arthur Maning, estuvo en la cena preguntándome que como era que no había venido mi hermano personalmente. No quise hablarle de su enfermedad para que no sea evidente esa debilidad de cada a nuestros vecinos. Le conté que había hecho la promesa de no abandonar sus tierras desde nuestra derrota a manos de los rebeldes y Pax de Robert.

Me levanto para reunirme con Konrad caminando despacio observando a los demás de la sala que veo de camino hacía el lugar donde esta. Sin preámbulos le digo. – ¿Has descubierto alguien que se haga llamar Ser Tymon o Ser Rooddik, los nombres de dos de los viajeros según el escudero agonizante?

Miro a mi alrededor para asegurarme de que no hay nadie cerca antes de añadir. – Si todo fuera mal tu misión principal seria poner a salvo a mis sobrinas, al precio que sea. Si tienes que elegir entre avisarme a mi o a ellas, primero ellas.

Comenzó a caminar hacia la zona que había seleccionado para la conversación. Observaba despacio los alrededores y todas las personas que allí se encontraban, tratando de actuar con naturalidad. Al llegar no había tenido casi tiempo de girarse cuando se señor le explicó lo que le preocupaba. Le respondió bajando la voz imitando a Normand- No mi señor, lo siento. No he descubierto aún nada, ni he oído nada. Si al final sus sobrinas deciden quedarse mantendré los ojos bien abiertos por cualquier cosa.- a las últimas palabras de su señor, Konrad respiró hondo pensando durante un segundo antes de responder.- Si algo así llegase a ocurrir, las protegeré. Si cualquier cosa ocurriese mi primera tarea será ponerlas a salvo. Entienda mi señor que quizás eso signifique huir en un momento dado. Su protección será garantizada y utilizaré cualquier medio a mi alcance.

Lylian se había mantenido callada durante la conversación tratando de sopesar los pros y los contras de cada opción. -Creo que lo más sensato es que nos quedemos aquí. Grisel podrá jugar con la hija menor de los Harte y yo tendré tiempo de conocer mejor a las anfitrionas. Aunque no lo dijese abiertamente también había decidido quedarse porque lo consideraba potencialmente menos peligroso a pesar de que aún pensaba que el malestar de la futura novia podría ser provocado.Se cuidarían mucho de no comer lo mismo que ella y así se mantendrían lejos del peligro si es que había alguno.

Acudieron al patio de armas donde se estaban concentrando tanto los asistentes a aquella cacería como aquellos que iban a despedirlos, especialmente las damas de las casas y entre ellas Lady Sylvie, quien había recuperado su buen aspecto. Su padre, Lord Harte, lucía radiante aquella mañana y estaba tan contento y entusiasmado que hablaba en un tono de voz tan alto que su voz resonaba por todo el patio de armas de Cimera. Lord Manning mostraba en su rostro un rictus de desagrado por tener que soportar a su irritante anfitrión.

-¡Bravo, bravo! - exclamó Lord Gerard. -¡Los Serf también se unen a la cacería! Es una ocasión idónea para que conozcan nuestras tierras, y para que vean la riqueza de su fauna, que no tiene paragón entre sus vecinas. -Aquella desafortunada afirmación hizo que Lord Manning apretara los puños y dedicara a su futuro consuegro una mirada fulminante que Lord Harte no vio, o no quiso ver.

La decisión ya estaba tomada. Lady Lylian y Lady Grisel se quedarían, por tanto el también. Tanto igual le daba, intentaría descubrir si algo había ocurrido o estaba ocurriendo con aquellos caballeros. Asintió a su señor y se dirigió hacia sus protegidas esperando que el resto saliese a aquella cacería. El mal presentimiento seguía dentro de su cuerpo, le gustaría poder estar en ambos lugares y vigilar todo lo que ocurría, pero era imposible y siguiendo las órdenes, su prioridad era cuidar de sus señoras.

Parece que nos quedaremos aquí Lady Lylian. Esperemos que la cacería acabe con una buena pieza y sin ningún contratiempo.- buscó con la mirada a Lady Grisel para no perderla de vista en ningún momento, o al menos durante el tiempo imprescindible hasta que todos volviesen. Mientras tanto seguía allí plantado esperando a tener más libertad de movimientos.

Me presento en el patio una vez equipado con mi armadura y mis armas. La lanza de caballería es lo único que puedo usar en la caza al no ser nada bueno en arcos, ni ballestas. Me quedo mirando mi escudo y acabo colocándolo en su enganche de la silla de montar.

Nada mas llegar me coloco retrasado respecto a los dos lords para cederles los puestos de honor mientras me limito a saludarlos mediante una reverencia a cada uno. No tengo ganas de que de nuevo Lord Manning se vuelva a ofender conmigo.

Saludo a mis sobrinas con un gesto despidiéndome de ellas. – Lylian, ahora tu representas a los Serf en Cimera. – Estas palabras son un recordatorio a Anselminius y Konrad. Un instante después miro con cariño a mi otra sobrina. – Grisel, has caso a tu hermana.

-Si.-dijo Grisel aceptando de buen grado la idea de quedarse a jugar con su nueva amiga en lugar de ir por el campo persiguiendo animales que, si bien estaban deliciosos, le daba mucha pena ver morir y remordimientos de conciencia saborearlos despues.-Me quedare con mi hermana y sere muy buena, lo prometo.- aseguro la muchacha.

Tenía mejor color y humor despues de dormir en una cama comoda pero las imagenes de la gente muerta, los bandidos y la dama vomitando aun eran ecos en su cabeza.

Ante las palabras de Ser Normand, el maestre no puede menos que inclinar ligeramente su cabeza con un leve sentimiento de culpa en señal de comprensión. Sabía lo que quería decir, pero se le hacía difícil realizar el papel que le pedían. Él era un estudioso, no era un hombre autoritario ni dado a secretismos; pero aun así intentaría cumplir con su labor lo mejor que supiera para garantizar que la celebración terminase sin incidentes y para averiguar de donde provenía exáctamente aquella sensación de que algo estaba fuera de lugar en esta boda.

Solo suspiro lentamente, sin prestar mucha atención a las despedidas de su propia familia. Le interesaba mas observar a los otros; todos se volverían a ver en poco tiempo (o eso se suponía), pero después de una batalla, la cacería era el terreno más peligroso donde juntar hombres armados con posturas conflictivas.

Deslizo el pulgar por la madera de su lanza, frunciendo el ceño. Ojala solo tuviera que usarla en un buen jabalí esta tarde. Con ese pensamiento en mente, apenas saludo con un ligero cabeceo a los Serf y los miembros de la comitiva que se quedaban, para luego enfilarse. Listo a ponerse en marcha.

Lylian se acercó junto al resto de mujeres a despedir a la comitiva, era muy pronto y no iban lejos pero ya que iban a cazar la comida para la boda lo mínimo era salir a verlos partir. Se mantuvo sonriente y relajada junto a su hermana mientras trataba de observar con disimulo la reacción de algunos de los presentes. Entre los hombres la distancia era evidente, ni si quiera se estaban molestando en ocultarlo. Esperó paciente con la esperanza dee acercarse a entablar conversación con la anfitriona una vez los hombres no estuvieran presentes.

Los hombres dieron la vuelta a sus caballos y enfilaron el camino que conducía a los bosques colindantes a Cimera tras los pasos de Lord Harte. Normand y Ser Yoren se habían sumado al grueso del grupo en el que destacaba el propio Lord Harte, en compañía de alguno de sus caballeros, como el recientemente nombrado ser Etan Hogg, Kevan, Darren y Artur Manning y algunos invitados más que habían visto en la clebración del día anterior. 

Quienes quedaban en el castillo vieron al grupo partir y a continuación regresaron al castillo. Había que ultimar los preparativos de la ceremonia nupcial y el posterior convite. Lady Sylvie se encontraba abrazando la espalda de su hermana pequeña mientras ambos miraban como se alejaba el prometido de Sylvie. Tenía un muy buen aspecto pese al pequeño susto de la noche anterior. Eilene, por contra, mostraba cara de aburrimiento y desgana sabedora de que tenía que ocuparse de ciertas tareas que no le agradaban nada para la boda, como preparar su vestido de dama de honor, un cargo que desde luego no deseaba. 

Lord Harte encabezaba la marcha proporcionando al grupo cierto entretenimiento hasta llegar a la zona del bosque donde aseguraba que estaban las mejores piezas para la cacería. Contaba historias y sucesos relevantes que habían ocurrido en el lugar, les señaló el lugar donde se había celebrado la batalla de Cimera durante la Rebelión de Robert, o el árbol donde habían colgado al celebre bandido conocido como Arys el Juglar, un peligroso criminal que había sido ajusticiado al fin por el abuelo de Lord Harte después de sembrar el terror por toda aquella zona del reino dos inviernos atrás. Entre tanto, los Manning cabalgaban taciturnos en la retaguardia de la compañía, sin prestar demasiada atención a aquellas historias. 

Se encontraban en un estrecho sendero de tierra que atravesaba los campos que rodeaban el castillo. Toda aquella zona había sido parte del bosque, pero los Harte habían tenido a bien talar los árboles e impedir su crecimiento para mantener los alrededores del castillo siempre despejados y permitír la visión nítida de sus alrededores. Sin embargo, la riqueza del bosque, les hizo dejar una gran extensión de éste hacía el este del castillo. Y el pequeño sendero, por el que debían cabalgar en parejas, lo atravesaba. 

-A partir de aquí se encuentran los mejores ejemplares para la caza. - Anunció el Lord. Los había conducido hasta la zona más frondosa del bosque, donde el camino se perdía entre las hojas caídas de los árboles y la vegetación que nacía a sus pies. -Quien encuentre la mejor pieza, podrá llevarse el plato más suculento durante el banquete. 

Estoy más concentrado en gestos entre las comitivas de la pareja que se va a casar que en las palabras de Lord Harte, pero no soy el único casi nadie lo escucha con atención, por lo menos no intervienen tampoco en su monologo.

Cuando comenzamos a buscar presas estoy mas pendiente de las comitivas de los novios, mientras los puedo ver, que de estas además de que nunca he sido muy aficionado a este deporte. De todas maneras, enarbolo firmemente mi lanza no sea que alguien confunda a uno de la otra comitiva por una pieza de caza, son ya habituales los accidentes entre desconocidos, tanto entre enemigos de toda la vida.

El paseo “turístico” que brindaba Lord Harte era una buena forma de distraerse. A decir verdad era interesante saber un poco mas de la zona, dado que en el año que llevaba en ella Yoren no había tenido demasiado tiempo para conocer la región. El trabajo y sus deberes...

En fin, servía para compensar, y de paso un trabajo mas importante, su principal razón de venir; prestar atención a los principales de la comitiva. Quizás por eso sus ojos estaban algo distraídos cuando llegaron a la zona de caza y comenzó a otear el suelo buscando señales, dividido entre el deporte y la vigilancia.

Siguió a Lylian en cuanto ella se movió tomándose su trabajo como guardaespaldas de forma literal al menos hasta que comenzase a realizar sus pesquisas. Vio como la partida de caza partía mientras se sumía en sus pensamientos.- Lo mejor será actuar con naturalidad para no levantar sospechas de los susodichos, si es que existe tal usurpación al fina. Espero que no pero algo me dice que así será. La posibilidad de que hayan partido con ellos de caza también es real, espero que los descubran si es el caso antes de que ocurra algo.- Se dirigió entonces hacia su señora.- Mi señora Lylian, mi señora Griself. Me han encomendado vuestro cuidado mientras están fuera. Hacedme saber si necesitáis cualquier cosa.- tras una pequeña reverencia esperó la respuesta.