Partida Rol por web

¡Hay un primigenio en mi sopa!

I. Aguijón en la retina

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18/06/2021, 21:52
Kyle Angel

Sentado al volante del Chrysler LeBaron de Jon Voight, intento no parecer demasiado distraído mientras escucho las explicaciones de Pinocho, pero mi mente está en otra parte, y mis ojos viajan a todos los rincones del interior del vehículo, tratando de absorber cada detalle, como si fuese un niño al que acabasen de dejar entrar en la cabina del piloto de un avión por primera vez en su vida. Aunque mi anfitrión aún no lo sabe, ya hace tiempo que he decidido comprar este coche. A fin de cuentas, ya he dejado mis huellas dactilares por toda su superficie, así que no voy a permitir que se despegue de mí.

Cuando Pinocho manifiesta su suspicacia, su espeluznante seriedad casi me hace temer que mi farsa haya sido descubierta, pero me las arreglo para igualar la frialdad de su mirada con la mía.

—Bueno, Pinocho, yo diría que ambos estamos haciendo un esfuerzo importante en lo que respecta a confianza, ¿no te parece? —digo, subrayando mi réplica con una lenta exhalación de humo. Sé que sabe que podría preguntarle cómo se ha hecho con el Chrysler, y no lo he hecho. Algo debe de valer.

Sea como sea, no estoy de humor para jugármela alargando este intercambio más de lo imprescindible, así que no tardo en salir del coche, asegurándome, eso sí, de hacerlo con el suficiente aplomo como para no darle a Pinocho el gusto de parecer amedrentado. Sacando la billetera de mi bolsillo y deslizando un dedo en su interior, la abro lo suficiente como para permitirle un breve vistazo al fajo de billetes de cien dólares, pero lo hago de un modo que parezca incidental. Aprovecho la ocasión para evaluar la reacción de Pinocho, y sonrío por dentro cuando veo su mirada descender momentáneamente hacia el cebo. Bien, ya tengo su atención donde quería. Le entrego el dinero acordado y espero pacientemente a que cuente los billetes.

Acepto de buen grado la cinta que me ofrece, asumiendo que será del mismo artista que está sonando en el Leary's, pero no se lo pregunto directamente. Después de ver su reacción cuando admití mi indiferencia hacia Jon Voight, cualquiera confiesa no reconocer al que debe de ser su músico favorito. Tomo nota mental de buscar en Google el nombre escrito en la etiqueta de la cinta y escuchar unas cuantas veces la discografía completa del artista antes de volver a reunirme con Pinocho. Tener un tema de conversación común podría ayudar a ablandarlo...

... O puede que ni siquiera sea necesario. Antes de irme, el irlandés me plantea la posibilidad (hipotética, por supuesto) de darle mis señas a uno de sus clientes. Mierda, no esperaba tener éxito tan pronto. ¿Cómo se supone que voy a vender drogas sin drogas? Mi cabeza ya está ideando una salida cuando mi teléfono vibra oportunamente, y aunque podría haberlo dejado para más tarde, agradezco la ocasión de tener a Pinocho aguardando mi respuesta unos instantes más.

Echo un vistazo calmado a la pantalla del teléfono, poniendo una cara de misterio que con toda seguridad habría omitido si no estuviese ante tan selecta audiencia. Un hormigueo de emoción recorre mi estómago cuando veo que los mensajes proceden del profesor Kane, y me pregunto si habrá decidido que al fin ha llegado el momento de iniciarme en sus misterios. Miro a Pinocho con una ceja enarcada, vuelvo a mirar a la pantalla del móvil y de nuevo a Pinocho.

—Vaya, acaba de surgirme un asunto —digo, deliberadamente vago—. Tengo que irme, y en el Chrysler LeBaron de Jon Voight, nada menos. Muchas gracias, tío. Un placer. —Y podría haberlo dejado ahí. Después de todo, Pinocho evadió mi pregunta antes, y yo podría pagarle con la misma moneda haciendo exactamente lo mismo. Pero sin riesgo no hay recompensa, ¿no? —No creas que me olvido de tu ofrecimiento —le digo con tono neutro—, pero habrá que buscar otra forma de hacerlo. Yo no trabajo así, colega. No puedo dejar que me mandes a quien sea sin antes asegurarme de que es de fiar. Después de salir de la cárcel me he vuelto precavido, ¿sabes? —Me lamo los labios antes de volver a llevarme el cigarrillo a la boca—. Así que te daré mi número y, cuando tengas un hipotético cliente, que me llame, y me veré con él antes de decidir si quiero que también sea mi cliente.

Le doy a Pinocho mi número de emergencia, que es como llamo al número de mi móvil barato con tarjeta prepago que puedo romper y tirar en cualquier lado si atraigo atenciones indeseadas, localizan mi ubicación o la cosa... se tuerce, digámoslo así, de cualquier otra manera. Por su mirada, entiendo que él lo sabe perfectamente, aunque no diga nada.

Con el ruido del motor de mi coche recién adquirido retumbando satisfactoriamente en mis sienes, me dirijo hacia mi segunda cita de la tarde.

Una cita muy esperada.

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21/06/2021, 23:34
Jezebel Crowley
- Tiradas (2)
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22/06/2021, 09:08
Lord Jafee

¿Es una velada amenaza lo que subyace en las palabras de Lord Jafee?

En realidad, no puedes saberlo.

Su sonrisa vulpina parece afilarse a cámara lenta mientras paladea tu desconcierto, tu breve amago de inseguridad. El chihuahua te despistó, pero ahora tienes cada vez más claro que este extravagante individuo habría sido un fantástico contrapunto a Vincent Price o a Peter Lorre en una película de terror de serie B de las de Roger Corman.

Decidida a averiguar qué quiere de ti, abres la carta. No sería de extrañar que recibieses una propuesta de compra de algún antiguo colega del viejo loco que te la cedió, y definitivamente no estás tan paranoica como para pensar que quieran envenenarte con ántrax. 

Retiras el sello lacado, uno que llama tu atención porque parece reflejar una enorme puerta asentada entre dos portentosos pilares.

—Como bibliotecaria que es, señorita Crowley, seguramente sepa del poder, y del peligro, que entraña la lectura de algunos libros—dice Lord Jaffe mientras acaricia la oreja al vigilante Faifel. —Y es que hay ideas que subyacen en ellos que podemos aprender. Mas debe el lector ser cauto, pues así mismo hay ideas que pueden aprehendernos a nosotros...

Del interior del sobre cae un pequeño pedazo de pergamino enrollado. Hay también una bolsita con lo que parece un polvillo que reluce con un extraño fulgor plateado. Ignoras qué es.

Al desenrollar el trozo de papel, algo ocurre.

Una mano, negra como la brea.

Pero cuidado, es más que una mano.

Entre el pulgar y el índice, distingues un rostro de perfil.

Está susurrando.

Y en el centro, crees ver un oído.

Tu oído.

—Duerma, señorita Crowley. Duerma—La voz de Lord Jafee suena irresistible, profunda y embriagadora. Reverbera en el interior de tu cabeza con un eco persistente, como una ley imperativa ante la que solo cabe doblegarse. Te sorprendes al pensar que encuentras apropiado dormir. Aquí. Ahora.

Antes de perder la consciencia, antes de que tu alma abandone tu cuerpo, diriges una mirada borrosa a tu misterioso visitante, que sonríe satisfecho. De repente, no tienes pies. Una sensación de vértigo te invade. Vas a caer, pero no lo haces. Algo te sostiene con fuerza. A estas alturas, deberías haberte desplomado sobre el suelo. No recuerdas haber tenido tanto sueño desde...

Nunca.

—S*ñ*r F*a*, ll*v* * l* s*ñ*r*t* a* c*c*e. S*ñ*r G*i*o, e*c*r*u*s* d* c*rr*r l* b*b*i*t*a. T*n*m*s u* r*t*a* q*e pre*a*a*.

Tu última visión va orientada hacia la carta que reposa sobre el mostrador.

La mano.

Ahora está cerrada en un puño del color de una noche sin luna.

Dos palabras resuenan en tu mente:

LO SABEMOS.

Notas de juego

FIN DEL PRÓLOGO

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22/06/2021, 16:30
Narrador

Despiertas.

Notas un hormigueo en tu cabeza, una leve sensación de malestar.

Parpadeas varias veces para acostumbrar tus ojos a lo que te rodea, a tu entorno.

Sabes que no estás en la biblioteca.

Aunque lo cierto es... ¿Qué tendrías que hacer en una biblioteca?

Yaces acurrucada en lo que parece el rellano de una escalera de fría piedra.

Al incorporarte, palpas con la nuca una superficie dura, a tu espalda.

Se trata de una robusta puerta de madera de apariencia medieval.

Carece de argolla, picaporte o pomo de cualquier clase.

No se puede abrir.

No se puede cerrar.

Simplemente, está ahí, a tu espalda.

Te das cuenta de que la puerta está fuera de lugar, como inserta en un muro incompleto, como una suerte de contención ante algo imparable, inabarcable.

Los peldaños descienden en una en apariencia infinita y sinuosa espiral hacia un paraje imposible, inconcebible a nivel racional para ti.

Piensas por un instante de intranquilidad que has sido abducida de algún modo hasta un mundo alienígena, extraño, perturbador y, a la vez, fascinante.

Hipnótico.

Te sientes pequeña.

Minúscula.

Una mota de polvo estelar en las vastas planicies del cosmos.

Tu esencia, traslúcida y fantasmal, desciende los peldaños movida únicamente por el curso del azar.

Cada escalón ahonda en tu confusión interior.

Una confusión que nace de la pregunta que martillea en tus pensamientos, una especie de salvaguardia de la escasa cordura que te queda.

¿Qué es este lugar?

Pregunta equivocada.

Sabes qué es.

Lo sabes perfectamente.

Solo que has aprendido a olvidarlo.

Cada noche.

Cada amanecer.

Aaaaaah...

Ahora.

Ahora recuerdas haberlo olvidado.

Estás AlOtroLadoDelEspejo.

Eres Alicia.

Sigue al Conejo Blanco.

Manual Básico de Supervivencia en las Tierras del Sueño.

Camina.

Camina hasta que se revele tu propósito aquí.

Y eso haces.

Caminas.

 

La escalera baja, sube.

Y sube, y baja.

Y vuelve a bajar y a subir.

Y cuando has perdido la cuenta de los escalones que has bajado y subido, un pensamiento fugaz cruza tu mente, furtivo como la punta de un cuchillo dirigida a un pulmón.

No ha debido de pasar más de un minuto desde que iniciaste tu descenso.

Curioso, ¿verdad?

El tiempo transcurre de forma diferente aquí.

No importa.

Lo que sí importa, lo que sí estimula tu sed de conocimiento, es la montaña.

La montaña.

La escalera asciende serpenteando la falta de una inmensa montaña que hiende el celaje del mismo cielo en este lugar.

Atraviesas las esponjosas y grisáceas nubes oteando unos seres provistos de alas similares a las de los quirópteros arremolinándose en el cielo.

Uno de ellos parece reparar en ti.

Le observarías a los ojos...

Si los tuviese.

Carece de rostro, pero no tienes dudas de que ha reparado en tu presencia.

La criatura desciende en un elegante picado sobre ti.

No emite sonido alguno, solamente cae sobre tu indefensa figura y te agarra sin miramientos.

Tu destino parece funesto, pero te aguarda una desconcertante sorpresa.

La criatura alza el vuelo contigo, ganando altura en cuestión de unos segundos.

Se desplaza rápido, surcando las nubes, buscando la cima de la montaña.

El aire azota tu rostro con la fría brisa de la noche onírica y te aterra la idea de verte precipitada al vacío.

Afloran en ti muchos temores en este instante, pero la criatura alada desprovista de faz te reserva una sorpresa.

Su cola, terminada en una especie de aguijón bidentado, comienza a frotarse contra tu abdomen y tu espalda.

Para tu horror, descubres que el contacto con la criatura te produce unas insoportables cosquillas.

Cosquillas... Y un enorme, indescriptible y abyecto placer.

No te sientes sucia por reconocerte este hecho a ti misma.

Cuando recobras el aliento que te ha arrebatado este enigmático ser alado durante la travesía, descubres que te ha depositado sobre las nubes, en el pico más alto.

Frente a ti, a unos metros de distancia, un hombre admira un horizonte añil anegado por un océano de nubes entre las que emergen los colmillos de piedra de las montañas.

Cerca del desconocido, dos sillones orejeros de cuero rojo, frente a frente.

En el centro, una mesa con una bandeja de té, leche y pastas de té.

—Bienvenida a las Tierras del Sueño, Fraülein Crowley—dice, girándose de soslayo.

No tienes ni la más remota idea de quién es este hombre.

Notas de juego

Bienvenida a su Capítulo I...

Miss Crowley.

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22/06/2021, 17:19
Narrador

El Club de Lectura está ubicado en la calle Winthrope, una de las más caras en lo que al mercado inmobiliario de Boston se refiere, situada en pleno corazón de Arkham City. En realidad, se trata de dos apartamentos de lujo -un tercero y un cuarto- adheridos como un único inmueble en una zona de urbanizaciones bastante modernas que han servido de punta de lanza a Inmobiliarias Marsh para rejuvenecer el tejido del centro urbano. El profesor Kane ya era propietario de uno de los dos antes de acometer la reforma para agrupar ambos pisos, interesado en tener un lugar en el que poder reunir a su círculo interior para debatir de los asuntos que captan su interés.

Os presentáis de uno en uno, con puntualidad.

Victoria Liebermann.

Farah Amari.

Armín Bahramí.

Kyle Angel.

No sois todos los integrantes del selecto club. A todos os resulta intrigante la ausencia de Jezebel Crowley, más íntima de Victoria que del resto, pero por lo demás una especie de alumna aventajada a la que Kane parece tener en alta estima. Quizás llegue más tarde.

A todos os recibe en el umbral el señor Gage, el mayordomo personal de la familia Kane. Dado que a día de hoy el último descendiente vivo de los Kane es el profesor, a nadie extraña que el camarlengo asista a su patrón con dedicación exclusiva.

Ataviado con un chaqué escarlata, al esbozar su amplia sonrisa -una que nunca muestra los dientes-, sus mejillas quedan marcadas por profundas arrugas que acentúan una expresión intranquilizadoramente aséptica. Sus ojos no parpadean, y si lo hacen, son demasiado rápidos para advertirlo. Como consecuencia, el señor Gage parece imbuido de una mirada penetrante, imperturbable. Inevitable.

—Buenas noches, damas y caballeros. Celebro verles de nuevo. El profesor debía atender una llamada urgente. Me ha pedido que les haga pasar al salón de inmediato. Se unirá a ustedes en breve. ¿Qué tomarán esta noche?

Notas de juego

Algunas cuestiones a tener en cuenta:

a) Posteamos sin marcar a Jezzie de momento.

b) Esta entrada os da pie a rolear entre vosotros. Go ahead.

c) Tenéis a dos NPC's operativos en la escena. Si queréis charlar con ellos, ahí están.

d) Os recuerdo que las habilidades de Investigación están operativas desde el prólogo.

e) Estáis en el hall, camino del salón. Describiré con más detalle el interior en próximas entradas, pero estaré atento a qué observáis para especificar. Para mí era prioritario daros paso para que empecéis a jugar entre vosotros. No me siento Narrador si no lo hago así xDDDD

A disfrutar ;)

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22/06/2021, 21:18
Armín Bahramí

Faltan poco más de cinco minutos para la hora señalada cuando llego frente a la puerta de los apartamentos acondicionados como club de lectura. Presentarse entre cinco minutos antes y cinco minutos después de la hora se sigue considerando puntual, y no estoy dispuesto a quedarme fuera como un pasmarote, esperando a que sea aceptable anunciar mi presencia. Además, el profesor Kane y yo ya somos demasiado viejos como para que nos importen las formalidades, así que llamo al timbre con decisión, manteniéndolo oprimido durante un segundo. Puede considerarlo el pago por interrumpir mi cena con mi hija. Apenas he terminado de retirar la mano que la puerta ya se está abriendo, y el señor Gage, el mayordomo de Charles, se asoma para darme la bienvenida con una sonrisa que bien podría haber pertenecido al pétreo rostro del Imhotep de Boris Karloff. ¿Es que acaso este hombre siempre está acechando detrás de la puerta, esperando a que alguien llame para abrir, como un autómata programado para repetir el mismo acto una vez tras otra durante toda la eternidad? Esa es la pregunta que ocupa mi mente mientras saludo a Gage con un «buenas noches» y un apretón de manos.

Nada más cruzar el umbral, me doy cuenta de que no soy el único invitado. Kyle Angel y Victoria Liebermann, además de otra joven a la que no tengo el placer de conocer, están también en el suntuoso recibidor. A juzgar por la expresión de sus rostros, tienen la misma idea que yo de qué estamos haciendo aquí. Me los quedo mirando a los tres con los ojos ligeramente encogidos en una expresión inquisitiva. Hasta hace unos instantes me sentía irritado por la inoportuna llamada de Kane, pero ahora empiezo a pensar en la posibilidad de que esto acabe mereciendo la pena. Con todo, la sensación de tener un perro mordisqueándome el cogote, que me lleva acompañando desde que recibí el mensaje, no cede. Tras un breve instante de inmovilidad, me quito la chaqueta con un gesto enérgico, colgándola con esmero en el perchero de la entrada. La noche promete ser más larga de lo que esperaba, así que conviene ponerse cómodo.

—Buenas noches, señora Liebermann, señor Angel —saludo con la más sutil de las sonrisas; mi mirada, no obstante, sigue siendo severa. Mis ojos se van posando sucesivamente sobre cada uno de los presentes, deteniéndose en la chica desconocida—. Armín Bahramí, mucho gusto. —Me adelanto para estrechar su mano mientras la miro con fijeza, como si pudiese leerle los pensamientos con solo desearlo. ¿Será una nueva acólita de Charles? Después, me muevo para incluir a los demás en mi campo visual. Cuantas más vueltas le doy, más preocupante me resulta la urgencia del escueto mensaje del profesor, unida a la presencia de la mayoría de ellos. Falta la bibliotecaria. Sueno relajado, casi indiferente, cuando digo—: No esperaba que fuésemos a ser tantos los invitados a la fiesta. ¿Dónde está Crowley?

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23/06/2021, 00:54
Miss Kukoo

Quisiera poder decir que estaba calmada, pero no lo estaba. Tampoco estaba histérica. Me sentía como un león enjaulado y así era mi comportamiento: iba de un lado al otro del recibidor, echaba miradas furtivas hacia la puerta de más allá, hacia la ventana de más acá, hacia la puerta de calle y así en cada ida y venida mientras echaba humo como una locomotora. Una locomotora de juguete, de esas que hacen la misma vuelta una y otra vez y solo descansan cuando la corriente en las vías cesa.

Sí, fumar es malo, vale; pero me hace tragarme todas las palabras que me ganarían enemigos… a veces.

Mis pasos resuenan por el piso encerado. Tap-tap-tap. Tap-tap-tap.

De pronto llega él, el niño mimado de Kane. Al verlo con su peinado de cacatúa y esa expresión de goblin en anfetaminas rolo los ojos. Excelente. En realidad, no me molesta él específicamente… O sí. Me ha robado el protagonismo. -Hola Kyle -susurro dando una calada, extiendo la mano porque no hay que perder los modales, o eso me han enseñado.

Me empiezo a preguntar a cuántos habrá invitado el profesor a la fiesta de búsqueda de huevos podridos y me temo que hasta que no lleguen todos no le veré ni una sola de sus canas.

A los pocos minutos llega el artista socarrón que he visto un par de veces, el que parece mesurado… Supongo que alguien tiene que cuidar el gallinero, es gracioso que pusiera a un zorro en esa tarea. O tal vez no lo es para nada y la sola idea me da un escalofrío.

Lo veo sacarse la chaqueta y presentarse a Farah; vaya, no pierde el tiempo. Quisiera hacer un comentario ingenioso, alguna broma ácida, pero en este momento mis pensamientos están imbuidos de la última llamada que he recibido y de la voz de Aileen, que como un eco fantasmal se ha quedado reverberando en el aire a mi alrededor. O peor aún, en mi mente.

-No soy señora -suelto exhalando humo por la nariz como un dragón, con una resting bitch face acorde -Soy la señorita Kukoo, pero si quieres ser más “ameno” -lo miro a los ojos y apago la colilla en un cenicero de cristal con parsimonia -Al menos llámame Vicky.

No contesté su pregunta, que lo haga otro. Mi cabeza gira en redondo, ¿por qué no llega Crowley?

Notas de juego

edité las negritas :-P

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23/06/2021, 10:48
Farah

—Encantada, señor Bahramí—replica la joven de tez morena que acompaña a la señorita Liebermann al tiempo que estrecha la mano del artista. —Farah Amari, compañera del Dragón. Creo que no nos han presentado debidamente—añade volcando una mirada de soslayo sobre su compañera, ahora una digna heredera de Smaug mientras exhala una vaharada de humo por sus fosas nasales mientras su mirada de hielo pasea nerviosa por la habitación.

—Hoy es uno de esos días—desliza en un cauteloso susurro a Armín con un amago de sonrisa prudente en sus labios. Es una joven agraciada, con un encanto especial. En sus ojos parece latir una advertencia para el artista. Casi como si le previniese de que se avecina una tormenta. Una huracanada, que siembra el cielo con oscura bruma plagada de fucilazos.

—Usted debe ser el escultor. ¿Me equivoco en mi suposición?—pregunta con viva curiosidad mientras sus orbes de obsidiana reparan en la atenta mirada del mayordomo, fijos en todos ellos. —Ah, sí... Creo que necesito uno de tus cócteles misteriosos, Joey—dice sin previo aviso.

¿Joey?

Notas de juego

#Errata detectada.

Dismiss.

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23/06/2021, 11:00
Mr. Gage

Excelente decisión, señorita Amari—replica el asistente personal del profesor Kane. Su rostro no se altera.

Si hiciesen una película sobre el asesinato del monstruo del Dr. Frankenstein, el señor Gage sería inmediato sospechoso para el departamento de Policía de Hollywood.

Qué mirada tan impávida.

Armín repara en que el mayordomo ya ha tomado primorosa cuenta de su chaqueta, doblándola sobre un antebrazo hierático que más parece en estos momentos una percha inamovible incluso para la brisa más salvaje.

—No deseamos que se arrugue, ¿verdad, señor Bahramí?—comenta en un ronco susurro, sin dar opción a réplica. Armín sabe bien del carácter minucioso y detallista del señor Gage. Él es la sempiterna y vigilante sombra del club. Quizás, os decís, sea este el motivo por el que porta un único anillo con un particular sello: una loba amamantando a dos púberes.

Quizás por este motivo el profesor suele insinuar en tono jocoso que durante toda su vida ha tenido un lobo cuidando de él.

En fin, se trata de una broma...

¿No?

—La dejaré en el ropero—dice admirando la tela de la prenda solo para posar sus brillantes e inquisitivas pupilas en el cuarto invitado. —Y si tiene a bien, su chaqueta también, señor Angel—añade deteniéndose un instante frente al detective, manteniéndole la mirada.

—Parece que la señorita Crowley llega tarde—señala sin mácula de expresividad en el rostro mientras comprueba el reloj de péndulo que decora la estancia. —Haré saber al profesor que sus invitados han llegado. Les traeré un refrigerio. Si me necesitan, hagan uso del timbre—dice mientras señala con una viva mirada un dispositivo de llamada instalado en la mesa del salón.

—Un toque, cuestión de servicio. Dos toques, una emergencia—explica pulsando con precisión el botón del aparato, uno de un diseño tan arcaico que recuerda al de un hotel del siglo XX.

Curiosamente, no hace ningún ruido. Al menos, vosotros no lográis escuchar nada. Es probable que suene en otra estancia. Quizás en el vestíbulo o en la cocina.

—No se preocupen. Siempre lo escucho. Tengo buen oído, ¿saben?—ríe sin enseñar los dientes.

El señor Gage desaparece con las chaquetas de sus invitados sin hacer ruido, dejándoos solos un instante en el que se intuye la inminente aparición del profesor Kane.

De repente, música.

El salón se ve colmado por Boccherini, como si el señor Gage intuyese que la señorita Liebermann precisara de ser amansada tras la aciaga llamada telefónica de un fantasma resurgido de un pasado que creía olvidado, pero que ahora no deja de asaetear su mente con un turbulento aluvión de sentimientos.

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24/06/2021, 00:02
Kyle Angel

Mi recién adquirido Chrysler me mira acusadoramente desde el hueco junto al bordillo en el que, después de pensármelo mucho, he decidido aparcarlo, como diciéndome: «Esta vez, si me roban, la culpa será exclusivamente tuya». Y yo le devuelvo la mirada, parado en medio de la acera como un pasmarote y sintiéndome terriblemente culpable, como si la culpa pudiese convertir en buena mi terrible decisión. Al fin, suelto un suspiro resignado y emprendo el camino hacia el edificio de la calle Winthrope en el que he sido citado, caminando a grandes zancadas y sin volver la vista atrás ni una sola vez. Al menos me he asegurado de cerrar el coche.

La lenta y cadenciosa melodía de Wayfarer Pilgrim, que ha estado sonando en la radio durante todo el trayecto, sigue reproduciéndose en mi cabeza mientras recorro el amplio recibidor de camino al ascensor, con su base grave y oscura y sus suaves notas de guitarra. Ahora, gracias a una rápida búsqueda en mi móvil, ya sé que su autor es un tal Roy Buchanan, y planeo utilizar dicho conocimiento con Pinocho si se tercia.

Antes de salir del ascensor, echo un fugaz vistazo al espejo, incapaz de reprimir el impulso de abrocharme la chaqueta hasta arriba y tratar de domesticar mi peinado aplastándolo con la mano, algo que resulta del todo imposible. En fin, qué vamos a hacerle. No siempre puedes tener un aspecto de diez, Kyle.

Me sorprende la velocidad con la que el señor Gage acude a la puerta en cuanto llamo. Hago lo posible por no quedármelo mirando, pero, torpe de mí acabo haciendo justo lo contrario. Hay algo en el mayordomo que me da mal rollo, algo untuoso y ceroso que no acabo de saber definir. Por suerte, la presencia en el vestíbulo de Vicky y de otra joven me proporciona la excusa perfecta para alejarme de Gage sin parecer grosero del todo.

Cuando me acerco a Vicky, algo en su mirada me da la sensación de que no está lo que se dice muy feliz de verme. A lo mejor es una de esas personas que están permanentemente enfadadas con el mundo. O a lo mejor solo son esas cejas tan pobladas y características que no hacen sino incrementar su inusual atractivo. Cuando llego a su altura, me tiende la mano a modo de saludo, y la disparidad entre el gesto, atribuible sin duda a su intención de observar unos mínimos de cortesía, y la hostilidad de su lenguaje no verbal, me deja confundido. Tras un par de segundos observando tontamente su mano, al fin parezco acordarme de cómo sonreír y correspondo a su saludo, aunque tal vez con algo más de «vigor» del estrictamente necesario.

—¿Qué hay, Vicky? —le respondo, intentando no sonar muy decepcionado por no ser el único invitado del profesor Kane. Es bastante más fácil sonreírle a su amiga morena, aunque solo sea porque no tiene cara de desear mi muerte—. ¿Qué hay —vuelvo a decir, y espero a que la joven se presente para repetir su nombre inmediatamente después—, Farah?

En ese momento llega el siguiente invitado, el enigmático Armín, un hombre que me recuerda en parte a un pájaro y en parte a una serpiente, aunque aún no lo conozco lo suficiente como para saber si su carácter se acercará más al primero o a la segunda. No es hasta que se quita la chaqueta que me doy cuenta de que sigo con la mía puesta y abrochada hasta arriba, y, aprovecho cuando el señor Gage se ofrece a retirarla para quitármela y entregársela sin muchos aspavientos.

El modo en que la señorita Kukoo se dirige a Armín me hace sentir alivio por no ser el blanco exclusivo de su desdén, y lanzo una mirada cómplice al iraní, como queriéndole decir: «De menudo humor está la chica». Cuando pregunta por Crowley, me encojo de hombros sin más, en un gesto que podría parecer indiferente, y que tal vez lo sea. Luego, me giro hacia el señor Gage, aprovechando que se va a buscarnos bebidas.

—Yo tomaré un Tab, gracias.

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24/06/2021, 12:28
Director

Notas de juego

Algunas dudas que le surgen al Guardián:

¿Cómo conocisteis al Profesor Kane?

Ya os conocéis de varias sesiones. ¿Qué opináis los unos de los otros?

¿Qué relación tiene Farah con la señorita Kukoo? ¿Compañeras de negocio, quizás?

Ahí tenéis cositas para divagar en vuestros mensajes.

Dentro de un orden, lo que indiquéis será canon. Así pues, Farah es integrante del culto porque Vicky la incluyó en la reunión tras recibir la llamada de Aileen. De igual modo, es una reciente incorporación porque ni Armín ni Kyle han declarado conocerla.

¿Captáis mi flow? ;-)

Proseguid.

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24/06/2021, 13:09
Armín Bahramí

Me quedo mirando a Liebermann con expresión adusta mientras ella hace su feroz declaración. Los jóvenes, buscando su identidad en cosas tan insípidas como los nombres o los trapitos que se ponen, con la esperanza de que esas frágiles fachadas los ayuden a reclamar su lugar en el mundo y a decir «aquí estoy yo». Cayendo en la trampa del autoetiquetado y sintiéndose libres y transgresores por ello. Qué irónico. Sin embargo, no estoy de humor para esa clase de debates, y menos cuando la otra parte no parece interesada en que le revienten su burbuja. No soy un puto profesor de universidad.

—Mmm. Vicky. Entendido —asiento, mi oscura mirada cavando dos agujeros en los ojos de la joven—. Si alguna vez cambias de idea y quieres que te llame de otra forma, avísame.

La otra muchacha es más educada. Farah Amari. Nombre árabe. Ya decía yo que sus rasgos oscuros me despertaban cierta sensación de familiaridad. Se presenta como la «compañera del Dragón», y a juzgar por el cauteloso vistazo que le echa a Liebermann, es a ella a quien se refiere. Dragón. Ya.

As salam aleikum, Farah Amari. Mumtin limuqabalatik* —respondo con una leve inclinación de cabeza, sin apartar en ningún momento mis ojos de los suyos—. Así es, me gano la vida de las monstruosidades que nacen de mis manos. Espero que no le hayan hablado demasiado bien de mí.

Solo en ese momento me permito dibujar la fina sugerencia de una sonrisa en la dura línea de mi boca. Entonces, la señora Amari dirige su atención al señor Gage, pidiéndole un refrigerio para pasar el rato. Lo llama Joey. Esto me hace encoger los párpados inferiores. ¿Acaso Farah ya conocía al señor Gage?

—Yo tomaré lo mismo que la señora Amari. Gracias, señor Gage —anuncio antes de devolver mi mirada interrogativa a la mujer—. No la había visto aquí antes, aunque es evidente que tiene cierta familiaridad con Joey. —Sonrío de nuevo—. ¿Usted también forma parte del club de lectura del profesor Kane?

En decir esto, vuelvo el rostro hacia Liebermann, con una pregunta implícita en mis ojos. Tal vez ella pueda explicarnos mejor de dónde sale su misteriosa amiga. Por su parte, el señor Angel, el nuevo chico de oro de Charles junto con la ausente Jezebel Crowley, permanece apartado de la conversación.

¿Acaba de pedir un Tab?

Notas de juego

*As salam aleikum. Mumtin limuqabalatik: En árabe, «La paz sea contigo. Encantado de conocerte».

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24/06/2021, 15:10
Miss Kukoo

El apellido de mi familia, ese asunto tan complicado... y doloroso. Me han dicho que vaya a terapia mil veces para "sanar las heridas de la infancia" pero ¿Se puede arrancar una cicatriz vieja con la esperanza de que nazca piel no marcada? ¿Y qué le ha hecho la terapia a mi madre? Armín no puede entender lo íntimo que es que alguien me llame por mi nombre, solo algunos lo hacen, el resto del mundo me conoce como Miss Kukoo y esa máscara es la que me queda cómoda. Pero claro, el profesor Kane insistió, "Solo nombres de pila, querida" y no le puedo decir que no a él, es lo más parecido a una figura paterna que he tenido nunca y le respeto.

Asiento ante las palabras del escultor lentamente, pensativa y sonrío, a pesar de la angustia, pícaramente sin decir ni una palabra: no pienso mostrarle lo que me ha provocado esa declaración. Mi mirada se dirige a Kyle luego, una punzada de arrepentimiento me invade pero en lugar de decirle algo gentil me quedo cruzada de brazos, mirándolo, observándolo. Me pregunto por qué me cae mal en verdad, no tengo ningún motivo más que mis propios problemas y lo sé. -Yo quiero un Jack Daniel's con hielo -susurro hacia el mayordomo -Muchas gracias, Gage -digo mirándolo a los ojos en señal de respeto y de aviso, ese hombre me da la impresión de que podría matarme y hacerme foie gras sin perder la compostura.

Farah sigue mostrando su encanto y su suavidad: es como un lazo de seda voluptuoso que acaricia la piel y se enreda en tu cuello para ahorcarte cuando le convenga, ¿Debería decirle a Armín sobre ella? Nah, es listo, lo descubrirá solo... o eso espero; odio esa tendencia a querer agradar a todos que tiene mi amiga en parte porque la envidio, claro está. Las relaciones humanas me son dificultosas cuando no involucran un objetivo común o laboral, cuando solo son socialización. Entiendo que son necesarias, de verdad, pero en este momento no tengo la más mínima gana de ser socialmente aceptable y voy a regodearme en ello todo lo que pueda. Voy a regodearme en mi dolor, ese lugar que conozco tan bien y que se siente como el hogar. cuando se refiere a sus esculturas como "monstruosidades" me da ganas de verlas y la sensación de urgencia es casi como una llamarada que me quema las entrañas y me hace cerrar los ojos con delicadeza, soy una vampira de la belleza sórdida que se esconde en este mundo a media luz y tengo sed.

Abro los ojos solo cuando escucho que Armín le pregunta a Farah cómo es que está aquí. Gran pregunta. -Presenté a Farah al profesor hace unas semanas, creo que es valiosa y aportará mucho al grupo -"y para equilibrar la presencia de Kyle, esto es un ajedrez". La miro dándole pie a que se explaye mejor y a que quede embellecida delante del escultor si es lo que quiere.

Vuelvo a girarme hacia el detective, por más que quiero evitarlo me intriga -¿Qué es una tab? -inquiero mientras la perspectiva de que Crowley no aparezca empieza a inquietarme; si algo le ha sucedido a mi hermana... no creo que pueda soportarlo.

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25/06/2021, 22:45
Kyle Angel

Levanto ligeramente las cejas como única reacción a la réplica que Armín le hace a Vicky. Imperturbable, sin levantar la voz, acaba de hundir sus zarpas en la joven con una mirada entre inocente y asesina para, inmediatamente después, dejar de prestarle atención en favor de su amiga. Como si fuera un juego.

«Ni pájaro, ni serpiente —pienso para mis adentros—. Gato. Y uno muy listo». En cualquier caso, tanto de su breve interacción con Vicky como de su elegante coqueteo con Farah saco dos rápidas conclusiones.

La primera, que Armín necesita quedar siempre por encima, intelectualmente si no de otro modo. Le encanta tener la última palabra (y la primera también, por lo que veo), y ninguna afrenta, real o imaginada, quedará impune.

La segunda, que le gusta gustar. Ya, y a quién no, ¿verdad? Pero en su caso, el modo en que se esfuerza por ser el centro de atención, saluditos en árabe y humor autodespreciativo incluidos, va varios pasos más allá. Me ha costado no poner los ojos en blanco, en serio. Acaba de llegar, y ya tiene a Vicky cabreada y a Farah embelesada, al menos aparentemente.

En mi opinión, ambas cosas apuntan a una autoestima más frágil de lo que a simple vista pueda parecer, pero con todo y con eso, lo cierto es que ya sabe hacer dos cosas que yo no: hablar en árabe y crear esculturas. Eso, por algún motivo, me irrita, quizá más de lo que debiera.

Mi atención se desplaza hacia Farah mientras esta habla con Armín, y me doy cuenta al instante de que ambos juegan al mismo juego. Con sus burlas irónicas hacia Vicky y su invitación a que su interlocutor hable de sí mismo, logra el doble efecto de forjar una alianza implícita con él y evitar soltar prenda sobre sí misma. Y esa forma de dirigirse al mayordomo por su nombre de pila. Esconde algo, estoy seguro. Pero, de nuevo, ¿quién no?

Miro a Vicky, y sonrío débilmente. Detrás de esa máscara de fría indiferencia y esa sonrisa silenciosa a la respuesta de Armín hay una mujer que reprime sus sentimientos y jamás cede ni un milímetro. Una tía dura a la que le cuesta admitir su vulnerabilidad, pero que también es lo bastante inteligente como para darse cuenta de cuándo una batalla verbal, aparte de saciar el propio ego, resultará totalmente improductiva.

—¿No has probado nunca un Tab? —le respondo, abriendo los ojos en fingida ofensa—. ¡Eso es imperdonable! —Sacudiendo la cabeza, le hago un gesto al mayordomo para llamar su atención—. Por favor, trae otro para ella —digo, y luego añado en un susurro inaudible, excepto para Vicky, que está a mi lado—: Joey. —Sonrío burlonamente y miro de reojo a Farah durante la más breve fracción de segundo.

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27/06/2021, 15:47
Farah

Aleikum salam, Armín Bahramí—replica la joven sonriendo tanto con su resplandeciente sonrisa como con su mirada azabache al escultor. Diríase que es un par de años más joven que Vicky, no mucho más. Así mismo, su personalidad es diametralmente opuesta. O al menos, eso es lo que quiere mostrar al exterior.

A buen seguro, Farah es la integrante más joven del Club de Lectura.

—Así es, la recluta patosa, supongo—confiesa al tiempo que dos rosetas de arrebol acuden a sus mejillas. Solo su desparpajo le permite improvisar un saludo de aviador que enfatiza su afabilidad. —Me siento un poco incómoda aún, pero Vicky... Bueno, ella me lo hace más fácil—dice terciando un vistazo cómplice a su compañera. —Quiero decir, cuando no exhala ácido clorhídrico por la nariz—dice entre risitas. —Trabajaba para el Arkham Advertiser*. Me encargaron un reportaje libre sobre la Universidad Miskatonic. Concerté varias citas con el profesorado. Así fue como conocí al profesor Kane... Más tarde, me asocié con Vicky, mi partner in crime. Tengo alma de periodista independiente. Fue ella la que me presentó la otra faceta de Charles. El resto, bueno... Es historia—resume de forma críptica.

De nuevo, usa el nombre de pila.

Farah emite un suave carraspeo.

—Cambiando de tema... Tengo entendido que su obra es única, impactante, perturbadora y... controvertida—comenta con una mueca traviesa—Justo mi tipo de artista. No me gusta que me dejen indiferente—añade con un brillo especial en la mirada, como si escogiese con cuidado qué desvela, y a quién lo desvela. —El arte debe matar algo en tu interior. Calcinarlo hasta las cenizas... o congelarlo para siempre en una emoción imposible de olvidar—afirma cruzando una fugaz mirada con Kyle.

Parece aprobar que Armín pida la misma bebida que ella.

—¿Cuál es su obra maestra, señor Bahramí?—pregunta de pronto ladeando la cabeza y alzando las cejas con un gesto coqueto que la hace especialmente atractiva.

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27/06/2021, 16:19
Mr. Gage

El señor Gage aparece sin previo aviso, a espaldas del investigador privado.

Le he oído, señor Angel—replica con la voz monocorde de un espectro emergido de una tumba en mitad de una noche sin luna. —Esta vez no me pillará con la guardia baja—afirma con sus ojillos brillantes mientras inclina ligeramente el rostro.

Kyle podría jurar en ese instante que el mayordomo aún recordaba su primera visita al Club y el extraño concepto del detective en lo relativo a bebidas refrescantes. En aquel tiempo, el señor Gage hubo de reconocer la amarga derrota, pues no disponían de TAB en aquella casa (ni se pensaba disponer de él, cierto era) pero la atención a los visitantes del profesor era un sagrado deber del chambelán, obsesionado desde entonces con reparar aquel deshonor.

—Me refiero, por supuesto, a su bebida predilecta—explica dedicando una conciliadora (y tétrica) sonrisa al detective, al que parece atormentar con su mirada franca y su ligero olor a pergamino viejo, una práctica ya habitual del mayordomo que, como sospechaba entonces Kyle, se había elevado a categoría de supremo divertimento.

—Dos especiales de la casa y... dos TAB.

Por la forma de mirar las latas cilíndricas de color carmesí y el sutil vistazo de soslayo que vuelca al detective y a la fotógrafa, se diría que el señor Gage desaprueba su ingesta.

Su cara de póker no permite conclusiones irrefutables, no obstante.

La fecha de caducidad, como comprueba Kyle con un disimulado vistazo, no parece arrojar dudas sobre la calidad el brebaje. Y el camarlengo ha tenido a bien traer dos pajitas.

Es detallista, este Joey.

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27/06/2021, 16:38
Director

Notas de juego

Nota del Guardián:

Sin necesidad de declarar habilidad alguna, te diré que Farah habla el inglés con un ligerísimo matiz árabe que no procede de tu tierra, Irán.

Así mismo, el apellido Amari no es común de Oriente Medio.

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27/06/2021, 20:30
Jezebel Crowley
Sólo para el director

"We know"

Aquella frase, junto a la imagen de la mano negra como la brea, tintineaba tras sus párpados, mientras éstos se cerraban, incapaces de resistir la inercia invisible de las palabras de Lord Jafee. Jezebel caía, a lo profundo de un sueño, de un abismo, que a la vez le resultaba absolutamente desconocido y familiar.

¿Quién sabía? ¿Qué sabía? ¿Por qué ella? No podía parar de preguntarse aquellas tres preguntas, mientras avanzaba, movida por el miedo y por la malsana curiosidad. Aterrada, exaltada por la intensidad de un placer tan extraño como inconmesurable, que le arrancaba jadeos entre las garras de un ser infernal. 

El conejo blanco seguía sin mostrarse ante ella, y sin embargo, la cima y el horizonte añil se desdibujan, ante sus ojos, siendo aquella estampa la de un cuadro. Un hombre de espaldas. Una voz. Silencio, perplejidad, confusión. 

Y sin embargo la curiosidad, ah, la curiosidad, sí. Esa terminaría por hacerla hablar

- ¿Quién es... Usted? ¿Por qué estoy aquí? 

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28/06/2021, 03:33
Armín Bahramí

La señora Amari responde a mi prueba del modo adecuado, demostrando que, efectivamente, la joven sí habla árabe, y yo correspondo a su sonrisa con la mía, una sonrisa pequeña y de labios cerrados que es una concesión, un premio, similar a la palmada en la espalda que un maestro le ofrecería a su alumno más aventajado. Seguidamente, Farah admite su poca experiencia en nuestros asuntos de una forma que podría parecerse peligrosamente a un intento de pesca de cumplidos, pero tiene la suerte de ruborizarse de un modo enternecedor inmediatamente después, lo que sugiere que tal vez su inseguridad sea genuina. Por ello, decido darle un pequeño refuerzo. Menos mal. Habría sido una lástima empezar a decepcionarme tan pronto.

—No tiene por qué avergonzarse. Nadie de los aquí presentes es ningún experto, al menos si nos comparamos con Charles —ofrezco. Mi rostro, complaciente hasta hace unos instantes, es ahora una máscara pétrea y analítica. Escrutadora—. A fin de cuentas, si el profesor la ha invitado a nuestro pequeño grupo de aspirantes a… conocedores de la verdad, será por algo.

Continúo escuchando a Amari mientras me relata cómo conoció al profesor Kane. De modo que periodista. Ahora empiezo a comprender el vínculo que la une a Vicky. Al parecer, fue la fotógrafa quien le habló a Farah acerca de las inquietudes intelectuales más particulares de Kane. Lo que no explica es qué llevó a Charles a recibirla en nuestra sociedad, algo que cabe preguntarse dado lo privado de su naturaleza; de lo que no hay ninguna duda es de que el profesor debió de ver algo especial en ella.

—Si Kane le abrió los brazos, no veo motivo para que nosotros no hagamos lo mismo. —La sonrisa de antes reaparece en mi cara—. Bienvenida, pues, señora Amari.

Pasamos entonces a discutir mi carrera como escultor. Farah describe lo que ha oído sobre mi obra, tratando de regalarme los oídos afirmando que soy su tipo de artista y haciendo una insinuación que podría significar muchas cosas o ninguna en absoluto. Me la quedo mirando fijamente, tratando de descifrar la vivacidad de sus ojos al tiempo que demuestro que no me asusta su evaluación. Me la imagino entonces en mi cama, retorciéndose bajo mi cuerpo, y me pregunto cómo deben de sonar sus suspiros, de qué deliciosas formas transformará el placer los rasgos de su cara. Es una de las dos preguntas que acostumbro a hacerme cuando conozco a alguien que despierta mi interés.

La otra es cuánto tardará en suceder.

—Me alegro de contar con su aprobación —replico en un tono de voz que evita deliberadamente decantarse por el humor o el sarcasmo—. Creo que todo artista que se precie debe aspirar a la controversia, a la subversión. De lo contrario no es más que un farsante, o peor aún, un imitador. El arte asume la creación de algo que antes no estaba allí, o de ver en lo cotidiano algo que nadie más ve. La mutación es intrínseca a su naturaleza. ¿Y qué reacción provoca el cambio sino el rechazo?

Asiento lentamente a las siguientes afirmaciones de Farah. Menuda sorpresa. Con tan solo unas pocas palabras ha conseguido enseñarme lo que Charles vio en ella. Sonrío cuando ella sonríe después de que yo pida el mismo cóctel que ella al señor Gage. En este punto, creo que los dos somos conscientes de lo que estamos haciendo. Solo cabe preguntarse a dónde llevará.

Y entonces, inesperadamente, me pregunta cuál es mi obra maestra.

Clemens.

El rostro invisible de mi hijo se forma ante mí con la fuerza de un balazo en el pecho.

—Mi obra maestra, señora Amari, es la que aún no he realizado —respondo tras unos breves momentos de silencio, logrando ocultar por los pelos el repentino acceso de emoción que la pregunta me ha producido—. Podría decirle, si lo deseara, cuál es la que otros dicen que es mi obra maestra. O podría mostrársela. —Mis cejas se arquean en un gesto que, aunque infinitamente más sobrio, refleja el de la joven—. Usted decide.

Hijo. Así bauticé la obra en la que arrojé todo mi dolor y mi ira. Me arrepentí de inmediato, sintiendo que no podía llamar de esa forma algo tan cruel, tan corrupto. Algo que fue tocado y manchado de manera indeleble por eso en torno a lo que mi mente parece perder sustancia cada vez que trato de recordarlo, aquella cosa que todavía no puedo comprender y cuyos misterios me he propuesto desvelar. De modo que será otro más de mis «sin título», relegado a los rincones a los que solo acuden aquellos lo suficientemente locos o desesperados como para mirar lo imposible a la cara.

Aquellos que no tienen nada que perder.

Notas de juego

Estoy usando una creativa combinación de Evaluar Sinceridad, Adulación e Intimidación para descifrar el significado del lenguaje no verbal de la señora Amari, darle un poco de refuerzo positivo, ganarme su interés y al mismo tiempo mostrar una personalidad dominante e inaccesible. Armín tiene una manera muy peculiar de demostrar que alguien le resulta entretenido XD.

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28/06/2021, 15:55
Miss Kukoo

Kyle pide otra bebida para mí. No me pasa desapercibido que el mayordomo obvia por completo mi pedido de whisky y accede sin inmutarse a la comanda que ha hecho el otro sujeto con falo de la habitación… típico de macho rancio, seguro que le molesta que me vista de hombre también. La verdad es que en este momento no tengo ganas de prender fuego al maldito departamento con mi queja, no tengo las fuerzas, esas que siento con desgarradora facilidad abandonar mi cuerpo en estremecimientos cada vez que pienso en la llamada telefónica. Pero la próxima vez que me haga lo mismo no va a quedar impune, claro que no.

Cuando Farah habla de mí le doy una de esas sonrisas que tanto le gustan, de lado con los ojos entornados… Me fascina cómo seduce a todo el mundo al mismo tiempo que me irrita, ¿Cómo era que había dicho el profesor? Ah, sí. “Una amistad desafiante”. Algo suscita en mí sus palabras, las de ella y las de él, un reconocimiento, una sensación de hermandad, una suave pasión interna, siento que los ojos se me ponen vidriosos sin que logre articular por qué.

La misma sonrisa se me queda para pasar a observar a Kyle cuando este saca su foco de atención de mí. Tomo el vaso con bebida cola y lo alzo con el estilo que me caracteriza: -Cheers, darling -le choco el vaso -Aunque yo ya había pedido, por más que nadie lo notara- acoto y me llevo la bebida a los labios.

—Me alegro de contar con su aprobación —

El contenido en mi boca casi sale despedido en un acceso de risa que logro contener, Armín no puede saberlo (quizás lo intuye) pero le agradezco este poco de maligna liviandad en medio de esta noche caótica. A vistas generales puede quedar como que me he atragantado con el gas del refresco.

Carraspeo. -Está… es… -miro el contenido del vaso, ¿quiero quedar bien con Kyle? ¿mal? ¿los dos? -No es mi tipo -deslizo con suavidad y abandono el vaso.

Saco el móvil y escribo un mensaje rápido mientras voy hacia la ventana otra vez, este va dirigido a mi hermana: “Jess, ¿Todo en orden? ¿llegaste a casa?”.